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Las comunidades más afectando las localidades de Cuninico, Urarinas, San Pedro,
Nueva Esperanza, Maypuco, San Francisco, San Antonio, 06 de Mayo, Comunidad Nativa
Saramuro, Comunidad Campesina Saramuro y Saramurillo del distrito de Urarinas y las
localidades de Roca Fuerte, San Roque, 7 De Junio, Santa Rosa de Lagarto, Buena Vista de
Jerusalén y San José de Parinari del distrito de Parinari, provincia de Loreto.
Los derrames de los pozos y oleoductos han traído consigo una cascada de
consecuencias. Algunas, como los residuos alquitranados y los equipos desechados, son
visibles. Otras, como los trastornos económicos, son menos evidentes. Además, persiste la
incertidumbre sobre las repercusiones a largo plazo de los vertidos de petróleo en el medio
ambiente y la salud humana, así como sobre la forma en que se limpiarán los daños
medioambientales, si es que eso llega a ocurrir.
En comparación con algunos de los derrames de petróleo más tristemente conocidos
del mundo, como el del Exxon Valdez en Estados Unidos o el del Prestige frente a la costa de
España, el que se produjo río arriba de la aldea indígena kukama de Cuninico fue pequeño:
unos 2.300 barriles de petróleo se filtraron en el canal destinado a contener los derrames. Pero
en esta parte del mundo, donde la mayoría de los lugareños dependen del agua superficial
para beber, cocinar y bañarse y no tienen forma de eliminar los contaminantes industriales,
incluso un pequeño derrame es desastroso.
En Cuninico, el derrame de petróleo desencadenó una serie de impactos, algunos de
los cuales se hicieron evidentes de inmediato — como los peces, las aves y la vegetación
empapados de petróleo— y otros que se manifestaron en el transcurso de las semanas y los
meses siguientes.
Aunque vivían cerca de lo que había sido uno de los sitios de pesca más ricos de la
zona, de la noche a la mañana los pobladores perdieron tanto su principal fuente de
alimentación como su medio de vida, ya que los comerciantes rechazaron su pescado. La
gente tenía miedo de sacar agua del río, que había sido su principal suministro, y las madres
se preocupaban por la salud de sus familias. Ocho años después, esos temores persisten.
En el gobierno, los acontecimientos marcaron un cambio en la forma en que la
compañía petrolera estatal Petroperú, que opera el oleoducto, maneja los derrames.
Inmediatamente después de que se descubriera la marea negra, la empresa contrató a hombres
de la comunidad para que encontraran la rotura del oleoducto, que para entonces estaba bajo
más de un metro de agua y espeso petróleo. Los hombres se sumergieron en el agua
contaminada mientras buscaban la rotura, vistiendo ropa ordinaria, ya que no se les
proporcionó equipo de protección.
SUCESOS OCURRIDOS DESPUÉS DEL DERRAME
Cuatro derrames de petróleo en la Amazonía peruana han afectado en las últimas semanas a
más de 30 comunidades indígenas donde viven más de 6.000 personas que se alimentan y
surten de agua de los ríos y lagunas ahora contaminados por la marea negra. Los vertidos
ocurrieron en las regiones Loreto y Amazonas: tres en puntos del Oleoducto Norperuano y
otro en un lote petrolero. En protesta por la falta de atención del Estado a la emergencia,
líderes de las localidades damnificadas bloquearon el paso de embarcaciones en un río y en
octubre otros viajaron a la capital para reclamar por la falta de comestibles, la pérdida de la
pesca como medio de vida, y el trastorno de sus actividades.
El primero ocurrió el 10 de septiembre y afectó a cinco comunidades de la Nación Chapra; el
segundo se originó el 16 en la comunidad de Cuninico, que ya en 2014 sufrió una gran
devastación por una fuga de 2.500 barriles del mismo ducto; y el tercero fue detectado el 21
de ese mes por población indígena en una zona colectora de fluidos del lote petrolero 192
llamada Batería Shiviyacu. Esa zona, ubicada en la comunidad del pueblo achuar José Olaya,
también sufrió otros derrames en la década pasada. Sobre ese vertido, la fiscalía ambiental
informó de que en tres días afectó seis kilómetros hasta llegar a cuerpos de agua. El sábado 22
de octubre, otro derrame más contaminó el río Wawiko en la provincia de Bagua, Amazonas,
y perjudica a unas 15 poblaciones.
En los últimos años, varios derrames han afectado a las regiones amazónicas de Loreto y
Amazonas, donde viven pueblos indígenas y colonos asentados en las riberas de los ríos con
escaso acceso a servicios como la salud. Según un reporte de Oxfam de 2020, entre 2000 y
2019, el 65% de los derrames fueron consecuencia de la corrosión y fallas de la
infraestructura petrolera estatal o de empresas privadas, y un 23% por sabotaje de terceros.
Sin embargo, el Organismo de Supervisión de la Inversión en Energía y Minería indicó en
2021 que 41% de los derrames fueron provocados por atentados. A raíz del incremento de
zonas contaminadas, extrabajadores del sector de hidrocarburos y exautoridades locales han
abierto negocios de limpieza y remediación de los daños con los que se están beneficiando
económicamente, denuncian periodistas de investigación peruanos y líderes indígenas.
Una grapa tapa la corrosión en el Oleoducto Norperuano que causó daños en el distrito de
Morona, territorio del pueblo indígena chapra.
Una grapa tapa la corrosión en el Oleoducto Norperuano que causó daños en el distrito de
Morona, territorio del pueblo indígena chapra.
CUENCAS SAGRADAS
Mientras, los afectados se quejan de la falta de ayuda. Una semana después del derrame en
Cuninico, esa comunidad recibió agua y alimentos de la empresa PetroPerú que opera el
Oleoducto Norperuano. Pero la asistencia solo alcanzó para dos días, según reportó el apu
(jefe indígena) Wadson Trujillo. Debido al grave derrame de 2014 y la afectación de la salud
de los habitantes, esta comunidad obtuvo en 2017 medidas cautelares por parte de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos para la protección y la integridad de la vida.
Cinco años después, siguen expuestos a daños y la protección no llega. El ducto origen de la
fuga pertenece a la estatal PetroPerú. Las federaciones indígenas y el Organismo Supervisor
de la Inversión en Energía y Minería han indicado que, pese a que tiene 50 años de
antigüedad, el ducto de más de 850 kilómetros apenas ha recibido mantenimiento.
De acuerdo al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), el derrame de
unos 2.500 barriles de crudo el 16 de septiembre en Cuninico contaminó unos 848.400 metros
cuadrados de agua en quebradas de Cuninico y el río Marañón, a lo largo de 147 kilómetros
en los que residen otras 17 comunidades. El 24 de septiembre, el Ministerio del Ambiente
declaró emergencia ambiental.
“Aquí vivimos 272 familias: PetroPerú entregó ayuda humanitaria para 200 familias una
semana después del derrame y no hemos vuelto a tener comunicación alguna”, denuncia por
teléfono la autoridad comunal de Cuninico. “Del Gobierno Regional de Loreto nadie se ha
comunicado y la municipalidad de Urarinas entregó botellas de agua una sola vez”, añade.
Solo agua de lluvia
Debido al grave derrame de 2014, el ministerio de Vivienda instaló una planta de agua de
emergencia en Cuninico que abastecía las piletas comunitarias durante 30 minutos al día. Sin
embargo, según denuncian los beneficiarios, el origen era el propio río y las quebradas
contaminadas. “Cada persona puede llenar medio balde [de 12 litros] al día y no alcanza para
todos. La construcción de una planta de agua a cargo de la municipalidad de Urarinas avanzó
al 70%, pero no se terminó por malversación de fondos, un caso por el que varios
exfuncionarios están siendo investigados, según le dijo a América Futura el jefe de la oficina
de la Defensoría del Pueblo en Loreto, Abel Chiroque, quien anunció que ese organismo
pedirá al Ministerio de Vivienda que retome el proyecto. Mientras, los residentes, están
usando agua de lluvia, según Trujillo.
El jefe indígena de Cuninico reclama que, pese a que lograron sentencias judiciales favorables
y medidas cautelares, el Estado no monitorea a las personas expuestas a la contaminación por
petróleo ni construye infraestructura de salud y saneamiento. Aunque el número de enfermos
ha aumentado entre las familias de Cuninico, el módulo de salud es un pequeño ambiente de
material prefabricado con dos enfermeras y un técnico. “El 80% aquí tiene cólicos, alergias,
dolor de cabeza y fiebre”, lamenta Trujillo. “Desde el primer día del derrame, todas nuestras
actividades —labrar la tierra o asistir a las clases— están paralizadas. Si no hay alimentación
ni agua, está todo en emergencia: no quisiera que ninguna persona esté en nuestra situación”.
Monseñor Miguel Ángel Cadenas, obispo de Iquitos —la capital de la región Loreto—
asegura que el derrame ha afectado a las poblaciones porque es la época de desove de los
peces en las lagunas. “No se sienten escuchados”, remarca. Por eso, los dirigentes de las
comunidades damnificadas bloquearon el río Marañón dos semanas después del derrame para
pedir atención del Estado, pero no obtuvieron respuesta.
Nuevos damnificados
Aunque se han reportado otros derrames en el distrito de Morona, en Loreto, las comunidades
del pueblo indígena chapra no habían sido afectadas hasta el vertido del 10 de septiembre.
“Mi padre me cuenta que hace 50 años, cuando llegaron las personas a colocar el oleoducto,
le dijeron que la estructura la iban a cambiar cada 30 años”, relata en Lima Olivia Bisa,
socióloga de 33 años y presidenta del Gobierno Autónomo de la Nación Chapra, que
representa a cinco comunidades afectadas y unas 500 familias. El tubo nunca fue cambiado. Y
ahora el petróleo ha llegado a una quebrada donde criaban peces para la venta. Según su
testimonio, esto se debe a que PetroPerú no colocó barreras de contención y el crudo se
dispersó.
“Nosotros desayunamos, almorzamos y cenamos de la naturaleza. La nación chapra se dedica
a la pesca artesanal y la agricultura: tenemos siete lagunas de repoblación de especies
acuáticas y uno de esos proyectos nos permitió sobrevivir en la pandemia porque proveíamos
de pescado a empresas contratistas de PetroPerú”, relata Bisa.
Un comunero de Cuninico, en la Amazonía norte de Perú, al pie del derrame el 16 de
septiembre.
Un comunero de Cuninico, en la Amazonía norte de Perú, al pie del derrame el 16 de
septiembre.
MEYLI SABOYA
La socióloga dice que desde entonces solo han recibido ayuda alimentaria de una ONG. Tras
más de un mes sin obtener respuestas de la compañía estatal, la representante de las
comunidades chapra viajó a la capital, donde se reunió con congresistas y periodistas antes de
finalmente ser escuchada por la empresa. El 13 de octubre, el presidente del directorio de
PetroPerú, Humberto Campodónico, reconoció en una reunión con Bisa que el derrame fue
causado por corrosión y no por un sabotaje, y anunció que las operaciones de limpieza
empezarían el 20 de octubre; pero no han cumplido con ello.
“Una emergencia socioambiental”
La relatora de derechos sociales, económicos y ambientales de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, Soledad García Muñoz, calificó en una visita reciente a Perú de
“emergencia socioambiental” la situación de los damnificados en la Amazonia y la de los
afectados desde enero por el derrame de Repsol en el mar de la costa central peruana. “Es una
emergencia ambiental, caracterizada por derrames petroleros y deforestación y las
consecuencias en el medio ambiente sano”, sostuvo.
Para ella, la falta de respuestas a las poblaciones vulnerables que han sufrido los vertidos se
debe a la “inestabilidad institucional y democrática” que vive el país andino hace unos cinco
años y a la falta de continuidad de las políticas públicas con enfoque de derechos humanos.
“Tuve la oportunidad de estar en un bote con pescadores (afectados por el derrame de enero
en el mar de Ventanilla) viendo manchas de petróleo en el mar y animales muertos flotando, y
constaté la desesperación de estos hombres y familias que hoy no tienen trabajo y que ven un
Estado omiso y una empresa que no está siendo objeto de las correspondientes medidas frente
a un hecho semejante”,dijo.
Finalmente, la relatora hizo un llamado a cooperar con Perú y pidió que las instituciones
protejan la naturaleza y los derechos de las comunidades que están “en altísima
vulnerabilidad”.
RESOLUCIÓN DE EMERGENCIA
Resolución Ministerial
N° 187-2022-MINAM
Lima, 24 de setiembre de 2022
Asesoría Jurídica; y,
CONSIDERANDO:
Que, el numeral 22 del artículo 2 de la Constitución Política del Perú establece que toda persona
tiene derecho a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida;
Que, de acuerdo con el artículo 28 de la Ley N° 28611, Ley General del Ambiente, dispone que en
caso de ocurrencia de algún daño ambiental súbito y significativo ocasionado por causas naturales o
tecnológicas, se debe declarar la emergencia ambiental y establecer planes especiales en el marco de
esta declaratoria;
Que, el artículo 1 de la Ley N° 28804, Ley que regula la Declaratoria de Emergencia Ambiental,
modificado por la Ley N° 29243, señala que también se considera emergencia ambiental la situación
en la cual, no siendo el hecho desencadenante inesperado, la gravedad de sus efectos o impactos en
la salud y la vida de las personas o en su entorno ambiental requiera la acción inmediata sectorial a
nivel local, regional o nacional;
Que, el numeral 2.1 del artículo 2 de la Ley N° 28804, establece que el CONAM, de oficio o a pedido
de parte, es la autoridad competente que declara la emergencia ambiental, en coordinación con el
Instituto Nacional de Defensa Civil, el Ministerio de Salud, el Gobierno Regional que corresponda u
otras entidades que tienen competencia ambiental;
Que, según lo dispuesto por la Tercera Disposición Complementaria Final del Decreto Legislativo N°
1013, Decreto Legislativo que aprueba la Ley de Creación, Organización y Funciones del Ministerio
del Ambiente, toda referencia hecha al CONAM o a las competencias, funciones y atribuciones que
este venía ejerciendo se entiende como efectuada al Ministerio del Ambiente;
Que, el Reglamento de la Ley N° 28804, Ley que regula la Declaratoria de Emergencia Ambiental,
aprobado por Decreto Supremo N° 024-2008-PCM, regula el procedimiento para la declaratoria de
emergencia ambiental y su implementación;
Que, en base a la precitada Información, así como las coordinaciones efectuadas con las entidades
competentes, la Dirección de Calidad Ambiental y Ecoeficiencia de la Dirección General de Calidad
Ambiental, a través del mencionado Informe, determina que el derrame de petróleo crudo
constituye un evento súbito y de impacto significativo sobre el ecosistema fluvial amazónico, así
como de alto riesgo para la salud pública; por lo que considera la procedencia de la Declaratoria de
Emergencia Ambiental;
Emergencia Ambiental; el Decreto Legislativo N° 1013, Decreto Legislativo que aprueba la Ley de
Creación, Organización y Funciones del Ministerio del Ambiente; el Decreto Supremo N° 0242008-
PCM, que aprueba el Reglamento de la Ley N° 28804, Ley que regula la Declaratoria de Emergencia
Ambiental; y, la Resolución Ministerial N° 167-2021-MINAM, que aprueba el Texto Integrado del
Reglamento de Organización y Funciones del Ministerio del Ambiente;
SE RESUELVE:
Artículo 1.- Declarar en emergencia ambiental el área geográfica que se encuentra detallado en el
Anexo N° 1 que forma parte integrante de la presente Resolución Ministerial, por un plazo de
noventa (90) días hábiles, por las razones expuestas en la parte considerativa de la presente norma.
Artículo 2.- Aprobar el Plan de Acción Inmediato y de Corto Plazo para la atención de la emergencia
ambiental en el área geográfica descrita en el artículo precedente, el mismo que como Anexo N° 2
forma parte integrante de la presente Resolución Ministerial.
Artículo 3.- La ejecución del Plan de Acción Inmediato y de Corto Plazo, aprobado por el artículo 2
de la presente Resolución Ministerial, está a cargo de las entidades públicas involucradas en su
cumplimiento, en coordinación con los respectivos gobiernos regionales y locales.
Artículo 4.- Disponer la publicación de la presente Resolución Ministerial y sus Anexos en la sede
digital del Ministerio del Ambiente (www.gob.pe/minam), en la misma fecha de su publicación en el
Diario Oficial “El Peruano”.
https://www.petroperu.com.pe/petroperu-traslada-personal-y-equipos-para-atender-nuevo-
evento-ambiental