Está en la página 1de 5

ESQUEMA SUPLE

2 páginas tapa y contratapa con créditos


1 página de Juan con dibujos de Copi
6 páginas de la historieta La Colección
4 páginas Laura con dibujos de Tía Vicenta y otros. Además, frases de Copi en París. 
1 página de La Hipotenusa del 68
2 páginas de Copi por Copi: bocetos del Libro Blanco, frases de Copi en relación a su infancia, al
padre, al exilio, a la vida en Uruguay.
1 página de entrevista en Liberett con un dibujo o dos del Libro Blanco.
6 páginas de Los cuadernos de Copi mezclados con frases de un "copi adulto": su antiperonismo,
su posición política, sexual, etc. Bocetos del Museo y créditos.
1 página de cronología minima de vida. con dibujo.

Copi antes de Copi


(frases de la infancia, la adolescencia, uruguay, el copi familiar, intimo, la
relación con el padre, los hermanos, peronismo, todo con bocetos del Libro
Blanco, 2 páginas)

 Pasé casi toda mi infancia en Uruguay y viajé a París por primera vez en
1952, a los doce años de edad. Cursé quinto año en la escuela Chauvot, en
la calle Louis David. Mi padre, aunque argentino, era cónsul del Uruguay en
Reims. Se trataba de un título honorífico que el presidente colorado de la
época, don Luis Battle Berres, otorgaba a los exiliados de dictaduras
latinoamericanas. ¡Cuán menos numerosos eran los exiliados de aquella
época! Cautivados por la cultura, los exiliados políticos se convertían en
pintores o escritores: era una manera de cantar su país que los medios
cultivados del mundo preferían a los actos terroristas. (Copi, Río de la Plata,
París, agosto de 1984. Publicado en: Obras. Tomo I, Traducción de Edgardo
Dobry, Editorial Anagrama, Barcelona, 2010).

 Mi padre que estaba acostumbrado al exilio, lo consideraba un periodo de la


vida en la que el hombre se abre a la libertad. Pero mi madre y nosotros,
niños, aunque comprendíamos que habíamos escapado de la muerte o algo
que se le parecía, sabíamos también que una vida, la que hubiéramos tenido
en Argentina, se nos escapaba para siempre. He experimentado con
frecuencia ese sentimiento, a veces de una manera dolorosa y en ocasiones
divertida, como en el escenario de un teatro en el momento de los aplausos.
(Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)

 Mis padres, apoyados por la “inteligencia” uruguaya, compraron en


Montevideo una casa de dos pisos con techo de paja, al lado del hotel
Carrasco, frente al mar. Pasábamos seis meses al año corriendo entre las
olas, seguidos de una familia de perros. Para suplir la educación más bien
rústica que nos daban las criadas uruguayas, mis padres nos pusieron a
practicar disciplinas artísticas. En casa había una biblioteca considerable, un
taller de pintura y escultura, un horno de cerámica. El dinero que me daban
dependía de mis proezas literarias, aunque yo prefería el dibujo humorístico,
que mi padre aborrecía. (Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)

 Conscientes de que el peronismo no iba a terminarse de un día para el otro,


nuestras posibilidades de volver a la Argentina eran una quimera.
Favorecidos por el consulado de Uruguay en Reims, emigramos a
Montparnasse a principios de los años cincuenta. (Copi, Río de la Plata,
1984; 2010)

 Un soneto bien rimado me valió, a los diez años, una bicicleta, antes de que
mi hermano Jorge descubriera que había plagiado dos versos de García
Lorca. (Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)

 después de haber usado vaqueros negros y camisas a cuadros compradas


en la galería Á la toile d’ avion, en los Campos Elíseos, me encontré, a los
quince años, transportando armas en compañía de mi padre por el río
Uruguay (…) Nuestra Revolución Libertadora triunfó y nos volvimos a
establecer en Buenos Aires en 1955. Mis padres se separaron de inmediato.
Mi madre, atea, hija de anarquistas, se hizo militante católica con los
Peregrinos de Meaux.

 Mi padre fundó un semanario político de tendencia radical que apoyó al


doctor Frondizi durante las elecciones a la presidencia de 1957. Mis dos
hermanos, más jóvenes que yo, fueron enviados a estudiar con los jesuitas.
Me encontré, a la edad de dieciséis años, separado de unos y de otros en la
inmensa ciudad de Buenos Aires. Como había aprendido algunas figuras del
pequeño parisién, me dediqué intensamente a la aventura sentimental y al
voyeurismo social. (Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)

 Lo primero que le di fue un lápiz. Copi dibujó toda la vida, eso fue lo primero.
Creo que tenía dos años, estábamos en Córdoba y él decía “pipi, pipi”; yo
creí que quería hacer pis, pero era que estaba dibujando los pichones que
estaban sobre la ventana. Ese fue el primer dibujo y nunca dejó, era lo que
más le gustaba. Después hacía obritas de teatro con sus hermanos y escribir
vino un poco después, pero nunca dijo “quiero ser escritor”. (“Una visita
inoportuna”, entrevista Georgina “China” Botana, madre de Copi, realizada
por Guille Bravo, publicada en el Suplemento Soy, Página 12, 15 de octubre
de 2010)

 Mi padre estaba contento de haberme forzado a hacer algo en el extranjero


para ganarme la vida. Sus ilusiones de ayudarme a emprender una carrera
política en Argentina a imagen suya (para eso fui concebido) habían
fracasado antes de la primera tentativa, igual que con mis dos hermanos.
(Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)
Los cuadernos de Copi (mezclados los bocetos de los cuadernos con frases
de Copi: POLITICA; EXILIO; SEXO, HOMOSEXUALIDAD)

 Yo siempre he sido un argentino de París. Es decir, que hablo como los


franceses, me visto como ellos y tengo probablemente los mismos puntos de
vista respecto a las autopistas o al precio del pescado. Pero de todas
maneras, no soy un francés, pertenezco a una categoría de extranjeros que
los franceses consideran como tales durante dos generaciones. No soy
francés ¿no es cierto? Pero soy un argentino de París. (Copi, entrevista
realizada por Raquel Linenberg)

 Me expreso a veces en mi lengua materna, la argentina, y con frecuencia en


mi lengua amante, la francesa. Para escribir este libro mi imaginación duda
entre mi madre y mi amante. (…) Viajero y mirón, mi expresión toma la forma
de escenas fugaces como el amor bajo un farol o la muerte fatal; nutrido en
la sensibilidad del Río de la Plata, conozco la fugacidad de los decorados;
los viajeros me han enseñado que poco equipaje bien surtido es el seguro y
el crédito el exiliado. (Copi, Río de la Plata, 1984; 2010)

 ¿Exiliado? Esa palabra salió sola de mi pluma, seguida de un signo de


interrogación. Si alguna vez debiera decir algo sobre el exilio me cuidaría
bien de hacerlo en primera persona. Aunque es verdad que tuve miedo de
pisar Argentina a partir de 1969, no se trata de eso. Estamos en agosto de
1984, el doctor Alfonsín es el presidente constitucional de la actual república,
puedo ir a Buenos Aires cuando quiera. Pero, aparte de mi madre, que me
visita con frecuencia en París, me quedan allá pocos amigos. (Copi, Río de
la Plata, 1984; 2010)

 He vivido en Buenos Aires entre 1955 y 1962, entre los quince y los veintidós
años; para mí el recuerdo de esa ciudad está estrechamente ligado al de mi
padre, muerto hace tres años. Temo sentir una nostalgia demasiado aguda,
demasiado argentina, que arruinaría la estancia. (Copi, Río de la Plata, 1984;
2010)

 En Buenos Aires hubiera hecho algo completamente distinto; la mujer


sentada únicamente puede convenir a un país donde el kilo de tomates hace
ocho meses que vale lo mismo, a un país que tiene edificios viejos de tres o
cuatro siglos. (Copi en Revista Primera Plana, 9/1/1965)
 Creo haber ahogado casi todos mis tangos en las arenas movedizas del
olvido en el curso de los quince años durante los cuales fui muy mal visto en
los medios intelectuales por una parte, a causa de una obra de teatro
representada en París en 1969 y en la que la prensa argentina creyó ver un
insulto a la memoria de la señora Eva Perón; por otra parte, mal visto por el
poder de turno, igual que mis hermanos, de los cuales dos viven en París y
otro en México. Soy (lo sé por los diarios) al fin un autor permitido en las
librerías de Buenos Aires, para gran regocijo de mi editor español. Si la
situación política no hubiera sido la que todos conocemos, seguramente
habría mantenido lazos más estrechos con el país. (Copi, Río de la Plata,
1984; 2010)

 Las vibraciones de esos pequeños autobuses pintados de todos los colores


que es llaman colectivos hacen estremerse las nalgas de todo el mundo y se
diría que han sido inventados para la excitación. Las pocas salas de cine en
las que no se hace el amor en la platea son por todos conocidas: son las
cinematecas. El porno nunca se abrió camino pero está en todas partes.
Isabel Sarli, estrella indiscutible del género, cuyas fotos invadieron las calles
y las páginas de los diarios de Nueva York en 1968, nunca fue considerada
en Argentina más que una hija de inmigrantes italianos algo rolliza a la que le
suceden aventuras insólitas, como hacerse violar por una decena de
carniceros cuando entra a un matadero a comprar un croissant. (Copi, Río
de la Plata, 1984; 2010)

 Todo hombre político, sindicalista o militar tiene un discreto confesor o amigo


cura a través del cual arregla sus asuntos con la Iglesia. El confesor del
general Camps, tristemente célebre, fue imputado hace poco por haber
participado en torturas a los prisioneros. No es el único sacerdote en esa
situación. Si el viejo Marx metiera alguna vez un pie en Argentina, el clero
sería la primera clase en acomodarse a una situación a la rusa. ¡La Iglesia
es argentina, no está separada del Estado! El divorcio no existe, la
contracepción y el aborto están prohibidos. (Copi, Río de la Plata, 1984;
2010)

 ¿Cómo hablar de homosexualidad en Argentina? ¡Los sexos están tan


completamente imbricados! Por otra parte, ¿qué quiere decir
heterosexualidad? Los muchachos duermen con frecuencia en la misma
cama que sus compañeros de la misma edad, mientras que las chicas hacen
lo mismo por su lado. (IDEM)

 Uno es considerado en su familia asexuado durante toda su vida. La mayoría


de edad se reconoce a los veintidós años, en tanto que se vota a partir de
los dieciocho. Señalamos con el dedo a la hija de la mercera que juega al
básquet e ignoramos que su hijo de doce años se pasa el día danto saltitos
sobre los zapatos de taco alto de su hermana.

También podría gustarte