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general en los actos jurídicos y es lo que ocurre por ejemplo, con la
compraventa, la tradición, la renuncia, el arrendamiento.
b) Acto jurídico por causa de muerte (o mortis causa): es aquel cuyos efectos
se verifican a la muerte de quien lo ha otorgado. En rigor esto se presenta
en el caso del testamento.
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4. Actos jurídicos patrimoniales y actos jurídicos de familia
Se trata de una clasificación que tiene como criterio de distinción el contenido
del acto, en el sentido del tipo de relación que se regulan a través del mismo.
Así:
a) Acto jurídico patrimonial: es aquel destinado a regular relaciones de
contenido estrictamente pecuniario. Es la regla general, y es por ejemplo lo
que ocurre con la compraventa, el arrendamiento, la sociedad, etc.
b) Acto jurídico de familia: es aquel cuyo objeto central son relaciones de
contenido familiar: el matrimonio, el reconocimiento de un hijo. Es preciso
destacar que lo que interesa es el contenido central del acto, eso es lo que
determina que hablemos de actos de familia, sin perjuicio de que éstos
puedan traer consecuencias en el ámbito patrimonial, como ocurre, por
ejemplo, con el reconocimiento de un hijo, que trae aparejada la obligación
de pagar alimentos, derechos sucesorios y otros efectos de contenido
patrimonial, pero sin embrago puede calificarse como un acto de familia
porque su objeto central es la determinación de la filiación, es decir, de la
relación de descendencia entre el padre o madre reconociente y el hijo.
La importancia o interés que presenta esta clasificación es que según el tipo de
acto de que se trate se comporta distinto el principio de la autonomía de la
voluntad, siendo mayor su amplitud en el ámbito de los actos patrimoniales y
restringiéndose en aquellos de familia.
5. Actos jurídicos constitutivos, traslaticios y declarativos. Esta clasificación
de los actos jurídicos se formula atendiendo al efecto jurídico producido por
los mismos. Así, son actos jurídicos constitutivos aquellos a través de los cuales
se crea o constituye un derecho o situación jurídica nuevos. Tal es el caso de
los contratos. Por su parte, son actos jurídicos traslaticios aquellos cuyo efecto
consiste en transferir un derecho ya existente. Por ejemplo, la cesión de un
crédito, figura contemplada en el artículo 1901 del C.C. Finalmente son actos
jurídicos declarativos aquellos que tienen por objeto reconocer un derecho ya
existente en el patrimonio de una persona. No dan origen a un derecho o una
situación jurídica nueva. Así ocurre con la transacción o los actos de partición,
que pone término a una comunidad.
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por la ley, son manifestación del principio de autonomía de la voluntad o
voluntad privada, ya que son creación de los particulares. Un caso de acto
innominado correspondería al del contrato de leasing de cosas muebles.
8. Actos causados y actos abstractos. Se trata de una clasificación que tiene que
ver con uno de los elementos del acto jurídico, a saber, la causa. Normalmente,
el acto jurídico tendrá una causa, la que debe ser lícita. Así lo establece el artículo
1445 establece como requisito, para que una persona se obligue a otra por un
acto o declaración de voluntad, “ 4º Que tenga una causa lícita” y luego, en el
artículo 1467, señala que “No puede haber obligación sin una causa real y lícita”.
Puede, sin embargo, ocurrir que determinado acto no tenga causa, y, en tal caso,
se estará ante actos abstractos, lo que se explica dado que la causa de tales actos
jurídicos se encuentra en relaciones jurídicas existentes con terceras personas,
por ejemplo, un fiador
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b) El contrato es accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento
de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.
Ejemplo: fianza, hipoteca, prenda.
Es preciso hacer una prevención en relación con el tenor del artículo 1442, pues
éste da la impresión de que el nacimiento de la obligación principal y la del
contrato accesorio debe ser, a lo menos, coetáneo. Sin embargo, ello no siempre
ocurre así: el legislador, en algunos casos, permite por razones de orden práctico
que lo accesorio nazca antes que lo principal, esto se conoce con el nombre de
"cláusula de garantía general", que consiste en caucionar obligaciones
principales futuras, que aún no existen, o que no es seguro que vayan a existir;
o cuyo monto es indeterminado. Así, por ejemplo, el artículo 2339 que permite
la fianza de obligaciones futuras; y el artículo 2413 inciso 3º, en materia de
hipoteca, dispone que ésta podrá celebrarse antes del nacimiento de las
obligaciones a que acceda. En consecuencia, nada impide que un contrato
accesorio nazca antes que el principal a que accederá; lo que sucede es que una
vez que el contrato principal nace, el accesorio junto con tener por objeto su
aseguramiento, no puede subsistir sin él.
Es importante también desatacar que la categoría de los actos jurídicos
accesorios no debe confundirse con la de los actos jurídicos dependientes. En
los primeros, la garantía de una obligación principal es un elemento de la esencia
de los mismos. En los segundos, si bien están subordinados a la existencia de
otra convención (principal o madre) no tienen por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, por ejemplo, un contrato
dependiente lo encontramos en el derecho de familia: las capitulaciones
matrimoniales (convenciones por las que los contrayentes sustituyen o
modifican el régimen de bienes del matrimonio) respecto el contrato de
matrimonio.
La importancia de esta clasificación se vincula directamente con el aforismo
jurídico que expresa que "lo accesorio sigue la suerte de lo principal" y que se
proyecta, por ejemplo, en que la extinción de la obligación principal trae
aparejada la de la accesoria.
Esta clasificación está contemplada en el artículo 1443 del CC, según el cual:
a) El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición de
la cosa a que se refiere. Ejemplo: mutuo, comodato.
b) El contrato es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas
formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto
civil. Ejemplo: compraventa de bienes raíces
c) El contrato es consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.
Ejemplo: compraventa de cosa mueble.
En nuestro CC, atendida la importancia del principio de la autonomía de la
voluntad, la regla general está representada por los contratos consensuales. Sin
embargo, en los contratos consensuales puede ser necesario observar,
igualmente, algunas formalidades de cuyo cumplimiento no depende su
perfeccionamiento, pero sí la eficacia del acto o contrato. No se trata de
solemnidades, sino de otras formalidades distintas. Por ejemplo, formalidades
habilitantes exigidas en atención de la calidad o estado de las personas;
formalidades por vía de prueba y las formalidades por vía de publicidad,
exigidas por la ley en atención a la protección de los intereses de ciertos terceros.
Por ello se afirma que la regla general está representada en definitiva por los
contratos consensuales formales, que se perfeccionan por el mero consentimiento,
pero su eficacia queda subordinada a la observancia de ciertas formalidades
distintas a las solemnidades.
Una advertencia a propósito de los contratos reales y las expresiones
“tradición” y “entrega”: a pesar de que el artículo 1443 dispone que estos
contratos se perfeccionan por la tradición de la cosa, hay que tener presente que
sólo en algunas oportunidades la entrega constituye tradición. Así sucede en el
contrato de mutuo (artículo 2197 CC) pero, en cambio, en los contratos de
comodato o depósito, que son reales, sólo se realiza una simple entrega de la
cosa. Por ello es más preciso definirlos en base a la entrega de la cosa.