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Talvez si estábamos destinadas a estar juntas, mas no para siempre.

Viernes 10 de septiembre del 2019

Condena eterna
- ¡Uno, dos y tres! -el sonido de una cámara tomando una foto aturdió a la
peli morada que se encontraba plácidamente recostada sobre su pupitre
intentando dormir- buenos días alegría, ya dormiste media hora, levántate.

-ignorando completamente lo que su querida amiga le dijo, lo único


que acato fue levantar levemente la cabeza y volver a dejarla caer
bruscamente sobre el escritorio , en él estuvo recostada la última
media hora.

La chica que aun sostenía la cámara en sus manos revisando la foto


que le acababa de tomar a su mejor amiga soltó una leve risa - pareces
somnolienta ¿me equivoco rin?

-eso no te incumbe -respondió con un aire de sarcasmo.

-si tú lo dices, al menos yo no soy la de las ojeras – soltó otra risa por
las respuestas de mala gana de Karina y se sentó al lado de ella.

Estaban un ambiente relajado, las aulas estaban vacías por la hora libre
y ellas dos eran las únicas dentro de una, Hanna transmitía mucha paz
cuando estaban las dos solas, lo cual Karina amaba a pesar de ser
constantemente despertada por la peli rosa a la cual por alguna razón
le hacía gracia despertarla
De unos días hasta hoy se notaba que Karina no estaba durmiendo
bien ya que había conseguido un trabajo de turno de noche, y, aunque
no le pagaban demasiado bien, para una adolescente de 16 años que
tenía que mantenerse sola al menos era suficiente. Eso sin incluir su
adicción al tabaco y su mala alimentación

El silencio se sentía en todo en lugar, mas no era incomodo, las dos


chicas se conocían desde ya hace dos años y Hanna sabía que Karina
no era fan del ruido y apreciaba los momentos en silencio, o al menos
con ella. Se mantuvieron así durante unos minutos mientras Hanna
revisaba las fotos que había tomado.

Al terminar de ver las fotos se recostó sobre el pupitre y volteo a ver a


Karina por unos segundos con una sonrisa ladeada, lo cual significaba
que estaba por pedirle algo.

-deja de mirarme así, me intimidas. Si vas a decir algo solo suéltalo.

-entonces… ¿aceptas salir conmigo esta noche? – el silencio surgió otra


vez, al parecer estaba ignorando su pregunta- Solo seremos nosotras
dos, aparte debo aprovechar que mis padres no estarán en casa por
primera vez en la vida, sabes que cuando ellos están en casa no puedo
salir ni a la tiendita de la esquina.

-No – respondió directamente la peli morada la cual aún seguía


adormilada – tengo otros planes

- ¿con otros planes te refieres a comer sopas instantáneas toda la


noche y fumarte tres paquetes de cigarrillos? ¿o acaso tienes algo más
interesante que hacer?
- no fumo tanto, no exageres. Y además ¿y que si esos fueran mis
planes? (las últimas dos veces que salieron juntas siempre
terminaban metidas en un lio, o quemando algo, o alguien...) aparte
a la hora que quieres salir ya no pasan autobuses por mi
apartamento .

- Pues… ¡yo pasare por ti!, para algo tengo mi licencia de


conducir – dijo entusiasta mientras le guiñaba un ojo en señal
de que confiara en ella.

- Definitivamente ocupas un novio -dijo la menor de las dos ya


orientada de como iba a terminar todo esto- todo muy lindo,
pero ¿de donde vas a sacar el auto? -dijo mientras se erguía
en su lugar-

Hanna soltó una risa y la miro – te dije que mis padres salieron, no van a usar
el auto, o al menos el de mi papá.

-te vas a meter en problemas -Karina suspiro con certeza de que su querida
amiga no iba a parar de insistir hasta que ella dijera que sí, -Hanna llega a ser
DEMASIADO insistente cuando quiere- hagamos un trato en ese caso.

-soy toda oídos cariño – Hanna sabía que estaba a punto de lograr su
objetivo, a fin de cuentas, rin es alguien fácil de convencer la mayoría de
veces.

-iré contigo, pero no me hago responsable de nada de lo que pase si te metes


en problemas – le extendió la mano para confirmar el acuerdo
-que aburrida eres… – dijo en un tono desanimado y sarcástico para
segundos después cambiar su cara a una de felicidad absoluta, al menos
consiguió sacar al oso de su cueva, Karina es del tipo de personas que se la
pasan en casa encerradas y solo salen por trabajo o colegio, - ¡nos la
pasaremos muy bien te lo prometo! - Ignoro completamente la mano de su
amiga y se levantó rápidamente de la mesa para abalanzarse sobre ella.

La peli morada la cual era levemente mas alta que Hanna solo tuvo la
reacción de devolverle levemente el abrazo y luego alejarla – llegas a causar
un problema y te juro que….
-no eres capaz de ponerme una mano encima, no tienes el corazón – dijo
dramáticamente, tal como si estuviera ofendida –

Antes de que pudieran decir algo más la alarma de fin del descanso sonó
-rayos -Hanna estaba maldiciendo internamente a esa alarma- bueno tu
amada Hanna se tiene que retirar antes de que venga tu profesora, sabes que
no le caigo muy bien – dijo en un susurro - ¡nos vemos en la noche, a lo mejor
hasta novio consigues! -grito ya alejándose a paso rápido-

- ¡en tus sueños! – respondió Karina de brazos cruzados entre pequeñas risas

Pasaron un par horas, Karina regreso a su apartamento, talvez no era muy


grande pero solo ella vivía ahí. La habitación estaba en el mismo lugar que la
cocina y lo único que estaba aparte era el baño. Entro y lo primero que hizo
fue tirar su bolso a una esquina de la casa e ir directo a su cama, ¡se sentía en
el cielo! Todo perfecto y hermoso, hasta que la paz se derrumbo en un
segundo por un rayo que callo repentinamente y seguidas las gotas de lluvia.
-mierda -dijo en modo de queja- el cielo no está a mi favor hoy…
¡TRAICIONERO!

Talvez la lluvia fue una advertencia de que no fuera a salir ese día…o una
simple casualidad. Ahora tenía que rogar para que la lluvia parara antes de
que Hanna pasara por ella o aún mejor, que siguiera lloviendo para poder
quedarse en su casa tranquila. Contaba con las buenas intenciones de Hanna;
la amaba, mas odiaba cuando era intensa con sacarla de su casa.

Suspiro fuertemente y procedió a tomar un cigarro y su encendedor, prendió


el cigarro mientras miraba fijamente las gotas de lluvia que cada vez caían
más fuertemente. Ya estaba dando por hecho que no iba a salir esa noche
por creer que Hanna no se animaría a conducir bajo la lluvia, a fin de cuentas,
solo había conducido una o dos veces después de obtener su licencia. Hasta
que, sorpresa, la puerta se abrió.

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