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REFLEXION SOBRE “CARTA A UN MASTESRO DESCONOCIDO”

Es una lectura magistral llena de contrastes y matices que alcanza, en


mi percepción a dar forma a nuestra responsabilidad como docentes,
definitivamente que responsabilidad tan grande tenemos, la verdad no
se ni como comenzar, pero... el día a día en el aula de clase nos
formara ya que es en ese espacio en donde tenemos que resolver un
sin número de situaciones de vida o muerte, de prioridad, y de altísima
complejidad. Ser psicólogos dentro de ellas es el comienzo, ¡sí! Aquel
que escucha y sabe o por lo menos intenta interpretar las movidas de
los estudiantes como firmes peones dentro de un juego de ajedrez. Es
aquí en donde el docente de hoy muestra su templanza y armonía
para solucionar situaciones y diversos encuentros en ellas.

El autor William Ospina nos pone en aprietos al formidablemente


ilustrarnos los diferentes matices de la educación, nos habla de la
importancia de la alimentación como herramienta intrínseca de nuestro
mejor estado físico, pero no solo se queda allí, realiza una gran
variedad de descripciones para referirse a nuestro quehacer cotidiano
por ejemplo cuando describe la fabricación de la miel por parte de la
abeja, la hormiga como retacea las hojas y con ellas alimenta el hongo
el cual alimenta su hormiguero o el felino que sabe cazar antílopes; en
fin tan sólo el ser humano es el único  en ser capaz de aprender y de
motivar.

Luego de ser psicólogos en el aula también debemos ser un buen


compañero el que siempre está allí, validando sus actuaciones desde
un punto de vista neutral sin tener en cuenta la subjetividad de nuestro
proceder, solo guiando de manera delicada su proceso educativo
en búsqueda de la solución de sus preguntas... en fin es nuestra tarea
valorar nuestro compromiso a partir de la comunidad, del bienestar
social y el devenir de nuevas generaciones plagadas de despotismo
hacia sus pares, hermanos y vecinos.

Por último, como estudiantes requerimos urgentemente maestros


intachables y comprometidos con la búsqueda de nuevas
generaciones auténticas y prodigas en la virtud del conocimiento.

Juliana Rendón Cortes

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