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“Vayan al templo”

Si no ahora, pronto. Oren fervientemente, pongan sus


vidas en orden, ahorren el dinero que sus medios les
permitan con la esperanza de que llegue ese día.
El templo produce una transformación en las
personas y convierte cualquier esfuerzo por
llegar hasta allí en algo inmensamente
valioso
Las ordenanzas y las ceremonias
del templo son sencillas. Son
hermosas y sagradas. Se conservan
confidenciales, no sea que se den a
conocer a quienes no estén
preparados para ellas. La curiosidad
no es una preparación, como
tampoco lo es un profundo interés.
La preparación para dichas ordenanzas
supone ciertos pasos preliminares, a
saber: fe, arrepentimiento, bautismo,
confirmación, méritos, además de la
madurez y de la dignidad que se espera
de aquel que va como invitado a la casa
del Señor.
Antes de ir al templo, debemos
prepararnos, y tenemos que ser
dignos de ir allí. Se han prescrito
restricciones y condiciones, las
cuales han sido establecidas por el
Señor y no por el hombre. Por lo
demás, el Señor tiene todo derecho
y autoridad para prescribir que los
asuntos tocantes al templo se
conserven sagrados y
confidenciales.

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