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INTRODUCCION

Este artículo se ocupa de la ética sobre todo en este último sentido se concreta al ámbito de la
civilización occidental, aunque cada cultura ha desarrollado una ética propia. La ética, como una rama
de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la
conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas la química y la
física, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos de la ética ya que ambas
estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias sociales a menudo procuran determinar la relación
entre principios éticos particulares y la conducta social, e investigar las condiciones culturales que
contribuyen a la formación de esos principios. (Spaemann, 2019)

LA ETICA

La ética o filosofía moral es la rama de la filosofía que estudia la conducta humana,[1][2] lo correcto y lo
incorrecto,[3][4] lo bueno y lo malo,[4]la moral,[5] el buen vivir,[6] la virtud, la felicidad y el deber. La
ética contemporánea se suele dividir en tres ramas o niveles: la metaética estudia el origen, naturaleza y
significado de los conceptos éticos, la ética normativa busca normas o estándares para regular la
conducta humana, y la ética aplicada examina controversias éticas específicas.[7][8]

Ética y moral son conceptos muy relacionados que a veces se usan como sinónimos, pero
tradicionalmente se diferencian en que la ética es la disciplina académica que estudia la moral.[5]La
ética no inventa los problemas morales, sino que reflexiona sobre ellos.[9] Las acciones relevantes para
la ética son las acciones morales, que son aquellas realizadas de manera libre, ya sean privadas,
interpersonales o políticas.[10] La ética no se limita a observar y describir esas acciones, sino que busca
determinar si son buenas o malas, emitir juicio sobre ellas y así ayudar a encauzar la conducta humana.
[11]

El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su


desarrollo histórico ha sido amplio y variado. A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de
entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana.

Aunque la ética siempre fue una rama de la filosofía, su amplio alcance la conecta con muchas otras
disciplinas, incluyendo la antropología, biología, economía, historia, política, sociología y teología.[12]

DEFINICIONES
La palabra ética se deriva del griego antiguo ēthikós (ἠθικός), que significa "relativa al carácter de uno",
que a su vez proviene de la palabra raíz êthos (ἦθος) que significa "carácter, naturaleza moral".[13] Esta
palabra fue transferida al latín como ethica y luego al francés como éthique, del cual fue transferido al
español.

Rushworth Kidder afirma que las "definiciones estándar de ética han incluido típicamente frases como
'la ciencia del carácter humano ideal' o 'la ciencia del deber moral'".[14] Richard William Paul y Linda
Elder definen la ética como "un conjunto de conceptos y principios que nos guían para determinar qué
comportamiento ayuda o daña a las criaturas sensibles".[15] La Cambridge Dictionary of Philosophy
establece que la palabra "ética" es "comúnmente usada indistintamente con 'moralidad' ... y a veces se
usa de manera más estricta para referirse a los principios morales de una tradición, grupo o individuo
particular."[16] Paul y Elder afirman que la mayoría de las personas confunden la ética con comportarse
de acuerdo con las convenciones sociales, las creencias religiosas, la ley, y no tratan la ética como un
concepto independiente.[1

La palabra "ética" en inglés se refiere también a varias cosas.[18] Puede referirse a la ética filosófica o la
filosofía moral, un proyecto que intenta utilizar la razón para responder a varios tipos de cuestiones
éticas. Como el filósofo moral inglés Bernard Williams escribe, intentando explicar la filosofía moral: "Lo
que hace que una investigación sea filosófica es la generalidad reflexiva y un estilo de argumentación
que pretende ser racionalmente persuasivo."[19] Williams describe el contenido de esta área de
investigación como abordar la cuestión muy amplia, "cómo se debe vivir".[20] La ética también puede
referirse a una habilidad humana común para pensar en problemas éticos que no es particular de la
filosofía. Como ha escrito el bioeticista Larry Churchill: "La ética, entendida como la capacidad de pensar
críticamente sobre los valores morales y dirigir nuestras acciones en términos de tales de valores, es una
capacidad humana genérica."[21] La ética también se puede utilizar para describir los propios
idiosincrásicos principios o hábitos de una persona en particular.[22] Por ejemplo: "Joe tiene una ética
extraña."

ETIMOLOGIA

La palabra «ética» proviene del latín ethĭcus, y éste del griego antiguo ἠθικός transliterado como
ēthikós. La forma femenina proviene del latín tardío ethĭca, y este del griego ēthikḗ.[68] Según algunos
autores, se debe diferenciar êthos, que significa «carácter», de ethos, que significa «costumbre», pues
«ética» se sigue de aquel sentido y no es éste.[69]

Etimológicamente «ética» y «moral» tienen el mismo significado, ya que la palabra «moral» viene de
latín mos que significa «hábito» o «costumbre».[70]

ORIGENES
La ética nace en la época esclavista. Su aparición está relacionada con las profundos cataclismos
producidos en las relaciones entre los hombres en el proceso de la Sociedad primitiva a la Civilización
clásista. En el cual desempeñó un papel decisivo la separación de la moral como forma especial. El
análisis de los primeros momentos escritos de la cultura europea muestra que el desarrollo del
pensamiento ético va paralelamente al desglose de las normas morales abstractas. La ética medieval
centró toda la atención principal en la consideración de las formas objetivadas exteriores de la moral. La
moral empezó a entenderse como sistema de leyes y normas que dan sentido valorístico a la condición
humana. (Camps, 2013)

Las normas desde el punto de vista de la ética cristiana confrontan con los individuos reales con sus
intereses y necesidades por ser estas leyes “prescritas” por dios y no por el hombre. Llegando a la
conclusión de que los procesos morales son inexplicables dentro de la ética teológica. La Ética de la Edad
Moderna librada del religioso medieval, se distingue por su variedad teórica y múltiples problemas.
Analiza principalmente la correlación entre las normas sociales y las necesidades individuales. La ética
marxista es consecuentemente materialista; considera los ideales, las normas y las virtudes que rigen en
la sociedad como reflejo de las relaciones humanas reales, como expresión de los intereses y mandatos
de determinados grupos y clases sociales. La ética marxista es dialéctica. Desde su punto de vista cada
manifestación de la moral, así como toda moral en general se halla en movimiento continuo: nace, se
desarrolla, muere, cambia su estado cualitativo. No existe una moral en general al margen del proceso
histórico concreto.

CONCLUSION

La ética ha sido abordada desde diferentes posiciones, desde éticas humanitarias a éticas aplicadas. Las
aproximaciones siempre han sufrido las críticas de aquellos que apoyan la relatividad y la personalidad
de los valores.

La disciplina misma puede también entenderse como una invitación a reflexionar sobre la imperiosa
necesidad de crear comunidad en diseño. En esa tarea, la ética es un pilar que conllevará al pensarse
racionalmente a sí mismo y su actuación e impacto en la sociedad.

OBJETO DE LA ETICA

La ética tiene como principal objeto crear conciencia de responsabilidad en todos y cada uno de los que
ejercen una profesión.

LA MORAL

Se entiende por moral a todo el conglomerado de creencias, actitudes, opiniones versadas y costumbres
en forma de leyes y normas que puede tener una persona. La personalidad de un sujeto debe tener
como mínimo una conducta ética aceptable para poder pertenecer a un grupo social, esta se consigue a
través de los valores, la ética y el decoro conseguidos mediante la correcta educación. El decoro se
complementa con las diferentes virtudes que la persona pueda tener, sus costumbres y forma de vida
van creando parámetros de conducta, propios para el desarrollo de una correcta moral y valores.

JUCIO MORAL

Se trata de un juicio de valor que se lleva a cabo en ciertas situaciones, mismas en las que se debe tomar
una determinada opción o decisión.También es considerado como un proceso mental que permite a una
persona juzgar el valor de las cosas, determinar lo correcto y lo incorrecto.

Este razonamiento implica un cuestionamiento sobre la esencia y las consecuencias de las acciones.

RAZONAMIENTO MORAL

El razonamiento moral se aplica al análisis crítico de situaciones concretas para determinar lo que está
bien o mal, y cómo deben actuar las personas. Tanto los filósofos como los psicólogos estudian el
razonamiento moral.

Las decisiones cotidianas que tomamos como “¿Qué me pongo?” son similares a las decisiones morales
que tomamos como “¿Debo mentir o decir la verdad?” El cerebro procesa ambas de la misma manera.

El razonamiento moral normalmente se aplica a la lógica y las teorías morales, como la deontología y el
utilitarismo, o a situaciones o dilemas específicos. No obstante, las personas no son muy buenas en
cuestiones de razonamiento moral. De hecho, el término “estupefacto moral” describe el hecho de que
las personas llegan a conclusiones morales importantes que no pueden defender de manera racional.

De hecho, la evidencia muestra que el principio o teoría moral que alguien escoge en muchos casos,
irónicamente, está basada en las emociones y no en la lógica. Sus decisiones se ven influenciadas por
prejuicios internos o presiones externas como el sesgo de autoservicio y el conformismo social.

Entonces aunque nos gustaría pensar que resolvemos dilemas éticos de manera lógica y racional la
verdad es que nuestro razonamiento moral se ve influido por la intuición y nuestras reacciones
emocionales.

Deontología

La deontología es una disciplina que radica en el estudio y observación de los deberes y de los valores
mandados por la moral. Existe una gran variedad de tipos de deontologías siendo las principales la
deontología aplicada que se refiere a los deberes de la vida cotidiana y la deontología descriptiva que se
refiere al comportamiento basado en la convivencia.
DEONTOLOGIA

Cuando se originan los diferentes tipos de esta especialidad aplicados al ámbito profesional, esta es muy
fácil de aplicar y a pesar de sus ventajas cuando es acatada rigurosamente por los profesionales, puede
generar resultados a muchas personas que no son aceptables.

Definición de Deontología

La deontología como disciplina va a considerar los deberes y los valores de las personas dentro de la
sociedad, es decir, va a tomar en cuenta la ética y la moral; es por ello que a la deontología se le conoce
como la rama de la ética que se encarga de analizar los deberes, las reglas y las normas de conducta de
las personas y su utilidad en lo que es correcto o incorrecto.

Además, se le conoce como la rama de la filosofía estrechamente relacionada con la ética normativa que
se encarga de estudiar los deberes y el comportamiento ético.

Esta palabra fue utilizada por primera vez a comienzos del siglo XIX por el filósofo inglés Jeremy
Bentham en su obra La ciencia de la moral.

La deontología posee dos características:

Sentido amplio: considera todas las normas legales, estatutarias y convencionales.

Sentido estricto: considera el conjunto de obligaciones, principios y normas que no son respaldado por
ninguna sanción legal, sino por un acuerdo voluntario de los profesionales.

LA DEONTOLOGIA COMO CIENCIA DEL DEBER

La deontología; es la ciencia o tratado de los deberes[1]. Este término fue introducido por Jeremías
Bentham[2]; para evitar equívocos, viene bien explicar quien es Bentham: padre y desarrollador del
utilitarismo, escuela esmerada en obtener beneficios sin limitarse por las reglas morales, explorando la
búsqueda del mayor placer o beneficio posible, para muchas personas, definiendo lo bueno como
aquello que produce placer y malo como aquello que produce sufrimiento, anclados exclusivamente en
la, utilidad, rentabilidad y la cantidad de felicidad producida, dejando a un lado la parte ética y moral de
dicha acciones, sin reflexionar en las consecuencias que hasta la actualidad se perciben en la sociedad.
En su acepción más habitual, la deontología suele usarse para designar la "moral profesional",
situándola así como una "moral especializada".[3] Mas esto, no puede hacerse sin precisar que, ante
todo, la deontología es un capítulo de la ética general, concretamente la teoría de los deberes
profesionales, los cuales, son sólo una parte muy restrictiva de los deberes en general.

El deber no solo involucra el conocimiento, sino el saber hacer ese deber, además se consideran las
omisiones, las reacciones o las actitudes, entre producir y actuar. La rectitud del producir se mide por el
producto y a de ser determinada en función de las reglas del arte; estriba en un resultado objetivo y en
la nueva disposición de las cosas que sobreviene como consecuencia del producir. Por el contrario, la
rectitud del actuar es de índole estrictamente ética: radica en el actuar mismo, en su adecuación a una
situación, en su inserción dentro del plexo de las relaciones morales, en su belleza. Como es natural,
todo producir se halla inscrito en un contexto práctico, y por ello tampoco está exento de una
evaluación moral. Pero la determinación del producir correcto pertenece a la técnica, al ámbito de los
medios, mientras que el actuar honesto tiene razón de fin. Podemos distinguir, así, el buen hacer del
obrar bien.

Se habla de deontología en referencia al buen hacer que produce resultados deseables, sobre todo en el
ámbito de las profesiones. Un buen profesional es alguien que, en primer lugar, posee competencias
(conocimientos, habilidades y actitudes), que le permiten, en condiciones normales, realizar su tarea con
un aceptable nivel de idoneidad y calidad. Las reglas del buen hacer, acción llevada a cabo conforme a
los imperativos de la razón instrumental constituyen, sin duda, deberes profesionales. Y esto no es en
modo alguno ajeno al orden general del deber ético. Aún más: las obligaciones éticas comunes para
cualquier persona son, además, obligaciones profesionales para muchos. Al menos así se ha visto
tradicionalmente en ciertas profesiones de ayuda como el sacerdocio, la educación y, en no menor
medida, la medicina, la psicología o la enfermería.

En último término, esto se puede decir de todas las profesiones honradas, pues en todas se da, de
manera más o menos directa, la índole del servicio a las personas. Pero en esas es más patente, para el
sentido común moral, que no es posible, por ejemplo, ser un buen profesional sin intentar ser buena
persona. Es verdad que no se educa, o no se ejerce buena medicina, psicología o enfermería, sólo con
buenas intenciones, pero tampoco sin ellas; en este sentido, la facultad de Medicina de la Universidad
Católica Santo Toribio de Mogrovejo, refleja en su misión la prioridad de formación de sus profesores
hacia el logro de la excelencia en el cumplimiento de sus deberes profesionales, porque la conciencia del
deber no puede separarse de cada caso debido, aunque indudablemente sea distinto lo que
formalmente significa deber y lo que materialmente constituyen en concreto nuestros deberes, lo cual
ha de ser determinado en relación al ser específico, al ser individual y circunstanciado de cada persona.
[4]

INSTITUCIONALIZACION DE LAS NORMAS ETICAS

En el proceso de institucionalización de la ética se requiere que las altas jerarquías hasta los mandos
medios administrativos deben responsabilizarse por forjar los ambientes propicios para que la
generación de conductas éticas sean adoptadas por el capital humano de una empresa, teniendo como
resultado la incorporación de normas de comportamiento requeridas por la organización.

Theodore Purcell y James Weber señalan que esto puede conseguirse de tres maneras:

1) Mediante el establecimiento de una adecuada política empresarial o código de ética.

2) Mediante la creación de un comité de ética formalmente constituido.

3) Por medio de la impartición de cursos de ética en los programas de desarrollo administrativos.

Este proceso, requiere de los elementos justos mediante los que se trata de hacer efectivos los valores o
principios ético de una organización. La ética empresarial deberá contar con el conocimiento disponible
sobre las organizaciones: su naturaleza y estructura, el tipo de racionalidad característico, las formas de
relación que establecen (poder, dependencia, conflicto, competencia, etc.). Mientras la ética individual
invoca a la conciencia o a la razón de cada persona, la ética de las empresas ha de ser equitativa, pues
son los procesos que determinan las decisiones y comportamiento de las organizaciones.

EL NACIONAL

Una ética para nuestro tiempo

El Nacional El Nacional
Con demasiada frecuencia se ve la norma ética como algo que se impone desde afuera a un hombre en
rebelión, que lucha por su libertad, que busca disponer de su vida conforme a sus deseos y necesidades.
Por lo que la doctrina moral se ha vuelto –o mal entiende– como la doctrina de lo prohibido, que nos
dice todo lo que no podemos o debemos hacer; deviniendo a su vez, en el mejor de los casos, en una
ética de mínimos, que se reduce a no hacer el mal o a evitarlo en la medida de lo posible.

Obviamente es un error, por lo que debemos replantearnos esta visión de la ética y entender lo que
realmente significa la misma para nuestra vida, nuestro tiempo. Y en este sentido, lo primero que
debemos tener presente –o recordar– es que el hombre es algo extraordinario, por dos hechos
fundamentales: “Primero, es a la vez espíritu y materia; y segundo, es a la vez una persona individual y
un ser social” (F. J. Sheed), con lo que se apunta a las cuatro dimensiones que constituyen y a las que
pertenece el ser humano, y que debemos considerar cuando pensemos en él como un todo.

En vista de lo anterior, conviene recordar que la ética y la moral remiten al recto obrar de las personas
en orden a su bien; obrar que concierne al fuero interno de los individuos y no depende del orden
jurídico vigente. Más aún, lo característico del acto ético es que esté orientado al bien personal y
colectivo, por lo que la persona debe primero pensar y luego decidir si el bien apetecido es realmente
bueno.

LA ETICA Y DEONTOLOGIA EN LOS MOMENTOS ACTUALES EN VENEZUELA

Esto nos remite a otro punto fundamental, y es que lo distintivo del hombre al compararlo con otros
tipos de seres –como los animales o las plantas– es su inteligencia y su voluntad. Por lo que el ser
humano conoce –y reconoce– objetos con su inteligencia y los apetece –o rechaza– con su voluntad. De
manera que estas dos facultades o potencias humanas son el fundamento de su libre albedrío, en el que
radica su dignidad como persona y lo hacen único e irrepetible.

Por esta razón, para el actuar ético debemos tener presente que los actos del hombre deben procurar
perfeccionar estas potencias humanas, de manera que el hombre con cada acto, en todo momento, se
haga más humano; y de esta manera se convierta en esa mejor versión de sí mismo que está llamado a
ser. Esta es la ética de la excelencia o de las virtudes, esos hábitos operativos buenos que humanizan,
que hacen mejor al hombre, perfeccionándolo de acuerdo con su naturaleza.
Por lo tanto, visto desde esta óptica, la ética no es un corsé, por el contrario, nos recuerda que el acto
humano para ser ético debe ser libre porque implica responsabilidad personal; por lo que no puede ser
algo impuesto desde afuera de la persona, ya sea por coacción o como consecuencia exclusiva de un
convenio de cooperación social; donde además se corre el riesgo de caer en el relativismo, tan de moda
en la actualidad, donde lo bueno o malo dependerá de lo que sea aceptado socialmente o nos provoque
en un momento en particular.

Sin duda esto implica un desafío para nuestro tiempo, ya que nos impone tener presente en todo
momento que nuestra mente y nuestro corazón deben estar orientados al bien; y que el actuar ético
requiere que el ser humano actúe con inteligencia en contraposición a dejarse llevar por sus impulsos y
emociones, a la vez que debe tomar en cuenta los intereses de los demás en contraposición a actuar de
manera exclusivamente egoísta.

Tomando los planteamientos anteriores en consideración, evitaremos ver a la ética como principios
rectores que nos dicen lo que no se debe hacer. Por el contrario, el actuar ético se entenderá como el fin
de la propia realización personal y en la contribución al desarrollo de los demás. Por lo que no se
limitará solo a evitar daños o inconvenientes, sino a coadyuvar a la excelencia humana en general.

Este punto es fundamental para nuestro tiempo, en particular para nuestro país, si se considera que la
salud social y política de Venezuela depende de la calidad ética de sus ciudadanos y de sus gobernantes.
Sentido en el que es evidente que Venezuela está gravemente enferma. Por lo que, partiendo de
nuestra mejora y perfeccionamiento como individuos, debemos procurar el fortalecimiento de
instituciones fundamentales como la familia y la recuperación de la decencia y la verdad en la política,
como prioridades fundamentales para sanear a nuestro país. Es crítico además recuperar la confianza y
el respeto entre todos los ciudadanos, como puntos clave para salir de esta situación de desconfianza y
“viveza” generalizada que nos consume como sociedad.

Esta confianza se gana a través del ejercicio de virtudes cívicas como la honestidad, la lealtad, la
veracidad, la ejemplaridad, la austeridad y la capacidad de servicio como actitudes básicas que todos los
ciudadanos reconocen como valiosas, independientemente de las opciones políticas y las ideologías que
se defiendan. Solo si estos valores son respetados en el ejercicio democrático, la ciudadanía será capaz
de reconocerse en el otro y respetarse como individuos.
Solo actuando éticamente, con excelencia, podremos ser solidarios y procurar las soluciones que
verdaderamente nos ayuden a recuperar la libertad, y encaminarnos en esa senda de desarrollo de todo
hombre al que estamos obligados moralmente.

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