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Teoría y práctica
Capítulo II
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Este hecho excepcional que impulsa al Estado a hacerse presente más allá
de sus fronteras con el objeto de proteger su existencia, ha de generar toda
una problemática vastísima. Esa problemática es la que está vinculada a la
política exterior y a la política internacional.
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independencia como del ámbito físico en el cual esa personalidad nacional
se desarrolla.
No voy a hacer acá una larga enumeración de todo lo que ha sido la vida
internacional del Perú; pero evidentemente esa vida se desarrolla en tres
grandes etapas de la historia peruana. Aunque parezca un tanto mítico,
los primeros aspectos de la vida internacional peruana se desarrollan en la
época del Imperio, es decir, cuando en este espacio que es actualmente el
territorio del Perú, más una serie de otros territorios vecinos, se estableció un
importante imperio que tuvo determinadas características de lo que puede
ser la vida internacional del Estado de otro tiempo. Tuvo las características,
precisamente, de un Estado imperial. Era un Estado que llevaba hacia
otros territorios y hacia otras naciones una marca propia y que buscaba
asimilarlos a sus propios intereses y a sus propios objetivos nacionales, tal
como eran concebidos en el Cusco. De tal suerte, hubo un cierto concepto de
vida internacional en la etapa más antigua de nuestra historia, que culmina
prácticamente con la consolidación del imperio incaico. El imperio incaico,
que cubre unos 200 ó 300 años de nuestra historia más reciente antes de la
Conquista, fue un Estado, según reconocen los tratadistas más importantes,
con las características de un Estado universal y consecuentemente con los
intereses internacionales de un Estado universal de su tiempo.
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Para que esto sea así, para que nosotros alcancemos esta plenitud de
independencia –en cuanto pueda ser posible en un mundo donde la
interdependencia entre los Estados es tan acentuada como es en el mundo
contemporáneo– tenemos que crear un marco de referencia, una especie
de esquema tipológico, dentro del cual se puede manejar la política
exterior con el objeto de coadyuvar, precisamente, al establecimiento de
esa independencia definitiva.
Aparte de este marco histórico, la política exterior del Perú está muy
señalada por un contexto geográfico. Al lado de estas etapas que representan
el desenvolvimiento de la vida social en este país a lo largo de muchas
centurias, existe una constante geográfica que marca la política exterior
peruana. Esa constante está dada por tres ingredientes principales,
inherentes al territorio peruano: el mar, los Andes y la Selva; éstos, en buena
cuenta, están marcando gran parte del destino histórico del Perú, como país
con capacidad de acción internacional.
Pero estas tres grandes áreas que generan grandes temas de política exterior,
es decir, el problema del mar, el problema de la integración, el problema
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de la cooperación amazónica, están circunscritas dentro de un perímetro
territorial que es el que señalan los tratados de fronteras y límites del
Perú. La existencia de este perímetro territorial, de este territorio y su
aprovechamiento, no es exclusiva responsabilidad del manejo interno del
Estado, sino que también existe una proyección internacional.
Pero no solamente hay esto, lo que la acción internacional pueda hacer para
que esta heredad nuestra se potencialice y se enriquezca gracias a acciones
internacionales. Existe, además, la importancia del factor seguridad que
para la política exterior de un Estado es sustantiva, y es una de las grandes
preocupaciones, precisamente, de la diplomacia peruana. La definición
del territorio no es solamente su aprovechamiento; es su defensa, es su
seguridad, y en este campo la diplomacia peruana y la política exterior
del Perú tienen un papel fundamental que jugar. Lo ha jugado haciendo
lo que ha estado a su alcance, para que las generaciones nuevas reciban
como patrimonio lo esencial y lo sustancial de lo que fue el territorio que
todos los peruanos recibimos desde el momento de la independencia. Y en
realidad con todo lo que hay de contradicciones y de frustraciones en la
historia del Perú, lo que es el territorio peruano actual es sustantivamente,
salvo la desmembración chilena, lo que el Perú recibió en el momento de
su independencia. Hay variantes que pueden salir del mejor o menor buen
manejo de determinadas situaciones internacionales en algunos problemas
de fronteras, pero lo esencial del territorio peruano se ha preservado; lo
que hemos perdido, realmente, lo hemos perdido en una guerra. Es muy
discutible la afirmación que hay otras áreas de territorio peruano perdidas
por la diplomacia. En realidad hay pequeños baches en la negociación
internacional del Perú, a lo largo de 100 años, que pueden haberle costado al
Perú, en el manejo de los textos y de los tratados, tal vez algunas extensiones
de terreno, pero lo esencial del territorio nacional, lo que se recibió, es lo
que se transfiere a las nuevas generaciones.
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De manera que hay en esto una constante histórica que creo es importante
reconocer, porque a veces hay la fácil tentación de decir que la diplomacia
peruana a través de más de 100 años, lo único que ha hecho es perder el
territorio del país. Esto no es exacto y quien revise con seriedad la historia
del Perú sabrá en qué consiste la verdad de este problema.
Pero este hecho territorial, que estoy tratando de escribir como un aspecto
fundamental de una política exterior y de la acción de una diplomacia, no
se limita a ese contorno. El hecho que este territorio en el cual viven los
peruanos esté ubicado en el continente americano, tiene automáticamente
una proyección adicional y muy importante en materia de política exterior.
Nosotros vivimos en el espacio geográfico en el cual tiene también su
ubicación la potencia más importante de la Tierra, y esto genera todo un
cúmulo de graves problemas que es necesario afrontar. Es el viejo dilema
entre la vecindad y la dependencia, es el viejo dilema entre la autonomía y
la subordinación. A ese viejo dilema que todavía subsiste como un riesgo
evidente en la vida internacional de los países latinoamericanos, la acción
diplomática peruana debe dirigirse con especial énfasis y decisión. Hay que
afirmar la propia identidad nacional y la autonomía de nuestras decisiones
frente a una realidad nacional física y de poder que son los Estados Unidos,
del que surge toda una problemática sumamente compleja para un país
como el Perú y crea toda un área de acción internacional, que es sustantiva
y que está vinculada a la presencia física de ambos países en el mismo
continente.
En el caso del Perú, uno de los hechos más importantes que ha generado
la ubicación de nuestro territorio es el hecho de que, histórica y geopolí-
ticamente, la Costa occidental del Pacífico Sur ha sido el escenario de una suerte
de competencia histórica entre dos de esos territorios ubicados en esa área, y
que finalmente adquirieron las características de Estados independientes. Este
hecho está fundamentalmente enmarcado por la presencia de Chile y del Perú
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en esta área del Pacífico sudamericano. Como todos sabemos, históricamente
el Perú fue en cierta medida no solamente la cuna del resto de los países
sudamericanos en una proporción considerable, sino que además, de alguna
manera, el centro conductor o de irradiación, tanto política como cultural, de
toda esta área sudamericana. Sin embargo, un extraño designio histórico lo ha
llevado históricamente a una confrontación periódica con las posiciones del
territorio y del Estado que más adelante se constituyó sobre el territorio al sur
del Perú. Se puede recordar, si bien es casi anecdótico, que ya en los orígenes
mismos de la nacionalidad, cuando los propios incas incursionaban en todos
los territorios o en todos los grandes espacios sudamericanos, tuvieron
importantes confrontaciones hacia el sur, en el Arauca y en la zona de los
araucanos. Más adelante, en los albores del nacimiento del Perú actual, en
los momentos en los cuales la Conquista española empieza a generar una
forma de nación nueva en el Perú, y en la cual el conquistador Pizarro se
establece como el jefe natural de esta tierra conquistada, el primer y más
grande conflicto que Pizarro tiene es precisamente con los que se llamó en
ese entonces “los de Chile”; vinieron los de Chile con Almagro, a quien
había tocado esa parte del territorio sudamericano, y tuvieron la primera
confrontación, en los momentos aurorales de la historia peruana. Esto,
que puede ser anecdótico, son hechos premonitorios de que parecía existir
una cierta inmanencia en toda esta vida de relación que se desarrollaría
posteriormente y que llevaba a inevitables confrontaciones y situaciones
conflictivas el vínculo entre estos dos territorios.
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La relación con el Ecuador y los problemas con ese país tienen también
un viejo origen colonial que parten de la manera cómo uno y otro país
entendieron lo que había sido la delimitación de los Estados independientes
que se crearon sobre estos territorios, y que generaron en el Ecuador, por
múltiples razones, todo un complejo de aparentes aspiraciones nacionales
que ellos han ido acondicionando, por decirlo así, hasta convertirlas de
aspiraciones en frustraciones, todo lo cual culmina en cierta manera en el
conflicto del año 41 y en el Protocolo de Río del año 42. Es otro de los grandes
conflictos históricos del Perú, vinculado esencialmente a su presencia física
en el ámbito sudamericano.
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pueda desenvolverse con el margen de libertad necesario, a consecuencia,
precisamente, de estos problemas directos e inmediatos que han venido
originados de un pasado complejo y de una región geográfica evidentemente
difícil. Entonces, si el Perú quiere hacer una política exterior acorde con lo
que son los intereses contemporáneos de un país en crecimiento, tiene que
buscar la forma de redimir esas injusticias del pasado y tratar de encontrar
en un tipo de soluciones el margen de libertad apropiado para lanzarse
hacia nuevos objetivos. ¿Por qué todo esto? Porque nuestro país tiene
una vocación natural, por las características de su propio territorio y por
la significación histórica de ese territorio en América del Sur, a tener una
posición realmente eminente e importante en el continente sudamericano,
y en América Latina en general. Somos un país que tiene una importancia
considerable en el Pacífico sudamericano, somos un país que es el centro de
todo un proceso, de toda una estructura física y política que es el proceso
andino; somos un país que tiene toda un área de su territorio volcada hacia
la Amazonia y, consecuentemente, toda un área que penetra en el centro
de América del Sur, en el cual habrá de resolverse en los años futuros una
parte del destino de este continente. Es un país que tiene entre el mar, los
Andes y la Selva tres elementos físicos que lo comprometen con toda la
problemática sudamericana y que lo hacen ser una especie de pivote en el
juego de la política sudamericana; por estas mismas razones corresponde
al Perú una participación muy activa y muy precisa.
Ahora bien, para que el Perú pueda jugar esas potencialidades, para que el
Perú pueda poner en marcha debidamente todos esos recursos que vienen
de la historia y de la geografía, para que haga de todas estas circuns-
tancias especiales un elemento de fuerza y de poder en su política exterior,
el Perú no puede estar demasiado amarrado por determinado tipo de
situaciones que vienen del pasado. De allí las apreciaciones con respecto
a estas dos hipotecas. La hipoteca de la mediterraneidad boliviana, que
permanentemente nos crea una situación de confusión, de preocupación,
de incertidumbre, con respecto a la manera de afrontar el problema y, de
otro lado, la hipoteca ecuatoriana y que todavía, lamentablemente, desde
el punto de vista de ellos, mantiene abierta una parte del problema.
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Tumbes, que es un proyecto que en cierta manera equilibra o balancea las
ventajas que nosotros obtuvimos del acuerdo para el aprovechamiento
de la Cuenca de Catamayo-Chira-Piura. Ha habido una etapa en los años
recientes de nuestras relaciones con el Ecuador, muy rica de negociación
o de diálogo que, proyectando sus objetivos hacia metas completamente
distintas, como son el desarrollo de los dos países en determinadas áreas,
ha logrado facilitar el establecimiento de otras formas de comunicación con
el Ecuador que han atemperado, en cierta manera, la virulencia de nuestro
problema que, sin embargo está allí latente, pues en esto hay que ser realista.
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una suerte de trampolín hacia posiciones mejores que nos permita ampliar
el área de nuestra influencia en América del Sur.
Vemos así cómo se va diseñando una presencia más integral, una presencia
más amplia del Perú en la escena sudamericana. No nos limitamos, o no
debemos limitarnos, a considerar al Perú internacionalmente como un país
que está circunscrito a su propio territorio y a la defensa de los intereses
tradicionales que ese territorio pueda haber generado. Es decir, que hay
que estar muy atento al problema de Chile, al problema de Bolivia, al
problema del Ecuador –son temas sustantivos de nuestra política exterior,
pero mientras podamos mantener un cierto control sobre ellos, habremos
de tener el margen de libertad necesario para ir incursionando hacia otras
áreas que permitirán potencializar nuestra presencia internacional y que, en
última instancia, habrán de repercutir en estos tres problemas básicos. En
ese sentido vamos avanzando en el área sudamericana porque pensamos
que un país que tiene, como en el caso del Perú, una posición muy definida
y muy influyente en el área de mar; en el Pacífico sudamericano, por su
posición con respecto a las 200 millas y por la manera como la ha manejado;
y que tiene una importancia considerable a nivel de los países andinos por
lo que significa este país como centro del proceso, como promotor de los
nuevos alcances que el proceso andino debe tener; y finalmente, por lo que
el Perú pueda aportar y deberá aportar a una política de aprovechamiento
de la Amazonia coherente y eficaz; todo este complejo de problemas en
que giran, de una manera u otra, todos los países sudamericanos, tienen al
Perú, en cierta manera, como pivote central.
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la lengua, a la religión y a una serie de experiencias comunes, en el mundo
de nuestros días adquiere una dimensión nueva porque es la solidaridad
en función de un tipo de problemas que nos pone en contacto con otras
regiones del mundo, lo que se da en llamar el Tercer Mundo o el mundo en
desarrollo. De ahí viene otra proyección a la cual es necesario acudir con
el bagaje internacional que se está tratando de formar para la diplomacia
peruana. Cómo el Perú, como parte de América Latina, puede contribuir a
crear ciertos elementos de interés común con otras áreas del mundo con las
cuales lo vincula, especialmente, este problema común del subdesarrollo.
Eso crea también una solidaridad, una solidaridad en la pobreza y en las
necesidades, y lo que es más, una solidaridad en la urgencia de avanzar, en
la necesidad de progresar y de que ese avance y ese progreso sean apoyados
unos por los otros dentro de este complejísimo y contradictorio mundo
que es el mundo en desarrollo. A eso también, la diplomacia peruana le ha
dedicado muchos y muy notables esfuerzos en los últimos años. Si hay algo
que es difícil, a veces, es saber ubicarse en el mundo; hay la tendencia, por
decirlo así, a la insularidad, o máxime, a reconocer en la vecindad los únicos
intereses internacionales de un país. Todo país, como toda persona, tiene la
tentación de sentirse un poco el centro del mundo, creer que el hecho de que
sea un país que tenga sus propios intereses internos, crea una problemática
que no tiene por qué preocuparse demasiado de otras áreas del mundo. Sin
embargo, sabemos muy bien que el mundo de nuestros días no tolera, no
acepta áreas insulares o países que se consideran totalmente parroquiales;
el mundo actual es un mundo de interrelación, de interacción, y potencias
grandes o pequeñas tienen que estar en actitud de poder desempeñar un
papel. Lo que se ha tratado en el Perú, a lo largo de estos años, ha sido de
dotarlo de los medios necesarios para que pueda saber dónde es que se
ubica en el mundo actual, en dónde tiene que dar una serie de batallas, y en
dónde se encuentran los intereses que convergen con los suyos o aquellos
que divergen.
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Sin perder nuestra identidad y nuestro propio manejo de las cosas, tenemos
que reconocer en muchos de esos países una comunidad de intereses. Y
no solamente eso, sino que hemos iniciado una política exterior partiendo
del reconocimiento que el foco inmenso de la potencia dominante
norteamericana en América Latina generaba atracción de luz irremediable
y casi exclusiva; hemos tratado, precisamente, de introducir otros focos
para que distraigan un poco esta excesiva luminosidad. Y así, por ejemplo,
hemos hecho en años recientes toda esa apertura con los países socialistas,
que fue una de las grandes aventuras aparentes de la política internacional
peruana, pero que no era otra cosa que la comprobación de una realidad;
los países socialistas son países muy importantes en el mundo actual, a tal
punto que uno de ellos, la Unión Soviética, es el otro gran polo de poder a
escala mundial, y es inevitable para un país que aspira a estar presente en
el mundo de su tiempo una relación con estos países. Dentro de ese criterio
se estableció también toda una política de vinculación y de cooperación con
los países socialistas. Era una heterodoxia en esos momentos, hoy día es un
asunto de manejo diario en la Cancillería peruana.
Así, tenemos todo este otro complejo de relaciones que se ha ido abriendo
paso de manera importante en la diplomacia peruana en años recientes, y
que no es otra cosa que un intento de la propia Cancillería, de la política
exterior del Perú y del mismo gobierno, de ubicar a nuestro país en su
verdadera dimensión internacional y en su verdadera proyección a escala
mundial. Por más pequeño o modesto que aparentemente sea un país, si
sabe manejar debidamente sus intereses internacionales, automáticamente
potencializa su poder, lo enriquece, y ello es precisamente lo que hemos
tratado de hacer. Todo el esfuerzo de la política exterior de la diplomacia
peruana en estos años, ha sido un acarreo de elementos nuevos para el
incremento del poder del Estado peruano. Lo que hemos buscado con todo
esto, y lo que buscamos, es que en base a un tipo de mecanismos que no son
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potencias, ni los del desarrollo científico y tecnológico que pueden tener
ciertos países, sino que son el trabajo lento y silencioso de una actividad
internacional que ha buscado emplazarse y ubicarse en muchas áreas
del mundo, que ha buscado abrir para el Perú una serie de canales de
comunicación distintos, que ha procurado amigos donde antes eran mundos
extraños y distantes, que ha tratado, precisamente, de establecer formas de
cohesión en América del Sur –que tienen al Perú como su centro–, que ha
hecho todo un cúmulo de acciones internacionales importantes dentro de las
cuales por ejemplo, para señalar una significativa, la doctrina del mar, que
el Perú con tanto empeño ha defendido durante casi 30 años, en realidad
se transforma en una política actualmente de interés mundial.
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Primer tema: Territorio
Es así que la primera conclusión a la cual se llega y que es la base primigenia
de la política exterior peruana, es que el punto inicial de operaciones para
toda política exterior es su propio territorio, que es la realidad esencial de un
país. ¿Qué sucede con el territorio peruano? Hay que describir la ubicación,
características y aprovechamiento del territorio peruano; su significación
histórica, como nexo natural entre los extremos norte y sur y como antiguo
asiento del núcleo de cohesión política del subcontinente, que le otorga una
importancia singular dentro del contexto actual de la política internacional
sudamericana.
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para que ese territorio pueda ser mejor aprovechado con el concurso de los
países vecinos. Es lo que llamamos la organización del aprovechamiento
territorial. Me he referido en las páginas precedentes, a las experiencias
de aprovechamiento conjunto de áreas territoriales comunes entre, por
ejemplo, el Perú y Ecuador. Hay un área territorial importante en la cual
tenemos proyectos de cooperación para el establecimiento de todo un
sistema de aprovechamiento de aguas. Este ejemplo indica, pues, cómo
en determinados momentos el territorio de dos países puede ser trabajado
en común para obtener beneficios compartidos. Esta cooperación genera,
también, una problemática que es necesario manejar internacionalmente.
Por lo tanto, existen dos grandes áreas, por decirlo así, del territorio como
tema de política exterior: de un lado, la problemática tradicional bilateral,
de los problemas de límites y los problemas de la relación política entre
los Estados vecinos y, de otro lado, toda esta área del aprovechamiento en
común de una serie de aspectos territoriales en los cuales el interés de dos
países vecinos se conjuga en provecho de ambos.
Objetivos
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peruano a través de una apropiada relación con los países vecinos y, por
otro lado, el aprovechamiento del territorio peruano en aquella área de
posible cooperación con algunos de los Estados vecinos.
Es muy importante por eso señalar, como una segunda gran área de la
política exterior peruana, el área del dominio marítimo y de la defensa de
sus planteamientos.
Los elementos que integran este esquema del dominio marítimo que
describo son: el Decreto Supremo del año 1947, la Declaración de Santiago
sobre la zona marítima, el Sistema del Pacífico Sur, los problemas derivados
de la libre navegación y la oposición de intereses que existen en esta materia.
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el aprovechamiento de esta amplísima zona del mar, hasta las 200 millas,
gracias al ejercicio de una soberanía y jurisdicción exclusivas del Perú.
Objetivos
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la explotación del mar peruano en beneficio del país. Tenemos que
salvaguardar el Sistema del Pacífico Sur, que ha sido la base de una operación
que ha permitido alcanzar ese gran éxito internacional ampliándolo a la
América Latina y al Tercer Mundo. Así hemos logrado resistir la presión
norteamericana, muy grande a través de todos estos años, que se negaba a
renunciar a lo que llama derechos históricos de pesca en el Perú.
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