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I Etapa Configuradora
Religiosidad popular y el Diálogo con la Teología
Desarrollo de la catequesis:
1. Saludos Inicial
Es importante conocer a quienes están presentes en la asamblea, hacer una
breve presentación tanto de los participantes como del expositor de la catequesis,
para que los presentes conozcan quien les habla.
3. Proclamación de la palabra.
Epístola a los Efesios 1, 1-3 "Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,
a los santos y fieles en Cristo Jesús. Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro
Padre, y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo"
4. Catequesis
El uso de los sacramentales es una práctica malinterpretada por muchos católicos. Estos son parte
de la vida de la Iglesia desde los primeros tiempos, pero por lo general son vistos como una
especie de superstición. El motivo está, en gran medida, en el hecho de que muchos católicos a lo
largo de los siglos han empleado los sacramentales de forma supersticiosa, ya que no habían
aprendido a usarlos como es debido. En vez de utilizarlos con fe, algunos católicos los empleaban
como amuletos mágicos más que como instrumentos de gracia. Lo cual es una tristeza, ya que la
función de los sacramentales es enriquecer nuestras vidas espirituales, no menoscabarlas. Han
sido instituidos por la Iglesia para acercarnos a una relación más profunda con Cristo y están
centrados en santificar todos los ámbitos de nuestras vidas. Pero para entender en profundidad
porque se bendicen estos artículos religiosos y cual es su verdadera función es necesario hacer
una breve panorámica en la historia para que se pueda comprender el origen del uso de estos.
En el siglo IV el emperador Constantino el grande tuvo un sueño en el que veía una cruz
que decía “Con este signo vencerás, (In hoc signo Vinces)” él era un pagano y no creía en nada,
pero tenía el sueño presente entonces el cogió la cruz y fue a la batalla y la venció y a raíz de esto
Por: Jonatan Castañeda
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Religiosidad popular y el Diálogo con la Teología
dio la libertad a los católicos y la cruz empezó a ser símbolo de Victoria para todos los hombres y
es ahí donde empiezan los sacramentales. Por otro lado, la medalla de san Benito que se le tiene
mucha devoción en la piedad popular porque tiene un poder exorcistico contra el demonio ya que
este santo era un excelente exorcista, o la medalla milagrosa, la medalla de San Cristóbal,
tampoco podemos dejar de mencionar el santo rosario que la virgen María entrego a Santo
Domingo de Guzmán para que lo difundiera para la salvación de las almas.
¿por qué se tiene que bendecir los sacramentales?
Entre los sacramentales, las bendiciones ocupan un lugar importante. Comprenden a la vez la
alabanza de Dios por sus obras y sus dones, y la intercesión de la Iglesia para que los hombres
puedan hacer uso de los dones de Dios según el espíritu de los Evangelios (CIC #1678)
Ciertamente el sentido de la bendición no es conferir al objeto una protección mágica, casi de
“superpoderes” Se trata de hacer la oración de bendición pronunciada por el sacerdote en el
momento de la bendición y de pedir a Dios la gracia de aumentar las virtudes en nuestra vida
cotidiana y obtener la protección y la intercesión de la persona representada y evocada en el
objeto.
La Iglesia, prolongando la tradición de Israel, bendijo siempre, desde el principio, hombres, cosas
y lugares. Y, como en tantas otras cuestiones, guiada por el Espíritu de la Verdad, y bendiciendo
en el nombre de la Trinidad, en el nombre de Jesús, fue aprendiendo en Oriente y Occidente a
bendecir, acrecentando así el conocimiento espiritual y teológico de los sacramentales.
Muy pronto se conoce en la Iglesia la diferencia entre las bendiciones simples, las que se dan, por
ejemplo, mutuamente aquellos que se encuentran y saludan en el camino, y aquellas otras
bendiciones rituales, en las que se emplean fórmulas sagradas y frecuentemente el agua bendita
Tertuliano [+220], Los saludos, por ejemplo, que escribe San Pablo al principio y al final de sus
cartas, son bendiciones descendentes, dirigidas a personas: "la gracia y la paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo", etc. (1Cor 1,3). También desde el principio, las
bendiciones solemnes se han reservado en la Iglesia a los ministros sagrados de la gracia divina,
es decir, a los Obispos, sacerdotes y diáconos, sea en la misma liturgia o fuera de ella. En las
venerables Constituciones apostólicas leemos: "nosotros prohibimos a los laicos que usurpen
una función sacerdotal como es el sacrificio, el bautismo, la imposición de manos o una
bendición, menor o mayor”. Sin embargo, como veremos, se ha conocido siempre que los laicos
también a veces están llamados a bendecir: a sus hijos, a los alimentos de su mesa, etc.
San Ambrosio (+397) llama a la bendición sanctificationis et gratiarum votiva collatio: ayuda
divina para la santificación, por la súplica (votiva) de la Iglesia. San Agustín (+430) defiende la
santa eficacia de las bendiciones contra el naturalismo voluntarista de Pelagio, que las
consideraba como algo vano. En los siglos VIII y IX, los sacramentales, a través de múltiples
bendiciones, configuran tanto la vida de los monasterios, que su valoración y su uso se difunden
también en el pueblo cristiano.
Se entiende, pues, que las bendiciones son ritos instituidos por la Iglesia a semejanza de los siete
sacramentos, que se componen de oraciones y de signos -señal de la cruz, aspersión del agua
Por: Jonatan Castañeda
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bendita, etc.-, y que son celebrados en el nombre de Cristo por los ministros sagrados, a fin de
santificar "ex opere operantis Ecclesiae" las personas y las cosas, protegiéndolos del diablo y del
mundo, y disponen a las personas para mejor recibir los bienes de la Redención, o si son cosas,
las hacen más idóneas para servir a los hombres, sirviendo a Dios.
5. Canto
animación
6. Oraciones
Se puede invitar a la asamblea hacer oraciones de petición o agradecimiento.
Rosario:
C. En memoria de los misterios de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor, para honra de
la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, sea bendecida la persona que ore devotamente
con este rosario: en el nombre del Padre + y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
R. Amén
Por: Jonatan Castañeda
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Y rocía las velas con agua bendita.
Luego las aplica (sin encenderlas) a la garganta de cada uno de los fieles mientras dice:
Por la intercesión de S. Blas, obispo y mártir, te libre de todo mal de la garganta y de cualquier
otro mal.
R. Amén.
Señor, com ni entrada a esta casa, haz que entren juntamente la bendición y la santificación,
como bendijiste las casas de Abraham, Isaac y Jacob. Los Angeles que te asistieron en los
esplendores de tu gloria habiten aquí y protejan a todos sus moradores y visitantes. Por Cristo
nuestro Señor.
R. Amén
II
Nueva Casa
Asiste Señor a esos servidores tuyos, que al inaugurar (hoy) esta vivienda imploran
humildemente tu bendición, para que cuando vivan en ella sientan tu presencia protectora, cuando
salgan gocen de tu compañía, cuando regresen experimenten la alegría de tenerte como huésped,
hasta que lleguen felizmente a la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Rocía con agua bendita
Que Dios colme vuestra fe de alegría y de paz. Que la paz de Cristo actúe de arbitro en vuestro
corazón. Que el Espíritu Santo derrame en vosotros sus dones.
R. Amén.
II
Oremos: Oh Dios, que has hecho de todas las naciones un solo pueblo consagrado a ti; bendice +
esta bandera que hoy te presentan tus hijos y haz que, bajo tu protección, obtengan con
abundancia el bien de su patria y progresen también en el amor a todos los hombres. Por
Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
BENDICIÓN DE UN VEHÍCULO
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al
hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen este vehículo: que recorran sus
caminos con precaución y seguridad, eviten toda imprudencia peligrosa para otros, y, tano si
viajan por placer o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo, que vive y reina
contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso Padre +, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
II
Para un niño enfermo
Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo Jesucristo recibió con afecto a los niños y los bendijo, extiende
benigno tu mano protectora sobre este servidor tuyo, enfermo en su temprana edad; así,
recobradas sus fuerzas, y devuelto en perfecta salud a tu Santa Iglesia y a sus padres, pueda darte
gracias de corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
III
Por un enfermo en peligro grave
Por: Jonatan Castañeda
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Señor Jesucristo, Redentor de los hombres, que en tu pasión quisiste soportar nuestros
sufrimientos y dolores, te pedimos por este hermano nuestro, que está enfermo; tú que lo has
redimido, aviva en él la esperanza de su salvación y conforta su cuerpo y su alma. Tu que vives y
reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
IV
Por un enfermo agonizante
Padre Misericordioso, Tú que conoces hasta dónde llega la buena voluntad del hombre, Tú que
estás siempre dispuesto a perdonar nuestras culpas, Tú que nunca niegas el perdón a los hijos que
acuden a Ti, compadécete de tu hijo/a que se debate en agonía; te pedimos que, ungido con el
óleo Santo y ayudado por la oración de nuestra fe se vea aliviado en su cuerpo y en su alma,
obtenga el perdón de sus pecados y sienta la fortaleza de tu gracia . Por Jesucristo, tu Hijo, que
venció a la muerte y nos abrió las puertas de la vida y contigo vive y reina por los siglos de los
siglos.
R. Amén.
V
Bendición Papal "In artículo mortis"
Oremos: Señor Padre clementísimo y misericordioso, Dios de todo consuelo. Tú que no quieres
que se pierda ninguno de cuantos creen en ti , conforme a la inmensidad de tu misericordia; mira
propicio a tu siervo/a. Visítalo con tu gracia para que lo salves y concédele benignamente el
perdón de todos sus pecados por los méritos de la Pasión y muerte de tu Hijo Jesucristo. Que
cuando salga su alma de este cuerpo, encuentre en Ti su juez indulgente, y que, purificada de toda
mancha en la Sangre de tu Hijo, merezca alcanzar los gozos eternos.
Y yo, haciendo uso del poder que me otorga la Sede Apostólica, y en nombre de nuestro Santo
Padre el Papa, te concedo indulgencia plenaria y el perdón de todos tus pecados. En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
Que Dios todopoderoso y rico en misericordia, por la muerte y resurrección de Cristo te perdone
todas las penas de esta vida, te abra las puertas del Paraíso y te lleve a los gozos eternos.
R. Amén.
Por: Jonatan Castañeda
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BENDICIÓN DE UNA MUJER EMBARAZADA
I
(Antes del parto)
-Señor Dios, creador del género humano, cuyo Hijo, por obra del Espíritu Santo, quiso nacer de
la Virgen María, para redimir y salvar a los hombres, librándolos de la deuda del antiguo pecado,
atiende los deseos de esta hija tuya, que te suplica por el hijo que espera, y concédele un parto
feliz; que su hijo se agregue a la comunidad de los fieles, te sirva en todo y alcance finalmente la
vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
II
(En caso de peligro)
- Dígnate, Señor, visitar esta habitación y aparta de ella y de tu sierva N. Todas las asechanzas del
enemigo. Vengan a mora en ella tus santos ángeles que custodien a tu Sierva y a su hijo, y tu
bendición + permanezca con ellos para siempre. Sálvalos, Dios omnipotente, y concédeles
contemplar un día tu eterna gloria. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
III
(Después del parto)
- Oh Dios autor y protector de la vida humana que has concedido a esta hija tuya el gozo de la
maternidad, dígnate aceptar nuestra alabanza y escucha con bondad lo que te pedimos: bendice y
santifica a esta madre y a su hijo/a para que los guardes de todo mal, los acompañes siempre en el
camino de esta vida y que, a su tiempo los acojas en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo
nuestro Señor.
R. Amén.
BENDICIÓN DE UN ANCIANO
I
Dios omnipotente y eterno, en quien vivimos, nos movemos y existimos, te damos gracias y te
bendecimos por que has dado a este servidor tuyo largos años de vida, junto con la perseverancia
en la fe y en las buenas obras; concédeles ahora, Señor, que, confortado por el afecto de los
hermanos, esté alegre en la salud, no se deprima en la enfermedad, y, reanimado con tu
bendición, emplee en tu alabanza el tiempo de su ancianidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
II
La bendición + de Dios Todopoderoso, que a nadie abandona y que aún en la vejez y las canas
guarda a sus hijos con solicitud de Padre, descienda sobre ti.
R. Amén