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Ninguna

eternidad como la mia pdf gratis

Ninguna eternidad como la mía pdf.

You're Reading a Free Preview Pages 8 to 13 are not shown in this preview. You're Reading a Free Preview Pages 18 to 27 are not shown in this preview. Itabuna, en el estado brasileño de Bahía, en 1912. Interesado por la literatura desde la adolescencia, a los dieciocho años comenzó a escribir su primera novela, País del carnaval, publicada en 1932.
en su vasta producción narrativa, considerada una de las más destacadas de las letras brasileñas del siglo XX, destacan las novelas Cacao, Capitanes de Arena, Tierras del sinfín, Gabriela, clavo y canela, Los viejos marineros, La muerte y la muerte de Quincas Berro Dagua, Tienda de los milagros, Tereza…. I I sabel Arango creció intensa y desatada
como el olor del café. Había nacido un catorce de marzo, cerca de la estación de trenes de un puerto azul al que desembocaba el inmenso río Papaloapan. La mañana de ese día su madre sintió llegar, junto con los avisos del parto, la primera lluvia de unas nubes que trajeron a la zona el ciclón más fiero que pudo caber en la memoria de aquel pueblo.
Llamado de urgencia, su padre caminó bajo el agua las tres calles que separaban su casa de la tienda de mercancías varias en la que se ganaba la vida. Empapado y febril cruzó el patio y alcanzó la escalera para correr hasta el cuarto en que su mujer paría sin alardes a uno más de sus vástagos. Habían tenido cuatro varones durante los pasados cinco
años, la niña llegó por fin haciendo más ruido que ninguno de sus hermanos. Mientras abría los ojos al mundo de agua que todo lo rodeaba, en la estación del ferrocarril el viento arrancó los techos que cubrían a los viajeros en espera de un tren cuyos vagones quedaron volcados fuera de las vías.
Un ruido de diablos caído del cielo estremeció el crepúsculo y no dejó de llover en tres semanas. Todo aquel barullo no fue sino el inicio de la inquieta y jaranera niñez de Isabel Arango, la quinta hija de un matrimonio de emigrantes asturianos que, trabajando a la par, había conseguido hacerse de la tienda más ecléctica de un puerto en el Atlántico.
Lo mismo vendían sardinas que libros de mecánica, novelas, jamón de jabugo, queso manchego, listones, harina, chiles, bacalao, y pan para judíos, cristianos y descreídos. Nunca una panadería había dado tantísima variedad de panes y jamás una tienda de comida se había atrevido con tal descaro y buen orden a dar albergue a un estante con libros,
pero aquel era un puerto capaz de libertades y mezclas como no hubo en el país otro mejor. Jugando como un niño y odiando la costura como una niña, Isabel aprendió lo esencial en una escuela del gobierno que cambió de ideas y reglamentos tantas veces como cambiaron los gobiernos entre 1908 y 1917, año este último en el que se dio al país una
nueva Constitución Política y a Isabel un certificado de enseñanza media. Lo que siguió fueron las mañanas ayudando a sus padres en la tienda y las tardes para leer y bailar. Tenía Isabel un gusto por la danza muy raro en aquellas latitudes.
Sin embargo, había dado con una exiliada rusa que gastaba sus horas bailando y que en dos años le enseñó cuanto sabía y la ayudó a colocarse entre ceja y ceja la certidumbre de que nada haría mejor en la vida que ser bailarina. Así las cosas, no hubo nadie capaz de interponerse entre ella y su afán de ir a estudiar a la ciudad de México. Un año de
ruegos diarios convenció a sus padres de que entre ellos y la contumacia de su hija debía haber todo menos un abismo. Así que le buscaron lugar en la casa de huéspedes de una mujer con la que habían hecho amistad, cuando ella y su marido pasaron una temporada en el puerto. Se había quedado viuda y mantenía su casa frente al parque de
Chapultepec dando albergue a quien su entraña le aconsejaba que merecía tal confianza. En cuanto supo que la hija de los Arango quería vivir en México, escribió poniéndose a las órdenes de la familia y pidiendo que desde ya la niña y sus padres consideraran suya la casa en que ella tenía viviendo más de treinta años. Desde que Isabel era niña, sus
hermanos jugaban a bajarle el aroma desatado con un poco de leche y todavía su padre fue a la estación del tren cargando un vaso con algo de la ordeña matutina para intentar que ella la bebiera antes de irse, pero Isabel tuvo la precaución de no tocarlo, porque temía flaquear frente a los ojos de animal abandonado que su padre ocultaba mirando al
frente como si algo se le hubiera perdido en el infinito. —¿Qué se te pudo ir tan lejos? —le preguntó su madre—.
¿Por qué no te quedas a vivir y a tener hijos en paz? —¿Para qué luego me dejen como yo a ustedes?

—le contestó Isabel. Después la abrazó unos minutos largos y cuando la soltó cruzó los brazos esperando la bendición de todos los días. Su madre creía en el Dios de los cristianos con la misma fe con que hubiera creído en el de los chinos, si china hubiera sido y no asturiana.

Así que le puso la mano en la frente y luego la bajó hasta su pecho para terminar de persignarla en silencio. Entonces ella volteó a ver a su padre y le guiñó un ojo. —Siempre has hecho lo que se te ha pegado la gana, no veo por qué me sorprendo ahora — dijo él mientras la abrazaba como si quisiera acunarla igual que la primera noche de sus vidas
bajo el ciclón—. Vete con paz. Te queremos, ya lo sabes. Isabel subió al tren y sacó la cabeza por la ventanilla. Mientras el hermoso animal de fierro empezaba a girar sus ruedas alejándose despacio de la única tierra y el único mar de todos sus amores, ella se tragó las lágrimas moviendo los dos brazos como si bailara contra el aire. —Cuídate el
corazón —oyó decir a su padre. —Te lo dejo —contestó ella. Luego metió el medio cuerpo que llevaba de fuera y se sentó a llorar con la cabeza entre las piernas. Tenía diecisiete años, era enero de 1921. Se dejó acariciar por el aire cálido y salobre aún que la envolvía. En la ciudad de México haría frío, en dos semanas estarían por iniciarse los cursos
en la única escuela de danza que su maestra rusa consideraba confiable. Una rara y pequeña institución creada por madame Alice Girón, una maestra francesa de la Pavlova que llegó a México en los arduos días de la guerra y se instaló a vivirlo como si reinara la paz.
Por recomendación de su primera maestra, tan amiga de la francesa como aventureras podían ser ambas, a Isabel la había aceptado sin ponerla a prueba. Le dio tres meses para demostrar que tenía tamaños antes de recibirla en definitiva. El futuro parecía suyo, pero por primera vez lo miró sin desafiarlo. No conocía a un alma de entre las muchas
que habitaban la ciudad de los palacios y los lagos, la ciudad de la que salían las guerras y las órdenes presidenciales, la ciudad que despierta a dos mil metros de altura bajo el augurio de dos volcanes. Isabel viajó varios días antes de verlos la primera vez. Hasta que una tarde apareció en el horizonte la luz enigmática y embriagadora que los
envuelve. El Popocatépetl y la Ixtazíhuatl, así supo desde niña que se llamaban. Su madre solía contar la historia de un pariente asturiano que enloqueció al mirarlos y se volvió sin pensarlo hasta Priesca, el pueblo verde y pobre del que había salido a buscar fortuna. Fue por recomendación suya que los Arango prefirieron quedarse en tierras bajas, a
la vera del mar, y se lo agradecían. Habían sido felices frente a esas aguas, entre la gente salada y locuaz de aquella tierra. De todos modos se habían vuelto tan mexicanos como cualquiera de los que a diario se dejaban deslumbrar por el cielo cercano a los impasibles volcanes, bajo los cuales encontraron los aztecas un lago con un nopal y encima el
águila devorando una serpiente que se acomodó en el centro de la bandera cuando estas tierras pasaron a llamarse México. Los volcanes aparecieron frente a los ojos de Isabel mientras el tren llegaba a la estación de Puebla, y desde entonces quiso reverenciarlos. No se atrevió siquiera a preguntarse las razones de su atracción por ellos. Le bastó su
imponente belleza para considerarlos cosa sagrada, le bastó saber que ya estaban ahí millones de años antes de que la especie humana llegara al mundo.

Impávidos y heroicos, insaciables y remotos. Ellos sí que mandaban en México, nadie que se pusiera bajo su amparo estaría solo en esas tierras. En su nueva vida, se prometió, todas sus pérdidas habrían de pasar por ellos y cuanta historia la conmoviera la sabrían sus abismos. Con semejante convicción perdió el poco miedo que aún rumiaba y se
instaló a vivir en la casa de doña Prudencia Migoya, una mujer suave y trabajadora que le hacía honor a su nombre dejándola entrar y salir, comer y dormir a su aire.
—La ciudad todavía está peligrosa —le dijo tras el desayuno la primera mañana en que saldría al mundo—. Ayer estalló una bomba frente a la casa del arzobispo y otra en la tienda de alhajas «El Recuerdo». Pero tú no vas a andar por esos rumbos. Cuida que no te quiten la bolsa y si te la quieren quitar, deja que se la lleven. Baila bien que es lo que
importa.
V II iéndola bailar a solas, sin imaginarse que la mirarían, una tarde cualquiera entre las altas paredes del salón que albergaba sus clases, madame Alice, la directora de la escuela, entendió que la índole de Isabel estaba cruzada por la fiebre de quienes viven el arte como una religión. Y no necesitó más para dejarla quedarse a trabajar en el intento de
convertirse en profesional. No sería fácil, de cincuenta que ingresaban conseguían permanecer menos de siete. La danza es una disciplina de locos y de jóvenes, por eso Isabel parecía una promesa y cualquiera que la hubiera visto bailar aquella tarde hubiera estado de acuerdo con su maestra en que la vida valdrá la pena mientras haya en el mundo
seres capaces de hacer magia cuando profesan una pasión. No estaban los tiempos como para empeñarse en bailar, aún ardían las brasas de lo que fue su ardiente revolución; sin embargo, Isabel bailaba ocho horas diarias y comía una vez al día. Se puso delgada como sardina y ojerosa como un mapache, le brincaron los pómulos y le crecieron los
ojos, tenía el vientre plano como un remanso de agua y los pechos firmes y pequeños como duraznos. El cuello se le estiró junto con las piernas y sólo le quedaban los labios gruesos de su abuela materna y la mirada oscura de los Arango como prueba irrefutable de que aún era ella. Así pasaron casi tres años. La ciudad se dejaba vivir y para Isabel fue
fácil llenarse de amigos. No sólo entre sus compañeros de clases, que los tenía de todos tipos: mujeres elocuentes y una minoría de hombres extraordinarios a los que en un país de pistolas les había dado por bailar, sino entre los amigos de esos amigos, casi siempre periodistas, poetas o pintores, pero también uno que otro político y una que otra
piruja. Había en su curso dos muchachos que hacían pareja, y se amaban o peleaban con la misma fruición que marido y mujer. Cuando la cosa se ponía muy difícil uno de ellos dejaba las lecciones con tal de no mirar al otro. Si estaban a punto de una ruptura no iba ninguno de los dos. Isabel se hizo amiga del más joven, un muchacho con la boca
suave de una mujer y la hermosa espalda de un hombre.
Un muchacho de pies pequeños y piernas largas que cuando en los ensayos la tomaba en sus brazos para alzarla al cielo inalcanzable de las bailarinas, le contaba cómo sufría su corazón en vilo o cuál era la triste incertidumbre de sus finanzas. Al terminar los cursos normales seguían las pláticas en el tranvía que los llevaba hasta una clase de danza
regional que no estaba en el programa de la escuela, pero que igual les parecía imprescindible. El muchacho se llamaba Pablo y era un lector desordenado que iba de Rubén Darío a Flaubert y de Jorge Cuesta al barón de Humboldt. Se reunía a tomar tragos con un grupo de hombres que le hubieran ganado la guerra de machos a Pancho Villa y que se
emborrachaban con decisión y desafuero cuatro de cada siete días. Al principio porque sus ideas los obligaban a la tolerancia y después porque aprendieron a quererlo, ellos aceptaban a Pablito en su mesa y jamás hacían bromas sobre sus gustos de sexo y profesión. De vez en vez, hasta iban a verlo bailar cuando se presentaba en público. En una de
esas noches, que fue Javier Corzas, poeta y telegrafista, descubrió la fiereza deslumbrante con que se movía Isabel Arango. Bailaba dentro de un grupo, pero él pensó que era ella quien perfumaba el aire por el que iban cruzando su precisa cintura, su espalda pequeña, sus brazos largos. You're Reading a Free Preview Pages 7 to 12 are not shown in
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You're Reading a Free Preview Pages 17 to 24 are not shown in this preview. Ninguna eternidad como la mía es, a la fecha, una de las pocas novelas cortas que he vuelto a leer, y me gusta mucho porque es muy corta. Bueno, releí el libro de Ángeles Mastretta debido a que es una de esas historias de amor, pero de amor propio, que no se entienda
como “de superación personal, típica de la escuela best seller”.

digo, entonces, y aclaro la idea: es una novela que, al final, no es de amor, sino de esperanza y desesperanza, de relaciones de género, y que nos recuerda el derecho y deber de vivir la vida con intensidad, incluso a sabiendas de que ello tiene un precio; la vida como acto masoquista.Es una novelita cuya subjetividad permite más de una entrada de
lectura: puede ser lo que el lector de turno quiera, especialmente si se encuentra en una de esas etapas existenciales… obligado a tomar decisiones… Volvamos al libro de MastrettaMuchas novelas son extensas porque tienen párrafos y capítulos de relleno. Cosa opuesta ocurre con muchas novelas cortas, pues te dejan con la impresión de que falta
algo… quizá algunos párrafos o tal vez capítulos. Sin embargo, no es el caso de Ninguna eternidad como la mía, cualidad que me recordó un poco a Pitigrilli, Baricco, Kundera y García Márquez.El argumento es sencillo: Isabel Arango nace en una población costera. Durante su juventud, desea no repetir la historia de sus padres y opta por trasladarse
a la capital y formarse como bailarina. De esta manera, termina instalándose a los pies de dos volcanes, el Popocatépetl y la Ixtazíhuatl, confidentes y testigos del desarrollo de esa etapa de su vida. En la ciudad conoce a Javier Corzas, joven poeta del que se enamora perdidamente y ante el que recita un ensalmo que pasó de generación en generación,
desde que su bisabuela lo escribiera y legara a sus descendientes; un texto que recita de memoria, a guisa de juramento, declarando que se compromete a pagar el precio de vivir con intensidad. Así, Isabel entabla una relación apasionada con Javier, a través de la cual comprenderá que la eternidad no es para siempre.El desenlace del relato, aunque
cerrado, deja una sensación a final abierto; porque nos permite terminar la historia como nosotros queramos. Yo asimilé lo siguiente: No se está en condiciones de juzgar a los demás, porque nadie ha vivido lo que ellos, la misma historia. Nadie vivió lo que Isabel Arango, tal como ella misma afirma en un pasaje del relato: “Tengo a estos volcanes de
testigos. Ninguna eternidad como la mía”. Debo confesarlo, Ninguna eternidad como la mía me sigue impactando, no como antes, pero impactando al final de cuentas. Jump to ratings and reviewsLa materia de este relato es tan poderosa y firme como la danza y el amor. Su escenario es la Ciudad de México en la segunda década del siglo XX, cuando
los volcanes y los gallos aún estaban al alcance de nuestros sentidos. La danza, el amor y la ciudad: con estos tres elementos Ángeles Mastretta construye un amplio relato en cuyo curso la escritura baila sin parar.GenresRomanceSpanish LiteratureFictionShort Stories Ángeles Mastretta es una escritora y periodista mexicana. Es conocida por crear
personajes femeninos sugerentes y ficciones que reflejan las realidades sociales y políticas de México. Actualmente está casada con el también escritor y analista político Héctor Aguilar Camín. Sus principales novelas son: Arráncame la vida y Mal de amores.
Una vez en el Distrito Federal, Mastretta decide estudiar la carrera de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo ahí el título de Comunicaciones. Se puede situar la entrada de Mastretta a las letras cuando ésta comienza a escribir como colaboradora ocasional en periódicos
y revistas de la talla de Excélsior, La Jornada, Proceso (revista) y Ovaciones, mismo en el que poseía una columna llamada Del absurdo Cotidiano, en la cual “escribía de todo: de política, de mujeres, de niños, de lo que veía, de lo que sentía, de literatura, de cultura, de guerra y todos los días"1En el año de 1974, recibió una beca del Centro Mexicano
de Escritores. Al asistir a este centro le fue posible trabajar en sus habilidades en la escritura junto con otros reconocidos autores entre los que destacan Juan Rulfo, Salvador Elizondo, y Francisco Monterde. De 1975 hasta 1977, Mastretta fue directora de Difusión Cultural de la ENEP-Acatlán y después de un año, mismo en el que publicó una
colección de poesía titulada La pájara pinta, fue directora del hasta 1982 del Museo del Chopo. En ese mismo año, Mastretta hizo su primera aparición en el consejo editorial de la revista feminista FEM en el número 24; en 1983 lo hizo en el número 25 y después, de modo más constante, del número 29 al 40 en 1985. Actualmente, sigue apareciendo
en el Consejo Editorial de la revista FEM aunque su participación ya no es activa.En 1985 Ángeles Mastretta escribe su primera novela, por la cual recibe el Premio Mazatlán, misma que ha sido traducida al italiano, al inglés, alemán, francés y al holandés. Esta novela le valió fama y prestigio internacional. Posteriormente, en 1997 Mastretta recibe el
premio Rómulo Gallegos por su novela y cuarto libro: Mal de amores (1996). Siendo otorgado por primera vez en la historia del premio a una mujer.En 1988 Mastretta participó, junto a Germán Dehesa, en el programa de televisión La almohada, dedicado a charlas y entrevistas.
También miembro del Consejo Editorial de la revista NEXOS de la cual su esposo, el escritor Héctor Aguilar Camín, fue director de 1983 a 1995. En 1999, Ángeles Mastretta sigue colaborando con su columna Puerto libre en NEXOS, además de hacerlo esporádicamente en periódicos extranjeros como Die Welt y El País.Mastretta siempre se ha
caracterizado por ser una defensora del feminismo, prueba de esto se encuentra plasmada en la mayoría de sus obras. La escritora ha fundado y organizado grupos tales como Unión de Mujeres Antimachistas en el D.F., mismos que cuentan con un gran respaldo social. Ha sido ganadora del galardón del Águila Social, en Porto Alegre el
2005.Displaying 1 - 30 of 203 reviewsNovember 7, 2020¡Que belleza de relato!Como siempre, Ángeles Mastretta con esa prosa tan hermosa y poética. Es increíble lo que puede transmitir una autora en 65 páginas. Yo lo leí de un tirón, esta noche porque no lo pude soltar. (Y si, planeo leerlo otra vez)February 12, 2018Mastretta nos muestra su talento
en este libro. Una historia tan pequeña y tan sencilla, sin embargo con una belleza enorme en su estilo, sus personajes y su hermosa forma de enamorarse.
Hace años había leído este libro por primera vez y no lo disfrute tanto como ahora. Tonto de mi, que tengo que aprender a distinguir la hermosura en la simpleza. Personajes tan bellamente estructurados, tan guapos, tan finos y delicados que te enamoras desde el comienzo de su historia.
65 páginas de belleza escrita. Pura belleza escrita.Los libros de Bruno Los libros de BrunoAugust 27, 2022Es un libro de 65 páginas así que claro que se acaba súper rápidoY como siempre Ángeles Mastretta nos regala una novelita corta pero muy bonita sobre este primer amor, este primer flechazo . Muchas cosas surgen cuando se leen estas
historias donde ya sabemos desde inicio que todo será efímero pero memorable. March 20, 2013Nada es para siempre.. Ni el dolor ni las lágrimas, y ese es un alivio. Fantástico y breve cuento sobre las desgracias que acompañan la gracia de los amores que se nos quedan en los ojos aunque al final se larguen.. Amores cometa, breves pero que
iluminan todo a su paso."Una sonrisa cínica y una voz de gitano. Semejante mezcla, lo presentía, era más peligrosa que pacífica, pero no quiso sino rendírsele.”Pasaje de: Ninguna eternidad como la mía . “Ángeles Mastretta.” iBooks. September 29, 2016A pesar de que tiene frases entrañables, una narrativa y descripciones que nos lleva por una
historia de amor, impulsiva, fugaz... siento que me quedó a deber algo y la sentí tan corta...Reseña completa en Books FDAugust 31, 2022Increíble como se puede trasmitir tanto en tan solo 65 páginas, una novela corta pero muy hermosa, con ese toque inigualable de Ángeles Mastretta.February 13, 2015No puedo expresar lo mucho que amo este
libro. Con una historia tan sencilla me provocó tantas cosas. Que manera tan genial de escribir, dan ganas de marcar todo el libro con esas frases tan... hermosas. Me declaro enamorada. Todos deberían de leer este libro <3April 12, 2022"—Soy poeta y trabajo en telégrafos. Pero desde hoy me dedico a mirarte."Odio mucho a este personajeNovember
20, 2017Mastretta demuestra que las pasiones cortas y efímeras son aquellas que dejan la huella más profunda en el alma, a través de Isabel que, al bailar, descubre el motor de su existencia y el motivo para desbordar la pasión que lleva en el alma, entregándose al abismo del poeta Javier. Así como la danza y el amor, esta historia se pasea por las
calles de la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX, construyendo una novela que liga estos tres elementos y que baila sin parar. La autora reitera su talento en Ninguna eternidad como la mía, pues en una historia tan pequeña y sencilla, logra crear un contraste lleno de belleza, donde sus personajes describen preciosas maneras de
enamorarse.En apenas 65 páginas de pura belleza, la escritora reflexiona sobre que nada es para siempre, ni el dolor, ni la felicidad, y eso es un alivio, pues aborda las desgracias que acompañan a los amores que nos quedan para siempre, aunque deban irse, como una cometa que ilumina todo a su paso.Ninguna eternidad como la mía es una historia
deliciosa, de esas que pocas hay y de las que dejan en el lector una huella imborrable con sus fragmentos y frases, pues es la historia que cualquiera de nosotras podría experimentar; el relato de una mujer que experimenta el amor, simple, cualquiera, sin nada sobresaliente, de esas que podrías cruzarte en la vida y que termina, demostrando que no
todo dura para siempre.Ángeles Mastretta siempre tiene la capacidad de construir personajes fuertes, decididos, apasionados, con los que logro identificarme a menudo.
En definitiva, una novela con la que descubrí cosas de mí que no conocía y que sacó a la luz cosas que subyacen muy dentro de mí. érica leoautorasoctFebruary 1, 2019Me impresionó que un relato tan corto tenga tantas citas tan profundas, aquí mis favoritas:“Yo me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos
del amor, ni por el miedo ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia,
historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme: ni la pena ni el éxtasis para que cuando sea viejo tenga como deleite la detallada historia de mis días.”"La vida valdrá la pena mientras haya en el mundo seres capaces de hacer magia cuando profesan una pasión."“A tiempo amar y desatarse a tiempo; como dice el refrán: dar tiempo al tiempo,
que de amor y dolor alivia el tiempo.”“Pero quisiste el cielo. No hay cielo eterno. Ahora tienes que soportar el desfalco de perderlo. Aunque la tierra también tiene sus encantos.”― Ángeles Mastretta, La emoción de las cosasApril 3, 2018Mejor me voy ahora que nos queremos tanto, me voy antes de que le lleguen los vicios a esto que nos ha salido tan
bien. Ya nos tenemos demasiada confianza, me voy a ir antes de que nos entren la terquedad y el odio.May 15, 2012"....... la vida valdrá la pena mientras haya en el mundo seres capaces de hacer magia cuando profesan una pasión."June 25, 2018Questo piacevolissimo racconto è un inno all'amore in generale. All'amore fisico, prima di tutto,
passionale, coinvolgente e sensuale ma anche all'amore per la vita che spinge sempre avanti, nonostante le delusioni e il dolore per gli "accidenti" che il destino pone davanti a noi lungo la strada della nostra esistenza.January 16, 2023Hace mucho que un libro no me hacía llorar, siento que las palabras de Ángeles Mastretta entraron en mi corazón y
me estrujaron los sentimientos, ¿Cómo se puede ir del amor, la felicidad y el cielo a el desamor, la tristeza y el infierno en menos de 100 páginas?Es una lectura cortísima que te impacta como si tuviera mil páginas.January 15, 2022Una narrativa sencilla pero muy bella. La lectura es muy fluida con la manera en que Mastretta construye el relato.
Reflejó de manera maravillosa la pasión y el amor de la protagonista hacia su amado, pero también me gustó cómo le dio su libertad y su propio crecimiento.Eduardo Literario (Torres Literarias) March 5, 2022Una hora después.El relato nos demuestra la magia de la prosa de Ángeles Mastreta y del sentir de muchas, nos demuestra como en 60
páginas, puede llegar a marcar una vida por completo.No es un libro dirigido hacia mí, pero ella hace que sea impactante para cualquiera que lo lea.January 14, 2021Este libro es excelente para dimensionar lo que ocurre cuando el amor, en su forma invasiva, se interpone en los planes de una mujer que se ha consolidado profesionalmente o que está
en esa búsqueda.Mastretta hace una reflexión buenísima sobre el amor y todo lo que suponemos que es, ella se basa en las mujeres que eligen por si mismas sus propios destinos y luchan por conseguirlos a su modo, pero que también se enamoran y también lo dejan todo por amor, es ahí donde el corazón se apachurra y comienzan los
cuestionamientos. "Cuando los hombres inventan irse de repente, cuando pasan si Avis de la adoración al desapego, es cuando ven a su mujer más crecida de lo que soportan".September 23, 2022Pero que JOYAAAA acabo de terminar. Otra ultima frase que se va a la repisa de ultimas frases de 5 estrellas. Que gran libro!! (mini libro en todo caso). En
menos de 100 páginas habla de amor, desamor, de la lucha de las mujeres entre sus aspiraciones y sus deseos, su lugar en la sociedad, la forma tan diferente en la que piensan los hombres y las mujeres, y ademas hace una radiografía de México post Revolucionario, todo con un estilo narrativo que se siente lujoso, detallado pero contenido al mismo
tiempo, poético, bella y milimetricamente construido. Que gran talento tiene la señorona Ángeles Mastreta. Imprescindible y emocionante, léanlo por favor. September 9, 2019Hay libros que llegan a alegrarte el corazón.Es una historia simple -pero escrita de manera muy bella- que nos describe ese primer amor (o cualquier amor), y que por una u
otra razón, no pudo prevalecer. La vida continúa y con ello nuevos amores y desamores, y así sea breve o largo nuestro paso por el cielo, vívelo. Ninguna eternidad como la nuestra (mía).libros-2019 libros-favoritosSeptember 24, 2018October 6, 2019Novela cortita en la que se narra una historia romántica pasional escrita en un lenguaje muy
coloquial. Es bastante fresca, sencilla, entretenida y aunque un poco trillada no me desagrado. La historia trata de Isabel Arango, una joven impetuosa quien parte a la Ciudad de México con el afán de convertirse en bailarina profesional. La historia es demasiado corta para decir más detalles sin arruinarla por completo y no hay grandes giros ni nada
por el estilo, es bastante directa.
Y aunque me gustó bastante me pareció demasiado corta, como el esqueleto de una novela que pintaba para ser más desarrollada, pero de nuevo no me disgustó en lo más mínimo, solo que me hubiera encantado que fuera un poco más larga. Si buscas algo corto, ligero simple y pasional este es un buen libro y lo podría recomendar.autor-ángeles-
mastretta género-novela tema-ficción-romanceJune 16, 2021Leer a esta escritora es siempre un acierto. Por qué?Porque lo que escribe es de esta vida...es de este mundo...porque escribe dibujando los sueños y los anhelos de la niña soñando con ser mujer.Quién puede negar la adrenalina de los amores de la adolescencia y la juventud? Quién puede
negar que cada uno (y quizá todos) se creyeron “amores para siempre”?
Quién puede decir que no lloró por algunos por no ser correspondidos?
Nadie puede negar la ilusión de los amores que duraron apenas días, semanas, un par de años quizá y aún así lo sintieron eternos. Una suerte son las decisiones que a pesar de la inmadurez se toman a tiempo para guardar el pudor, que siempre será la mejor coraza para proteger el alma y no morir de eso que frecuentemente llamamos amor.
Entregarse toda no es negocio.
January 24, 2023Es un libro corto en el que encontramos una historia de amor entre una aspirante a bailarina y un telegrafista con aires de poeta.Me gustó que la protagonista persigue sus sueños, a pesar de que, en la época en la que se desarrolla, lo común era que las mujeres se quedaran en casa para atender al marido y a los hijos.Sin embargo, se
me hace un libro que pasa desapercibido, un poco tal vez como la historia que relata. Y aunque tiene el sello de la Mastretta que a mí me encanta, me queda mucho a deber.Yo lo escuché en Storytel y digamos que lo recomendaría solo si estás “atorad@” en el tráfico y sabes que así será durante la próxima hora, para hacer el trayecto más llevadero;
también para escuchar mientras haces aseo, ejercicio, etc.Displaying 1 - 30 of 203 reviewsGet help and learn more about the design.

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