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Amor y enfermedad
1. Adaptado de: Adrián Villaseñor Galarza, Sanación ancestral: Legados milenarios al servicio del alma, 2018.
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problemáticas explícitamente relacionadas con la familia, la pareja y grupos sociales varios,
aunque la técnica ha sido aplicada en un sinnúmero de situaciones con resultados positivos.
El clan familiar, como cualquier otro sistema natural, está regido por una serie de pautas
que aseguran su sobrevivencia y bienestar. Hellinger se refiere a tales pautas como los “órdenes
del amor”, y propone que estas directrices constituyen el fundamento de la salud tanto
emocional, mental y física, como social, de pareja y familiar. La expresión sana, creativa y
empoderante del amor a través de las generaciones y dentro del sistema familiar se manifiesta
principalmente en las siguientes maneras:
- Pertenencia. Todo miembro de la familia tiene el derecho a pertenecer más allá de
cualquier éxito o fracaso; el alma grupal no tolera fracturas o exclusiones.
- Balance. El sistema hace por encontrar dinámicas recíprocas entre el dar y el recibir por
parte de sus miembros de manera que la armonía y resiliencia interna prevalezca.
- Jerarquía. Existe un orden de tipo jerárquico (u holárquico) intrínseco a los sistemas
familiares en referencia al tiempo; aquel que nació primero le corresponde un lugar
precedente.
- Conciencia grupal. La cohesión del sistema se da a través de un conjunto de valores que
circunscriben las acciones y decisiones del grupo.
Más que mandatos dogmáticos, estos principios sirven de guía en la constante búsqueda
de la salud y evolución del sistema familiar. La fuerza rectora por excelencia es el amor que
impulsa a la vida a continuar su curso, manifestándose en una multitud de actos altruistas en
beneficio del alma grupal y la subsistencia del linaje familiar.
Cuando los órdenes del amor son transgredidos a través de un abandono, insulto,
enfermedad, accidente, apego excesivo, etc., la viabilidad del sistema se ve comprometida y
se obstaculiza el flujo natural. Según los fundamentos teóricos de las constelaciones
familiares, los enredos sin resolver permanecen registrados en la memoria del sistema para ser
así heredados a lo largo del clan familiar. A las problemáticas añejas que se han vuelto parte
de la identidad colectiva y que informan la conciencia grupal y el sentido de pertenencia al
clan, se conocen como enredos transgeneracionales.
El concepto de enredos transgeneracionales expresa la gama de enfermedades y
complicaciones que hacemos frente en la vida cotidiana, pero que tienen su origen en las
dificultades inconclusas de previas generaciones.
Las constelaciones familiares nos invitan a ejercitar una mirada a través del tiempo para
encontrar posibles resonancias con nuestra vida presente. Por ejemplo, podríamos
preguntarnos: ¿qué sucedió en mi familia tres generaciones atrás? ¿Cómo es que mis
antepasados llegaron a su lugar de residencia actual? ¿Qué ocurrió en ese proceso? ¿Sé, acaso,
los nombres de mis antepasados, sus virtudes o complicaciones? Se hace necesario un repaso
honesto de nuestros linajes biológicos, acompañado de una sensibilidad sistémica en busca de
patrones y resonancias, para descubrir posibles transgresiones a los órdenes del amor.
Los enredos transgeneracionales no son más que la expresión de amplio alcance de
patologías personales pobremente afrontadas. El alma es tan sabia que se mueve en constante
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dirección hacia la salud a través de las generaciones, intentando recobrar su estado natural en
plena conexión con los vaivenes del amor. No es entonces coincidencia haber nacido de ciertos
padres, en dada circunstancia, en alguna región y país especifico, dentro de una cultura
particular, en un tiempo determinado—todo ello conflagra para activar los escenarios y
aptitudes para alcanzar la sanación.
Pero, ¿cómo se logra la sanación sistémica? ¿Cómo es posible que un problema que ha sido
acarreado potencialmente por generaciones llegue a su fin el día de hoy? En pocas palabras,
a través de la recreación consciente de la problemática transgeneracional y la sintonización
con el alma grupal del paciente para que esta misma muestre el camino hacia la sanación.
Constelando
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Enredos y transformación
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Recuerdo en alguna ocasión haber sentido que todo en mi vida era perfecto. Había realizado
un gran esfuerzo para haber llegado a donde estaba, gozar de la compañía que me rodeaba y
tener la fortuna de cumplir mis sueños. Sin embargo, por debajo de esa sensación de
perfección yacía una cierta ansiedad. En ciertos momentos, esa sensación de incomodidad
interna afloraba en mi mente y me informaba de que algo no encajaba en el panorama de mi
vida.
Tuve que pasar por una serie de adversidades para caer en cuenta de que lo que había
creído que constituían mis sueños, eran proyecciones de origen familiar súper impuestas en
mi vida. Fue un gran despertar y enseñanza; el alma grupal me hablaba de antiguos sueños
estrujados que luchaban por alcanzar una mejor expresión en mi vida. Rechacé el escenario
que había escogido (o que había sido escogido para mí). Decidí que la mejor manera de honrar
la frustración añeja de previas generaciones era ir en pos de mis propios sueños, a la vez que
honraba y agradecía el ímpetu ancestral.