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Nombre: Andrea Torres

Fecha: 04/05/2023

APROXIMACIONES A LA POESÍA ECUATORIANA DE LAS ÚLTIMAS


TRES DÉCADAS (1978-2008)

Raúl Serrano Sánchez

Ampliación del canon

 Para 1978, el canon de nuestra poesía se constreñía a un puñado de nombres que


arrancaba desde los modernistas (Fierro, Borja, Noboa y Caamaño, Silva) pasando
por los vanguardistas, a los que Rodríguez Castelo siempre llama
“postmodernistas”.
 Hugo Mayo fue el poeta más importante y representativo de la vanguardia.
 En este contexto de vanguardia, a inicios de los 40 aparecieron los poetas como
Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero y Alfredo Gangotena, Ignacio Lasso,
José Alfredo Llerena y Jorge Reyes.
 Estos poetas participaron de un proyecto editorial de la revista Hélice (1926), que
dirigían el pintor Camilo Egas y el prosista Raúl Andrade, y en la que Pablo Palacio
publicó los cuentos que luego se recogerán en el libro Un hombre muerto a
puntapiés (1927).
 En los años 50, destacan nombres como los de César Dávila Andrade, Efraín Jara,
Jorge E. Adoum, Filoteo Samaniego, Jacinto Cordero, Hugo Salazar Tamariz,
Miguel Donoso Pareja, Fernando Cazón Vera y Francisco Granizo.
El mérito mayor de este grupo de autores es haber ensayado nuevas formas
de escritura, asimilando de manera plena los legados de los vanguardistas.
 En los 60 destacarán nombres como los de David Ledesma Vázquez, Ileana Espinel,
Violeta Luna, Carlos E. Jaramillo, Edgar Ramírez Estrada, Euler Granda, Ana María
Iza, Francisco Tobar García y Antonio Preciado.
Antonio Preciado, fue una de las voces de la poesía afro, o lo que para
entonces se denominaba de la negritud.
 En la generación de los 80 y 90, la poesía de los 60 todavía se mostrará vigente en
tanto y en cuanto se sabe “viva”.
 Lo mismo sucede con autores como F. Granizo, C. E. Jaramillo, E. Granda, F.
Cazón, J. E. Adoum y E. Jara Idrovo.
 Los nombres mencionados dilatarán el canon
Dos primeras antologías:
 De nuestra lírica, hasta antes de 1978, eran las de Benjamín Carrión,
Índice de la poesía ecuatoriana contemporánea.
 Antología de poetas ecuatorianos, de Antonio Montalvo y Augusto
Arias que circuló en 1944 en Quito.
 Antología Lírica ecuatoriana contemporánea de Hernán Rodríguez Castelo,
publicada recién en 1979.
También se incorporan nuevos nombres como los de los tzántcicos, cuyo
protagonismo en la década del 60 destaca, más que la obra, por el gesto, la
actitud de irreverencia muy al estilo de los dadaístas.
Participan los autores como: Ulises Estrella, Humberto Vinueza, Raúl Arias,
Iván Egüez y Rafael Larrea.
 En los 70 aparecen autores que dan a conocer su obra: Fernando Nieto Cadena,
Julio Pazos, Jorge Dávila Vázquez, Fernando Artieda, Sonia Manzano y Agustín
Vulgarín (los tres últimos miembros del grupo “Generación huracanada” de
Guayaquil).
 En estos años una voz de mujer que destaca es la de Sonia Manzano, quien en
1978 publica La semana que no tiene jueves, que recoge una selección de sus
tres primeros libros.
 Los poetas que serán parte de la escena literaria de los 80: Iván Carvajal, Bruno
Sáenz Andrade,
 Javier Ponce, Alexis Naranjo e Iván Oñate.

¿Una década perdida?


 En los 80, considerada por los ideólogos del neoliberalismo como “la década
perdida”, se abren nuevos escenarios para la poesía ecuatoriana.
 Para 1980, el narrador Jorge Velasco Mackenzie edita en Guayaquil una muestra
titulada Colectivo, que incluía a 17 autores, entre conocidos y algunos
debutantes.
 Ese volumen traía, entre otros, trabajos de Iván Carvajal, Fernando Artieda,
Fernando Nieto Cadena, Raúl Arias, Bruno Sáenz Andrade, Fernando Balseca,
Eduardo Morán, Fernando Iturburu y Jorge Martillo Monserrate.
 Varios de los partícipes de Colectivo pasarán, en 1982, al taller de literatura que
coordina el escritor Miguel Donoso Pareja en Guayaquil, quien también tendrá
bajo su responsabilidad el taller que en Quito auspicia la Casa de la Cultura
Ecuatoriana.
 La presencia del taller, con criterios y metodologías muy diferentes a lo que para
entonces se conocía en el medio, va a alterar la práctica escrituraria entre
algunos de los autores del 70 y los nuevos.
 Fernando Balseca publicó antes Cuchillería del fanfarrón (1981), que al decir de
Iván Carvajal “evidencia una temprana madurez poética”.
El libro es una unidad rigurosamente planeada y ensamblada como un
“acertijo” en el que el cuerpo amado es el cuerpo deseado y deseante al
que únicamente las palabras pueden convertir, no en la prolongación del
sueño, sino en una realidad, que de pronto es una ficción.
 La poesía de Vicente Robalino muestra algo que en libros posteriores como Cuando
el cuerpo se desprende del alba (2006) dejará de lado: el humor como parte de la
celebración de los rituales de la farsa de nuestra sociedad.
 Robalino, en La invención del cielo (2008), da paso a la experiencia del peregrino
que hace de la noche.
 Para Francisco Torres Dávila, la poesía es un continuo ejercicio de desintoxicación
de todo lo que hasta la fecha nos ha constituido como sujetos y como nación.
Fuera de la posta
 En Posta poética no están todos los que son, pues algunos otros darían a conocer, a
lo largo de la década de los 80, su obra. Es el caso de autores como Diego Velasco,
Jorge Martillo Monserrate, Mario Campaña y Eduardo Morán.
 La poesía de Velasco es una visión que da cuenta desde lo que fue la jugada de la
conquista, el sainete de la Independencia, e incluso las luchas del viejo General
Alfaro.
Velasco ha reunido parte de su poesía (1980-2003) en Alquimias (2004).
En sus trabajos últimos, los que lanza a comienzos del nuevo siglo,
convierte en materia del poema aquellas experiencias que tienen que ver
con los códices de las culturas ancestrales y los de la new age (Cordeles).

 El escenario de la ciudad, para los poetas de los 80 y 90 verdadero pozo de


revelaciones, esconde, tratando de negar el erotismo que puede ocurrir en cualquier
lugar inesperado, está presente como parte de lo que es, a su vez, el otro lado de la
soledad.
 La poesía de Eduardo Morán, desde su adolescente libro Muchacho majadero
(1980), se nutre de lo que es el discurso conversacional y la simbólica de lo
cotidiano.
Manteniendo distancias con lo que es la escritura de Nieto Cadena y
Vulgarín, Morán ha sabido forzar una línea que sin duda le ha permitido
pautar esa escritura en la que la ironía está al servicio de lo que es la
ridiculización de un orden que, por su condición de absurdo, a todos
termina por convertir en esquizofrénicos.

En sus libros posteriores (No pudimos mirarla de manera distinta, 1985;


Los lugares maliciosos, 1988) esta tendencia se enriquece con todo lo
que son los pequeños dramas del amor y las pasiones encontradas, como
sucede con “Mujer sola”, texto cuyo título, demasiado obvio, termina por
restarle fuerza al asunto del poema.

Concierto de voces
 En el escenario de la poesía de los 80 convergen otras voces que corresponden a
autores de generaciones anteriores como las del 50.
 La obra es parte de aquello que Adoum llama “poesía viva”.
 Autores como Efraín Jara, el mismo Adoum, Filoteo Samaniego, Carlos Eduardo
Jaramillo, Euler Granda, publicarán textos que van a fortalecer su obra anterior.
 En el caso de Adoum, libros como su antología personal No están todos los que son,
publicada en España en 1979, donde incluye Poemas en postespañol (1979),
tuvieron gran influencia en el medio.
 Lo mismo sucedió con textos de Jara como su Sollozo por pedro jara (1978), por
todo lo que como escritura innovadora e innovándose implica y connota.
 La poesía de Granda, que adscribe a los postula
 dos de la poesía concreta que irrumpe en la década de los 50 en Brasil, siempre ha
buscado reinventar una lengua que desestabiliza a la lengua del prestigio, la del
poder.
 Tanto entre la década del 80 y el 90, la obra de estos poetas va a convivir junto a la
de los nuevos y a la de los autores que, si bien su obra se ha gestado en los 70, es en
la siguiente que dan a conocer sus textos, los cuales resultarán significativos en lo
que tiene que ver con la apertura de nuevas líneas, andariveles, por donde va a
transitar el discurso lírico.
 Éste establecerá diferencias o superación ante aquello que eran las características
(según Hernán Rodríguez Castelo) de la poesía de 30 años atrás:
- renuncia al “discurso amplio y sostenido”
- “la elocuencia” y “las largas tiradas”
- “abundancia retórica facilitona y explicitante”
- “el sentimentalismo –lo dionisiaco sin lo apolíneo–: el cartelismo barato, la
avaricia por no perder ripio para dar mensaje social; lo cual termina por
llevar a la chatura y la insignificancia”.
 Destacan en este proceso autores como Iván Carvajal, Javier Ponce, Julio Pazos,
Jorge Dávila Vázquez, e Iván Oñate, quien en 1977 había publicado En casa del
ahorcado, texto que inserta, a nivel de recursos, lo que poco tiempo después
copará la escena lírica nacional.
 A ellos se suma la presencia de Sara Vanegas.
 La obra de Carvajal, como la de Ponce e Iván Oñate, tendrá incidencia en los
nuevos autores que constituyen, lo que Mario Campaña denomina “la
constelación”, y cuyo escenario estará en los mismos 80 y 90.
 La propuesta de Ponce, armada con una estrategia discursiva que reivindica el
lugar y el espacio de la palabra (porque fue a través de ésta que el conquistador
instauró sus rituales de desprecios y exclusión) fluye de manera intensa y
avasalladora.
 Ponce conmueve y desconcierta, a la vez que se interpela e interroga al poder y a
la historia siempre manida que éste construye desde lo que es, de principio a fin,
el ámbito del poema.
 El narrador cuencano Jorge Dávila Vázquez da a conocer en 1974, un texto que
hoy no puede pasar desapercibido por las vertientes que abrió en una década de
transiciones: Nueva canción de Eurídice y Orfeo.
 En 1977 Iván Oñate publica En casa del ahorcado, título cuya resonancia de
inmediato nos traslada al universo narrativo de Pablo Palacio.
 Desde este libro, Oñate construirá un orbe donde (de ahí la resonancia
palaciana), lo descarnado del verbo es la afirmación de todo lo que el sujeto
moderno sólo puede proyectar desde el subsuelo de su realidad.
 Poemar (1987) marca el retorno del narrador Iván Egüez a la lírica.
 En el texto de 1987, El olvidador (1992) y Libre amor (1999), Egüez profundiza
en esos temas, siempre buscando estrategias que le permitan alcanzar aquello
que la antipoesía suele sugerir de manera reveladora.
 En 1983, la guayaquileña Maritza Cino Alvear publica Algo parecido al juego;
en 1987 A cinco minutos de la bruma, en 2000 Infiel a la sombra y en 2008
Cuerpos guardados.

Una década con otros lenguajes

 La década de los 90 se abre con un libro que presentará una variante en lo que
respecta a la concepción que había imperado, entre nosotros, a la hora de armar
una antología.
 Jorge Enrique Adoum publica Poesía viva del Ecuador, siglo XX. Diferente
porque las razones que mueven al antólogo no son académicas ni didácticas.
 Lo que destaca de este trabajo, es evidenciar qué obra, qué poesía no ha perdido,
a lo largo de un siglo, esa condición de ser y estar viva, por tanto, de mostrarse
vigente.
 En la década de los 90, la “constelación” de poetas crecerá considerablemente.
 Sus discursos, o las líneas temáticas descritas por Adoum afectaron, en parte, a
los poetas de los 60 y 70.
 Las características de la poesía ecuatoriana de finales del siglo XX e inicios del
XXI, coparticipan de las que en paralelo se están produciendo en América
Latina.
 En estas bandas o líneas de sentido (tanto locales como continentales) está
incursa la poesía de Alexis Naranjo, Ramiro Oviedo, Pablo Yépez y Edwin
Madrid, los dos últimos contemporáneos de los autores de Posta poética.
 Ramiro Oviedo, desde Serpencicleta (1995) y Esquitofrenia (2000), ha sabido
ahondar en un mundo que es una mixtura, quizás reflejo de su lugar de origen,
donde se fusiona la predilección por los lenguajes de lo marginal, debidamente
replanteados para evitar su ilegibilidad, así como por los del mundo letrado.
 A partir de 1987 Edwin Madrid dará a conocer el grueso de su obra con su
logrado poemario ¡Oh! Muerte de pequeños senos de oro.

La voz de ellas aquí

 Desde estos años, la presencia de la mujer cada vez será más significativa y
vital.
 Así como será motivo de su discurso lo erótico, lo sexual y el cuestionamiento
continuo a su rol en una sociedad cuyo poder masculino la había relegado.
Temas que irán cobrando fuerza hasta convertirse en un asunto en el que
la apertura para asumir el erotismo les permitirá superar los tabúes que
antes se impusieron como medida limitante.
 Tiempo en que María Aveiga da conocer Bajo qué carne nos madura (1987), Oc
(1993) y en 2000 Puerto Cayo.
 Por esos años Margarita Laso publica Queden en la lengua mis deseos (1994),
Erosonera (1995), El trazo de las cobras (1997), textos que en 2002 reunirá en
el volumen Poesía.
 En estos trabajos la escritura de Laso se adentra, es parte de los misterios del
cuerpo, desde una palabra que se convierte en la prueba de toda tentación.
 María Fernanda Espinosa transgrede los formatos de la convencionalidad o
prejuicios sociales y culturales en torno a la condición de mujer, para expresar
aquello que los cuerpos de los amantes construyen con la harina del deseo y la
pasión.
 La cuencana Catalina Sojos indaga en torno a lo erótico, así como en las derrotas
del desamor, en textos breves donde las metáforas resplandecen desde lo que son
los propios sacrificios del placer, la eclosión de los cuerpos.
 Aleyda Quevedo se da a conocer con el libro colectivo Tres testigos textuales
(1989), luego con su libro personal La actitud del fuego (1994), al que hay que
sumar Algunas rosas verdes (1996, Premio Nacional “Jorge Carrera Andrade”),
Espacio vacío (2000) y Soy mi cuerpo, 2007.
Propuestas plurales de los 90

 En 1991, Fernando Balseca, uno de los protagonistas de los 80, publica la


antología La palabra perdurable. Poesías escogidas.
 Se trata de una selección que el antólogo, ofrece los mejores textos de los
autores y autoras convocados, al menos aquéllos que de alguna forma
despertarán interés o los poemas les “dirán algo” a los lectores no familiarizados
con la poesía.
 Entre los incluidos están algunos autores de la constelación de los 80:
María Cristina García, Fernando Balseca, Iván Oñate, José Torres Lara,
Carlos Rojas, Federico Ponce, Fernando Iturburu, Javier Ponce Cevallos,
Eduardo Morán, Sara Vanegas, Francisco Torres Dávila, Martiza Cino,
Víctor Romero, Jorge Martillo Monserrate, Alexis Naranjo, Mario
Campaña, Edgar Allan García y Diego Velasco.
 En Toros en el corazón, se recogen textos de Jennie Carrasco; Ramiro Oviedo,
Alfredo Pérez, Huilo Ruales, Pablo Salgado, Francisco Torres, Leopoldo Tobar,
Alejandro Velasco y Miguelángel Zambrano.
 Jennie Carrasco Arañas en mi vestido (2001), reivindica la voz de una mujer que
desbarata lo que fue un mundo de represiones y condenas.
Lo hace a través de un verso que exulta el deseo, lo sexual y el erotismo
como búsqueda de una libertad saboteada.
 Con dos libros a su haber: La ciudad va por los cuerpos respirando (1999) y
Los planes del reino (2004), el guayaquileño James Martínez, funde, en una
escritura que está muy atravesada por lo narrativo y el lenguaje prosaico.

Cambio de siglo, cambio de milenio

 El cabalístico cambio de milenio despertó, en los autores y autoras de los 80 y


90, algunas previsiones.
 Los primeros en mostrar sus inquietudes frente al cambio de siglo fueron los
escritores vinculados al grupo Eskeletra de Quito.
Lo hicieron a través de su revista del mismo nombre.
Hubo quienes se lanzaron a plantear ciertas profecías: al fin a la hora del
poema todo es válido, siempre y cuando esté debidamente legitimado.
 En este cambio de siglo, los libros plurales y las antologías que buscan
establecer parámetros que bien pueden ser considerados como un canon.
 En el 2001, Xavier Oquendo Troncoso da a conocer la Antología de nuevos
poetas ecuatorianos, 53 que incluye a 25 autores, de los cuales 9 son mujeres.
 Hernán Rodríguez Castelo selecciona de los 25 autores y autoras, a quienes
tienen una “obra estimable”, a “quienes ya conocíamos y seguíamos con
interés”.
Estos son: César Molina, Cristóbal Zapata, Marcelo Báez, Luis Carlos
Mussó, Pedro Gil, Ana Cecilia Blum, Xavier Oquendo Troncoso, Carlos
Garzón, Alfonso Espinosa Andrade, Javier Cevallos y David Guzmán.
A este listado se añade dos nombres que sin duda también tienen “una
obra estimable”: Ángel Emilio Hidalgo (1973) y María de los Ángeles
Martínez (1980).
 Desde Paren la guerra que yo juego (1989), el manabita Pedro Gil se ha
mostrado, virtud que a la vez ha devenido en limitante, como un maldito de fin
de siglo.
 Todo su discurso es una permanente requisitoria contra lo que es la moral y las
formas de la sociedad burguesa, pero también la de los pequeños burgueses de
provincia y fuera de ella.
 Ana Cecilia Blum convierte la escritura en un acto de redescubrimiento de sus
regiones prohibidas que, hasta antes, por el peso de la convencionalidad y la
moral judeocristiana, les resultaban poco transparente.
 Ángel Emilio Hidalgo constituye una escritura reposada y honda, como la voz
del profeta que ha perdido la tierra prometida y que sólo tiene el cuerpo, ese otro
paraíso de la amada para saberse salvo.
 En María de los Ángeles Martínez, a partir de Un lapso de impiedad (1999)
hasta Subcielo (2002), asistimos a textos en los que la mujer está dispuesta a
convertir todo lo que toca en sarcasmo y anulación.
 Sirhiom (2000), del carchense Leopoldo Tobar, es un libro cargado de símbolos
extraños.
Su escritura se nutre de todo lo que son los mitos, leyendas y filosofía
hindú, griega y oriental, que recobran otras connotaciones al ser
insertadas en un discurso poético que aborda la cotidianidad.
 En 2002 se lanza Felipe Guamán Poma de Ayala, de Paul Puma, quien en 1996
había publicado un intenso y experimental texto: Los versos animales.
 Un nombre que desde los 90 tendrá presencia continua en nuestra poesía, es el
de Roy Sigüenza, quien inaugura entre nosotros un lenguaje que parte y se agota
en imágenes y metáforas.
 El cuencano Galo Alfredo Torres, desde las búsquedas de un neobarroquismo
que ensayó en Cuadernos de sonajería (1996), para ponerlo en diálogo con todo
lo que son los simulacros de la cultura de estos tiempos.
En Sierra Songs (2003) dará paso a una escritura en la que se planteará
hacer del poema un recodo de lo que la memoria, que a veces para el
poeta es una reconvención más que un espejo tomado por los fantasmas,
le permitirá alcanzar niveles de expresión límpidos e intensos.
 En 2006, se edita Los rastros, que reúne la obra del ambateño Juan José
Rodríguez, quien desde Intención de sombra (2001) ensaya la poesía del
silencio, que tuvo su momento en la década de los 80 en España.
Cierre de cuentas, inicio de un recuento
 En 2006 cuatro autores, dos de ellos han sido comentados en esta prospección
(Mussó e Hidalgo), publicaron Porque nuestro es el exilio.
Los otros dos son Ernesto Carrión y Fabián Darío Mosquera.
 La idea del exilio se torna en estos autores una especie de eje temático que los
junta y los divide, pues cada uno tiene su propia visión de ese exilio.
 El exilio hacia el que marchan estos autores es el que produce la confrontación
con la escritura y el azoro de la crisis identitaria.
 Estos mismos temas, Carrión aborda en El libro de la desobediencia (2002),
Carni vale (2003), Labor del extraviado (2005) y La bestia vencida, reunidos en
La muerte de Caín (2007, Premio Nacional “Jorge Carrera Andrade”).
 En 2007 circula Matar a la bestia (2004-2007), de Augusto Rodríguez,
promotor en Guayaquil del grupo y revista virtual Buseta de papel, más la
revista impresa El quirófano.
 Los textos de María Luz Albuja, muestran solvencia expresiva y el sondear en
un mundo temático como es el del cuerpo que se desprende y se rearma desde y
en la pasión amorosa.
El libro La pendiente imposible (2008) es la prueba de una madurez a
partir de la fragua de una voz poética que sabrá gravitar en la lírica del
periodo.
 Julia Erazo hace de los elementos de la naturaleza y las geografías de los
afectos, lo sustantivo de su discurso poético que crecerá en logros expresivos en
Verbal (2008).
 Carlos Vallejo, quien en 2007 obtuvo con La orilla transparente, el premio
“Aurelio Espinosa Pólit”, muestra una escritura depurada, que ensambla con
acierto, ritmo e imágenes que dan cuenta de aquella oquedad que es el reino de
la lasitud, de lo incontingente.
Referencia Bibliografía
Serrano, R. (2010). Aproximaciones a la poesía ecuatoriana de las últimas tres
décadas (1978-2008). Corporación Editora Nacional. Universidad
Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.

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