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Cuando la conocí, ella tenía diesiseis años. La primera vez que la ví fué en el salón de pintura.

Me
pareció bonita.

Me atrajo su pelo negro y lacio y sus cejas pobladas.Su nariz era recta y sus ojos estaban ligeramente
rasgados,sus pupilas eran muy grandes y negras.Su labio superior más ancho que el inferior, su boca
como la de un payaso triste. Todo su cuerpo era esbelto. Medía exactamente un metro con cincuenta y
cuatro centímetros. Era muy seria, no hizo amigas en todo el curso, al principio se sentaba entre dos
chicas más o menos de su misma estatura, una de ellas se llamaba Mirelle era rubia y tenía los ojos
verdes, era también muy bonita, de la otra chica solo recuerdo que se hacía llamar Nao más esbelta que
Delailah.

Un día saque unos dibujos y Delailah los miro de reojo, entonces aproveché para preguntarle si quería
verlos, ella dijo que si,y después de que los vió le ofrecí uno de regalo, al principio se negó pero yo
insistí. Después me presenté formalmente y le extendí mi mano, tuve que preguntarle su nombre tres
veces debido a mi sordera, o por culpa del ruido de los ventiladores.

Aquella tarde salí de la clase eufórico. No recuerdo un solo instante sin pensar en ella desde aquel día.
Caminé unos pasos hacia la parada del camión, pero dí media vuelta, bajé la calle de Juárez en dirección
a Ávila Camacho. Cerca, antes de llegar al Monumento a la Madre, había un café donde en una ocasión
bebí una o dos cervezas con una amiga. Así que pensé que era buena idea pasar por ahí a tomar un café
antes de regresarme a la casa.

- ¿Café? - Preguntó Ariadna en tono de burla.

- Café. - Contestó Alejandro mirandola con tristesa en los

ojos.

Desde entonces, no he dejado de ir a aquel lugar cada vez que regreso a Xalapa. Dejé de hacerlo por un
tiempo pero vuelvo siempre irremediablemente. Es como ir a visitarla.

El lugar es muy feo, la primera vez que fuí con mi amiga era el sitio de moda entre los jóvenes, era un
lugar muy sofisticado, el novio de la dueña se suicidó cuando ambos aún estaban en la facultad de
artes,eso le daba un halo de misterio al café, pero cuando volví a él lo habían traspasado. El nuevo
dueño pintó las paredes de colores chillones dándole una apariencia de carpa de circo.
-¿Cómo se llama el sitio? -Preguntó la joven.

- Antes se llamaba "Zona centro" ahora es "La Quinta de Juarez"-Respondió Alejandro.

- Me gustaría ir antes de regresar.-Agregó. Después tomó de su vaso de cerveza y se prendió un cigarro.

- ¿Qué fumas? - Le preguntó Ariadna.

-Soberanos. - Contestó Alejandro con una sonrisa de vergüenza en los labios.

- Dame uno. -Pidió la chica.

- Ambos quedaron en silencio por un lapso de cinco minutos, Ariadna revisaba su Facebook mientras
fumaba.

Alejandro veía atravez de la ventana, pero en su mente recordaba una frase de Delailah. "Hibas tan
bien"

Delailah estaba sentada junto a él en el salón, el se alistaba para salir a fumar un cigarro."Adónde vas"
Preguntó ella. " Voy a fumar" Contestó Alejandro.

Delailah con su clásica expresión de enojo dijo."Hibas tan bien"

Alejandro apretó el cigarro contra el cenicero de barro.

Y dió el último sorbo a su cerveza. Se enderezó buscando al mesero. " Tráeme dos más " Le dijo , y se le
quedó viendo a Ariadna. Ariadna levantó los ojos del celular y le pidió que la esperara."Estoy hablando
con Miguel" agregó.

"¿Le digo?" Preguntó a Alejandro.

-Dile que no. -Dijo Alejandro. Ariadna puso el celular boca abajo y dió el último trago a su cerveza.

- Ya pedí más.- Dijo Alejandro. Ariadna preguntó.

- ¿ Y ella siempre fué así ?

- Supongo que sí.- Contestó Alejandro.

-Tenía un carácter horrible. Tenía esa forma de mirar que tienen las maestras de Español cuando están
enojadas contigo.- Ariadna se cubrió la boca con la mano y miró hacia el techo. Me miraba como si yo
fuera un niño sin remedio, sinembargo, podía sentir su cariño tras esa máscara, de vez en cuando me
sonreía muy débilmente.
Pero después volvía a ser una niña molesta que odiaba el mundo porque tenía mucha tarea. Y que me
odiaba a mi por supuesto.

-¿Te odiaba? -Preguntó Ariadna.

- No se. Supongo.

Se le veía muy feliz en las últimas fotos que ví de Ella.

Con su novio.

No, no me odiaba. Me quería lejos de ella, yo le provocaba asco o repulsión, no podía decírmelo.
Hubiera preferido que me lo dijera, pero nunca lo hizo.

- ¿Porque ?

- Por pena.

-¿Porqué te odiaba?

- Por ser yo, supongo, puedo ser muy insoportable.

Entré en su vida a la fuerza. La obligue a que fuera mi amiga. Estaba cegado por lo que sentía por ella. La
ostigue tanto que dejó de hablarme por semanas, yo la miraba todo el tiempo, me sentía como una
cucaracha.

Depronto un día me saludaba cómo sin nada intercambiamos dos fraces. Y al otro día volvía a tratarme
cómo a un leproso. En una ocasión habíamos vuelto a entablar conversación. Supuse que volveríamos a
hablarnos cómo de costumbre. Cuando un día en que hibamos a ir en grupo a ver una exposición de
cuadros de los alumnos de artes ella se le pegó a un compañero llamado Carlos sin siquiera saludarme.
Sin siquiera mirarme. Ya en la galería me tope con ella, Su mirada fué muy rara.Triste.

Estaba sentada en un escalón, La miré, y entonces le pregunté."¿Estás cansada?" Y ella solo afirmó con
la cabeza. Después le dí un pellizco en el cachete le sonreí y me alejé. Era muy seria, siempre estaba
concentrada, hiperactiva cuando pintaba, pero siempre solitaria y enfadada más que deprimida. Cuando
la ví en la foto con su novio se veía muy feliz.

El día que le pregunté si quería ser mi novia, antes de que dejara de hablarme, me dijo que ella había
estado muy enamorada de una amiga pero que sus papás le habían prohibido verla, que lloraba todas
las noches por ella. Y que si salía conmigo podían sacarla de la escuela.

-¿En que estabas pensando cuando te enamoraste de ella? ¿Cuántos años tenías?- Preguntó Ariadna.

Alejandro contesto con una triste sonrisa de pena en el rostro, agachando la mirada.

- Treinta.
-Ariadna lo miró fijamente, con severidad. El mesero puso las dos cervezas sobre la mesa.

- Era una niña. Agregó Ariadna. Era lógico que te dijera que no, y era lógico que dejara de hablarte, no te
pasó por la cabeza que la estabas incomodando.

-No. - Contesto secamente Alejandro.

-Seis meses después me disculpé con ella por eso.

Le pregunté si la había espantado, u ofendido. Le dije que no había sido mi intención, que sinceramente
me había enamorado de ella. Le pregunté si me perdonaba. Pero negó que yo me hubiera comportado
de manera grosera con ella. Y me dijo que no había problema en que fuéramos amigos.

- Y tú no entendiste que no había problema en que fueran solo amigos.- Dijo Ariadna enfatizando la
frase. "Solo amigos"

-Asi es.- Respondió Alejandro.

- Debe ser difícil tener treinta y sentir el desprecio de una chica de diesiseis. - Exclamó Ariadna. Sacó
otro cigarro de la cajetilla, lo encendió y le dió una bocanada. Se incorporó sobre la mesa y le hizo un
cariño a Alejandro con la mano sobre su cabeza.

- Eres un tonto.- Exclamó con amabilidad.

-Si lo soy.- Dijo Alejandro.

Ariadna se levantó para ir al baño, Alejandro se recargó en el respaldo y bostezó largamente. Frente a él
había una reproducción de baja calidad de una pintura de Monet de 50 por 80 centímetros más o menos
con los colores muy pálidos por culpa del tiempo y la luz directa del sol. Alejandro no dejo de mirarla
todo el rato que Ariadna estuvo ausente. Cuándo volvió ambos terminaron sus cervezas en silencio.
Poco después sonó el teléfono de Ariadna. Ella contesto, y sin decir palabra alguna colgó casi al
momento.

-Dice que ya llegó.- Dijo a Alejandro mientras se paraba de la silla. Alejandro pidió la cuenta y después
de esperar al mesero salieron de ahí. Caminaron rumbo al centro sin decir palabra alguna. Era una noche
fría y húmeda, casi daba la una de la mañana. Se detuvieron en la plaza Lerdo y se quedaron ahí parados
en silencio, enfrente había un puesto de hotdogs , Ariadna miro fijamente a Alejandro poniendo la boca
chueca. Alejandro dijo que si con la cabeza. Ambos cruzaron la calle,se sentaron en los bancos y se
pidieron dos hotdogs cada uno. Despues de terminar sus refrescos volvieron a la plaza Lerdo y se
sentaron en un pequeño escalón, no en los escalones de la catedral sino más bien enfrente del Palacio
de Gobierno. Ariadna soplaba vapor en sus manos, Alejandro miraba a unos niños que aventaban en el
aire un juguete luminoso.

- ¿Vamos a dormir en tu casa ? Preguntó Ariadna.

- No creo -Respondió Alejandro.


- Prefiero quedarme en un hotel esta noche. No quiero ir a mi casa.

-¿Por? - Preguntó ella.

- Queda lejos y ya es tarde, además mi cuarto me deprime.

- Cinco minutos después se detuvo un taxi frente a ellos y de el salió un señor gordo con una gabardina
negra de algodón, pantalón gris y zapatos negros brillosos. Los miró y sin saludarlos se dirigió a la
cajuela,la levantó y de ella sacó una maleta de piel color vino. Entonces se dirigió a ellos, los dos le
miraron aún sentados Ariadna sin dejar de soltar vapor en sus manos , Alejandro le estrechó la mano sin
levantarse. El hombre puso la maleta frente a ellos, subió al taxi y se fué. Alejandro y Ariadna se
levantaron, esperaron un taxi y le hicieron la parada. Después de guardar la maleta en la cajuela
Alejandro se sentó junto a Ariadna en el asiento de atrás. -¿ Puede llevarnos al Gamma? - Ordenó
Alejandro al chófer.La Gran Partita de Mozart se oía en la radio. Estaba sintonizada la radio de la
universidad. Alejandro miraba la ciudad, mientras recordaba a Delailah en el salón de dibujo y pintura de
La Escuela Industrial sentada a seis metros de él observando con sus ojos miopes el dibujo en el que
trabajaba apurada. Delailah usaba lentes.

Después recordó que en una ocasión en invierno la había encontrado envuelta en un cobertor sentada
haciendo tarea de la preparatoria, recordó tambien cuando en verano ella se ponía roja por el calor y el
corría a prender el ventilador de enfrente. Recordó cuando ella le marcó para que guardara su lonchera
porque la había olvidado,

tenía uvas adentro y una barra de granola. Alejandro tuvo que comerse las uvas para que no se echaran
a perder dentro de la lonchera.

En el hotel los recibió una recepcionista joven, rubia, de ojos verdes, Alejandro la conocía, se llamaba
Valeria Angles pero ella no lo recordaba. Se hospedaron en la suite presidencial.

Ariadna tomo un baño primero y luego el.

Cuando el salió de la ducha se encontró a Ariadna sentada sin ropa en el sillón de enamorados de la sala,
contemplando atenta el cuadro abstracto que tenía enfrente.

-¡Ese cuadro es pésimo! -Exclamó ella.

-Deberías de ver los de los otros cuartos. -Dijo el.

- ¿Quieres un trago?- Pregunto ella.

-Vistete. - Dijo él. Ariadna lo miro como un toro enojado.

Se levantó y después de entrar al cuarto azotó la puerta.


Alejandro se sentó dónde había estado ella y se puso a ver el cuadro. Entonces se oyó el sonido de la
tele. Alejandro saco del refrigerador dos botellitas de Whisky y se las sirvió con hielo pero rebajandolas
con agua. Se dirigió a la ventana y busco con la vista la casa del Arquitecto Arieta, La facultad de
medicina, el centro comercial, las lomas de la Colonia Framboyanes, buscó su propia casa. Poco después
se acostó.

Ya estaba dormido cuando sintió el cuerpo desnudo de Ariadna entrar a la cama y abrazarlo.El también
la abrazó.

Cuando despertó ella ya no estaba, Entró a la recamara poco después cubierta con una toalla blanca,
vieja y percudida. "Fuí a la alberca" exclamó y quitándose la toalla se subió arriba de el.

Ariadna desayunó en el restaurante, el solo pudo tomar agua mineral y dos sal de uvas. Tenía asco y
ganas de vomitar. Su ropa olía a cigarro. Hubiera dado cualquier cosa por tener ropa limpia en ese
momento. Alejandra García la Gerente del Hotel se acercó a saludarlo. Se conocían de hace tiempo.
Sinembargo, solo intercambiaron un par de frases de afecto. En la tarde ya estaban de vuelta en el
centro histórico. Alejandro llevaba la maleta vino, no era enrealidad muy pesada pero si era muy
molesta, no obstante como a las cuatro se deshicieron de ella de la misma forma en que vino. Un
hombre moreno de complexión atlética bajó de un taxi en la calle de Enrriquez y después de saludar a
Alejandro puso la maleta en el portaequipaje subió al taxi y se fué.

-¿Que diablos llevan las maletas? - Pregunto Ariadna.

- No me interesa dijo el.

-¿Nunca has visto? -Pregunto nuevamente Ariadna.

- No, pero se que ellos tampoco saben. -Contestó Alejandro.

-¿Quien te dijo? - Preguntó La chica.

- Me dijo Mario.-Contestó él.

-Comieron en el callejón y después volvieron al hotel.


Eran casi las diez de la noche cuando fueron a cenar al restaurante del último piso del hotel. Después de
pasar el tiempo viendo tele.

- ¿Cuánto tiempo crees que nos quedemos? -Preguntó Ariadna.

- No se, tres, ó cuatro días quizás. -Dijo Alejandro.

-¿Les marco? - Preguntó la joven. Alejandro le sonrió mientras pinchaba con el tenedor la ensalada.

-¿Vamos a ir a tu casa? - Pregunto Ariadna.

-. No creo.- dijo él.

-¿Porque no quieres ir? -Preguntó ella.

- Te la pasas haciendo preguntas. No sé, me da tristeza esa casa. - Contestó él de manera tierna. Ariadna
vebió de su copa el vino tinto. El mesero se había sentado en una mesa y miraba su celular. Alejandro se
le quedó mirando.

- Me fuí huyendo de ese lugar. Visito a mi familia en navidad, creo que es suficiente.- Expresó Alejandro
con desgano.

-¡Quiero conocer a tu mamá! - Exclamó Ariadna.

- Y a tu papá. Y a tus hermanos.- Agregó.

- No lo creo - Dijo él haciendo un gesto de negación.

- Tal vez a mis papás.¿Pero a mis hermanos? Verlos es cómo verme en un espejo. Detesto esa sensación.
¿Alguna vez te has visto el perfil en un espejo? Ó Mejor aún! Te has visto hablar en un vídeo que te
tomaron sin que te dieras cuenta?

- Si, sé a lo que te refieres.-Contesto ella.

-Además, ese lugar me hace sentir pequeño.

A la mañana siguiente fueron a comprar ropa. Solo lo necesario. El un pantalón, una camisa y ropa
interior. Y ella uno jeans, una playera, un suéter y ropa interior. Desayunaron en una fonda de comida
rápida. Visitaron las galerías de arte en el parque. Y fueron a pasar el rato a los lagos. Ambos se sentaron
en un pequeño muelle y ahí conversaron.

-¿Seguimos? - Preguntó Ariadna.


- Dime. - Dijo él, mientras recostaba la cabeza en las piernas de ella. Era un día muy nublado, la niebla
cubría todo el lago. Ariadna pasaba su mano por el cabello negro de el. Y miraba con ternura sus rasgos.

-¿Por qué la quieres a ella y no a mí?

-No sé. Antes veía sus fotos intentando entender porqué la quería. Nunca he podido entender el
porqué. Miraba su expresión de felicidad al lado de su novio y no podía entender por qué yo la quería
tanto. Por qué no podía sentir indiferencia por ella.

Cuando me fuí se lo dije por un mensaje, Que me iba de la ciudad, y que me sentía muy triste. Ella me
dijo "Pues suerte con eso"

"Y que se te quite esa tristeza" desde entonces no volví a hablarle.

-Jajajaja.- Rió Ariadna.

-Bueno ¡Agregó un corazón! - Exclamó Alejandro en tono sarcástico.

-Jajajaja. -Volbió a reír Ariadna.

-En una ocasión le dije que había llorado toda la noche por ella. Se rio, y me dijo que tomara más
antidepresivos.

Tenía un humor muy cruel.

-¿Sabía de tu condición?

- Si, una vez me preguntó qué por qué siempre estaba alegre, le dije que tomaba antidepresivos y se
quedó fría.

- ¿Se enteró del por qué?

-Claro que no.

- ¿Por qué no se lo dijiste?

- No. De que habría servido. Jajaja, un día me dijo que tenía cara de conejo. Sentí lo mismo que cuando
Sara me dijo que tenía color gris.

- ¿Que?

-Si,Sara me dijo que yo era de color gris.¡Que nunca había conocido a nadie de color gris! -Ariadna
frunció el ceño.

- Me pasaba todo el tiempo viéndome en las ventanas de las casas intentando persivir mi color gris.
Después intentando encontrar mi parecido con el de un conejo. Mi apodo en el facebook de Delailah era
"Sombrerero loco"
- ¿Y que dibujaba ella?

- Personajes de Disney.

- ¡Era una niña!- Exclamó Ariadna.

Alejandro se talló con dolor los ojos.

- Los pintaba sin rostro. Manejaba muy bien la acuarela.

Empezó a usarla en los meses que dejó de hablarme, yo los veía de lejos, miraba su espalda, su nuca, su
pelo, los bellos de sus brazos. Sus tenis Adidas. Su perfil. La mire así por más de seis meses. En todas las
clases la miraba de lejos, frente a mi, de espaldas. La veía venir he irse del salón sin voltear a verme, por
semanas enteras.Llegaba con su mochila rosada gigantesca, su portafolios rojo y su lonchera, y después
de tres o cuatro horas veía con miedo como recojia del suelo su portafolios, cómo guardaba su libreta de
papel güarro , como se colgaba en un hombro su mochila de diez kilos, como tomaba su lonchera, y se
hiba. Me quedaba inmóvil, vacío, infeliz.

Si por equivocación me veía lo hacía con absoluta frialdad.

Muchas veces intenté convencerme de que era fea. Descubrí que de perfil sus braquets la hacían ver
cómo un caballo. Tambien me di cuenta de que sus lentes y su nariz se asemejaban a esos lentes de
juguete que tienen una nariz de plástico con bigotes.

-¿Y ni así?

- Ni así. Su apodo irónicamente era "Fea" Un día se artó de que le dijera que me gustaban sus cejas, sus
ojos,su nariz, sus labios. Me pidió que le dijera Fea. Y la obedecí,

tenía miedo de que se me saliera un alago.

Uno de esos días se acercó para despedirse de beso, y estuve apunto de abrazarla y besarla en la boca,
inconscientemente, enfrente de todos.

Pero fué tan rápido ese momento que pude evitarlo.


- ¿Y que crees que habría pasado?

-No se. No quiero pensarlo. Habria sido un escándalo.

Estaba ciego, no podía pensar claramente.

- Sara no entendía porque no le hablaba, era porque no podía dejar de ver a Delailah. Me fascinaba oírla
cantar mientras pintaba. Me facinaban sus dedos chatos apretando su lápiz de cuatro centímetros con la
goma mordisqueada, Sus ojos de mimo. Su boca triste.

-No pueden estar aquí.-Se acercó diciendoles un señor con un chaleco amarillo fluorescente. Ambos
asintieron

y se incorporaron. Caminaron a la orilla del lago apretándose el uno contra el otro, no era muy tarde,
sinembargo parecía apunto de oscurecer.

- ¿Que fué lo que le hiciste? ¿Porqué no quieres decirme?

- No puedo. No lo sé. No lo sé claramente, no lo recuerdo.

-¿Fué muy grave?

- No, sé qué no. Fué algo que dije. Pudo haber sido por el día que le escribí temprano a la preparatoria,
ella estaba en clases, a mí no me pasó por la cabeza que estaba en clases, y que podía tener problemas.
Pudo ser cualquier cosa, nunca fué mi intención molestarla. Sin duda la fastidie sin querer hasta que se
artó. En esa época tomaba una dosis muy alta de Olanzapina por prescripción médica para poder
dormir, me sentía confundido todo el tiempo. Y por la mañana Fluoxetina. Para sentirme tranquilo por lo
que estaba pasando. Pero nunca abusé del medicamento. Tomar una dosis más alta de olanzapina me
deprimía a pesar del antidepresivo.

Y trataba de tomar solo lo necesario del antidepresivo. Para ahorrar dinero por si me aceptaba un
regalo.
-¿Y alguna vez lo hizo?

- Si , una vez le compré un yogurth , porque me dijo que le gustaba, en dos ocasiones paletas Magnum,
una o dos veces Chocomilk Hersheys, no fueron muchas veces. Un día le compré una hamburguesa, pero
en realidad no fué más que eso. Por eso en aquella época pude ahorrar algo de dinero con la esperanza
de invitarla a salir. Pero nunca me atreví, sabía que ella no podía salir conmigo.

-Considerarste alguna vez que podías ser pedófilo.

- Si , muchísimas, mucho tiempo me atormenté pensando en ello, no obstante, jamás pensé en tener
una relación sexual con ella, nunca la vi así, cuando estás enamorado no piensas mucho en eso, por lo
menos no me pasa a mí. Creo más bien que tuve la mala suerte de enamorarme de ella. No puedo ni
siquiera pensar en otra opción porque pensar en otra opción sería como destruir lo más puro que he
sentido por alguien.

-¿Nunca sentirás eso por nadie más?

- El amor más fuerte es el más doloroso. Nunca es correspondido.

-¡Eres un estúpido! - Exclamó Ariadna. Alejandro soltó una carcajada.

-¿Quieres que eso sienta por ti? -¿Quieres verme consumida como tú lo estás?¿Quieres que salga
huyendo de tí por dolor y que nunca te vuelva a hablar? ¿Porqué no tolere ver tu rostro ni en una
estúpida foto?- Expresó ella medio en serio y medio en broma.

-No es así, relájate?- Dijo éste mirando al cielo mientras llenaba fuertemente sus pulmones.

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