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Nuestros cuerpos producen diferentes tipos de productos de deshecho. Estos deshechos son eliminados
del organismo de diferentes formas. El sudor se excreta a través de los poros (unos agujeritos diminutos)
de la piel. El vapor de agua y el dióxido de carbono son exhalados (espirados) por los pulmones.
La orina, fabricada por los riñones, contiene los productos secundarios del metabolismo corporal -sales,
toxinas y agua- que van a parar a la sangre, ensuciándola. Los riñones y el aparato urinario (que incluye
los uréteres, la vejiga, la uretra y los riñones) filtran y eliminan de la sangre esas sustancias de desecho.
Si no tuviéramos riñones, los productos de desecho y las toxinas pronto se acumularían en la sangre a
niveles tóxicos y, por lo tanto, peligrosos.
Cuando tu médico te pide que recojas una muestra de orina, los resultados revelarán lo bien que funcionan
tus riñones. Por ejemplo, la presencia de sangre, proteínas o glóbulos blancos en la orina podría indicar
la existencia de alguna lesión, infección o inflamación en los riñones, y la existencia de glucosa en la orina
podría ser un indicador de diabetes.
¿Qué funciones desempeñan los riñones y el aparato urinario?
A pesar de que ambos riñones colaboran en el desempeño de muchas funciones vitales, la gente puede
llevar una vida normal y saludable con un solo riñón. De hecho, algunas personas nacen solo con uno de
estos órganos. Si a una persona le extirpan un riñón, el otro riñón aumentará de tamaño durante unos
meses para poder asumir él solo la función de filtrar toda la sangre del cuerpo.
Los cálculos renales (o nefrolitiasis) son el resultado de la acumulación de sales cristalizadas y minerales, como el
calcio, en las vías urinarias. Los cálculos renales también se pueden formar tras una infección. Si los cálculos renales
son lo bastante grandes como para obstruir el riñón o el uréter, pueden provocar un intenso dolor abdominal. Pero
generalmente las piedras renales pasan por las vías urinarias y son expulsadas al exterior sin crear grandes problemas.
En algunos casos tienen que extirparse quirúrgicamente.
Una nefritis es cualquier inflamación del riñón. Puede estar provocada por una infección, una enfermedad
autoinmunitaria (como el lupus), o puede ser idiopática (lo que significa que se desconoce o no se acaba de entender
su causa exacta). Las nefritis se suelen detectar por niveles elevados de proteínas en sangre y en orina.
La infección de las vías urinarias este tipo de infecciones suelen estar provocadas por bacterias intestinales, como E.
coli, que normalmente se encuentran en las heces. Estas bacterias pueden provocar infecciones en cualquier lugar del
aparato urinario, incluyendo los mismos riñones. La mayoría de estas infecciones afectan a las vías urinarias bajas,
sobre todo a la vejiga y la uretra. Las infecciones de las vías urinarias son igual de frecuentes en ambos sexos. No
obstante, los niños no circuncidados tienen aproximadamente 10 veces más probabilidades de desarrollar este tipo de
infecciones que los circuncidados antes de cumplir un año. Durante la etapa escolar, las niñas tienen el triple de
probabilidades que los niños de desarrollar infecciones a las vías urinarias; esto puede obedecer a que las niñas tienen
la uretra más corta que los niños.