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La guerra inminente.

"Es inegable que la principal arma que ha mantenido vivo al hombre a lo largo de la Historia es su
cerebro. Sin embargo también es un hecho que cada persona tiene un cerebro diferente, es decir, un
arma diferente. El cerebro del ser humano se modifica y evoluciona a cada generación, porque el
cerebro es infinitamente moldeable. El cerebro es como la plastilina."

Dr. Martin Hassel

Tercer congreso interplanetario

de criminología. Mayo del 2097

Estación espacial Streisand.

El Doctor Martin Hassel escribe en el escritorio, cuando de pronto suena el teléfono. Frente a él cuelga
de la pared una reproducción barata de "Whaam!" de Roy Lichtenstein.

-¿Dr Hassel?

-Soy yo.Diga.

-Digamos que mi nombre es Roberto...

-¿Si? Lo escucho Roberto...

-He escuchado su discurso.

-Y...¿Qué le pareció?

-Bien, oiga necesito verle.

Hassel se levanta con el auricular en el hombro,toma la cajetilla de cigarros, saca uno lentamente.
-¿Dónde se encuentra Roberto?

La voz de Roberto es casi inaudible.

-Puede encontrarme en el restaurante del hotel.

-Voy para allá.¿Cómo puedo reconocerlo?

-Estoy en una de las mesas junto al gran ventanal, al parecer soy el único que no tiene compañía.

-Esta bien, espere ahí.

Hassel cuelga el auricular, y devuelve el cigarro a la caja.

Toma su saco y sale del cuarto. Antes de recibir la llamada ha dejado una nota dentro de un tomo de el
libro de la selva de Rudyard Kipling, solamente dice:"Volveré"

Roberto observa la espléndida vista desde su solitaria mesa.

"Volveré" Lee en voz baja Lina Mc Bergman -El embajador debe de estar muerto. - Piensa. Los
encabezados de los diarios de días anteriores decían."La guerra es inminente" Solo faltaba un motivo
que la desencadenara.

Hassel observa de lejos al extraño, su silueta esbelta frente al vacío del espacio exterior.

-¿Roberto?-Pregunta Hassel.

-Tome aciento Dr. Hassel. -Ordena el hombre.

La luz de los astros iluminan los rostros de ambos personajes. Roberto deposita sobre la mesa un
pequeño objeto. Un colmillo.
-¿A quién le pertenece?- Pregunta Hassel.

-Es del embajador.

-¿Está muerto?

-Usted lo sabía

-¿Cómo dice?

-Su discurso...Me hablaba a mi.

-Ese discurso estaba dirigido a todos, al parecer usted fué el que recibió el mensaje subliminal.

Estaba seguro de que daría resultado.¿Cómo fué? ¿Soño la orden?

-Usted me utilizó, soy un simple periodista no un asesino.

-Eso piensa usted.

Roberto palidece

-¡No se haga! Ayer sabía que tendría la oportunidad de asesinar al embajador, sabía lo que pasaría si
alguien acababa con su vida. ¿Verdad? ¡No me diga que no!

-¿Cómo lo sabe? ¿Tan certera es su ciencia? O ¿Es usted un mago?

-Nada de éso.-Exclama Hassel alzando el dedo índice.

-Durante mi discurso, en el salón había por lo menos

500 posibles asesinos, para mí es natural saberlo.

-No entiendo cómo...¿Es acaso que mediante un truco de hipnosis me ha vuelto un asesino?

-Ja.- Rie el Dr.Hassel.-Usted ya era un carnicero, solo quería un empujón al igual que los otros 499
asesinos. Mientras ellos descansan de la pesadilla de tener que iniciar una guerra usted no deja de darse
golpes en el pecho.

Roberto agacha la cabeza.


-Tranquilicese.-Dijo Hassel.-Su sueño, ese que lo ha atormentado todo el tiempo, lo han tenido todos los
que oyeron el discurso.

-¿Cómo lo sabe?

-Una gacela se para en una llanura,entre los árboles que la circundan existen todo tipo de bestias
salvajes...¿Cree que una bestia tiene menos hambre que otra? El embajador es insignificante en la
política, pero lo suficientemente sabroso cómo para iniciar una competencia por su carne. Mi discurso
fué solo una invitación,el disparo que da inicio a la carrera y ahí estaba usted dispuesto a ser el primero.
¿Que sintió? ¿Hambre?

Roberto recuerda el terrible asesinato que había perpetrado. Tan sangriento, tan parecido a un ritual
indio.

Estira la mano sobre la mesa, coge el colmillo y lo guarda en la bolsa del saco.

-Así es, sentí hambre.¿Debo huir?

-No hay razón-Contesta Hassel con desición.

-No debió dejar más rastro que está confesión. Y yo no pienso contársela a nadie. Deje de
preocuparse,La guerra empezará y usted a nadie le importa.

El mesero llega y pide la orden. Ambos cenan al pie del gran ventanal que da al infinito.

Lina Mc Bergman espera desnuda entre las sábanas al Dr. Hassel sueña cómo es sodomizada por un
grupo de Hombres desconocidos.

Fin.

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