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Matricula: 2019-3072

Noraheliacny Gonzalez E.

Informe de los temas tratados en clase.

Cerebro instintivo o reptiliano.


Es un modelo propuesto por Paul MacLean para explicar la organización del cerebro humano,
la existencia de sistemas contradictorios o al menos alternativos en nuestro comportamiento y
la influencia de la evolución como elemento organizador. MacLean sugirió esta idea en los
años sesenta del siglo XX y la desarrolló en su libro "The Triune Brain in Evolution" en
1990. Para MacLean nuestro cráneo no aloja un cerebro sino tres, que operan como «tres
ordenadores biológicos interconectados, cada uno con su propia inteligencia, su propia
subjetividad, su propio sentido del tiempo y su propia memoria». Los tres cerebros son el
complejo reptiliano, el sistema límbico y la neo-corteza. Las características de las tres
estructuras son:
El cerebro reptiliano, también llamado complejo-R para disimular ese nombre ridículo,
estaría formado básicamente por los ganglios basales, el tronco del encéfalo y el cerebelo.
Según los que defienden este mito es un cerebro primitivo, que controla comportamientos
instintivos y que se centra en las actividades más básicas de la supervivencia incluidas la
agresividad, la dominación, la territorialidad y los rituales. El cerebro reptiliano estaría lleno
de memorias ancestrales y controlaría las funciones autonómicas, respiración y latido
cardíaco, el equilibrio y el movimiento muscular. Sus respuestas son directas, reflejas,
instintivas.
La segunda capa, el segundo cerebro, es el sistema límbico, un término también introducido
por MacLean que ha tenido un enorme éxito. También se conoce como el cerebro paleo
mamífero y sería el responsable de las emociones, un sistema basado en un sistema de
evasión (sensaciones desagradables como el dolor) y atracción (sensaciones agradables como
el placer). Partes clave del sistema límbico serían la amígdala, el septo, el hipotálamo, la
corteza del cíngulo y el hipocampo. El cerebro paleo mamífero sería el responsable de la
motivación y la emoción que sentimos al alimentarnos, al reproducirnos y en el
comportamiento parental.
La tercera estructura superpuesta es el cerebro moderno de mamífero, neo-mamífero o
neocorteza. Es característico de los mamíferos más evolucionados, de nosotros los primates,
y es responsable del pensamiento avanzado, la razón, el habla, la planificación, la
abstracción, la percepción y lo que en general llamamos funciones superiores.
El modelo del cerebro triuno considera, por tanto, que nuestro cerebro humano es el resultado
de un proceso estratigráfico, de suma de capas sucesivas: el cerebro instintivo reptiliano, el
más profundo y primitivo; al que se superpone un cerebro emocional e intermedio y, sobre
ese, se deposita un cerebro racional y moderno. La realidad es que ningún estudio consigue
separar la emoción y la racionalidad de una forma clara, están íntimamente interrelacionadas
en nuestra organización cerebral y en nuestro funcionamiento mental. Por otro lado, la idea
de una aparición de estructuras nuevas y complejas en un proceso de acreción sucesiva es
contraria a todo lo que sabemos sobre la evolución que, en realidad, funciona reorganizando
los circuitos existentes y, en todo caso, dotándolos de mayor complejidad y asumiendo
nuevas funciones.
La idea del cerebro triúnico es considerada una patochada por todos los neurocientíficos,
pero, en particular, por los que más tienen que decir al respecto: los que investigan la
neuroanatomía comparada. Los ganglios basales, que forman la parte del león del complejo
reptiliano de MacLean, comprenden una parte mucho menor del telencéfalo de los reptiles,
existen en todos los grupos de vertebrados y no son, por tanto, estructuras asociadas a este
grupo de vertebrados con escamas, sino que están presentes en los antecesores de los
vertebrados, mucho más primitivos. Del mismo modo, las estructuras del sistema límbico que
según MacLean surgirían con los primeros mamíferos se sabe ahora que están presentes en
otros grupos de vertebrados y que características definitorias de este segundo cerebro como el
cuidado de las crías se presentan también en otros grupos como aves o peces. Finalmente, lo
mismo es cierto con la neocorteza, cuyos primeros rudimentos están en los mamíferos más
tempranos y aunque otros vertebrados no presentan estructuras con la característica
laminación en seis capas, sí presentan áreas homólogas. El telencéfalo de las aves, por
ejemplo, forma conexiones con otras estructuras mesencefálicas similares a las que hace el
neocórtex y se encarga de funciones teóricamente neo-mamíferas como el aprendizaje y la
memoria, la toma de decisiones, el control motor o el pensamiento conceptual. Hemos visto
aves utilizando herramientas para sacar insectos de un hueco, añadiendo agua a una probeta
para que flote una semilla y podérsela comer o recordando las caras de las personas que los
persiguieron. Esas capacidades de planificación y aprendizaje entrarían según el modelo de
MacLean dentro del ámbito último, neo-mamífero, pero resulta que las aves presentan ya esa
capacidad. Las únicas virtudes del modelo del cerebro triuno son su sencillez y su facilidad,
pero es simplemente un modelo erróneo, sencillo y fácil.
Otro punto importante para recordar es que la evolución no funciona como una hilera de seres
que se van sucediendo unos a otros, en el caso de la evolución humana cada vez menos
encorvados y con más cosas en la mano. Todas las especies actuales, por decirlo de una
manera clara, tenemos la misma edad. Como muy bien dice Juan Ignacio Pérez todos los
seres vivos retrotraemos nuestro linaje hasta las primeras formas de vida que aparecieron
sobre la faz de la Tierra y fueron capaces de dejar descendencia tras de sí generación tras
generación. Todos somos herederos de aquellas formas y, por lo tanto, todos los linajes, sean
del reino que sean, del filo que sean o de la familia o género que sean, tienen la misma
antigüedad, tanta como la vida terrestre tiene.
Curiosamente, la idea del cerebro reptiliano ha aterrizado en un mundo alejado del de la
ciencia: los tribunales de justicia. Hay un conjunto de técnicas para litigar que se conocen
como la estrategia del reptil. Los estudiosos del debate jurídico explican que estas
metodologías legales buscan apelar al cerebro reptiliano de jueces y jurados pulsando el
botón del miedo. Según Keenan y Ball, cuando el Reptil ve un peligro para su supervivencia,
incluso uno pequeño, protege sus genes, y exige a todo el mundo a su alrededor que le proteja
a él y a la comunidad. El concepto de comunidad es importante, porque es enormemente
flexible, lo que es útil en un proceso legal. El sistema es muy básico: generar una sensación
de peligro que ponga a los jurados en modo supervivencia: el demandado, aunque es posible
que no haya hecho nada, pudo causar un enorme peligro. En segundo lugar, mostrar que el
peligro afecta a toda la comunidad, incluyendo el jurado, su familia y sus amigos. Por lo
tanto, el jurado ya no es un observador independiente sino una posible víctima de la acción
del acusado, tanto él como sus seres queridos. En tercer lugar, argumentar que una enorme
compensación económica es el único sistema de protección de la comunidad. Algunos
autores calculan que la teoría del reptil ha conseguido unas compensaciones muy superiores a
las estimadas como sensatas, un exceso de más de 7.500 millones de euros desde 2008, y en
las escuelas de práctica jurídica se enseña cómo aprovecharla y cómo desmontarla. Ya lo dijo
el biólogo David Attenborough "A veces vemos a los reptiles como primitivos, sosos y
lerdos. De hecho, pueden ser letalmente rápidos, espectacularmente bellos,
sorprendentemente cariñosos y muy sofisticados." Y esos sí que tienen un cerebro reptiliano.

Inteligencia emocional.
El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por el psicólogo estadounidense
Daniel Goleman y hace referencia a la capacidad para reconocer los sentimientos propios y
ajenos. La persona, por lo tanto, es inteligente (hábil) para el manejo de los sentimientos.
Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las
emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y
gestionar las relaciones personales.
La inteligencia emocional tiene una base física en el tronco encefálico, encargado de regular
las funciones vitales básicas. El ser humano dispone de un centro emocional conocido como
neocórtex, cuyo desarrollo es incluso anterior a lo que conocemos como cerebro racional. La
amígdala cerebral y el hipocampo también resultan vitales en todos los procesos vinculados a
la inteligencia emocional. La amígdala, por ejemplo, segrega noradrenalina que estimula los
sentidos.
Es importante dejar patente que aquella persona que cuente con importantes niveles de
inteligencia emocional es un individuo que gracias a la misma consigue los siguientes
objetivos en su relación con los demás:
 Que quienes le rodean se sientan a gusto con él.
 Que al estar a su lado no experimenten ningún tipo de sensación negativa.
 Que confíen en él cuando necesiten algún consejo tanto a nivel personal como
profesional.
Pero no sólo eso. Alguien que dispone de inteligencia emocional es quien:
• Es capaz de reconocer y de manejar todo lo que pueden ser las emociones de tipo
negativo que experimente.
• Tiene mayor capacidad de relación con los demás, porque cuenta con la ventaja de
que consigue entenderlos al ponerse en sus posiciones.
• Logra utilizar las críticas como algo positivo, ya que las analiza y aprende de ellas.
• Es alguien que precisamente por tener esa inteligencia emocional y saber encauzar
convenientemente las emociones negativas, tiene mayor capacidad para ser feliz.
• Cuenta con las cualidades necesarias para hacer frente a las adversidades y
contratiempos, para no venirse abajo.
Por los importantes beneficios y ventajas que tiene cualquier persona que dispone de
inteligencia emocional, muchos son los estudios que se han llevado a cabo hasta el momento.
Algunos de ellos vienen a dejar patente que entre las señas de identidad que más identifican a
quienes la poseen, se encuentran las siguientes:
• Huyen de la monotonía, intentan en todo momento buscar alternativas para tener una
vida más plena y feliz.
• Son firmes cuando así se requiere.
• Siempre miran hacia adelante a la hora de seguir viviendo.
• Les encanta estar aprendiendo continuamente.
A diferencia de lo que ocurre con el cociente intelectual no existe un estudio que permite
medir la capacidad o el grado de inteligencia personal de un sujeto. En este sentido, la
apreciación de esta habilidad es más bien subjetiva.

Comunicación lingüística.
Es el proceso mediante el cual dos o más personas interactúan compartiendo información a
través de la palabra. La comunicación verbal muchas veces se complementa con la no verbal
para reforzar el mensaje y dar una idea más clara de lo que se quiere decir. Aunque en
ocasiones estos dos tipos de comunicación pueden contradecirse durante la transmisión del
mensaje.
La comunicación verbal implica el uso de palabras para construir oraciones que transmiten
pensamientos. Estas palabras pueden ser emitidas oralmente o a través de la escritura.

Comunicación no lingüística.
Es cuando se transmiten mensajes haciendo uso de signos no lingüísticos. Este es el tipo de
comunicación más antigua, pues era la forma en la que se comunicaban las personas cuando
no existía el lenguaje. Los mensajes no verbales se pueden transmitir de manera inconsciente,
a la vez que se pueden percibir de forma involuntaria.
La comunicación no verbal puede llegar a ser ambigua, debido a que no siempre se puede
controlar lo que se transmite con la imagen o las expresiones corporales. De la misma
manera, muchas veces estos mensajes no se interpretan de la manera correcta por el receptor.
Por esta razón, la comunicación no verbal generalmente lo que busca es reforzar el mensaje
que se transmite verbalmente. Así, el receptor puede hacer una mejor decodificación del
mensaje. A través de la comunicación escrita también se pueden transmitir mensajes no
verbales cuando se hace uso de colores o emoticonos.
Algunos ejemplos de comunicación no verbal serían: gestos, señas, expresiones faciales y
corporales, postura, miradas, apariencia física o colores.

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