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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular

Para la Educación Universitaria

Instituto Universitario Politécnico

“Santiago Mariño”

Extensión Maracay

Auguste Perret y Tony Garnier

Alumna

Karen Castillo

Historia de la Arquitectura III

Docente

Arq. Ramón Suescun

Maracay, Julio 2022


El Nuevo Clasicismo Francés: Auguste Perret y Tony Garnier

El nuevo clasicismo francés se trató de una corriente arquitectónica que


surgió en el primer tercio del siglo XX a partir de una serie de circunstancias
culturales y, fundamentalmente, sociales que desembocaron o trajeron consigo la
búsqueda de una forma de hacer arquitectura cada vez más despojada de
ornamento, desligada del pasado académico o historicista, y estrictamente ligada
a la función.

Apareció al mismo tiempo que el Art Nouveau, dos experimentos de


vanguardia, pero completamente distintos al Art Nouveau es el de Perret y el de
Garnier, dichos experimentos se apoyan en la tradición francesa y proponen una
reelaboración original. La cultura arquitectónica francesa estuvo basada sobre
todo en el clasicismo y en la tradición técnica, pero esta al mismo tiempo se
presenta como una identidad. Mas sin en cambio su fisonomía puede dispersarse
por obra del eclecticismo, que suele mezclar y contaminar los estilos históricos,
materiales y sistemas constructivos.

Con la coherencia estructural aparece el hormigón armado el cual se


convierte en el material preferido, el cual posee características de continuidad
estática y adaptabilidad. Por lo que en 1845 se comienza a producirse
industrialmente y se hacen los primeros intentos de asociar el cemento al hierro.
Pero las aplicaciones se reducen a objetos de pequeñas dimensiones. Los
precursores se dan cuenta de que el nuevo sistema de construcción es bueno
para otros muchos usos por lo que comienzan a haber otras aplicaciones en el
hormigón armado como en tubería, paneles, puentes, escaleras, vigas, cubiertas.

Además de una cierta saturación del pensamiento cultural y de las


tendencias artísticas pasadas, desde un punto de vista artístico, el alejamiento de
la naturaleza generan planteamientos arquitectónicos como la distribución libre de
los nuevos espacios a partir de la función, la orientación y la economía de
recursos. En el nuevo estilo, la función se manifiesta y pasa a ser generadora de
la imagen. Factores como la utilización sistemática de materiales, como el acero,
el hormigón armado y el vidrio, permiten este nuevo lenguaje. Perret y Garnier
fueron contra el eclecticismo de la época y recurrieron a dos principios
complementarios de la tradición: el clasicismo (en sentido filosófico se entiende
como el espíritu de geometría y de claridad) y la coherencia estructural.

Auguste Perret arquitecto francés, uno de los más importantes del


movimiento moderno, construyó numerosas obras investigando sobre el lenguaje
propio de este material, fue pionero en el empleo constructivo del concreto armado
siempre intentó mostrar de una forma expresiva la estructura de sus edificios. Con
el tiempo, sus proyectos evolucionaron hacia el estudio de las proporciones
clásicas. A Auguste Perret es fácil reconocerlo en sus obras por la utilización del
hormigón armado como principal material de construcción.

En el edificio residencial de la Rue Franklin se puede observar a la


perfección, no solo en la estructura, sino también en todos los detalles y
decoraciones de la fachada. Debido a esto, el arquitecto se refería a su material
como “hormigón estético”. Los rasgos neoclasicistas y los grandes ventanales
también son señas de identidad de sus creaciones. En la primavera de 1945, el
Ministerio de la Reconstrucción y del Urbanismo le nombra arquitecto jefe de la
reconstrucción de Le Havre tras la II Guerra Mundial. Para los urbanistas
europeos, esta ciudad es un símbolo, el mayor éxito de la reconstrucción de la
posguerra. El hormigón armado es destacable, además de una composición
ordenada que oculta su espíritu clásico. La ciudad reconstruida representa la obra
maestra de Perret y los rasgos que le caracterizan.

Entre muchos, Auguste Perret es considerado como el padre del hormigón,


al ser el primero en utilizarlo como elemento estructural y constructivo, además de
trabajarlo de manera decorativa y detallada como elemento ornamental, siendo
considerado por él mismo como hormigón estético. Perret fue uno de los
arquitectos de comienzos del siglo XX más innovadores del clasicismo francés,
siendo considerado en muchas ocasiones como precursor de la arquitectura
moderna y siempre plasmando el carácter neoclásico en sus obras. En los años
20 se dedicó a investigar y profundizar las posibilidades del hormigón,
consiguiendo así una nueva imagen a través del uso de vidrieras por encalados de
hormigón, sobre todo en las iglesias.

Un ejemplo de esta técnica es la rehabilitación de la Catedral de Notre-


Dame. Sin embargo, la adopción del hormigón armado como parte esencial del
diseño arquitectónico en la construcción de una estructura no hubiese sido posible
sin la figura de Auguste Perret, arquitecto francés que tomó al material, lo sacó de
los círculos de la ingeniería civil y lo llevó a obras que hasta el día de hoy, son
claves para comprender la importancia y evolución que tendría el hormigón en el
desarrollo de la arquitectura. Con discípulos como Le Corbusier, Jean Renaudie o
Pierre Jeaneret, a Perret también se le considera un maestro. “Perret no sólo fue
un revolucionario, es un continuador. Su personalidad entera está en esta
continuación de grandes, nobles y elegantes verdades de la arquitectura
francesa”, destacó Le Corbusier.

“La arquitectura se acapara del espacio, le limita, le encierra. Tiene este


privilegio de crear lugares mágicos, auténticas obras de la mente”, comentó en
una ocasión Perret. Y es que sus obras realizan precisamente eso: trasladan
obras desde su imaginario al espacio vacío de las ciudades, transformándolas.
Gracias a su influencia, esos espacios se rellenan con hormigón armado, material
que pasó de ser frío a tomar características artísticas, que desarrollarían otros
arquitectos siguiendo su ejemplo.

Entre sus obras más notables se encuentra el garage Ponthieu (1905), el


teatro de los campos Elíseos (París, 1911), la iglesia de Notre Dame en Le Raincy
(1922), el Museo de Obras Públicas (1937) y la reconstrucción en 1946 de parte
de la ciudad de Le Havre. En la actualidad, construir una edificación sin considerar
al hormigón armado como parte esencial del proceso es impensable. Desde obras
civiles a inmobiliarias, que consideren elementos como fundaciones, muros
estructurales, vigas o columnas, todo elemento presente en un proceso
constructivo fabricado (ya sea in situ o prefabricado) con hormigón considera su
armadura de acero, cuyos beneficios constructivos están más que probados.
Perret que fue el primero en utilizar hormigón como elemento constructivo y
estructural, además de elemento ornamental y distribuidor que presenta en
ocasiones desnudo al exterior en algunas de sus obras. Esto ha sido
reinterpretado y utilizado con la misma intención por un gran número de
arquitectos posteriores a Perret. Junto con Tony Garnier, Perret el arquitecto más
representativo e innovador del nuevo clasicismo francés que apareció en París a
comienzos del siglo XX. Durante toda su vida este arquitecto realizó una
arquitectura académica, con mentalidad neoclásica, sin presentar un avance en la
manera de componer ni en la de decorar.

Del mismo modo, el arquitecto francés Tony Garnier proyectó, durante su


estancia en Roma, una ciudad entera construida en concreto, proyecto de
urbanismo social. Contempló soluciones nuevas como las circulaciones
separadas, el plano libre, el tejado-terraza, los muros de vidrio y los pilotes. Nació
en Lyon, ciudad en la que realizó lo más destacado de su obra. Ingresó en la
Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal en 1886 y en la de París en 1890.
Evolucionó en los círculos socialistas, junto a Jean Jaurés y Émile Zola. Premio de
Roma en 1899, vivió cuatro años en la villa Medici, donde comenzó a trabajar en
el proyecto para la Ciudad Industrial.

En 1901, presentó el plan general de un gigantesco proyecto urbanístico y


social, en la línea de las utopías de Fourier. Publicó este trabajo en 1917 bajo el
título Una ciudad industrial. Para ella ideó respuestas a las necesidades de
vivienda, de trabajo, de producción de energía, de transporte, de estudios y de
ocio, utilizando materiales modernos (hormigón armado, metal, vidrio).
Básicamente, Garnier deseaba construir un mundo donde la humanidad, la
naturaleza y los objetos convivieran en completa armonía, por lo que siguió
trabajando y elaborando su propuesta, que más tarde se convertiría en la más
importante de todas sus obras. La Ciudad Industrial fue el proyecto social y
urbanista más grande e importante de Tony Garnier.

Fue en 1917 que su propuesta fue publicada. Su diseño hacía referencias a


la antigüedad clásica y un profundo sentido de la monumentalidad. Marcado por
su formación, el estilo de Garnier conservó ciertas referencias a la antigüedad
clásica y un profundo sentido de la monumentalidad. La luz, la vegetación, la
ventilación y la higiene fueron para Tony Garnier los fundamentos del urbanismo
moderno. Más adelante todo esto sería retomado por Le Corbusier.

Este último publicó extractos de su obra en El espíritu nuevo y en Hacia una


arquitectura. Los CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) y la
Carta de Atenas reivindicaron esta herencia. Con el apoyo del alcalde socialista
Édouard Herriot, realizó en Lyon importantes edificios, directamente inspirados en
su Ciudad Industrial, como el matadero de la Mouche, para el que ideó una gran
nave de estructura metálica (hoy lonja Tony Garnier), y el estadio olímpico (1913-
1916). Entre 1915 y 1935 construyó el hospital de Grange-Blanche (hoy Édouard
Herriot), constituído por 22 pabellones y un conjunto de viviendas que componen
el barrio de los Estados Unidos, en Villeurbanne. Para el edificio del Ayuntamiento
de Boulogne-Billancourt, construido entre 1931 y 1934, diseñó así mismo el
mobiliarioy la decoración.

El nombre de Tony Garnier es mucho menos conocido que los de Le


Corbusier, Gropius o Mies Van der Rohe. Su apellido incluso se presta a que lo
confundan con Charles Garnier, el arquitecto de la antigua Ópera de París. En
cambio, para aquellos que conocen algo de la historia del urbanismo de este siglo,
el nombre de Tony Garnier evoca al autor de un proyecto de Ciudad Industrial, en
1904, que lo coloca junto a precursores urbanistas de la talla de Ebenezer
Howard. Más recientemente, Peter Hall (2002) ha confirmado una vez más su
importancia. Garnier, notable exponente de la arquitectura y el urbanismo
franceses.

Su ideología va en contra de las concepciones urbanas de aquella época;


desarrolla el concepto de Zonage (concepto de recorte de un plano urbanista en
zonas específicas); separando en su ciudad las grandes funciones. Ideas
vanguardistas, trabajando en el proyecto de su “ciudad moderna”. Para Tony
Garnier eran muy importantes cuatro principios que consideraba totalmente
básicos y que consisten en crear un lugar totalmente funcional, de espacios
amplios, con abundante follaje e iluminación directamente aprovechada por el sol.

“Este constructor, este realista era humano espontáneamente. Su


sensibilidad igualaba su modestia. Su cultura se revelaba, a menudo,
sorprendente. Si, Tony Garnier fue un maestro con todo lo que esa palabra
contiene de nobleza y de inteligencia. Un maestro, es decir un guía y un ejemplo…
Pero, para él, el hombre era tan admirable como el sabio; sus cualidades morales
estaban a la altura de su genio.”

Tony Garnier fue un visionario en el sentido de los elementos que él


pensaba para su arquitectura, que para el hacer un espacio funcional es esencial
en la arquitectura, sino un obligado de la misma, en este sentido Garnier tenía la
visión de espacios amplios y funcionales (lo cuál es la parte básica) pero lo
compone de manera interesante con el complemento de vegetación e iluminación
natural (el elemento que hace una arquitectura grande). Garniel termina una visión
innovadora con la ciudad industrial, la cual parece una de las ideas más
acertadas. En conclusión se puede decir que Garnier fue un arquitecto que tuvo
una visión muy interesante de la urbanización y la arquitectura moderna. Un gran
arquitecto que tal vez no tiene el reconocimiento que merece.

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