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La nueva vida de Trapo

Había una vez un perrito callejero muy feo, flaco, mal oliente, con sus dientitos

desordenados, y el pelo bastante sucio.

Vagaba por las calles, con su pancita tan vacía que parecía que llevaba una canción triste

por dentro. Pero un día de repente, una extraña mujer se cruzó en su camino, con una

cuerda y un plato de comida, ¡Su vida estaba a punto de cambiar!

El pobre perrito se parecía a un trozo de tela vieja, como un “trapo”, entonces así lo llamó

la mujer: Trapo.

Aquel triste animalito, de belleza exótica, ¡vaya que tenía hambre!, comió tanto, tanto, que

parecía que su pancita iba a explotar.

El pobrecito de Trapo como olía tan mal, la mujer se lo llevo a su casa, lo bañó y sanó su

piel. Trapo pensó

- ¡Wow que gran casa! Era una casa con muchos otros animalitos, pero no todos eran

iguales.

En aquella casa había una perrita que era grande como un oso, era un poco loca, pero era

muy amable, había también un perro viejo, cojeaba de una pata, no tenía mucha energía,

pero si mucho amor, además de ellos vivía una perrita pequeña, descortés y muy

presumida, que no quería tener amigos y se molestaba con todos los que se atrevieran a

acercarse a ella, era grosera con todos los perritos de la gran casa.

Y como Trapo, estaba flaquito y un poco descuidado, la perrita presumida lo trataba mal,

no lo dejaba jugar con ella ni estar cerca.


Un día, aquella mujer dejó la puerta abierta, y la perrita presumida se escapó, pero cerca de

ahí, había un perro muy grande y malvado, que atemorizaba a todos en aquel lugar, todos le

temían, y cada dueño protegía a sus mascotas de aquella fiera.

Pero como la distraída mujer no se enteró que la pequeña y de muy mal genio perrita había

escapado, se encontró con aquel perro grande y peligroso, y en unos pocos segundos estaba

por pasar una desgracia en aquel lugar.

En eso el valiente Trapo, se dio cuenta de lo que estaba pasando y sin pensarlo dos veces

salió corriendo a rescatar a la pequeña en problemas.

La gran fiera huyo, y afortunadamente no pasó nada que lamentar, y desde ese día, la

pequeña grosera le tiene un gran cariño y agradecimiento a Trapo por haberla salvado de

las garras de aquella bestia y nunca más volvió a ser mal educada con su nuevo amigo

Trapo, ni con ningún otro de sus compañeros.

La pequeña consentida se dio cuenta que no importa cuál sea tu apariencia, lo que

realmente importa es lo que lleves dentro, lo que verdaderamente importa es tener un gran

corazón y siempre estar dispuesto a ayudar a quien lo necesita.

Todos vivieron contentos y en espera de otro amigo más.

Fin.

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