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Había entre estos dos países una diferencia económica fundamental: los dos
se beneficiaron de las “revoluciones comerciales” (basadas en el azúcar y los
esclavos) por lo que los dos aumentaron su riqueza en el siglo XVIII, pero en
Francia no se había producido una “revolución agrícola” (mejora en la
agricultura). Esto si lo tenía Gran Bretaña: “Las mejoras introducidas…
implicaban el mejor aprovechamiento de las tierras; nuevas técnicas de
producción de alimentos… la rotación sistemática de cultivos…” (p. 16), etc.
Los orígenes de esta revolución se encuentran en las luchas que se dan para
resolver las carencias económicas. Para los años 1788 y 1789 la situación
económica había empeorado: malas cosechas, aumento del pan, los pobres se
morían de hambre, desastres naturales (granizo), etc. Las secuencias de
acontecimientos políticos estaban en completa relación con la crisis financiera
en la que se vivía.
Los autores destacan los acontecimientos que se sucedieron entre los años
1787 y 1789. El primero de estos fue en 1787 cuando fracaso el intento del
Ministro de Hacienda de conseguir fondos para la crisis económica en la
“Asamblea de Notables”. “Los aristócratas pertenecientes a la misma se
negaron a apoyar la propuesta radical de introducir un impuesto sobre la
propiedad de la tierra, sin tener en cuenta la condición social de los
propietarios…” (p. 22) No se encontró otra alternativa más que llamar a los
Estados Generales en 1789, organismo antiguo que no se utilizaba desde
1614. En este periodo, se publicaron infinidades de panfletos, las opiniones
eran importantes. También se empezaron a suscitar levantamientos violentos
por parte de los campesinos.
Luis XVI tuvo que ordenarles a los dos estados que se unieran a la Asamblea
Nacional. El centro de atención paso de Versalles (donde se reunía la
Asamblea Nacional) a París. Las disputas que se habían dado en la corte y la
movilización de tropas hicieron creer que la Asamblea Nacional podía
disolverse y, por tanto, que la voluntad popular estaba siendo amenazada.
Estallo una revuelta que no pudo parar la recientemente formada “milicia
ciudadana”. Esta revuelta fue tan profunda que se tomó y destruyo la fortaleza
de la Bastilla. Pero lo que hay que tener en cuenta es que: “fueron individuos
sin poder, y no los miembros de la Asamblea Nacional, quienes llevaron la
Revolución un paso adelante…” (p. 25).
La guerra revolucionó aún más la Revolución. El papel del Estado fue afectado
también por la guerra: lo engrandeció.
Hay dos años clave: 1807 y 1808. En el primero, Francia invade Portugal por
no aceptar el bloqueo continental contra Gran Bretaña; el segundo, Francia
derroca a los reyes Borbones de España, su aliado. Es la península ibérica en
la que las tropas británicas van a poder avanzar contra los Bonaparte
(recordemos que Napoleón pone como rey de España a su hermano José) de
manera terrestre. Consideramos que hubo dos consecuencias fundamentales:
la primera abrir un frente nuevo para luchar, por el cual, el ejército francés iba a
tener que dejar muchas tropas. Segundo, el desplazamiento de las tropas para
invadir Portugal hizo que los países hostiles al gobierno de Napoleón se
pudieran reagrupar para la resistencia.