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Arleen L. F. Salles
INTRODUCCIÓN
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80 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
LA ÉTICA DE LA VIRTUD
válida. Véase Martha Nussbaum, “La ética de la virtud: una categoría equí-
voca”, en Areté, vol. XII, núm.1-2, 1999, pp. 573-614.
Es importante destacar que la audiencia de Aristóteles consistía en varo-
nes y los comentarios del filósofo tienen como punto de referencia al varón li-
bre. Por ello, cuando describo la postura aristotélica utilizo el término “hom-
bre” y no “ser humano”.
Para un estudio detallado de la teoría aristotélica, puede consultarse Os-
valdo Guariglia, La ética de Aristóteles o la moral de la virtud, Buenos Aires, EU-
DEBA, 1997.
Aristóteles, Ética a Nicómaco, Madrid, Centro de Estudios Constituciona-
les, 1981, libro I, cap. I.
82 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
Ibid., cap. 7.
Aristóteles, op. cit, p. 23.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 83
Ibid, p. 23.
84 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
Para una análisis de este tema, véase Martha Nussbaum, The Fragility of
Goodness, Nueva York, Cambridge University Press,1986. No obstante, nótese que
algunos pensadores argumentan que Aristóteles es menos particularista de lo que
se piensa. Irwin sostiene que para Aristóteles existen generalizacio-nes morales
que son normativamente más importantes que lo particular y con-creto. Véase
Terence. H. Irwin, “Ethics as an Inexact Science: Aristotle’s Ambi-tions for Moral
Theory” en Brad Hooker y Margaret Little (comps.) Moral Particularism, Nueva
York, Oxford University Press, 2000, pp. 100-129.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 85
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clara de lo que es una vida moralmente significativa. Pero a di-
ferencia de Aristóteles, MacIntyre argumenta que el telos del ser
humano no puede determinarse por adelantado, sobre la base
de consideraciones racionales, sino que está moldeado por
prácti-cas sociales.
La propuesta neoaris totélica de MacIntyre se desarrolla en
torno a las siguientes nociones claves: “práctica” (que explicaré a
continuación), “tradición moral” (analizada en la sección 3) y na-
rrativa personal (explicada en la sección 4).
Una práctica es una actividad con criterios de excelencia y
bienes internos a la misma. Como ejemplo, considérese el
ajedrez, la medicina, o la arquitectura. Estas prácticas pueden
involucrar bienes externos como dinero y prestigio. Pero poseen
sus bienes internos, que se logran sólo cuando quienes las
practican lo hacen de acuerdo con las reglas de cada una. Estas
reglas emergen de las prácticas mismas y están influenciadas
por relaciones, tradiciones, valores y contexto histórico.
MacIntyre argumenta que las virtudes son los rasgos de ca-
rácter que disponen a una persona a actuar en función de los bienes
internos y los objetiv os de las prácticas. En el caso de la práctica de
la medicina, muchos de sus fines o bienes son asocia-dos con la
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idea del buen médico. Entre estos fines se encuentran la
capacidad de cuidar a los pacientes, de aplicar formas de cono-
cimiento específico y de enseñar hábitos saludables. Todos pue-den
ser logrados si uno acata los estándares de un buen médico.
Para MacIntyre, una práctica no puede ser identificada con un
conjunto de talentos técnicos. Debe entenderse en función del
respeto que quienes las ejercen tienen por los bienes internos de la
práctica en cuestión. Si los médicos, por ejemplo, se interesaran
sólo por el dinero y no se ocuparan de respetar la tradición de la
medicina, la práctica correría el riesgo de desaparecer. Según Ma-
Para discusiones sobre los distintos tipos de éticas de la virtud véase, por
ejemplo, Martha Nussbaum, “La ética de la virtud…”, op. cit.; Marcia, Baron, “Varieties of
Virtue Ethics”, en American Philosophical Quarterly, vol. 22, núm. 1, 1985, pp. 47-53.
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bid.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 91
EL COMUNITARISMO
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sustantivos de sus comunidades. Es a través de su pertenencia a
una variedad de grupos sociales que el individuo se identifica y es a
su vez identificado por otros. Para el comunitarista “militante”, hablar
de un yo autónomo e independiente contrad ice incluso nuestra
autopercepción, puesto que los seres humanos nos defini-mos
cuando mencionamos nuestras afinidad es y afiliacion es a grupos o
entidades colectivas (sea la nación, tribu, comunidad profesional o
religiosa).
Relaciones sociales. Según el comunitarismo, del atomismo
ca-racterístico de la moralidad liberal se desprende que los
vínculos con otros son algo extrínseco al individuo, expresión de
las elec-ciones de cada persona y sin relevancia constitutiva. Los
lazos con otros pasan a verse como meras asociaciones
basadas en una su-puesta compatibilidad de intereses. En
cambio, el comunitarismo teoriza al yo relacionado con otros
como primario y fundamental en la vida moral. Es imposible
comprender a los individuos sin atender a los contextos
comunitarios que apuntan a su interde-pendencia.
La comunidad. El comunitarismo concibe a la comunidad
como un centro de cooperación en el que las interacciones de
los individuos se caracterizan por la presencia de sentimientos y
la-zos afectivos. Frecuentemente, los comunitaristas toman a la
fami-lia como modelo de comunidad: en ella se identifican
típicamente compromisos afectivos y propósitos comunes. En un
contexto fa-miliar, argumentan, es inadecuado concentrarse en
los derechos y las nociones individualistas de intereses
individuales y de auto-nomía: lo fundamentalmente importante es
la promoción de los valores necesarios para afianzar el grupo.
En sus escritos, los comunitaristas combinan la tesis descrip-
tiva de que los seres humanos están esencialmente conectados con
otros y que desean y disfrutan de tal conexión con un argumento
prescriptivo. Argumentan que no sólo es la concepción relacional de
la persona más fiel a la realidad moral, sino que la vida hu-
Ibid., p. 221.
96 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
Hilde L. Nelson y James Nelson, The Patient in the Family, Nueva York,
Routledge, 1995; también Michael Gross, “Speaking in One Voice or Many?
The Language of Community”, en Cambridge Quarterly of Healthcare Ethics,
vol. 13, 2004, pp. 28-33.
Para el análisis de esta postura véase Arleen L. F. Salles, “El comunita-
rismo en la bioética…”, op. cit.
Ezequiel Emanuel, The Ends of Human Life, Cambridge, Harvard Univer-sity
Press, 1991.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 99
Para una crítica de este tipo, véase Andrew Jason Cohen, “A Defense of
Strong Voluntarism” en American Philosophical Quarterly, vol. 35, núm. 3, 1998, pp.
251-265.
Véase Eduardo Rivera López, Ensayos sobre liberalismo y comunitarismo ,
México, Fontamara, 1999.
Véase Tom Beauchamp y James Childress, op. cit.
100 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
LA NARRATIVA
Para un examen del tema ético planteado por el caso, véase Florencia
Luna, “Introducción: Algunos problemas al final de la vida: el derecho a morir
y el suicidio asistido”, en Florencia Luna y Arleen L. F. Salles (comps.), Bioé-
tica: Investigación, Muerte, Procreación y otros temas de Etica Aplicada, Buenos
Ai-res, Sudamericana, 1998, pp. 234 y 235.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 101
Véase Kathryn M. Hunter, “Narrative”, op. cit.; Rita Charon, “The Ethical
Dimensions of Literature”, en Hilde Lindenmann Nelson (ed.), Stories and Their Limits,
Nueva York, Routledge, 1997, pp. 91-112.
Brody, “My Story is Broken Can You Help Me Fix It? Medical Ethics and the Join
Construction of Narrative”, en Literature and Medicine, vol. 13, núm. 1, 1994, pp. 79-92.
Se ha señalado que
LA CASUÍSTICA
Para una discusión de este caso, véase Florencia Luna y Arleen Salles,
Bioética: Investigación, Muerte, Procreación y otros temas de Ética Aplicada,
Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pp. 232 y 233, 280-283, 270-274.
Para una discusión de este caso, véase Florencia Luna y Arleen Salles,
Decisiones de Vida y Muerte, Buenos Aires, Sudamericana, 1995, pp. 139-147.
Para un análisis de la casuística como alternativa al principismo, véase
Florencia Luna, “Reflexiones sobre los casos y la casuística en la bioética’”, en
Luna, Florencia, Ensayos de Bioética: Reflexiones desde el sur, Mexico, Fontamara,
2001.
Tom Beauchamp, “Methods and Principles in Biomedical Ethics”, en
Journal of Medical Ethics, vol. 29, 2003, pp. 269-274.
112 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
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con las circunstancias”. Sin embargo, tanto los casuistas
modera-dos como los más radicales acuerdan que el significado
y la rele-vancia de los principios son determinados a lo largo del
análisis de casos diversos. Asimismo, consideran que el peso de
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cada prin-cipio depende del contexto.
El mayor atractivo de la casuística tiene que ver con su énfasis
en consideraciones específicas en la resolución de casos. Evita la
distancia de lo concreto y particular que se manifiesta en otras
aproximaciones morales como la utilitarista y la kantiana. Parece
captar la forma en que las persona s razonan moralmente en la
práctica. Además, parece facilitar el consenso en aquellos casos en
que existe desacuerdo sobre las teorías éticas.
No obstante, es susceptible de recibir objeciones. La más fuerte
tiene que ver con la cuestión de cómo determinar el caso
paradigmático que cumple un papel central en este tipo de razo-
namiento. Es verdad que los casos paradigmáticos eran cruciales en
la casuística medieval pero, en esa época, la determinación de los
mismos descansaba en una moralidad común y su fuerza nor-mativa
estaba basada en la creencia de que Dios había creado un orden
natural. En cambio, la casuística contemporánea es secular, carece
de tal base. Por ello se plantean las siguientes cuestiones: ¿cuándo
pasa un caso a convertirse en paradigmátic o?, ¿cuáles son los
casos paradigmáticos existentes y por qué?, ¿quién deter-mina
cuáles son los aspectos moralmente significativos en un caso
paradigmático?
Es dudoso que la casuística desee apelar a intuiciones com-
partidas por las personas para la determinación de los casos para-
digmáticos y esto se debe a que en las sociedades pluralistas con-
temporáneas no parece haber demasiadas intuicion es compartidas.
Por ello, la casuística apela a tradiciones y prácticas.
Pero esto plantea otro problema: ¿por qué adoptar las conviccio-nes
morales de nuestras tradiciones culturales? Si existe una mo-ralidad
común, ¿por qué darle carácter normativo? Puede que nuestras
creencias más fuertes sean resultado de prácticas y tradi-ciones
injustas, por lo cual es posible que estén marcadas por pre-juicios
que deben ser críticamente analizados y no aceptados sin
cuestionamiento. Pero, ¿cómo se puede tomar una actitud crítica
frente a ellas si la casuística nos dicen que son ellas las que deter-
minan nuestros estándares de conducta? Pese a que el casuista
puede responder que toda tradición tiene formas válidas de auto-
crítica, el hecho es que la casuística parece demasiado abierta a
aceptar las prácticas y creencias dominantes, reflejando el status quo
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y defendiendo la moralidad de moda.
Virginia Held, The Ethics of Care, Nueva York, Oxford University Press,
2006, p. 19.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 115
Nell Noddings, Caring: A Feminine Approach to Ethics and Moral Education, Berkeley
y Los Ángeles, University of California Press, 1986.
Hilde L. Nelson y Alisa Carse, “Rehabilitating Care”, en Kennedy Institute of Ethics
Journal, vol. 6, núm. 1, 1996.
Hilde L. Nelson, “Against Caring”, op. cit.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 119
Véase, por ejemplo, Sandra Bartky, Femininity and Exploitation , Nueva York,
Routledge, 1980.
BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
lo que hace que una ética del cuidado sea feminista es no sólo
que aplauda valores como el de brindar cuidado, sino también
que se rehúse a permitir que un valor como el de brindar
cuidado “haga caer en la trampa” a las mujeres, requiriendo que
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ellas, pero no los hombres, se ocupen de otros.
Ibid., p. 49.
Carol Gilligan, “Hearing the Difference: Theorizing the Connection”, en
Hypatía, vol. 10, núm. 2, 1995, pp. 120-127.
Rosemarie Tong, “Just Caring about Maternal-Fetal Relations: The Case
of Cocaine-Using Pregnant Women”, en Anne Donchin y Laura Purdy
(comps.), Embodying Bioethics: Recent Feminist Advances, Lanham, Rowman
and Littlefield, 1999.
Véase Rosemarie Tong, Approaches to Bioethics, Boulder, Westview, 1997.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 123
LA ÉTICA FEMINISTA
Para ampliar sobre el tema, véase Amy R. Baehr, Varieties of Feminist Libe-ralism,
Lanham, Rowman and Littlefield, 2004.
Para artículos sobre el pensamiento feminista en América Latina, véase
María Luisa Femenías, Perfiles del Feminismo Iberoamericano, vol. I, Buenos Ai-res,
Catálogos, 2002; Perfiles del Feminismo Iberoamericano, vol. II, Buenos Aires,
Catálogos, 2005.
Para una discusión detallada de las distintas vertientes feministas, véase
Rosemarie Tong, Feminist Thought , op. cit.
124 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
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cicio de la agencia moral. El feminismo considera que la margi-
nalización de las mujeres es un fenómeno tan generalizado y
pro-fundo que frecuentemente es invisible o se considera algo
natural. Sin embargo, moldea la manera como las mujeres se
desenvuel-ven diariamente. Para el feminismo, la reconstrucción
de la agen-cia moral de las mujeres, que implica abordar el tema
de cómo las mujeres pueden superar su subordinación, se
constituye en una de las tareas fundamentales.
En suma, la orientación feminista no sólo considera que el
género y el sexo son categorías analíticas importante s, sino que
busca entender cómo operan y trata de cambiar la distribución y
el uso de poder para eliminar toda forma de opresión. “El juicio
más penetrante de la ética feminista es que la opresión, cual-
quiera sea la forma en que se la practique, es moralmente inco-
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rrecta”, afirma Susan Sherwin. El feminismo trata de identificar
instancias de opresión y condenarlas moralmente, exigiendo su
eliminación. Para ello, considera detalles concretos, incluyendo
las relaciones políticas o de poder entre las personas que o bien
están involucradas o bien se ven afectadas por determinadas po-
líticas o prácticas. En tanto tienen como objetivo primordial la eli-
minación de la subordinación de las mujeres y la de toda
persona marginada, las posturas feministas se caracterizan por
su dimen-sión política.
Para una discusión sobre este tema, véase Marilyn Friedman, “Impartia-lity”, en
Alison Jaggar e Iris Marion Young (comps.) A Companion to Feminist Philosophy, Malden,
Blackwell, 1998.
Para una excelente colección de artículos sobre el feminismo y la auto-nomía,
véase Catriona Mackenzie y Natalie Stoljar (comps.), Relational Auto-
128 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
nomy: Feminist Perspectives on Autonomy, Agency, and the Social Self, Nueva
York, Oxford University Press, 1999.
Susan Sherwin, “Feminism and Bioethics”, en Wolf, Susan (comp.), Fe-minism and
Bioethics: Beyond Reproduction , Nueva York, Oxford University Press, 1996,
Marilyn Friedman, “Autonomy and Social Relationships: Rethinking the Feminist
Critique”, en Diana T. Meyers (comp.), Feminists Rethink the Self, Boulder, Westview
Press, 1997.
Véase Diana Meyers, “Agency”, op. cit; Anne Donchin “Autonomy, In-
terdependence and Assisted Suicide: Respecting Boundaries/Crossing Lines”, en
Bioethics, vol. 14, núm. 3, 2000, 187-204.
ENFOQUES ÉTICOS ALTERNATIVOS 129
Susan Sherwin, “Feminism and Bioethics”, en Wolf, Susan (comp.), Fe-minism and
Bioethics: Beyond Reproduction , Nueva York, Oxford University Press, 1996.
Para una análisis de este tema, véase Dorothy Roberts, “Reconstructing the
Patient: Starting with Women of Color”, en Wolf, Susan (comp.) Feminism and Bioethics:
Beyond Reproduction , New York, Oxford University Press, 1996, pp. 116-143.
Susan Sherwin, “Health Care”, en Alison Jaggar e Iris M. Young
(comps.), A Companion to Feminist Philosophy, Malden, Blackwell, 1998.
Susan Wolf (comp.), Feminism and Bioethics: Beyond Reproduction, Nueva York,
Oxford University Press, 1996; Susan Sherwin, “Health Care”, op. cit.
132 BASES TEÓRICAS DE LA BIOÉTICA
CONCLUSIÓN
Rebecca J. Cook, “Feminism and the Four Principles”, en Ranaan Gillon (comp.),
Principles of Health Care Ethics, West Sussex, John Wiley & Sons Ltd,