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Universidad Central del Ecuador

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Teoría Política VI

Nombre: Leidy Nataly Montenegro Sarchi

Sexto Ciencias Políticas

Evaluación sobre el artículo de Nora Rabotnikof. “Populismo: conceptos, vocabularios y


experiencias”

El objetivo de Nora Rabotnikof es evidenciar las líneas tan opacas y ambiguas que dividen una
caracterización conceptual académica especializada y el uso peyorativo del término populismo. Si
bien en este ensayo se va a abordar brevemente los diferentes enfoques que nos muestra la autora en
su artículo, para tomarlos a modo de caracterización y lograr comprender de una mejor manera, este
escrito se va a enfocar en analizar cómo es que el populismo se sitúa dentro de coordenadas
históricas específicas y en el marco de una teoría general de desarrollo capitalista dependiente. Así
como también se explicará como el populismo se construye como una suerte de tipo ideal histórico
que permite análisis en diferentes países de Latinoamérica. Hay muchas formas de entender el
populismo, pero la autora nos trae dos, la primera es entenderlo como momentos históricos
específicos, como por ejemplo el populismo latinoamericano clásico, o incluso la relación de las
masas, políticas de inclusión social, o patrones de acumulación concretos; la segunda es por la vía
transhistórica, donde se lo asocia con el líder carismático, la demagogia con el pueblo o el
componente autoritario, es decir formar corruptas del poder.

Antes que nada, para entender los ejes propuestos, es preciso conocer la trayectoria del concepto de
populismo, para así dar una caracterización que nos permita analizar lo propuesto inicialmente. Así
pues empezar le recorrido histórico de este escurridizo concepto en la primera mitad del siglo XIX, y
aterrizaremos en Estados Unidos y Rusia, si bien estos dos países pueden ser bastante contrarios a
simple vista, lo cierto es que en cuanto a este aspecto en específico tienen un punto en común, el cual
es la fuerza organizativa del campesinado, obviamente no son del mismo estilo, mientras que Estados
Unidos los campesinos luchaban contra el desarrollo del capitalismo que perjudica su pequeña
propiedad privada en el modelo del neoliberalismo, en Rusia aun existían formas comunales
tradicionales, en un modelo monárquico, donde los grandes terratenientes tratan de lesionar los
intereses del campesinado comunitario; sin embargo en ambos casos se discutía sobre la hegemonía
de las masas populares campesinas sobre las elites ilustradas o la oligarquía. Si bien existían
diferencias entre estos dos momentos históricos, lo cierto es que se hablaba de populismo como
lucha de los “de abajo” contra los “de arriba” como una forma de reivindicación social.

Pero este primer hito en la historia del concepto de populismo se fue desdibujando cuando en la
década de los 20 del siguiente siglo, las connotaciones pasaron a ser negativas, ya que la crítica
marxista en Latinoamérica, lo usaban para desvalorizar a los partidos que hablaban del campesinado
como objeto de revolución, es decir, empezaron las bases de lo que hoy en día la mayoría piensa al
oír hablar de populismo, en otras palabras, pensar que populismo es solo demagogia al hablar del
pueblo para crear sistemas totalitarios no democráticos, de algunos políticos, es dado este
antecedente que en 1945, es decir, al término de la segunda Guerra Mundial e inicios de la Guerra
Fría los sociólogos estadounidenses remarcan esa connotación negativa del concepto, volviéndolo un
insulto para los opositores. Bajo esta tela de significado negativo que le dieron los norteamericanos
es que se expandió el concepto, haciendo que hasta hoy nadie (o muy pocos) se autodenominen
populistas, dada la connotación negativa que tiene detrás. El populismo estuvo ligado a “políticas de
gasto publico desmesurado, irresponsabilidad fiscal, intervención estatal excesiva, clientelismo y
mediación corporativa de los sectores populares” [CITATION Rab19 \p 5 \l 3082 ]

Por lo mencionado anteriormente es que en el vocabulario político contemporáneo, se ha dividido en


dos bandos, “los buenos” los políticos serios y “los malos” los populistas demagogos. Es así que con
estos antecedentes ya negativos, los sociólogos latinoamericanos comenzaron a estudiar procesos
políticos específicos ocurridos entre 1930 y 1955 en la región, lo que Rabotnikof llamará
“Populismos latinoamericanos clásicos”, porque eran una anomalía dentro del marco se venía
manejando en la sociología estadounidense. Estudiaron específicamente a México de Lázaro
Cárdenas, Brasil de Getulio Vargas y Argentina de Juan Domingo Perón; ya que estos tenían
características poco comunes, es decir, abogaban por el bienestar social apoyando las políticas
públicas, sindicalización, modernización del Estado a través de potenciar la industria nacional,
uniendo a dos sectores históricamente antagónicos, trabajadores y burguesía, con el fin de superar el
Estado Oligárquico. Este populismo clásico se destaca como fenómenos complejos, no solo como
discurso, ya que implicó características políticas, sociales, económicas y políticas específicas, en una
etapa histórica particular, en el marco de una teoría de desarrollo capitalista dependiente.

El marco histórico particular en que se desarrollaron los populismos clásicos latinoamericanos era la
Segunda Guerra Mundial, y esto es primordial entenderlo, ya que es este aspecto especifico lo que
hizo posible el movimiento desarrollista en estos países, pues al estar Estados Unidos peleando en
dos frentes al mismo tiempo y enfocar su industria en producir armamento bélico, América Latina,
especialmente México, Brasil y Argentina, aprovecharon esta situación para tratar de desprenderse
del carácter primario exportador y comenzar a desarrollar la industria interna y el desarrollo social a
favor de las masas populares. La manera de interpretar al populismo es diferente pues “Populista se
referirá en específico a una forma de relación entre el Estado y las masas y a un modo de
acumulación económica. Es decir, el término comenzó a utilizarse para hacer referencia a una etapa
del desarrollo capitalista dependiente a la que correspondía (en virtud de la particular conformación
histórica de las sociedades) un tipo de Estado y un tipo de políticas económico sociales (derechos
sociales, políticas de inclusión redistributivas, orientación al mercado interno”[CITATION Rab19 \p
16 \l 3082 ]. Por lo tanto, bajo este marco, populismo era priorizar a las masas, y unirlas a la burguesía
industrial nacional para desarrollar un mercado interno y no depender tanto de los países más
desarrollados, en este caso Estados Unidos.

Ahora bien, no todo es un cuento de hadas en la historia del populismo en América Latina, en este
punto es importante recalcar que el concepto cambia según el lugar geográfico y el tiempo histórico,
como hemos visto, con esto dicho, procederé a hablar de cómo al finalizar la Segunda Guerra
Mundial y salen del poder también el Varguismo, el Peronismo y el Cardenismo, aunado a que su
elemento principal para el proyecto de modernización del Estado (la burguesía nacional industrial) se
desnacionaliza y se alía con el capital extranjero y la oligarquía abandonado el proyecto ya que
afectaba a sus intereses personales (privilegios de clase). Por lo cual, una vez muertas las burguesías
nacionales y fragmentadas las clases populares, se da paso a un “neopopulismo” en los años 80, que
es totalmente opuesto al populismo clásico, pues se trata de implantar un neoliberalismo feroz, con
representantes como Carlos Salinas de Gortati (México), Carlos Menem (Argentina) y Alberto
Fujimori (Perú), así pues pasó se de ser un fenómeno emergente en los países subdesarrollados, al
centro de atención del diagnóstico de la modernidad política occidental.

Entonces, esto explica cómo es que el populismo se sitúa dentro de coordenadas históricas
específicas, es decir, como hemos explicado arriba, no es lo mismo el populismo en la Rusia zarista
de mediados del siglo XIX, que los populismos clásicos latinoamericanos o los que vinieron después,
el populismo “No es un “estilo” personal, pero tampoco un fenómeno sólo coyuntural o contingente.
Se puede reconstruir como una etapa histórica con sus características económicas, políticas y sociales
específicas” [CITATION Rab19 \p 17 \l 3082 ] Se juega dentro de un marco de teoría general de
desarrollo capitalista dependiente, como hemos visto, con el proyecto de modernización y políticas
sociales enfocadas en las masas populares. Bajo este sentido, se puede afirmar que el populismo es
de hecho una etapa o periodo histórico de los países “lo que llevará a una periodización de la historia
política y económica (régimen oligárquico, populista, desarrollista, etcétera)”[CITATION Rab19 \p 17 \l
3082 ], que permite un análisis comparado entre los países de América Latina, pero entendiendo que,
este concepto es diferente en diferentes contextos políticos, económicos, sociales, e incluso temporal.

En suma, he analizado como es que el escurridizo concepto de populismo ha ido recorriendo el


vocabulario político a través de coordenadas históricas específicas en un tiempo determinado, por lo
que es importante recalcar que no se puede denominar populista a cualquier movimiento político,
partido o figura política, por algunos rasgos de personalidad o discurso, ya que este abigarrado
concepto está lleno de contenidos y significados, que cambian incluso con la época histórica, como
hemos visto. Erróneamente se ha tratado de enmarcar como populistas a figuras o movimientos muy
diferentes entre sí, solo por colocarlos en una categoría; desde los populismos Latinoamericanos
clásicos como el peronismo, el varguismo y el cardenismo, hasta incluso Trump, que no solo son
diferentes, sino antitéticos. Se puede decir que este concepto ha fungido como comodín para explicar
las diversas realidades de los países y/o gobiernos por opuestos que estos sean. La autora reflexiona
diciendo que el populismo debe verse desde la teoría política contemporánea, poniendo énfasis en las
diferencias y el problema de las identidades de los diferentes países a los que se va a estudiar.

Se trata de ¿demonizar o enaltecer al concepto de populismo?, la respuesta es, ni lo uno, ni lo otro,


pensar en blanco y negro, bueno o malo, amigo o enemigo, es decir sin percibir los matices que se
presentan en la diferentes formas de la política en el mundo, ha hecho que se desdibuje conceptos
como populismo, relegándolo (en este caso) a una denotación negativa o a un insulto. Para lograr una
mejor perspectiva teórica que pueda servir para estudiar la realidad de los países, es preciso entender
al populismo con sus diferentes matices, en la época histórica y el contexto determinado del país o
países en cuestión y no apuntar a cualquier partido político o movimiento, con algún tipo de discurso
del tipo simplista, es decir, soluciones fáciles a problemas complejos. El populismo no es antónimo
de la democracia, ni sinónimo de demagogia; antes de denominar a algún personaje político,
movimiento o partido como populista, es preciso conocer sus características históricas, políticas y
sociales enmarcadas en un espacio temporal de la época, sin usar conceptos del pasado, ya que como
se explicó más arriba, el concepto muda según la temporalidad. El populismo no es bueno o malo,
solo es, lo que es, aunque realmente depende de cómo se lo vea, el concepto puede cambiar, es decir,
puede ser sinónimo de demagogia, clientelismo, corrupción, es decir lo negativo, o puede ser una
forma de redistribución de riqueza, modernización del Estado, protección para los más vulnerables,
etc. depende más de quien sea el/la que lo analice, ya que aunque en las ciencias sociales se ha
tratado de hablar de una imparcialidad a la hora de analizar ciertos fenómenos como el populismo u
otros fenómenos, siempre existe un sesgo hacia un lado de la historia, lo importante es no dejarse
segar por ese sesgo, y tratar de analizarlo desde una perspectiva que también tome en cuenta los
matices del fenómeno que se esté estudiando.

Bibliografía
Rabotnikof, N. (noviembre de 2018. abril de 2019 de 2019). Populismo: concepto, vocabularios y
experiencias. Diánoia, vol. 63(no. 81), 3-22.

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