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EVOLUCIÓN HISTORICA DEL DERECHO PROCESAL PENAL ACTUAL

Jennifer Nineth Arias Nájera

“La filosofía penal de la ilustración” de Luis Prieto Sanchìs. Lima, Perú. Palestra
Editores, Primera Edición 2007, 209pp.

CAPITULO I LA ILUSTRACIÓN DE UNA FILOSOFIA ESPECULATIVA A UNA


FILOSOFIA PARA LA ACCION. EL PROBLEMA PENAL.

La ilustración logrará transformar la moral, la política y el Derecho como


ninguna otra época lo haya hecho. La ilustración de una filosofía expectativa a una
filosofía para la acción. El Problema Penal. En el siglo XVIII se forjaron los
derechos humanos, el constitucionalismo, la democracia política y el gobierno
representativo, el cosmopolitismo, incluso la solidaridad, también el garantismo
penal. La autonomía de la razón propicia a la constitución y desarrollo del
iluminismo.

Lo que caracteriza a esta nueva época es que la razón se convierte en una


energía para la acción.

Su método no será la demostración deductiva al estilo cartesiano, sino más


bien el tipo de análisis enseñado por Newton, basado en la observación y en la
experiencia.

La idea clave es también la razón, es decir, el intento de construir un


modelo de justicia y de organización política estrictamente racional, no fiduciaria ni
de Dios ni de la historia o de la tradición.: LA CONFIANZA EN QUE LA RAZON
PUEDE ALUMBRAR PARA EL MUNDO HUMANO UN SISTEMA TAN
PERFECTO, COMPLETO Y COHERENTE COMO PUEDE HACERLO CON LAS
FIGURAS Y LOS NUMEROS, SE CONFIA EN ALCANZAR UN SISTEMA
NORMATIVO INDEPENDIENTE DE TODA EXPERIENCIA INCLUIDA LA
REVELACIÓN DIVINA.

La tesis es la plena secularización del Derecho y de las instituciones


políticas, no sólo en sentido de una emancipación de la teología y por tanto, de un
abandono de la tradicional ecuación entre delito y pecado, entre pena y penitencia,
sino también en el sentido de concebir a esas instituciones como un puro artificio
humano, como una construcción deliberada de los individuos y no como la
manifestación de la voluntad divina o de algún misterioso designio histórico.
Porque lo que tenían en común los distintos autores iusnaturalistas no era
precisamente una idea homogénea de los preceptos del Derecho natural ni
consiguientemente, de cómo debía organizarse políticamente la sociedad. Su
contribución esencial fue dotar al Derecho y al Estado de un fundamento racional
o, lo que es lo mismo, individualista y generalmente consensual. El racionalismo
desemboca, pues en el individualismo y como corolario, en el contractualismo.

En el siglo XVII existe una clara diferenciación entre el sistema de Derecho


natural y la realidad del Derecho positivo.

Pero todavía en el siglo XVII existe una clara diferenciación entre el sistema
de Derecho natural y la realidad del Derecho Positivo. “la equivocación de aquellos
que han hecho a la justicia depender del poder viene, en parte, de que han
confundido el derecho con la ley. El derecho no puede ser injusto, sería una
contradicción. Pero la ley también puede serlo. Es esta separación la que
comienza a ser insoportable para la filosofía de la Iluminación cuya razón resulta
incompleta o insatisfactoria si no es capaz de proyectarse sobre el mundo real.

Cabe decir que el Derecho positivo sustituye el ideal de la normalidad por el


ideal de la “normatividad”: el buen Derecho ya no es aquel que puede exhibir una
mayor antigüedad, ni aquel que mejor refleja las tradiciones o las exigencias de un
código moral religioso, sino el que es capaz de emprender l reorganización de las
instituciones al servicio de una cierta concepción del individuo y de su papel en la
sociedad.

Así pues, unidad, sencillez, claridad, abstracción y generalidad son las


cualidades que se predican de la nueva legislación.

Las instituciones punitivas de la época entraban en abierta pugna con los


principios básicos de la nueva filosofía, con la secularización, incompatible con un
Derecho Penal concebido como transunto de la pertinencia religiosa, con el
racionalismo, que tampoco podía asimilar un sistema jurídico arbitrario y carente
de proporcionalidad con el utilitarismo, que excluye una concepción expiatoria de
la pena donde esta no reporte ningún beneficio social.
La limitación y dulcificación de esas prácticas encerraba, de un lado, el
racionalismo jurídico propugnaba abiertamente el monopolio total del “ius
puniendi” en manos del Estado, la crítica al sistema penal entonces vigente exigía
limitar la desbordante y con frecuencia arbitraria facultad punitiva del poder. Era
preciso pues fortalecer al Estado y al mismo tiempo limitarlo, con el objeto de
mantener un ordenado sistema de pesos y contrapesos.

La discusión sobre las leyes criminales adquirió mayor extensión e


intensidad en Francia.

El autor más representativo sobre la ilustración es el milanés Cesare


Beccaria, la obra del marqués de BECCARIA contribuyó a extender la polémica
acerca de los mejores principios de la legislación criminal.

Despues de realizada esta aproximación a la cultura europea de finales del


XVIII para comprender la extraordinaria relevancia que los ilustrados concedieron
al modo de jugar y de castigar, hasta el punto de que la comentada transformación
de una filosofía especulativa en una filosofía para la acción encuentra en este
capítulo una de sus principales confirmaciones.
CAPITULO II: IDEAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA PENAL
ILUSTRADA.

1) LA SECULARIZACION Y RACIONALIZACION DEL DERECHO PENAL:

La secularización es la separación entre el Derecho y la moral, se impide


que el Estado se convierta en el brazo secular al servicio de alguna concreta
opción moral o religiosa, limitando la represión a aquellas acciones que sean
dañosas para otras personas.

La secularización del Derecho penal venia siendo postulada al menos


desde el siglo anterior y su mas poderoso argumento implica una neta separación
entre pecado y delito: que el Estado sólo debe intervenir cuando se lesionan
bienes sociales, que no puede interferir en cuestione.s de fe y en suma que carece
de competencia para imponer las virtudes morales cuando no son relevantes para
la colectividad.

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