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Nombres: _________________________________________________________________________________3° Geografía

Trabajo práctico: Población argentina y asentamientos urbanos y rurales

Resolver en grupos de 3 (tres) o 4 (cuatro) integrantes

Consignas

1) Comparar las siguientes pirámides de población de nuestro país correspondientes a los tres últimos censos
realizados en Argentina. ¿Qué ocurrió con la base de la pirámide? ¿Aumentó el porcentaje de población en las
franjas que van a partir de los 60 años? La forma de la pirámide ha cambiado ¿qué significa eso?

Censo 2022

2) Diferenciar entre los conceptos de distribución de la población y de densidad de la población; luego explicar el caso
argentino y sus causas.
3) Enumerar y explicar las principales tendencias demográficas de nuestro país.
4) Resolver las actividades de la página 54 del libro sobre segregación urbana
5) Resolver el siguiente crucigrama:
6) Resolver las consignas del análisis de caso: La falta de planificación urbana en Ushuaia

7) A partir de la nota periodística titulada “Pueblos fantasma: la Argentina que desaparece”:


a. a) realizar un informe sobre la situación de estos pueblos y,
b. b) plantear una posible solución para evitar que desaparezcan.
LA NACION>Sociedad

Pueblos fantasma: la Argentina que desaparece


Unos 800 pueblos están en riesgo de extinción; en la provincia de Buenos Aires, 200; con el
tiempo perdieron el tren y, sin rutas asfaltadas, también las fuentes de trabajo
12 de marzo de 2017

Carlos M. Reymundo Roberts


LA NACION

Frente a la plaza principal, una vieja casona, casi en ruinas,


mantiene en la fachada vestigios de sus mejores épocas. Le faltan Según el último censo, en la Argentina hay unos 2500 pueblos
la puerta y las dos ventanas del frente, y sus muros y molduras rurales (1,3 millones de personas, más 2,6 millones de población
apenas resisten, pero conserva un aire señorial, empaque, rural dispersa), y de esos, unos 400 sistemáticamente pierden
distinción. Salvo por un detalle. En el vano de la puerta se población y podrían extinguirse. Otros 400 apenas subsisten
asoma, erguida la cabeza, vigilante, el dueño de casa: un caballo. bajo la misma amenaza. Y 90 ya no aparecieron en el censo de
En lo que era el living retoza otro. Llevan viviendo allí, parece, 2001. Como San Mauricio, se apagaron.
mucho tiempo. La escena no tiene nada de bucólica. El edificio
centenario, con su glorioso pasado de mármoles y maderas
nobles, es hoy refugio de las bestias. La imagen podría ilustrar el El éxodo del campo a las ciudades es particularmente grave por
ocaso de este pueblo del noroeste de la provincia de Buenos la distribución demográfica del país. En la Argentina, donde
Aires, San Mauricio, que vivió tiempos de esplendor hasta cerca del 9% de la población es rural, aproximadamente el 80%
desaparecer debajo de arenas, pastizales y el olvido. de los núcleos habitados son localidades con menos de 2000
personas, mientras que sólo 17 ciudades concentran el 60% de la
población.
No es un caso aislado. Hoy, ahora, un joven, una pareja o una
familia están haciendo las valijas. No se van de viaje. Huyen.
Dejan sus casas en algún pueblo del país que ya no los contiene y Donde hay pocos, se van, y donde hay exceso, llegan más.
al que no volverán. Van en busca de trabajo, un médico, escuela,
transporte. Futuro. Es un éxodo hormiga hacia las ciudades que
comenzó hace décadas y se ha convertido, al cabo, en un No sólo el tren
monumental desplazamiento de masas.
"Es un drama, y como país no hemos sabido encontrarle una
El problema está en las dos puntas del camino: en muchos casos solución -dice Agustín Bastanchuri, que hasta hace dos semanas
vivirán peor, y a sus espaldas quedan localidades dirigía Responde, la mayor ONG dedicada a generar
dramáticamente destinadas a convertirse en fantasmas. oportunidades en pueblos rurales-. No se ha hecho nada para
frenar una corriente migratoria que no para de crecer. Hoy, el
40% de la población vive en el 0,14% del territorio. Por eso
vemos a gente que se está hacinando en las periferias de los
grandes centros urbanos cuando al menos en sus pueblos,
incluso con dificultades de todo tipo, podría vivir en condiciones
mucho más dignas. Y sin desarraigo."

Los expertos coinciden en que no hay un solo factor que explique


el éxodo rural. Son muchos. En primer lugar, el cierre de ramales
ferroviarios, que condenó al aislamiento a cientos de localidades
para las cuales las vías eran una suerte de cordón umbilical;
después, falta de trabajo (por cierre de industrias, cambios en la
matriz productiva, tecnificación del campo), y además, déficits
estructurales en salud, educación y caminos. "Son poblaciones
que quedaron desconectadas. Si no se reinventan, no hay forma
de salvarlas -dice Bastanchuri-. El despoblamiento del campo y
la concentración en las ciudades es un proceso muchas veces
provocado por el propio Estado y no hemos tenido políticas
públicas que atendieran el problema. En algunos casos hubiese
bastado con construir una ruta o asfaltar un camino."

Pueblo "con futuro"

En peligroLA NACION
Vive sola, en lo que era el hotel. No del todo sola: tiene ocho
perros. "A falta de personas, ellos son mi compañía", sonríe.
Lleva allí cuatro años, en los que ha sido testigo de los últimos
latidos del pueblo. "Cuando llegué todavía quedaban unas pocas
familias. Pero se fueron los Fernández, los Bengochay... Hace
tres años murió Catalina Marino, sobrina del fundador. Y bueno,
acá estoy. Resistiendo."

A San Mauricio le queda un ángel guardián. Es el profesor e


historiador Alberto Orga, vecino ilustre de América, que se ha
La capilla de dedicado a bucear en el pasado del partido y se resiste a la
San Mauricio (provincia de Buenos Aires), en ruinas, como casi desaparición del pueblo que había nacido con aires de grandeza.
todo el puebloRicardo Pristupluk y Juan Viel Temperley - LA "San Mauricio es un museo a cielo abierto, un orgullo de
NACION Rivadavia y pedazo grande de nuestra historia. Y lo estamos
perdiendo. Cada día se muere un poco más", dice. En su casa,
El fenómeno abarca todo el país, pero especialmente la región varios cuadros, pintados por su mujer, retratan los viejos tesoros
pampeana. En la provincia de Buenos Aires, la más afectada, hay del pueblo, como la capilla y la casona del fundador, víctimas del
unos 200 pueblos que están en vías de extinción. abandono y el saqueo.

El de San Mauricio es un caso especial. Fundado en 1884 por un Como un cruzado, el profesor Orga viene luchando contra la
inmigrante italiano, Mauricio Duva, cerca del límite con La pena capital a la que ha sido condenado San Mauricio. Una y
Pampa y junto a lo que había sido la célebre Zanja de Alsina, otra vez vuelve, organiza actividades, clama por ayuda,
parecía tener un destino de grandeza. Creció en tierras cedidas promueve su restauración. Y deja carteles. Uno, en la vereda de
por Duva, un próspero estanciero, a un ritmo vertiginoso. Se la capilla y con las ruinas de fondo, dice: "Valoremos este lugar".
anticipó a la llegada del tren y pronto tuvo su iglesia, escuela, Otro: "San Mauricio, Patrimonio Cultural", pero está en el piso;
farmacia, destacamento policial y hotel, y alrededor de la plaza se cayó o lo tiraron. Y a un tercero, que colocó hace años durante
se alzaron casas de cuidada arquitectura, la Sociedad de una de sus tantas cruzadas, el destino del pueblo lo ha vuelto aún
Fomento y Socorros Mutuos y el almacén de ramos generales. La más irónico: "Un lugar con futuro".
principal construcción, después de la iglesia y a metros de ella,
era la residencia del fundador, con sus 400 metros cuadrados
cubiertos, mármol de Carrara, frescos en paredes y techos, sala De la carne al turismo
de armas, sala de lectura y, por detrás, un gran parque. Todo
marchaba bien en San Mauricio, enclavado en el corazón de
fértiles praderas a 528 kilómetros de la Capital Federal y a 21 de
América, la otra localidad fuerte del partido de Rivadavia. Fue el
primero en la zona en tener electricidad, florecía el comercio, se
instalaban fábricas, nació el Sporting Club y aumentaba la
población: llegó a tener 1800 habitantes.

Su dueño -porque eso era: un pueblo con dueño¬- fue por más.
Intentó convertirlo en cabecera del partido, plataforma para el
despegue definitivo. Pero la elegida fue América y ahí comenzó el
declive. Poco a poco fue perdiendo peso político, recursos,
Saladero Cabal
actividad económica y gente. Mientras América era bendecida
(Santa Fe) prácticamente murió al cerrarse un frigorífico, pero
con fondos y rutas pavimentadas, hasta convertirse en ciudad,
San Mauricio fue quedando aislado (aún hoy sólo se llega por volvió a vivir gracias al turismoGobierno de Santa Fe - LA NACION
tierra), sin vigor y sin destino. Después, sin tren. Aun bajo
amenaza de extinción, no se hizo nada. Dos kilómetros de asfalto Hace cinco años, en Expoagro, la conferencia de una mujer que
la hubiesen unido a la ruta 70. En 2001, una inundación terminó muy pocos conocían concentró la atención del auditorio sin
la faena: en dos días cayeron 300 milímetros. Cuando se fue el hablar de rindes, retenciones, nuevas tecnologías o tipo de
agua, la mayor parte de sus 67 habitantes ya no estaban y nunca cambio. Era Marcela Benítez, una geógrafa y doctora en
volverían. Ni siquiera los Duva, también signados por la tragedia. sociología que 12 años antes había dejado sus investigaciones en
Mauricio había vendido su estancia y murió en Buenos Aires el Conicet sobre poblaciones rurales en riesgo para crear la ONG
pisado por un colectivo. Su hermano y mano derecha, Jacinto, en Responde y dedicar su vida al rescate de esas localidades.
el campo, aplastado por un carro. "Tenemos que hacer algo, y tenemos que hacerlo ya -dijo-. No
podemos conseguir que vuelva el tren, pero sí asfaltar los
Hoy, todo lo que se ve es una naturaleza muerta. Casas caminos. Caminos que si llueve se vuelven intransitables dejan a
abandonadas y en ruinas. Construcciones de las que sólo quedan los pueblos sin maestros y sin médicos. Y sin maestros ni
cimientos. Una tropilla de caballos pasta en la plaza desierta. Por médicos no hay forma de que puedan sobrevivir."
si faltaran espectros, en la calle que viene de la ruta, cerca de la
entrada, hay un desarmadero de autos. A dos cuadras, un Frente a la dimensión del fenómeno, la misión de Responde y de
criadero de chanchos. De pronto, el silencio es interrumpido por otras ONG, como Proyecto Pulpería, dirigida por el periodista
la llegada de una camioneta Toyota. Su conductor, de unos 60 Leandro Vesco y que trabaja en la provincia de Buenos Aires, se
años, baja y se queda mirando el espectáculo sobrecogedor de un torna titánica por la escasez de recursos, la inacción del Estado y,
pueblo que es cementerio de sí mismo. La curiosidad le dura un a veces, la falta de voluntad en los propios pobladores. "Nosotros
instante. Lo invade una nube de mosquitos y huye despavorido. no hacemos asistencialismo -explicaba Benítez-. Presentamos
Ahora sabe que allí hay caballos, insectos hambrientos, restos de proyectos innovadores, por ejemplo, ligados al turismo, o una
lo que se soñaba como ciudad pujante, y no mucho más. reconversión productiva. Pero la mayor reconversión es de la
gente, que tiene que ser la protagonista del cambio. Si se
involucra, todo es posible."
El ángel guardián
Así como muchas localidades no se reponen nunca cuando
termina la actividad económica que les daba sustento -tambos,
La única habitante estable y reconocida parece ser Ana Ubando,
minería, fábricas textiles-, otros convierten la crisis en una
una enfermera municipal de 63 años. Está a cargo de la sala de
oportunidad. En Santa Fe, Saladero Cabal era poco más que un
primeros auxilios, para atender a la población rural de la zona.
caserío sobre el río San Javier levantado en torno de un famoso en la zona. "Tuvimos hasta tres carnicerías. El Chanta
frigorífico de la empresa británica Bovril. Cuatro, que siempre estaba lleno, ya no existe. Recorran un poco
y van a ver: no queda nada. Ni médico", dice Armando García
Muchos décadas antes allí había funcionado un saladero de (60 años, todos en Ordoqui), que trabaja en la delegación
carne que se vendía al exterior como tasajo o "charqui". Cuando municipal.
una feroz crecida del río convenció a Bovril de mudar la planta,
sus pobladores se vieron ante el abismo. La mayoría abandonó el Para esta localidad de 116 años, ubicada a 42 kilómetros de la
lugar. Pero una inmobiliaria de la región compró el enorme ciudad de Carlos Casares por camino de tierra, la tormenta
predio en el que estaba el frigorífico, 120 kilómetros al norte de perfecta fue la desaparición del ferrocarril, en 1977, y, después,
la ciudad de Santa Fe, y lo loteó, dando origen a un pueblo del polo lechero, su principal industria, la que le hizo vivir
nuevo, de 33 manzanas, con el mismo nombre pero un enfoque décadas enteras de prosperidad. Llegó a tener siete plantas
distinto: ya no vivirían de la carne, sino del turismo. lácteas, entre ellas, Magnasco y Grillo. Una sola fábrica empleaba
a 400 personas. La crisis del sector, el avance de la soja, las
Empezaron a explotar las playas sobre el río, la pesca y un dificultades para sacar la producción y las inundaciones las
entorno de montes y campos definitivamente verde y apacible. convirtieron en inviables. Ahora los ordoqueños viven a merced
"Paraíso de la tranquilidad" es el eslogan con el que se de una actividad básicamente agrícola que, por el desarrollo
promociona la localidad, constituida oficialmente como comuna tecnológico, ya no requiere tanta mano de obra. "Además, un
en 1994. peón rural gana 9000 pesos y trabaja diez horas -razona
Benintende-. La verdad es que los jóvenes quieren ganar más y
no trabajar tanto. Por eso se rajan. Se van a Bolívar, Carlos
"Hoy tenemos una crisis de crecimiento -dice Oscar Ponce, Casares, Pehuajó, Buenos Aires."
docente de la escuela de doble turno de Saladero y que ha
investigado los orígenes del pueblo-. Cada vez llegan más
turistas, más pescadores de todo el país, y la verdad es que no La pertinaz decadencia de las poblaciones rurales del partido -la
tenemos una infraestructura adecuada para atenderlos." vecina localidad de Hortensia pasó de 1800 habitantes a 220-
apenas ha inquietado a los gobiernos. "Cada tanto llegan algunos
funcionarios, preguntan, averiguan, pero después se van y no
La ONG Responde contribuyó, con ideas y fondos, al proceso de hacen nada. ¡Si por lo menos nos asfaltaran la ruta!", dice
reconfiguración. Se recicló un viejo edificio escolar para Sánchez, la maestra dispuesta a resistir hasta el final.
convertirlo en biblioteca, museo, cybercafé y lugar de encuentro
de la comunidad. "Tendríamos que reunirnos más, trabajar más,
porque somos una localidad muy joven, con mucho por aprender El pasado y el presente del pueblo parecen encontrarse en la
todavía", dice Carina Payes, la delegada comunal. vieja estación del tren, desde la que salía la producción de toda la
zona. Allí funciona hoy el "Centro Cultural Integrador", una
biblioteca pública. De vagones rugientes al silencio de una sala
La chimenea del antiguo saladero, construida en 1873, se de lectura, ya nada es lo que era en los pagos de Ordoqui.
conserva como monumento en la plaza principal. Es un tributo al
pasado, en un pueblo que se conjuga en presente.
Ernestina, la del príncipe
Ordoqui, himno y lamento

El boulevard
San Martín, en el centro de Ernestina, vivió años de esplendor; hoy
Restos de una apenas es transitadoRicardo Pristupluk y Juan Viel Temperley - LA
de las siete fábricas de lácteos que había en Ordoqui (partido de NACION
Carlos Casares); no queda ninguna; el pueblo nunca se repuso del
cierre de la cuenca lechera; además ya no tiene trenRicardo Si un pueblo figura en los mapas, pero no en las indicaciones de
Pristupluk y Juan Viel Temperley - LA NACION las rutas, es señal de que su existencia está comprometida. Es lo
que le pasa a Ernestina, en el partido bonaerense de 25 de Mayo:
"No nos vamos a ir. Aunque se vayan todos, aunque nos sólo se puede leer su nombre al llegar, en el cartel de la entrada.
quedemos solos, de acá no nos vamos." La que recita el himno de
amor eterno a Ordoqui, localidad del partido de Carlos Casares, No siempre fue así. En 1926, Ernestina apareció en todos los
provincia de Buenos Aires, es Alicia Sánchez (53 años), una diarios del país y, probablemente, del Reino Unido: fue visitado
maestra jubilada que fue directora de la escuela del pueblo. Está por el príncipe de Gales, Eduardo VIII. Fue un paso fugaz
junto a su marido, Roberto Berardo (60), contratista rural. camino de la estancia de los Keen, la familia fundadora, y de otra
estancia en 25 de Mayo. Cuentan que la calle principal, aún hoy
El himno es también un lamento. Ordoqui pasó de una población un imponente boulevard con palmeras, lucía engalanada, y que
de 1800 personas hacia fines de la década del 30, a 170 en la hasta la empedraron para la ocasión. Al príncipe le habrán
actualidad. "Debemos ser menos. El mes pasado se fueron 10 o llamado la atención tres soberbios edificios, todos sobre esa
12", dice Javier Benintende (42 años), apicultor. calle, la San Martín: el teatro, por el que pasarían figuras de
renombre y que también fue usado como cine; el colegio de
Floreciente de vida y trabajo en el corazón de la pampa húmeda, monjas, orgullo de la zona, y la iglesia neogótica. La
a comienzos del siglo XX el partido atrajo a inmigrantes sorprendente Argentina de campos fértiles y audaces
españoles, italianos, árabes, judíos y vascos. El pueblo estallaba emprendedores salía al encuentro de Eduardo VIII en un pueblo
en construcciones y emprendimientos. Hoy hay que hacer un perdido de la pampa.
acto de fe para creerlo, pero tenía dos sastrerías, dos peluquerías,
bazar, correo, clubes, librería y un hotel, el Chanta Cuatro,
En un extremo del boulevard San Martín está la estación del
ferrocarril. Medio siglo después de aquella visita histórica, el
ramal, que tenía cuatro servicios diarios, empezó a ser
restringido, hasta que un día el tren dejó de pasar. Los 160
kilómetros que la separan de la Capital Federal se hicieron
lejanos y tortuosos. Ernestina, que ya venía anclándose en el
tiempo, poco a poco fue desplazada por Pedernales (ocho
kilómetros por tierra). Del empedrado no queda nada, el teatro
cerró, las monjas se fueron y la iglesia apenas guarda sombras de
su antiguo esplendor.

Su línea demográfica muestra una tendencia que parece


irreversible. El censo de 1960 registró 2000 habitantes; 30 años
después había caído a 253, y en el de 2010, a 145. "Esto ya no es
un pueblo, es una familia", bromea una de sus vecinas en un
video que aparece en Internet.

La estación del tren se ha convertido en destacamento policial.


"Menos de 150 personas, y toda gente mayor, imagínense: pocos
problemas", dice la oficial Wanda Resek.

Rebeca Etcheverry (68 años), una maestra jubilada que vive con
su marido frente a la iglesia, todavía recuerda cuando el pueblo
tenía de todo. "¡Hasta sastrería! Hoy, para cualquier cosa
tenemos que irnos a Pedernales. Acá no hay nada. Los jóvenes se
van porque no tienen trabajo. Van a Buenos Aires a trabajar de
mozos, de remiseros, de empleados." Ellos ya lo tienen decidido:
se quedarán. Por las tardes caminan hasta el bar Ernestina, que
está a dos cuadras, y juegan durante horas enteras. Ella, al
Chinchón y a la Escoba de 15. Él, al pool. Una vez jugó 130
partidos en una sola semana. "Cómo me voy a ir -dice Rebeca-, si
hace 33 años que tomo mate con la misma vecina."

"Los pueblos no mueren"

Al igual que tantas localidades que atraviesan las mismas


penurias, Ernestina vio cómo se iba apagando su fuego mientras
esperaba la mano salvadora del Estado, que nunca llegó, y sin
que desde sus mismas entrañas surgieran iniciativas para
revertir el proceso. El desarrollo de un complejo de cabañas a la
vera del impetuoso río Salado, que está a sólo dos kilómetros y es
un paraíso para los pescadores, fue una inversión de gente de
otro partido.

Nelly, la señora que cuida la iglesia desde que las monjas se


fueron, en 1992, y le dejaron la llave, también mira hacia afuera a
la hora de buscar una explicación: "Somos el último orejón del
tarro. Nadie se acuerda de nosotros".

Encapsulados en el tiempo, detenidos y amenazados, cientos de


pueblos de todo el país asisten a su declive con la esperanza de
que algo o alguien llegue en su rescate. En el fondo, muy pocos
creen que el destino pueda depararles el peor final: la
desaparición. "Los pueblos no mueren", dijo un comerciante en
una parrilla de General Villegas.

General Villegas, a 50 kilómetros de donde yacen los restos de


San Mauricio.

Carlos M. Reymundo Roberts

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