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La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 1


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La Lectura
Manual para la comprensión
de textos e hipertextos
Licensed to Oscar Amaya Armiijo - osaja2002@yahoo.es - HP100168486940

Lizardo Carvajal Rodríguez

La Lectura
Manual para la comprensión
de textos e hipertextos
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LA LECTURA, MANUAL PARA LA COMPRENSIÓN DE TEXTOS E HIPERTEXTOS

ISBN 978-958-8139-33-3
Derechos Reservados de Copia por:
© 2023 Lizardo Carvajal, www.lizardo-carvajal.com; correo electrónico
lizardo@lizardo-carvajal.com

Edición
POEMIA, su casa editorial, Carrera 24D Oeste No. 4-108
Teléfono: (2) 3719822, Cali, Colombia.

Este libro no podrá ser reproducido en todo o en parte, por ningún medio
impreso o de reproducción sin permiso escrito del titular del Copyright.

Impreso en Colombia
Printed in Colombia
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Contenido

Presentación ..............................................................................11
Prólogo al Lector ......................................................................13

Capítulo I
El problema del libro y la lectura ................................... 17
1. El trabajo intelectual y el documento escrito ...........17
2. Los obstáculos económicos ..........................................20
3. Los obstáculos educacionales ......................................23
4. La lectura como derecho cultural ...............................25

Capítulo II
Información, comunicación y lectura ........................... 29
1. La lectura como proceso informativo .......................29
2. La lectura como proceso de comunicación social ..33
3. La lectura como proceso semiológico ........................34

Capítulo III
Bases metodológicas para la lectura científica ........... 37
1. Qué entendemos por lectura o interpretación de
textos ......................................................................................37
2. Cuatro reglas en la interpretación de textos .............40
3. Los recursos en la interpretación de textos o
lectura ....................................................................................43
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Capítulo IV
Tipología del documento escrito .................................... 47
1. El lector como “documentalista” .................................47
2. El documento en general y el documento escrito en
particular ...............................................................................47
3. Clasificación de los documentos escritos ..................49
4. El libro como documento escrito ................................50
5. Las publicaciones periódicas .......................................51
6. Las publicaciones técnicas ...........................................52
7. Documentos inéditos .....................................................53

Capítulo V
Estructura del documento escrito .................................. 55
1. La estructura lógica ........................................................55
2. Pensamiento y lenguaje en el documento escrito ....57
3. La estructura formal del documento escrito ............59

Capítulo VI
El párrafo y su papel en la comprensión de textos ...... 61
1. El párrafo como punto de partida en la comprensión
de textos ................................................................................61
2. Diversas clases de párrafos ...........................................63
3. Propiedades esenciales de los párrafos .......................64

Capítulo VII
El subrayado como técnica de registro de la lectura .. 67
1. ¿Cuándo y por qué es útil el subrayado? ....................68
2. Condiciones del subrayado ...........................................68

Capítulo VIII
El apunte como medio de registro intelectual
en la lectura ....................................................................... 73
1. El apunte como medio textual de registro ................73
2. Las cualidades de un buen apunte de lectura ...........75
3. Clases de apunte o notas de lectura .............................76

8 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo IX
El encabezamiento de materia en la nota de lectura .....81
1. Finalidad e importancia ................................................81
2. Formulación del encabezamiento de materia ..........83
3. Pasos en la formulación de un encabezamiento ......85

Capítulo X
La ficha y el catálogo como medios de registro
y recuperación de la lectura ........................................... 89
1. La ficha y su importancia en la lectura técnica .......89
2. Diversas clases de fichas ...............................................91
3. El catálogo ........................................................................93
4. Biblioteca Luis Ángel Arango, orgullo nacional .....93

Capítulo XI
La reseña de documentos escritos como recurso
en la comprensión de lectura ......................................... 95
1. La Reseña, un recurso creador ....................................95
2. La recensión y sus características ...............................97

Capítulo XII
Hacia una técnica de lectura ........................................ 101
1. Perfil de interés del lector ...........................................102
2. Búsqueda documental y selección .............................104
3. Análisis y recuperación de información .................106

Anexos ......................................................................................109
Sobre los libros, Máximo Gorki ....................................111
El libro y la lectura en Jorge Luis Borges ....................117
Diálogo imaginario sobre la lectura entre maestros
de la escritura .....................................................................121

Definiciones ............................................................................123

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D e los diversos instrumentos del hombre, el más


asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son
extensiones de su cuerpo. El microscopio, el
telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es
extensión de su voz; luego tenemos el arado y la
espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra
cosa: El libro es una extensión de la memoria y de la
imaginación.

Jorge Luis Borges


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Presentación

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos,


aparece ahora en edición para los lectores de habla hispa-
na. Ello muestra que el problema que trata tiene vigencia
para toda nuestra población y para todos nuestros países
hispanohablantes.
Al tratar el problema del libro y la lectura, su fomento y
comprensión, insiste en la tesis de que este no es un asun-
to de una sola clase, sino de toda una Nación. Que no es un
problema de una nación aislada, sino de todo un conjunto
de naciones hermanadas en la historia y destinadas a unir-
se no solo en el terreno de la economía y la cultura, sino
también, específicamente, en el terreno de la ciencia.
Como objeto dinámico, este libro aparece en esta edi-
ción completamente revisado, aumentado y corregido.
Largos años de enfrentamiento del lector con el libro,
bien han podido moldear una nueva estructura y una
nueva presentación.
Las diferencias entre las primeras ediciones y la pre-
sente son grandes. Ha habido una evolución. Se han
ampliado los temas; se han insertado nuevos elementos
teóricos; se han introducido nuevos anexos. En fin, se ha
logrado obtener una obra que se adapte a las nuevas con-
diciones del lector americano.
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En los doce capítulos que conforman el libro se tratan


temas vastos. Se analiza el aporte de la Teoría de la Infor-
mación y la Teoría de la comunicación en el proceso de
comprensión de la lectura. Se detiene en la recuperación
de la Teoría del Signo, como elemento de apoyo al proce-
so de la lectura. Luego, poco a poco, el autor presenta al
lector una serie de recursos, como el fichaje, el subraya-
do, la catalogación, las técnicas de recuperación de la in-
formación, que no se apartan un solo momento de todo
esquema metodológico inscrito en la obra.
El lector se encuentra ante un libro sobre el libro, ante
una lectura sobre la lectura.
Nuestra invitación es a introducirse en un asunto que,
deber es reconocerlo, resulta importante para cualquier
trabajador intelectual.

Los editores

14 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Prólogo al Lector

Eduardo Pastrana Rodríguez

Lizardo Carvajal produjo este libro, asumiendo la defensa


de los derechos del lector. Lo normal es hablar de la escritu-
ra y aun de la lectura, pero no del lector. El lector ubicado
en el tiempo, en la historia, en el espacio cultural que le
pertenece. En este sentido, tiene validez identificar al lec-
tor de América morena y mestiza, de acuerdo con el princi-
pio martiano de injertar al pensar de América, toda la cul-
tura del mundo, sin suplantar ni negar las raíces genuinas.
Desde el dominio del colonialismo español a nuestros
días, la tendencia del lector que entra sumiso a la lectura,
sin planes ni intenciones de búsqueda, es una actitud casi
general. El lector desprevenido, desarmado, que no con-
fronta las ideas y conceptualizaciones del libro europeo
o norteamericano, con la realidad que es nuestra, repro-
duce esquemas y, sin quererlo, se convierte en vendedor
eficaz del eurocentrismo y del neocolonialismo. En las
universidades, en los periódicos, en los certámenes que
celebran los intelectuales, la mansedumbre del lector que
recita su lectura mimética, realizada al libro extranjero,
es de una acriticidad que aflige.
El cuestionamiento, la distancia que impide el sortile-
gio ante lo que viene de los países desarrollados, son vir-
tudes ausentes en el lector.

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Por razones como estas, Lizardo Carvajal, remueve el


ambiente adormilado, cuando propone al lector un de-
bate en torno a la acción de leer un libro.
Leer un libro bien pensado y bien escrito y olvidar su
sentido a la semana siguiente, es perder el tiempo en for-
ma miserable. El libro se une solidario a la vida del lec-
tor, si es útil, y si la lectura que se le hace es otra forma de
escribirlo. Es decir, el lector que piensa Carvajal en su
texto, es un productor. Debe ser un creador, alguien a
quien se le puede exigir una nueva relación con el mun-
do, al llegar a la última página de su aventura. Porque es
posible que el lector no sea tocado y salga del viaje de las
palabras, solamente desvelado.
Carvajal le propone al lector que se prepare, antes de
enfrentarse a la escritura. Como se preparan los amantes
que viven el amor, creando en la travesía. Como los sem-
bradores que llegan a la tierra con semillas, arados, esque-
jes, en traje de creador, con las mangas de la camisa arre-
mangadas. Leer y crear en el proceso, es lo que más se
parece al desarrollo de la historia. En América mestiza y
morena las lecturas estériles de libro europeo y norteame-
ricano han hecho mucho daño. Un economista, ministro
de hacienda o no, repitiendo las nociones de los econo-
mistas norteamericanos de la escuela monetarista de
Chicago y, al mismo tiempo, ignorando la situación obje-
tiva del país, se parece, sin restarle nada a la melancolía
del espectáculo, al otro intelectual que repite a Marx, a
Lenin, a Mao, de espaldas a las calamidades del continen-
te. Una mala lectura puede ser causa de cientos de erro-
res.
Los lectores que concita Carvajal, existen. Crecen en
número y propósitos. Es lo que explica esta nueva edi-

16 Lizardo Carvajal Rodríguez


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ción de su libro La Lectura. Antes de esta obra, la discu-


sión de si a la lectura se debe llegar con anhelos claros, era
víctima, a su vez, del neocolonialismo que hemos aludido.
Sólo en Francia y en Estados Unidos vivían los investigado-
res capaces de producir elementos teóricos sobre la lectura.
Así, en condiciones en que el hombre de América no
aparecía por ninguna parte, se discutió, recalando al fin, en
lo de siempre: el hartazgo. El lector americano siguió de-
rrochando su posibilidad del goce, creyendo que un libro
no tiene nada que ver con las revoluciones de los pueblos.
Un libro como este provoca, reta al lector. Al fin y al
cabo para eso fue escrito.
Lizardo Carvajal, le dice al lector: te ofrezco un méto-
do que te descubra a ti mismo en el universo de la lectu-
ra. Lector atrévete. Este libro pone a prueba todas tus
ganas de merecer los frutos prohibidos de la vida.

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Capítulo I

El problema del libro y la lectura

1. El trabajo intelectual y el documento


escrito
¿Podría hablarse del trabajo intelectual sin hacer alu-
sión al papel que en él juega el documento escrito? Se-
guramente sí; pero caeríamos en el riesgo de olvidar uno
de sus factores consustanciales.
Y decimos que el documento escrito es consustancial
al trabajo intelectual en tanto constituye el antecedente
en el proceso de búsqueda de nuevo conocimiento. Lo
es, así mismo, por cuanto una vez logrado un nuevo co-
nocimiento, el documento escrito es el medio que lo sin-
tetiza y expone.
Ciertamente, el trabajo intelectual —elemento activo
de la cultura social— ha utilizado el documento escrito
como un medio eficaz de información y exposición del
conocimiento humano. La historia de los libros es, ante
todo, la historia de acercamiento del hombre al conoci-
miento de su propio mundo.
Es decir, es la historia del acercamiento del hombre a
su propia libertad. Por ello, no resulta extraño que los
dos términos provengan de un mismo vocablo: Liber. El
pueblo latino hacía coincidir los dos términos, aunque
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no con idéntica significación. ¿Y por qué no pensar, en-


tonces, que los caminos de la libertad del hombre ad-
quieren una fuerza irreversible en la historia en el mo-
mento en que toma en sus manos la piedra o el zumo
vegetal para grabar con símbolos incipientes su pensa-
miento? El documento escrito había nacido. Luego, la
historia y la técnica lo reivindicarían: “el invento de
Gutemberg fue un amanecer”; la prensa mecánica, in-
ventada por Lord Stanhope, reemplaza la vieja prensa de
Gutember; Omar Mergenthaler inventa el linotipo;
Tolbert Lanston el monotipo; la impresión deja de ser
un arte y se convierte en una industria moderna. Es el
mediodía: La heliografía, el Offset, la fotocomposición.
Los caminos de la libertad van unidos, sincrónicos a
los caminos del libro. Cada acto de lucha social por la
libertad, es un acto que compromete al libro. Por ello,
cuando la Libertad es perseguida, los libros sufren esa
persecución. Y se explica: ellos resumen el contenido de
su época.
El documento escrito y, en particular, el libro, son ins-
trumentos insustituibles en el trabajo intelectual. Por ello
no deja de resultar fastidioso todo el conjunto de predic-
ciones que supuestos “futurólogos”, hacen sobre la des-
aparición de este vehículo de cultura. Deslumbrados por
los medios masivos, predicen la sustitución de este ins-
trumento por los modernos aparatos inventados por la
técnica contemporánea. Sin embargo, el libro continúa
con más vigor que antes. Continúa siendo, como dice
André Maurois, el “compañero de toda la vida”.
La labor intelectual requiere del libro y del documen-
to escrito. Vano es todo intento por sustituirlo. Y ya que
abordamos esta idea, resulta interesante recordar aquel
pasaje de “la historia de los libros” en donde M. Ilin nos
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relata la historia de aquel hombre que quiso sustituir su


inteligencia por un libro y un libro por un hombre. Re-
cordemos aquella historia:
Había una vez en Roma un rico comerciante que
se llamaba Itelio. Se cuentan maravillas sobre
sus riquezas fabulosas. Su palacio era tan grande
que habría podido contener a todos los
habitantes de la ciudad. Cada día se reunían
alrededor de su mesa trescientas personas,
elegidas entre los ciudadanos más eminentes y
cultivados.
En casa de Itelio no había solamente una mesa;
había treinta, todas cubiertas con magníficos
bordados de oro.
Itelio hacía servir a sus invitados los manjares
más delicados, pero en esa época se tenía la
costumbre de recibir a los invitados
ofreciéndoles no solamente manjares escogidos,
sino también los placeres de una conversación
fina y espiritual.
Pero a Itelio no le faltaba nada, excepto
instrucción. Apenas sabía leer. La gente que
aceptaba sus comidas con placer, se reía de él en
secreto. Sostener una conversación en la mesa
le era imposible y si conseguía hacerse escuchar,
notaba que sus invitados apenas podían
disimular sus sonrisas.
Esto era para él insoportable. Pero era
demasiado perezoso para estar inclinado mucho
tiempo sobre un libro y no tenía costumbre de
darse malos ratos. Itelio reflexionó largamente
sobre la manera como podría mejorar esta
situación y he aquí lo que al fin resolvió.
Ordenó a su mayordomo elegir entre sus
numerosos esclavos doscientos de los más
inteligentes y de los más instruidos. Cada uno
de ellos debía aprender cierto libro de memoria.
Por ejemplo, La Iliada, La Odisea, etcétera.
Esta fue una tarea muy dura para el mayordomo,

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el cual debió aplicar muchas correcciones a


los esclavos antes de poder realizar los deseos
de su señor.
Pero cuando llegó a conseguirlo, ¡qué placer para
Itelio, que tenía al fin una biblioteca viva! En la
mesa, cuando llegaba la hora de la conversación,
no tenía más que hacer una seña a su mayordomo
y de la fila silenciosa de los esclavos, de pie contra
el muro, se destacaba un hombre que recitaba
un pasaje apropiado. Los esclavos llevaban los
nombres de los libros que habían aprendido de
memoria: Uno se llamaba Odisea, otro Iliada, el
tercero Eneida, etc., etcétera.
Itelio estaba encantado. Toda Roma hablaba de
su biblioteca viva, jamás se había visto una cosa
parecida. Pero esto no podía durar, y un buen
día, un incidente hizo que toda la ciudad se riera
del millonario ignorante. Después de comer, la
conversación versó, como de costumbre, sobre
temas literarios. Se hablaba de cómo los
hombres festejaban en la Antigüedad.
Yo conozco sobre eso un pasaje célebre en la
Iliada —dijo Itelio, haciendo una seña a su
mayordomo.
Pero este se había echado de rodillas, y con
una voz temblorosa de espanto murmuraba:
Perdóneme, señor: La Iliada tiene hoy dolor de
estómago.

2. Los obstáculos económicos


La lectura, como actividad social está determinada, en
sus características y circunstancias, por la época y las con-
diciones sociales en las que se desarrolla. Resultaría poco
provechoso enfocar el problema de la lectura, por enci-
ma de las condiciones sociales en que se produce. Cada
época trae consigo métodos, técnicas, objetivos y límites
para la práctica de esta actividad.

22 Lizardo Carvajal Rodríguez


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La época actual se caracteriza, a diferencia de anterio-


res épocas, por una gran producción editorial. La pro-
ducción de documentos escritos, particularmente libros
y publicaciones periódicas, ha adquirido dimensiones de
producción industrial: 300 mil títulos se editaron en 1950;
veinte años más tarde, en 1970, se producía el doble; para
1980, se tuvo, según los expertos, una producción mun-
dial cercana al millón de títulos. Ello representó la edi-
ción de dos libros cada minuto.
Sin embargo, esta situación aparentemente halagado-
ra, no lo es tanto para los países dependientes. No po-
dríamos olvidar, al ver estas cifras, que los países desa-
rrollados de Europa Occidental y Estados Unidos, pro-
ducen más del 80 por ciento del total de títulos, reunien-
do ellos sólo el 30 por ciento de la población mundial. Es
decir, el 70 por ciento restante de la población humana,
produce sólo el 20 por ciento de la edición mundial.
Esta distribución desigual de la producción bibliográ-
fica tiene, lógicamente, raíces económicas: Las crecien-
tes tendencias a la monopolización.
Las industrias bibliográficas nacionales han sido ab-
sorbidas por los grandes monopolios internacionales, fe-
nómeno este de pronunciada significación en el mundo
entero y que, a su vez, tiene relación con la incorpora-
ción de la industria editorial a otras líneas de la produc-
ción. Según el Ministerio de fomento de los Estados Uni-
dos, desde 1963 hasta 1967, 637 compañías editoriales
fueron compradas, la mitad de ellas por otras editoriales,
el resto por las empresas ajenas por completo a la pro-
ducción en este ramo. Señala el informe que en Julio de
1969, la Columbia Broadcasting System (C.B.S.), una de
las mayores redes de radio y televisión del mundo, que

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anteriormente se fundiera con la editorial Hilt Rinehart


and Winston, compró la Editorial Anthony Blond Ltda.,
penetrando así al mercado inglés; en 1970 la RCA Víctor,
compró la Editorial Gin Co. De Boston y la RR Bowker,
editora de Publishers Weekly, en igual forma lo hizo con
la New American Library de New York; en 1968, la fir-
ma Barnes and Noble, una de las grandes editoriales de
libros didácticos de los Estados Unidos, compró la edito-
rial Translation Publishing Co., y un año después esta
misma firma pasó a la categoría de subsidiaria de la Amtel,
una de las mayores empresas productoras de moldes de
plástico de los Estados Unidos y del mundo; McGraw-
Hill, conocida casa editorial en América Latina se asoció
a la compañía Far Eastern Publishers Ltda. para impri-
mir y publicar libros en Singapur y en la Malasia.
La industria bibliográfica nacional es escasa.
Escasísima. En términos de producción industrial, no
podríamos pasar de mencionar dos o tres editoriales, las
que además están dedicadas a la producción, casi exclu-
siva, del llamado “texto escolar”, que representa un mer-
cado seguro y rentable. La monografía o ensayo es de
una escasez asfixiante.
Dos fenómenos u obstáculos para la práctica de la lec-
tura resultan de esta situación: La escasez del producto y
sus altos costos.
La escasez tiene raíces que sobrepasan el mero marco
de la monopolización, pero es ella quien las determina.
Veamos: En nuestros países el autor no encuentra editor.
Nuestros principales autores han sido, casi siempre edita-
dos en el extranjero. El editor no ha logrado surgir en su
condición de profesional y su sentido no va más allá del
simple criterio comercial para sacar un producto rentable,

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aunque no represente ningún aporte al desarrollo de la


ciencia, la producción artística o el conocimiento tecno-
lógico.
Los costos han colocado el libro y el documento escri-
to en condiciones de producto de lujo. Las constantes
alzas en los costos de los libros superan todo cálculo,
haciendo que el comprador, lector potencial, cada día se
aleje más de la posibilidad de adquirir. Los precios pro-
medio del libro están muy por encima del poder adqui-
sitivo de los sectores más vastos de la población latinoa-
mericana y, más aún, de los sectores que se valen del
libro como instrumento de educación, instrucción, re-
creación y cultura.
Por otro lado, las entidades dedicadas al fomento, pro-
ducción y distribución del libro, no han logrado estruc-
turar verdaderos programas que rompan estas y otras ba-
rreras para la práctica de la lectura. Es el caso del
CERLAL, Centro Regional para el Fomento del Libro
en América Latina, cuya Secretaría Permanente está en
Colombia; y los diversos organismos estatales, que a pe-
sar de los múltiples esfuerzos realizados para promover
el libro y la lectura, como medios de cultura en nuestros
países, no han logrado dejar una huella vigorosa, que pue-
da sobreponerse a los condicionamientos de las estructu-
ras monopólicas en la producción y distribución del li-
bro. La escasez y el costo seguirán pesando como cadenas
obstaculizantes para hacer de la práctica de la lectura, una
práctica científica y democrática.

3. Los obstáculos educacionales


Resulta interesante observar que la sociedad concibe la
Escuela como un medio de formación. La enseñanza de

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la lectura, lógicamente, es uno de sus medios. Por ello


es, aparentemente contradictorio señalar la Escuela mis-
ma, el sistema educacional mismo, como un obstáculo
para la práctica nacional de la lectura científica.
Pero tal contradicción es real. Al tiempo que la escuela
capacita en viejas o nuevas “alegrías de leer”, va creando
por métodos e ideologías dominante, barreras y distan-
cias entre el texto escrito y el lector.
Nuestros sistemas educativos, en todas sus formas y ni-
veles, no instrumentan al estudiante en técnicas y méto-
dos de interpretación de textos que le permitan conver-
tirse en un trabajador apto y conciente de su labor. El
libro se manipula a diario pero sin un fundamento teóri-
co. La práctica de la lectura es, en nuestro medio, una de
las prácticas más empíricas.
Hay en la enseñanza de la lectura una tendencia libresca.
Esto es, un culto al libro. Y aunque dicha tendencia es gene-
ral, adquiere particularidades en lo que se refiere a la ense-
ñanza de la lectura. Es el aislamiento de la realidad que se
vive, de la realidad que se lee. Es la concepción del libro, no
como un producto históricamente determinado, sino como
el vehículo pasivo de una fraseología cualquiera.
El estudiante, desde sus primeros pasos como lector, es
sometido al “texto escolar”. No es llevado a él, previa de-
mostración de su necesidad, como medio de enseñanza y
aprendizaje. No media en el uso del “texto” la concien-
cia, sino la costumbre o la regla. El rechazo y el distancia-
miento del lector hacia el documento es el resultado, des-
graciado por cierto, de este hecho.
A lo anterior se agregan prácticas que conciben y hacen
ver el proceso de lectura como un instrumento punitivo.
No es raro, todavía, encontrar situaciones en las que el
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maestro “castiga” al alumno con la lectura de “lecciones”,


para que “corrija” determinadas faltas a la disciplina o
frente al comportamiento que se supone debe tener. Es
algo así como la escuela del viejo monje escribano del
medioevo, quien debía copiar largos textos para purgar
los pecados cometidos en este mundo. De esta forma, la
lectura deja de ser un instrumento de desarrollo intelec-
tual, científico y recreador, para convertirse en un ele-
mento represivo generador de una particular sicología del
estudiante frente a la lectura.
La enseñanza de la lectura, a pesar de múltiples refor-
mas editoriales en nuestros países, sigue presa de una ten-
dencia meramente gramatical y academicista. El niño,
sigue siendo formado con la idea de un “lenguaje escri-
to” precario y reducido. La idea del lenguaje total se ha
perdido y minimizado.
En síntesis, los obstáculos educacionales, múltiples y
complejos son, a nuestro juicio, un elemento negativo
para que la lectura sea una práctica nacional y cotidiana
en nuestros países.

4. La lectura como derecho cultural


El problema general del libro y la lectura en América lati-
na desborda el aspecto económico y educacional: es, ante
todo, un problema cultural y, por ende, un problema na-
cional. No es competencia de una u otra clase social, es un
asunto de toda la nacionalidad. Y es un asunto que se ubica
dentro de la categoría de derecho público nacional e inter-
nacional. Concreción de este derecho serían los diferentes
sistemas científico-tecnológicos de información: Las biblio-
tecas públicas, los centros de información, los bancos de
datos, las bibliotecas universitarias, etc. Pero, ¿hasta dónde

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las nacionalidades de América latina han ganado este dere-


cho? Una visión del panorama nacional, al respecto, nos
obliga a señalar que el estado de los centros públicos de
documentación, lectura e información es verdaderamen-
te precario. La pobreza de las bibliotecas públicas nacio-
nales y regionales es abrumadora.
Empezando por las bibliotecas públicas nacionales, las
que a pesar de sus años y esfuerzos recientes no han lo-
grado hacer méritos a su nombre.
Las demás bibliotecas públicas que existen en Améri-
ca Latina no han podido convertirse en centros reales
de investigación y estudio: Su fondo bibliográfico está
desactualizado y no corresponde, al avance de la ciencia,
la técnica o la creación artística y literaria; los servicios
de almacenamiento, procesamiento y diseminación de la
información en estos centros (cuando los hay), son aún
demasiado artesanales para ser eficaces.
La culpa de lo anterior no estriba, indudablemente, en
quienes están a su servicio. Es en las políticas de estado
en donde hay que buscar la explicación a esta situación.
Es en el estado que las somete a una asfixia económica
irreverente, a un exiguo presupuesto que no les permite
una mínima independencia económica y la más elemen-
tal solvencia para brindar verdaderos servicios.
No muy lejos del estado en que se encuentran las bi-
bliotecas públicas se hallan las bibliotecas universita-
rias. Sin embargo, esa distancia hay que considerarla.
La Biblioteca Universitaria en América Latina asume
un carácter más orgánico, más vivo. Sus usuarios son más
numerosos; su material más reciente y abundante: su ac-
ción tiene las posibilidades de una planeación y una fi-
nanciación futura. Las bibliotecas de las universidades
28 Lizardo Carvajal Rodríguez
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públicas, tienden a constituirse en ínsulas de solución


parcial frente al problema de la ausencia de centros de
documentación en la enseñanza media y universitaria
privada. En esta última, el problema de documentación
se agrava por cuanto, generalmente, tienden a dar solu-
ciones formales en donde la biblioteca es una entidad des-
articulada, desprovista de recursos mínimos, materiales
y humanos y hechas, simplemente, como un atiborrado
muestrario para las consabidas visitas de aprobación de
estudios.
Pensados en estos términos los obstáculos para una prác-
tica Nacional de Lectura Científica, no cabe duda que se
llega a la conclusión de una crisis abrumadora determina-
da por condiciones objetivas de nuestros países, de nues-
tras nacionalidades y, claro está, de nuestra cultura.
Pero ello no niega al trabajador intelectual, al investi-
gador, al estudiante, la necesidad de luchar permanente-
mente por cambiar las condiciones que someten la prác-
tica de la lectura a unos niveles de obstáculos múltiples.
Para ello es indispensable que las aspiraciones nacionales
articulen a sus reivindicaciones el derecho a la libre circu-
lación de las ideas, el derecho a la información gratuita y
pública. Esto es, la lectura como un derecho público cultural.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 29


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Capítulo II

Información, comunicación y
lectura

1. La lectura como proceso informativo


Informare, es la palabra latina que origina el término infor-
mación y significa, originariamente, dar forma o aspecto a
algo, crear una idea o una noción. Dice Jiri Zeman: “Es
tanto la clasificación de símbolos y de sus relaciones y conexio-
nes, como la organización de los órganos y de las funciones de un
ser vivo o la organización de un sistema social cualquiera”.*
Para Lucien Goldmann, es la transmisión de cierto
número de mensajes, de afirmaciones verdaderas o fal-
sas a un individuo que las recibe, las deforma, acepta o
rechaza, o bien permanece sordo por completo y refrac-
tario a toda recepción.
La información tiene que ver con la propiedad inhe-
rente al mundo objetivo, relacionada con la existencia
en este de un tipo de proceso denominado informativo,
en el cual un determinado sistema, objeto o proceso, lo-
gra transmitir, transferir o generar uno o varios de sus
rasgos o propiedades a otro sistema, objeto o proceso.

*
Zeman, Jiri. Significación filosófica de la idea de información. En:
El concepto de información en la ciencia contemporánea. México,
siglo XxI, 1966, p. 204.
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Procesos informativos pueden ser la propiedad de adap-


tación de los seres vivos, la transmisión hereditaria de
los rasgos de los padres a los hijos, el conocimiento del
mundo material a través del cerebro humano, la comuni-
cación humana y, dentro de ella, la comunicación me-
diante el documento escrito.
La lectura es un proceso informativo. Mediante ella se mol-
dea la estructura conceptual de nuestro pensamiento. Ad-
quirimos nuevas formas y nuevos contenidos. Decimos,
muchas veces, que la formación de un individuo es, en
gran parte, resultado de sus “lecturas”; y no nos equivo-
camos. Cuando queremos conocer el ideario de alguien
es imprescindible recurrir a las fuentes bibliográficas en
las cuales se ha nutrido.
Entender la lectura como un proceso informativo, equi-
vale a planearnos este problema dentro de las caracterís-
ticas propias de los procesos informativos. ¿Cuáles son
esas características? Veamos:

La lectura es Información Distribuida


La lectura es un proceso de información distribuida o multi-
plicada. Cuando hablamos de información distribuida o mul-
tiplicada, nos referimos a aquella información, resultado
de un proceso informativo cualquiera. En el caso de la
lectura, el proceso informativo es un ciclo completo que
se inicia en un estado de información absoluta, original o
inicial, en la que el autor compone y registra el mensaje;
la edición y distribución que el editor realiza; el almace-
namiento, la organización y la diseminación de los diver-
sos medios de documentación hasta que, finalmente, apa-
rece el lector quien asimila el mensaje.

32 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Es información actual
La lectura, asimismo, es un proceso de información actual.
Esto es, información descargada, accionada. El libro de-
posita, de por sí, una determinada información que bien
podríamos llamar “potencial”. Esa información es actua-
lizada por el lector al entrar en contacto con el documen-
to. La información potencial misma, sin actualización,
no tendría razón de ser. Es decir, un libro sin lector no
sería más que un “conjunto de manchas negras sobre un
papel”. Por ello, podemos concluir, que la razón de ser del
documento escrito es el propio lector.
La lectura como proceso de información actual, tiene la
característica de ser un proceso dinámico que interviene
y afecta al lector. La lectura no es un acto inocente, caren-
te de un determinado objetivo en el lector. Recordemos:
es un proceso informativo; por ello, cuando un lector se
encuentra ante un obra, no solo extrae de ella ideas, sino
también las posibilidades de acción. El lector tiene en el
proceso de información actual, que es la lectura, una in-
vitación no sólo a la reflexión, sino también a la acción.

Se conserva en el tiempo y en el espacio


La información tiene una importante propiedad: su con-
servación en el tiempo y en el espacio. Propiedad que es
posible mediante el “registro de la información”. La con-
servación de la información por medio del registro, es
una propiedad que se presenta en toda relación y parti-
cularmente en la lectura, se opera a través de los diversos
mecanismos documentales: el cuaderno, la ficha, el apun-
te, la nota. Sobre esto trataremos más adelante.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 33


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La conservación de la información es una conserva-


ción económica. Es decir, se registra y se conserva lo
esencial y sustancial de un proceso informativo. Ello ex-
plica que toda nota o apunte sea condensado, resumido.

Es corriente de Información
Todo proceso de información tiene una “corriente”, o sea un
sentido. Dependiendo de la mayor o menor fuerza, (conte-
nido, estilo y forma) de un mensaje, este arrastra o no al
lector. Se genera una corriente. Es la ley de la acción y la
reacción en el proceso informativo que hemos llamado lec-
tura.
Todos los procesos informativos están caracterizados por
la resistencia dinámica y esta se presenta en el pensamiento
y la conducta de los hombres. Al leer, cuando el lector recibe
una información que le era desconocida, se presenta una
diferencia de dos niveles de información, la del autor y
la del lector, el equilibrio de esa diferencia dependerá de la
capacidad de asimilación del lector y, lógicamente, de las
condiciones objetivas en que dicho proceso se presenta. La
acción de leer es la capacidad de vencer esa resistencia.

Tiene densidad
La información tiene la propiedad de la densidad. El concepto
de densidad de información hace referencia a la cantidad de in-
formación posible de adquirir durante un determinado tiem-
po, por un determinado receptor. Esa densidad, claro está,
no sólo implica la cantidad (cifra) sino también la calidad.
El concepto de densidad de información en el proceso de
la lectura, es de suma utilidad por cuanto relaciona un
problema clave como es la cantidad y calidad de infor-

34 Lizardo Carvajal Rodríguez


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mación contenida en un documento, con la calidad y


condiciones gnoseológicas del lector.
Cuando nos basamos en este concepto podemos decir,
por ejemplo, que un artículo científico es más denso que
un artículo de literatura infantil. Hay diferencia tanto en
la cantidad, como en la calidad de la información.

2. La lectura como proceso de


comunicación social
La lectura, además de ser un proceso informativo, es un
proceso de comunicación social.
El concepto de comunicación nos remite al proceso me-
diante el cual los diversos objetos, fenómenos y procesos del
mundo material, entran en relación o “ponen en común”
algunos elementos que les son propios y característicos.
Ahora bien, dentro de todo proceso de comunicación,
debemos recordar la concurrencia necesaria de los si-
guientes elementos: El emisor (quien informa algo), el re-
ceptor (quien recibe la información), el referente (el objeto
del cual se informa), el canal o medio y el mensaje o conteni-
do de la información suministrada. Entendida la lectura
como un proceso de comunicación, es pertinente inten-
tar una identificación de los elementos que componen el
proceso del cual hablamos y los relativos al proceso de
lectura o interpretación de textos.
Podemos hablar entonces, del emisor-autor, para identificar el
elemento que emite el mensaje; de un receptor-lector, para refe-
rirnos al elemento que recibe el mensaje; el mensaje-contenido
de la obra; cuyo referente-tema, estamos interpretando mediante
un canal-documento. Un pequeño esquema podrá ayudarnos.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 35


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La lectura como proceso de comunicación


Mediante la aplicación de este modelo, es posible fijar-
nos en las interrelaciones y condicionamientos que cada
uno de los elementos que intervienen en la lectura tienen
entre sí. Vemos que la lectura es un proceso complejo en
el cual concurren múltiples elementos.

3. La lectura como proceso semiológico


La lectura, además de ser un proceso informativo, es un
proceso semiológico, en cuanto requiere del signo, como
medio de transmisión del mensaje.

El signo o señal
Sin signo no habría lectura. El signo lo entendemos como
la señal articulada y sistematizada que el emisor-autor “emi-
te” y que el receptor-lector “recepciona” e interpreta me-
diante la utilización de códigos o acuerdos respecto al sig-
nificado del signo en particular y del conjunto articulado
y sistematizado, que es el texto.
Para el desarrollo del presente trabajo, nos interesa reco-
nocer la existencia de tres clases de signos: los signos lógicos,
los modelos y los símbolos. El lector se encontrará en la necesi-
dad de descodificar e interpretar cualquiera de ellos o todos.

36 Lizardo Carvajal Rodríguez


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El signo lógico
El signo lógico proviene de un proceso de conceptualiza-
ción y racionalización de un objeto de conocimiento por
parte del hombre a través de la historia, los signos
idiomáticos, por ejemplo, son de origen lógico. Así mis-
mo, los signos del lenguaje de la ciencia.

El modelo
El modelo es la representación gráfica de lo que es esen-
cial y denotativo en el objeto de conocimiento. A este tipo
corresponden los organigramas, planos, gráficas, etcéte-
ra.

Los símbolos
Los símbolos son signos que representan la realidad en
su forma y contenido no esencial. Tratan de mostrar el
objeto de conocimiento en forma sugerida. Es el caso de
los escudos, emblemas, etcétera.
El lector, desde este punto de vista, debe enfrentar la
interpretación de textos no solo en su forma de “lectura
de palabras”, sino también en su forma de lectura de
modelos e imágenes. El signo lógico concurre a la lectu-
ra, pero a ella también concurren el modelo y el símbolo.
De esta manera podemos decir, que la lectura es la interpreta-
ción de un LENGUAJE TOTAL o semiológico.
En síntesis, en la lectura no sólo está presente el verbo,
sino también la imagen, que no sólo articula palabras,
frases y oraciones, sino también modelos y símbolos.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 37


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La lectura como proceso de interpretación del lenguaje total

38 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo III

Bases metodológicas para la


lectura científica

1. Qué entendemos por lectura o


interpretación de textos
Con los elementos planteados en el capítulo anterior, es
posible la siguiente formulación: la lectura constituye el
proceso de interpretación de un sistema de signos (lógicos, mo-
delos, símbolos), cuyo objetivo es la transferencia de una deter-
minada información o conocimiento.
Ahora bien, ese proceso de interpretación de textos pue-
de, es nuestro punto de vista, presentarse en dos niveles per-
fectamente diferenciados: a) un nivel espontáneo y b) un nivel
científico o metódico. En cierta forma podemos hablar de
dos clases de lectura con sus diferenciaciones particulares.

El nivel espontáneo de lectura


Al nivel espontáneo de lectura corresponden todas aquellas formas
y situaciones de lectura en la cuales las condiciones externas domi-
nan al lector. En las que este no define ni determina ele-
mentos claros de objetivación del acto de leer. A este nivel
corresponde la lectura indiscriminada, no intencional
que se hace de la prensa, de los avisos publicitarios y de
todo género de textos que llegue a nosotros, sin ningún
plan.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 39


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El nivel metódico
Por el contrario, la lectura científica o metódica, involucra
todas aquellas formas y situaciones de lectura, en las que
el sujeto lector controla las condiciones y actúa en rela-
ción con unos resultados, con unos objetivos y metas.
Por ello, la lectura científica requiere unas característi-
cas y condiciones imprescindibles que, si bien no reem-
plazan el proceso cognoscitivo, están articuladas a él en
función de un resultado de óptimas calidades. Estas ca-
racterísticas son: la metodicidad, la dirección y el registro.

La lectura científica es lectura metódica


Ello nos indica que este nivel de lectura o interpretación
de textos, posee por lo menos dos propiedades del méto-
do: la previsión o planeación y la conceptualización.
Mediante la planeación, la lectura científica resuelve el
problema de su “por qué” y su “para qué”. Es decir, re-
suelve y explica su necesariedad y sus objetivos. Median-
te la conceptualización, el lector logra asumir una posi-
ción crítica, independiente y objetiva frente al mensaje
que se quiere transmitir y a su vez interpretar.
Su carácter metódico hace de la lectura científica una
actividad creadora, propia de un sujeto activo y no pasi-
vo en la acción de interpretación de textos.

La lectura científica es lectura dirigida


A diferencia de la lectura espontánea, la lectura científi-
ca resuelve el problema de sus objetivos, propósitos, me-
tas, con anterioridad a la acción de leer y no después.
Aunque ello no significa que con posterioridad a la lec-

40 Lizardo Carvajal Rodríguez


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tura, no puedan presentarse nuevos objetivos. Conside-


ramos que el lector, en un nivel científico, debe fijar unas
metas y unos objetivos en el marco de un plan. Es lo que
llamamos dirección en la lectura.

La lectura científica es lectura registrada


Entendemos por registro, el mecanismo mediante el cual
una información se conserva tanto en el tiempo como en
el espacio. El cerebro, por su propiedad de registro o al-
macenamiento de la información, logra conservar buena
parte del conocimiento recibido por vía de la lectura. Sin
embargo, para efectos de una lectura técnica y densa en
información, el registro cerebral no es suficiente. Debe-
mos recurrir entonces, a las diversas técnicas de registro
de la lectura.

Registro de lectura
En la presente exposición, consideraremos medios inte-
lectuales y medios físicos o materiales de registro de la
lectura.
Los medios intelectuales de mayor importancia en la con-
servación de la lectura son el apunte o nota y el subrayado.
Los medios materiales son múltiples, pero resaltamos
la importancia del cuaderno de apuntes, la libreta, las
hojas para legajar y la ficha o tarjeta de apuntes, con espe-
cial atención. Sobre esta última trataremos en capítulos
posteriores.
En lo que se refiere al carácter registrado de la lectura,
pensamos que su calidad se liga, precisamente, a la cali-
dad del registro. O sea, que a buen registro corresponde
una buena calidad de la lectura y que, a su vez, la lectura

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 41


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será más provechosa y creadora en la medida en que su


registro sea más completo, coherente y objetivo.
Cuando planteamos que la lectura científica debe ser
registrada, estamos señalando que debe hacerse escribien-
do. O diríamos, en otros términos, que la escritura cons-
tituye un auxiliar insustituible en el proceso de interpre-
tación de textos.
Comprendiendo la importancia que el registro tiene
en el proceso de la lectura, se comprenderá la importan-
cia del apunte o nota, lógicamente, del subrayado; ele-
mentos estos frecuentemente olvidados, por “cotidianos”
o “insignificantes”.

2. Cuatro reglas en la interpretación de


textos
Karel Kosik, en el libro Dialéctica de lo concreto, conside-
ra que la interpretación de textos (se refiere a la interpre-
tación de El Capital, de Marx, pero podemos generalizar
los conceptos), requiere:
Que no deje en el texto puntos oscuros, no
explicados “casuales”.
Que explique el texto en sus distintas partes y
como un todo, es decir, tanto en los pasajes
aislados, como en la estructura de la obra.
Que sea íntegra y no permita contradicciones
internas, momentos ilógicos o inconsecuencias.
Que conserve y capte el carácter específico del
texto y haga de su especificidad un elemento
constitutivo de la comprensión y construcción.
Estas cuatro reglas planteadas por Kosik, a propósito
de la interpretación de El Capital, nos colocan frente a lo
que podríamos llamar “puntos nodales” en la lectura cien-
tífica, dirigida y con propósitos investigativos.

42 Lizardo Carvajal Rodríguez


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No dejar puntos oscuros o inexplicados


La tendencia al facilismo conlleva constantemente al lec-
tor a dejar ideas sin explicar, puntos oscuros, que “luego
se aclararán”. La realidad nos muestra que muy pocas
veces estos puntos oscuros se aclaran con posterioridad.
Estas lagunas en la lectura, ignorancia en la significación
de un término, un concepto, una frase o una oración in-
cluso, se convierten en obstáculos epistemológicos en la
comprensión de textos. En otros casos, como el de El
Capital, los puntos oscuros son utilizados con fines ideoló-
gicos, para combatir o revisar el pensamiento del autor.
La regla de Kosik es precisa. La interpretación de textos
(la lectura) debe explicar todos los elementos que componen el
sistema textual del mensaje.

Comprender la obra en su totalidad


Hemos hablado del “sistema textual”. Efectivamente, un
documento es un sistema y su parte escrita (texto) tam-
bién lo es. Por ello, resulta lógico entender que la inter-
pretación que se haga del texto, debe ser una interpreta-
ción que lo tenga en cuenta como un todo, como un siste-
ma articulado de partes. Es comprensible ahora que la
lectura científica exija enjuiciar un libro por la lectura de
su conjunto y no por la de un capítulo aislado. Asimis-
mo, un tema debe ser interpretado por el conjunto de ideas
que concurren a explicarlo y no por una idea aislada.
El texto es un todo, y ese todo se fundamenta en una
estructura sistemática, lo que hace que cada parte aislada
no tenga significación total. El texto total, no puede ser
interpretado por el análisis de una de sus partes, sino por las del
conjunto, interrelacionadas y sujetas a un plan único del autor.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 43


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Especificidad del texto


El texto, según Karel Kosik, es específico. Esto significa que
cumple un papel determinado, tanto en el tiempo histó-
rico que fue producido, como en el tiempo histórico en
que es interpretado. Además, los objetivos que el autor se
traza con la obra, la determinan tanto en su contenido
como en su forma.
El tiempo en que un documento es producido, no siempre
coincide con el tiempo en el cual es interpretado y si coincide,
esta coincidencia debe ser explícita. Ello explica el por qué un
texto no puede ser válido para todas las épocas y situacio-
nes. Existe una especificidad inherente al texto en su vín-
culo con la realidad. Sin descartar la posibilidad de la
existencia o materialidad en el texto de leyes o principios
universales y generales; eso es posible. Mas no niega la
posibilidad de lo específico en el texto.
Pero lo específico en el texto no solo tiene que ver con la
situación concreta que plantee. También tiene que ver con la
forma concreta en que lo haga. El lector debe ser conciente
de las diversas limitaciones y alcances del tipo de documen-
to que tiene ante sí y que, lógicamente, le da también una
especificidad. Por ejemplo, cuando hacemos uso de una
“monografía”, nos damos cuenta que ella contiene un tema
en forma mucho más profunda, que cuando hacemos uso de
un compendio. También hay una especificidad en la forma.
Sucede lo mismo cuando nos informamos sobre un tema en
una “obra de consulta” o en otra de mayor contenido.
La especificidad se relaciona también con la exigencia
de una interpretación lógica. Esa lógica tiene que ver no
solo con una relación específica entre el tiempo histórico
y social en que la obra es producida e interpretada, sino
también con la estructuración sistemática de un discurso de

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interpretación del texto. Es lo que hemos llamado una ac-


tualización de la información contenida en el mensaje, pero
asumimos que dicha actualización se hará sobre la base de la
asimilación del mensaje y no del rechazo o deformación.
La asimilación correcta, tanto en el tiempo como en
relación con las condiciones sociales, técnicas o científi-
cas, es el sentido que tiene la regla que nos orienta para
estar atentos y que no se presenten momentos ilógicos,
contradictorios en la lectura.

3. Los recursos en la interpretación de


textos o lectura
En el trabajo de fundamentación metodológica sobre el
problema de la lectura, es importante resaltar la necesi-
dad que el lector tiene de disponer de unos recursos o
instrumentos, que le faciliten la captación del mensaje.
Esos recursos son: el de la lectura rápida; connotativa; ex-
trínseca; intrínseca y de extrapolación.

La lectura rápida
Mediante el recurso de la lectura rápida, el lector puede formarse
una idea general o global de la obra, tanto en su estructura, como
en su contenido; es la lectura veloz, sin vocalización o sub-
vocalización. Ella se hace sin regresión. Este recurso le per-
mite al lector ganar sólo una primera idea del tema tratado.

Lectura denotativa
El recurso de lectura denotativa está dirigido a la comprensión
literal del texto y al conocimiento objetivo de su estructura intelec-
tual. Se busca la síntesis y el esquema del cual partió el

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 45


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autor para la producción o creación de la obra. La nota de


resumen, el esquema lingüístico, la graficación de los pa-
sajes, etc., son los medios de registro, de los que se vale el
lector cuando utiliza el recurso de la lectura denotativa.

Lectura connotativa
La lectura connotativa es también un recurso. Mediante
él, el lector busca el significado indirecto, sugerido, implícito,
no evidente, que el texto conlleva. Buscará el lector, en la
estructura del texto, en las argumentaciones, en los jui-
cios de existencia y de valor, la idea, la información que
el autor-emisor quiere transmitir.
El recurso de lectura connotativa es válido para textos
no directos, en los cuales el autor usa de la metáfora o de
algún otro recurso literario para expresarse. La connota-
ción, como recurso en la lectura, permite interiorizar y
descubrir entre líneas el sentido que el texto contiene.

Lectura intrínseca
El recurso de lectura intrínseca lleva al lector a profundizar las
ideas del autor, mediante sus propios argumentos e ideas. Las
tesis planteadas por el autor, son explicadas o sustentadas,
por las propias ideas del autor contenidas en el texto.
Es decir, el autor asume en este caso la sustentación
del tema que plantea y el lector concibe la posibilidad de
mantener la argumentación, narración o exposición, den-
tro de los límites fijados por el autor.

46 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Lectura extrínseca
La lectura extrínseca es todo lo contrario. Con este recur-
so las ideas expuestas por el autor, son refutadas o sustentadas
por las ideas de los otros autores o por las ideas del mismo
lector. Aquí se requiere una labor de exploración y bús-
queda bibliográfica, lo mismo que de mayor documenta-
ción.
La lectura extrínseca lleva, necesariamente, a la con-
sulta de nuevas fuentes haciendo de esa actividad una
función de extrapolación que, a la vez, se convierte en
un nuevo recurso para la compresión de texto. La
extrapolación, al tiempo que es un recurso, es una actitud del
lector frente a lo que lee, por cuanto busca nuevas fuentes y
considera que la lectura es un proceso continuado y perma-
nente.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 47


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Capítulo IV

Tipología del documento escrito

1. El lector como “documentalista”


El instrumento de trabajo del lector es el documento es-
crito. Su manipuleo racional y consciente es, a nuestro
juicio, una condición, para un resultado eficaz, por parte
del mismo lector.
El lector técnico, no empírico, debe ser un
“documentalista”. Queremos decir, una persona dotada de
los elementos básicos para el manejo y uso del documento
escrito.
El lector, en tanto “documentalista”, debe poseer una
concepción clara de la naturaleza y esencia del documen-
to que usa o que requiere; de sus alcances y limitaciones; de
su estructura; de su ordenamiento lógico; su ubicación,
etcétera.
Sólo si el lector técnico o científico se prepara en estos
aspectos; podrá dominar y hacer uso eficiente del docu-
mento escrito.

2. El documento en general y el
documento escrito en particular
Llamaremos documento en general, a todo objeto, sistema o pro-
ceso que nos suministre información sobre algo. Así tenemos
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que son documentos, los utensilios económicos destina-


dos a la producción; los objetos domésticos: casa, mue-
bles, vestidos, enseres domésticos, etc.; los objetos de
distracción, juego y diversión; los objetos de defensa y
guerra: armas, corazas, etc.; los objetos religiosos o má-
gicos: hábitos sacerdotales, instrumentos de culto,
amuletos, etc.; los objetos políticos: distintivos de auto-
ridades y gobiernos, banderas, emblemas, etcétera.
Si nos atenemos a su naturaleza, podríamos distinguir do-
cumentos de naturaleza viva e inanimada. Los primeros es-
tarían referidos a los animales, plantas y al hombre; los
segundos a todos los demás objetos de la naturaleza que
no disponen de elementos vitales.
También podríamos distinguir objetos documentales,
iconográficos y audiovisuales. Estos documentos contienen
información en imágenes, representaciones, fotografía,
cine, televisión, etcétera.
La lectura, por lo tanto, no solo está referida a docu-
mentos escritos, sino también, a todo tipo de documen-
to, del cual el hombre puede extraer información.
Sin embargo, para efectos del presente trabajo, hemos
de coincidir en que nos interesa establecer una meto-
dología y una técnica de lectura del documento escrito,
en particular.
El documento escrito es, sustancialmente, diferente del
documento en general. Su diferencia radica en que, como
producto elevado de la evolución del hombre, utiliza el
lenguaje escrito y está destinado conscientemente a brindar in-
formación. Por ello, debemos diferenciar el análisis de este
tipo de documento.

50 Lizardo Carvajal Rodríguez


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3. Clasificación de los documentos


escritos
Podríamos clasificar los documentos escritos utilizando diver-
sas categorías referidas a su forma, procedencia, periodicidad,
naturaleza o por el tipo de tratamiento de la información que
posean. En nuestro trabajo utilizaremos esta última categoría.
Dado el tratamiento que los documentos le dan a la
información los clasificaremos en: Documentos primarios
y documentos secundarios.

Los documentos escritos primarios


Definimos como documento escrito primario aquel que
trata un tema, lo problematiza, lo profundiza y lo resuel-
ve. Generalmente este tipo de documento es el resultado
de procesos de investigación, creación artística o literaria.
Ejemplos de documentos primarios pueden ser las
monografías, los artículos de revistas que exponen en for-
ma problematizada, un determinado asunto.

Los documentos secundarios


Llamaremos documento secundario al que tiene como
finalidad, remitir al lector a nuevos documentos en don-
de el tema es tratado con profundidad. Es decir, a un do-
cumento primario. O también a aquel cuya intención no
es tratar en extenso un tema sino, simplemente, fijar ba-
ses o definiciones que permitan luego una aclaración y
un tratamiento sistemático.
Pertenece a este tipo de documento toda la literatura
de consulta y referencia como es el caso de diccionarios,
enciclopedias, abstrals, bibliografías, etcétera.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 51


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4. El libro como documento escrito


Definimos el libro como un documento escrito con no
menos de 48 páginas. El libro puede ser documento pri-
mario o secundario. Por su carácter puede ser científico,
técnico, literario o recreativo. Por su forma puede apare-
cer en uno o varios volúmenes y en serie.
Distinguiremos los siguientes tipos de libros, de acuer-
do con la forma en que tratan el tema:

Compendio
Es un libro que trata una materia en extenso, abarcando todas
las partes posibles y tratando de no dejar asunto sin ser estudia-
do. En un compendio podemos hallar todo tipo de tema refe-
rente a una materia, pero eso sí, con muy poca profundidad.

La monografía
Es también un libro, pero a diferencia del compendio,
trata un tema, más en profundidad que en extensión. Un
libro que se titule “Curso general de economía” será un
compendio, mientras que otro referido a “La crisis eco-
nómica de 1930 en Europa” será de carácter monográfico.

La compilación
Es un libro que reúne en forma sistemática varias
monografías, ensayos, artículos, cartas, etc. En el actual
momento de desarrollo de la ciencia y técnica, la compi-
lación ha adquirido gran importancia dado el alto grado
de especialización. La compilación, como cualquier otro
tipo de libro, puede tener carácter científico, técnico, li-
terario, artístico o recreativo.

52 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Las memorias
Son libros que reúnen conclusiones y desarrollo de even-
tos gremiales, científicos, literarios, etc. Su antecedente
es la biografía, que puede ser considerada también como
una memoria.

Los manuales
Son libros de carácter práctico que enseñan a operar o
realizar algo. A construir o fabricar un objeto o a realizar
una tarea. Un libro cuyo título sea “Cómo reparar moto-
res” u otro cuyo título nos diga “Construya su propia
casa”, son típicos manuales.

Las guías
Libros, generalmente documentos secundarios, que orien-
tan y hacen referencia a otros documentos primarios. Son
guías los directorios, los diccionarios, las enciclopedias,
etcétera.

5. Las publicaciones periódicas


Si algún tipo de documento escrito ha tomado un lugar
de predominancia en la época contemporánea, es la pu-
blicación periódica. Nos referimos a este tipo de docu-
mento escrito que circula con una cierta regularidad, bajo
un mismo título o denominación.
Las publicaciones periódicas aparecen bajo las formas
de seriadas, revistas y prensa.
Las publicaciones seriadas se orientan en forma espe-
cializada a tratar uno o varios temas de interés técnico,
científico, social o político.
La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 53
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Las revistas son verdaderas empresas de información,


en donde es posible diferenciar aquellas de contenido va-
riado y las de alta especialización.
Los periódicos o la “prensa”, de circulación diaria, se-
manal o quincenal, tienen un poder ilímite en la socie-
dad contemporánea y su papel e importancia, sigue sien-
do un tema de reflexión.
Alguna vez se decía que la historia, hasta comienzos
del presente siglo, se escribía por grandes períodos. A
partir de la aparición y desarrollo técnico de las prensas,
la historia se escribe cotidianamente, todos los días, en el
registro de las grandes rotativas del mundo.

6. Las publicaciones técnicas


No menos importantes que las publicaciones periódicas
son las publicaciones técnicas. Este tipo de documento re-
presenta en la investigación, en los procesos de compren-
sión de lectura, un punto de apoyo insustituible, pues es
una literatura muy específica dirigida a pequeños círcu-
los y de alta tecnicidad.
Distinguimos entre las publicaciones técnicas las si-
guientes:

Los catálogos técnicos


Listas ordenadas de artículos, materiales, procesos, etc.
donde se estipula sus condiciones técnicas, comerciales y
su localización.

54 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Los catálogos de firmas


Documentos que orientan sobre la localización y condi-
ciones de naturaleza económica y administrativa, lo mis-
mo que jurídica de las diversas empresas.

Estándares y especificaciones
Documentos que, generalmente, acompañan los proce-
sos de transferencia de tecnología y que indican los fac-
tores técnicos de máquinas o equipos. Son documentos
insustituibles en las negociaciones de tecnologías empa-
quetadas y desagregadas.

Patentes
Documentos donde registran los procesos y resultados
de invenciones e innovaciones tecnológicas.

7. Documentos inéditos
Nuestro lector comprenderá que es necesario tener en
cuenta la posibilidad de lectura de documentos no im-
presos. Estos documentos los llamaremos inéditos y pue-
den aparecer bajo las siguientes formas:

Archivos
Como documentos de lectura, los archivos son de suma
importancia para el lector técnico o científico. En los ar-
chivos generalmente, se registran informaciones prima-
rias, de gran utilidad en los procesos de investigación. Los
archivos pueden ser de índole estatal, públicos o priva-

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dos, según provengan de instituciones relacionadas con


el Estado, sean asequibles al público o pertenezcan a en-
tidades o personas particulares.

Las tesis o disertaciones doctorales


Son documentos generalmente inéditos, que se realizan
como requisito parcial para otorgar un título y grado uni-
versitario. Las tesis, en la mayoría de los casos, son el
resultado de arduas labores de investigación de estudian-
tes, que ven en ellas una forma extraordinaria de realiza-
ción de su nivel profesional.

56 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo V

Estructura del documento escrito

Visto el documento escrito como una totalidad, hallamos


en él una estructura lógica y una estructura material o física.
Ligadas entre sí tienen, sin embargo, una diferenciación
específica.
Trataremos en este capítulo de introducir al lector en
una propuesta de análisis de la estructura lógica y la estruc-
tura material del documento escrito.

1. La estructura lógica
Cuando hacemos referencia a la estructura lógica, busca-
mos la organización y el proceso de pensamiento implí-
cito en todo documento escrito. De esa manera, llega-
mos a la conclusión que un documento escrito está regi-
do por las leyes de presentación de una de las formas más
elevadas de pensamiento: la idea.
Será entonces la idea el punto de partida en nuestro
análisis.

El papel de la idea en el documento escrito


La idea, entendida como una forma superior de conoci-
miento del mundo exterior, que no solo refleja el objeto,

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sino que se orienta a transformarlo, es lo que da ori-


gen a un documento escrito, al tomarlo como medio de
comunicación.
La idea, por lo tanto, está en el origen del documento
escrito. De otra forma, no puede existir documento es-
crito donde no existe una idea.
Por consiguiente, a la pregunta, qué papel juega la idea
en el documento escrito, respondemos inicialmente: un
papel esencial. Es decir, el documento escrito tiene en la
idea su razón de ser. Existe por ella y para ella.

El documento escrito, una ideoteca


Aceptando que el documento escrito, en cualquier forma
y tipo que se nos presente, está ligado a la idea, debemos
ahora precisar qué contiene la idea organizada,
estructurada, clasificada y ordenada en un sistema espe-
cífico, no arbitrario.
Por ello, el lector, además de aceptar la idea, como mé-
dula esencial del documento, tiene que penetrar en la es-
tructura, en el sistema lógico en que esa idea es presentada.
Hay un ordenamiento, una sistematización, una
jerarquización, un análisis, de la idea de un documento escri-
to. Por ello decimos que un documento escrito es una ideoteca
o sea un conjunto armónico, sistemático de las partes de
una idea. Es decir, de muchas ideas coordinadas entre sí.

El documento escrito, un ideario


Detrás de lo que sería ese conjunto armónico, sistemáti-
co de ideas, existe siempre, necesariamente, un ideario.
En otros términos, existe una ideología expresa, casi re-

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velada, mostrada de manera implícita o explícita, pero


expresada.
El documento escrito se nos muestra ahora, no sólo
como ese objeto abstracto de la vida, sino como la vida
misma, en todos sus detalles, reflejada en forma transpa-
rente y diáfana.
Por lo tanto, en el trasfondo de todo escrito no solo ha-
llamos la estructura lógica del discurso, sino la estructu-
ra, muchas veces ilógica, de la ideología. En cada libro,
en cada monografía, el autor habrá intentado ser objeti-
vo, pero nunca imparcial.
Un buen lector, no confunde ni se deja confundir por el
documento como ideoteca y como ideario. Debe descubrir
el sistema de las ideas y su enfoque, su lógica y su ideología.

2. Pensamiento y lenguaje en el
documento escrito
Las ideas y el pensamiento en general, se expresan a tra-
vés del lenguaje. A su vez, el lenguaje es la expresión de las
ideas y pensamiento del hombre. Revelemos esta ligazón
en el documento escrito.
Los conceptos, juicios y raciocinios que emplea el hom-
bre para expresarse por escrito, adquieren una forma par-
ticular a través de las palabras, la frases y las oraciones.

El concepto, las palabras y las frases


El concepto es un pensamiento concreto, total, la mayor
generalización que puede hacerse de un objeto: país, na-
ción, culto, suma, hombre, niño, son conceptos. Expresan
de manera general una idea, objeto, sistema o proceso. Tam-

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 59


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bién pueden ser conceptos los siguientes: Luna roja, mar


tranquilo, transferencia de tecnología, desagregación tec-
nológica, etc. En este caso, los conceptos son menos gene-
rales, más específicos, pero siguen siendo concretos.
El lenguaje escrito aporta al sistema de conceptos una
forma particular: la palabra y la frase.
A través de las palabras y las frases, el hombre expresa
sus conceptos o sea esos conocimientos generales y con-
cretos de las cosas.
“Termodinámica”, es desde el punto de vista gramati-
cal una palabra, pero al tiempo, es desde el ángulo lógi-
co, un Concepto.
“Área bajo la curva”, es gramaticalmente una frase, pero
lógicamente, un concepto matemático.

El juicio y las oraciones


El juicio es un pensamiento que afirma o niega algo. Su
base es el concepto utilizado en forma sistemática. Los
juicios, dependiendo de su amplitud, pueden ser univer-
sales, generales o particulares, esto es, específicos. Pue-
den ser también abstractos o concretos.
“Este país, pertenece al tercer mundo”; “el culto a la
ignorancia es el culto a la esclavitud”; “esa suma es inco-
rrecta”, son ejemplos de juicios, o sea de afirmaciones o
negaciones de algo.
Pero, como se observará, todo juicio es el empleo siste-
mático, lógico, de un conjunto de palabras o frases o lo
que es lo mismo, de conceptos.
El lenguaje escrito aporta al sistema de juicios una for-
ma particular de expresión: la oración.

60 Lizardo Carvajal Rodríguez


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¿Qué es entonces la oración? La expresión gramatical


de un juicio. Los gramáticos y académicos dicen que es
una “expresión con sentido completo”. Seguramente la
vaguedad de esta definición, es causa del poco entendi-
miento que hemos tenido los hispanoparlantes de lo que,
efectivamente, es la oración.

3. La estructura formal del documento


escrito
Hemos llegado a identificar la oración, como el elemento
básico del lenguaje escrito y como expresión de juicios.
La oración ya la podemos considerar como un discurso
lógico.
Sin embargo, todavía no es un discurso lógico comple-
to, dado que a través de la oración resultaría, muchas ve-
ces incompleto un raciocinio.
El raciocinio es una forma superior de pensamiento,
que permite inducir o deducir a través de un discurso
lógico más complejo, ideas complejas.
El ordenamiento de ideas, su secuencia lógica, no su
yuxtaposición, sino su adecuado sistema, necesita una
forma más evolucionada: aparece el párrafo.
El Párrafo es la secuencia ordenada y sistemática de
Ideas, expresadas a través de Oraciones.

El Párrafo, unidad básica del discurso lógico en


un documento escrito
La importancia del párrafo, su conocimiento y dominio en
materia de lectura, es primordial. Sin el conocimiento de su
estructura, sus clases y tipos, difícilmente podríamos intro-

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 61


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ducirnos con certeza en el mundo de la lectura o la escritu-


ra. Por eso reservaremos un capítulo especial al Párrafo.
El párrafo es la mínima unidad de conformación for-
mal de un documento escrito. Le sigue el Apartado.

El Apartado, un sistema de párrafos


El autor organiza su escrito a través de apartados o siste-
mas de párrafos, estructurados de tal forma que amplían
parte de la idea general del libro.

El Capítulo, sistema de apartados


Los apartados se estructuran, generalmente, en capítu-
los. Son desarrollos de ideas más amplias, que las conte-
nidas en los apartados.

Los capítulos pueden estructurarse en Secciones


Estamos tomando la estructura más amplia que puede
adoptar un documento escrito, particularmente un libro.
En las secciones, se reúnen capítulos y como se podrá
comprender estos contienen ideas mucho más amplias.

La Parte, la mayor división de un documento


Un libro puede ser dividido en varias secciones. Pero
estas, a su vez, pueden ser agrupadas en partes, estas re-
únen en la división las ideas más amplias posibles en
que un libro puede ser dividido.

62 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo VI

El párrafo y su papel en la
comprensión de textos

Para la adopción de un método y una técnica de lectura,


es indispensable la comprensión del papel que juega el
párrafo en el texto escrito.
El párrafo constituye la mínima unidad de exposición
de un escrito, en la que se desarrolla una idea o unidad de
pensamiento completa.

1. El párrafo como punto de partida en la


comprensión de textos
En su aspecto formal, el párrafo —según la Real Acade-
mia de la Lengua— es cada una de las divisiones de un
escrito señaladas por letra mayúscula al principio del ren-
glón y punto aparte al final del trozo de escritura. Asi-
mismo, sirve de molde a la idea principal sobre un tema
y proporciona pausas que facilitan la lectura.
Gramaticalmente, todo párrafo está formado por ora-
ciones separadas entre sí por un punto seguido. Una de
esas oraciones, localizada al principio —caso de los pá-
rrafos deductivos— o al final —párrafos inductivos— o
en cualquier otro lugar, es la Oración directriz.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 63


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Desde el punto de vista de su contenido, el párrafo a


través de la Oración Directriz, expresa la Idea principal y
mediante las oraciones complementarias, las ideas secunda-
rias.
Cuando hacemos referencia a la idea principal, pensa-
mos en el mensaje esencial, básico, que el autor desea
transmitir.
Las Ideas Secundarias son todos aquellos mensajes que
en función del mensaje principal (idea principal) busca
demostrarlo, aclararlo, ampliarlo, ejemplificarlo, etc.; lo
que se logra mediante diversos recursos como la repeti-
ción, el contraste, la ejemplificación y la justificación.
Veamos someramente qué significan cada uno de
esos recursos utilizados por el autor y que el lector
debe identificar.

El recurso de repetición
El autor busca, con este recurso, hacer más nítida la Idea
principal utilizando sinonímias.
La deuda externa ha ido creciendo en América
Latina. Cada día que pasa aumenta. Se hace más
gravosa para las economías de estos países. Se
agiganta como una marejada incontenible.

El contraste como recurso


Una vez que el autor ha logrado establecer la idea princi-
pal, utiliza el contraste. Mediante este recurso se busca
mostrar lo que la idea principal no es.
La deuda externa ha ido creciendo en América
Latina. No como crece un caracol o como podría
crecer un enano. Tampoco el crecimiento de la

64 Lizardo Carvajal Rodríguez


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deuda externa puede compararse con un


simple crecimiento numérico.

La ejemplificación como recurso


Mediante este recurso se busca demostrar con base en
hechos, cifras, etc. la idea principal.
La deuda externa ha ido creciendo en América
Latina. Por ejemplo, en 1978 costaba 150.893
millones de dólares; en 1979, 181.978; en 1983,
340.937 y en 1984, 360.170. ¿No es esto una clara
muestra de lo que decimos? Los datos tomados
provienen de la CEPAL.

2. Diversas clases de párrafos


No todos los párrafos cumplen la misma función en un
determinado escrito. Algunos sirven de transición; otros
de enlace; los hay también de información y los hay de
conclusión o resumen.

Párrafo de transición
Este es un tipo de párrafo cuyo propósito es introducir al
lector en la idea principal.
Los puntos que trataremos a continuación son
verdaderamente importantes para el lector. Son,
en cierta forma, las bases para comprender la
totalidad del curso. Por ello, se encontrarán
temas que abarcan desde la Historia lejana del
comercio, hasta las condiciones actuales.

Párrafos de enlace
Estos párrafos cumplen la función de llevar al lector de
una idea tratada con anterioridad a una nueva idea.

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Hemos venido tratando las condiciones de la


deuda externa en América Latina. Los diversos
tópicos tocados, ilustran certeramente sobre sus
causas y sus efectos. Ahora nos corresponde
ubicar el tipo de política que los países del
tercer mundo deben adoptar.

Párrafos de información
Sería mejor llamarlos de actualización. En ellos se desa-
rrolla la Idea principal, utilizando los diversos recursos,
que hemos venido tratando.

Párrafos de conclusión o resumen


En estos párrafos se utiliza el recurso que la moderna teo-
ría de la información llamaría “redundancia”. Se trata de
recuperar lo planteado en forma sintética.
Hasta el momento hemos planteado —en
conclusión— que la deuda externa aumenta en
América Latina y sus causas y efectos son
multifacéticos.

3. Propiedades esenciales de los párrafos

El estilo
Lógicamente que la claridad, la sencillez, la concisión,
son propiedades del estilo. El estilo es la primera propie-
dad del texto escrito. El problema del estilo no lo tratare-
mos aquí. Simplemente lo enunciamos para que el lector
tenga en cuenta que la forma de exposición, es uno de los
factores que tiene que enfrentar en la búsqueda de la idea.

66 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Exposición de una sola idea principal


Un buen párrafo es el que trata en sí, una sola idea prin-
cipal. Es el que tiene una sola oración directriz. Alrede-
dor de esa Idea o de esa oración, deben exponerse las
demás ideas u oraciones.

Tener un sentido completo


El párrafo es, como discurso lógico, un proceso demos-
trativo. Como proceso demostrativo debe tener sentido.
Y además, tiene sentido como proceso demostrativo. Pues
bien, la demostración es así, todo un proceso, cuyo obje-
tivo es lograr tener un “sentido completo”.

Aprovechar adecuadamente lo implícito y lo


explícito
Finalmente, no podemos olvidar que el párrafo puede
contener la idea principal en forma implícita o también
en forma explícita. El lector no puede desconcertarse ante
esto. Los textos implícitos son frecuentes en las creacio-
nes literarias, la narrativa y la poética. En estas últimas
asimilamos el párrafo al verso, cuando no se trata de poe-
mas en prosa.

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Capítulo VII

El subrayado como técnica de


registro de la lectura

El término subrayado o subrayar, tiene su origen en la in-


dustria gráfica. Se dice de la letra, palabra, frase u oración
que en el impreso va con carácter cursivo o de otro distin-
to del empleado en el resto del texto. La finalidad del
subrayado es llamar la atención sobre el contenido de lo
que se quiere expresar.
En el trabajo intelectual corriente, desde la escuela pri-
maria hasta la universidad utilizamos el término subra-
yar. El maestro usualmente dice: “por favor subrayen la
palabra...” El alumno traza una raya por debajo de la pa-
labra que el maestro ha indicado.
Este subrayado elemental ha sido y es práctica en to-
das las instituciones educativas. Sin embargo, su empleo
mecánico, lo lleva a convertirlo en una práctica inútil.
Incluso folclórica, que se presta para aquellos chistes mor-
daces de los alumnos: “subrayado con rojo o con azul...”
y se suelta una sonrisa maliciosa... ¿De dónde sale la son-
risa?, de la inutilidad del acto.
El otro asunto es el siguiente: es corriente subrayar
los cuadernos, pero los libros NO. El argumento es sim-
ple: “los libros se dañan”, “desmejora su presentación”,
“se desvirtúa el contenido”, etc., etcétera.
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Aparece así, en resumen, que el subrayado es aplicado


mecánicamente y luego represivamente. En suma, el su-
brayado es Inútil.

1. ¿Cuándo y por qué es útil el subrayado?


Consideramos que el subrayado es útil en la lectura, como
un complemento en el “registro” que de ella se haga y
que debe estar basado en una adecuada señalización.
Mediante el subrayado, el contenido del libro se actua-
liza. Es decir, trasciende como información al lector. O
por lo menos, facilita que trascienda la información, el
contenido.
Las Ideas que el autor ha expresado cobran nueva for-
ma y nueva vida. Al tiempo se descubre su significado.
Por otro lado, la señalización permite tener una guía
para el análisis (léase descomposición) del texto y poste-
riormente para su síntesis.

2. Condiciones del subrayado


Dos condiciones pensamos necesarias, en una práctica
técnica del subrayado: La adecuada distinción entre Ideas
principales y secundarias y la utilización de un código especial
y consistente de símbolos.

Distinción entre ideas principales y secundarias


Consideramos que el propósito del subrayado es ubicar,
más que simples palabras o frases, Ideas. Este es el pri-
mer asunto que el lector debe resolver. Encontramos a
menudo lectores que, con muy buena intención subra-

70 Lizardo Carvajal Rodríguez


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yan, pero no hay conciencia de por qué y para qué se


subraya. Proponemos especialmente subrayar Ideas.
Pero en esto, también hay que hacer una distinción.
Debemos subrayar primordialmente ideas principales. Y
cuando subrayemos Ideas secundarias, lo debemos hacer
diferenciando estas de las anteriores.

Código especial y consistente de símbolos


El lector empírico, aunque de buena fe, utiliza cualquier
seña para subrayar. Algunas veces una raya por debajo de
la línea.
Otras un marcador transparente. Luego líneas
entrecortadas, etc., etcétera.
El resultado de esta falta de consistencia y de
simbología es la confusión.
La utilización de un código especial y consistente de
símbolos busca identificar las ideas mediante señales,
cuyo significado no varía. Cabe indicar que en esto la
imaginación del lector, para crear su propio sistema de
símbolos, juega un papel decisorio.
Para la práctica de una lectura técnica proponemos el
siguiente juego de símbolos que pueden ser utilizados:

Ideas principales

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 71


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Ideas secundarias
Tratemos de ilustrar con un ejemplo:
Ante el hecho histórico de la conquista de
América se han adoptado dos posiciones
igualmente equivocadas: la apología o la diatriba.
Consideraciones elogiosas en torno a las amables
consecuencias de la conquista o el desarrollo
sobre los desagradables efectos que produjeron
las instituciones organizadas por España en
América. Unos afirman que España nos trajo la
religión cristiana, una religión de paz y amor,
que contrastaba con las religiones bárbaras de
los imperios precolombinos y de las tribus que
habitaban el nuevo continente: La civilización
cristiana, una civilización de dulzura y
mansedumbre y el hermoso idioma castellano.
Otros declaran que la obra de España en América
fue nefasta y desgraciada, que impidió
tozudamente el desarrollo de las economías
nacionales de las colonias, que introdujo el
fanatismo religioso, que obstaculizó el desarrollo
cultural de las colonias, que estableció, también
con el destruir la cultura, el santo oficio, etc., etc.
Ambas posiciones suponen un idéntico error:
hacen una apreciación moral de la conquista,
elaboran consideraciones éticas en torno a un
hecho histórico que, para ser comprendido, debe
ser analizado fuera de las exigencias y
postulados de la moral y de la ética. Las
consideraciones morales están muy fuera de
lugar en los análisis sociológicos de los hechos
históricos. La sociología no es un capítulo de la
moral o ética. Es una ciencia amoral. Analiza
los hechos, los investiga con plena objetividad.
No elabora, ni puede elaborar, juicios morales
en torno a hechos históricos.
Tal debe ser la dirección que guíe al sociólogo y
al historiador al analizar la conquista.
Comprenderla en su desnuda y escueta

72 Lizardo Carvajal Rodríguez


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objetividad histórica. No lanzar


exclamaciones ditirámbicas, ni diatribas
provincianas. Hacer, en una palabra, Ciencia
sociológica.
Nieto Artela, Luis Eduardo. Economía y
Cultura en la Historia de Colombia. 6 ed. Tiempo
presente. Bogotá, 1975, p. 10.

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Capítulo VIII

El apunte como medio de registro


intelectual en la lectura

Queremos poner especial énfasis en este capítulo, pues él


trata uno de los aspectos que, a nuestro juicio, es esencial
en la lectura técnica: el apunte o nota.
Toda persona, todo trabajador intelectual “toma apun-
tes” o notas de sus diversas lecturas. Es casi, la figura tí-
pica de todo estudiante, de todo trabajador intelectual:
Tomar notas. Se toman notas de clase, de conferencias, de
audiciones, de libros, revistas, etcétera.
Pero lo que hemos observado es que se hace de mane-
ra empírica. Esto es, sin ninguna técnica especial. Sin
adoptar un método. Sin resolver el asunto de su forma y
tipología.
En este capítulo tratamos de indicarle al lector una
técnica de toma de apuntes, basada en una tipología del
apunte o nota.

1. El apunte como medio textual de


registro
Los apuntes o notas constituyen el texto mediante el cual
se registra una lectura o cualquier tipo de información.
El texto lo entendemos como “la parte escrita de un do-

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 75


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cumento”. Pues bien, la parte escrita de la ficha, la de-


nominamos apunte o texto de lectura.

El apunte: un texto originado en otro texto


La nota o apunte es un texto proveniente de otro texto, en
este caso, de otro texto escrito. En cierta forma es un
subproducto de la lectura que se realiza. Y a su vez, es el
elemento resultado de la comprensión de un texto.

El apunte es condición de la lectura técnica


No nos cansaremos de repetir que toda lectura de al-
gún nivel técnico o científico debe recurrir, necesaria-
mente, a la toma de notas o apuntes. La vida de los
grandes pensadores está, precisamente, marcada por ese
elemento común: fueron unos excelentes tomadores de
nota o apuntes.

La calidad de la lectura está relacionada con la


calidad del apunte
Un buen apunte proveniente de una buena lectura. O lo
que es lo mismo: una buena lectura da como resultado
un buen apunte. También podríamos pensar que un mal
apunte proviene de una mala lectura.

El apunte es un recurso de lectura


La utilización del apunte o nota de lectura, debe ser en-
tendida como la utilización de un recurso de apoyo a la
lectura. No como su fin último. El apunte es un medio
de lectura. ¿Para qué sirve este medio?, digámoslo en for-
ma precisa: sirve para conservar la información, para com-

76 Lizardo Carvajal Rodríguez


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prenderla y luego para recuperarla. Esos son los elemen-


tos que nos permitirán definir las cualidades de un buen
apunte.

2. Las cualidades de un buen apunte de


lectura
Hemos considerado que la calidad de la lectura, está re-
lacionada con la calidad de su conservación a través del
apunte. Por tal razón, consideramos importantes algu-
nas características relacionadas con la calidad de la nota
o del apunte.
Una buena nota o un buen apunte tiene las siguiente
características o cualidades: claridad, exactitud, concisión y
documentación.

Claridad en el apunte
Significa esto que el texto que tomamos o escribamos,
debe consignar las ideas sin ningún peligro de mala in-
terpretación. La nota, desde este punto de vista, debe ser
exacta, es decir, cabal, fiel.
La claridad y la exactitud de la nota, indican la necesi-
dad de no prestarse a dudas o malas interpretaciones. Que
sea construida con la mayor rigurosidad, de tal manera
que impida, por su propia naturaleza y estructura, la de-
formación del mensaje contenido en el texto que se lee.

La nota debe ser concisa


Concisa no significa, necesariamente, lacónica. Tampo-
co esquemática. La concisión la entendemos como la ca-
pacidad del lector para registrar lo esencial del mensaje.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 77


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Los elementos de adorno, de estilo, están supeditados


en el marco de un apunte o nota de lectura.

La nota debe ser documentada


El reconocimiento de la fuente no es un requisito formal
para la comprensión del texto. Es una condición de fon-
do para que pueda ser captado en todo su contexto.
La documentación del apunte se refiere, por lo tanto, a
la necesidad de notificar, de dónde ha sido tomado el apun-
te, de qué documento proviene la idea, quién es su autor,
cuál la fecha de publicación del documento, etc., etcétera
La indicación de la fuente documental y de su autor
no quitan originalidad a un apunte. Por el contrario, le
da seriedad y le confiere una cierta confianza intelec-
tual, siempre provechosa a todo texto.

3. Clases de apunte o notas de lectura

La cita: lo que el autor dice en forma textual


Llamamos Cita a la nota o registro de lectura que se hace
en forma textual. Conforme aparece en el texto original y
tal cual la expone el autor.
En este tipo de apunte la fidelidad está relacionada con
la trascripción exacta de la idea del autor y, por consi-
guiente, más que ningún otro tipo de nota, requiere se-
ñalar la fuente de donde ha sido tomada.
La toma de apunte en forma de cita, se hace funda-
mentalmente por dos razones: primero, por ser un dis-
curso de una autoridad en la materia y segundo, porque
esa autoridad en la materia expone su discurso en una

78 Lizardo Carvajal Rodríguez


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forma brillante, fluida, precisa, como sólo el autor lo po-


dría hacer.

El paráfrasis, lo que dice el autor expresado en


nuestras propias palabras
El paráfrasis es la forma de apunte más usual en géneros
como el periodístico. El periodista casi siempre está con-
tando lo que alguien dice o expresa, pero no en las pro-
pias palabras del autor sino en las del lector, en este caso
el periodista.También el ensayo es pródigo en este tipo
de nota. Pero en general, todos los géneros están colma-
dos de parafraseo.
Con este tipo de apunte tratamos de hacer más clara la
idea del autor expresándola en nuestras propias palabras.
Con la cita anterior tomemos el siguiente ejemplo de
nota en parafraseo.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 79


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El parafraseo no implica, de ninguna manera, el cam-


bio de la idea del autor. Todo lo contrario, la busca, la
detecta, pero la expresa a través de formas personales.
Los apuntes de forma de paráfrasis tienen la virtud de
obligar al lector, más que la cita, a la comprensión de la
idea principal del autor.
El parafraseo, visto desde otro ángulo, es la comproba-
ción o si se quiere la evaluación de si se ha asimilado lo
leído.
Mediante el paráfrasis el lector hace suya la idea del
autor. La asimila. La incorpora a su lenguaje, a su pecu-
liar manera de expresar la información recibida.
Lógicamente, como podrá observarse, el mayor peli-
gro en este tipo de apunte radica en la posibilidad de re-
visar la idea principal del autor, dándole un contrasenti-
do o, simplemente, no haciendo el necesario énfasis en
los conceptos, situaciones o valores ideológicos, políti-
cos, técnicos o científicos que el autor expresa.

80 Lizardo Carvajal Rodríguez


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El esquema, lo que el autor dice en forma


sinóptica
En este tipo de apunte se utilizan todos los elementos del
lenguaje total: signos lógicos, modelos y símbolos. La
idea del autor se expresa en forma condensada, resumi-
da, esencial.
Como el resumen, el lector busca captar la estructura
del mensaje del autor. Su médula.
En los esquemas, el lector y su imaginación se desbor-
dan. Traspasan las barreras de los signos lógicos, aunque
con ellos también es posible y es lo más frecuente, esque-
matizar.

El apunte evaluativo, lo que el lector dice, de lo


que dice el autor
En este tipo de apunte se registra lo que el autor dice,
pero confrontado con lo que dice el lector. El lector pasa

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 81


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de sujeto pasivo de la lectura, a sujeto activo. Cuenta el


pensamiento del lector. Es la idea del lector, respecto a la
idea del autor.
El apunte evaluativo permite al lector adoptar una po-
sición, ya sea refutando la idea del autor o reforzándola.
Veamos:

82 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo IX

El encabezamiento de materia
en la nota de lectura

1. Finalidad e importancia
La toma de apuntes o notas de lectura no ha resuelto, hasta
el momento, el problema de su encabezamiento. Son la
Bibliotecología y la documentación, las disciplinas que
han logrado crear esta técnica, por demás útil en los tra-
bajos investigativos y de documentación. El lector técni-
co o científico, bien poco se interesa aún por los proble-
mas de clasificación y ordenamiento de sus materias. Pen-
samos que este es un factor que hace gravosa la investi-
gación y el estudio. El lector cotidiano, tampoco se inte-
resa por este asunto. A lo sumo se utiliza un título pre-
tendiendo ubicar el contenido del texto.

Identifica el contenido del texto


El encabezamiento de materia o descriptor es una pala-
bra, frase u oración colocada en la parte superior del apun-
te, que nos indica el contenido del apunte que hemos
tomado, adoptando la forma del lenguaje técnico y no
del lenguaje natural.

Su empleo es catalográfico
Como vemos, la primera función del descriptor o enca-
bezamiento de materia, es identificar el contenido. La

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 83


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segunda es servir para fines catalográficos. En este sen-


tido, el descriptor le sirve al lector para clasificar su apun-
te en materias similares o afines. Darle una ubicación
constante y poder, posteriormente, recuperar tal infor-
mación, utilizando, por ejemplo, criterios alfabéticos.

Del lenguaje natural al lenguaje técnico


El encabezamiento de materia lleva una idea, de su forma
de expresión en el lenguaje natural, al lenguaje técnico.
Dicho en otra forma, las cosas que decimos corriente-
mente, no siempre denotan la materia que tratamos. La
forma del lenguaje natural o corriente es más suelta y se
permite juegos connotativos, que en el trabajo de docu-
mentación y lectura técnica entrabarían la comprensión.
Por eso es necesario tomar el lenguaje natural y darle una
forma técnica. Veamos:

84 Lizardo Carvajal Rodríguez


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2. Formulación del encabezamiento de


materia
¿Cómo llegar a formular adecuadamente un encabeza-
miento de materia?

La materia subordinante o ¿”De qué trata el


texto”?
La búsqueda de la “Materia subordinante” será el pri-
mer paso. La materia subordinante es el resultado de la
identificación de la idea principal. Es el elemento de conte-
nido que guía la exposición textual en la nota de lectura.
¿Cómo identificar la materia subordinante? Haciéndo-
nos la siguiente pregunta: ¿De qué trata el texto?
Veamos el siguiente ejemplo:

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 85


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Al hacer la pregunta: ¿De qué trata el texto? Vemos fá-


cilmente que se refiere a la demostración científica.

La materia subordinada o ¿Cómo es tratado el


tema?
Identificada la Materia subordinante, debemos identifi-
car ahora la materia subordinada.
La materia subordinada es aquella que sirve de marco
de referencia o ubicación a la materia principal. Es algo
así, como el ángulo teórico o también el aspecto formal,
desde donde se trata la Idea principal.
La materia subordinada puede ser identificada hacien-
do la pregunta siguiente: ¿En qué sentido es tratado el tema?
Retornando al ejemplo anterior es fácil inferir que la
demostración (materia subordinante), es tratada en el sen-
tido de mostrar el papel y la importancia que tiene en el
pensamiento científico.
Uniendo la materia subordinante y la materia subordi-
nada podemos llegar al siguiente descriptor o encabeza-
miento de materia:

Demostración – Papel e importancia

86 Lizardo Carvajal Rodríguez


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3. Pasos en la formulación de un
encabezamiento

Partimos de un apunte específico

Identificamos la materia subordinante:


La pregunta es: ¿De qué trata el texto?
La respuesta es sencilla: El texto trata de la comunica-
ción.
Por lo tanto, la materia subordinante, que identifica el
objeto al que se refiere la idea principal será:

Comunicación

Identificamos la materia subordinada


Hemos aceptado que el texto tiene como referente la Co-
municación. Sin embargo, esta podría ser tratada desde
múltiples aspectos. Para reducir las posibilidades de tra-

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 87


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tamiento hacemos la pregunta siguiente: ¿En qué as-


pecto o en qué sentido se trata el tema comunicación?
Si revisamos el texto nos podemos dar cuenta que el
autor trata de definir, dar el significado y establecer las
diversas posibilidades o clases de comunicación.
Por lo tanto, también podemos deducir que la materia
subordinante está entre los términos.

Definición y clases
Le damos una forma al encabezamiento de materia
Los encabezamientos de materia pueden tomar las si-
guientes formas.
Una sola palabra en singular
Derecho
Administración
Metodología
Una sola palabra en plural
Delitos
Aves
Contratos
Dos o más palabras de significado independiente
Delitos culposos
Aves de rapiña
Contratos civiles
Dos o más términos separados por guión
Delitos – Clasificación

88 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Aves – Enfermedades
Libros – Historia
Frases invertidas
Delito, Origen del
Aves, cultivo de
Libros, distribución de
Las dos últimas modalidades ya poco se usan en docu-
mentación. Sin embargo, a nivel del lector técnico y cien-
tífico, creemos que tienen mucha utilidad.
Retornando a nuestro ejemplo veíamos que la materia
subor di nant e, er a comunicación y que la materia subordi-
nada estaba entre los términos definición y clases o ambas.
Ahora, dándonos a la tarea de proporcionar una forma
podríamos establecer la de “dos o más términos separa-
dos por guión” y nos quedaría:
Comunicación – Definición y clases
Colocamos nuestro encabezamiento en el espacio re-
servado al descriptor o encabezamiento de materia y nues-
tra ficha quedará lista para incorporarla a su respectivo
catálogo.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 89


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Capítulo X

La ficha y el catálogo como medios


de registro y recuperación de la
lectura

1. La ficha y su importancia en la lectura


técnica
Poca importancia le da la formación académica al domi-
nio de técnicas para el adecuado registro de la informa-
ción, particularmente de la información proveniente de
la lectura. La escuela primaria y secundaria, parece no
prestar atención a la forma y contenido de los registros
(apuntes) y de los medios. Mas aún, se considera como
una posición “escuelera” la atención que se pueda pres-
tar a esto. Y claro que en muchas oportunidades esa des-
viación “escuelera” existe. Pero el otro extremo tampoco
beneficia el desarrollo intelectual del educando.

Del cuaderno a la ficha


La propuesta que queremos presentar a nuestros lecto-
res, se basa en considerar que el lector técnico debe usar
medios eficaces, útiles y económicos para el registro de
su lectura. El tradicional cuaderno no cumple esta con-
dición. Su eficacia, para los procesos de recuperación de
la información, es discutible. Su utilidad, más allá del
curso o el examen, también lo es. Una reflexión sobre la
forma como empleamos el cuaderno, el tiempo de utili-
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dad del producto y sus facilidades para la recuperación


del contenido, dejan al cuaderno un poco mal calificado.
Debemos llegar a la ficha. Este medio presenta cuali-
dades y condiciones que superan ampliamente los facto-
res de eficacia, utilidad y economía de medios como el
cuaderno. Un paso importante en la lectura es ir del cua-
derno a la ficha. ¿Por qué?

La ficha como medio de registro


La lectura puede registrarse a través de múltiples me-
dios. El cerebro es uno de ellos, la tradición o memoria
social también y toda una variedad de medios que nos
resultaría imposible enumerar. Todos cumplen una mi-
sión: conservar la información.
Entendemos por conservación de la información, la
propiedad de todo proceso informativo para permanecer
en el tiempo y en el espacio. La lectura, lo hemos plan-
teado en capítulos anteriores, también se conserva en el
tiempo y en el espacio.
La ficha es un medio de registro, cuya finalidad es la
conservación de la información proveniente de la lectu-
ra, en eso radica su importancia.

¿Cómo definimos la ficha?


La ficha o tarjeta de registro es un trozo de cartulina,
papel cartón o cualquier otro material de superficie pla-
na y lisa, destinado a escribir sobre él. Es recortado de
manera uniforme para ser incorporado en un catálogo.

92 Lizardo Carvajal Rodríguez


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La ficha, el invento de un abate


El invento de la ficha y su incorporación a las tareas de
investigación bibliográfica, ha sido un paso verdadera-
mente importante y que abre perspectivas para el mayor
avance del conocimiento científico. Su invento no es tan
nuevo. Por lo menos es anterior al de la máquina: 1775.
Fue el abate Rozier quien como buen escribano, llegó un
momento a estar “empapelado” y resolvió organizar en
fichas y por orden alfabético sus resultados de lectura.
Javier Lasso de la Vega, documentalista español, en su
“Manual de técnicas de documentación” nos dice lo si-
guiente, acerca de la importancia histórica de la apari-
ción de la ficha:
(...) Cuando la suma de conocimientos se hizo
sobremanera extensa y la memoria se hizo
plenamente insuficiente para atesorarlos, se
acudió a los clásicos cuadernos de apuntes, notas
o memorias, donde, en mesa revuelta primero y
clasificación por cuadernos después, nuestros
antepasados fueron recogiendo ese rico caudal
de materiales sobre los cuales construyeron un
día sus estudios literarios o científicos.
Pero el sistema de los cuadernos, por su forma,
ató siempre al trabajador intelectual, cuando
pretendió clasificar, alfabetizar u ordenar
siguiendo cualquier sistema al uso, y le planteó
problemas de índice y catalogación tan
complejos, que fue menester buscar con
paciencia e interés una solución para ello.

2. Diversas clases de fichas


En el proceso de comprensión de lectura consideramos
útil dos tipos de ficha: la ficha bibliográfica y la ficha
documental.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 93


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La ficha bibliográfica tiene como fin la


catalogación
La catalogación es una técnica empleada por los bibliote-
carios y documentalistas en general, con la finalidad de
registrar los datos básicos que permitan identificar un do-
cumento escrito.
Las normas de descripción bibliográfica más usuales
en la actualidad son las ISBD*, donde se normaliza la pre-
sentación de registros bibliográficos, tanto para bibliote-
cas, como para particulares.
Basándose en estas reglas, Donald J. Lehnus, elaboró
el ENQUIRIDION, que es un manual práctico y senci-
llo, con ejemplos para catalogar.

La ficha documental
La ficha documental ya no tiene la finalidad de registrar
los datos de identificación del documento, sino de regis-
trar el contenido de la información que el documento
transporta. Por lo tanto, su diseño es diferente.
En la ficha documental distinguimos las siguientes
Áreas:
Encabezamiento de Materia, descriptor o epígrafe
Nota o apunte
Referencia bibliográfica
En el capítulo correspondiente al “apunte como me-
dio de registro de la información” nos detendremos en
lo referente al encabezamiento de materia y al apunte.
Remitimos al lector a ese punto.
*
Normas internacionales de descripción bibliográfica.

94 Lizardo Carvajal Rodríguez


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3. El catálogo
La ficha puede cumplir sus funciones incorporada a un
catálogo o fichero. Si tenemos un “montón de fichas” sin
ninguna organización, el resultado sería nulo. La ficha
debe ser metida en un sistema de catálogo que nos permi-
ta bajo un ordenamiento temático, conservar y recuperar
en forma pronta y eficaz la información.
En la actualidad existen en el comercio muchas refe-
rencias de catálogos. Cualquiera de ellas puede ser em-
pleada por el lector técnico.

4. Biblioteca Luis Ángel Arango, orgullo


nacional
Como una verdadera respuesta al avance tecnológico y a
las necesidades de documentación e información de es-
colares, investigadores, docentes y público en general, en
1990 se reinaugura en Santa Fe de Bogotá este centro,
verdadero orgullo nacional. Son cuarenta y cuatro mil
metros cuadrados de información y cultura, totalmente
automatizada mediante el programa NOTIS. Utilizada
por dos millones de personas al año.
Contiene un catálogo en línea con información biblio-
gráfica de más de 400 mil volúmenes y en conexión con
otras bases de datos, entre las que se destaca la de la Bi-
blioteca Pública Piloto de Medellín y varias institucio-
nes universitarias. Además ofrece acceso a bases de datos
como el sistema de vídeo-texto, Save-Diario El Tiempo;
Juriscol, Jurisprudencia Colombiana, la que contiene toda
la información pertinente a la Asamblea Nacional Cons-

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 95


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tituyente y la historia constitucional del país. Igualmente


el servicio de conexión por Internet.
Cuenta con salas especializadas en música, mapoteca,
ciencias sociales, economía, artes y humanidades,
audiovisuales, constitucional, libros raros y manuscritos,
ciencia y tecnología y hemeroteca.

96 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo XI

La reseña de documentos escritos


como recurso en la comprensión de
lectura

Todo el material lo tengo delante en forma


de monografías, las cuales fueron escritas
con grandes intervalos en diferentes
periodos, no para su publicación, sino para
adquirir yo mismo un concepto claro de las
cuestiones a tratar.

Carlos Marx

1. La Reseña, un recurso creador


La lectura técnica y científica exige una acción creadora.
Leemos, escribiendo. Recepcionamos y producimos. Re-
cibimos y damos. El lector contemplativo, de brazos caí-
dos o cruzados no podrá nunca dominar la dura tarea de
enfrentar un texto activamente, eficazmente.
El lector técnico y científico que requiere nuestros paí-
ses, debe armarse de creatividad, de acción, de re-creati-
vidad.
La reseña de libros es la forma más elevada de re-crea-
ción a partir de la lectura. La reseña, cuando no es mecá-
nica o formalista, es otra obra, producto de la obra que
leemos.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 97


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No se trata de producir verdaderas monografías como


en el caso de Marx. Esa exigencia puede hacerse sólo a
espíritus dotados de una disciplina especial. Pero la rese-
ña de documentos puede tener la forma de un simple ar-
tículo o de ensayo. Estos dos géneros son los más usuales
en la recensión de libros.

Permite comprender a cabalidad el texto


La primera función de la reseña es que permite compren-
der el texto en su integridad. En su totalidad. Para que
un lector pueda hacer una buena reseña, es menester que
ubique adecuadamente el tema que trata, su contenido.
No puede pasar desapercibido el contexto en el que la
obra fue escrita; el conocimiento del autor en los diver-
sos terrenos le es indispensable; los alcances y limitacio-
nes de la obra, etcétera.

Es el fundamento de la crítica pública


Es sólo una adecuada práctica de la recensión o reseña de
documentos, lo que permite que se desarrolle a nivel na-
cional e internacional la crítica pública, “única forma de
crítica socialmente válida” a decir de algún autor.
Cuando en un país o nación se educa al lector para que
sea el propio recensionista de sus libros, estamos prepa-
rando el camino para una crítica abierta, sosegada y ob-
jetiva.
Cuando la prensa abra sus páginas a la publicación de
esas reseñas. Cuando en los periódicos y revistas sea prác-
tica normal, frecuente y cotidiana el comentario de li-
bros, habremos avanzado mucho en el terreno de una lec-
tura técnica.

98 Lizardo Carvajal Rodríguez


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La reseña debe reemplazar los juicios superficiales,


subjetivos y carentes de creatividad, que a diario se es-
cuchan.
La reseña debe imponerse sobre la arbitrariedad del
comentario unilateral. De aquel comentario que no agrega
nada nuevo al tema o a la obra. De aquella frase lastime-
ra: “ese libro es bueno” o “ese libro es malo”.

2. La recensión y sus características

Resumen crítico de la obra


La reseña de documentos escritos debe ser considerada
como un resumen crítico. Este resumen debe interesarse
por el aspecto científico, ideológico, político o técnico de
la obra. Debe responder, de igual forma, a la estructura y
metodología que ella comporta. Debe, así mismo, fijar
los parámetros de producción, creación y objetivos con
relación a los resultados socialmente apreciables. La re-
seña es una forma de crítica bibliográfica.

Descripción completa de la obra


La reseña, así como se interesa por los asuntos de conte-
nido de la obra, debe también interesarse por los aspec-
tos formales de ella. Es asunto que debe ser tocado por el
recensionista.
La impresión, la ilustración, la presentación, su for-
mato, su extensión, su edición, sus anexos.
Todos esos aspectos harán una reseña más y más com-
pleta. Pero por encima de todo lo anterior, está la repro-
ducción del texto. Consideramos que la reseña es de por
sí, un nuevo producto, una nueva obra, de pronto no
La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 99
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con la extensión y envergadura de la obra inicial, pero al


fin y al cabo, una obra. Su expresión puede ser una mo-
nografía, pero también un ensayo, incluso un breve artí-
culo y en últimas hasta una nota. Eso sí, una buena nota.
Veamos a continuación un ejemplo de reseña, escrito
por uno de los grandes maestros de América, José Carlos
Mariátegui quien, precisamente, otorgó a esta práctica
una importancia decisiva.

Antología de la poesía italiana*


Por José Carlos Mariátegui
Difícil el oficio de antologista. Es raro que la
antología salga indemne de la crítica. La
antología no puede aspirar, razonablemente,
sino a ser un muestrario aproximado de la poesía
o la prosa de un pueblo o de una época. Pero se
le exigen, habitualmente, cualidades absolutas:
se quiere que sean completas, imparciales,
exactas, perfectas. Este tipo de antología ideal
está todavía por realizarse; carece de
antecedentes; no hay ningún motivo para
creerlo posible; pero se le reclama siempre que
aparece una antología cualquiera.
En francés (ediciones de Les Ecrivains Reunis),
Lionello Fiume y Armand Henneuse, han
publicado una antología de la Poesía Italiana
contemporánea. El material de esta selección es
la “maravillosa floración lírica” italiana
posterior a D’Annunzio. Lionello Fiume, poeta
de acendrado sentido estético, precede el mejor
equipo de vanguardia aducta. Tiene las
condiciones de juventud y sensibilidad
necesarias para enfocar con justeza el
panorama de la poesía italiana de su época. Es

*
Publicado en Mundial, Lima, 1929.

100 Lizardo Carvajal Rodríguez


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un hombre de gusto, bastante lejano de las


actuales querellas de grupo o de partido, para
apreciar el valor de sus contemporáneos.
No resistiría, sin embargo, esta antología,
como todas, la dura prueba de una crítica
aferrada al canon abstracto de la antología
perfecta. Por ella, el lector se puede formar una
idea aproximada del repertorio poético de la
Italia post-d’annunziana. Si, relativamente, se
contenta con esta idea aproximada,
reconocerá en Fiume y Henneuse dos
discretos cicerones.
La selección parte de los crepusculares —
Giovanni, Corazón, Moretti, F.M. Martín—
“esos poetas” —comentan los antologistas—
que fueron los primeros en aportar, a la poesía
italiana del nuevo siglo, la simplicidad de estilo,
la humildad de tono, el estremecimiento de la
emoción profundamente sentida, cuya
necesidad se advertía tan grandemente después
de las orgías oratorias y verbales de D’Annunzio.
Continúa con los poetas futuristas: Marinetti,
Buzzi, Plazzeschi, Folgore, etc., con los de la
Voce: Ungaretti, Jahier, Saba Moscardelli; con
los del “Vanguardismo”, capitaneado
precisamente por Fiume. Concluye con los de
la Ronda y 900 sin olvidar a los independientes
de la calidad de Ada Negri y Sibila Alseramo,
que escapan a toda clasificación de capilla o de
movimiento. (Este es el itinerario de la labor
previa de agrupación y compilación, porque en
el volumen se observa, regularmente, el orden
alfabético).
Se constatan, desde la primera lectura, algunas
gruesas omisiones, de las que no son
responsables quizá siempre los compiladores.
Estos piden en el prólogo que se tenga en cuenta,
en su descargo las omisiones debidas a la
hostilidad inexplicable encontrada al
demandar la autorización ritual. Autorización

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 101


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que en nuestros países, nada rigurosos todavía


en materia de propiedad literaria, no embaraza
ni estorba, por cierto, a los antologistas.
Pero la explicación no basta para que no se
eche de menos entre otros, en esta tabla post-
d’annunziana, a valores tan significativos como
Papini y Soffici.

102 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Capítulo XII

Hacia una técnica de lectura

El presente capítulo puede ser entendido por el lector


como un taller práctico donde proponemos unos pasos y
unos criterios básicos para lograr un proceso eficaz de
lectura.
La propuesta que hacemos intenta rescatar lo esencial
de la técnica documental que en la actualidad practican
los bibliotecarios y documentalistas en todo el mundo. A
ellos se deben los avances en materia de conceptos como
“perfil de usuarios”, “análisis de información”, “catalo-
gación”, “encabezamiento de materia”.
Tomamos por lo tanto, ese valiosos aporte conceptual
de estos amigos del libro y la palabra escrita.
Pero a su vez proponemos traspasar las barreras de un
simple análisis documental formal. Debemos ir más allá.
Debemos “recuperar” la mayor información posible de
un texto. Para eso tenemos que trascender el simple “aná-
lisis bibliográfico”.
El perfil de interés, la búsqueda de documentos y la
selección y el análisis y la recuperación, son expuestos en
forma sencilla, a través de los objetivos, la meta, la justi-
ficación, el ejemplo y una práctica para el propio lector.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 103


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1. Perfil de interés del lector

PIN = Perfil de Interés

Objetivo
Este primer paso en la lectura que proponemos busca que
el lector identifique sus necesidades de información.

Meta
El lector obtendrá como resultado una tarjeta de materias
o temas sobre los cuales requiere documentación.

Justificación
Saber lo que necesitamos es un primer nivel de concien-
cia. Esto obra para todo el proceso humano. Para el caso
de la lectura técnica, no espontánea, es indispensable que
el lector tenga identificadas sus necesidades de lectura.
No todo lo que llega a nuestras manos puede ser someti-
do a una lectura técnica, no espontánea.
Es esta la primera diferencia entre el lector espontá-
neo, que no sabe lo que necesita y el lector técnico, que
tiene plenamente identificadas sus necesidades.
En realidad nadie puede sustraerse de este paso. Lo que
sucede en la práctica es que se realiza en forma empírica.
Las preguntas serán las de siempre: ¿Qué debo estudiar?
¿Qué libros o documentos tratan el tema? ¿Para qué re-
quiero esta lectura?

104 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Ejemplo
Un joven universitario debe presentar una disertación
en la clase de Filosofía, el próximo jueves 28 de mes.
Durante cuarenta minutos debe disertar sobre el tema
“La hipótesis y su papel en la investigación”. El profe-
sor le ha manifestado que puede hacer uso de cualquier
bibliografía y no le ha recomendado ningún libro en par-
ticular.

Modelo

Desarrollo
En este caso la identificación de la necesidad es obvia.
Sin embargo, debe ser trabajada por el lector. Para ello
hacemos las siguientes preguntas que luego nos servirán
para llenar nuestra tarjeta Nº1 de “perfil de interés”. ¿Para
qué necesito la información? ¿Qué temas requiero? ¿Qué
libros conozco que traten el tema?
Luego de una reflexión el estudiante va recogiendo los
siguientes datos, con base en las preguntas iniciales:

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 105


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Es el primer perfil técnico que realiza.


Disertación de cuarenta minutos, es la aplicación.
De acuerdo a un temario previo de exposición consi-
dera que debe tratar los siguientes temas: Definición de
la hipótesis; relación de la hipótesis; relación de la hi-
pótesis con otras formas de pensamiento; verificación
de la hipótesis y el papel de la hipótesis en la investiga-
ción.
¿Qué libros tratan el tema? Eso precisa una búsqueda
bibliográfica.
Bien, con esa información, el estudiante levanta su tar-
jeta de perfil:

2. Búsqueda documental y selección

BDS = Búsqueda Documental y Selección

106 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Objetivo
El lector en este segundo paso debe tener identificadas
las fuentes que le suministrarán los documentos, los do-
cumentos que puede utilizar y los que debe utilizar.

Meta
El lector dispondrá de una Bibliografía Selectiva.

Justificación
La revisión y búsqueda de la bibliografía existente sobre
un determinado tema, es un paso obligado en la lectura
técnica. Obligado por cuanto de él se parte. Las pregun-
tas que nos podemos hacer son:
—¿Qué libros, revistas, documentos informales, tra-
tan el tema de mi interés?
¿Dónde están localizados y cómo puedo acceder a ellos?
¿Personas, entidades, bibliotecas, centros de documen-
tación, librerías que dispongan del material?
A veces la búsqueda de documentos es una labor
dispendiosa. Pero siempre habrá un bibliotecario o
documentalista diligente, que alivie esta carga y que orien-
te adecuadamente con su labor de “referencista”.
Por ello para este paso el “Bibliotecario” será nuestra
mano derecha. El buen librero también.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 107


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Modelo

3. Análisis y recuperación de información

AR = Análisis y Recuperación de información

Objetivo
El lector en esta fase logrará descomponer el texto leído,
en todas las ideas principales y secundarias y asimilar las
ideas que considere necesarias, para su labor intelectual.

Meta
El resultado será el juego de fichas finales que compren-
de, tanto la ficha documental principal, como las diver-
sas fichas de apuntes.

108 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Justificación
Al hacer la búsqueda documental y al haber hecho la se-
lección, escogemos un documento en particular. Es este
documento en particular el que debemos analizar.
Los pasos son en general aplicables en todos los casos y
tienen la siguiente secuencia:
a. Examen general de la obra
b. Lectura rápida del texto escogido
c. Subrayado de ideas principales y secunda-
rias
d. Anotaciones o apuntes

Proceso
La siguiente ficha será un modelo que servirá de guía para
el primer paso de acercamiento a un documento en par-
ticular:

Ficha de examen general de una obra

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 109


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Una vez conocidos estos puntos el lector podrá pasar a


ganar información mediante la lectura rápida.
Teniendo una idea del tema tratado podrá regresar
haciendo uso de la lectura connotativa o denotativa y,
finalmente, se dispondrá a tomar las respectivas notas
o apuntes de lectura para su registro y clasificación en
el catálogo.

110 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Anexos

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 111


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Sobre los libros


Máximo Gorki

Me han pedido ustedes que escriba un prefacio para este


libro. No soy un escritor de prefacios, pero no estoy dis-
puesto a rechazar un ofrecimiento tan lisonjero, de modo
que aprovecharé esta oportunidad para decir unas cuan-
tas palabras sobre lo que pienso de los libros, en general.
Le debo a los libros todo lo que es bueno en mí. Y en
mi juventud me di cuenta de que el arte es más generoso
que las gentes. Soy un amante de los libros; cada uno de
ellos me parece un milagro y el autor un mago. Soy inca-
paz de hablar de los libros como no sea con la más pro-
funda emoción y un entusiasmo gozoso. Esto puede pa-
recer ridículo, pero es la verdad. Probablemente se dirá
que es este el entusiasmo de un bárbaro; que la gente
diga lo que quiera, yo estoy curado de espanto.
Cuando sostengo un nuevo libro en mi mano, algo he-
cho en una imprenta por un tipógrafo, un héroe a su
manera, con ayuda de una máquina inventada por otro
héroe, me invade la sensación de que algo vivo, maravi-
lloso y capaz de hablarme ha entrado en mi vida; un nuevo
testamento escrito por el hombre acerca de sí mismo, de
un ser más complejo que ninguna otra cosa en el mundo,
el más misterioso y el más digno de amor, un ser cuya
labor y cuya imaginación han creado todo lo que en el
mundo es movido por la magnificencia y la belleza.
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Los libros me guían a través de la vida, que conozco


bastante bien, pero siempre tienen ellos una manera de
decirme algo nuevo sobre el hombre que yo no conocía
antes. En un libro completo se puede no encontrar sino
una sola frase notable y es precisamente esa frase la que
nos liga más estrechamente al hombre y provoca una
nueva sonrisa o una nueva mueca.
La majestad del mundo estelar, el armonioso mecanis-
mo del Universo y toda esa astronomía y cosmología de
lo cual se habla con tanta elocuencia, no me conmueven
ni despiertan mi entusiasmo. Mi impresión es que el
Universo no es tan asombroso, como los astrónomos qui-
sieran que nosotros creyéramos y que en el nacimiento y
muerte de los mundos hay inconmensurablemente más
caos sin sentido que armonía divina.
En algún lugar en el infinito de la Vía Láctea un sol ha
llegado a extinguirse y los planetas a su alrededor están
sumidos en la noche eterna; esto sin embargo, es algo
que no me conmueve en absoluto; pero la muerte de
Camille Falmarion, hombre de magnífica imaginación,
me produjo profunda pena.
Todo lo que nos parece perfecto y bello ha sido inven-
tado o narrado por el hombre. Es de lamentar que fre-
cuentemente haya tenido que crear también el sufrimien-
to, y elevarlo como lo han hecho Dostoievski, Baudelaire
y sus semejantes. Aún en esto veo un deseo de embelle-
cer y paliar aquello que en la vida es monótono y odioso.
No hay belleza en la naturaleza que nos rodea y tan
hostil nos es; la belleza es algo que el propio hombre crea,
sacándolo de lo profundo de su alma. De este modo, el
finlandés transfigura sus pantanos, sus bosques y sus ro-

114 Lizardo Carvajal Rodríguez


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cas graníticas de color de herrumbre, con su vegetación


parca y raquítica, en escenarios de belleza, y el árabe se
convence a sí mismo de que el desierto es hermoso. La
belleza ha nacido del esfuerzo del hombre para contem-
plarla. Yo no me deleito en las masas de montañas caóti-
cas y dentadas, sino con el esplendor de que el hombre
las ha dotado. Yo siento admiración por la naturalidad y
magnanimidad con que el hombre está transformando la
Naturaleza, una magnanimidad que es lo más asombro-
so, porque la Tierra, si uno piensa más detenidamente en
el asunto, está lejos de ser un lugar acogedor para vivir.
Pensad, en los terremotos, huracanes, tormentas de nie-
ve, inundaciones, calor y frío extremos, insectos y mi-
crobios dañinos y en mil y una otras cosas que harían
nuestra vida por completo intolerable si el hombre fuera
menos heroico de lo que es.
Nuestra existencia ha sido trágica siempre y por do-
quiera, pero el hombre ha convertido estas innumera-
bles tragedias en obras de arte. No conozco nada más
asombroso ni más maravilloso que esta transformación.
A ello se debe el hecho de que en un pequeño volumen
de poemas de Pushkin o en una novela de Flaubert en-
cuentre yo más sabiduría y belleza viva que en el frío cen-
telleo de las estrellas, el ritmo mecánico de los océanos,
el murmullo de los bosques o el silencio de los yermos.
¿El silencio de los yermos? Ha sido reciamente trans-
mitido por el compositor ruso Borodin en una de sus obras:
¿La aurora borealis? Prefiero los cuadros de Whistler. Fue
una verdad profunda la que Honh Ruskin proclamó cuan-
do dijo que los crepúsculos ingleses habían llegado a ser
más hermosos después de los cuadros de Turner.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 115


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Me gustaría mucho más nuestro cielo si las estrellas


fueran más grandes, más brillantes y estuvieran más cerca
de nosotros. En realidad se han vuelto más hermosas
desde que los astrónomos han estado hablándonos más
de ellas.
El mundo que habito es un mundo de pequeños
Hamlets y Otelos, un mundo de Romeos y Goriots,
Karamazovs y Mr. Dombey, de David Copperfield,
Madame Bovary, Manon Lescaut, Anna Karenina, un
mundo de pequeños Don Quijotes y Don Juanes.
De tales insignificantes criaturas, de nuestros semejan-
tes, los poetas han creado imágenes majestuosas y los han
hecho inmortales.
Vivimos en un mundo en el que es imposible conocer
al hombre, a menos que leamos los libros escritos sobre
él por científicos y literatos. Un cocur simple de Flaubert
es tan precioso para mí como un evangelio; Landstrykere
(El Crecimiento de la Tierra) de Knut Hmsun, que ma-
ravilló del mismo modo que la Odisea. Estoy seguro de
que mis nietos leerán Jean Christophe de Romain Rolland
y venerarán la grandeza de alma y de intelecto de su au-
tor, su inextinguible amor a la humanidad.
Sé bien que esta clase de amor está considerada hoy
pasada de moda, pero ¿qué importa? Vive sin declinar y
continuaremos viviendo sus alegrías y tristezas.
Creo aún que este amor se está haciendo más fuerte y
más conciente. Aunque esto tienda a prestar a sus mani-
festaciones cierta restricción y pragmatismo, ello de nin-
gún modo mengua la irracionalidad de este sentimiento
en nuestra época en que la lucha por la vida se ha vuelto
tan amarga.

116 Lizardo Carvajal Rodríguez


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No deseo conocer nada sino el hombre, para acercarse


al cual los libros constituyen guías amigos y generosos;
hay en mí un respeto más y más profundo por los mo-
destos héroes que han creado todo lo que es hermosos y
grande en el mundo.*

*
Artículo publicado como prefacio a la Historia General de las Lite-
raturas Extranjeras, de P. Mortier, París 1925.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 117


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El libro y la lectura en
Jorge Luis Borges

Es en mayo de 1978. Jorge Luis Borges, ese extraordi-


nario lector y escritor ciego, ha sido invitado a la Uni-
versidad de Belgrano de Buenos Aires a conferenciar.
Su disertación es una confesión sobre el libro y la lec-
tura. Hoy, no resistimos la tentación de formular a su
conferencia una serie de preguntas que hilvanarán la
idea de Borges, sobre el libro, esa “extensión de la me-
moria y la imaginación”.
Lector: ¿Qué significa para usted el libro?
Jorge Luis Borges: De los diversos instrumentos del
hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los de-
más son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el te-
lescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es ex-
tensión de su voz; luego tenemos el arado y la espada,
extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: El li-
bro es la extensión de la memoria y de la imaginación.
L.: ¿Podría ampliarnos aquello de que el libro es la
extensión de la memoria y de la imaginación?
J.L.B.: En “César y Cleopatra” de Shaw, cuando se ha-
bla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memo-
ria de la humanidad. Eso es el libro y algo más también,
la imaginación. Porque... ¿qué es nuestro pasado sino una
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serie de sueños? ¿Qué diferencia puede haber entre re-


cordar sueños y recordar el pasado? Esa es la función
que realiza el libro.
L.: Pero el libro deviene en lectura. ¿Qué es para usted
la lectura?
J.L.B.: Yo he dedicado una parte de mi vida a las letras
y creo que una forma de felicidad es la lectura; otra for-
ma de felicidad menor es la creación poética, o lo que
llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuer-
do de lo que hemos leído.
L.: Usted habla de la lectura y relectura, ¿qué significa eso?
J.L.B.: Le debemos tanto a las letras. Yo he tratado más
de releer que de leer, creo que releer es más importante
que leer, salvo que para releer, se necesita haber leído. Yo
tengo ese culto al libro.
Puedo decirlo de un modo que puede parecer patético;
quiero que sea como una confidencia que les realizo a
cada uno de ustedes; no a todos pero sí a cada uno, por-
que todos es una abstracción y cada uno es verdadero.
L.: El libro y la lectura se juntan, también se junta la
literatura. ¿Podría darnos su concepto?
J.L.B.: Recuerdo que hace muchos años se realizó una
encuesta sobre qué es la pintura. Le preguntaron a mi
hermana Norah y contestó que la pintura es el arte de la
alegría con formas y colores. Yo diría que la literatura es
también una forma de alegría.
L.: Ese lugar donde organizamos los libros es la Biblio-
teca. Ella pública o privada, existe porque existe el libro.
Eso que usted llama la memoria de la humanidad ¿Qué
es para usted la biblioteca?

120 Lizardo Carvajal Rodríguez


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J.L.B.: Emerson dice que una biblioteca es una espe-


cie de gabinete mágico. En ese gabinete están encanta-
dos los mejores espíritus de la humanidad, pero esperan
nuestra palabra para salir de la mudez.
L.: En la lectura de libros, ¿Qué recomienda usted?
J.L.B.: Yo he sido profesor de literatura inglesa, du-
rante veinte años, en la facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires. Siempre les he dicho a
mis estudiantes que tengan poca bibliografía, que no lean
críticas, que lean directamente los libros; entenderán poco,
quizá, pero siempre gozarán y estarán oyendo la voz de
alguien. Yo diría que lo más importante de un autor es su
entonación, lo más importante de un libro es la voz de su
autor, esa voz que llega a nosotros.
L.: Respecto a la “desaparición del libro”, ¿cuál es su
concepto?
J.L.B.: Se habla de la desaparición del libro; yo creo
que es imposible. Se dirá ¿qué diferencia puede haber
entre un libro y un periódico o un disco? La diferencia
es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye
así mismo para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto
frívolo. Un libro se lee para la memoria.
L.: ¿Y su actitud personal frente al libro?
J.L.B.: Yo sigo jugando a no ser ciego, yo sigo com-
prando libros. Los otros días me regalaron una edición
del año 1966 de la Enciclopedia de Bronkhause. Yo sentí
la presencia de ese libro en mi casa, la sentí como una
suerte de felicidad. Ahí estaban los veintitantos volúme-
nes con una letra gótica que no puedo leer, con los mapas

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 121


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y grabados que no puedo ver; y sin embargo, el libro


estaba ahí. Yo sentía como una gravitación amistosa del
libro. Pienso que el libro es una de las posibilidades de
felicidad que tenemos los hombres.

122 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Diálogo imaginario sobre la lectura


entre maestros de la escritura

Adaptación tomada del libro Alquimia de


escritor de Roberto Rubiano Vargas

Graham Green: Tal vez sólo en la infancia los libros ejer-


cen una influencia profunda en nuestra vida. En la vida
posterior los admiramos, nos entretiene, podemos modi-
ficar criterios que ya sustentamos, pero es más probable
que encontremos en los libros únicamente una confir-
mación de lo que ya ocupa nuestra mente: como en una
relación amorosa, son nuestros propios rasgos los que
vemos reflejados halagadoramente.
Marguerite Yourcenar: Estaban primeros los cuentos de
hadas, que me gustaban mucho. Como todos los niños,
me esforzaba por darles vida y me paseaba con una varita
y frotaba los objetos pidiendo que se convirtieran en oro;
no se convertían, pero era un juego delicioso.
Alejo Carprentier: Los libros que más influencia tienen
sobre un escritor son los que lo han entusiasmado en su
adolescencia. Buenos o malos, puede incluso haberlos
olvidado, estos libros han marcado su imaginación.
Augusto Monterroso: ¿Los libros a que uno vuelve son siem-
pre los mejores? No siempre. A algunos se regresa una y
otra vez por costumbre o hábito; en ocasiones hasta como
se vuelve a ver a un amigo que nos cae mal.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 123


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Gabriel García Márquez: Cuando terminé mi bachillera-


to y me fui para Bogotá, a la Universidad, mi diversión
más salaz era meterme en los tranvías de vidrios azules
que por cinco centavos giraban si cesar desde la Plaza de
Bolívar hasta la Avenida de Chile, y pasar en ellos esas
tardes de desolación que parecían arrastrar una cola in-
terminable de muchos otros domingos vacíos. Lo único
que hacía durante los viajes de círculos viciosos era leer
libros de versos y versos y versos, a razón quizás de una
cuadra de versos por cada cuadra de la ciudad, hasta que
se encendían las primeras luces en la lluvia eterna, y
entonces recorría los cafés taciturnos de la ciudad vieja
en busca de alguien que me hiciera la caridad de conver-
sar conmigo sobre los versos y versos y versos que aca-
baba de leer. A veces encontraba a alguien, que era casi
siempre un hombre, y nos quedábamos hasta pasada la
medianoche tomando café y fumando las colillas de los
cigarrillos que nosotros mismos habíamos consumido y
hablando de versos y versos y versos mientras en el res-
to del mundo, la humanidad entera hacía el amor.

124 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Definiciones

Accesorios, elementos que siguen al texto para comple-


tarlo, tales como epílogo, glosarios, bibliografía, apéndi-
ce, anexos, índice y colofón.
Anexo, sección adicional, generalmente no escrita por el
autor, que documenta el texto.
Apéndice, sección escrita por el autor que va al final para
completarlo.
Anteportada, hoja que precede a la portada y cuyo an-
verso contiene únicamente el título del libro.
Autor, persona(s), entidad(es) responsable(s) del conteni-
do intelectual del libro.
Bibliografía, lista de obras consultadas por el autor y uti-
lizadas para dar autoridad, documentación y referencia
de la fuente.
Capítulo, división secundaria que sigue, en orden de im-
portancia, a la parte de una obra.
Cita bibliográfica, véase referencia bibliográfica.
Coautor, persona(s), entidad(es) responsable(s) del con-
tenido intelectual del libro, con uno o más asociados sin

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 125


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que, usualmente, la contribución de cada uno pueda se-


pararse de la del otro.
Colofón, anotación colocada en la última página del li-
bro con el nombre del impresor, el lugar, la fecha de im-
presión y, algunas veces, tirada.
Compilador, persona(s) entidad(es) que forma(n) un li-
bro coleccionando y ordenando partes, extractos o mate-
rias de varias fuentes.
Cortes, los tres cantos o bordes de un libro.
Cubierta, forro de papel u otro material ilustrado que
cubre el libro para protegerlo y para imprimir en este su
promoción comercial.
Dedicatoria, nota en la cual se dedica un libro a una o
varias personas.
Depósito legal, inscripción que figura en el reverso de la
portada y en la cual se indica que se ha cumplido con los
requisitos legales.
Derechos de autor, potestad exclusiva de un autor o de
sus herederos para reproducir una obra y además para
recibir regalías. Se identifica con el símbolo (copyright)
seguido del titular del derecho y la fecha de registro.
Edición, conjunto de ejemplares de una obra impresa de
una sola vez, sobre el mismo molde.
Editor, persona(s), entidad(es) responsables de la publi-
cación de un libro a cuyo cargo están la dirección, la pro-
ducción y a veces, la distribución y la venta.
Editorial, véase editor.

126 Lizardo Carvajal Rodríguez


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Ejemplar, cada una de las copias impresas de una edi-


ción.
Epílogo, conclusión que se deriva del texto del libro.
Falsa portada, véase anteportada.
Fecha de edición, año de publicación de un libro.
Ficha catalográfica, reproducción de la tarjeta que con-
tiene la catalogación y clasificación del libro; debe apa-
recer en la parte inferior del reverso de la portada.
Formato, tamaño de un libro.
Glosario, lista de términos técnicos, no familiares o poco
usados con su definición.
Guardas, hoja que inserta el encuadernador para ayudar
a fijar las tapas a la primera y a la última hoja del libro.
Hoja, lámina que consta de dos caras.
Hoja titular, véase portada.
Ilustraciones, tablas, figuras, colocadas en un libro para
dilucidar el texto.
Ilustrador, persona que hace las ilustraciones de un libro.
Impresión, ver edición.
Impresor, persona o entidad que se responsabiliza de la
presentación tipográfica de un libro.
Índice, lista pormenorizada, según diversos conceptos, de
elementos importantes del contenido total del libro, dis-
puesta en un determinado orden para indicar su localiza-
ción en el texto.

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 127


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Introducción, escrito del autor, que antecede al texto,


en el cual expone sus puntos de vista sobre la materia o
hace un resumen general de la misma.
ISBN, (International Standard Book Number) número
internacional normalizado del libro.
Libro, publicación impresa con más de 48 páginas.
Lista de abreviatura, relación de las palabras representa-
das en el texto por una o varias de sus letras.
Lomo, parte de un libro donde se unen las hojas opues-
tas al corte de las mismas y en la cual puede colocarse el
nombre del autor o el título.
Lugar de edición, nombre de la ciudad donde se halla
establecida la editorial.
Lugar de impresión, nombre de la ciudad donde se im-
prime el libro.
Nota de pie de página, aclaración que coloca el autor, el
compilador, el traductor o el editor en el margen inferior
de una página, que tiene por objeto ampliar, completar o
desarrollar una idea expresada en el texto o hacer una
referencia bibliográfica.
Nota tipográfica, véase pie de imprenta.
Página, cada una de las caras de una hoja.
Parte, división principal que sigue, en orden de impor-
tancia el tomo de una obra científica o literaria.
Pastas, véase tapas.
Pie de imprenta, indicación del lugar de edición, nom-
bre de la editorial y fecha de edición.
128 Lizardo Carvajal Rodríguez
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Portada, hoja en cuyo anverso se colocan el título del li-


bro, el nombre del autor, el del traductor (si lo hubiere)
y el pie de imprenta. Su reverso puede incluir datos tales
como ediciones anteriores, título original (si se trata de
una traducción), depósito legal, reserva de los derechos
de autor, el ISBN, la reproducción de la ficha catalográfica
y algunos detalles de la edición.
Portadilla, véase anteportada.
Prefacio, véase prólogo.
Preliminares, partes que anteceden al texto y cuyo obje-
tivo es determinar, caracterizar y dar una idea global del
libro.
Prólogo, escrito anterior al texto que contiene las consi-
deraciones necesarias para mejor comprensión del libro,
tales como origen, carácter, alcance, metodología y obje-
tivos; puede ser escrito por persona distinta al autor.
Reedición, edición que se distingue de las anteriores por
las modificaciones de contenido o de presentación.
Referencia bibliográfica, conjunto de elementos suficien-
temente precisos y detallados para facilitar la identifica-
ción de una publicación o parte de ella.
Reglas o instrucciones, aclaraciones hechas para facili-
tar el manejo o comprensión del texto.
Sección, división secundaria que sigue, en orden de im-
portancia, a la parte de una obra.
Solapas, parte de la cubierta o de las tapas que doblan
hacia el interior del libro y que son aprovechadas, gene-
ralmente, por el editor para imprimir en ellas notas

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 129


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divulgativas del autor, el libro, la editorial o la serie.


Subtítulo, palabra o frase aclaratoria añadida al título.
Tabla de contenido, lista concisa de las partes, secciones
o capítulos de un libro, dispuestos en un determinado
orden para indicar su localización en el texto.
Tapas, cada una de las láminas de cartón, cuero u otro
material similar que protegen el libro encuadernado o
empastado.
Texto, parte principal del libro donde se desarrolla su
contenido.
Tirada, número de ejemplares de que consta una edición.
Título, denominación con la cual el autor designa el li-
bro.
Tomo, unidad física en la que el autor divide su obra.
Traductor, persona que vierte de un idioma a otro el texto.
Volumen, unidad física hecha por el encuadernador y la
cual puede tener uno o más tomos.

130 Lizardo Carvajal Rodríguez


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El Autor

S oy Historia-
dor egresado
de la Universi-
dad del Valle.
Por esta Univer-
sidad logré pa-
sear mis pensa-
mientos y mis
pasiones.
Fue en agosto de 1977 cuando, por primera
vez, tomé la tiza, mi mochila, un viejo libro y
con mucha emoción inicié mi silabario de cla-
se.
He tratado de ser autodidacto y de hacer amis-
tad con el legado más noble del hombre: los
libros. En las áreas que he estudiado, los he
escrito. Han sido pensados para mis estudian-
tes, en primer lugar, y con la idea de que la
primera responsabilidad del maestro es dejar
por escrito lo que, poco a poco, va germinan-
do en su entendimiento. La Lectura, 1980;
Metodología de la Investigación, 1982; La Asam-
blea Cooperativa, 1985; La Educación Coopera-
tiva, 1986; Diccionario Internacional de Coope-
rativismo, 1995; Fundamentos de Tecnología, en
1995; La Escritura, 2002; ¡Vamos a clases! o la

La Lectura, manual para la comprensión de textos e hipertextos 131


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recuperación del concepto de maestro, 2005; El arte de


leer y escribir, 2015; Hábitos de lectura y escritura,
2015. Igualmente, he escrito Clasificación Contem-
poránea de Ciencias y Taxología del Género Literario.
Fui profesor titular de la Universidad Santiago de
Cali, institución a la que estuve vinculado desde
1972 hasta 2016.
En la actualidad soy asesor y docente en la Univer-
sidad Libre, Cali, Colombia. En esta Universidad
continúo ejerciendo la posibilidad del pensamiento
libertario, basado en el reconocimiento de la reali-
dad y en la aplicación de la Ciencia.
Con el lector siempre estaré con mis horizontes
abiertos en mi sitio web www.lizardo-carvajal.com
Gracias por tener en sus manos este, nuestro libro.
Santiago de Cali, Colombia, 2018.
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Este libro se terminó de imprimir en


Poemia su Casa Editorial, Santiago
de Cali, Colombia, en 2023.

134 Lizardo Carvajal Rodríguez

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