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1.

1 La sexualidad: expresiones, características y diversidades

Las definiciones de la sexualidad han cambiado con el pasar de los años,


son evidencia de un momento histórico, social y cultural. También son el
reflejo de posiciones disciplinarias. La psicología, la medicina, la
sociología, los enfoques de género y de derechos humanos, entre otras,
han ofrecido diversos acercamientos sobre la sexualidad.

A la fecha hay varias conceptualizaciones, todas ellas derivadas de


los consensos y discusiones de personas expertas en diferentes
campos. Como toda definición, cualquier propuesta conceptual
sobre la sexualidad no es neutral o pura. Esto es importante
mencionarlo porque toda concepto es resultado de debates teóricos,
políticos, sociales e incluso religiosos. De allí que muchas personas
hablen por ejemplo de visiones conservadoras o tradicionales y visiones
progresistas sobre la sexualidad.

Para los fines prácticos y pedagógicos de este curso, es importante


contar con un concepto base, un piso común mínimo. Para ello nos
disponemos primero a explicar, desde una visión tradicional, qué es la
sexualidad; paulatinamente, iremos introduciendo los conceptos y
debates más recientes, hasta llegar a las definiciones de la diversidad de
orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género y
características sexuales.

La sexualidad, en términos generales, es un concepto usado para


nombrar aspectos relativos a nuestra condición de seres sexuados. Esta
condición tiene que ver con la vivencia del placer, del erotismo y de la
vida afectiva. También se asocia con nuestra identidad, nuestras
expectativas reproductivas y relacionales. Las formas en las que
expresamos la sexualidad incluyen, por ejemplo: “pensamientos,
fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas,
roles y relaciones” (Escobar., et., al, 2016: 275).

La sexualidad ha estado asociada a una realidad biológica: somos


organismos vivos. Tenemos un cuerpo con características
anatómicas y fisiológicas. Tenemos características sexuales primarias
como testículos, pene, ovarios o vagina; y secundarias como vello,
mamas o tono de voz. Nuestro cuerpo y sus partes son una vía, de
muchas para experimentar el erotismo, el placer y la afectividad. Nuestro
cuerpo también está directamente relacionado con el potencial
reproductivo.

 Además de organismos vivos, somos seres sociales, culturales y


políticos. La sexualidad, sus definiciones y sus expresiones están
mediadas por ello. La asignación del sexo al nacer, depende de una
definición médica usada por el personal de salud que revisa si el cuerpo
del bebé presenta o no, unas características sexuales que se han
establecido como esperadas para definir si se trata de un hombre o de
una mujer.   

Las expectativas sobre el sexo están asociadas a muchas reacciones y


acciones sociales, por ejemplo:

Muchas personas quieren saber cuál es el sexo de su bebé antes de


nacer, para definir un nombre, los colores de la ropa que
compraran, la decoración que usarán o el tema de las fiestas de
regalo, por ejemplo. Es posible que antes del nacimiento de un bebé
mucha gente esté muy feliz o muy triste por el “sexo” del bebé. Esto
se debe a que en muchas culturas vivir como hombres o como
mujeres marcará sendas diferencias.

Si bien hay una condición biológica con la que nacemos, está se ve


definida, acotada y experimentada de maneras diversas dependiendo del
contexto donde nacemos, crecemos, envejecemos, y si es el caso, donde
nos reproducimos.

La asignación de un sexo u otro, define criterios de cuan femenina o


masculina debe ser una persona, esto es conocido como género. A
ello, se asocian expectativas sobre lo que podemos    hacer o no como
hombres o como mujeres, lo que se conocen como roles de género.
Conforme vamos creciendo la asignación del sexo define las expresiones
de género, es decir, como debemos hablar, vestirnos, relacionarnos,
incluso vernos.

Tradicionalmente se ha pensado que la asignación del sexo, las


identidades y expresiones de género, determinan a quién podemos amar
y con quién podemos tener relaciones sexuales, afectivas y eróticas. Si
nacimos mujeres se espera que tengamos una pareja hombre, y
viceversa, es decir se espera que seamos heterosexuales. A esta
decisión sexual, erótica, afectiva y emocional se le denomina orientación
sexual. Veremos más adelante que entre lo que se espera y lo que en
realidad ocurre hay una diversidad de alternativas.

Somos seres vivos en contextos sociales que definen sentidos,


significados, representaciones sobre la sexualidad. Esto es importante
recordarlo siempre, debido a que hace mucho tiempo  la biología dejó de
ser un determinante totalitario y único de nuestra sexualidad.

Cuando hablamos de sexualidad, hablamos tanto de las vivencias


íntimas como de las interacciones públicas. Hay elementos de la
sexualidad que vivimos cotidianamente y de los cuales no podemos
desprendernos, por ejemplo: nuestro cuerpo o la forma en la que
hablamos. Cuando caminamos de la mano o abrazamos a alguien en un
espacio público, estamos expresando una parte de nuestra sexualidad.
Las expresiones de la sexualidad son visibles y están sujetas a
interpretación de quien nos observa. Esta interpretación está
mediada sobre todo por las expectativas tradicionales sobre un
sexo u otro.

Por lo tanto, y como profundizaremos a continuación, la sexualidad no


está acotada a la asignación de un sexo al nacer y a las expectativas
culturales sobre este. Conforme el debate sobre la sexualidad se ha
expandido con el paso del tiempo, se observa que son más importantes
para la vida y el desarrollo pleno de las personas, la auto-identificación y
la autodeterminación sobre la sexualidad, que los cánones y normas.

Cada vez más personas eligen y deciden sobre su sexualidad más allá
de un orden biológico, social y cultural determinado e impuesto. Por lo
anterior y a los fines de este curso nos interesa profundizar en tres
componentes centrales de la sexualidad: las características
sexuales, las identidades y expresiones de género y la orientación
sexual (ver ilustración 2).

Ilustración 2. Componentes centrales de la sexualidad


Diseño: Conapred

Del esquema nos interesa señalar, que aunque los tres componentes
permiten comprender lo qué significa la sexualidad, cada componente
tiene aspectos autónomos.

a. Características sexuales

Siguiendo los principios de Yogyakarta (1), las características sexuales


incluyen “los genitales y otras anatomías sexuales y reproductivas, los
cromosomas, las hormonas y las características físicas secundarias que
emergen de la pubertad” (VAA , 2017; 6). Como ya hemos visto, los
2

acuerdos de la medicina relativos a estas características del cuerpo han


definido el sexo. Más allá de un dato biológico “natural”, la idea que
tenemos sobre el sexo se construyó a partir de consensos entre
profesionales de la salud reflejados en conceptualizaciones médicas
(CIDH, 2015: 30).

Algunas personas al nacer presentan características sexuales que se


perciben como “ambiguas”; por lo que el proceso de asignación del sexo
no es inmediato o se define a través del consenso médico o familiar. A la
fecha se han identificado al menos 40 variaciones de las características
sexuales. Las personas que nacen con alguna de estas variaciones son
identificadas como intersexuales, como hombres, como mujeres o como
ambos o como ninguno de los dos (CIDH, 2015: 31).

Las características sexuales han sido usadas para definir el género. Pero
muchas personas construyen su identidad y expresión de género, sin
seguir las pautas establecidas por la medicina.

b. Identidad y expresión de género

La identidad de género es “la vivencia interna e individual del género tal


como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder
o no con el sexo asignado al momento del nacimiento incluyendo la
vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la
apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos
o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras
expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los
modales” (VAA , 2007: 6).
1
Si la persona se identifica desde el nacimiento hasta la muerte con el
sexo que le asignaron al nacer se dice que es una persona cisgénero.
Hay personas que no se identifican con el sexo que les asignaron o con
todos los cánones o con los roles de género que cada sexo implica, estas
personas son nombradas como trans. Una persona clasificada al nacer
como hombre puede identificarse con las identidades de género
femeninas, a estas persona se les denomina mujeres trans. Una persona
clasificada como mujer puede identificarse con identidades de género
masculinas, a estas personas se les denomina hombre trans.

Debido a que el ideal para muchas personas trans, es identificarse con el


sexo contrario al asignado, se autoidentifican directamente con el género
elegido y no con el asignado.

El término trans, también hace referencia a otras variaciones de género


como transexuales, travestis o transformistas. También es usado para
hacer referencia a personas que se autoidentifican fuera del binario
hombre/mujer.

Una persona trans, con miras a lograr la vivencia plena del género con el
que se identifica, recurre por ejemplo a feminizar o masculinizar su
cuerpo, su estética o ambos. También puede recurrir a transformaciones
corporales o el uso de hormonas que coadyuvan a la transformación del
cuerpo acorde con la identidad que eligen. No todas las personas trans
recurren a modificaciones de su cuerpo para lograr la vivencia del género
elegido. Algunas personas solo varían sus expresiones de género, es
decir la manifestación externa de la identidad de género. Ejemplo de
ellos son:

Las posturas, las formas de vestir, los gestos, las pautas de


lenguaje, el comportamiento y las interacciones sociales (…) los
manierismos y las modificaciones corporales, (CIDH, 2015: 32-33)

Así como socialmente se cree que las características sexuales,


determinan el género, se piensa que el género determina la orientación
sexual. Sin embargo, todas estas esferas de la sexualidad tienen cierto
nivel de autonomía. Veremos en el siguiente apartado las diversas
orientaciones sexuales que existen.

c. Orientación sexual
Cuando hablamos de las orientaciones sexuales, hacemos referencia a
“la capacidad de una persona de sentir una profunda atracción
emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo,
o de su mismo género o de más de un género, así como a la capacidad
de mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas” (VAA , 1

2007: 6).

Hemos mencionado líneas arriba la heterosexualidad como una


orientación sexual esperada o normativa, de acuerdo con la cual un
hombre solo dirige su atención sexual, erótica o afectiva hacia mujeres y
viceversa, esto muchas veces debido a que la sexualidad se ha asociado
con la capacidad reproductiva de la especie. Pero como hemos visto, la
reproducción es solo una parte de la complejidad que entraña la vivencia
de la sexualidad. Existen orientaciones sexuales no normativas binarias,
es decir orientaciones diversas a las esperadas entre un hombre y una
mujer.

Cuando un hombre se enamora de otro hombre, se dice que es


homosexual o gay. Cuando una mujer se enamora de una mujer, se
denomina como lesbiana. Cuando una persona se enamora de
personas de más de un género se dice que es bisexual.

Estas orientaciones sexuales son no normativas debido a que no


cumplen con lo esperado en relación a la asignación del sexo, y son
binarias debido a que se definen en oposición a un género.

También existen prácticas sexuales que no se asocian a ninguna de


estas formas de nombrar la orientación sexual. Tal es el caso de
hombres que tienen sexo con hombres (HSH), pero que no se
autoidentifican como homosexuales o bisexuales. También es el caso de
las mujeres que tiene sexo con mujeres (MSM), y no se identifican como
lesbianas o bisexuales.

Existen identidades y expresiones de género, así como orientaciones


sexuales no normativas que trascienden los modelos binarios. Es así que
hay personas que definen el goce de su sexualidad cuestionando
radicalmente las diferenciaciones entre lo femenino y lo masculino. Este
será el tema del siguiente apartado.

[1] Los Principios de Yogyakarta recuperan la aplicación de la legislación


internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual
y la identidad de género. Éstos fueron formulados en el marco de una
reunión de personas expertas convocada en Yogyakarta, Indonesia
(noviembre 2016). El apartado 1.3 profundiza sobre la relevancia de los
Principios de Yogyakarta.

1.2 Expresiones no binarias de la sexualidad


Las características sexuales, las identidades y expresiones de género y
las orientaciones sexuales, tradicionalmente han sido conceptualizadas
en relación a los binarios hombre/mujer y femenino/masculino. Sin
embargo, como se muestra en la ilustración 3, existen diversidades
sexuales que trascienden este binarismo. (Mira las opciones que se
presentan en el punto medio de cada línea).

Ilustración 3. La galleta del género.

(Traducción y consulta con fines educativos, de difusión y no lucrativos, los cuales pertenecen a
sus creadores/as).

Las diversidades sexuales no binarias, han sido documentadas en


diferentes contextos. Ejemplo de estas son las personas nativas de
Canadá denominadas Dos espíritus, las personas Muxes (o Muxhes) de
la zona Zapoteca de Oaxaca o aquellas que se identifican como queer[1].

En el contexto de comunidades indígenas canadienses, las personas


Dos Espíritus, tiene el espíritu tanto masculino como femenino. Para
estas personas el género es un continuo que incluye identidades,
orientaciones y roles diversos (CIDH, 2015: 28; Sam Killermann, 2011).

En la comunidad Zapoteca de Oaxaca, en el sur de México, las personas


Muxe se comportan de acuerdo a la identidad de género cultural y
socialmente definida como femenina, aunque al nacer se les asignó el
sexo masculino. Estas personas son consideradas como un tercer
género (CIDH, 2018: 29).

Las personas que se identifican como queer, plantean su identidad


sexual más allá de las identidades masculina y femenina. Por lo que su
identidad no se nombra desde las categorías que hemos visto hasta el
momento. Sus expresiones de género son neutras, fluidas, ambiguas o
andróginas[2], respecto a lo que se considera tradicionalmente como
femenino o masculino. Estas personas buscan, posicionar una idea de
diversidad sexual libre de etiquetas, como: homosexual, lesbiana,
bisexual, trans, intersexual. Posicionan un sujeto sexualizado libre de
binarismos y reivindican la resignificación de la sexualidad, lo sexual, la
identidad y expresión de género.

Algunas personas no binarias, se nombran o autoidentifican como


“varón-madre, no binaria, monstux, hembro, andrógina”. Este es el caso
de algunas personas que integran la plataforma Genero para Todes de
Ecuador (Ver ilustración 4).

Si tienes oportunidad, ve el siguiente video para consolidar la información


acerca del género no binario.

Las diversidades sexuales no binarias, han llevado a discusiones sobre


la importancia de reconocer un “tercer sexo”, “sexo neutro”, “género
neutro” o “tercer género”, ya lo vimos el caso de las personas Muxe,
también hay otros casos como los que se exponen a continuación:

Australia impuso el género “neutral”, que aparece en los registros


administrativos como “no específico. Nueva Zelanda permite que en
el registro de nacimiento se usen opciones como: “indeterminado,
intersexual o específico”. En Nepal y Pakistán las personas pueden
especificar un tercer sexo. En Bangladesh, se usa el término
tradicional “hijra”, usado para hacer referencia a personas
transexuales o intersexuales. En India, las personas “hijra”, tienen
la opción “otro”. Las alternativas en este sentido incluyen el uso de
una “X” como en caso de Canadá [y Nueva York]. Otros países
como Maltan ha resuelto aplazar la definición de género de aquellos
recién nacidos que son percibidos con características sexuales no
normativas[3].
Reproducir Vídeo

Versión estenográfica disponible

Asimismo, algunas personas no usan las categorías tradicionales


lesbiana, homosexual o bisexual para hacer referencia a su orientación
sexual. Esto se debe a que dichas categorías no expresan o nombran a
cabalidad sus prácticas eróticas, afectivas y sexuales. Tal es el caso de
personas cuya orientación sexual, es decir su afectividad, erotismo y
deseo lo dirigen hacia personas que no se identifican o nombran usando
las categorías de los binarios sexuales o de género. Por ejemplo:
Son personas que se pueden vincular sexual, afectivamente o
eróticamente con personas trans que no se reconocen como
mujeres, hombres, transfemeninas o transmasculinas o con
personas que se autoidentifican como queer, no binarias, o de
género fluido.

Otras orientaciones sexuales no binarias y no normativas, corresponden


a personas asexuales o pansexuales. Las primeras no sienten atracción
sexual pero si pueden establecer relaciones afectivas con diversas
personas, las segundas sienten atracción hacia personas sin importar su
género o sexo.

Los planteamientos y definiciones de los apartados 1.1. y 1.2. nos han


permitido reflexionar brevemente sobre cuáles son algunas de las formas
de vivir la sexualidad. Tres cuestiones nos interesan resaltar de las ideas
vertidas hasta el momento:

i) La sexualidad se define más allá de la biología y de la reproducción de


la especie humana. Se definen en los ámbitos social, cultural, político y
religioso;

ii) Más allá de las asignaciones biológicas y culturales, la vivencia de la


sexualidad depende de la autoidentificación y de la autodeterminación de
las personas;

iii) Con independencia de cómo se autoidentifica una persona, las


representaciones y discursos sobre la sexualidad conllevan a una imagen
esperada sobre la sexualidad. Por lo que puede ocurrir que personas que
no se autoidentifican como sexualmente diversas, pueden ser percibidas
como tales (por ejemplo mujeres masculinizadas de las que se afirma
que son lesbianas).

 Estos tres puntos nos permitirán reflexionar sobre los derechos humanos
de las diversidades de sexo, de identidad y expresión de género y de
características sexuales. En el siguiente apartado pretende responder a
la pregunta ¿Cuáles son los derechos humanos de las personas que se
autoidentifican o se perciben como parte de las sexualidades e
identidades de género no normativas?

.3 Derechos Humanos
Las personas que se autoidentifican con orientaciones sexuales, identidades y
expresiones de género y características sexuales diversas o que son percibidas
como tales, tienen los mismos derechos que las personas que se identifican con
cánones tradicionales de la sexualidad.

El instrumento que ayuda a entender cómo definir y proteger los derechos de


estas diversidades, son los Principios de Yogyakarta, tanto en su primera versión
del año 2007 como en su actualización una década después. El documento
incluye 38 derechos interpretados a la luz de los instrumentos internacionales e
inspirados en los conceptos que han sido expuestos en el apartado anterior;
además, detalla las obligaciones del Estado en la materia. Siguiendo el
documento de los Principios de Yogyakarta estos fueron redactados debido a
que:

-       Las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de


género y características sexuales diversas o que son percibidas como tales,
padecen obstáculos, exclusiones, discriminaciones específicas y derivadas de su
condición;

-       Tales personas han vivido vejaciones históricamente;

-       Los Estados están obligados a proteger, respetar, promover y garantizar los
derechos humanos de las personas de estas diversidades o que son percibidas
como tales.

De los 38 derechos, destacaremos algunos para ejemplificar la especificidad en el


ejercicio y la garantía de los mismos. Te invitamos a revisar el documento
completo de los Principios de Yogyakarta, en sus dos ediciones, para estudiar el
tema a profundidad.

En la siguiente ilustración verás algunos derechos a los que hace referencia los
Principios de Yogyakarta. Posteriormente, encontrarás una propuesta para
comprender de mejor manera los derechos de las diversidades sexuales y de
género.
Ilustración 4. Derechos humanos de las diversidades de sexo, de género y de características sexuales
contenidos en los Principios de Yogyakarta.

Fuente: Conapred.
**De acuerdo el principio 33 de los Principios de Yogyakarta +10 (2017),
“Toda persona tiene derecho a estar libre de penalización y cualquier forma
de sanción que surjan directa o indirectamente de la realidad sexual
percibida de esa persona u Orientación, identidad de género, expresión de
género o características sexuales” [traducción libre] (p. 11) Disponible
en: https://yogyakartaprinciples.org/principles-sp/, página revisada el 4 de
octubre de 2018.*

Sin importar nuestras características sexuales, las identidades y expresiones de


género y la orientación sexual, todas las personas tienen el derecho a que se les
garantice, proteja y reconozca todos los derechos humanos. Como veremos en las
unidades II y III esto no ha sido siempre obvio e, incluso, todavía se duda de esta
afirmación. Por ejemplo:

- En muchos contextos las personas sexualmente diversas o de identidades no


normativas, sean estas binarias o no, son consideradas personas enfermas o
anormales que deben ser curadas y “arregladas”. Desde estas posturas
difícilmente se reconocerá su derecho a todos los derechos.

- Se observa por ejemplo que muchas personas viven procesos de discriminación
por su orientación sexual, siendo víctimas de agresiones físicas y verbales en el
espacio público. Las personas trans pueden enfrentar situaciones de
discriminación en los servicios de salud debido a su apariencia física.

Frente a estos contextos, la intención es proponer una estrategia que sirva para
pensar cuál es la forma más adecuada para que las personas con sexualidades no
normativas puedan ejercer sus derechos. En la siguiente sección
ejemplificaremos cómo pensar los derechos humanos en clave de diversidades
sexuales, usando ejemplos de la vida cotidiana.

La estrategia[1] que proponemos también nos servirá en la unidad VI para


reflexionar qué implica implementar políticas públicas desde un enfoque de
derechos de las diversidades sexuales. Las acciones, mínimas pero indispensables
que proponemos, son:

-Indagar, aceptar y reconocer la forma en la que las personas se autoidenfican en


relación a su orientación sexual, su identidad de género y de sus características
sexuales, partiendo siempre del respeto al derecho a la privacidad.

-Considerar las necesidades específicas de las diversidades sexuales y de género,


desde la experiencia de las personas;
-Superar visiones centradas en lo biológico, lo reproductivo, lo religioso o lo
moral para definir qué es una sexualidad válida o no.

Pensar los derechos humanos en clave de diversidad de orientaciones sexuales,


identidades y expresiones de género y características sexuales
Los protocolos médicos y los registros administrativos – como el acta de
nacimiento- exigen registrar un sexo al nacer. Todo recién nacido debe pasar por
ese proceso de clasificación: es hombre o es mujer. Sin embargo, cuando una
persona recién nacida tiene características sexuales, percibidas como “ambiguas”
(pertenecientes a una persona intersexual), la decisión médica debería permitir
que no se le asigne sexo de hombre o de mujer. Lo deseable es que esta persona
intersex, conforme va creciendo y va desarrollando una identidad y expresión de
género, decida y defina con qué se siente más conforme. Al mismo tiempo que
este proceso ocurre, la persona debe recibir toda la orientación e información que
le permita atender cualquier eventualidad que pueda poner en riesgo su salud o su
sobrevivencia.

Las personas intersexuales han luchado porque sus cuerpos “no sean sometidos a
procedimientos médicos invasivos o irreversibles que modifiquen las
características sexuales sin su consentimiento libre, previo e informado, a menos
que sea necesario para evitar daños graves, urgentes e irreparables a la
persona.”[2] (VAA , 2017: 10). Esta demanda busca sobre todo la protección de
2

los derechos a la vida, integridad personal, a la salud, a la libre


autodeterminación y al disfrute de la sexualidad.

Todas las personas tenemos derecho a la identidad. Algunos componentes de este


derecho son el nombre, el sexo y el género. Muchas personas viven con su
nombre, sexo y género asignados al nacer, esto se debe a que están conformes
con ellos. Las personas sexualmente diversas, pueden no estar conformes con su
nombre, sexo o género, de allí que decidan cambiarlo. Esta elección debe
respetarse y reflejarse en sus documentos de identificación legal (INE, actas de
nacimiento, ID o cédula de ciudadanía, licencia de conducir, pasaporte, por
ejemplo) y otros documentos conexos (libreta militar, actas de grado o contratos).
Veamos algunos ejemplos:

Si Juan es asignado al nacer como hombre, y durante su adolescencia se


identifica como mujer, y además adopta una identidad de género femenina,
quizás quiera cambiarse su nombre a Juana. Juan tendrá derecho a que sus
documentos legales sean cambiados para que digan Juana. También tiene
derecho a usar una foto que refleje su expresión de género actual y a cambiar su
género de hombre a mujer, debido a que los mismos no corresponden con su
documentación.
El derecho a la identidad es un derecho llave, esto quiere decir que con la
garantía plena del derecho a la identidad podemos acceder a otros derechos, por
ejemplo:

-       Sigamos con el caso de Juana. Si ella vive su proceso de transfeminización,


pero no hace el cambio de nombre y sexo en la identificación oficial, su
identidad y expresión de género no se verán legalmente reconocidas en su
documentación oficial. Esta situación conllevará a que Juana, por ejemplo
enfrente diferentes obstáculos: como no poder abrir una cuenta de banco, rentar
una casa, acceder a un trabajo, inscribirse en una institución educativa e incluso
no podrá subirse a un avión. Todo ello porque la documentación legal que debe
presentar para todos estos trámites no se corresponde con sus expresión e
identidad de género. Dicho de otra forma ella se autoidentificará y presentará
como Juana en tanto que su documentación dirán que es Juan.

Continuemos con la reflexión sobre los derechos. Se cree que las personas trans,
son en su mayoría adultas que deciden hacer procesos de feminización o
masculinización. Sin embargo, ahora se sabe que la identificación con un género
y otro ocurre antes de los 10 años, y que ello como mencionamos antes, no
siempre está en concordancia con el género asignado al nacer. Su identidad y su
expresión de género también deben ser respetadas. Para muchas familias este
proceso puede ser confuso e inexplicable. Esto se debe a que lo esperado es que
tu nena crezca como mujer y tu nene como hombre. Las familias no están
informadas y capacitadas para comprender esta situación.

Por ello en el caso de niños, niñas y adolescentes trans (NNA trans), es


importante que las familias e instituciones se informen sobre la diversidad de
identidades y de expresiones de género. La protección de la identidad, de la libre
autodeterminación y de la autonomía de estos NNA Trans, recae
fundamentalmente en sus familias, en la escuela, en los servicios de salud y
cualquier otro al que NNA tengan acceso. Es importante que busquen
acompañamiento especializado, que se comuniquen de manera franca y amorosa,
con sus hijos o hijas. Pero sobre todo que reflexionen sobre sus concepciones
sobre la sexualidad. La angustia que se genera en estas situaciones, se debe sobre
todo a que las familias no están informadas adecuadamente. En consecuencia con
este desconocimiento las familias pueden equivocarse de las siguientes maneras
por ejemplo:

-Con castigos físicos para “corregir” a su NNA Trans. Presionar al NNA Trans
a realizar actividades consideradas “de hombre” o “de mujer”. A la eliminar
del entorno doméstico objetos, juguetes, prendas de vestir relacionadas con el
género que su hija o hijo ha elegido.
- La angustia de la familia puede llevar al aislamiento social de los NNA trans.
Algunas personas incluso acuden a “tratamientos o terapias correctivas de la
desviación que perciben en sus hijos o hijas”.

- Es frecuente que las NNA trans sean expulsadas de sus hogares o centros
educativos debido a que sus familias y contextos no cuentan con los habilidades
y conocimientos, para entender las realidades trans.

Cuando una familia está informada adecuadamente, tiene más herramientas para
proteger los derechos de sus hijos o hijas. Incluso tendrá más recursos
emocionales e intelectuales para exigir su respeto en las instituciones educativas
protegiendo su derecho a la educación. Podrán también favorecer la inclusión
social en el ámbito familiar extenso o en el ámbito barrial. Estarán mejor
capacitadas para acompañar los procesos de autodeterminación y transición de
sus NNA Trans.

La diversidad de orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género y


de características sexuales, debe ser considerada en el ejercicio de todos los
derechos, veamos su aplicación en relación a los derechos a la salud, el trabajo,
seguridad social y la justicia.

En la siguiente ilustración tenemos una breve descripción de tres personas


sexualmente diversas. Hemos incluido algunas características como su
orientación sexual (asexual, no binaria, heterosexual), su identidad (Hombre
trans, persona queer, intersexual) y expresión de género (masculino, femenina,
andrógina) y algunas de sus características sexuales (útero, mamas o pene).
Asimismo, se ha señalado una condición relacionada con la reproducción
(embarazo).
Ilustración 5. Ejemplos de personas de orientaciones sexuales e identidades no normativas. 

Fuente: Conapred.

En los tres casos la forma en la que estas personas serán percibidas en un servicio
de salud puede corresponder o no con estas autoidentificaciones, y dependerá de
las precepciones del personal de salud.

El personal de salud debe atender a las tres personas considerando las


características detalladas líneas arriba. De esta forma deberá preguntar por el
nombre que la persona usa e indagar cuál es la forma en la que esta persona
prefiere que le nombren. Las preguntas sobre los motivos de consulta deben
realizarse de manera clara, precisa e imparcial, como ante cualquier otra persona.
Se debe brindar información sobre los exámenes físicos, paraclínicos o químicos
que pueda requerir. En particular el personal de salud debe evitar juicios o
comentarios que cuestionen las autoidentificaciones de cada caso. Por ejemplo:
-La persona queer deberá recibir información sobre los motivos de consulta que
refiera. De no solicitar algo en particular el personal de salud deberá brindarle
la información lo más amplia y completa posible. De ser necesario se deberá
realizar el papanicolau evitando opiniones sobre su apariencia o su orientación
sexual.

- El hombre trans, deberá ser tratado en masculino o femenino según exprese,
también pueden referirse a esta persona con el nombre con el cual se presenta.
Deberá recibir todos los controles de acuerdo al mes de gestación en el que esté.
En ningún caso se deberá cuestionar, juzgar o “regañar” a la persona por su
condición. Será necesario profundizar sobre las recomendaciones médicas
necesarias para proteger su vida y la del producto.

-La persona intersexual, deberá ser tratada con el nombre que refiera.
Asimismo, será indispensable que se realicen los examen paraclínicos y físicos
necesarios para prevenir enfermedades o complicaciones asociadas con su
condición.

En relación al derecho a la salud, más allá de la atención en casos de enfermedad,


se debe garantizar que las personas que se autoidentifican o son percibidas como
sexualmente diversas gocen del más alto bienestar físico y emocional. Esto
incluye recibir atención médica acorde con la autoidentificación de las personas.

Sigamos con los tres ejemplos de la ilustración anterior. Ahora pensemos que las
tres personas llegan a una entrevista de trabajo, como docentes en un colegio,
como recepcionistas en una oficina pública, o para el ingreso en un área de ventas
de una empresa. Las preguntas durante la entrevista deberán estar enfocadas a las
habilidades, conocimientos y experiencia previa requerida para el trabajo al que
postulan. Indagaciones o cuestionamientos sobre su identidad y expresión de
género o sobre su orientación sexual deberán evitarse en los tres casos.

De acceder al trabajo, deberán ser afiliadas a la seguridad social. Algunos


derechos asociados con esta afiliación son: el ingreso en caso de enfermedad
(temporal o permanente), o su ingreso de retiro cuando sean personas adultas
mayores. Otro de los beneficios, de contar con seguridad social, es que si la
persona vive en pareja o con dependientes económicos, estos podrían acceder a la
pensión (o afore) en las situaciones previstas en la ley (fallecimiento o
enfermedad, por ejemplo).

Una de las condiciones para que la pareja o la familia de una persona


sexualmente diversa, reciba estos beneficios, es que se reconozca el derecho que
tiene una persona sexualmente diversa a tener una pareja o una familia. Existen
diferentes tipos de familia. Piensa por ejemplo en los tipos de familias que
pueden formar un hombre y una mujer cisgénero heterosexuales:

-Un papá, una mamá con hijos e hijas, adoptados o concebidos por ellos.

-Un papá que vive solo con sus hijos o hijas.

- Una mamá que vive sola con sus hijos o hijas.

-Una familia integrada por un hombre y una mujer, y los hijos e hijas de una
unión anterior.

- Un hombre y una mujer sin hijos o hijas, entre otras.

Las configuraciones familiares de personas sexualmente diversas, también


pueden ser infinitas, por ejemplo:

-       Dos mujeres que se autoidentifican como lesbianas que viven en familia


con la hija de una de ellas.

-       Dos hombres que se autoidentifican como homosexuales que no tienen


hijos.

-       Un hombre trans y una mujer trans, que conciben un bebé que será parido
por el hombre trans.

-       Una pareja queer que vive sin hijos.

-       Una mujer trans que vive con un hombre cisgénero, y sus respectivos hijos
e hijas, entre otras.

Como hemos visto en los ejemplos, la garantía de los derechos humanos de


personas sexualmente diversas, más allá de su reconocimiento legal o normativo,
se verá favorecido si en lugar de imponer una visión del mundo, miramos
al otro con respeto e indagamos, aceptamos y reconocemos la forma en la que las
personas se autoidenfican en relación diversidades de sexo, de género y de
características sexuales.

También hemos visto que se lograría la garantía de los derechos si se consideran


las necesidades específicas de las diversidades sexuales y de género desde la
experiencia de las personas, y no desde las visiones centradas en lo biológico, lo
religioso o lo moral.
Los ejemplos sobre cómo pensar los derechos humanos en claves de diversidad
sexual y de género, no los podemos agotar en el tiempo destinado para este curso,
entre otras cosas porque pueden ser tantos como realidades existan. Por eso te
invitamos a que continúes con estas reflexiones revisando las actividades de
repaso de esta unidad. Líneas abajo podrás encontrar algunas recomendaciones
de libros, videos o películas para profundizar sobre estos temas. 

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