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NATALIO BOTANA
Y
SALVADORA MEDINA ONRUBIA
DOS VOCES PARA CRÍTICA

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ISBN: 978-9974-XXXXXXXXXXXXXXXXxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

© Rumbo Editorial
Tel. 23360565 - 094 392 773
rumboeditorial@gmail.com
Montevideo - Uruguay

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NATALIO BOTANA
Y
SALVADORA MEDINA ONRUBIA
DOS VOCES PARA CRÍTICA

ALBERTO PIÑEYRO

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Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad
que asumimos. Sin memoria no existimos y sin
responsabilidad quizá no merezcamos existir.
José Saramago.

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PRÓLOGO

Un capomafia al que le hubiera gustado ser Al Capone,


con una colección de autos de color caramelo, un
Partagás muy largo entre los dedos haciendo una ve y
cinco o siete mujeres platinadas bailoteando a su alre-
dedor al compás de un shimmy. Pero era un gordo
tierno con sus hijos; también con el ordenanza, de uni-
forme verde, al que llamaba con un silbato y que en-
traba a su oficina pegando saltos mortales como si es-
tuviera en un circo. Además de subir a la torre, de tres
en tres escalones, para hacer sonar personalmente la
sirena del diario cuando el Graf Zeppelin sobrevoló
Buenos Aires.
David Viñas, Prontuario, 1993

La historia de Natalio Botana, el inventor del diario Crí-


tica, y de su mujer, la escritora Salvadora Medina Onrubia, es
rica en imágenes y consta de más de las dos o tres escenas con
las que, en palabras de Jorge Luis Borges, puede resumirse una
vida entera. Los datos de sus biografías, cuidadosamente re-
construidos por Alberto Piñeyro, se sobreimprimen a los cien-
tos de relatos y anécdotas que fueron convirtiendo a Botana y
a Salvadora en personajes por momentos más literarios que
históricos. La muerte temprana, el carisma, el poder periodís-
tico y político de Natalio Botana, sumados a la militancia anar-
quista, la teosofía y las excentricidades de Salvadora Medina
Onrubia, alimentaron el mito.
Ese mítico poder de Botana nació en Crítica y trascendió
sus páginas porque en la construcción de su figura, los relatos
orales y escritos retoman los rasgos esenciales del estilo de Crí-
tica: su desmesura a la hora de jugarles al póker el sueldo a sus
periodistas durante días y noches sin levantarse de la silla; su
grandilocuencia al recibir a sus visitantes vestido con camisa

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de seda blanca, un gran habano en la boca y una pistola en el
cinto; su generoso paternalismo al pagar casas, automóviles y
viajes de boda a “sus muchachos”, los periodistas; su temible
capacidad de actuar en las sombras como un Al Capone porte-
ño en cuyas manos oscilaban los hilos ocultos del poder. La
leyenda “negra” de Botana encontró a sus principales voceros
entre los sectores nacionalistas, fascistas y anticomunistas de la
infame década del treinta. Los motivos fueron ideológicos:
Crítica denunció la aplicación de torturas a los presos políticos
durante la dictadura del general Uriburu, apoyó los movimien-
tos antiimperialistas latinoamericanos, y militó a favor de la
España republicana. Pero también personales: Botana estaba
casado con la escritora Salvadora Medina Onrubia, a quien el
hijo de Leopoldo Lugones bautizó, con particular predicamen-
to, la “Virgen roja de Crítica y La Protesta”. Juntos, tuvieron
tres hijos; juntos, se convirtieron en una de las parejas más
controvertidas de la moderada sociedad porteña. Y no solo
porque se casaron después del nacimiento de sus tres hijos;
tampoco porque vivieron durante largos períodos separados,
en los cuales cada uno hacía su vida —como aconteció cuando
Natalio Botana conquistó a la poeta Blanca Luz Brum mien-
tras el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, por enton-
ces su amante, pintaba Ejercicio Plástico en los sótanos de Los
Granados, la quinta de los Botana en Don Torcuato—. Lo cues-
tionado era el grado de independencia de Salvadora Medina
Onrubia y, al mismo tiempo, la incidencia ideológica que te-
nía sobre algunas decisiones políticas del diario. Porque ade-
más de escribir relatos, novelas y obras de teatro en las cuales
se celebraba una imagen de mujer alejada del paradigma feme-
nino social y culturalmente aceptado en las primeras décadas
del siglo XX, Medina Onrubia batalló sus propias cruzadas. La
más importante fue, sin duda, la campaña a favor de la libera-
ción del anarquista Simón Radowitzky, condenado a cadena
perpetua por el atentado y muerte del jefe de Policía Ramón
Falcón en 1909; cuenta la leyenda que fue por la intervención
directa de Medina Onrubia que, en abril de 1930, el presiden-
te Hipólito Yrigoyen firmó el indulto.

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Crítica formó parte de la modernidad urbana de las pri-
meras décadas del siglo XX con una propuesta periodística des-
mesurada. Fue un vespertino sensacionalista donde el arte y la
literatura ocuparon un lugar de privilegio; fue una sirena acti-
vada por la avidez periodística de anunciar primero, antes que
los demás diarios, el resultado de una pelea de boxeo o el des-
cubrimiento de una descuartizada; fue un diario que apostó
por “entrar en el alma del pueblo”, “pensar con la mente del
pueblo” y hablar “con su voz”, la voz del pueblo. En este senti-
do, la audacia y la creatividad de Botana no tuvieron límites:
organizó campañas políticas a favor de los candidatos popula-
res; denunció los abusos de los presos en las comisarías; reveló
los maltratos de patrones y dueños de fábricas; regaló juguetes
a los niños pobres y máquinas de coser a las obreras; organizó
festivales de cine y de teatro en los barrios más alejados del
centro; destinó un piso de su fastuoso edificio a consultorios
médicos gratuitos para sus lectores.
Las trayectorias de Natalio Botana y Salvadora Medina
Onrubia son, como demuestra la investigación de Alberto
Piñeyro, uno de los capítulos más apasionantes de la historia
del periodismo rioplatense. La publicación de Natalio Botana
y Salvadora Medina Onrubia. Dos voces para Crítica constituye
un aporte valioso para la comprensión de esa historia.

Sylvia Saítta

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INTRODUCCIÓN

No escribo para enseñar, sino para instruirme.


Jean Dolent

En setiembre de 1896 -poco antes de cumplir 18 años- el


gran narrador uruguayo Horacio Quiroga escribió: Para mí, el
suicidio sigue inmediatamente a la desgracia. El arruinado se mata
cuando su casa quiebra. El enfermo se mata cuando llanamente
comprende que su mal no tiene cura y que entre sufrir y no sufrir
es fácil la elección.
Cuarenta años después, aquejado de severos trastornos uri-
narios, se internó en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires.
Fue asistido por dos de los principales facultativos de la época,
los doctores José Arce y Oscar Ivanissevich. Permaneció inter-
nado más de cuatro meses y, convencido de que su enfermedad
era una neoplasia inoperable, se quitó la vida bebiendo una
dosis de cianuro el 19 de febrero de 1937. Lo encontró su oca-
sional compañero de habitación, Vicente Batistesa.
Los gastos de su sepelio fueron costeados por el diario
Crítica, cuyo director era el uruguayo Natalio F. Botana del
que Quiroga fue asiduo colaborador. Los hijos del escritor
-Eglé y Darío- trabajaban para el periódico.
Sus restos fueron velados en la Casa del Teatro de la So-
ciedad Argentina de Escritores, de la cual Quiroga fue socio
fundador y vicepresidente. Más tarde fueron cremados y colo-
cados en una urna tallada en un tronco de quebracho que lle-
vaba esculpida su faz, obra realizada por el escultor ruso -resi-
dente en Buenos Aires- Stephan Erzia.
Trasladado a Montevideo, su cuerpo fue sepultado en el
cementerio Central de la ciudad de Salto el 28 de febrero de
1937. Actualmente descansa en el Museo-Mausoleo de la Casa
Quiroga.

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Alfonsina Storni -su gran amiga- le dedicó el siguiente
poema:

A Horacio Quiroga (febrero de 1938)


Morir como tú, Horacio, en tus cabales,/ y así como siem-
pre en tus cuentos, no está mal;/ un rayo a tiempo y se
acabó la feria…/Allá dirán/ No se vive en la selva im-
punemente,/ ni cara al Paraná./ Bien por tu mano fir-
me, gran Horacio…/ Allá dirán./ […]/ Más pudre el
miedo, Horacio, que la muerte/ que a las espaldas va./
Bebiste bien, que luego sonreirás…/ Allá dirán.[…]

Alfonsina Storni fue operada el lunes 20 de mayo de 1935


por un neoplasma de mama. La mastectomía la realizó el Dr.
José Arce en el Sanatorio Arenales de la ciudad de Buenos Ai-
res. Su convalecencia la pasó en la Villa de Los Granados (Don
Torcuato) propiedad de Natalio F. Botana y de su esposa, la
escritora argentina, Salvadora Medina Onrubia.
Poco después Alfonsina le dedicó su Antología poética de
1938: A Salvadora Medina Onrubia y Felisa Ramos Mozzi que
estuvieron a la cabecera de mi lecho en horas amargas.
Alfonsina fue redactora habitual del diario Crítica, en es-
pecial de su suplemento conocido como Revista Multicolor de
los Sábados, dirigido por Jorge Luis Borges y Ulyses Petit de
Murat.
La recidiva de su enfermedad postró a Alfonsina en una
gran depresión. La madrugada del martes 25 de octubre de
1938 se suicidó, arrojándose a las aguas desde el espigón de la
playa La Perla en la ciudad de Mar del Plata.
El día anterior escribió su último poema que envió al dia-
rio La Nación y que fue publicado al día siguiente con la nota
necrológica:

Voy a dormir

[...] / Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame/ Ponme


una lámpara a la cabecera; / una constelación; la que te

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guste;/ todas son buenas; bájala un poquito./[...] / para
que olvides...Gracias. Ah, un encargo: / si él llama nue-
vamente por teléfono/ le dices que no insista, que he sa-
lido...

Su cuerpo fue rescatado del mar y se organizó un primer


homenaje en el Colegio Nacional de Mar del Plata. Más tarde
sus restos fueron trasladados a Buenos Aires y velados en el
Club Argentino de Mujeres. El sepelio se realizó en el cemen-
terio de La Chacarita, en la bóveda de la familia Botana.
Recién en el año 1963 fueron depositados definitivamen-
te en la necrópolis de La Recoleta en un panteón que luce una
obra del gran escultor Julio César Vergottini.
¿Quiénes fueron -el uruguayo- Natalio Félix Botana y su
esposa -la argentina- Salvadora Medina Onrubia, los persona-
jes que costearon las exequias de estos dos grandes escritores
del Río de la Plata? ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué significó Críti-
ca para el periodismo argentino?

Argentina en las décadas de 1920 y 1930. Época muy


particular la que vio pasar a Natalio, Salvadora y a su diario
Crítica. Álvaro Abós en El Libro de Buenos Aires. Crónicas de
cinco siglos, nos hace una descripción caricaturesca de ese pe-
ríodo:
Son los años treinta en Buenos Aires: década infame, fraude:
“¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? Los han limpiado con pie-
dra pómez” reza el tango del cantor amargo de la ciudad de la
crisis, Enrique Santos Discépolo. El ejército rechaza a miles de
jóvenes tuberculosos, los aristócratas venden sus palacios, la quin-
ta Unzué, la casa de Del Solar Dorrego. El hombre que preside esa
Argentina miserable es Natalio Botana, el director de Crítica, que
fuma un puro con el busto de Gorki a su espalda y la Avenida de
Mayo a sus pies. Las muchachas de la clase media se prostituyen
por cinco pesos. Gardel, niño mimado de los conservadores y pro-
tegido del caudillo Alberto Barceló, estrena el tango “Viva la pa-
tria” para celebrar la caída de Hipólito Yrigoyen1.

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Sobre esta historia triádica, en la vecina orilla, se han pu-
blicado una decena de libros. De este lado del Plata -que ten-
gamos conocimiento- nada se ha escrito.
En el año 1958 Salvadora Medina Onrubia de Botana,
aniquilada por los interminables procesos judiciales que cul-
minaron con la concusión del diario Crítica, dio su versión de
los hechos y publicó su último libro Crítica y su verdad (Ope-
ración cadena)2.
Germán G. González el encargado -durante años- de la
página policial escribió en 1972 Crítica. Un tábano inmortal3.
Roberto A. Tálice en 1977 publicó 100.000 ejemplares por
hora. Memorias de un redactor de Crítica, el diario de Botana4.
Francisco Luis Llano dedicó las cien primeras páginas de
su libro -de 1978- La aventura del periodismo al diario Crítica.
Nos dejó una descripción panegírica de su director y fue el
primero en vislumbrar un paralelismo entre Botana y las de-
terminantes figuras del periodismo estadounidense Joseph
Pulitzer y William Randolph Hearst:
Natalio Botana era uruguayo y blanco, vino muy joven a la
Argentina. No dejó un solo libro escrito por él, pero desde el punto
de vista intelectual, su personalidad admite un paralelo, sin des-
medro, con Ortega y Gasset. Tenía su misma profundidad en la
interpretación de los sucesos humanos e idéntico poder de capta-
ción con respecto a la inquietud de las masas. Sin subestimar la
obra extraordinaria del pensador español ni sobrevalorar tampoco
la dimensión intelectual y reflexiva del director de Crítica, quie-
nes frecuentamos a éste, estimamos que le llevaba una ventaja a
aquél: su notable poder de síntesis. Pero Botana era dueño de un
inconformismo desmedido por todo lo que a él atañía. Por eso, tal
vez, nunca haya pensado en escribir un libro o en formarlo con
sus artículos dispersos.
Lo comparamos antes con Pulitzer, pero hay otra personali-
dad periodística estadounidense con la cual es también posible com-
pararlo a don Natalio. Cuando hace muchos años vimos El Ciu-
dadano -tardíamente considerada ahora como la mejor película
de todos los tiempos-, obra basada indiscutiblemente en la vida de
William Randolph Hearst, magnate periodístico y zar de la in-

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dustria cinematográfica, nos pareció, a quienes vivíamos poco
menos que en la intimidad de la familia Botana (en eso coincidi-
mos muchas veces con Ulyses Petit de Murat), que en gran parte
del film estábamos apreciando la propia vida y el propio modo de
ser, de pensar y de actuar del creador de Crítica5.
En 1995 Élida Artacho de Carbone publicó Mis vivencias
en Crítica6.
Emma Barrandeguy editó en 1997 Salvadora7, la primera
biografía sobre la esposa de Botana. Barrandeguy fue -a partir
de 1938 y durante veinte años- funcionaria de Crítica y secre-
taria particular de la Venus Roja.
En 1998 Sylvia Saítta, luego de un laborioso trabajo de
investigación y una tesis de doctorado, publicó -lo que es al
día de hoy el trabajo más completo sobre el periódico de Bota-
na- Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 19208
(Primer Premio, año 1999, Fundación El Libro). Fue reimpreso
en 2013.
Álvaro Abós escribió en el año 2001 la primera biografía
sobre Botana: El tábano. Vida, pasión y muerte de Natalio Bo-
tana, el creador de Crítica 9. El libro fue reeditado en 2013 en
ocasión del centenario de Crítica, ahora con el nombre de
Ciudadano Botana.
En 2005 Josefina Delgado editó Salvadora. La dueña del
diario Crítica10.
Magdalena Ruiz Guiñazú destinó -en el año 2010- un
capítulo de su libro Secretos de familia a la apasionante histo-
ria de los Botana11.
Gloria Machado Botana, hija de Felicitas Tirsa, la herma-
na de Botana, publicó en el 2011 Los Botana. Testimonios y
recuerdos desde la misma sangre12.
La aparición de Crítica el 15 de setiembre de 1913 -obra
del uruguayo Natalio Botana- significó, indubitablemente, un
nuevo tipo de periodismo alejado de la rigidez y solemnidad
reinantes. Determinó el advenimiento de un periodismo po-
pular caracterizado por formas atrevidas y libres de comunica-
ción. La preocupación constante por temas de interés popular,
el abandono de una línea programática inflexible y la partici-

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pación como redactores de un grupo -joven y selecto- de escri-
tores y poetas (Enrique y Raúl González Tuñón, Jorge Luis
Borges, Ulyses Petit de Murat, Roberto Arlt, Horacio Rega
Molina, Cayetano Córdova Iturburu, Sixto Pondal Ríos, Luis
Cané y Pablo Rojas Paz entre otros) fueron algunas de las razo-
nes de su éxito que no tuvo parangón en el periodismo de la
vecina orilla. Se puede concluir que lo mejor de dos generacio-
nes literarias de Argentina, las de las décadas del 20 y del 30, se
reunieron en el diario de Botana.
Formaron parte de la redacción de Crítica -también- nu-
merosos periodistas y escritores españoles y latinoamericanos
de primer nivel: Luis Góngora, de Perú, Clemente Cimorra,
Manuel Fontdevila y Vicente Rojo, de España, Javier de Viana,
Ernesto Herrera, Francisco Espínola, Juan José Morosoli, Pe-
dro Leandro Ipuche, Ángel Falco y Juan Carlos Onetti, de
Uruguay. Dos futuros mandatarios latinoamericanos -Juan José
Arévalo Bermejo (presidente de Guatemala 1945-1951) y Al-
berto Lleras Camargo (presidente de Colombia 1945-1946 y
1958-1962)- fueron redactores de Crítica.
Periodismo y literatura son artes diferentes, pero -segura-
mente- comparten herramientas que se nutren mutuamente.
Es indudable la influencia de pautas de escritura y de modelos
literarios para la mejor construcción de la narrativa periodísti-
ca, lo mismo que es innegable el devenir de periodistas que -al
pasar el tiempo- se han consagrado como grandes novelistas.
El caso de Crítica -por supuesto- no fue el primero de
escritores alternando y triunfando como periodistas en diarios
argentinos. Basta recordar los casos de Bartolomé Mitre (La
Nación), José Hernández (El Río de la Plata), Rubén Darío (La
Nación) y Leopoldo Lugones (La Montaña y La Nación). Pero
fue -sin lugar a dudas- el vespertino de Botana el que logró la
incorporación de un núcleo muy importante de los mejores
poetas y escritores de la época. La mayoría resultaron periodis-
tas brillantes. Seguramente allí estuvo una de las razones del
éxito de Crítica. Y Botana fue su único responsable.
Crítica llegó a tener cinco ediciones diarias y un tiraje dia-
rio cercano a los 900.000 ejemplares. Algo impensado en el

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periodismo bonaerense de la época. También incursionó en la
radio y en el cine con programación propia. Cuando lo terre-
nal no le fue suficiente compró, en setiembre de 1932, un avión
biplaza Potez que pilotaba el Tape Mauriño, aviador desplaza-
do del Ejército luego del golpe de Estado de Uriburu. La aero-
nave fue pintada y decorada -Crítica era su nombre y llevaba
un tábano en cada ala- por el pintor y grabador Pío Collivadino.
En ella partió Raúl González Tuñón -único corresponsal de
guerra autorizado por el gobierno paraguayo- en octubre de
1932 para cubrir la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Boli-
via y Paraguay. Crítica apoyó decididamente los postulados
paraguayos y González Tuñón se instaló en isla Poí, base de las
fuerzas del entonces coronel José F. Estigarribia. De esa terri-
ble experiencia quedaron catorce capítulos en diez entregas que
fueron publicados en el diario de Botana entre el 19 y el 28 de
octubre de 1932.
Natalio Botana fue amado por unos, odiado por otros,
pero respetado por todos. Recurrimos a una de las descrip-
ciones que nos dejó Francisco Luis Llano en su libro La aven-
tura del periodismo:
Así como quienes no conocieron a Botana de cerca, no lo
trataron, lo subestiman en su dimensión intelectual, hay tam-
bién quienes alimentan cierto escepticismo con respecto a su ca-
pacidad específicamente periodística. No titubeo en afirmar que
esta última fue realmente extraordinaria. Digo más todavía: digo
que fue la más notable que he conocido en mis cuarenta y dos
años largos de “hacer diarios”. Y temo que esa condición suya, lo
mismo que su curioso carácter, no se haya difundido lo suficien-
te y con la real veracidad […]
Para quienes no lo conocieron de cerca, sus opiniones sobre el
creador de Crítica oscilan entre clasificarlo como un Robin Hood
o como un Al Capone.
Ni lo uno ni lo otro.
Con dar algo, Botana no fue cabalmente lo que se entiende
por un hombre pródigo con los desposeídos. Por lo menos en la
medida que pudo serlo.

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En cuanto a su aureola de “gángster” no es sino la expresión
de odio de los muchos ladrones de frac que temblaban ante la
posibilidad de que les pudiera sacar trapitos al sol, sin miedo a sus
guardaespaldas y a su influencia “arriba”.
Si los que lo creían un Robin Hood sólo perdieron a un de-
fensor y no a un filántropo, los segundos se vieron liberados de un
sólido y amenazante muro de contención13.
La mujer de Botana, Salvadora Medina Onrubia, madre
soltera a los 17 años, anarquista -especialmente en su juven-
tud- de una belleza fascinante que le valió el sobrenombre de
La Venus Roja, periodista, poeta y dramaturga; su historia
resurgió en los años noventa del siglo pasado, luego de décadas
de relegación. Sus inicios en la lucha libertaria de comienzos
del siglo XX, su activa participación en el periodismo -campo
casi vedado para la mujer del momento-, su carta al tirano
Uriburu, su compleja relación con Botana, sus reiterados
enfrentamientos con el gobierno peronista por la recuperación
de Crítica, nos caracterizan a una mujer que debe ser conside-
rada como una precursora de la emancipación femenina. Fue
-sin dudas- una adelantada para su época y, quizá por ello, tuvo
innumerables detractores. Muchos la subestimaron pretendien-
do presentarla siempre a la sombra de Botana. Sin embargo
brilló con luz propia. Cristina Guzzo en su libro Las anarquistas
rioplatenses (1890-1990) afirmó:
Como mujer de Botana y trabajando al frente del popular
diario Crítica, Salvadora fue la mujer con más poder en Ar-
gentina en su momento, un poder que sólo sería superado por
Eva Perón 14.
Helvio I. Botana, el primogénito de Natalio y Salvadora,
dejó en su libro Memorias. Tras los dientes del perro (1977) una
definición de sus padres que merece -al menos- un análisis freu-
diano:
Para estas memorias me es fácil pensar y recordar a mi padre.
Es como navegar en un velero con buen tiempo y buen viento, o
patinar sobre hielo o volar en sueños. No hay escollo alguno. Debo
dejarme llevar alegremente y sentir que el amor nos une.

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Me es difícil escribir sobre Salvadora, especialmente en esta
Argentina donde impera el culto a la madre […] Podría supri-
mirla de mis memorias pero sería falsear esta aventura vital don-
de nada es desechable.
Salvadora, es en verdad difícil de clasificar. Lo que constitu-
ye un mérito también crea una dificultad.
Ante la recia y respetuosa personalidad de Natalio opuso y
alentó una patética antinomia.
Comprendemos que fue el único camino que encontró viable
para no desaparecer.
Pobre Salvadora. No entendió que en la simplicidad de una
semilla que germina están todos los misterios de la tierra.
Vivió por reacción, sin comprender que al hacerlo no se es un
reflejo de la realidad, sino de los demás15.
No es el propósito de este trabajo el acercarnos -mediante
la investigación- a una verdad aristotélica o establecer, noso-
tros, una tabla de valores al estilo Scheler. No será nuestra in-
tención loar ni execrar. Nuestro derrotero es, simplemente,
acercar al lector la mayor cantidad de información posible acerca
de esta crónica del Río de la Plata para que cada uno elabore su
propia historia e infiera sus propias conclusiones.

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SARANDÍ DEL YI
AÑO 1888

Toda historiografía que no esté cuajada de nombres te


aburre. Porque es la misma historia de siempre, lo único
nuevo son los nombres. Pero gracias a los nombres la
historia se renueva siempre.
Elías Canetti

El 29 de diciembre de 1875 se fundó el pueblo Sarandí (a


partir de 1884, Sarandí del Yi) gracias a influjos personales de
doña Dolores Vidal de Pereira, esposa y prima hermana de
Gabriel Antonio Pereira Villagrán, sexto presidente constitu-
cional de Uruguay (1856-1860). La familia Pereira-Vidal po-
seía extensos campos en la zona y perseguía desde 1853 la con-
creción de su proyecto. En 1874 doña Dolores, ya viuda, se
presentó al gobierno de José Ellauri expresando:
Siendo de notoriedad indispensable la formación de un
pueblo en el paraje denominado Paso del Rey que está com-
prendido entre los terrenos de mi propiedad sitos en Malbajar,
jurisdicción del Departamento de Durazno, y habiendo sido
decretada la creación de ese mismo pueblo el año mil ochocien-
tos sesenta y uno por la Asamblea, y no habiéndose realizado
esto por la escasez de recursos del erario para los gastos de ex-
propiación y demás, vengo a pedir conforme a lo que se realiza
para fundación de pueblos por simples particulares se me auto-
rice para llevar a efecto la creación de ese pueblo que es de
urgente necesidad por muchas razones, las principales son la
gran población que existe diseminada en aquellos lugares y la
inmensa distancia que hay del pueblo del Durazno, lo que da
lugar a mil inconvenientes y dificultades para el desarrollo de
la población y fomento de la industria del país, como también
la falta de garantías tanto individuales como a la propiedad,

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lo mismo que el completo abandono en que sus habitantes ya-
cen, desconociendo todos los resortes de la sociedad civilizada
que imprimen la religión, la instrucción y la ley, para cuyo
éxito pido la cooperación del Superior Gobierno cuya ilustra-
ción le hará comprender mucho mejor, que todo el objeto que
me propongo con la creación de ese pueblo es atender una nece-
sidad apremiante y rendir un servicio al país 16.
Finalmente siendo presidente de Uruguay Pedro Varela
y con la participación del agrimensor Demetrio Isola y el cons-
tructor Benito Dagnino se inició la planificación, fracciona-
miento y amanzanamiento de Sarandí, en la horqueta que
forman el río Yi y el arroyo Malbajar. Inicialmente se con-
templaron los aspectos matemáticos y geométricos de un cas-
co urbano y se proyectó en forma de damero con 60 manza-
nas y tres plazas: Sarandí (hoy Plaza de Deportes), Constitu-
ción (Plaza Dr. Enamorado) y Treinta y Tres (Plaza de las
Carretas). Por fuera de ellas, se dibujó la zona de chacras.
Poco después comenzó la construcción de su parroquia con
recursos económicos donados por su fundadora. Fue una de
las pocas ciudades del mundo delineada antes de comenzar la
edificación.
Ubicada al sudeste del departamento de Durazno, vecina
al límite con Florida, se encuentra a unos 200 km de Montevi-
deo y a poco menos de 100 km de la capital departamental.
Dolores Vidal de Pereira falleció en Montevideo el 16 de
mayo de 1877 habiendo cristalizado su proyecto largamente
ambicionado.
Hacia 1888 -Sarandí del Yi- contaba con unos 2.000 ha-
bitantes y en 1908 alcanzó los 4.000, con un alto porcentaje
de inmigrantes europeos, sobre todo españoles, italianos y
franceses.
Su primer periódico fue El Sarandí, cuyo número inicial
apareció el 1° de mayo de 1888 dirigido por Conrado
Durañona. Dejó de circular hacia julio de 1889.
Sarandí del Yi vivió con particular intensidad las revolu-
ciones de 1897 y 1904, siendo un reconocido baluarte del Par-
tido Blanco. Se puede decir que el líder nacionalista Aparicio

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Saravia hizo irrupción en la historia revolucionaria oriental en
Sarandí del Yi. El 30 de noviembre de 1896 -en lo que puede
ser considerado uno de los actos preparatorios de lo que fue la
revolución del 97- tomó el pueblo. Así lo relató el historiador
argentino Manuel Gálvez:
Es el 30 de Noviembre. A las seis de la mañana, Saravia
envía al pueblo a uno de sus segundos con ciento cincuenta de sus
gauchos. La pequeña fuerza entra en los arrabales de Sarandí y se
informa que en la Policía, situada a media cuadra de la plaza,
están acantonados solo sesenta y cinco hombres, entre ellos cuaren-
ta civiles adictos al gobierno. Le avisan a Saravia. El general,
entonces, avanza con toda su gente y ocupa las alturas próximas,
rodea el pueblo, llega hasta la plaza y pone sitio a la Policía. Lue-
go hace tocar una diana al pistón, al clarinete y a la flauta que la
traía de la Coronilla.
Y ante el asombro de partidarios y enemigos, realiza uno de
sus fabulosos actos de coraje. Desde la Policía los reciben con una
recia descarga. Cuando termina, él se adelanta, solo, hasta quedar
a cincuenta pasos del edificio, y les grita a sus defensores: “La resis-
tencia es inútil. Tengo más de mil hombres dispuestos a morir. Si
vuelven a hacer fuego y matan o hieren a uno solo de los míos,
todos serán pasados por las armas”.
Intervienen los comerciantes y señoras principales y se acuer-
da la capitulación. Saravia, generosamente, deja en libertad a sus
enemigos y le garantiza sus vidas.
José Virginio Díaz en sus crónicas viajeras de fines de 1903
nos hace una excelente caracterización del Sarandí del Yi de la
época17:
Este pueblo era uno de los más divertidos del Uruguay. Así
como existían pueblos de aire tristón y somnoliento como
Maldonado, San Gregorio, Durazno, Treinta y Tres, Santa Clara
de Olimar, Carmen, los había dichosamente alegres, como San
Carlos, Nico Pérez, Sarandí del Yi, pero entre éstos, el último so-
bresalía por su espíritu bullicioso y festivo.
Siempre había bailes por todos lados en Sarandí del Yi; con
cuatro velas y cuatro reales de ginebra o cañina, se improvisaba
un animadísimo baile, que duraba hasta el apagarse las luminarias,

25
y esto, noche a noche, con profusión notable, a los cuatro vientos
de la pintoresca población.
Otra característica original de Sarandí del Yi, era el inusi-
tado predominio de los “saravistas” en todas las actividades. Desde
la “demostración armada del Partido Nacional” en Nico Pérez,
en marzo del año en curso, las muchachas del pueblo se lo pasa-
ban “bordando divisas”, para la “próxima función de guerra”, y
los colores en auge eran el azul y celeste. Los retratos de Aparicio
Saravia decoraban casas y ranchos, y en ellos se ofrecía el coman-
dante en jefe de la revolución, jinete en su caballo de guerra, el
tostado “Banana”, espada al cinto, bien aplomado sobre su lujo-
so apero, luciendo su divisa “Por la Patria”. Los pocos “colora-
dos” que se avecinaban en Sarandí del Yi, en medio de los
“saravistas” en desborde, andaban como sombras fugitivas.
En 1906 el pueblo alcanzó la categoría de villa y en 1956
adquirió la de ciudad.
En este contexto, Natalio Félix Botana Espárrago nació
en Sarandí del Yi, el 8 de setiembre de 1888 (8ª Sección- Ins-
cripción N° 22). Fue el quinto de nueve hermanos, aunque los
dos mayores murieron a los pocos meses del nacimiento.
Sus padres fueron Félix Natalio Botana Crosa, nacido en
Durazno en el año 1856, y Nicolasa Espárrago Miyares (Milla-
res) que vino al mundo en Cuba (por entonces colonia espa-
ñola) en el año 1858.

26
LA FAMILIA BOTANA

La historia cuenta lo que sucedió;


la poesía lo que debió suceder.
Aristóteles

Entre 1778 y 1783 Carlos III de Borbón, temiendo la


invasión y ocupación por parte de los ingleses, envió once ex-
pediciones de familias hacia estas tierras de América del Sur.
En su gran mayoría eran gallegos y asturianos. Formando par-
te del último de estos viajes llegó en la fragata Nuestra Señora
de Lapa el 26 de octubre de 1783, Manuel Botana -el iniciador
de la progenie oriental- y su esposa María Ervias, ambos oriun-
dos de La Coruña. En altamar había nacido el 10 de setiembre
Nicolás Botana Ervias y pocos días después, el 12 de octubre,
falleció su pequeña hermana Josefa. También llegó a Montevi-
deo, Jacinta, hermana de María.
Radicados en Montevideo, se desplazaron luego a
Maldonado figurando -a partir de 1801- como una de las pri-
meras familias asentadas en lo que se conoció como Nuestra
Señora de los Remedios de Rocha.
Nicolás Botana se casó en San Carlos el 23 de enero de
1811 con Manuela López Píriz. Nicolás y Manuela tuvieron
varios hijos, pero los que más nos interesan para esta historia
son: José María Botana López, nacido en San José en el año
1817, y Natalio Botana López, nacido en San Carlos el 1° de
diciembre de 1820.
Manuel y Nicolás Botana participaron de la Asamblea
artiguista de mayo de 1811 en la que los vecinos de Rocha
reconocieron la Junta Gubernativa del Río de la Plata apoyan-
do la Revolución de Mayo de 1810, desconociendo el mando
de la ciudad de Montevideo. Suscribieron el documento: Mi-
guel Yarza, Andrés López, Antonio Prieto, Lázaro Caballero,

27
Alberto Camino, Matías Aquino, Joaquín Pérez, Juan Barbato,
Toribio Barrios, Manuel y Nicolás Botana18.
Manuel Botana falleció el 9 de agosto de 1820.
Nicolás Botana Ervias revistó luego, entre 1814 y 1817,
en el Batallón de Libertos que comandaba Rufino Bauzá. Es-
tuvo presente en la batalla de Guayabos (Arerunguá) el 10 de
enero de 1815, bajo las órdenes superiores de Fructuoso Rive-
ra. Probablemente haya emigrado a Argentina luego del domi-
nio portugués de 1817.
Reaparece entre 1825 y 1827, desempeñándose como juez
de Paz de Las Piedras. Se reincorpora a filas castrenses en la
segunda Presidencia de Rivera y participa de la batalla de
Cagancha. Luego es ascendido a capitán y finalmente a sar-
gento mayor.
Nicolás Botana falleció el 10 de diciembre de 1846.
Sus hijos José María y Natalio Botana López participaron
en los conflictos de la Guerra Grande (1839-1851) en filas de
Oribe y de Rosas. Finalizada la confrontación siguieron vincu-
lados a los jefes Dionisio Coronel, Basilio Muñoz Palacios
(Basilio Muñoz I) y a Félix Crosa, quien será a la postre el
suegro de ambos.
Félix Modesto Crosa Peñarol nació en el departamento
de Cerro Largo en 1807 e inició sus servicios militares en 1825
en el regimiento de Dragones Libertadores bajo el mando de
Ignacio Oribe. Participó en las batallas de Sarandí (12 de octu-
bre de 1825) y de Ituzaingó (20 de febrero de 1827). Comba-
tió en Carpintería (19 de setiembre de 1936), formando parte
de las huestes de Oribe.
Su intensa actuación en la Guerra Grande del lado oribista
fue empañada por los deplorables sucesos de la Azotea de Arrúe
(30 de diciembre de 1843) donde se pasó a cuchillo a todos los
integrantes de un hospital de campaña rival, entre ellos al ciru-
jano mayor del Ejército Dr. Juan Gualberto Tigrimbú. El co-
ronel Crosa falleció el 30 de julio de 1867.
José María y Natalio Botana se casaron el mismo día (23
de marzo de 1855) en Florida con las hijas del coronel Crosa y
de Manuela Muñoz Palacios (hermana del general Basilio

28
Muñoz Palacios). Se inició así una larga lista de uniones matri-
moniales que vinculó en forma intrincada a las familias Bota-
na, Crosa y Muñoz que llegaron a ser un mismo clan. José
María se casó con Manuela Crosa Muñoz y Natalio con
Leonarda Crosa Muñoz.
Los hermanos Botana con sus esposas se instalaron poco
después en la cuchilla del Comercio y costas del Yi en el depar-
tamento de Durazno -en campos pertenecientes al coronel
Félix Crosa-, iniciando así una larga prole que llega hasta
nuestros días.
De los hijos de José María Botana y Manuela Crosa, tres
de ellos tuvieron activa participación en las revoluciones
saravistas de 1897 y 1904: Nicolás Botana Crosa fue herido en
la batalla de Tres Árboles (17 de marzo de 1897), Fernando
Fabián Botana Crosa falleció en el combate del cerro de La
Aurora (16 de marzo de 1904) y Pablo de las Nieves Botana
Crosa fue -en 1904- el segundo jefe del Regimiento Leandro
Gómez que comandaba el teniente coronel Juan Muñoz (her-
mano de Basilio).
Natalio Botana López falleció tempranamente en el año
1865; de sus hijos nos interesa Félix Natalio Botana Crosa que
nació el 20 de febrero de 1856, siendo bautizado en la Capilla
de Farruco el 18 de junio del mismo año. A diferencia de sus
primos hermanos, no tuvo participación activa en los conflic-
tos bélicos de la época. Se dedicó a las tareas rurales y a su
cargo de procurador. Félix Natalio se casó el 10 de junio de
1880 en la 8ª Sección de Durazno con Nicolasa Espárrago
Miyares (Millares) nacida en 1858 en Cuba (Capitanía Gene-
ral de Cuba), por entonces colonia española. Luego del falleci-
miento de sus padres, Nicolasa llegó a Uruguay acompañada
de su hermano Fernando, quien falleció en Durazno a los 39
años el 22 de setiembre de 1895.
Félix y Nicolasa tuvieron nueve hijos, los dos primeros
Natalio Cornelio y Natalia Francisca fallecieron a los pocos
meses de vida. Francisca nació el 27 de noviembre de 1884,
seguida de María Ildefonsa el 23 de enero de 1887, Natalio
Félix el 8 de setiembre de 1888, Adriana María del Carmen el

29
8 de setiembre de 1890, Felicitas Tirsa el 10 de julio de 1892,
Luis Santiago el 31 de agosto de 1899, todos nacidos en Du-
razno y, finalmente, Félix Ramón que nació, luego del traslado
definitivo de la familia a Montevideo, el 9 de enero de 1904.
Natalio Félix Botana Espárrago fue bautizado en la Cate-
dral de Montevideo el 16 de julio de 1894 (Matriz, Libro N°55-
Folio 355).
Instalados en Montevideo, Félix Botana Crosa se dedicó a
sus tareas de procurador en el estudio jurídico del Dr. Carlos
Antonio Berro Bustamante (calle Rincón 227), figura prepon-
derante del Partido Nacional, e hijo del ex presidente de la
República Bernardo Prudencio Berro.
Natalio Félix cursó estudios en el Colegio Seminario -se-
gún se desprende de sus archivos- entre los años 1899 y 1902
(entre sus compañeros de clase, de acuerdo a los registros, fi-
gura el abuelo de quien esto escribe, Luis Piñeyro Carve, naci-
do en el año 1889).

30
FAMILIA ESPÁRRAGO-MIYARES
(MILLARES)

Incluso el pasado puede modificarse; los his-


toriadores no paran de demostrarlo.
Jean Paul Sartre

Cuando se menciona a Natalio Botana Espárrago habi-


tualmente se hace referencia a sus antepasados Botana, pero
poco y nada se dice sobre la familia Espárrago-Miyares. Sin
embargo creemos que existen datos relevantes que deben apor-
tarse, incluso su vinculación con dos héroes latinoamericanos
-de primera línea- como lo fueron Simón Bolívar y José Martí.
La madre de Natalio, Nicolasa Espárrago Miyares, nació
en el año 1858 en la ciudad de Santiago de Cuba (Capitanía
General de Cuba, en ese entonces colonia española) y fueron
sus padres José Espárrago y Cuéllar de origen español y Fran-
cisca Miyares, criolla cubana.
José era hijo del español José Espárrago y Huertas -teniente
coronel de Milicias Urbanas instaladas en abril de 1834 por el
Estatuto Real- y de Nicolasa Cuéllar también española.
José Espárrago y Cuéllar, licenciado en Medicina y Ciru-
gía, fue catedrático de Filosofía del Ateneo Científico y Litera-
rio de Madrid creado en 1835. Instalado -pocos años después-
en la isla caribeña, se casó en la década de 1850 con la cubana
Francisca Miyares. Dirigió la primera publicación cubana de
medicina, farmacia y ciencias auxiliares que apareció en 1852
y se llamó El Criterio. Se interiorizó de los problemas de la
esclavitud en la isla y se vinculó a diversos grupos que lucha-
ban por la independencia cubana. Esto motivó su exilio, junto
a su familia, durante algunos años en Estados Unidos, en la
ciudad de Filadelfia. En esta ciudad publicó su trabajo estelar
Resolución del problema de la esclavitud en la isla de Cuba y

31
reforma que debe hacerse. Poco después regresó a Cuba y se hizo
cargo de la Casa General de Dementes de la isla. Falleció el 1°
de diciembre de 1874.
Francisca Miyares Fernández era hija de Fernando Miyares
y Mancebo nacido en Caracas (Venezuela) en el año 1780, uno
de los militares españoles más importantes en el Virreinato de
la Nueva España. Fue nombrado -luego de los sucesos de 1815-
gobernador de Veracruz. Falleció en España hacia fines de 1816.
Los abuelos de Francisca fueron Fernando Miyares Pérez
e Inés Mancebo Quiroga, ambos oriundos de Santiago de Cuba.
Miyares Pérez nació en 1749 y completó su formación militar
en España. Fue enviado primero a Puerto Rico y luego a Vene-
zuela donde desempeñó diversos cargos.
Viviendo en Caracas, Fernando e Inés fueron vecinos y
amigos del coronel Juan Vicente Bolívar y María de la Con-
cepción Palacios, padres de Simón Bolívar, nacido el 24 de ju-
lio de 1783. Inés Mancebo de Miyares, quien recién había te-
nido a su hijo Carlos, fue la encargada de amamantar al futuro
libertador, ya que su madre se encontraba imposibilitada. Poco
después fue la esclava Hipólita Bolívar quien actuó como no-
driza. Años más tarde fueron confiscadas las propiedades de
los Miyares-Mancebo, y Simón Bolívar intercedió ante el co-
ronel Manuel Pulido para la devolución de los bienes de la
familia. En su carta al militar, el Libertador escribió: Cuanto
haga Ud. por esta señora corresponde a la gratitud de un corazón
como el mío a la que me amamantó como madre.
Nicolasa Espárrago Miyares -la madre de Natalio Bota-
na- era prima de María del Carmen Miyares Peoli (Carmita)
la gran patriota cubana nacida en Santiago de Cuba el 7 de
octubre de 1848, exiliada en Nueva York y que fuera la com-
pañera de José Martí durante sus últimos años. Incluso se
afirmó que la hija menor de Carmita -María Mantilla Miyares
nacida en 1880- fue hija del autor de Ismaelillo. Martí le es-
cribió a María Mantilla: Quiere mucho a tu madre, que no he
conocido en este mundo mujer mejor. No puedo, ni podré pensar
en ella sin conmoverme y ver más clara y hermosa la vida. Cui-
da bien ese tesoro.

32
Carmen falleció en Nueva York el 17 de abril de 1925.
También formó parte de la familia Enrique Hernández
Miyares, escritor y periodista, quien llegó a ser una de las figu-
ras descollantes de la prensa escrita cubana de la época. Nació
en Santiago de Cuba el 20 de octubre de 1859. Muy joven fue
redactor del Diario de Señoras y de El Almendares, director de
La Habana Elegante (1888) y de La Habana Literaria (1891).
Debió exiliarse en 1895 en Estados Unidos; allí fue redactor
del periódico Patria fundado en 1892 por José Martí en la ciu-
dad de Nueva York. También dirigió en 1897 el semanario -de
vida efímera- Cacarajícara. Regresó a Cuba en 1903 y colabo-
ró en varios periódicos y revistas: La Victoria, El Triunfo, La
Discusión y El Fígaro. Falleció en La Habana el 2 de agosto de
1914.

33
NATALIO BOTANA
Y SUS PRIMERAS ARMAS
EN EL PERIODISMO
MONTEVIDEANO

Él es sagaz como un periódico. Lo sabe todo.


Lo que sabe cambia cada día.
Elías Canetti

Natalio Botana se incorporó muy joven a la bohemia ar-


tística e intelectual de Montevideo. Frecuentó el Café Moka
de la calle Sarandí y Policía Vieja cuya figura estelar era Rober-
to de las Carreras y también el Polo Bamba regenteado por el
gallego Severino San Román ubicado -en ese entonces- en Pla-
za Independencia y Ciudadela. Allí se reunían habitualmente
Ángel Falco, Leoncio Lasso de la Vega, Emilio Frugoni, Alber-
to Lasplaces, Ernesto Herrera y Alberto Zum Felde.
Trabó amistad con intelectuales de la talla de José E.
Rodó, Julio Herrera y Reissig y Carlos Vaz Ferreira. Rodó le
regaló a Natalio Botana el manuscrito de Motivos de Proteo
(1909), que años más tarde pasó a manos del general Agustín
P. Justo -muy amigo de Botana- y actualmente se encuentra
en la Biblioteca Nacional de Perú. Herrera y Reissig le obse-
quió una primera edición de Sully Prudhomme. Ambas joyas
literarias formaron parte de la asombrosa biblioteca que Bo-
tana formó en Buenos Aires.
Estamos ante una época muy especial en toda América y
en particular en el ámbito rioplatense. Los poetas comenzaban
a sentir la influencia francesa -cuestionadora del romanticis-
mo- basada en el parnasianismo y el simbolismo. Rubén Darío
-instalado en Buenos Aires desde el año 1893- aportaba su in-
novación modernista que rápidamente se difundió en ambas
márgenes del Plata.

34
Botana se vinculó muy precozmente a su gran pasión: el
periodismo. Como antecedentes valiosos de su exitosa trayec-
toria posterior en la República Argentina, se debe mencionar
su pasaje por los diarios nacionalistas La Democracia, dirigido
por Luis A. de Herrera, y El Eco del País, encabezado por Mar-
tín Aguirre. Participó activamente del Congreso Periodístico
de junio de 1908, formando parte del Comité Organizador
que presidió Carlos Martínez Vigil.
Como redactor de El Eco del País publicó, entre noviem-
bre de 1907 y enero de 1908, diecinueve opúsculos del autor
de Canto a Lamartine firmados en la oportunidad con el
heterónimo de Eugenio Sabio. Los mismos -bajo forma de en-
sayos de economía política- fueron escritos en defensa del pro-
yecto del Poder Ejecutivo recién instalado (Claudio Williman
como presidente y Blas Vidal (h) como ministro de Hacien-
da), que pretendía introducir importantes controles al capital
extranjero.
Con solo 19 años, Natalio Botana se hizo cargo de la crí-
tica literaria en el diario El Eco del País. El miércoles 1º de
enero de 1908 -en una breve nota- resumió la actividad litera-
ria del año que fenecía:
El año literario
Año fecundo fue el año que termina. Las manifestaciones li-
terarias -exponentes de toda civilización y de todo progreso- han
sido múltiples entre nosotros. El culto de lo bello lleva camino de
convertirse en religión. Esa religión en ideas y las ideas como
progenitoras de la forma, del sonido y hasta del color, en arte […]
Nos detendremos de una manera rápida en las obras litera-
rias que en nuestro ambiente han visto la luz pública el año que
termina. Un fenómeno digno de notarse se observa desde luego:
entre los libros publicados priman las obras poéticas. La prosa,
cuyo ritmo amplio condensa a la vez el ritmo poético, ha sido
dejada de lado. Ello se explica. El primer género es el más a propó-
sito para expresar emociones. El segundo para exponer ideas. En-
tre nosotros se siente. Y se piensa poco. Tanto mejor […]
Delmira Agustini llamó últimamente la atención con El Li-
bro Blanco, preciosa colección de poesías. Después de María

35
Eugenia Vaz Ferreira nadie como ella ha hecho vivir el alma fe-
menina en el alma del ritmo. Nadie como ella ha sabido ser mo-
derna, hija de su siglo, cantando a un tiempo mismo a Cristo y a
Apolo. Al dios rubio como el sol y al galileo de los ensueños impo-
sibles.
El sábado 4 de enero de 1908 editó -en El Eco del País-
diez sonetos de Julio Herrera y Reissig de su obra Los parques
abandonados. Los poemas que están dedicados A Natalio Bota-
na, merovingio son: Belén de amor, Rendición, La fuga, Idealidad
exótica, Amazona, Primavera, El abrazo pitagórico, Superviven-
cia, La confesión y El juego.
Natalio Botana publicó -el miércoles 8 de enero de 1908-
en las páginas uno y dos de El Eco del País su crítica sobre El
Libro Blanco (1907). Primer libro de Delmira Agustini edita-
do por Orsini Bertani, con prólogo de Manuel Medina
Bentancort, director de la revista La Alborada, donde la poeta
divulgó sus primeros poemas:
Notas literarias
Apuntes de crítica
El Libro Blanco
[…]
Hablemos ahora del libro en sí. Son versos encantadores, su-
gestivos porque no son profundos. Sintetizando el concepto: tienen
esa profundidad de la superficie que caracteriza a las obras más
bellas, a las obras de los griegos en el arte apolíneo. La poetisa es
moderna. Tiene una armonía propia y un tecnicismo que no es
suyo. Es la técnica maestra de Amado Nervo, de Darío y de Lugones.
De todos los maestros americanos en el difícil arte de expresar lo
bello de una manera bella, Delmira Agustini es una novicia, se
puede afirmar. Una novicia con vuelos magistrales. Una discípu-
la que aventajará a los maestros.
Dícese que sus versos son fríos. No importa, ellos tienen el
arte de los mármoles majestuosos e insensibles. Las grandes esta-
tuas armoniosas condenan la belleza de los entes inmóviles, estáti-
cos. De la misma manera la armonía de la palabra como esencia
de la misma, indica la belleza del vocablo: el valor de la palabra
por la palabra misma […]

36
Delmira Agustini, espíritu selecto, no ha podido llorar en sus
versos. Las lágrimas pasaron de moda. Hoy lloran solamente los
viejos, los mendigos, los niños y los hipócritas […]
Si nos fuésemos a detener en las producciones que componen
El Libro Blanco, sería para admirar algo en cada una de ellas.
Todas, salvo excepciones rarísimas, nos encantan. Con especiali-
dad una. Titúlase Mis ídolos. Mis ídolos solamente componen
un libro…
A veces Delmira Agustini quiere pensar y sentarse junto a
Platón en el alto banquete intelectivo. No sabe hacerlo. Platón la
repudia. En cambio Safo le abre los brazos. La recibe efusivamente.
La hace suya.
Continúe la poetisa cantando. No piense. Así como el ruise-
ñor. No filosofe, no se preocupe de problemas trascendentales. Ame
la poetisa lo bello, exprese lo bello, viva lo bello y para lo bello. Así
lo será todo. Hasta pensadora. Sin dejar de ser mujer.
El miércoles 12 de febrero de 1908 firmó una extensa y
brillante nota literaria sobre la reciente edición de Domus Áurea
de Alberto Zum Felde. El libro -el primero en que el autor
utilizó el seudónimo de Aurelio del Hebrón- contenía un con-
junto de sonetos y piezas teatrales:
Notas Literarias
Apuntes de crítica
[...] En el templo de oro, Domus Áurea, santuario con su
trípode para las profecías, oficia un nuevo poeta, magnánimo
santificador de bandidos, a la manera de Schiller. Un poeta nue-
vo, amigo de aquel solitario, profeta del águila y de la serpiente.
Un poeta nuevo con todas las pasiones de un hombre y todo el
orgullo de un dios. Poeta tan nuevo que es del futuro. Poeta que
escribe con caracteres de oro en páginas de granito. Poeta que vive
más allá del bien y del mal. Que canta a un puñal y las desnudeces
de Afrodita. Un desequilibrado. Un selecto. Uno de los únicos. Un
solitario. ¿Un loco? Un poeta: Alberto Zum Felde.
Enemigos del ditirambo, jamás nuestras críticas son
laudatorias. A lo malo, llamémosle malo (Y aquí cabe la frase de
Aristófanes). Pero cuando, como hoy, un exótico en el país de las
vulgaridades, pulsa una cuerda nueva en una lira nueva, no

37
reservamos el aplauso. Al contrario. Batimos palmas hacia el que
revive la vieja tradición de los poetas. De los rapsodas decaden-
tes, que, en las postrimerías del siglo XVIII y en los albores del
siglo presente, paseaban y pasean su extravagancia. De los que,
como un lábaro, despliegan hoy su egolatría. De los que arras-
tran el estigma de una cabellera desordenada, con el orgullo de
un Diógenes con su tonel a cuestas. De los que son encarnación
de un siglo, incrédulo y místico; sanchesco e idealista; bárbaro y
sentimental. De un siglo contradictorio. Histérico como una
mujer de bulevar y reposado y serio, al igual de un burgués co-
merciante.
[...] Y ahora, extranjero, que has penetrado en el templo de
oro donde oficia Pirrón y Pitágoras, donde rieran Alcibíades y
Demócrito, vuelve a tus lares y cuenta de un poeta nuevo que
tiene algo de Baudelaire, algo de todos los malditos y mucho de sí
mismo. Cuenta ¡Oh peregrino! De un nuevo poeta.
Botana incursionó, muy joven, también en el género poé-
tico. En febrero de 1906, con solo 17 años, publicó en la
revista El Fogón (1895-1913) su poema El Gaucho. La publi-
cación, dirigida por Alcides de María y Orosmán Moratorio,
es considerada como una de las primeras de carácter tradicio-
nalistas del continente. Verdadero foro donde ciudadanos
cultos, preocupados por los cambios sociales que acompaña-
ban a la modernización, reivindicaban la identidad del mun-
do criollo y su protagonista: el gaucho. El poema de Botana
fue editado en el número 314 de El Fogón, con fecha 18 de
febrero de 1906:
[…] / De los Palmares al Yi / fue encarnación del pa-
triota / y probó que no era ilota / al vencer en Sarandí /
Desde el Negro al Tacuarí / sonó su diana triunfal /
opúsole al imperial / por arma, bola y facón / y logró así
en el Rincón / triunfar el gaucho oriental // Es el alma
de mi tierra / es el señor de los llanos / azote de los tira-
nos / y el Aquiles en la guerra / el superhombre que en-
cierra / todo un poema bendito / el triunfador del Cerrito
/ cuya firmeza espartana / debe grabarse mañana / en
ñandubay y en granito.

38
Algunos de sus poemas fueron divulgados en El Eco del
País. En marzo de 1908 se publicó Un león que muere… que
dedicó a Eugenio Martínez Thedy:
En el imperio audaz de los leones / donde reina la raza
irreductible / de los gigantes. Donde / como en un soplo
de iracundia enciéndese / el fuego de cien soles / y pulu-
lan las águilas, las únicas / rivales de serpientes y leones
[…] / El león entretanto / está muriendo y sueña / con
ojos de noctámbulo supremo / un castillo feudal que es
su selva / donde domina solo / donde reina / por la fuer-
za del músculo que es símbolo / de la suprema fuerza /
Sueña el león muriendo / Muere el león... ¡y sueña! /
Sueña con los albores / de su roja potencia / de su poten-
cia símbolo / músculo, nervio, fuerza… / Muere el león
en tanto / Y en su cadáver sueña / en un imperio augus-
to / bajo un dosel de piedra.
Botana frecuentó -a partir de 1908- las reuniones en la
que fuera última residencia de Julio Herrera y Reissig, la casa
de la familia De la Fuente-Riestra (calle Buenos Aires 124),
adonde concurría en compañía de Alberto Zum Felde. Quizás
allí fueron los primeros contactos de Natalio con el esoterismo
y la teosofía, conocimientos que seguirá cultivando luego de
su llegada a Buenos Aires. En esas veladas actuaba frecuente-
mente como médium el intelectual maronita Checri Abi- Saab.
En mayo de 1908, Botana figuró entre los convocantes
para la creación de la Sociedad de Autores, junto a Florencio
Sánchez, Elías Regules, Edmundo Bianchi, Orosmán
Moratorio, Ismael Cortinas, Francisco Caracciolo Aratta,
Samuel Blixen, Julio Herrera y Reissig, Emilio Frugoni, Alber-
to Zum Felde y Ángel Falco19.
Mucho se ha escrito sobre la presencia de Natalio Félix
Botana Espárrago en la revolución de 1904 (tenía 15 años) y
en las insurrecciones de 1910 dirigidas por Carmelo Cabrera y
Basilio Muñoz Romero (Basilio Muñoz III). No hemos podi-
do acceder a documentos fidedignos que lo corroboren, como
sí hallamos múltiples, en cambio, referencias a sus tíos y pri-
mos Botana, Crosa y Muñoz. No lo negamos, simplemente lo

39
ponemos en duda. No sería la primera vez que una intensa
actividad vital posterior se concatena con la leyenda, pertene-
ciendo más a la ucronía que a la historia.
Su padre, Félix N. Botana falleció el 18 de diciembre de
1908 a causa de una tuberculosis pulmonar (asistido por el Dr.
Juan B. Morelli) en su casa de Lucas Obes Nº 111 y fue sepul-
tado al día siguiente en el cementerio Central de Montevideo.
Tenía 52 años, la misma edad que Natalio al abandonar este
mundo en 1941.

40
BUENOS AIRES
AÑO 1911

La prensa es la artillería de la libertad.


Hans Dietrich Genscher

Natalio F. Botana llegó a Buenos Aires en el año 1911 y se


instaló en una humilde pensión en las calles Rivadavia y Paraná.
Estableció sus contactos políticos y periodísticos y al poco tiem-
po obtuvo su primer trabajo. Fue en El Diario, fundado por
Manuel Láinez el 8 de setiembre de 1881. Poco tiempo des-
pués pasó al diario La Razón de Emilio Morales. Allí trabajó y
trabó sólida amistad con varios periodistas que lo acompaña-
rán luego en la fundación de Crítica: Tito Livio Foppa, Víctor
Juan Guillot, Vicente Martínez Cuitiño, Ángel Méndez y An-
tonio Monteavaro. En 1912 Morales vendió su parte al nuevo
socio José Cortejarena y la gran mayoría de los redactores -con
Botana a la cabeza- abandonaron el diario pasándose a Última
Hora, instituido por Adolfo Rothkoff en marzo de 1908 y di-
rigido luego por los hermanos Camilo y Eduardo Villagra.
A partir de 1912 trabajó también en dos semanarios: P.B.T.
fundado -en setiembre de 1904- por el periodista, humorista y
poeta español Eustaquio Pellicer, el creador en Uruguay de Caras
y Caretas, y en Sherlock Holmes dirigido por Gerardo A. Coltella.
Muy probablemente fue en la redacción de P.B.T. que
Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia se vieron por pri-
mera vez.
La bohemia porteña de comienzos del siglo XX tuvo den-
tro de sus características esenciales las peñas, que surgieron a
semejanza de los cafés literarios de París o Madrid. Dos de sus
propulsores más conspicuos fueron -seguramente- el poeta ni-
caragüense Rubén Darío desde su primera llegada a Buenos
Aires (1893-1898) y José Ingenieros.

41
Natalio Botana se sumó rápidamente a las veladas del Café
de los Inmortales, ubicado en la calle Corrientes entre Suipacha
y Artes (hoy Carlos Pellegrini). En realidad su verdadero nom-
bre era Café Brasil; fue el uruguayo Florencio Sánchez quien
lo bautizó con el nombre que lo hizo famoso. A partir del año
1905 se hizo cargo del café el francés León Desbernats, quien
fuera el responsable del resonante éxito logrado. Allí se reunían
grupos de políticos (socialistas, anarquistas y de la Unión Cí-
vica Radical), artistas plásticos, escritores y periodistas, discu-
rriendo hasta muy avanzada la jornada.
Edmundo Guibourg, asistente habitual del café, gran
amigo de Botana y uno de sus principales colaboradores en el
diario Crítica, lo recordó así:
Botana era un hombre de inmenso talento. Cuando él apa-
reció en Los Inmortales, era redactor de La Razón. Después es-
cribió reportajes en la revista P.B.T., que estaban muy bien he-
chos. Y en Los Inmortales, sentado en una mesa aparte de la
nuestra, disertaba sobre Teosofía. Él había venido del Uruguay
en un momento en que el Uruguay estaba saturado de Teosofía.
Estaba allí un gran profesor español Lasso de la Vega, y habían
pasado teósofos importantes de todas partes del mundo, pero más
que nada de España. Botana había sido discípulo de Eduardo
Schuré, francés. Cuando vino Natalio Botana, de Uruguay, a
engrosar las filas de la peña de Los Inmortales, tanto él como
Enrique Villareal, tucumano, eran expertos en Teosofía. Habla-
ban no solamente de espiritismo, de ectoplasma y todo eso, sino
también de la Teosofía del punto de vista místico, religioso. Sa-
bían eso de memoria. Y se basaban en un libro. Un libro que
contiene las figuras de los magos de Egipto, de los magos de Gre-
cia y la del propio Jesucristo, que se llamaba Los Grandes Ini-
ciados, precisamente de Schuré20.
En 1915 -luego de iniciada la Primera Guerra Mundial-
León Desbernats partió hacia Europa a defender su país y el
renombrado café se cerró.
Botana frecuentaba -además- la peña del Almacén de
Raffetto, ubicado en las calles Paraná y Corrientes. Incendiado
en 1920, dio paso luego al bar y restaurante La Terraza donde

42
continuaron las reuniones de poetas, periodistas, políticos y
tangueros21.
El campo periodístico de Argentina en 1913 estaba clara-
mente liderado por los matutinos. En primer lugar La Prensa,
fundada el 18 de octubre de 1869 por José Camilo Paz, que
vendía 160.000 ejemplares al día (90.000 en Capital Federal y
70.000 en interior y exterior). Luego figuraba La Nación, fun-
dada el 4 de enero de 1870 por el ex presidente Bartolomé
Mitre. Su tirada alcanzaba los 100.000 ejemplares diarios. De
los vespertinos, el de mayor difusión era La Razón con 80.000
ejemplares.
Desde su llegada a Buenos Aires y especialmente en las
largas tertulias del diario Última Hora, del Café de los Inmor-
tales y del Almacén de Raffetto, Botana fue afinando la idea de
fundar un nuevo diario. Pero no podía resultar uno más, debía
revolucionar la oferta periodística existente. Surgido en las peñas
bonaerenses de comienzos del siglo XX, el diario debía tener
características muy peculiares, que Guibourg definió magis-
tralmente en el prólogo del libro La aventura del periodismo,
de Francisco Luis Llano:
El fundador, director y dueño, antes que armonizar el caos,
sacaba partido suculento de que cada uno estuviera a gusto. No en
balde perteneció Botana a las mesas del Café de los Inmortales. La
redacción de Crítica, bohemia al fin, venía a ser con relación a
tan vibrante colmena del ocio, el aspecto activo de la misma fau-
na, donde en la difícil amalgama adoptaban una común caracte-
rística inconfundible los redactores, los dibujantes, los adminis-
tradores, el personal de maestranza y los especímenes más pintores-
cos de revendedores y canillitas. Me da pena pensar que no volverá
a producirse nada parecido22.
Botana apuntó al advenimiento de un periodismo popu-
lar, pero sin descuidar la cultura de élite. No dudó en incorpo-
rar aspectos del “amarillismo” estadounidense, característico
del New York World de Joseph Pulitzer y The New York Journal
de William Randolph Hearst. Para lograrlo se supo rodear de
los mejores escritores, los mejores fotógrafos y los mejores
ilustradores del momento. Natalio Botana dirigió -especialmen-

43
te en las décadas de 1920 y de 1930- el diario más influyente
de la vida periodística argentina y seguramente el más popular.
Botana es muy difícil de ser catalogado del punto de vista
político. Bernardo Ezequiel Koremblit -periodista de Crítica
entre los años 1933 y 1943 y muy cercano a su director- lo
describió como un personaje enigmático: Socialista no era, sin
embargo apoyó al sector más moderno en la división del socialis-
mo. No era radical y en algún momento apoyó a Yrigoyen. No era
fascista ni uriburista y apoyó el derrocamiento de Yrigoyen. Siem-
pre estuvo en la defensa de las grandes causas y en la revolución
española apoyó a la República, y estuvo con el aprismo en el Perú.

44
LA PLATA
AÑO 1894

Los seres humanos hacen su propia historia; aun-


que bajo circunstancias influidas por el pasado.
Karl Marx

Salvadora Carmen Medina Onrubia nació el 23 de marzo


de 1894 en la ciudad de La Plata (Provincia de Buenos Aires).
Su padre -argentino- Ildefonso Medina y su madre -gaditana-
Teresa Onrubia.
Estudió en el Colegio Americano de Buenos Aires funda-
do por Sara Chamberlain de Eccleston, una de las maestras
llegadas de Estados Unidos por iniciativa del presidente Sar-
miento, para mejorar la calidad de la enseñanza.
Fallecido Ildefonso Medina muy joven, su esposa Teresa
con sus dos hijas -Salvadora y Carmen Eloísa- se trasladaron a
la Provincia de Entre Ríos cerca de Gualeguay. Allí Teresa se
desempeñó como maestra rural. Salvadora prosiguió sus estu-
dios y comenzó sus primeras armas en el periodismo escribien-
do para El Diario de Gualeguay.
Luego se trasladó a la ciudad de Rosario donde se vinculó
al importante movimiento anarquista de la época. En las re-
uniones de militantes ácratas conoció a Alfonsina Storni y a
Sebastián Marotta quien -más tarde- la vinculará con el diario
La Protesta de Buenos Aires.
En 1911 tuvo un hijo, Carlos, de su relación con el Dr.
Enrique Pérez Colman, abogado, periodista (director de El
Diario de Paraná) y político (diputado y ministro de Hacienda
durante la segunda Presidencia de Hipólito Yrigoyen).
En 1913, Salvadora se instaló en Buenos Aires. El Dr.
Roque Sáenz Peña, del Partido Autonomista Nacional, era el
presidente de 8.000.000 millones de habitantes, un 30% de

45
ellos extranjeros. La Ley de Residencia -que permitía la expul-
sión de inmigrantes sin juicio previo- presentada por el sena-
dor Miguel Cané estaba en vigencia desde 1902. También des-
de 1910 regía la Ley de Defensa Social que prohibía el ingreso
a territorio argentino de anarquistas y toda reunión de perso-
nas que tuvieran por objeto la propagación de las doctrinas
libertarias. Se consolidaban como fuerzas políticas la Unión
Cívica Radical y el socialismo. En el movimiento sindical pre-
dominaba el anarquismo -que representaba la fuerza contesta-
taria más importante de la sociedad urbana- y la FORA (Fede-
ración Obrera Regional Argentina) creada en 1901.
La producción periodística y literaria de Salvadora co-
menzó a incrementarse. Se publicaron colaboraciones suyas
en las revistas Fray Mocho y P.B.T. de Buenos Aires. Poco des-
pués escribió su primera obra de teatro Almafuerte, que fue
estrenada el 10 de enero de 1914 en el Teatro Apolo. Se pu-
blicó en la revista Nuestro Teatro en febrero de 1914, con pró-
logo del escritor italiano y ácrata Santiago Locascio.
Almafuerte es no solo la ópera prima de Salvadora, sino una
de las primeras obras del teatro anarquista de América Lati-
na. Mientras la sociedad de la época proponía el ideal de mujer
al servicio de la nación, del hogar y del hombre amado, Elisa
-protagonista de la obra y seguramente el alter ego de
Salvadora- proyecta al ser humano capaz de tomar sus pro-
pias decisiones. Los personajes masculinos de la obra (Arturo
y Mauricio) expresan los ideales anarquistas que poco des-
pués Salvadora manifestará en los mítines de la FORA. En la
prédica anarquista, el teatro alcanzó relevancia como herra-
mienta pedagógica y propagandística.
El teatro era el núcleo central de la velada libertaria. Reunía
las condiciones de la propaganda escrita y oral. Muchos anarquistas
pensaban que el teatro superaba la conferencia y el libro, pues
encarnaba las ideas a través de la representación escénica y la fuerza
emergente desde el escenario la convertía en una herramienta pro-
pagandística ideal23.
Salvadora -integrante del anarco feminismo iniciado por
Luisa Michel en Francia y Emma Goldman en Estados Uni-

46
dos- enfrentará el orden establecido por la sociedad oficial con
su conducta, su participación activa en actos políticos, presen-
taciones teatrales y publicaciones, buscando construir un mo-
delo de vida nueva que abriera las puertas a la mujer.
Soltera, con un hijo de pocos años y comprometida con la
militancia ácrata Salvadora tuvo su primera presentación pú-
blica en Buenos Aires en un acto que se realizó en la Casa Sui-
za el martes 27 de enero de 1914. A continuación transcribimos
fragmentos de su discurso:
Es la primera vez que, hablándoles, expongo ante un públi-
co mis ideales; y tengo que hacerlo ante vosotros, ante vosotros
que sois los únicos a quienes quiero parecer noble, grande, inte-
ligente [...]
Hoy, lo que quiero es daros las gracias, por haberme así
abierto los brazos y acogido entre vosotros, por haberme hecho
vuestra compañera. Quiero hablaros de mí. Y no será ello deseo
de que fijéis en mí los ojos, ni pedantería, ni orgullo personal.
No. Quiero hablaros de mí, porque al incorporarme a vosotros,
al hacerme soldado de vuestra causa altísima, quiero que me
conozcáis, que sepáis, alta o baja, mala o buena, quién es y cómo
es la que desde hoy y por siempre quiere ayudaros en vuestros
trabajos, compartir y sufrir vuestros dolores y vuestras angustias
y poner algo dulce y algo de ideal en vuestra senda dura de fuer-
tes y de luchadores.
Yo sé, hermanos, que para ser anarquista se necesita ser no-
ble, fuerte, generoso, tener el alma templada en acero, conocer el
dolor, que es lo único que hace pura y bella la vida. Y yo os digo
que soy fuerte y noble y generosa, que tengo el alma templada en
acero, porque he sufrido, porque he sufrido mucho, y porque me
han mordido el alma muchos sufrimientos ajenos vistos de cerca.
Quiero deciros que, si soy anarquista, no lo soy por acaso ni
porque al camino me haya empujado nadie. Lo soy porque llevo la
justicia y la verdad en la carne y en el alma, porque he nacido
anarquista como se nace genio, como se nace imbécil o como se
nace rico […]
Mi anarquismo hecho de dolor, es todo arte y todo belleza.
Lo he escrito muchas veces. Os lo repito. En el anarquismo cabe

47
todo lo hermoso, todo lo bello, todo lo grande, todo lo que va un
poco alto en la vida. Pero para comprenderlo se necesita haber
llegado a un grado superior de inteligencia, o a un grado de refi-
namiento en el alma, al que todavía no han llegado esas pobres
gentes, fácilmente dichosas […]
¿Qué saben ellos de nosotros? Si aun oyéndonos y mirándonos
y estudiándonos no nos comprenden porque no les da para ello su
altura moral.
Esos se creen dueños y señores de la vida y son unos pobres
muñecos de carne esclava que no saben ni lo que es la libertad.
Nosotros, nosotros somos los que lo tenemos todo. Vencere-
mos, aunque tengamos que sufrir mucho, mucho, para llegar hasta
el fin.
Acordaos siempre de que no tenéis la culpa de haber nacido,
y que por el solo dolor de haber nacido tenéis derecho al sol y a la
vida y a la belleza. Que habéis nacido y moriréis como nacen y
mueren todos los hombres. Y os lo repito aquí: ¡Tenéis todos los
derechos de la tierra porque no tenéis la culpa de haber nacido
en ella! 24.
El domingo 1° de febrero participó como oradora central
en un acto de la FORA, una de las organizaciones anarquistas
más poderosa del continente:
Estoy con ustedes, con los anarquistas, los que deben marchar
de frente y con el pecho descubierto, arrostrando el peligro, sin
importárseles el morir por nuestro bello ideal. Yo daré el ejemplo y
levantaré los corazones en la lucha, para lo cual reclamo el dere-
cho de ir con mis compañeros, delante de todos, empuñando la
bandera roja, que es como el fuego de los corazones25.
Dos días después se incorporó como redactora del diario
anarquista La Protesta, llevada por sus amigos Apolinario Ba-
rrera y Sebastián Marotta y así fue presentada:
Salvadora Medina Onrubia
Esta compañera que con tanto éxito viene actuando en las
filas del pueblo, queda desde hoy, en carácter de redactora, incor-
porada al personal de La Protesta. Al anunciarla a nuestros lecto-
res no hacemos mayores comentarios, por ser ya bien conocida y
ventajosamente juzgada su personalidad. El elemento femenino

48
llamado a ser gran fuerza en el organismo revolucionario, y a quien
dedicará una sección semanal, tendrá en ella una buena y simpá-
tica bandera a cuyo alrededor puede agruparse para las iniciati-
vas, llevado por su ejemplo tan altamente moralizador y humano.
Se le ha encargado también la confección de una página literaria
que señala uno de los adelantos más grandes del diario al llevar
semanalmente por medio de sus columnas la cultura intelectual al
seno del pueblo; y la que dado su competencia no dudamos sabrá
hacerla digna de su talento y de la confianza a que sus méritos se
ha hecho acreedora26.
El órgano de prensa se fundó como La Protesta Huma-
na el 13 de junio de 1897, siendo sus iniciadores el ebanista
catalán Gregorio Inglán Lafarga y el panadero italiano Fran-
cisco Berri. En sus comienzos con una tirada semanal (a veces
quincenal), a partir de 1903 se denominó La Protesta y des-
de el 1° de abril de 1904 fue transformado en diario. En
1907 inauguró una sección en italiano y en 1908 otra en
yiddish. Hacia 1910 sacó una segunda edición diaria dando
nacimiento a La Batalla, generando un hecho único a nivel
mundial: dos diarios anarquistas en un mismo país y en una
misma ciudad.
La Protesta fue el medio de difusión de las ideas anarquistas
más importante en las primeras décadas del siglo XX. Las pri-
meras notas de Salvadora se inscribieron en una campaña pro
liberación de presos políticos -especialmente de Simón
Radowitzky- y a combatir la ley Cané.
El ácrata Simón Radowitzky (Szymon Radowicki) nació
en la comunidad judía de Stepanice (actual Ucrania) el 10 de
setiembre de 1891. Llegó a Argentina en marzo de 1908 y el
14 de noviembre de 1909 fue el único responsable del atenta-
do que terminó con la vida del resistido coronel Ramón Lo-
renzo Falcón (jefe de Policía de Buenos Aires y principal res-
ponsable de la represión del 1º de mayo de 1909 en Plaza Lorea)
y de su chofer Juan Alberto Lartigau. Desde entonces Simón
permaneció recluido, primero en la Penitenciaría Nacional y
desde marzo de 1911 en la temible cárcel de Ushuaia. Salvadora
fue una incondicional batalladora por su libertad, cosa que lo-

49
grará -recién- en 1930 bajo el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
La historia de Simón fue, sin lugar a dudas, uno de los factores
determinantes en el anarquismo de Salvadora.

50
AÑO 1913
LA FUNDACIÓN DEL
DIARIO CRÍTICA

“Dios me puso sobre vuestra ciudad como a


un tábano sobre un noble caballo, para pi-
carlo y mantenerlo despierto”.

La primera edición del diario Crítica salió a las 17 horas


del 15 de setiembre de 1913, bajo el lema Diario ilustrado de la
noche, impersonal e independiente. Su logotipo fue creado por
el gran dibujante hispalense Pedro de Rojas, llegado a Argenti-
na en 1906 luego de triunfar en revistas madrileñas como Blanco
y Negro y Madrid Cómico. Fueron cinco mil ejemplares de ocho
páginas tamaño sábana que costaron ocho centavos. La sede
estaba en la calle Sarmiento 821 (casi Esmeralda) en los altos
de la librería Dasso y la impresión se hacía en los Talleres Grá-
ficos Argentinos de Lorenzo J. Rosso, ubicados en la calle
Belgrano 475 entre Perú y Bolívar. Botana contó con la cola-
boración de tres uruguayos: Ángel Méndez, Enrique Queirolo
y Adolfo Berro y de un grupo selecto de redactores argentinos
entre los cuales cabe destacar a: José Adolfo Saldías, Antonio
Monteavaro, Víctor Juan Guillot, Tito Livio Foppa y Félix
Lima. Presentaba tres secciones bien diferenciadas: teatro,
policiales y carreras (a cargo de los hermanos Ottone).
El de mayor destaque -entre los orientales- era Méndez
que así fue caracterizado por Luis Alfredo Sciutto (Diego Lu-
cero): Botana vino de Montevideo y se trajo consigo a un maestro
de periodistas. Se llamó Ángel Méndez, de la extracción más hon-
da de la bohemia montevideana: boliches, estaño, caña de la que
raspa, tabaco fuerte para armar con chala, mujeres, naipes, poco
bullón y tos, mucha tos. Ángel Méndez, junto con otros talentos,
puso en marcha Crítica. Pero un día se sintió fatigado de Buenos

51
Aires y, además, sus fuelles andaban muy mal […] Méndez deci-
dió volver a Montevideo. A descansar. Pero no pudo con el genio y
fundó un diario llamado La Noche27.
En su primer editorial Botana escribió:
Surge Crítica a la arena del periodismo sin programa, aun-
que con ideas. Un programa significa un exceso de petulancia,
cuando no un propósito deliberado de incursionar en el campo
solemne de las ideas trascendentales. Vieja práctica del cuarto po-
der, la repudiamos. Someternos a cánones sería abdicar de nuestra
independencia y, lo que es peor, de nuestra alegría. Las cosas más
graves, aún aquellas de amor y dinero, se pueden reducir a una
fórmula amena. Seamos nosotros los reductores de esa fórmula.
Crítica, cuyo nombre parece a simple vista una pedante profesión
de fe, evitará el gesto magistral, el tono acompasado. En la con-
fianza de nuestro poder, en la creencia de nuestro triunfo, sin jac-
tancia y sin modestia, ponemos Crítica en manos de los lectores28.
Quedó claro -desde su primer número- que Crítica apun-
taría a un periodismo distinto, libre de ataduras, que buscaría
una mixtión entre lo intelectual y lo popular. Ausencia de so-
lemnidad y presencia de formas libres, amenas y atrevidas de
comunicación. La fórmula imaginada por Botana incluía: lí-
nea programática elástica frente a cada coyuntura particular,
fórmula amena de comunicación, libertad de acción para sus
redactores y ubicar el diario en consonancia con los intereses
populares. Dentro de esta postura explotó frecuentemente la
veta sensacionalista o “amarilla” del periodismo, prestando es-
pecial atención a las páginas policiales, dirigidas por José A.
Saldías y más tarde por Germán G. González (alias Gegege).
Enfrentado a la tradición de diarios como La Prensa y La
Nación, Crítica buscó identificarse como la vanguardia perio-
dística:
Por lo que respecta a nuestra actitud hacia algunos de nues-
tros colegas, obedece simplemente a una modalidad congénita.
Somos irrespetuosos y amablemente cínicos. No creemos en el apos-
tolado del periodismo ni en los periodistas apóstoles. No comulga-
mos con las frases ni con las actitudes. Nos repugna la hipocresía lo
mismo en las columnas de un diario grande que en la boca de un

52
hombre grande. Nos hace reír lo ridículo y para descubrirlo posee-
mos sutil perspicacia y buen gusto. No nos amedrenta ni la mons-
truosa bocina de La Prensa ni el numen titular de La Nación, ni
los millones de ladrillos apilados en los edificios de otros diarios.
[...]
Con nuestro buen humor, la frescura de nuestro ingenio y
nuestra sólida cultura vamos victoriosamente, acaso con un poco
de insolencia, pero llenos de saludable confianza29.
Del punto de vista político, Crítica, en sus comienzos, se
mostró prosélito de los partidos conservadores -en especial de
Marcelino Ugarte- y contrario al ascenso de Hipólito Yrigoyen
y la Unión Cívica Radical. Durante la Primera Guerra Mun-
dial se proclamó ferviente adepto de los aliados y tenaz
antigermanista.
Otros uruguayos participaron -ocasionalmente- de los
inicios de Crítica, entre ellos Javier de Viana y Ernesto
Herrera (Herrerita), el gran dramaturgo que tenía a su car-
go (setiembre de 1914) dos secciones del diario: Teatros y El
artículo de hoy.
Los primeros años resultaron difíciles y se puede señalar
la década de 1920 como el punto de despegue del diario. Fue-
ron varios los hitos que lo posicionaron como el más impor-
tante y el de mayor influencia en el periodismo argentino.
El 18 de noviembre de 1920, Crítica se trasladó a su nue-
va sede -en la calle Sarmiento 1546- más acorde al crecimiento
del diario que ya se hacía evidente. Sede de tres pisos que per-
mitirá -en breve- contar con talleres propios e instalar la rota-
tiva Angsburg, que imprimirá a razón de 48.000 ejemplares
por hora. El 7 de diciembre de 1921 cambió su epígrafe por la
supuesta máxima socrática “Dios me puso sobre vuestra ciudad
como a un tábano sobre un noble caballo, para picarlo y mante-
nerlo despierto”.
Botana, seguro lector de la Apología de Sócrates de Platón,
adaptó de ella la nueva cabecera del diario.
Sócrates, conocido con el sobrenombre de El Tábano de
Atenas, en su defensa ante los tribunales atenienses, en el jui-

53
cio en que se le acusó de corromper a la juventud y no creer en
los dioses de la polis expresó:
En este momento, atenienses, no es en manera alguna por
amor a mi persona por lo que yo me defiendo, y sería un error el
creerlo así; sino que es por amor a vosotros; porque condenarme
sería ofender a Dios y desconocer el presente que os ha hecho. Muerto
yo, atenienses, no encontraréis fácilmente otro ciudadano que el
Dios conceda a esta ciudad (la comparación os parecerá quizá
ridícula) como a un corcel noble y generoso, pero entorpecido por
su misma grandeza, y que tiene necesidad de espuela que le excite
y despierte. Se me figura que soy yo el que Dios ha escogido para
excitaros, para punzaros, para predicaros todos los días, sin
abandonaros un solo instante. Bajo mi palabra, atenienses, difícil
será que encontréis otro hombre que llene esta misión como yo; y si
queréis creerme me salvaréis la vida30.
No se puede dejar de señalar, además, que tábano es un
anagrama del apellido Botana.
La referencia al célebre filósofo ateniense ya había sido
utilizada por Crítica al celebrar -el 15 de setiembre de 1915-
sus dos años de existencia:
Dos años
En este ambiente donde el doctor Plaza es una mistificación
y el doctor Yrigoyen la sombra vaga de una idea también vaga,
nuestro tono pareció irrespetuoso y nuestra manera de ser, una
irreverencia insolente y mosqueteril, ¡En buena hora! En buena
hora se vieron cumplidos nuestros deseos de ser tenidos en cuenta
por las personas de talento, odiados por la dorada mesocracia y
temidos por los tontos y los pillos. El buen Sócrates (sea mentada
en buen momento la filosofía) afirmaba que su ironía agresiva no
tenía más objeto ni más oficio que realizar la excelente misión del
tábano que no deja permanecer inactivo al noble caballo. Séanos
permitido afirmar que más de una vez nos hemos sentido tábanos
socráticos. Y que hemos encontrado al noble caballo al cual hacer-
le la merced de nuestro aguijón31.
En enero de 1922, la poderosa Federación de Vendedores
de Diarios (fundada en julio de 1920) realizó un severo con-
flicto por el precio que los canillitas pagaban a los revendedo-

54
res, especialmente a nivel del diario La Razón. En plena pugna
Crítica sacó su 5ª edición que, con gran éxito, se transformó
en fuente de trabajo para revendedores y canillitas (Botana dio
a los vendedores un 50% de ganancia contra 20% o 30% de
los otros diarios). Eduardo El diente Dughera -jefe de la reventa
de Crítica- se constituyó en la figura esencial del conflicto. La
huelga cesó en noviembre de 1922 con el triunfo de la Federa-
ción que logró imponer la mayoría de sus postulados.
El 18 de abril de 1922 Crítica lanzó por primera vez 2.500
ejemplares de su 5ª edición (a la hora 19) en lo que puede
señalarse como uno de los puntos de inflexión en la trayectoria
del diario. En poco tiempo se constituyó en el gran éxito del
periodismo argentino. Fue tan grande su aceptación que al ce-
lebrar un año de su salida, el tiraje del periódico llegó a los
145.156 ejemplares, de los cuales 72.400 correspondían a la
edición de la hora 19. Se celebró a lo grande con una fiesta en
el Parque Hotel de Vicente López (18 de abril de 1923) donde
estuvieron presentes directores, redactores, personal de talle-
res, integrantes de la venta y reventa, cuerpo de mensajeros y
amigos del diario.
En su edición del 18 de abril de 1923 Crítica conmemoró
el primer aniversario de su 5ª edición:
Hoy hace un año que apareció triunfalmente el primer nú-
mero de la 5ª edición de Crítica. Se trata de un éxito sin prece-
dentes hasta hoy en la historia periodística del país
¡Crítica, quinta! Hace hoy justamente un año que entramos
en la adultez periodística. […] Hemos recorrido en doce meses de
ardua y afanosa lucha, un áspero camino de acción y de esperan-
za. No todas han sido alegrías, ni flores. El esfuerzo ha sido titá-
nico, enorme y nuestra única satisfacción, la más positiva, y la
que no cambiaremos por ninguna, es la de haber entrado en el
alma del pueblo […] El pueblo -comprendido en su vasta exten-
sión de la colectividad argentina- ha convertido a Crítica en “su
diario”, en su órgano informativo por excelencia. Ha interpretado
nuestra sinceridad, nuestra cordialidad humana, y con su oculta y
notable capacidad de percepción, nos ha reconocido hermanos de
las ideas y de la lucha franca y viril. Como somos pobres, fuertes,

55
no tenemos nada que ocultar en nuestra modestia resplandeciente.
Menos que la gloria -¡quién piensa en eso!- ha sido nuestra única
preocupación, la cardinal orientación de nuestro esfuerzo, la efi-
cacia periodística, y la plenitud de la sinceridad. ¡Crítica, quinta!
Todavía resuena en nuestro espíritu, emocionado, la vibración
metálica de ese primer grito de acción y de esperanza, vitalizado y
magnificado en la trompeta multisonora de esa formidable van-
guardia del periodismo moderno: los canillitas.
En el mismo número -un poco más adelante- rindió ho-
menaje a la figura esencial del “revendedor” que permite la
llegada del diario a todos los rincones del país:
Los que venden Crítica
Crítica la venden todos los canillitas de todos los barrios de
Buenos Aires. No hay un solo rincón a donde un canillita no lle-
gue voceando las ediciones de nuestro diario. Pero como es lógico,
tras ese ruidoso ejército que se desparrama por toda la ciudad,
como azogado, hay una fuerza que dirige y controla; son dos tigres
de la venta: Eduardo Dughera y Daniel de Rosa.
La simpatía que por nuestro diario sienten los voceros del
pensamiento universal es tan grande, que en todos los puntos de la
República repercute ese sentimiento visiblemente. Los valientes
vendedores de Rosario, de cuya organización potente nos hemos
ocupado en diversas ocasiones, son para nosotros colaboradores efi-
cientes. A ellos, a los platenses y en general, a todos, nuestro saludo
afectuoso.
Con ellos, junto a las bocas de nuestras máquinas, están los
ayudantes que también tienen buena parte en esa lucha diaria.
Vaya a ellos, una vez más, nuestro cordial saludo.
Durante 1923 y llevando a la práctica su principio (La
voz del pueblo) de apoyo a las causas populares, Crítica fue el
único órgano de prensa en defender al anarquista alemán Kurt
Wilckens. El ácrata llegó a Buenos Aires en 1920 y el 27 de
enero de 1923 atentó con éxito contra la vida del teniente co-
ronel Héctor Benigno Varela responsable de la matanza cono-
cida como “Patagonia Rebelde” o “Patagonia Trágica” (noviem-
bre de 1921). Wilckens fue asesinado en la cárcel el 15 de ju-
nio de 1923 por el nacionalista Jorge Pérez Millán Temperley,

56
integrante de la Liga Patriótica Argentina. El 19 de junio de
1923 Crítica tomó clara posición en el tema:
Un cobarde asesinato de mala ley, perpetuado fríamente en
medio de circunstancias aparentes; contra un hombre recluido y en-
fermo, incapacitado para defenderse; contra un hombre en situa-
ción de cordero maniatado para el sacrificio y puesto en manos de
un lobo, para que se saciase impunemente de su sangre dolorosa.
El 22 de junio el local de Crítica fue allanado y detenidos
el director interino Juan A. Cominges (Botana se encontraba
en su estancia de Río Negro) y el secretario Alberto Cordone.
En noviembre, la Cámara de Apelaciones en lo criminal con-
denó al redactor Teodoro A. Berro a cuatro meses de prisión,
ante una demanda -por apología del crimen al defender a un
asesino- llevada adelante por el Dr. Pastor Achával Rodríguez
(h). No obstante, Crítica quedó bien posicionada a nivel de las
causas populares.
En agosto de 1923 comenzó a publicarse la 3ª edición
que salía a las 12 del mediodía con una importante sección de
deportes.
Con tres ediciones diarias Crítica llegó en octubre de 1924
a los 166.385 ejemplares y logró desplazar a La Razón, convir-
tiéndose en el tercer diario de la ciudad. La Prensa y La Nación
seguían ostentando los dos primeros puestos.
La Biblioteca de Crítica -un libro por mes que se vendía a
un peso- se hizo realidad en diciembre de 1924 con la apari-
ción de La vida literaria de Anatole France (traducción de Juan
E. Carulla). Continuó hasta octubre de 1926.
Boca Juniors concretó en 1925 -por primera vez en el fút-
bol argentino- una gira europea. Contó con la decidida cola-
boración de Crítica que designó al jefe de la sección deportes,
Hugo Mariani, como su corresponsal. La cobertura fue gigan-
tesca. La delegación partió el 4 de febrero, presidida por el
vicepresidente del club Adelio Cariboni. El diario de Botana
en su edición de ese día les dio la despedida:
¡Todos a la Dársena Sur esta noche a las 22!
Esta noche se embarcará la delegación del club Boca Juniors
hacia Montevideo

57
Los aficionados argentinos están en el deber de despedir dig-
namente a la primera embajada deportiva argentina que surcará
el océano para hacer conocer la potencia de nuestro más popular
deporte. Es necesario que se haga una despedida entusiasta a quie-
nes tienen una tan alta misión. Es necesario que la despedida sea
magna, y para conseguirla no debe faltar uno solo de los argenti-
nos que aman el deporte.
La gira resultó un éxito total. Jugaron diecinueve parti-
dos en España, Alemania y Francia. Ganaron quince, empa-
taron uno y perdieron solo tres. Regresaron a Buenos Aires el
12 de julio.
En abril de 1925, Enrique Noriega -el administrador del
diario- partió hacia Estados Unidos buscando dar el gran salto
que llevará a Crítica a liderar el ambiente periodístico de Ar-
gentina. En su edición del 19 de agosto se informó la compra
de la poderosa rotativa Hoe Superspeed, utilizada en los dia-
rios de William Randolph Hearst.
Frente al éxito cada vez mayor del diario, Natalio Botana
compró -por 220.000 pesos- en setiembre de 1925 el terreno
de la calle Avenida de Mayo 1333, donde dos años más tarde
se inaugura el edificio de Crítica que asombrará al mundo pe-
riodístico argentino.
En octubre de 1925 nuevamente Crítica sorprendió con
dos hechos trascendentes, la salida de su 6ª edición a las 12 de
la noche y la inauguración de una estación de radiotelefonía.
La emisora -LOR Broadcasting de Crítica- estaba dirigida por
los fundadores de la radio en Argentina: Enrique Telémaco
Susini, su sobrino Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Ro-
mero Carranza; conocidos como “los locos de la azotea”. El
proyecto no tuvo el éxito que Botana esperaba y a los dos años
decidió su venta.
Hacia fines de 1925 se incorporaron a Crítica -provenien-
tes de la revista Martín Fierro- una serie de escritores que pasa-
ron a revolucionar el ambiente periodístico argentino y llena-
ron -durante los próximos años- las páginas del diario de cró-
nicas excelsas. De esta forma se integraron a la redacción: los
hermanos Enrique y Raúl González Tuñón, Conrado Nalé

58
Roxlo, Cayetano Córdova Iturburu, Horacio Rega Molina,
Ulyses Petit de Murat, Pablo Rojas Paz, Nicolás Olivari, Sixto
Pondal Ríos y Jorge Luis Borges. Seguramente fue Botana el
primero en conjuntar en la redacción de un diario a jóvenes
intelectuales de diversas tendencias políticas y literarias que no
tardarían mucho en trascender como grandes novelistas, poe-
tas o dramaturgos. Periodismo y literatura son artes diferentes,
pero tienen en común la palabra como herramienta esencial.
No es casual -entonces- la influencia de pautas de escritura y
modelos literarios para la construcción de la narrativa perio-
dística. Esta fantástica aglutinación fue seguramente una de
los factores más importantes en el éxito de Crítica.
A pesar de esta vinculación Martín Fierro no perdonó a
Botana y, en su sección Parnaso Satiricón, dedicó más de una
pulla al director de Crítica:
Aquí descansa Botana / que además de Director / fue un reloj
despertador / que no faltó una mañana.
El dueño de las herrerías.
(M.Fierro N° 21, 28 agosto de 1925)

Un señor chupatinta no muy derecho / creyó que con un bur-


do papelucho / sátira fabricaba trascendente. / Lo apellidó Tába-
no, fiero, / y el tal fue solo mosca impertinente / pues quedó el
aguijón en el tintero.
Gualterio. (M.Fierro N° 44-45,
31 agosto-15 nov. 1927)

Durante los años de 1920, el lunfardo -que inicialmente


fue de uso exclusivo de sectores populares- se expandió y pre-
tendió imponerse como vocabulario de la sociedad porteña.
Escritores, periodistas y filólogos llegaron a visualizar el ger-
men de un idioma nacional, apartado del castellano heredado
de España. Crítica, siempre atenta a los movimientos popula-
res, lanzó el 11 de junio de 1927 una encuesta que denominó:
“¿Llegaremos a tener un idioma propio?” Diariamente se pu-
blicaron entrevistas a personalidades de la literatura y la len-
gua: Jorge Luis Borges, Roberto Payró, Nicolás Olivari, Enri-

59
que García Velloso, Félix Luna, José María Monner Sans y Al-
berto Gerchunoff -entre otros- procuraron explicar jergas como
el lunfardo, el cocoliche, el lenguaje gauchesco, el indigenismo,
el galicismo y el anglicismo. El 29 de junio -finalizados los
encuentros- Crítica concluyó:
Es casi unánime la opinión de que no llegaremos nunca a
tener un idioma propio, más aún, hay quienes han profetizado las
calamidades que este suceso nos acarrearía en todos los órdenes de
la vida. El lunfardo ha sido, pues, ampliamente derrotado.
El crecimiento sistemático del diario, la incorporación de
nuevos redactores y la próxima instalación de su rotativa Hoe
impusieron otro traslado de Crítica. Se dejaba la sede de Sar-
miento 1546 para instalarse en el edificio de Avenida de Mayo
1333, que asombrará a todo el ambiente periodístico de Bue-
nos Aires. Quedaban atrás siete años de sucesivos logros (5ª
edición, 6ª edición, huecograbado). Roberto A. Tálice, el pe-
riodista uruguayo convocado por Botana, y que se desempeña-
ba en el diario desde 1923 fue el encargado de leer la prueba
de galera de la columna que -como despedida- saldrá el 31 de
agosto de 1927. Decía así:
¡Adiós, vieja casa de Sarmiento 1546!
Una serena tristeza invade nuestros corazones. Hemos debi-
do detenernos, palpar la pared lustrosa de tinta, grasa y recuerdos,
y mirarla silenciosamente. Crítica abandona su viejo hogar. In-
gratitud necesaria a ese destino de andar y de crecer que tienen los
seres y las cosas de algún valor definido. No hemos podido evitar la
prosperidad que nos separa. Como pide “plaza” un guerrero, “can-
cha” Fierro en la epopeya del verso, Crítica ha pedido espacio.
Todo nos fue chico y poco: adversario y tiempo, páginas y casa
[…] Crítica ha rebasado el cálculo de su mayor optimismo; no
tiene límite en el mañana; ha excluido obstáculos y enemigos, no
sabe aún si tendrá que cargar, dentro de poco, con la grave respon-
sabilidad de imprimir un ejemplar para cada ciudadano. Esta
edición es como un abrazo cálido y tembloroso a la vieja casa. Acá
van a quedar nuestros más hondos recuerdos, los más nuestros,
pues entramos a ella cuando éramos, y vamos a salir como ha que-
rido la suerte que seamos […]

60
Si tú nos fuiste chico, nada será capaz de contenernos. No
somos nosotros quienes nos vamos; es Crítica que sube sobre el
lomo de la ciudad para picarla y tenerla despierta32.

61
AÑO 1914
NATALIO Y SALVADORA

Los críticos que se precian de serlo buscan desesperada-


mente objeciones. Nada ha de parecerles bien sin tener
algo que objetar en su contra. Creen que su objeción es
lo que los legitima.
Elías Canetti

Después de su intensa participación en los actos anarquistas


de comienzos de 1914, Salvadora publicó el jueves 5 de febre-
ro -en La Protesta- su primer artículo firmado:
Periodismo
Alta, noble, amplia, y generosa la misión del periodismo. Toda
de luz, encargada de alumbrar los caminos de la vida: enseñar,
encaminar, fortalecer. Noble es el sacerdocio de la pluma. Noble
consagrar la vida y la inteligencia a él; volcar toda la enjundia del
cerebro en la cuartilla blanca, sembrando ideas, cultivándolas.
Esa es la misión del periodismo: sacerdocio. Pero para ello se nece-
sita nobleza, lealtad, generosidad, inteligencia.
Sea un periodista noble y sincero. Diga con bravura todo lo
que siente. Vuelque el alma en su ideal; y haga de sus sentimien-
tos, de sus altiveces, letras para la cuartilla, letras que irán en-
trando y haciéndose idea en muchos cerebros, que leerán muchos
ojos. Pruebe a hacerlo […]
Hágase verdad en medio del reinado de la mentira y de la
hipocresía. Y guiados por la luz de esa verdad, llegarán a las pie-
dras del odio, de la ignorancia. Piedras, cuyo golpe, da dolor, sí,
pero un dolor hermoso; el de sentirse el único digno de que desde
abajo le tiren piedras […]
Y que alto y fuerte, cada periodista leal, siga así, noble y
serenamente, su prédica, sin sostenerse -para no perder pie ni de-
jarse arrastrar- más que de su propio ser moral, que siga así, con la

62
frente bien alta, sin mirar ni una vez al suelo, diciendo, bravo, su
evangelio de sembrador de ideas, mientras a sus pies, ensaya con-
torsiones y genuflexiones nuevas la farándula de prostitutos33.
El diario Crítica contestó -seguramente tras la pluma de
Natalio Botana- con un editorial titulado: Las chicas periodis-
tas. El caso de la señorita Onrubia:
[...] No sucede así con otras jóvenes inexpertas a quienes cier-
tas prédicas llevan por derroteros ideológicos que serían de una
hermosa candidez si no merecieran de la policía cierta enemistad
fundada en razonables antecedentes [...]
La inclinación juvenil de la escritora Onrubia se acentúa
hoy con un hecho sorprendente. La Protesta publica un artículo
de su firma. Resulta que el mentado artículo es el primero que la
señorita Onrubia publica en su calidad de redactora a sueldo de
La Protesta, cuyas puertas ha traspuesto en calidad de ácrata mi-
litante34.
Poco tiempo después Natalio conoció a Salvadora y que-
dó cautivado por su belleza y personalidad. No le pesó su con-
dición de madre soltera y de militante anarquista y pasaron a
convivir. Primero en la casa de los Botana y luego en un depar-
tamento de la calle Tacuarí.
Natalio -luego de sus primeros pasos exitosos- había tras-
ladado a Buenos Aires a su madre Nicolasa y a sus hermanos
menores: Adriana, Tirsa, Luciano y Félix.
Los anarquistas postulaban como uno de los principales
responsables de los males de una sociedad el matrimonio civil,
factor indispensable para el desarrollo de la sociedad burguesa.
Simple instrumento a través del cual el Estado preservaba la
propiedad privada y aseguraba la herencia a los hijos legítimos.
El casamiento no estaba entre los planes de Salvadora. Sin
embargo aceptó que Botana le diera su nombre y apellido a su
hijo Carlos (nacido en 1911) quien a partir del trámite corres-
pondiente en el Registro Civil, pasó a llamarse Carlos Natalio
Botana (Pitón).
El 15 de octubre de 1915 nació el primer hijo de Natalio
y Salvadora, Helvio Ildefonso (Poroto). Poco después se muda-
ron a una quinta -Villa Alegre- en Vicente López.

63
El 11 de octubre de 1916 el Estado argentino le otorgó a
Natalio Botana la carta de ciudadanía. Poco tiempo después
llegó Jaime Alberto (Tito) el 2 de marzo de 1917 y finalmente
Georgina Nicolasa (China) el 5 de setiembre de 1919.
Así lo escribió Salvadora: Cuando nació Georgina nos casa-
mos, me convencieron sus argumentos: ser hija natural no iba a
beneficiarla, si es que quería, cuando creciera, formar una fami-
lia y desempeñarse en un medio que ya veías, Natalio, que iba a
ser el nuestro35.
Poco después se mudaron nuevamente, ahora a la calle
Virrey del Pino en Belgrano R. y los niños concurrieron al
Colegio Esteban Echeverría. Carlos Natalio fue enviado -más
tarde- al Colegio Nacional de Buenos Aires.
Fiel a su militancia anarquista, Salvadora se hizo presente
en los acontecimientos conocidos como la “Semana Trágica”
en enero de 1919. En diciembre de 1918 se desencadenó un
grave y prolongado conflicto gremial en la fábrica metalúrgica
Vasena e hijos. El 8 de enero, en la puerta de la empresa, luego
de un enfrentamiento entre obreros huelguistas y la Policía hubo
12 muertos y 34 heridos. Al día siguiente la FORA decretó la
huelga general. Durante el sepelio de las víctimas -en el ce-
menterio de La Chacarita- Salvadora hizo uso de la palabra.
Poco después el general Luis Dellepiane, jefe del II Cuerpo de
Ejército, dio la orden de cargar contra los manifestantes. Hubo
80 muertos y 300 heridos. En los días posteriores continuó la
represión y se sumaron muertos, heridos y detenciones masi-
vas. Salvadora recordó -muchos años más tarde- este triste acon-
tecimiento:
Yo decidí hablar en ese entierro y los compañeros me subie-
ron sobre los ataúdes, que estaban amontonados. Había llevado
conmigo a mi hijo Carlos Natalio, Pitón, porque quería que él se
fuera enterando de lo que era la lucha social. En ese momento
cargaron los cosacos sobre todos los que estábamos en ese acto de
postrer homenaje a nuestros muertos y Marotta me agarró de una
pierna y me tiró junto con él en la fosa que estaba abierta. Pasa-
ron los caballos sobre nuestras cabezas llenándonos de tierra. No sé
cómo Marotta pudo salir y sacarme de la fosa, pero ya tranquili-

64
zados salimos a la calle donde no sé tampoco cómo se consiguió un
coche con el que fuimos a México 2070, ya nuestra sede en ese
entonces. Mi hijo se me había perdido en el tumulto y al llegar lo
encontramos. ¿Quién lo había llevado allí? Era Antonio de Tomaso,
gran amigo de Marotta. De Tomaso había conseguido rescatarlo y
estaba esperándonos con él, porque sabía que allí iríamos. Lo en-
contré dormido en un banco [...]
No sé cómo se las arreglarían él o su amigo De Tomaso para
avisar a Florida, donde vivíamos, que yo llegaba en el tren. Por-
que cuando llegué a la estación me encontré a Natalio, encuentro
que me dio mucho más terror que la carga de los añamenbuyses.
Yo, que llevaba dos hijos conmigo, a Pitón de la mano y a la
China en la barriga, no sabía cómo disculparme con él36.
En las elecciones de 1916, Natalio Botana apoyó el pro-
yecto conservador de Marcelino Ugarte que buscaba frenar el
acceso a la primera magistratura de Hipólito Yrigoyen. No
obstante el triunfo correspondió a la fórmula de la Unión Cí-
vica Radical (U.C.R.) que formaban Hipólito Yrigoyen y
Pelagio Luna quienes obtuvieron el 46.8% de los votos y 152
electores. Por detrás quedó la fórmula conservadora del Parti-
do Autonomista Nacional (P.A.N.). El Partido Demócrata Pro-
gresista (P.D.P.) y el Partido Socialista (P.S.) quedaron en ter-
cer y cuarto lugar con menos del 10% de los sufragios. El cau-
dillo de Balvanera asumió el 12 de octubre constituyéndose en
el primer presidente de la U.C.R. Durante la primera Presi-
dencia del Peludo, Natalio Botana y Crítica fueron sus acérri-
mos enemigos:
¡Dios salve a la República! Una gran amenaza se cierne sobre
la República en paz. Hombres nuevos venidos de todas partes del
país gobernarán desde hoy de acuerdo con cierta ciencia infusa de
la política, adquirida en los comités, en las barricadas, en los pór-
ticos donde se utiliza el lenguaje del bajo electoralismo. La vieja
raza rezagada en las provincias más remotas entra a gobernar. El
estanciero reemplaza al doctor, y en la subversión de todos los va-
lores, el caudillo reemplaza al leader. Hombres oscuros pondrán
su nombre en el sitio destinado a los más ilustres de la política, del
arte y de la literatura [...]

65
Se abre un nuevo ciclo. ¡Dios salve a la República!37.
El 7 de marzo de 1920 -en las elecciones legislativas- Bo-
tana volvió a equivocarse y apoyó al P.D.P. que obtuvo el cuar-
to lugar con el 10.34% de los sufragios detrás de la U.C.R.
con el 45.57%, el Partido Conservador con el 14.07% y el P.S.
con el 11.53%.
Años difíciles para Crítica (1917-1920) que, a los conti-
nuos enfrentamientos con el gobierno de la U.C.R., debió su-
mar el encarecimiento -producto de la Primera Guerra Mun-
dial- de insumos y equipos. Botana no bajó los brazos y con la
década del 20 llegará el despegue definitivo del periódico.
Salvadora estrenó el 4 de agosto de 1921 -en el Teatro
Liceo- su segunda obra de teatro. Una comedia breve, de un
solo acto, que se llamó La Solución, interpretada por la com-
pañía de Angelina Pagano y Federico Ducasse. En un perfec-
to triángulo amoroso, las dos mujeres que se disputan el amor
de Jorge son madre e hija. Para María -la madre- la situación
se torna insostenible: Con otra sí, con otra cualquiera, con la
que tú elijas…Pero con mi hija no. Es la hija de mi carne. Es mi
hija. Sería monstruoso…se llamaría incesto…. Para Dea, Ma-
ría es esa madre helada, que ni siquiera finge consolarme y que
gime al escuchar a su hija defendiendo su amor. Dea -segura-
mente el alter ego de Salvadora- es una mujer entre las muje-
res, capaz de expresar sus ideas con toda firmeza. Cuando lo
cree necesario le reclama a Jorge: Y tú tienes que oírme, debes
oírme. Toda esta angustia, todo este dolor mío, me dan sobre ti
este derecho. Cuando se siente rechazada no duda en culpar a
Jorge: o eres un buen burgués, al que espanta una mujer así,
que sabe ofrecerse, que sabe darse, que sabe hacer como una dio-
sa el presente de sí misma. ¿Te desconcierta la mujer que sale al
camino y ofrece al hosco vagabundo, que nada pide, su alma y su
carne, como podía ofrecerle el pan y el agua? La solución que
parece simple con la partida de Dea, se vuelve trágica cuando
desde la habitación contigua -donde María aguarda el desen-
lace de la conversación entre Jorge y Dea- suena un tiro: La
matamos. Allí está la solución. ¡¡Ésa es, Dea, ésa es!! El papel de
Dea fue representado por Lucía Barausse, el de María Datzing

66
por Obdulia Bouza y el de Jorge Abaud por Federico
Mansilla 38.
Poco después del nacimiento de Georgina, Botana com-
pró en la provincia de Río Negro una estancia de 20.000 hec-
táreas cerca de Villa Regina (llamada así en honor a Regina
Pacini, célebre cantante lírica que fue la esposa del presidente
argentino Marcelo T. De Alvear) y de Valle Azul, unos de los
parajes más bellos de la región. La denominó La China, sobre-
nombre que le daban a su hija. El establecimiento se dedicó
esencialmente a la ganadería, agricultura y, además, tenía un
reconocido criadero de nutrias.
En este paraíso Salvadora escribió durante 1923 la novela
Akasha, que fue publicada en 1924 (Gleizer). El texto, plagado
de conceptos teosóficos, relata el encuentro de una joven per-
teneciente a la más pura aristocracia porteña -Florencia Denise-
con el actor inglés -Ralph Tardien- que acaba de interpretar a
Hamlet en el Teatro Cervantes. Los protagonistas persiguen un
destino akáshico inevitable:
“No fue en una sola vida lejana en la que nos amamos, en la
que no pudimos encontrarnos. Fueron muchas. Es el deseo de to-
dos los siglos que te deseé el que no puedo saciar en tu cuerpo
divino”.
El relato aporta detalles del encuentro físico y sexual cla-
ramente transgresores para la época:
“Ya están frente a frente. Él la domina en el abrazo enorme.
Se besan en la boca largamente [...]
Van unidos hasta el sofá donde caen y siguen aún besándose.
Ella gime y solloza. El solamente la besa. Sus ojos en la sombra
relucen como los de un lobo. Besa y lucha besando [...]
Tan corta es la lucha tras la cual Florencia Denise, la virgen
loca, ha tirado el aceite de su lámpara [...]
Tan corta es la lucha tras la cual Florencia Denise, la vestal
impura, dejó apagar la llama en su altar.”39.
Desde muy joven Salvadora alternó su formación anar-
quista con conocimientos profundos sobre Teosofía, siendo una
fiel seguidora de Helena Blavatsky (1831- 1891), Annie Besant
(1847- 1933) y muy especialmente de Jiddu Kishnamurti

67
(1895- 1986) de quien fue su amiga, especialmente luego de
su estadía en Buenos Aires (1935).
Es a través de este movimiento esotérico filosófico-reli-
gioso, basado en el desarrollo espiritual, que Salvadora se vin-
culó con actores muy importantes de la cultura argentina como
los escritores Leopoldo Lugones, autor de Las Fuerzas Extra-
ñas, y Roberto Arlt creador de Las ciencias ocultas en la ciudad
de Buenos Aires, y el pintor y escultor Oscar Alejandro Schulz
Solari (Xul Solar). En sus reuniones, influenciadas por lecturas
teosóficas, no era de extrañar la conmixtión entre anarquistas,
comunistas y fascistas.

68
AÑO 1926
NATALIO BOTANA
PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN
ARGENTINA DE FOOTBALL

El que no se anima a emprender lo imposible,


no es digno de conseguir lo posible.
Miguel de Unamuno

A comienzos de 1926 el ingeniero Virgilio Tedín Uriburu


dejó la presidencia de la Asociación Argentina de Football. A
instancias del Dr. Aldo Cantoni -gran amigo de Botana y pre-
sidente de la Asociación en el período 1922-1924- surgió la
candidatura de Natalio Botana para presidir la corporación. El
objetivo era la fusión de las dos ligas del fútbol argentino: la
Asociación Argentina de Football y la Asociación Amateurs de
Football. Dos fueron los aspirantes: Natalio Botana y Bartolomé
Gutiérrez. Botana triunfó con holgura y fue electo presidente
el 27 de febrero de 1926. Dos días después, el 1º de marzo,
Adrián Beccar Varela asumió al frente de la Asociación Amateurs
de Football.
En su discurso de asunción, Botana reconoció su falta de
antecedentes deportivos para ocupar el cargo y planteó sus ob-
jetivos:
Señores consejeros: Al presidir por primera vez las reuniones
de este consejo, primer acto también como presidente de la Asocia-
ción Argentina de Football, deseo expresar como una aspiración
definitiva, la única quizás que me moviera a aceptar este cargo de
responsabilidad, mi propósito inquebrantable de trabajar por la
fusión del football argentino. Del lado opuesto han pronunciado
palabras auspiciosas para la fusión; que vayan las nuestras, sin
pérdida de tiempo, más que auspiciosas, fraternales, a encontrarse

69
con aquellas en el fácil camino de la reconciliación y de la concor-
dia [ …]
No debe esperar el consejo directivo, ni debe esperar el football
argentino otra cosa más importante de mi gestión. No tengo ante-
cedentes en el deporte, y en eso sí tenían razón los clubs que al
afirmarlo no quisieron votar mi nombre. Yo no soy más que una
voluntad fuerte y decidida puesta al servicio de la fusión. Yo no
entiendo la pequeña política del football y permitidme, señores,
que no la quiera entender. Soy un espectador atento que durante
años desde las columnas de mi diario, que ha dedicado la tercera
parte de su acción al engrandecimiento del football, he notado los
grandes males de la división: un espectador que sabe hasta qué
punto es este siglo del deporte y un hombre que aspira al insigne
honor de asociar su nombre a semejante empresa. Señores conseje-
ros: He aquí claramente enunciados mis propósitos. He aquí una
síntesis de lo que se debe hacer. (Crítica del 4 de marzo de 1926).
A pesar de sus buenas intenciones -buscando la fusión-
Botana no era hombre de resignar su autoridad ni de transac-
ciones fáciles. Tuvo numerosos enfrentamientos -en especial
con el club Boca Juniors- y renunció antes de cumplir los seis
meses de su mandato.
Uno de los primeros conflictos que padeció fue una huel-
ga de árbitros motivada por una amnistía general para jugado-
res decretada por la Asociación. Muchos de los deportistas es-
taban suspendidos por agresiones a colegiados.
Poco después, la dilucidación del campeonato del año
1925 trajo un nuevo y difícil problema. El Consejo Directi-
vo de la Asociación Argentina de Football había resuelto que
se definiera entre Huracán, Boca Juniors y Nueva Chicago.
Huracán recusó dicha decisión aludiendo que Boca Juniors
no había completado el fixture correspondiente al haber es-
tado de gira por Europa. La Asociación modificó la resolu-
ción, declaró a Boca Juniors Campeón de Honor 1925, y
determinó que el campeonato se definiera en un partido en-
tre Huracán y Nueva Chicago que se llevó a cabo el 15 de
agosto de 1926 con el triunfo de Huracán. Natalio Botana,
como presidente de la Asociación y como director de Crítica,

70
instituyó la Copa Diógenes Taborda (periodista del diario y
muy amigo de Botana, fallecido el 3 de junio de 1926) para
ser disputada entre Boca Juniors y el ganador del juego entre
Huracán y Nueva Chicago. La decisión -inconsulta- de Bota-
na no cayó bien en el seno del Consejo Directivo y marcó un
nuevo enfrentamiento.
En agosto de 1926 llegó una nueva y decisiva confronta-
ción. Crítica organizó un partido para recaudar fondos en be-
neficio del mayor Eduardo Olivero y este debía disputarse en-
tre Racing (Asociación Amateurs de Football) y Colegiales (Aso-
ciación Argentina de Football). El mayor Olivero junto a Er-
nesto Duggan y Ernesto Campanelli partieron de la base Miller
Field (Staten Island- Nueva York) el 24 de mayo de 1926 en el
hidroavión Savoia-Marchetti 59 “Buenos Aires” para unir la
distancia Nueva York-Buenos Aires (14.856 km.). Luego de
una serie de peripecias y de un amerizaje forzoso en el océano
Atlántico frente a Brasil, lograron llegar al Río de la Plata el 13
de agosto de 1926. El Consejo Directivo de la Asociación re-
accionó sosteniendo que Crítica había organizado un partido
al margen de las reglamentaciones internacionales, y a propuesta
de Boca Juniors -estando ausente Natalio Botana- aprobó un
voto de censura para el presidente de la corporación. El 11 de
agosto Botana presentó su renuncia indeclinable en carta diri-
gida al vicepresidente Dr. Lascano:
No podría seguir un momento más en una entidad cuyos di-
rigentes para satisfacer pequeños deseos personales, no vacilan en
comprometer el prestigio de la institución, con actitudes que os-
tentan el sello inconfundible de las malas intenciones.
[…] El Consejo de la Asociación Argentina creyó convenien-
te esgrimir olvidadas preocupaciones reglamentaristas para evitar
un partido de football que iba a ser, por lo demás, el primer paso
feliz hacia la fusión del football argentino. Esa sola actitud basta-
ría para determinar mi alejamiento de la Asociación que he presi-
dido hasta ayer. Ninguna esperanza de éxito para la gestión
fusionista que me llevó a ella podía acariciar en lo sucesivo, cono-
ciendo tan definitiva expresión de sus sentimientos. (Crítica 12
de agosto de 1926).

71
El 25 de agosto fue elegido presidente de la Asociación
Argentina de Football el Dr. Aldo Cantoni. Con la participa-
ción directa del presidente de la República, Marcelo Torcuato
de Alvear, se decretó -el 28 de noviembre de 1926- la fusión de
las dos instituciones, fundándose la Asociación Amateur Ar-
gentina de Football.

72
INAUGURACIÓN DEL
EDIFICIO CRÍTICA
AÑO 1927
La prensa no solo es el arma más poderosa con-
tra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento
más eficaz y más activo del progreso y de la civi-
lización.
Francisco Zarco

En los terrenos adquiridos en 1925 sobre la Avenida de


Mayo al 1333, Natalio Botana encargó a los arquitectos hún-
garos Andrés y Jorge Kalnay la construcción del nuevo edificio
de Crítica. Los hermanos Kalnay, formados en la Escuela Su-
perior Real de Arquitectura de Hungría, se habían instalado
en Argentina en marzo de 1920. Luego de algunos trabajos
como dibujantes de diversos estudios de arquitectura, abrie-
ron el suyo en julio de 1921. Poco tiempo después decidieron
seguir caminos separados y, cada uno por su lado, fueron los
responsables de edificios emblemáticos de Buenos Aires. El
proyecto del diario Crítica, si bien en su inicio correspondió a
los Kalnay, fue concluido solo por Jorge. Exponente del art
déco nacido en Francia en el año 1920, el nuevo edificio del
diario revolucionó el ambiente periodístico de Argentina y se
constituyó en una de las primeras manifestaciones de la van-
guardia arquitectónica de la ciudad.
Construido por la empresa alemana Siemens- Baunion, se
inauguró el 1° de setiembre de 1927 y ocupaba 4.500 metros
cuadrados de superficie total. Tenía su entrada principal por
Avenida de Mayo 1333 y otra secundaria por la calle Rivadavia
1330/1338. Constaba de siete pisos y dos subsuelos.
En el segundo subsuelo se instaló el archivo y los depósi-
tos de papel. En el primer subsuelo se encontraba oronda la

73
flamante rotativa Hoe Superspeed que motivó el poema de Raúl
González Tuñón aparecido en Crítica el 2 de setiembre de 1927:
“El diario ha florecido grandes plantas de hierro. / La Hoe
es el corazón de Buenos Aires. / La Hoe es el corazón del tiempo.
/ La Hoe es el domingo del maquinismo, una canción de acero, /
fiesta de tornillos aceitados, alegría de la velocidad. / Ruedas
ligeras, tuercas como ideas / en el gran cerebro de acero. / [...] /
¡Crítica, Crítica, Crítica! / Hay que abrir más ventanas, hay
que abrir más ventanas / en la ciudad, al cielo: / las ventanas
cordiales de paisajes distintos; / decir, abrir palabras como se
abren caminos... / [...]”
La nueva impresora rotativa, diseñada por Richard March
Hoe (R. Hoe & Company- Nueva York), ponía a Crítica al
nivel de los principales diarios del primer mundo: The Times,
L´Écho de Paris y The New York Times. Permitía la impresión
de 100.000 diarios por hora, algo impensado en el periodismo
argentino de la época.
En la planta baja un enorme mostrador de mármol anun-
ciaba la sección publicidad. Kalnay, un apasionado de la cultu-
ra y arte precolombino, decoró los pisos con ilustraciones del
calendario azteca y las aberturas con vitrales de motivos sola-
res. El primer piso estaba dominado por la oficina de Natalio
Botana que tenía dormitorio y comedor propios. Su balcón -el
único retirado del frente- estaba ornamentado con motivos bo-
tánicos que aludían al árbol del periodismo y sus frutos, custo-
diado por cuatro estatuas. A su lado se encontraba el despacho
del subdirector Eduardo Bedoya. Sobre Rivadavia un salón de
actos con capacidad para doscientas personas.
En el segundo piso, la sección Avisos Clasificados, el ar-
chivo y el centro de expedición. El tercer piso estaba dedicado
casi en su totalidad a la redacción y en un extremo, sobre la
calle Rivadavia, el consultorio médico gratuito. Este era -sin
lugar a dudas- el corazón del diario. Allí convivían -en extraña
comunión- reporteros recién ingresados, cronistas avezados y
poetas martinfierristas liderados por Raúl González Tuñón,
quien con sus jóvenes 21 años venía de obtener el Premio
Gleizer (1926) por su poemario El Violín del Diablo. En el

74
cuarto piso se ubicaban dibujantes y fotograbadores. Sobre
Rivadavia, la administración. Los talleres de composición se
situaban en el quinto piso. En el sexto se destacaba el bar -
restaurante-sala de entretenimientos, que contaba con vajilla
francesa con sello de Limoges y con el logotipo de Crítica. Era
el centro de la actividad nocturna una vez cerrada la 6ª edi-
ción. Botana frecuentemente subía a jugar, de preferencia al
monte. En el séptimo piso, la azotea y la torre característica
con su sirena emblemática que sonó en tantas jornadas acom-
pañando sucesos sociales y políticos40.
El diario manifestó así el gran acontecimiento (1° de se-
tiembre de 1927):
Crítica saluda a usted lector, al celebrar la triple inaugura-
ción: este nuevo edificio, sus nuevas máquinas y su nuevo forma-
to, y deseosa de llegar más íntima y directamente a su espíritu,
adopta la propia lengua natal de usted, confiada en comunicar
así a sus palabras la fuerza expresiva de un saludo verdaderamen-
te fraternal [...]
Quisiéramos que este saludo fuera como el cordial y estrecho
apretón de manos que reafirma una vieja amistad cultivada en la
charla cotidiana de nuestras ediciones [...]
Lector y diario formamos, en suma, una sola cosa: una in-
mensa entidad periodística que vive del pueblo y para el pueblo, y
en la cual colaboran miles y miles de hombres. Le saludamos dan-
do algo que también es suyo.
Un segundo edificio de Crítica fue inaugurado el 1° de
diciembre de 1930 en la calle Salta 1915/1919 con salida se-
cundaria por Pedro Echagüe 1223/26, cerca de la estación Cons-
titución. Fue proyectado por los arquitectos Carlos Pibernat y
Félix Loizaga con la colaboración de Alejandro Virasoro y
mantuvo el estilo art déco. Se destacó por la presencia de su
característica torre. Alojó los talleres auxiliares y permitió la
distribución al sur de la Capital Federal y a través de ferrocarril
al sur del país.

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ENERO DE 1928
MUERTE DE PITÓN

La soledad de los dolores: ¡qué extraño


que a causa de ella no nos detestemos aún
más unos a otros!
Elías Canetti

La familia Botana vivía en Olivos (Corrientes 1002) con


sus cuatro hijos. Carlos Natalio (Pitón) tenía 17 años, alto y
fuerte (de allí su sobrenombre), practicaba varios deportes:
remo, boxeo, rugby. Tenía otras dos pasiones, los autos y los
caballos. Su padre le había regalado dos autos: un Citroën y un
Vauxhall. Para el 6 de enero le obsequió un haras en Las Heras.
Todo parecía resplandecerle. Natalio no ocultaba su predilec-
ción por él. Sus hermanos menores lo admiraban, Helvio tenía
13 años, Jaime 11 y la menor, Georgina, tan solo 9.
Salvadora no soportaba el cariño entre Natalio y Pitón,
que era mayor del que su propio hijo le prodigaba.
A pesar de la negativa de Salvadora, días antes Natalio le
regaló a Pitón una pistola con adornos de nácar.
En la mañana del martes 17 de enero de 1928, luego de
una de las habituales discusiones entre Natalio y Salvadora,
Botana se dirigió a la sede de Crítica en Avenida de Mayo.
Poco más tarde, aún en plena crisis, Salvadora arremetió
contra Pitón y le dijo lo que el joven no habría querido saber
jamás: no era hijo de Natalio sino de Pérez Colman, lo había
tenido a los 17 años como madre soltera y Botana le había
dado su nombre y su cariño buscando alejarlo cada vez más de
ella. Luego de esta escena, partió en su Rolls Royce gris con
rumbo desconocido.
Pitón quedó destrozado, subió al cuarto de sus hermanos
Poroto y Tito, les repitió lo confesado por Salvadora, sacó de

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entre sus ropas la pistola que le había regalado Botana y se
pegó un tiro en el corazón.
Al día siguiente, Crítica dio su versión de los hechos: Car-
los Natalio, en presencia de sus hermanitos y jugando con ellos
toma el revólver del que escapa, arteramente, un proyectil que le
arrebata la vida y que nos hiere, también, en lo más íntimo del
alma.
Emma Barrandeguy -amiga, secretaria y biógrafa de
Salvadora- confiesa, años más tarde, que Salvadora me ha con-
tado que fue Helvio, envidioso de la privanza que tenía Pitón con
Botana, quien le dio muerte, quizá sin proponérselo, en un juego
agresivo que terminó con la vida de su medio hermano41.
La muerte de Carlos Natalio marcó un antes y un después
en las relaciones de Natalio y Salvadora: ya nada será igual.
La madre de Pitón cayó en un profundo pozo depresivo y
solo encontraba alivio en el consumo de drogas, cada vez ma-
yor. En un intento por recomponer la situación, Natalio llevó
a su familia a un largo viaje por Europa. Botana fue acompa-
ñado por su secretario y redactor del diario, el peruano Luis
Góngora (*) y Salvadora lo hizo con Zulema Berisso (viuda del
escritor Emilio Berisso) y su hija.
Recorrieron varias ciudades de Europa, en París estuvie-
ron con Edmundo Guibourg, destacado como corresponsal de
Crítica. Botana intentó -sin éxito- mediante consultas con los
mejores especialistas la desintoxicación de Salvadora. En Lon-

(*) Luis Góngora Pareja (1893-1930) inició sus estudios en el Co-


legio de los Sagrados Corazones, Recoleta de Lima y en 1910 pasó a la
Facultad de Letras de San Marcos. Se orientó luego hacia el periodismo y
fue en 1912 uno de los fundadores de La Crónica. Redactor de Varieda-
des y de La Ilustración Peruana. Firmaba como Aloysius. Escribió dos
obras teatrales La fuente, diputado (1916) y La rueda invisible (1917).
Viajó a Buenos Aires en 1919 como adjunto a la legación del Perú. Cola-
boró en La Nación, La Prensa, Plus Ultra, El Mundo y Atlántida. Integró
la redacción de Crítica entre 1920 y 1930. Fue uno de sus integrantes
más destacados y hombre de total confianza de Botana. Falleció muy
joven en Buenos Aires el 10 de diciembre de 1930. (datos suministrados
por Servais Thyssen).

77
dres visitaron a Oliver Lodge (1851-1940) físico y escritor, lí-
der indiscutido del espiritismo y autor del libro Raymond, or
life and death (1916) dedicado a sus conversaciones
metapsíquicas con su hijo muerto en 1915 durante la Primera
Guerra Mundial.
Regresaron a Buenos Aires a mediados de 1928. Salvadora
había logrado cambiar la morfina por éter, que la acompañará
por el resto de sus días.
Natalio partió el 25 de noviembre en viaje por el conti-
nente americano, recorriendo Chile, Perú, Cuba, Estados Uni-
dos y Canadá. Lo acompañaron su hermano Félix (Memé),
Alberto Cordone, Luis Góngora, Manuel Otamendi y Emilio
Lascano Tegui (Vizconde). En el país del Norte, observó el
funcionamiento de los diarios americanos:
“El director de Crítica ha podido observar el funcionamien-
to de las grandes rotativas neoyorquinas y adoptar para nuestro
diario algunas prácticas que considera conveniente implantarlas
entre nosotros, ya que en lo que se refiere a maquinaria, Crítica
está con la última palabra de la mecánica”. (Crítica del 15 de
marzo de 1929).
Botana retornó a Buenos Aires el 14 de marzo de 1929.
Durante 1928 Salvadora se dedicó a escribir su obra más
conocida, Las Descentradas, comedia en tres actos que se estre-
nó el 9 de marzo de 1929 en el Teatro Ideal, interpretado por
la compañía Artistas Unidos. Contó con la dirección escénica
de Angelina Pagano y la artística de Francisco Defilippis Novoa.
Encabezó el elenco la actriz uruguaya Gloria Ferrandiz, amiga
de Salvadora y esposa de Defilippis, en el papel de Elvira Ancizar
de López Torres.
Fiel a su militancia anarco-feminista, Salvadora nos pro-
pone un modelo femenino alternativo al establecido y acepta-
do. A ese arquetipo lo llama las descentradas. Lo hace a través
de dos personajes de la obra: Elvira Ancizar, quien tiene 30
años y está casada con un ministro (Dr. López Torres), pero es
infeliz y pretende terminar con su matrimonio. Conoce a Juan
Carlos Gutiérrez, un joven periodista, novio de Gracia su ami-
ga, quien había protagonizado una campaña de denuncias de

78
corrupción contra López Torres. Elvira se enamora y vislum-
bra un amor más allá de lo permitido en la sociedad de la épo-
ca. Buscando justificarse y ubicándose claramente en el grupo
de las descentradas dice: A pesar de ser mujer, me permito el lujo
de tener ideas, ¿sabe? Yo tengo ideas boxeadoras. Ideas que se dan
directos y crosses y swings con la vida.
Más adelante y como para que no queden dudas señala:
Sólo soy un bicho antisociable y salvaje que tiene la desgracia de
ver cosas raras que nadie ve. Cuando estoy entre toda esa gente tan
bien educada, siento impulsos de decir malas palabras, de tirar
sillas por el aire, de escandalizarlas.
Salvadora nos presenta a otra descentrada -Gloria Brenda-
que identificamos rápidamente como su alter ego. Se trata de
una periodista y escritora, compañera de trabajo de Juan Car-
los, que está redactando una novela que lleva el mismo nom-
bre que la obra de Salvadora. Estaba casada, pero fue margina-
da de su círculo social por el escándalo que generó su divorcio.
Gloria también nos caracteriza al grupo de las descentradas:
las que no pensamos, las que no sentimos, las que no vivimos como
las demás. Las que entre la gente burguesa somos ovejas negras y
entre las ovejas negras somos inmaculadas […] Somos las que su-
frimos, las rebeldes a nuestra condición estúpida de muñecas de
bazar. Entiéndeme bien. No de mujer. No queremos los derechos
de los hombres. Que se los guarden…Saber ser mujer es admira-
ble. Y nosotras sólo queremos ser mujeres en toda nuestra espléndi-
da feminidad. Los derechos que queremos son sólo los que nos dé
nuestro talento.
Juan Carlos se enamora frenéticamente de Elvira y pre-
tende casarse con ella. Abandona transitoriamente a Gracia. El
ministro López Torres manda vigilar a Elvira, comprueba sus
encuentros con Juan Carlos y le propone la firma de un con-
trato que la aleje de Buenos Aires y de Juan Carlos. Elvira no
acepta y finalmente rechaza -con la oposición de Gloria, la otra
descentrada- la proposición de Juan Carlos42.
Al mes de su debut, la obra fue publicada en la revista
teatral La Escena. Uno de los últimos reestrenos en Buenos
Aires fue en abril de 2012 en el Teatro Regio, dirigida por Eva

79
Halac y teniendo en los papeles estelares a Eleonora Wexler y a
Roberto Vallejos.
En Montevideo la obra se estrenó el 27 de abril de 2013
en la Sala Verdi. Bajo la dirección de Mariana Percovich, el
elenco de la Comedia Nacional contó con la participación de
Alejandra Wolff como Elvira Ancizar, Andrea Davidovics como
Gloria, Florencia Zabaleta como Gracia, Mario Ferreira como
Juan Carlos y Juan Worobiov como el ministro López Torres.
A ochenta y cuatro años de su estreno en Buenos Aires, fue
todo un éxito. En la entrega anual de los Premios Florencio
fue galardonada en cuatro categorías: Mejor Espectáculo, Me-
jor Dirección, Mejor Vestuario (Gerardo Egea) y Mejor Ilumi-
nación (Martín Blanchet).

80
TEOSOFÍA, SALVADORA
Y KRISHNAMURTI

Todo ha sido dicho. Pero nadie escucha. Por


eso debe ser dicho una y otra vez, solo que
mejor. Aunque para poder decirlo mejor, es
preciso saber cómo fue dicho antes.
Roger Shattuck

Desde muy joven Salvadora alternó su formación anar-


quista con el estudio de la teosofía. Fue una seguidora fiel de
Helena Blavatsky (1831-1891), Annie Besant (1847-1933) y
en especial de Jiddu Krishnamurti (1895-1986).
La teosofía afirma conocer la verdad sobre la existencia y
naturaleza de Dios, sus relaciones con el hombre, el pasado y
el porvenir de la humanidad. No es una religión, rechaza de
ellas lo que puedan tener de irracional o absurdo; aceptando lo
razonable, explicándolo y armonizándolo.
Se suele afirmar que Salvadora se volcó a la teosofía luego
de la muerte de su hijo Pitón (1928). Sin embargo desde mu-
cho antes podemos encontrar rastros firmes de su teosofismo.
El 6 de julio de 1919 se fundó la Sección Argentina de la So-
ciedad Teosófica, de la cual formó parte activa Salvadora. En
ese mismo año publicó en la revista Teosofía en El Plata nume-
rosos poemas que luego recopiló en su libro El misal de mi yoga
(1921). Su exitosa novela Akasha (1924) -novela romántica
ambientada en la clase alta bonaerense de la época- está plaga-
da de conceptos teosóficos y de preceptos seguidores de
Krishnamurti.
Salvadora fue -ante todo- una fiel alumna de Krishnamurti,
de quien llegó a ser su amiga luego del viaje del filósofo, en
1935, a Argentina.

81
Jiddu Krishnamurti nació el 11 de mayo de 1895 en la
aldea de Madanapalle en el sur de la India. Perteneció a una
familia de clase media de la casta de los brahmanes. En 1905
-muerta su madre- su padre se empleó en la Sociedad
Teosófica de Adyar presidida por Annie Besant. Allí cobija-
ron a Krishnamurti creyendo ver en él al “Instructor del
Mundo”. Poco después lo envían a Inglaterra para comple-
tar sus estudios. La Sociedad Teosófica creó -en 1911- una
nueva organización, La Orden de la Estrella de Oriente (en
1928 llegó a tener 28.000 adherentes siendo, por su influen-
cia y su poder económico, la organización espiritual no
confesional más importante del mundo) designando jefe a
Krishnamurti.
En agosto de 1929, este -imprevistamente- se negó a ser
considerado como el “Instructor del Mundo”, renunció a la
Sociedad Teosófica y disolvió La Orden (seguramente en esta
drástica decisión influyó la muerte de su hermano menor
Nityananda). Desde entonces se dedicó a viajar por todo el
mundo para impartir sus propias enseñanzas. Fue una de las
personalidades filosóficas más relevantes del siglo XX. Kahlil
Gibran afirmó: “Cuando entró en la habitación pensé, sin lu-
gar a ninguna duda, que el Señor del Amor acababa de hacer
su aparición ante mí”. Aldous Huxley, famoso novelista britá-
nico, luego de asistir a una de sus conferencias, sostuvo: “Fue
lo más impresionante que haya escuchado jamás. Fue como
oír un discurso del propio Buda, con tanta fuerza y tanta auto-
ridad en sí mismo”.
Para Krishnamurti: “La mente ha creado este mundo de
confusión. De ahí que sea necesario investigar cómo funciona
la mente a fin de explicar por qué el ser humano vive así, sumi-
do -frecuentemente- en la desdicha y el dolor”.
En 1935 inició una gira por América Latina que lo llevará
-entre abril y noviembre- a dictar numerosas conferencias en
Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú y México. El diario
Crítica del 22 de marzo de 1935 adelantó los acontecimientos:
“Y Krisha vendrá. Y en nuestros oídos se derramará el asombro

82
de frases solo inspiradas en el perfeccionamiento y en la eleva-
ción del espíritu”.
Uruguay, en su edición del jueves 9 de mayo de 1935,
cubrió la llegada de Krishnamurti -líder espiritual de Salvadora-
a Brasil, Argentina y Uruguay:
Jiddu Krishnamurti, el filósofo y pensador hindú, ya está en
tierras de América. Se encuentra en Río de Janeiro donde ha pro-
nunciado numerosas conferencias. Comunicaciones de la capital
de Brasil nos anuncian que sus disertaciones tuvieron un éxito
extraordinario […] Krishnamurti sostiene que cualquier organi-
zación para fines espirituales llega fatalmente a convertirse en una
barrera para la búsqueda de la verdad, y crea distingos que con-
ducen al exclusivismo y a la dominación espiritual. Como conse-
cuencia de este punto de vista en 1929 disolvió la Orden de la
Estrella, que en el curso de los años había llegado a ser un movi-
miento internacional, con secciones en casi todos los países del
mundo, y con numerosísimos e influyentes miembros […] La en-
señanza de Krishnamurti no es solo de un carácter filosófico y
místico; posee un aspecto intensamente práctico que representa una
valiosa contribución a la vida. Tal cosa se encuentra en su doctri-
na de la conducta como expresión de la vida en acción. El camino
hacia la libertad no es un camino de huida, sino el que consiste en
hacer frente a la existencia plenamente y alegremente, en todo lo
que tiene de gozoso y de doloroso. Él no divide la vida en espíritu
y materia. Para él la vida es una sola y, estando enamorado de la
vida, él comprende las expresiones de la vida que le rodean.
El diario Crítica otorgó gran cobertura a toda la gira de
Krishnamurti por América Latina. En su edición del 18 de ju-
nio destacó: “No es un místico, no enseña ningún sistema reli-
gioso, ni político, ni filosófico. Es el verdadero individualista
que ha hallado la manera de poner en palabras claras la con-
cepción de la libertad humana”.
Krishnamurti llegó a Montevideo y brindó cuatro confe-
rencias -entre el 21 de junio y el 6 de julio- en el teatro Ópera,
el Sodre y en la Universidad de la República.
El diario Crítica del 25 de junio escribió:

83
Ante numeroso y calificado público y en medio de una ex-
traordinaria expectativa, Krishnamurti pronunció su conferencia
en el Sodre de Montevideo. Krishnamurti había despertado inusi-
tado interés en todos los ambientes culturales de la capital uru-
guaya. Su palabra espontánea y clara, en íntima armonía con la
naturaleza, produjo verdadera sensación. Apareció en el escenario
rodeado de la comisión de homenaje y sus amigos Bryan Casselberry,
Rajagopal y su representante en Montevideo, señor Álvaro Araújo.
El líder espiritual hindú prosiguió su viaje hacia Buenos
Aires donde desembarcó el 12 de julio de 1935 y se alojó en la
casa de Victoria Ocampo en San Isidro. Dio cuatro conferen-
cias en la capital argentina (Teatro Coliseo) y luego se dirigió a
Rosario y Mendoza. Salvadora -que integraba la Sociedad
Teosófica Argentina- asistió a sus conferencias y fue, además
de seguidora, amiga de Krishnamurti.
Luego de abandonar Argentina (28 de agosto de 1935), el
líder hindú prosiguió su viaje hacia Chile donde brindó confe-
rencias en Santiago y en Valparaíso. Desde Santiago le escribió
a Salvadora:
Santiago de Chile, septiembre 20 de 1935
Querida señora Salvadora:
[…]Hemos tenido aquí mucha publicidad y he hablado tres
veces a enormes audiencias. Lo que realmente me sorprende es el
intenso entusiasmo e interés que, según me dicen, es profundo […]
Espero que todo siga bien para usted y que todos tengamos el
placer de verla en California pronto. Gracias por toda su bondad
mientras estuvimos en Buenos Aires y espero que el hecho de ha-
bernos prestado su auto no le haya causado inconvenientes. Dele
mis saludos a Ignacio (chofer de Salvadora). Gracias por enviar-
nos el telegrama y siento el no haber podido escribir antes. Gracias
por todo. Espero esté usted bien.
Con mucho cariño.
Krishnamurti43.
Su llegada a Perú fue accidentada y la tenaz oposición del
clero impidió que hablara en lugares públicos. Solo pudo ha-
cerlo en un templo masónico de Lima.

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Su gira finalizó en México adonde llegó el 18 de octubre,
dictando conferencias los días 20, 27 y 30 de ese mes. Cerró su
actividad latinoamericana el 3 de noviembre de 1935.
Se dirigió, luego, a Estados Unidos y se instaló en Ojai
(California). Allí vivirá los años de la guerra -alejado de las
giras y de las conferencias- en su finca rural (Arya Vihara) en
compañía de Desikacharya Rajagopal y su esposa Rosalind
Williams.

85
SIMÓN RADOWITZKY,
SALVADORA Y CRÍTICA

La vida no es la que uno vivió, sino la que re-


cuerda y cómo la recuerda para contarla.
Gabriel García Márquez

Luego del atentado contra el coronel Falcón y su chofer


(14 de noviembre de 1909), Simón Radowitzky fue procesa-
do por el delito de doble homicidio y condenado el 28 de
junio de 1910 a: Pena de Penitenciaría por tiempo indetermi-
nado con reclusión solitaria durante veinte días en los aniversa-
rios del delito.
Sus compañeros anarquistas y los integrantes de la F.O.R.A.
(Federación Obrera Regional Argentina) comenzaron una lar-
ga y combativa campaña para lograr su libertad. Muy poco
después se unieron diarios como La Protesta y Crítica. Salvadora
Medina Onrubia fue -en gran parte- la responsable de esos
empeños. Los militantes libertarios recorrían las calles de Bue-
nos Aires cantando el estribillo: E morto Ramón Falcón
¡Massacratore!/ E viva Simón Radowitzky ¡Vindicatore!/
Radowitzky fue ingresado -luego de pasar más de un
año en la Prisión Nacional (Cárcel de Encausados)- al Pre-
sidio y Cárcel de Reincidentes de Ushuaia el 14 de marzo
de 1911. Allí fue conocido y se hizo famoso como el recluso
número 155.
Estando preso en la Cárcel de Ushuaia, Radowitzky pro-
tagonizó dos intentos de fuga. El primero fue el 7 de noviem-
bre de 1918, con la ayuda de Apolinario Barrera, utilizando un
pequeño cúter (Sokolo) con el cual logró alcanzar la localidad
chilena de Punta Arenas. Fue descubierto y reintegrado al pe-
nal el 30 de noviembre. Le esperaba un duro castigo: dos años

86
de aislamiento en su celda sin ver el sol, alimentado a media
ración de comida. Barrera -procesado por el delito de encubri-
miento- fue encarcelado en la prisión de Río Gallegos y luego
trasladado a la cárcel de Ushuaia de donde fue liberado -re-
cién- en diciembre de 1919. En el año 1924 Miguel Arcángel
Roscigno, uno de los anarquistas de acción más recordado en
el Río de la Plata, falló en una nueva tentativa. Roscigno -que
se desempeñaba como secretario del Comité Pro Presos y De-
portados- logró, insólitamente, emplearse como guardacárceles
en el Penal de Ushuaia. A punto de lograr su cometido, fue
delatado (por integrantes de la Unión Sindical Argentina en-
frentados con la Federación Obrera Regional Argentina), cesa-
do y expulsado de la cárcel fueguina. Detrás de ambos planes
estuvieron Natalio, Salvadora y el diario Crítica.
En noviembre de 1927 sus compañeros anarquistas
(F.O.R.A.) editaron un folleto denominado Simón Radowitzky:
el vengador y el mártir escrito por Diego Abad de Santillán (seu-
dónimo del español Baudilio Sinesio García Fernández):
He aquí el caso en que nos encontramos ante el mártir de
Ushuaia: Simón Radowitzky
Siguiendo, pues, el pensamiento de los hombres que afirma-
ron y demostraron la vigencia de una sociedad racional de hom-
bres solidarios y libres, reivindiquemos con el mismo entusiasmo
la acción denodada de los más rebeldes y conscientes, que ofrenda-
ron el sacrificio de su libertad y arriesgaron su vida en holocausto
a un ideal de justicia y de emancipación.
Justifiquemos, entonces, el acto de Simón como una conse-
cuencia lógica y fatal, derivada de la opresión y la matanza con-
sumada por el masacrador Falcón.
Corramos en defensa de aquel heroico adolescente que, reco-
giendo el eco del dolor y la angustia de un pueblo, respondió al
dictado de la justicia popular erigiéndose en vengador de las vícti-
mas del 1º de mayo de 1909. Prestemos la desinteresada ayuda
que merece el hombre que, en un gesto de abnegación, supo elimi-
nar al autor de aquella masacre sin precedentes en la historia del
país perpetrada en la Plaza Lorea.

87
Reivindiquemos el hecho de Radowitzky, no para demandar
su absolución -puesto que ha purgado inconmensurablemente como
propia la culpa del régimen inicuo que le atormenta- sino para
exigir con justicia su libertad.
Interesar a cuantos hombres y mujeres posean sentimientos
humanos y solidarios en este propósito: he aquí el objeto del pre-
sente folleto.
De todos los trabajadores, de los hombres justos requerimos
su adhesión a la campaña emprendida para arrancar a Simón
Radowitzky de su cautiverio en el presidio fueguino.
Esperamos ser escuchados44.
A partir del año 1928, la presión popular por la libera-
ción de Radowitzky se hizo insostenible. Ese año, el aboga-
do, escritor y periodista Ramón Doll publicó un folleto que
tuvo amplia repercusión, El caso Radowitzky. En su parte
medular decía:
[…] Es hora, pues, de escuchar la verdadera voz del pueblo
en estos crímenes que la burguesía pretende revestirlos de una
aparatosidad trágica, nada más que porque entre el humo y la
sangre de un homicidio repugnante y estúpido se recuerda lo que
en realidad sí es trágico para la burguesía: el movimiento hondo,
serio, irresistible de la lucha proletaria45.
En enero de 1930, el diario Crítica envió a su periodista,
el uruguayo Eduardo Barbero Sarzábal, a cubrir el hundimien-
to del buque de pasajeros y carga Monte Cervantes frente a
Ushuaia. Aprovechando el viaje al sur logró, mediante autori-
zación correspondiente, una entrevista con Radowitzky que fue
publicada por el diario de Botana. El diálogo con El mártir de
Ushuaia causó gran impacto en la opinión pública.
Pocos días después Crítica difundió una carta del padre
de Radowitzky dirigida a Natalio Botana:
Señor Director:
He sido informado por amigos que conocen su importante
diario, que Crítica puede ayudarme en la triste situación en que
me hallo junto con mi anciana esposa.

88
Soy el padre de Simón Radowitzky, a quien ustedes han de-
fendido tanto y que se halla hace más de 20 años, según me dicen,
encerrado en la cárcel, por haber atentado contra un empleado del
gobierno. Yo ignoraba esta gran desgracia y ahora, al saberlo, com-
prendo que la extrema juventud de Simón -pues solo contaba 16
años en esa época- ha sido la causa de ese acto, que, por lo que he
sabido, comprendo que se cometió sin premeditación, por un im-
pulso al que, naturalmente, fue ajeno su carácter, pues Simón nunca
fue un muchacho arrebatado, sino un chico muy tranquilo y serio
[…] Veinte años de presidio -y en una cárcel que me dicen es tan
horrible como la Siberia- ya me parece demasiado para mi pobre
hijo, que era tan niño cuando cometió ese hecho que yo, desde
luego, también he condenado […] He escrito ya varias cartas al
señor Presidente de la República, pero no hemos recibido ninguna
contestación, a pesar de que nuestra súplica decía bien cuánto era
nuestro dolor y nuestro deseo de ver a Simón. Por ese motivo acep-
to el consejo de mis amigos y le escribo a usted y al diario israelita
de esa ciudad y a otro diario también de importancia, porque así
esperamos que el prestigio de la prensa libre logre devolvernos a
Simón.
Ruégole me mande todo artículo que se publique sobre mi
hijo, para saber detalles sobre su vida. Todo lo que usted haga,
señor Director, será para bien de dos padres atribulados y enfer-
mos. Muchas gracias.
Nachan Radowitzky.
Milwaukee, Wisconsin- Norte América46.
Las presiones continuaron y, finalmente, el 14 de abril de
1930 Hipólito Yrigoyen firmó el decreto de liberación. Se le
conmutó la pena de prisión por tiempo indeterminado por el
destierro del país. Permaneció unos días en la ciudad de Ushuaia
y el 5 de mayo fue embarcado en el “Vicente Fidel López”
rumbo a Buenos Aires.
Emma Barrandeguy, amiga y secretaria de Salvadora du-
rante más de veinte años, relató en su libro una entrevista en-
tre la Venus Roja e Hipólito Yrigoyen, que deja bien en claro

89
hasta dónde Salvadora batalló para lograr la liberación de
Radowitzky:
Iba con frecuencia a pedirle a Yrigoyen puestos para mis pro-
tegidos, según usanza de la época. Un día me dijo: “M´hijita,
usted me pide puestos para gente que usted conoce y sabe que nece-
sita, pero mis ministros me los piden para sus queridas”.
En ese momento había en Rosario, revueltas que no podía
sujetarlas nadie. Yo le dije: “Don Hipólito, le cambio el escándalo
de Rosario por la libertad de Radowitzky, pero usted no me lo deja
en Buenos Aires porque La Liga Patriótica le puede hacer algo. Lo
indulta y me lo manda a Montevideo”.
Me fui sola a Rosario. Dormí esa noche en el hotel Italia y a
la mañana me reuní con los compañeros y les propuse el trato.
Hasta hoy está tranquila Rosario y don Hipólito me cumplió su
promesa47.
Años más tarde el diario nacionalista Bandera Argentina,
bajo la pluma de Leopoldo Lugones (h), en medio de una su-
cia campaña contra Natalio y Salvadora rememoraba así estos
acontecimientos:
La Virgen Roja de los soviets
Era y es muy considerada en el campo anárquico, pues ha
protegido material y espiritualmente a los anarquistas, con quie-
nes mantiene vinculaciones muy estrechas. Comenzó en La Pro-
testa y prosiguió en Crítica, ampliando en esta última hoja su
radio de acción, contando con el apoyo de su marido y del induda-
ble prestigio y temor que inspiran en muchos las campañas de
Crítica, y sobre todo en el ánimo de ciertos gobernantes de espíritu
fofo […]
El indulto a Radowitzky se debió únicamente a la acción de
Crítica. El diario de los anarquistas, es decir, el diario grande -
porque el otro es La Protesta- publicó en sus páginas muchas no-
tas apoyando el pedido de indulto. Reproduciré algunos títulos:
Por la libertad de Simón Radowitzky (Nº 5161 del 5 de diciem-
bre de 1927). Otro: La libertad de Simón Radowitzky es un triunfo
del proletariado (Nº 6020 del 15 de abril de 1930) y Radowitzky
tuvo hoy en Montevideo un cordial recibimiento popular (Nº 6049

90
del 15 de mayo de 1930). La gestión ante el presidente Yrigoyen se
realizó con el apoyo del ex ministro de Relaciones Exteriores, doc-
tor Oyhanarte, persona de la amistad de Botana. Intervino tam-
bién, con éxito, la Medina Onrubia que, en las entrevistas con el
presidente depuesto, logró enternecerlo por el futuro del asesino
anarquista. Ayudó a la cónyuge de Botana, Giribaldi, hombre de
la Federación Obrera Marítima […]
Cuando los grandes conflictos obreros del Rosario, Giribaldi
fue visto por el gobierno a fin de que arreglase las cosas y lo mismo
se le pidió a la consorte de Botana, teniendo en cuenta la influen-
cia de que debían gozar ante los gremios anarquistas. Se dice asi-
mismo, que los allegados al señor Yrigoyen plantearon el asunto en
esta forma: si se obtiene el arreglo de la huelga de Santa Fe, uste-
des logran el indulto48.
El destino más probable para Radowitzky era Montevi-
deo. Sin embargo corrieron rumores de que no sería aceptado
por el gobierno uruguayo. Barbero Sarzábal, el periodista de
Crítica que había entrevistado a Radowitzky en Ushuaia, pu-
blicó en el diario El País de Montevideo -entre el 8 y el 16 de
mayo de 1930- una serie de notas; la mayoría de ellas reprodu-
cían las aparecidas en Crítica. Poco después las editó en un
folleto con el nombre de Radovitzky! Veinte años de Ushuaia:
Para la prensa reaccionaria uruguaya, Radovitzky era el lobo
arisco y fiero que bajaba de la montaña, para destrozar la civili-
zación amasada por los hombres. Y mientras el ex penado 155
aguardaba en el lejano sur el barco que lo llevara camino al des-
tierro, se inició una implacable campaña tendiente a impresionar
al Presidente de la República del Uruguay, Dr. Juan Campisteguy,
a fin de que éste impidiera la entrada a Radovitzky haciendo uso
de la facultad constitucional por la cual puede adoptar medidas
extraordinarias de cualquier carácter, tendientes a asegurar la paz
pública cuando estuviere amenazada.
Entendí que estaba en peligro la tradición, que más jerar-
quía espiritual ha dado al Uruguay: la del derecho de asilo. Y
desde las columnas de El País, diario del Partido Nacional, que
dirigen los doctores Leonel Aguirre y Eduardo Rodríguez Larreta,

91
inicié la defensa. En enero, como enviado especial de Crítica ha-
bía visitado a Radovitzky en Ushuaia. El cuadro pavoroso de su
martirio de veinte años, no bastaba para demostrar a los insensi-
bles a la piedad humana, que Radovitzky había cumplido con
creces su delito, y planteé esta pregunta: ¿quién habiendo vivido el
sangriento proceso de afirmación democrática en el Plata puede
arrojar a Radovitzky -que también odió y mató en nombre de un
ideal de libertad- la primera piedra? […]
La campaña iniciada en El País tuvo eco inmediato […]
El acto inhumano no se produjo. Y el ex penado 155 entró
sin dificultades a Montevideo. Las fuerzas físicas y morales más
ponderables del Uruguay habían triunfado frente al reaccionaris-
mo burgués, aliado eterno de la justicia de clase.
Instado a publicar los artículos en folleto, no quise modifi-
carlos, ni ampliarlos con mayores relatos sobre la vida de
Radovitzky. El mártir de Ushuaia prepara un libro con sus me-
morias […]
Y frente al lobo que bajó de la montaña para confundirse con
los hombres, lo deseable es que éstos, a veces más fieros que los
lobos, no lo obliguen a subir nuevamente a la montaña49.
Radowitzky llegó a Montevideo a bordo del “Ciudad de
Buenos Aires” el 15 de mayo de 1930. Aquí fue recibido por
un grupo de compañeros anarquistas, entre ellos Luiggi Fabbri,
su esposa Bianca Sbriccoli y su hija Luce que se encontraban
exiliados, desde 1929, huyendo del fascismo italiano.
El día de su arribo a Montevideo, el diario El País le dedi-
có un editorial avalando su exilio en Uruguay:
Radovitzky
[…] El crimen de Radovitzky fue atroz. Pero la pena que ha
sufrido el asesino en Ushuaia no resulta desproporcionada con el
delito. En las notas de nuestro redactor Barbero Sarzábal, quien
visitó al penado en la cárcel, se percibe lo que es la vida en esa
zona inclemente y en esas cárceles dignas de una Siberia america-
na. Años a pan y agua en una celda.
Veinte años aislado, alejado de todo contacto humano fuera
de los compañeros de presidio, castigado física y moralmente, ¿de-

92
vuelve al mismo Radovitzky, ardiente, furioso, bárbaro, inhuma-
no, que a los 18 años arrojó la bomba contra Falcón? […]50.
En Montevideo retomó su actividad como mecánico y co-
laboró con algunos medios de prensa como los periódicos La
Campana y Tierra y la revista Esfuerzo.
Luego del golpe de Estado de Uriburu, Radowitzky dio
cobertura en Montevideo a numerosos compañeros ácratas que
tanto habían batallado por su liberación, entre ellos a Diego
Abad de Santillán, Rodolfo González Pacheco y Eduardo
Vázquez Aguirre. Durante 1932 logró entrevistarse con
Salvadora Medina Onrubia a quien -hasta ese momento- solo
conocía por cartas y a través de su campaña que no sabía de
renuncias en pro de su liberación.
En marzo de 1933 asistió al Congreso Antiguerrero de
Montevideo e, integrando la delegación anarquista, sostuvo un
fuerte altercado con los miembros de las representaciones co-
munistas presentes.
El golpe de Estado de José G. Terra -en marzo de 1933-
complicó los movimientos de Radowitzky en Montevideo. En
diciembre de 1934 fue detenido y se le aplicó la ley sobre ex-
tranjeros indeseables, siendo recluido en la Isla de Flores. En
marzo de 1936 fue trasladado a Cárcel Central. De allí escri-
bió -el 22 de abril- una carta dirigida al Partido Comunista de
Uruguay y a la Confederación Nacional del Trabajo, desnu-
dando las profundas diferencias entre anarquistas y comunis-
tas de la época:
Tengo conocimiento que en su propaganda y en sus carteles
hacen figurar mi nombre reclamando mi libertad. Como anar-
quista me dirijo a vosotros:
Declaro que no quiero ser instrumento de propaganda de nin-
gún partido político, inclusive del Partido Comunista, cuya adhe-
sión a la política del gobierno ruso es absoluta. En nombre de los
anarquistas presos en las cárceles y la Siberia Soviética. En nom-
bre de las agrupaciones anarquistas destruidas y cuya propaganda
ha sido prohibida en Rusia. En nombre de los camaradas fusilados
en Kronstadt. En nombre de nuestro camarada Petrini que fue

93
entregado por el gobierno soviético al fascismo italiano. En nom-
bre de la Federación Obrera Regional Argentina y la Federación
Obrera Regional del Uruguay y en nombre de nuestros camaradas
muertos en las cárceles por el gobierno bolchevique, y como protes-
ta por las calumnias y difamaciones de nuestros camaradas
Kropotkin, Malatesta, Fabbri, Mackhno, etc.
Declaro que como anarquista rechazo todo vuestro apoyo que
representa una indigna explotación que hacen los jefes bolcheviques
del partido y la C.N.T., del generoso sentimiento de solidaridad
que me presta la clase trabajadora51.
Defendido por el Dr. Emilio Frugoni, fue liberado -defi-
nitivamente- en junio de 1936. Luego de su excarcelación, vi-
viendo en la casa de su amigo, el tipógrafo uruguayo Roberto
Cotelo, inició un rico intercambio epistolar con su consejera
Salvadora Medina Onrubia. La mayoría de esas cartas se guar-
dan actualmente en el Cedinci (Centro de Documentación e
Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina). Una
de ellas fechada el 20 de julio de 1936 dice:
Querida hermanita:
Mucha alegría me ha causado tu carta que recibí anteayer
y la esperanza de verte pronto por estos pagos. Te diré que estuve
con Pacheco (Rodolfo González Pacheco) y fui a ver su obra
“Compañero” que bajo nuestro punto de vista es muy buena,
pero la burguesía se asustó a pesar de que la crítica de los diarios
ha sido muy favorable. Pero el viejo se fue muy contento. Tam-
bién me dio muy buenas noticias tuyas, que estás muy bien, lo
que me alegró mucho.
De mí te puedo decir, como de costumbre, estoy bien. La car-
pintería que me prometió el trabajo, dice ahora que tiene poco
[…]
Actualmente vivo en casa de R. Cotelo, pero para escribirme
lo puedes hacer a casa de Luce (Fabbri), y en el mismo tiempo
mandarme una dirección para escribirte directamente. Adjunto
te mando la sentencia del juez, ya puedes ver qué defensa me hizo
Frugoni, pero costó un poco caro, 19 meses de isla y cárcel […]

94
Muchos saludos de Luce, Bianca, Matilde, el Negro y los de-
más amigos, y de mí recibe un abrazo con el cariño de siempre, tu
hermano
Tito52.
Emilio Frugoni (1880-1969) inició su militancia política
dentro del Partido Colorado y fue crítico teatral en el diario El
Día. Luego del conflicto bélico de 1904, se alejó del partido
de gobierno y fundó en 1910 el Partido Socialista. Poco des-
pués llegó a ser el primer diputado socialista de Uruguay. Fue
reelecto en 1920, 1928 y 1932. Ocupó el Decanato de la Fa-
cultad de Derecho de la Universidad de la República entre los
años 1932 y 1934. Se dedicó extensamente al periodismo en
Justicia, Germinal y El Sol. Con el golpe de Estado de Terra
debió exiliarse en Argentina de donde regresó en 1934.
En julio de 1936 luego de lograr la excarcelación de
Radowitzky, Frugoni le escribió a Salvadora:
Julio, 23 de 1936
Sra. Salvadora Medina Onrubia
Mi estimada señora:
Le debo noticia de la comisión que tuvo a bien confiarme,
aunque supongo ya habrá recibido información de la misma. De
la administración de la editorial “Uruguay” recibí la suma de
cien pesos que entregué a nuestro amigo junto con su carta.
Ha sido para mí una gran satisfacción obtener la libertad de
Simón y créame que puse en ello más que mi orgullo de profesio-
nal -siempre legítimo cuando se le supedita a un fin de justicia-
mis sentimientos de hombre honrado y mi solidaridad espiritual
para con ese noble muchacho.
Sus amables palabras acrecen mi satisfacción y soy yo quien
queda por ello reconocido.
La saluda con mi más viva y respetuosa cordialidad.
Emilio Frugoni53.
En marzo de 1937 Radowitzky partió a la Guerra Civil
española. Allí combatió en el frente de Aragón, integrando la
División 28 de anarquistas comandada por Gregorio Jover.
Prosiguió su correspondencia con Salvadora manteniéndola

95
informada de los acontecimientos. El 18 de abril de 1938 le
escribió desde Barcelona:
Querida hermana Salvadora:
Mi más vehemente deseo que al recibir la presente te encuen-
tres de perfecta salud en compañía de tus familiares y el nietecito.
De mi parte, te puedo decir que por ahora por causa de mi salud
me quedo en la retaguardia, pero siempre trabajando por nuestra
causa. Diez meses estuve en el frente y tuve suerte, únicamente
estuve dos veces en el hospital, la primera vez con paludismo y la
segunda casi agotado. Pero ahora estoy relativamente bien. Noso-
tros, a pesar de todo, vivimos con optimismo y fe en nuestro triun-
fo; mientras haya un antifascista en pie, pelearemos. “Vencidos
Nunca” es el grito general de todo el pueblo español y principal-
mente Cataluña. Hay que ver hermanita con qué entusiasmo van
al frente, todos unidos como un bloc de acero. No pasará como en
Madrid. No temas, querida hermana, te aseguro que estamos con-
vencidos en nuestro triunfo, no es tan fácil vencer al heroico pue-
blo español.
Lo que vosotros en América puedan hacer por nuestra causa
(me imagino que vos estás en primera línea en ayuda a la España
leal) es no solamente en ayuda verbal sino en hechos concretos, tú
me comprendes, hoy en día estos momentos no son de palabras,
sino de algo práctico. Poder decirle al mundo entero en estos mo-
mentos que en España defendemos no solamente la libertad del
mundo sino su independencia para no ser colonia Italo Alemana.
Adjunto, hermanita, te mando dos direcciones, una para
que me mandes la correspondencia y la otra, si hay un vapor que
salga a Francia, para que me mandes alguna cosa, menos tabaco
que no dejan pasar, podrás mandar azúcar, café, un poco de
yerba y leche.
Saludos para todos los compañeros y tú recibe el afecto y cari-
ño de siempre de tu hermano
Tito54.
Luego de la derrota del bando republicano debió recalar
en el campo de internación de Saint Cyprien (Pirineos Orien-
tales), donde pasó penurias solo comparables a las sufridas en

96
Ushuaia. De allí logró huir y luego de un breve pasaje por la
ciudad de Bruselas llegó en junio de 1939 a México donde
adquirió una nueva identidad como Raúl Gómez Saavedra y al
poco tiempo nueva nacionalidad. Allí le dio cobertura -entre
otros- el cónsul uruguayo Ángel Falco, gran amigo de Salvadora
y de Botana. Radowitzky falleció en Ciudad de México el 4 de
marzo de 1956.
En mayo de 2013 se estrenó en Argentina el filme Simón,
hijo del pueblo de Rolando Goldman y Julián Troksberg.

97
6 DE SETIEMBRE DE 1930
DERROCAMIENTO
DE HIPÓLITO YRIGOYEN

Aun cuando pensemos que erró en todo lo


que dijo, acertó siempre en aquello de lo que
había que hablar.
Raymond Aron

El 12 de octubre de 1928 el líder radical Hipólito Yrigoyen,


de 75 años, asumió su segunda Presidencia de la República por
un período que debió ser 1928-1934. Las circunstancias exter-
nas e internas harán que enfrente uno de los momentos más
sombríos de la historia argentina. A su vez, la división y hosti-
lidad entre sectores del radicalismo conllevarán una violencia
política aún mayor. A partir de 1927 las diferencias entre
personalistas (yrigoyenistas) y antipersonalistas (alvearistas) se
volvieron irreconciliables, al punto de que concurrieron por
separado a las elecciones del 28. También dentro del Partido
Socialista (P.S.) el cisma precipitó el Congreso Constituyente
del Partido Socialista Independiente (P.S.I.) del 7 de agosto de
1927. El grupo encabezado por Antonio De Tomaso, Federico
Pinedo, Roberto Giusti, Augusto Bunge, Roberto Noble y
Héctor González Iramain se distanciaba definitivamente de los
líderes del partido, Juan Bautista Justo y Nicolás Repetto. Jus-
to falleció poco después, el 8 de enero de 1928, sumiendo aún
más al socialismo.
Natalio Botana apoyó al P.S.I. desde su fundación y facili-
tó los talleres de su diario para las primeras impresiones del
portavoz del flamante partido, el matutino Libertad. En pági-
nas de Crítica semanalmente se difundían las opiniones más
importantes de la nueva agrupación que iba a convulsionar el

98
panorama político en la ciudad de Buenos Aires. En uno de
sus editoriales enfocados a la elección de 1928 se explayó:
Estos candidatos (Bunge, González Iramain, Pinedo) son
hombres de labor conocida: discursos y libros de difusión socialis-
ta, artículos periodísticos, conferencias, múltiples proyectos de ley
[...] Son hombres laboriosos, de disciplina probada, de reconocida
envergadura [...] Polemistas hábiles, acostumbrados a la disección
y al análisis de la obra gubernativa, con noción de la responsabi-
lidad y del deber, han sabido ser el terror de los ministros del radi-
calismo, reclamando para su núcleo el concepto de oposición cons-
ciente y eficaz para mantener un control ineludible en la tarea de
todos los funcionarios del Estado [...] No puede ser considerada
más que en una forma: la mejor lista. “LA MEJOR, LA MEJOR”
como corea el público en las asambleas para que esa verdad se
abra camino al electorado55.
En las elecciones de 1928, Botana y su diario acompaña-
ron en lo nacional la candidatura de Yrigoyen y en la ciudad
de Buenos Aires al P.S.I., que obtuvo el segundo lugar detrás
de la U.C.R. logrando seis diputados.
El nuevo gobierno se vio enfrentado -desde sus inicios- a
severos conflictos. Las intervenciones de las provincias de
Mendoza y San Juan en noviembre de 1928 y las de Santa Fe y
Corrientes en abril de 1929 trajeron los primeros problemas.
En el Senado la negativa a la incorporación de los líderes pro-
vincianos Carlos Lencinas, Federico Cantoni y Carlos Porto su-
maron serias dificultades y enfrentamientos políticos sin retor-
no. La crisis mundial de 1929 golpeaba sin piedad a Argentina.
En una lista de acontecimientos violentos que parecía no
tener fin, el 10 de noviembre de 1929 fue asesinado el ex go-
bernador de Mendoza (1922-1924) Carlos W. Lencinas.
Hipólito Yrigoyen sufrió un atentado el 24 de diciembre de
1929 a manos del militante anarquista Gualterio Marinelli,
quien murió en el episodio. En Lincoln, el 13 de febrero de
1930, los líderes conservadores Daniel Videla Dorna y Ma-
nuel Fresco fueron baleados por un grupo de yrigoyenistas.
En las elecciones legislativas de marzo de 1930, el P.S.I.
sorprendió obteniendo el primer lugar en la ciudad de Buenos

99
Aires, aventajando por 20.000 votos al yrigoyenismo y logran-
do 10 de los 14 diputados.
La libertad de prensa permitió una campaña muy hostil
contra el presidente y Crítica fue uno de los abanderados. La
Fronda de Francisco Uriburu y La Nueva República de Rodolfo
Irazusta y Ernesto Palacio machacaban en la misma dirección.
La oposición comenzó a sumar adeptos y acorraló a
Yrigoyen. Se incorporaron a esta tarea conservadores, socialis-
tas independientes, radicales antipersonalistas, ganaderos, sec-
tores del Ejército y parte de la prensa encabezada por el diario
de Botana.
El 1° de agosto de 1930 el general Enrique Mosconi, di-
rector general de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.) re-
solvió intervenir en el mercado petrolero, fijando precios y lo-
grando inquietar a los principales trusts.
El asalto al poder se hacía inevitable y solo faltaba quién
encabezara el movimiento. El general retirado José Félix
Uriburu (sobrino del ex presidente José Evaristo Uriburu 1895-
1898) comenzó a liderar el conglomerado cívico-militar que
lo llevaría a dar el golpe protofascista del 6 de setiembre de
1930. No la tuvo fácil dentro de la interna militar que había
constituido tres corrientes: los legalistas, los uriburistas y los
seguidores del general Agustín Pedro Justo. Otros militares se
mantenían expectantes en un segundo plano, entre ellos un
joven capitán de carrera ascendente, Juan Domingo Perón.
A fines de agosto de 1930, la poderosa Federación Uni-
versitaria de Buenos Aires (F.U.B.A.) acorraló al gobierno de
Yrigoyen e inició una serie de movilizaciones callejeras. En
una de ellas es asesinado el estudiante Juvencio Aguilar el 4
de setiembre. Frente al diario Crítica la multitud llamó a la
revolución.
“El grupo parlamentario de los 44”, en asamblea desa-
rrollada el 2 de setiembre, volvió a exigir la renuncia del pre-
sidente.
El ministro de Guerra, general Luis Dellepiane, pidió au-
torización al presidente para detener a los conspiradores. Tras
ser desoído, presentó renuncia a su cargo y fue sustituido por

100
el ministro del Interior Elpidio González. En su carta de re-
nuncia, Dellepiane advirtió al presidente el cercano debacle:
[…] De otros que, gozando de su confianza, hacen que V.E.,
de cuyos ideales y propósitos tan de continuo expresados yo tengo la
mejor opinión, sea presentado al juicio de sus conciudadanos en la
forma despectiva, que es marea que nada detendrá, si V.E. no
recapacita un instante y analiza la parte de verdad, que para mí
es mucha, que puede hallarse en la airada protesta que está en
todos los labios y palpita en muchos corazones56.
El 5 de setiembre el decano de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, el socialista Alfredo Palacios, dictó una reso-
lución: “Asumir como propio el imperativo enunciado en for-
ma indeclinable por la conciencia juvenil, de exigir la renuncia
al presidente de la Nación, señor Hipólito Yrigoyen, y la in-
mediata restauración de los procedimientos democráticos, den-
tro de las normas constitucionales”.
Botana y el resto de los conspiradores civiles se desplaza-
ban entre Crítica, Campo de Mayo, la Escuela Militar y El
Palomar ajustando los detalles del golpe.
El 5 de setiembre luego de ser secuestrada la 5ª edición de
Crítica, Natalio Botana escribió en el editorial de la 6ª:
¡Crítica no enmudecerá!
[...] Por las calles de Buenos Aires, por todo el país, corre el
tumulto arrollador de la protesta popular. Mujeres, niños, ancia-
nos, hombres, de toda condición social: estudiantes, obreros, capi-
talistas; diarios, instituciones científicas y artísticas; gremios, par-
tidos políticos, centros culturales: todo, todo el país, se ha puesto
de pie para exigirle a Yrigoyen que se vaya. Este hombre es funesto
para la Nación; este hombre es sombrío para nuestra tranquilidad
y nuestro progreso; este hombre es una verdadera calamidad na-
cional. ¿Y qué hace que no se marcha? ¿Qué espera para renun-
ciar? ¿Será acaso necesario realizar el acto material de echarlo: ir
a su casa, prenderlo, embarcarlo en una nave cualquiera y darle el
rumbo de Rosas? ¡Que renuncie! ¡Que se vaya, de una vez! ¡Que
renuncie! ¡Que renuncie!
En la noche del 5 de setiembre renunció finalmente el
presidente, y fue sustituido por su vice Dr. Enrique Martínez.

101
Lo hizo desde el cuartel del 7º de Infantería de La Plata, me-
diante un lacónico comunicado: “Ante los sucesos ocurridos,
presento, en absoluto, la renuncia del cargo de Presidente de la
Nación Argentina. H. Yrigoyen”.
La última reunión entre civiles y militares se desarrolló en
el diario Crítica. Asistieron los principales líderes de los parti-
dos de oposición y -en representación del general Uriburu- lo
hizo el coronel Bartolomé Descalzo. Este último y Botana se
encargaron de las coordinaciones finales de los grupos revolu-
cionarios civiles.
Crítica se había transformado -con el correr de las horas-
en el símbolo y en la sede de los preparativos para el golpe:
A todo esto, el aspecto de Crítica era impresionante: por
Rivadavia, ciento cincuenta agentes de particular, por lo menos,
custodiaban el edificio, deteniendo a toda persona que se quisiera
acercar a las puertas del diario. Por la Avenida de Mayo, un nú-
mero igual de pesquisas, ayudado por el escuadrón, rompía
furiosamente con pies y manos la sexta edición que, impedida de
ser vendida, había sido lanzada por los balcones con el doble obje-
to de hacerla circular y de distraer la atención de los polizontes
con el fin de facilitar la evacuación del edificio por los civiles y
militares comprometidos en el movimiento57.
Las primeras horas del 6 de setiembre fueron de febril ac-
tividad por parte de los revolucionarios. Un grupo liderado
por Federico Pinedo y Augusto Bunge se dio cita en la casa de
Manuel Fresco para dirigirse luego a Campo de Mayo. Otro
clan, acaudillado por Antonio de Tomaso, Natalio Botana y
Héctor González Iramain, partió rumbo a San Martín, donde
se entrevistaron primero con el director del Colegio Militar,
coronel Francisco Reynolds, y luego con el general Uriburu.
A las 10 de la mañana el estridente sonido de la sirena de
Crítica anunció la revolución. El Colegio Militar se puso en
marcha sobre la capital, encabezado por el general Uriburu,
quien envió al vicepresidente Martínez el siguiente mensaje:
“En este momento marcho sobre la capital a la cabeza de tro-
pas de la primera, segunda y tercera división del Ejército. Es-
peramos encontrar a nuestra llegada su renuncia de vicepresi-

102
dente, como también la del presidente titular. Los hacemos a
los dos responsables por cualquier derramamiento de sangre
para sostener un gobierno unánimemente repudiado por la
opinión pública”.
Cuando llegó Uriburu, la Casa de Gobierno ya había sido
tomada por hordas de civiles.
El manifiesto revolucionario -redactado por el escritor
Leopoldo Lugones- fue parcialmente modificado por los te-
nientes coroneles José María Sarobe y Bartolomé Descalzo,
quitando especialmente toda mención a futuros cambios en la
Constitución y reformas a la Ley Sáenz Peña, que seguramente
levantarían susceptibilidades en los diferentes grupos golpistas:

Respondiendo al clamor del pueblo y con el patriótico apoyo


del Ejército y de la Armada, hemos asumido el Gobierno de la
Nación.
Hemos aguardado serenamente con la esperanza de una reac-
ción salvadora, pero ante la angustiosa realidad que presenta al
país al borde del caos y de la ruina, asumimos ante él la responsa-
bilidad de evitar su derrumbe definitivo.
[...] El gobierno provisorio, inspirado en el bien público y
evidenciando los patrióticos sentimientos que lo animan, procla-
ma su respeto a la Constitución y a las leyes fundamentales vigen-
tes y su anhelo de volver cuanto antes a la normalidad ofreciendo
a la opinión pública las garantías absolutas, a fin de que a la
brevedad posible pueda la Nación, en comicios libres, elegir sus
nuevos y legítimos representantes [...].
El gobierno provisorio interpreta el sentimiento unánime
de la masa de opinión que le acompaña al agradecer en esta
emergencia a la prensa seria del país el servicio que ha prestado
a la causa de la República, al mantener latente por una propa-
ganda patriótica y bien inspirada, el espíritu cívico de la Na-
ción y provocar la reacción popular contra los desmanes de sus
gobernantes [...] 58.
Leopoldo Lugones -seguramente uno de los principales
intelectuales argentinos del siglo XX- nació en Córdoba en el
año 1874. En sus inicios fue miembro activo del P.S. y, junto a

103
José Ingenieros, dirigió la revista La Montaña (1897), periódi-
co socialista revolucionario. En 1899 adhirió a la masonería.
Fue expulsado del P.S. en 1903 al apoyar la candidatura presi-
dencial del conservador Manuel Quintana. A partir de 1911,
desde sus artículos en el diario La Nación, alternó la literatura
con planteos políticos centrados en una ideología antiliberal y
autoritaria. En 1915 es designado director de la Biblioteca
Nacional de Maestros, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Fue galardonado en 1926 con el Premio Nacional de Literatu-
ra. Presidió -en 1928- la primera Comisión Directiva de la
Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.) siendo Horacio
Quiroga el vicepresidente. Las conferencias en el Teatro Coli-
seo de 1923, su discurso de Ayacucho (1924) y la publicación
de La Grande Argentina (1930), La Patria Fuerte (1930), Polí-
tica Revolucionaria (1931) y El Único Candidato (1931), lo
transformaron en apologista de las fuerzas armadas, de la vida
militar y de la guerra.
En su alocución para el centenario de la batalla de
Ayacucho, realizada en Lima el 9 de diciembre de 1924, ex-
presó:
[...]Dejadme procurar que esta hora de emoción no sea in-
útil. Yo quiero arriesgar también algo que cuesta mucho decir en
estos tiempos de paradoja libertaria y de fracasada, bien que au-
daz ideología.
Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la
espada.
[…]Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la
misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado, es decir
al hombre que manda por su derecho de mejor, con o sin ley, por-
que ésta, como expresión de potencia, confúndase con su voluntad.
[...]El sistema constitucional del siglo XX está caduco. El Ejér-
cito es la última aristocracia, vale decir la última posibilidad de
organización jerárquica que nos resta entre la disolución
demagógica. Sólo la virtud militar realiza en este momento histó-
rico la vida superior que es belleza, esperanza y fuerza59.
La noche del 6 de setiembre de 1930 salió una edición
especial de Crítica. En su primera hoja y con enorme tipogra-

104
fía la palabra ¡REVOLUCIÓN! Al pie de página: Esta mañana
a las 8.05 el Ejército Nacional, al mando del general Uriburu, se
levantó contra el gobierno inconstitucional del Sr. Yrigoyen.
La nota central de Crítica anunció -en tono alborozado-
el fin de los veintitrés meses del segundo gobierno de Hipólito
Yrigoyen:
[…]Ciertamente, hubiera sido preferible que la solución de
la situación insostenible de la Nación se resolviera por las vías
legales; que el Ejército no saliera de sus cuarteles. Pero la convic-
ción de que no había otro remedio para salvar al país, cuestión de
vida o muerte, excusa todo comentario […] La Nación entera
había clamado: ¡Basta! La Nación –sus estudiantes, sus partidos
políticos, sus soldados- han salido a la calle a terminar con esta
cosa trágica y bochornosa que se decía gobierno de la Argentina60.
Botana acababa de dar, seguramente, el paso más critica-
ble de su vida, del cual se arrepentirá pocos meses después,
cuando experimentará el cierre del diario, la cárcel y el exilio.
El 8 de setiembre Uriburu juró desde los balcones de la
Casa de Gobierno como presidente provisional y Enrique
Santamarina como vice: “Ante vosotros, soldados de nuestra
Patria, y ante el pueblo soberano, voy a prestar juramento. Juro
por Dios y por la Patria desempeñar con honor el cargo de
Presidente del Gobierno Provisional que he asumido por vues-
tra voluntad. Juro mantenerme solidario con el pueblo, con el
Ejército y con la Armada, y bregar por el restablecimiento de
las instituciones, por el imperio de la Constitución y por la
concordia y la unión de todos los argentinos. Si así no lo hiciere,
Dios y la Patria me lo demanden”.
Días después la Suprema Corte de Justicia reconoció al
nuevo gobierno. Santamarina renunció el 20 de octubre por
razones de salud, y su cargo no volvió a cubrirse.
Se ponía punto final a 14 años de gobierno radical
(Hipólito Yrigoyen 1916-1922, Marcelo T. de Alvear 1922-
1928 y nuevamente Hipólito Yrigoyen 1928-1930).
Las primeras medidas de la revolución setembrina fueron
la disolución del Congreso Nacional, la intervención de las
provincias y de las universidades nacionales. La declaración del

105
Estado de sitio y la aplicación de la Ley Marcial se acompaña-
ron de una fuerte represión que terminó con numerosos radi-
cales presos o en el exilio.
Los principales dirigentes del radicalismo antipersonalista
dieron su apoyo al nuevo gobierno mediante el manifiesto del
25 de setiembre firmado por Enrique Mosca, José C. Crotto y
Vicente Gallo.
El ex presidente Marcelo T. De Alvear desde París apoyó
inicialmente el golpe de Uriburu: Yrigoyen ha jugado con el país.
Socavó su propia estatua y deshizo al Partido Radical, lo que ex-
plica que los enemigos más encarnizados del jefe inepto sean los
verdaderos radicales [...] Los personalistas son como la hiedra pa-
rasitaria: partido el árbol por un rayo, la planta se seca y muere.
Los argentinos deben tener eterna gratitud a los hombres que en
un momento dado se jugaron para ponerse al frente de la reacción
y producir lo que era un anhelo general y casi unánime 61.
Nadie quería quedar al margen de saludos y loas al nuevo
gobierno.
Last Reason (seudónimo del periodista uruguayo Máxi-
mo Sáenz) sentenció en Crítica: “El pueblo de Buenos Aires
acaba de calzarse los guantes de cuatro onzas para noquear de
un solo derechazo a su opresor y a su cacique”. Carlos Gardel
grabó el 25 de setiembre de 1930 el tango ¡Viva la Patria!
con letra de Francisco García Jiménez y música de Anselmo
Aieta:
La niebla gris rasgó veloz el vuelo de un avión / y fue el
triunfal amanecer de la revolución . / Y como ayer el inmortal
mil ochocientos diez / salió a la calle el pueblo radiante de alti-
vez. / No era un extraño el opresor cual el de un siglo atrás, /
pero era el mismo el pabellón que quiso arrebatar. / Y al resguar-
dar la libertad del trágico malón, / la voz eterna y pura por las
calles resonó. / ¡Viva la patria y la gloria de ser libre! / ¡Viva la
patria que quisieron mancillar! / ¡Orgullosos de ser argentinos al
trazar nuestros nuevos destinos! / ¡Viva la patria, de rodillas en
su altar! [...]

106
La designación de los ministros de Uriburu trajo las prime-
ras sorpresas e interrogantes entre los enfervorizados participan-
tes de la revolución setembrina. Dos militares, el general Fran-
cisco Medina y el almirante Abel Renard ocuparon los ministe-
rios de Guerra y de Marina respectivamente. Poderosos empre-
sarios con intereses en bancos, aseguradoras, compañías petrole-
ras y frigoríficos ocuparon el resto de las carteras: Matías Sánchez
Sorondo en Interior, Ernesto Bosch en Relaciones Exteriores y
Culto, Enrique S. Pérez en Hacienda, Horacio Beccar Varela en
Agricultura y Octavio S. Pico en Obras Públicas.
Hipólito Yrigoyen quedó detenido en el Regimiento 7°
de Infantería de la Plata y luego fue trasladado al presidio de la
isla Martín García.
Los partidos que apoyaron el golpe -agrupados en la Fe-
deración Nacional Democrática (radicales antipersonalistas,
conservadores, socialistas independientes y grupos minorita-
rios)- comenzaron a tomar distancia de Uriburu luego de su
nuevo manifiesto, de fecha 1° de octubre que incluía reforma
constitucional y modificaciones a la Ley Sáenz Peña:
[…]Creemos que es necesario, interpretando aspiraciones he-
chas públicas desde hace largos años por parlamentarios, hombres
de gobierno, asociaciones representativas de grandes y diversos in-
tereses, que la Constitución sea reformada [...] Cuando los repre-
sentantes del pueblo dejen de ser meros representantes de comités
políticos y ocupen las bancas del Congreso obreros, ganaderos, agri-
cultores, profesionales, industriales, etc., la democracia habrá lle-
gado a ser entre nosotros algo más que una bella palabra62.
Los socialistas independientes De Tomaso y Pinedo, con-
testaron desde Crítica reivindicando la paternidad civil de la
revolución setembrina:
¿Quién que no sea un loco ha podido suponer ni durante
un minuto que estaba en las facultades del gobierno provisional
modificar, por sí, la Constitución Nacional y la Ley Sáenz Peña
o convocar, por sí, a la elección de una asamblea constituyente?
Si alguien lo ha supuesto o creído posible, querría decir que en
la República Argentina hay todavía personas que padecen, polí-
ticamente hablando, de desvarío mental. [...] Si éstas son las

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nuevas ideas que el partido nacional, cuya formación será grata
al gobierno provisional, inscribiría al frente de su programa, me
atrevo a hacer un seguro vaticinio: ese partido morirá en estado
de feto63.

Entre tanto la madre de Salvadora -Teresa Onrubia de


Medina- falleció en la localidad de Enrique Carbó (Provincia
de Entre Ríos) el 23 de setiembre de 1930.
El 12 de octubre Natalio Botana fue homenajeado en el
Pabellón de las Rosas de la Avenida Alvear (hoy Libertador
San Martín) por su participación en la revolución setembrina.
El senador por Jujuy, Benjamín Villafañe, fue uno de los ora-
dores:
[...] Pero su gesto, al lanzarse sin pestañear a la lucha contra
el farsante que ultrajaba la patria, sin medir las consecuencias de
lo que podría venir, arriesgando en la partida tranquilidad, vida
e intereses y hasta el porvenir de sus hijos, me dieron la sensación
de encontrarme en presencia de un gran patriota, de un espíritu
de aquellos que son capaces de jugarse enteros en una corazonada
por la amistad, por la justicia, por el bien, por la patria.
El líder del Partido Conservador Rodolfo Moreno tam-
bién se refirió a Botana y a Crítica:
[…]Dentro de Crítica estaba el hombre, el fundador, el que
orientaba su dirección, el que daba sus rumbos, el que jugaba en
la partida su persona, su patrimonio, su presente y su porvenir. Y
era ese hombre, un hijo de sus obras sin pergaminos ni mirajes
aristocráticos, un muchacho salido de filas del pueblo que no ha
dado la espalda a su origen y que por eso sabe alegrarse, sentir y
llorar con aquél, compartiendo goces y sufrimientos64.
La represión se hizo cada vez más intensa y a fines de 1930
ya se contaban por varios los fusilamientos. Joaquín Penina,
un joven anarquista catalán en Rosario, José Gatti y Gregorio
Galeano en La Plata, Pedro Icazatti en Mendoza.
Los primeros días de febrero de 1931 fueron ejecutados
en la Penitenciaría Nacional los anarquistas expropiadores
Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó. Salvadora Medina
Onrubia, fiel a sus amigos libertarios, llevó a América Scarfó -

108
hermana de Paulino y última compañera de Di Giovanni- a
trabajar a Crítica y la hizo su secretaria.
El fracaso de la Federación Nacional Democrática se evi-
denció hacia finales de 1930. La presión de los partidos
federados, el Ejército (en especial el sector justista) y los prin-
cipales órganos de prensa, encabezados por Crítica, acorrala-
ron al gobierno forzándolo a intentar una salida electoral. El
ministro del Interior, Sánchez Sorondo, pretendió utilizar la
ocasión para realizar un eventual plebiscito de la gestión de
Uriburu. Fue uno de sus mayores errores. El fracaso de su plan
le costó el cargo y significó el principio del fin de la era Uriburu.
La estrategia electoral se iniciaría el 5 de abril de 1931 en la
Provincia de Buenos Aires y luego proseguiría en Santa Fe,
Corrientes y Córdoba.
Los conservadores agrupados en el Partido Demócrata Na-
cional designaron a dos clásicos representantes del régimen te-
rrateniente: Antonio Santamarina y Celedonio Pereda (h).
La Convención de la U.C.R., reunida en la ciudad de La
Plata y luego de recibir la opinión de su líder, preso en Martín
García, decidió acudir a los comicios con la fórmula Honorio
Pueyrredón, ex canciller de Yrigoyen, y Mario Guido, ex presi-
dente de la Cámara de Diputados. En su lista de legisladores se
incorporaron Crisólogo Larralde y Ricardo Balbín.
El Partido Socialista terció en la elección con sus candida-
tos Nicolás Repetto y Teodoro Bronzini.
Los resultados no pudieron ser más desastrosos para los
planes de Uriburu y de su ministro Sánchez Sorondo. La U.C.R.
triunfó por más de 30.000 votos sobre los candidatos del Par-
tido Demócrata Nacional. El 8 de mayo el gobierno suspendió
la convocatoria al Colegio Electoral y las elecciones se anula-
ron con el argumento de irregularidades producidas. Uriburu,
obligado, anunció elecciones generales en seis meses. El 16 de
abril de 1931, tras los resultados electorales en la Provincia de
Buenos Aires, renunció Sánchez Sorondo. También se alejaron
los ministros Padilla, Pérez, Beccar Varela y Renard. El inge-
niero Octavio Pico asumió en Interior y las otras vacantes se
cubrieron con Enrique Uriburu en Hacienda, Guillermo Rothe

109
en Justicia e Instrucción Pública, David Arias en Agricultura,
Pablo Calatayud en Obras Públicas y el contralmirante Carlos
Daireaux en Marina.
Los enfrentamientos entre Crítica y el gobierno fueron
cada vez mayores. El último decreto que firmó Sánchez Sorondo
antes de su renuncia fue la clausura del diario por cuarenta y
ocho horas el 16 de abril de 1931:
[…]Esta medida se funda en el hecho de haber dado a publi-
cidad en la 5ª edición de ayer noticias manifiestamente falsas que
han producido desconcierto en la opinión pública, no obstante
haber sido notificado el señor director de dicho periódico por el
señor subprefecto general de Policía que debía abstenerse de pro-
palar rumores sin fundamentos, y a pesar de tener destacado en la
Casa de Gobierno el mismo diario un repórter especial encargado
de recoger noticias65.
El artículo causante del cierre transitorio del diario fue
escrito, el 15 de abril, por Antonio de Tomaso, líder de los
socialistas independientes y uno de los cabecillas civiles del
golpe del 7 de setiembre:
La elección habría sido perdida -y bochornosamente perdi-
da- por el partido que, olvidando sus compromisos públicos, sus
obligaciones para con el país y los anhelos visibles del pueblo, ases-
tó una puñalada mortal a la Federación Nacional Democrática.
Y decimos bochornosamente perdida, porque los radicales han acep-
tado el acto comicial en condiciones externas de desventaja visi-
ble, mientras que los conservadores han tenido a su favor la in-
fluencia de toda la maquinaria oficial y la libertad plena de su
propaganda [...] La Revolución no se hizo para entregar el país a
las derechas, que en muchas zonas del territorio, no tienen arraigo
electoral ninguno. Se hizo para reconstruir los poderes con eleccio-
nes libres, en las cuales no hubiera hijos y entenados, sino ciuda-
danos y partidos con iguales derechos y garantías66.
El diario oficialista La Fronda dirigido por el primo de
von Pepe, Francisco Uriburu, celebró la clausura de Crítica y lo
atacó ferozmente:
[…]La impúdica y desenfrenada campaña del órgano oficial
del hampa, siempre tendencioso y falaz; interesado en difamar

110
honras ajenas; explorador de una escuela de cínico libertinaje pe-
riodístico. Crítica -no hay metáfora en esto- es un elemento cance-
roso en el periodismo de Buenos Aires67.
El 25 de abril de 1931 Marcelo T. de Alvear regresó a Ar-
gentina e intentó reunir a personalistas y antipersonalistas. Un
alzamiento de militares yrigoyenistas, encabezado por el te-
niente coronel Gregorio Pomar, determinó nuevas detencio-
nes de dirigentes políticos opositores. Alvear fue obligado a
exiliarse en Río de Janeiro.

111
112
Natalio Botana
Salvadora Medina Onrubia

Félix R. Botana Espárrago (“Memé”)


Diario La Protesta, Buenos Aires, 5 de febrero de 1914. Primer artículo
firmado por Salvadora: Periodismo. Fuente: International Institute of Social
History (Amsterdam).
Nueva sede de Crítica en Avenida de Mayo 1333. Sección Talleres.
Junto a Natalio Botana -entre otros- Raúl González Tuñón, Conrado
Nalé Roxlo, Carlos de la Púa, Eduardo Bedoya y Alberto Cordone.

Diario Crítica, Buenos Aires, 6 de setiembre de


1930. 6ª Edición. Fuente: Cedinci.
Diario Crítica, Buenos Aires, 6 de
setiembre de 1930. Edición extra.

Diario Crítica Libre, París, Año I, Número


1, 30 de mayo de 1931. Fuente: Biblioteca
Nacional de Francia.
Helvio I. Botana.
Georgina N. Botana.

Simón Radowitzky en el momento de su libera-


ción de la Cárcel de Ushuaia (abril de 1930).
Diario Tribuna Libre, Buenos Aires, 4 de julio de 1931. Fuente: Cedinci.
INTENTONA GOLPISTA EN CHILE
APOYO DE NATALIO BOTANA

Si no te equivocas de vez en cuando, quiere


decir que no estás aprovechando todas las
oportunidades.
Woody Allen

En julio de 1927 asumió la primera magistratura de Chile


el coronel Carlos Ibáñez del Campo. Desde ese momento el ex
presidente Arturo Alessandri Palma (1920-1925) supo que muy
pronto debería partir al exilio. El 24 de octubre de 1927 llegó
a Buenos Aires acompañado de su ministro de Relaciones Ex-
teriores Ernesto Barros Jarpa y del director de El Diario Ilus-
trado Luis Alberto Cariola.
La prensa de la capital argentina recibió con entusiasmo a
los exiliados. Natalio Botana inició una larga y cálida amistad
con Alessandri y cedió las páginas de Crítica a Galvarino Ga-
llardo Nieto, ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores
del ex presidente. Gallardo había sido redactor de dos de los
diarios más importantes de Santiago, El Ferrocarril y El Mercu-
rio. A partir de ese momento, Crítica se transformó en tenaz
enemigo de la dictadura de Ibáñez en Chile. A su vez el diario
de Botana se aseguró noticias de primera mano acerca de la
compleja situación en el país trasandino. El Comité Revolu-
cionario en Argentina quedó constituido por Horacio Hevia,
Pedro León Ugalde, Carlos Vicuña Fuentes, Luis Salas Romo
y Galvarino Gallardo Nieto.
Alessandri -poco después- se instaló en París, que pasó a
ser el centro de actividades conspirativas de los exiliados chile-
nos. Lo acompañaron Gustavo Ross Santa María, Agustín
Edwards Mac-Clure y Eugenio Matte.
El 17 de enero de 1928 Alessandri se reunió, en el norte
de Francia en la ciudad de Calais (Pacto de Calais), con los

113
militares encargados de la conjura: el general retirado Enrique
Bravo, el coronel Marmaduke Grove (agregado militar en Pa-
rís) y el mayor Carlos Millán.
Bravo y Grove se trasladaron a Buenos Aires y junto al Co-
mité Revolucionario acordaron el plan subversivo. No demora-
ron en surgir rumores de enfrentamiento armado entre Argenti-
na y Chile. El embajador trasandino en Buenos Aires -José Fran-
cisco Urrejola Menchaca- pidió al presidente Yrigoyen, al mi-
nistro de Relaciones Exteriores, Horacio Oyhanarte, y al minis-
tro del Interior, Elpidio González, que mantuvieran una estre-
cha vigilancia sobre los conspiradores chilenos. González se re-
unió con Bravo y Grove y les transmitió que no se aceptarían
actividades subversivas en contra del gobierno chileno y que se
mantendría estricto control policial sobre sus movimientos en
Buenos Aires.
Crítica reaccionó frente a estas medidas y el 6 de junio de
1930 replicó:
Consideradas desde un punto de vista local, estas actividades
del Ministro del Interior resultan francamente extrañas a sus fun-
ciones y carecen de explicación lógica. El capitán Elpidio no tiene
derecho, aunque lo mande Yrigoyen, a poner trabas a la libertad
de quienes están bajo el amparo de la Constitución y de la tradi-
ción histórica a que aludimos.
El 8 de agosto uno de los títulos principales del diario
señaló: El derecho de asilo debe ser sagrado en la Argentina.
La caída de Yrigoyen y el triunfo de la revolución encabe-
zada por Uriburu cambiaron la situación de los exiliados chile-
nos, quienes aceleraron sus proyectos conspirativos. Basados
en promesas, esperaban que la guarnición de Concepción se
plegara al movimiento revolucionario, lo cual permitiría sen-
tar las bases de un gobierno que derrocaría al de Santiago.
El 10 de setiembre de 1930 Botana adquirió a la firma
José Roger Balet un Fokker trimotor (el avión rojo) en la suma
de 75.000 pesos, pagó 35.000 al contado y se comprometió a
saldar en sesenta días. El dinero fue reunido por emigrados
chilenos residentes en Europa.

114
El Fokker partió el 20 de setiembre desde el aeropuerto
de Morón con destino a Concepción llevando a Enrique Bra-
vo, Marmaduke Grove, Luis Salas Romo, Pedro León Ugalde,
Carlos Vicuña Fuentes y José Luis Sánchez Pizarro. Pernocta-
ron en San Rafael y al otro día llegaron a Concepción. La aco-
gida en el ámbito militar fue un fracaso y el complot resultó
abortado. Vicuña Fuentes -poco después- relató los hechos
acontecidos en Concepción:
Eran las cuatro de la tarde. Una hora larga estuvimos bota-
dos en el campo, a la vera de un camino particular, esperando un
auto que habíamos mandado buscar. Ni el auto venía ni nadie se
aparecía. Nuestros amigos del Ejército no daban señales de vida.
Según el convenio, ellos deberían estar alzados en armas en el
momento de nuestra llegada, y un piquete de caballería debería
recibir al avión, presentar armas al general Bravo y escoltarlo has-
ta la ciudad. No se veía un alma y solo un silencio desolado había
a nuestro alrededor. Fue un primer desengaño doloroso para el
general Bravo: el comandante de la unidad militar que debía
mandar el piquete de caballería había flaqueado a última hora y
se había escondido como un cobarde. Fue imposible encontrarlo
durante toda la tragedia68.
La participación -indirecta- de Botana en los acontecimien-
tos, no dejó dudas a los historiadores de estos hechos:
Botana, metido con todo el cuerpo en la conspiración, publi-
có en primera página de Crítica una información con un título a
seis columnas que sacudió sin duda la curiosidad del público por-
teño y que le significó, tal vez, la venta de muchos miles de ejem-
plares de su diario, con lo que el astuto aventurero se compensaba
de todos sus sacrificios69.
Crítica, de fecha 22 de setiembre, tituló en su primera
página: Solo hay noticias oficiales de la revolución en la Repúbli-
ca de Chile. Desterrados chilenos perseguidos por Yrigoyen son los
revolucionarios.
El general Uriburu recibió con júbilo el fracaso de la ope-
ración y felicitó al gobierno de Ibáñez del Campo. El embaja-
dor de Chile en Buenos Aires insistió en la campaña
desestabilizadora llevada adelante por Crítica y en la participa-

115
ción directa de Botana en la adquisición del avión que trasladó
a los revolucionarios hasta Concepción. Esto significó el pri-
mer gran choque entre el diario y la revolución que derrocó a
Yrigoyen.
Los revolucionarios chilenos fueron confinados en la isla
de Pascua. En febrero de 1931 huyeron hacia Papeete en una
goleta solventada por exiliados chilenos en París. Dos meses
más tarde desembarcaban en costas francesas.
El 10 de marzo Crítica dio la noticia -Alessandri se la ha-
bía comunicado a Edmundo Guibourg, corresponsal del dia-
rio en París- de la fuga de la isla de Pascua. El 19 de marzo
Crítica reprodujo el cable que los fugados enviaron a Botana
desde Papeete.
Poco tiempo después Marmaduke Grove Vallejo -figura
trascendente de la historia política chilena- sería protagonista
de un nuevo golpe de Estado. El 4 de junio de 1932, junto a
Carlos Dávila, Arturo Puga y Eugenio Matte derrocaron al pre-
sidente Juan Esteban Montero e instauraron la República So-
cialista de Chile de efímera duración (doce días). Grove fue
candidato presidencial en las elecciones de octubre de 1932,
alcanzando el segundo lugar detrás de Arturo Alessandri. En
1933 fue fundador del Partido Socialista de Chile. Su herma-
no, Jorge Grove Vallejo inició al futuro presidente Salvador
Allende Gossens en la masonería (año 1935). Su otro herma-
no, Eduardo Grove Vallejo se casó en 1928 con Inés Allende
Gossens.

116
CIERRE DE CRÍTICA Y CÁRCEL
PARA NATALIO Y SALVADORA

Los deberes que impone la prensa son muy arduos.


Al contraerlos es preciso resignarse a los disgustos y sin-
sabores inherentes a su cumplimiento.
Juan C. Gómez (1853)

Continuando con su prédica opositora, y a pesar de las


advertencias recibidas, Crítica impugnó y censuró la Conven-
ción Demócrata de Córdoba en especial la participación de
Carlos Ibarguren Uriburu, interventor de la provincia y primo
del presidente. Ibarguren, ideólogo del corporativismo, soste-
nía la necesidad de la reforma constitucional y la modificación
de la Ley Sáenz Peña. El 5 de mayo de 1931 Crítica escribió:
Para combatir estos males del personalismo, del centralismo y de
la oligarquía, lo que después de 1916 se trocó en demagogia, es
indispensable realizar las reformas institucionales que constituyen
uno de los anhelos de la revolución del 6 de setiembre.
En la madrugada del 6 de mayo de 1931 clausuraron los
talleres de Crítica y sus principales responsables fueron encar-
celados. Natalio y Salvadora fueron detenidos en su casa de
Olivos. Botana fue trasladado en primera instancia a Orden
Político y luego a la Penitenciaría Nacional. Su esposa fue con-
finada en El Asilo San Miguel regenteado por la congregación
del Buen Pastor. Allí los interrogó el temido Polo Lugones.
Leopoldo Polo Lugones (1897-1971), único hijo del es-
critor Leopoldo Lugones y de Juana González, funcionario del
Poder Judicial fue -durante el gobierno de Alvear- director del
Reformatorio de Menores de Olivera (Luján). Allí le sometie-
ron a proceso por corrupción y violación de internados. Su
padre intercedió ante Hipólito Yrigoyen para no dañar el ho-
nor de la familia. Luego del golpe de setiembre de 1930,

117
Uriburu lo designó como comisario inspector a cargo de la
sección Orden Político de la Policía Federal. El subjefe era David
Uriburu, sobrino del presidente. Polo Lugones pasaría luego a
la historia como el iniciador de la picana eléctrica y otras for-
mas de tortura en Argentina.
Junto a Natalio y Salvadora fueron detenidos y encarcela-
dos Félix Botana (hermano de Natalio), Emiliano Crosa (pri-
mo de Natalio), Pedro Scapusio y Eduardo Bedoya.
Los socialistas independientes -en editorial escrito por An-
tonio de Tomaso en el diario Libertad el 7 de mayo- dieron a
conocer su repudio por las detenciones:
¡VIVA CRÍTICA! En la madrugada de ayer ha sido clausu-
rado nuevamente nuestro colega Crítica. Su director, Natalio Bo-
tana, y su esposa, fueron detenidos en su quinta de Olivos, mien-
tras dormían, y conducidos a la Capital. También fue detenido el
redactor principal, señor Cordone, y el jefe de máquinas, señor
Barrera. Estos dos últimos están alojados en la Penitenciaría. Ayer
a la tarde no se sabía, a pesar de las gestiones que hicieron los
redactores del diario y amigos personales del señor Botana, dónde
se encontraban alojados éste y la esposa. Anoche, después de tena-
ces investigaciones, no habíase conseguido aclarar el misterio. ¿El
señor Botana se hallaba en la penitenciaría o en un buque de la
Armada? La señora no estaba en el Departamento de Policía ni en
la Penitenciaría. ¿Qué había ocurrido para explicar tales desma-
nes? Crítica había publicado el día anterior, en forma llamativa,
la lista de cargos justificados que el Partido Demócrata de Córdo-
ba lanzó contra el interventor Ibarguren, primo del general
Uriburu. Es cierto que esos mismos cargos han sido publicados por
los demás órganos de prensa de esta ciudad y de Córdoba, porque
se trata de una información política. Pero Crítica circula
profusamente en la masa, llega al corazón mismo del pueblo obre-
ro y campesino, penetra en el rincón más humilde. Y ese es su
delito, su enorme delito. [...] Nosotros, que no somos nada más
que humilde voz civil y republicana; nosotros, no tenemos espada
al cinto, ni soldados obligados a la obediencia ni ametralladoras
ocasionales; nosotros, sólo disponemos de una pluma modesta y de
una palabra civil y que la seguiremos teniendo cuando no estén en

118
la Casa Rosada los que ahora están; nosotros, que podemos ser
reducidos a prisión en cualquier momento, pero que aún detrás de
las rejas o en la desolada Ushuaia seremos, siempre, una concien-
cia que no cede ni se intimida, alumbrada por la luz de convic-
ciones constitucionales más fuertes que el sable de cualquier domi-
nador provisorio y fugaz, gritamos, en presencia del atentado, lo
que ayer ha sentido el pueblo; lo que gritará hoy y lo que gritará
mañana bajo los balcones de la Casa Rosada: Crítica ha sido con-
denada al silencio ¡VIVA CRÍTICA!70.
Ese mismo día La Fronda apoyó sin ambages el cierre del
vespertino y no escatimó en pullas a su director: Con la clausu-
ra definitiva de Crítica se pone fin a un proceso de progresivo
encanallamiento de la conciencia pública, tanto más deplorable
cuanto que fue dirigida con máxima audacia por un extranjero
suficientemente conocido en el mundo del hampa.
La prensa montevideana comentó los acontecimientos. El
diario El País, del 7 de mayo de 1931 en su página 5, adelantó
el probable exilio de Natalio Botana que se concretará, recién,
luego de cien días de reclusión. Luego de un sugestivo título,
aprovechó para criticar a Botana por su apoyo, inicial, a la re-
volución de Uriburu, la adopción de la ciudadanía argentina y
supuestos desplantes hacia Uruguay, en especial desde su cargo
como presidente de la Asociación Argentina de Football:
Será deportado el Director de Crítica
El popular diario bonaerense ha sido clausurado por el go-
bierno provisorio
¿Quo Vadis, Dómine?
Un breve despacho telegráfico de Buenos Aires, nos trae en
forma lacónica, lo estrictamente elocuente, como lo permite la cen-
sura de nuestros vecinos, la noticia de que el gobierno provisional
ha dispuesto la clausura del popular diario Crítica aduciendo que
esa medida se imponía por razones de orden público. No se seña-
lan en esa información las causas inmediatas de esa resolución de
extrema severidad, callando también otra medida no menos seve-
ra. En efecto; no sólo la sanción es la clausura, sino que también
llega a afectar a su director y propietario el señor Natalio Botana,
quien, según otras informaciones no oficiales, pero no menos cier-

119
tas, dicen que se encuentra detenido en el Departamento de Poli-
cía, en compañía de su esposa.
¡Cruel destino el de Don Natalio Botana! El paladín aparen-
te de la revolución, cuyos héroes ahora lo repudian como el ele-
mento más pernicioso para la consolidación de sus ideales de go-
bierno.
El Señor Botana podrá salir de la prisión, si se decide a aban-
donar la Argentina. Así se lo han manifestado las autoridades al
Señor Botana, y éste ha optado por el destierro. Pero, resulta que
el ex director de Crítica, no sabe dónde ir.
Chile, con la dictadura de Ibáñez, no es tierra propicia para
quien ha puesto su diario en franca ofensiva al régimen chileno.
El Uruguay, ni que pensar en él. Aquí el pueblo no se ha olvidado
tan fácilmente de la extraña actitud del uruguayo que calumnió a
su patria, sólo para halagar las pasiones por él encendidas, de otro
pueblo, enardeciéndolas de continuo contra sus compatriotas, so-
bre todo en los campeonatos de football. Y Botana tendrá que re-
fugiarse en el Brasil, pero como no podrá allí desplegar sus conoci-
das actividades de periodista a la manera conocida, no es proba-
ble que sea la tierra elegida. ¿Adónde irá el director de Crítica?
El encarcelamiento del director de uno de los diarios más
importantes de Buenos Aires -puntal del golpe de Estado del 6
de setiembre- junto al de su esposa, escritora muy conocida,
conmocionó a la opinión pública bonaerense. Un grupo de
escritores y artistas liderados por Emilia Bertolé, Cayetano
Córdova Iturburu y Carlos Alberto Leumann presentaron un
petitorio al presidente del gobierno provisional. La carta fe-
chada el 8 de junio de 1931 fue presentada -mientras se reca-
baba la firma de los interesados- recién el 4 de julio. Se publicó
en Tribuna Libre (4 de julio), en La Nación (5 de julio) y en el
Diario Socialista Independiente (5 de julio):
Los escritores argentinos, que abajo firmamos, desconociendo
el término fijado a la prisión que sufre -por orden del Superior
Gobierno- nuestra colega, la escritora doña Salvadora Medina
Onrubia de Botana, nos dirigimos al Excmo. Señor Presidente
para solicitarle que, en ejercicio de los derechos que le acuerda su
carácter de Jefe del Estado, disponga su libertad o destierro en caso

120
que su libertad no sea factible. Aducimos en favor de nuestro pe-
dido de gracia -seguros de no acudir en vano a la magnanimidad
del Excmo. Señor Presidente- la triple condición de madre, de mujer
y de artista que la hace acreedora a consideraciones especiales. La
ruda prueba que significa la separación de sus hijos durante un
período de tiempo que la incertidumbre de su duración torna más
dolorosa y el aislamiento en la atmósfera penosa de una cárcel
constituyen, Señor Presidente, un castigo particularmente duro para
una naturaleza que a la debilidad propia de su sexo une un tem-
peramento que se sabe sensible, nervioso y excitable.
Es en virtud de estas circunstancias -sobre las cuales conside-
ramos innecesario insistir ante S.E.- que nos permitimos solicitar-
le gracia para la escritora detenida, en nombre de lo que puede
significar para el país nuestra consagración a actividades destina-
das a su engrandecimiento y de tan escasas compensaciones para
nosotros.
Saludan al Excmo. Señor Presidente con nuestra más alta
consideración:
Emilia Bertolé, Alberto Gerchunoff, Córdova Iturburu, Ni-
colás Coronado, Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni, Álvaro Melián
Lafinur, Enrique Méndez Calzada, Eduardo Mallea, Horacio
Quiroga, Arturo Mom, Carlos Alberto Leumann, Arturo
Capdevila, Conrado Nalé Roxlo, María Rosa Oliver, Ulyses Petit
de Murat […].
La misiva fue considerada timorata y sumisa por algunos
renombrados políticos y escritores que criticaron el
emprendimiento, entre ellos el Dr. Alfredo Palacios y los di-
rectores de la revista Nosotros, Roberto Giusti y Alfredo Bianchi.
Tal controversia ameritó una contestación de Córdova Iturburu
a Alfredo Palacios que se publicó en La Vanguardia de fecha 20
de julio de 1931:
[…] Su desdén, su censura o su acusación de timidez por la
utilización de esos términos, me demuestran que Ud. no se ha
hecho cargo del verdadero sentido de la situación y de la nota.
Nuestro propósito primordial era más humilde y humano que
el de adoptar una actitud o exhibir un desplante en nombre de
tales o cuales principios.

121
Sólo queríamos la libertad de nuestra colega y como no
pedíamos nada para nosotros, personalmente, poco nos impor-
taba compromisos ante la opinión pública con tal de asegurar
mayores posibilidades de éxito a la gestión que iniciábamos. Es
fácil comprender que una nota arrogante no era lo oportuno
[…]
Insisto no obstante, en acusar a usted de ligereza de juicio en
nombre de los firmantes aunque no en nombre del resto de los
escritores argentinos a los que usted, a su turno, acusa pálidamen-
te de timidez. […]
Sentado esto agrego mi protesta a la protesta suya por la pri-
sión que sufre Salvadora Medina Onrubia, la que constituye, a
mi criterio, una injusticia y una crueldad inútil71.
Enterada de la petición de los intelectuales argentinos,
Salvadora rechazó la solicitud de libertad en una valiente epís-
tola que dirigió -el 5 de julio de 1931 desde la Cárcel del Buen
Pastor- a Uriburu, en la que evidenció sus reservas morales y
sus principios teosóficos:
Acabo de enterarme del petitorio presentado al Gobierno Pro-
visional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis com-
pañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor
moral que han demostrado -en este momento de cobardía colecti-
va-, al atreverse, por mi piedad, a descifrar sus tonantes iras de
Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido. Magnani-
midad implica perdón de una falta y yo ni recuerdo faltas, ni
necesito magnanimidades.
Señor General Uriburu: yo sé sufrir con serenidad y con inte-
ligencia. Y desde ya lo autorizo a que se ensañe conmigo si eso le
hace sentirse más general y más presidente. […] Soporto con todo
mi dolor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede
azotarse a una mujer pura, y me siento por ello como ennoblecida
y dignificada [...]
En este innoble rincón donde su fantasía me ha encerrado me
siento más grande y más fuerte que usted, que desde la silla donde
los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas ener-
gías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar
e infamar a una mujer ante los ojos de sus hijos y eso que tengo la

122
vaga sospecha de que usted debió salir de algún hogar y debió
también tener una madre.
General Uriburu: guárdese sus magnanimidades junto a sus
iras y sienta cómo, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara
con todo mi desprecio.
Salvadora Medina Onrubia72.
Como forma de salvaguardar la propiedad, las acciones de
Crítica pasaron a manos de Federico Pinedo y el directorio de
la Sociedad Poligráfica Argentina (editora del periódico) que-
dó integrado por el general Agustín Pedro Justo -amigo de
Botana y padrino de su hijo Helvio- Antonio de Tomaso y Fe-
derico Pinedo.
A partir del 8 de agosto de 1931 se editó el diario Jornada:
Diario de Buenos Aires para toda la República, con las mismas
características de Crítica pero evitando la confrontación polí-
tica. Su director fue Alberto Cordone, hombre de confianza
de Botana. Sin embargo durante el mes de setiembre y luego
de un fuerte enfrentamiento con Pinedo, Cordone abandonó
el diario pasándose a Noticias Gráficas, emprendimiento de
Jorge Mitre (La Nación) intentando cubrir los espacios deja-
dos por Crítica. Junto con Cordone dejaron Jornada un núme-
ro importante de redactores de Crítica. Esto significó un ver-
dadero cisma que afectó a Botana y repercutió meses después
en la reaparición del vespertino. Dentro de los periodistas que
migraron -acompañando a Cordone- a Noticias Gráficas se des-
tacaban: Enrique González Tuñón, Nicolás Olivari, Oscar
Lanata, Sixto Pondal Ríos, Last Reason y Santiago Ganduglia.
Enrique Noriega asumió la dirección de Jornada. Camino a las
elecciones de noviembre de 1931 los dos grupos periodísticos
volvieron a enfrentarse, mientras Jornada apoyó a la Concor-
dancia del general Agustín Pedro Justo, Noticias Gráficas res-
paldó la candidatura de Lisandro de la Torre. En este clímax de
confrontación apareció en Jornada del 12 de enero de 1932 el
siguiente artículo:
Desenmascaramos a los traidores al servicio de Jorge Mitre
Es necesaria esta modesta contribución a la historia de cier-
tos periodistas, para que la verdad resplandezca. Porque en este

123
episodio de la gente que ha huido de Crítica sí que se puede decir
que todo lo que ha relucido no es oro y que los que se fueron no
eran justamente ni los más ni los mejores [...] Se trata de adjudi-
car, poco menos, todo ese proceso del engrandecimiento de Crítica
a Cordone y a los que con él se han ido [...] Es necesario poner
punto final a la leyenda. Crítica fue lo que fue antes de que se
supiera que el señor Cordone existía. El señor Cordone y su Klan
no han sido otra cosa que una circunstancia. Como lo somos todos
nosotros, también, en el curso ascendente, lógico, natural e inevi-
table de Crítica. Porque lo fundamental se sintetiza en esta ver-
dad sencilla y lapidaria a la vez. Traicionaron a Crítica en el
momento de prueba, cuando Botana y otros estábamos en la cár-
cel, como todo el país conoce.
El matrimonio Botana permaneció cien días en prisión,
entre el 6 de mayo y el 15 de agosto en que prosperó un recur-
so de hábeas corpus para abandonar el país. En primera instan-
cia se trasladaron a Montevideo.
El diario montevideano Tribuna Popular, del lunes 17 de
agosto de 1931, comentó la situación de los expatriados con
marcada agresividad hacia Botana enrostrándole la adopción
de la ciudadanía argentina y su apoyo inicial a la revolución
que ahora lo arrojaba de Argentina:
El hijo pródigo de regreso
Natalio Botana es nuestro huésped desde ayer. El hijo pródi-
go vuelve a la casa, después de verse derrotado. Seamos indulgen-
tes con el vencido. Perdonemos sus deudas de la víspera, ya que se
acoge al Pabellón Nacional que ayer salivara por los treinta mise-
rables dineros de la apostasía.
Hemos tolerado pasivamente la ola inmigratoria de ladro-
nes, asaltantes, bandoleros y malhechores que nos expidió la tira-
nía de Uriburu; sería poco honroso para nosotros negarle entrada
al país a un ciudadano uruguayo, llámese o no, el mismo, Natalio
Botana.
A esta hora ya estará más que arrepentido de sus maquina-
ciones contra la patria nativa, como estará mil veces arrepentido
de conspirar contra el gobierno legal de Yrigoyen, al servicio de
Uriburu.

124
Es el hijo pródigo que regresa al hogar paterno vestido de
andrajos morales. Enseñémosle de nuevo a ser uruguayo, que hace
muchas décadas que él no cultiva nuestra civilización.
[…] Una sola cosa hay que lamentar en el regreso de Natalio
Botana a la patria, es que venga expulsado por un tirano. Por-
que en verdad hay medidas punitivas que honran a quienes las
soportan.
Y después dicen que entre bueyes no hay cornadas.
La estadía en Montevideo fue breve. En pocos días partie-
ron hacia España.
La familia Botana llegó al puerto de Vigo el 1º de setiem-
bre de 1931. Los principales diarios de España les dieron la
bienvenida. El Heraldo de Madrid del martes 8 de setiembre
bajo la pluma del abogado, periodista, escritor y político
Rodrigo Soriano -exiliado en Uruguay (1927-1931)- saludó a
Botana:
Ilustre Huésped
En el vapor “Massilia”, llegado a Vigo, viene como pasajero
perseguido aquel ilustre periodista, palanca y eje de la moderna
prensa argentina, director de Crítica, el gran diario bonaerense,
Natalio Botana.
Aunque admirado de muchos españoles, quizá sea nuevo su
nombre para algunos, pues la dictadura de Primo de Rivera y la
dictadura de Berenguer, por Natalio Botana tan combatidas, pro-
curaron silenciar su nombre y sus campañas impidiendo la entra-
da de Crítica en la envilecida y amordazada España.
Somos unos cuantos españoles, los que vivimos y combatimos
a su lado, quienes podemos hablar de sus magníficos esfuerzos en
pro de la nueva España. […]
Desde que Primo de Rivera asaltó el poder Crítica fue su
enemigo declarado. Crítica y su inmenso poder fueron torre com-
batiente contra el poder tirano. Perdiendo Botana cientos de miles
de pesos, al negarle los monárquicos españoles sus anuncios, la
caterva asalariada de fascistas que dirigía ¡oh asombro! el actual
subsecretario de Estado, sacrificándolo todo, Botana pasó los sie-
te años de la dictadura día por día en tenaz y terrible combate
contra el general audaz del golpe de Estado. Nadie hizo más que

125
él en América en honor de la nueva España. Y los que trabaja-
mos a su lado contra la dictadura sabemos bien lo que a este
hombre se debe.
La dictadura de Uriburu, caricatura de Primo de Rivera,
suspendió Crítica, su temible enemigo, encarceló a Botana y a su
esposa.
Hace pocos días salieron de la prisión y ahora llegan a Espa-
ña los desterrados ilustres.
Al desembarcar en Vigo la nueva República Española les sa-
ludará con efusivo abrazo, ya que tanto les debe.
Crítica, hermana de España, entrará en nuestra patria como
torrente de la nueva vida que une a España con América, emba-
jadora ilustre de la nueva unión de la República Argentina y la
República Española.
Poco después Natalio Botana redactó -en El Heraldo de
Madrid- una serie de artículos de denuncia acerca de la dicta-
dura imperante en Argentina. El primero de ellos apareció el
sábado 12 de setiembre:
Un dictador en la Argentina
No creo en el viejo postulado patriótico de que es preciso ocul-
tar las lacras del propio país
Índice sintético del primer año de dictadura
Me propongo hacer una exposición puramente objetiva de lo
que pasa en mi país. No es necesario poner pasión ni salirse de la
realidad para ofrecer al pueblo español un panorama claro de la
tiranía.
España ya conoce la eficacia de estos gobiernos providencia-
les. Lo ha experimentado en carne propia. Y la sucesión del poder
despótico empieza en Mussolini, se deforma en Primo de Rivera y
se caricaturiza en Uriburu.
He acogido jubilosamente la hospitalidad del Heraldo. No
creo en aquel postulado del viejo patrioterismo que obligaba a
ocultar en el extranjero las lacras del propio país. Tampoco lo en-
tendieron así aquellos españoles que desde Buenos Aires pusieron
en descubierto al dictador español.
[…] Orden Político actúa dentro de la misma Policía, pero
manejado directamente por el dictador Uriburu, y tiene en sus

126
manos, para aplicarla discrecionalmente, toda la fuerza brutal de
la tiranía.
Sobre esta organización terrorista, que emplea como método
habitual los más refinados tormentos medioevales, versará mi próxi-
mo artículo.
A fines de 1931 la familia Botana regresó a Uruguay y
aguardó los resultados de las elecciones argentinas que lleva-
ron a la Presidencia de la República al general Agustín Pedro
Justo.
Luego del desastre electoral del 5 de abril con el fracaso
del proyecto Uriburu, no le quedó más margen al gobierno
que llamar a elecciones nacionales para el 8 de noviembre de
1931.
Los seguidores de la revolución setembrina -Partido De-
mócrata Nacional (P.D.N. o conservadores), P.S.I. y U.C.R.
antipersonalista- se agruparon en la Concordancia que presen-
tó como candidatos al general Agustín Pedro Justo y a Julio
Argentino Roca (h). La Alianza Civil integrada por el P.D.P. y
el P.S. llevó como postulantes a Lisandro de la Torre y a Nico-
lás Repetto. La U.C.R. personalista decretó la abstención lue-
go que sus postulantes -Marcelo T. de Alvear y Adolfo Güemes-
fueran vetados. La Concordancia ganó por más de 150.000
votos y el general Justo asumió la Presidencia de la República
el 20 de febrero de 1932, iniciando lo que en la historia se
llamó “La Década Infame”.
Agustín Pedro Justo nació el 26 de febrero de 1876 en
Concepción del Uruguay (Provincia de Entre Ríos). Hijo del
Dr. Agustín P. Justo (1844-1896) abogado, legislador, gober-
nador de Corrientes (1871-1872) y masón confeso.
Participó como cadete en la Revolución del Parque de
1890. Egresó como alférez en 1892. En 1904 obtuvo el título
de ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires. Entre
1915 y 1922 fue director de la Escuela Militar, cargo que le
permitió establecer sólidos lazos militares y políticos. A fines
de 1921 fue el fundador de la Logia San Martín, grupo
masónico formado exclusivamente por militares, que llegará a
tener gran influencia en acontecimientos posteriores de Ar-

127
gentina. Entre 1922 y 1928 tuvo el cargo de ministro de Gue-
rra del presidente Alvear. Militó en el radicalismo por más de
cuarenta años, en especial en el sector antipersonalista. En 1927
ascendió a general de División.
Reconocido por su bibliofilia -que compartía con
Natalio Botana- llegó a tener una de las bibliotecas más
importantes de Argentina, la que luego de su muerte fue
adquirida por la Biblioteca Nacional de Perú (fundada en
1821 por San Martín) que buscaba reconstruirse luego del
trágico incendio de 1943.
De sus siete hijos, el mayor, Liborio Justo (1902-2003)
fue escritor y crítico literario. Del punto de vista filosófico y
político se transformó en una verdadera pesadilla para su pa-
dre. Marxista, al comienzo vinculado al Partido Comunista
Argentino y luego al trotskismo, fue fundador de la Liga Obrera
Revolucionaria. Escribió con los seudónimos de Lobodón Ga-
rra (narrativa) y Quebracho (textos políticos).
En noviembre de 1936 llegó a Argentina, para participar
en la Conferencia Interamericana para la Consolidación de la
Paz, el presidente de Estados Unidos Franklin Delano
Roosevelt. La ceremonia inaugural -con la presencia de
Roosevelt y el presidente Justo- se llevó a cabo en el Congreso
Nacional. Liborio no perdió la oportunidad de actuar y amar-
garle la jornada a su padre. Así lo relató en su libro Prontuario.
Una autobiografía:
¿Qué hacer? ¿Podría quedar impasible y callado mientras
ese gigantesco complot se consumaba, sabiendo yo su secreto y su
significado? ¡Nunca! Mi bárbaro orgullo no podía soportar
tamaña afrenta. Y cuando llegó el momento, el día de la solemne
inauguración de la extraordinaria Conferencia, en el instante
mismo en que iba a decir su mentira el presidente de Estados
Unidos, por mi voz condenatoria, que resonó con toda su fuerza
desde una galería del Congreso Nacional -donde se realizaba el
acto- y se escuchó claramente por radiotelefonía en todos los
ámbitos del continente, sentí que se expresaban ciento cincuenta
millones de latinoamericanos que algún día habrán de repetir el
gesto por otros medios.

128
Tres palabras bastaron, entonces, para expresarlo todo: ¡Aba-
jo el imperialismo! Y la brillante ceremonia, por un instante, se
vio interrumpida.
Fui violentamente detenido y conducido al Departamento
Central de Policía. Ignoraba qué se haría conmigo, aunque había
ido dispuesto a todo73.
El hijo menor Eduardo Justo (1910-1938), aviador civil,
falleció a los 27 años en un accidente de aviación al precipitar-
se a tierra su Lockheed, que integraba la escolta del avión pre-
sidencial que trasladaba a su padre de regreso a Buenos Aires
luego de inaugurar los monolitos del puente internacional Paso
de los Libres-Uruguayana. El accidente tuvo lugar el 9 de ene-
ro de 1938 en el departamento de Artigas (Uruguay) en la con-
fluencia de los arroyos Itacumbú y Zanja Honda. En el lugar,
el gobierno argentino levantó un recordatorio formado por
nueve lápidas, tres placas y un laurel de bronce.
Con el triunfo electoral del general Justo -su amigo y so-
cio- Botana se aseguró el fin de su exilio y la reaparición de
Crítica.
El mismo día de la asunción presidencial, Natalio y
Salvadora desembarcaron en Buenos Aires y Crítica volvió a
la calle. Salió la 5ª edición de Jornada y en su tapa junto al
nombre apareció el de Crítica: Con esta 5ª edición le damos un
hasta luego a Jornada. En la 6ª edición reaparecerá Crítica, el
diario que siempre supo jugarse entero en defensa de los intereses
del pueblo.
A partir de esa noche, el título Crítica 2ª época se acompa-
ñó de un recuadro que permanecerá hasta la edición del 13 de
marzo: Este diario estuvo clausurado desde el 6 de mayo de 1931
hasta el 20 de febrero de 1932, por orden del dictador Uriburu.
Prefirió morir a convivir con la tiranía. Sus talleres fueron
clausurados. Su director y redactores, encarcelados, y algunos de
ellos sufrieron tormentos en los calabozos triangulares.
En su número del 20 de febrero de 1932 Crítica presentó
una visión del golpe de Uriburu que difería sustancialmente
de la emitida durante el transcurso de los acontecimientos y

129
arremetió contra Matías Sánchez Sorondo, el ministro del In-
terior del régimen dictatorial:
Cuando en la madrugada del 6 vimos accionar en el Cole-
gio Militar de San Martín, como corte áulica del general Uriburu
a ciertos personajes siniestros de la vida política y social argenti-
na, comprendimos claramente que la reacción se apoderaba del
movimiento popular para defraudar ignominiosamente sus me-
jores propósitos. Donde intervenía Sánchez Sorondo no podía
estar ni la democracia, ni el federalismo, ni la justicia social ni
la reforma universitaria. Una derivación inesperada, que se con-
firmó por la noche con todos los contornos de una decepción tre-
menda, cuando se hizo conocer a nuestro director el nombre de
los ministros y de los principales funcionarios […] Volvía el
conservadorismo, el régimen, como decían los radicales. No el
conservadorismo renovado y dignificado en la oposición después
de 1916, sino la vieja y sórdida oligarquía aplastada en 1916
por el sufragio libre.
Desde su reapertura Crítica se propuso denunciar y acusar
a los responsables de las torturas del período de Uriburu, en
especial a Polo Lugones y todo su equipo. Ya en su edición del
20 de febrero de 1932 el diario comenzó su ataque, que se
prolongará durante varios meses:
Hace casi veinte años, un imberbe adolescente solicitó un
puesto en la sección Investigaciones de la Policía. Fundaba su
solicitud en un plan inventado por él para hacer declarar a los
criminales reacios por medio de torturas sabias y refinadas, que
enumeraba detalladamente en una especie de memoria. Ese im-
berbe adolescente, que así exponía y detallaba sus dulces sueños
de los dieciséis años, se llamaba Leopoldo Lugones (h). El ilustre
general del Ejército argentino José F. Uriburu dio al señor
Leopoldo Lugones (h) la oportunidad de hacer vivir sus dulces
sueños de la adolescencia en la carne de los argentinos. Toda la
larga lista de torturas que empezamos hoy a publicar, responde a
aquel sueño de un adolescente de dieciséis años que se llamaba
Leopoldo Lugones (hijo) 74.
Poco más tarde y realizando una autocrítica sobre la parti-
cipación del periódico en el reciente golpe del 6 de setiembre,

130
Botana escribió con fecha 10 de marzo de 1932 su interpreta-
ción de los hechos acontecidos:
¿Qué ocurrió el 6 de septiembre?
Ya que ha llegado el momento de dilucidar con claridad me-
ridiana lo que ocurrió el 6 de setiembre, queremos contribuir a
ello, exponiendo una impresión propia, cuya exactitud fuera con-
firmada, desgraciadamente, por la realidad más elemental. Noso-
tros sostenemos que el 6 de setiembre de 1930 se produjeron una
revolución y una contrarrevolución. Naturalmente la primera pre-
cedió a la segunda, pero muy pocas horas. En ciertos aspectos fue-
ron simultáneas: de aquí la complejidad de los hechos [...] He
aquí la crónica breve, escueta, sintética de lo ocurrido el 6 de
setiembre de 1930. Es, a la vez, la historia de la revolución y de la
contrarrevolución. O sea, la del heroísmo y lealtad populares y de
la infame traición reaccionaria. El pueblo, el Ejército, todos, fue-
ron cínicamente burlados. Ellos hicieron la revolución democráti-
ca y a las pocas horas se encontraron con un lazo conservador y
fascista al cuello.
Luego de entregar la Presidencia al general Justo, Uriburu
-ya enfermo- dejó el país para instalarse en París donde falleció
el 29 de abril de 1932 luego de someterse a una cirugía por
cáncer gástrico. Lacónicamente, Crítica comunicó la noticia:
Hoy en París murió el ex dictador de Argentina José Félix Uriburu.
Crítica, sin odio y sin perdón, hace el silencio que merece la muerte.
Sus restos fueron trasladados a Argentina e inhumados el 27
de mayo de 1932 en el cementerio de La Recoleta.
Salvadora publicó un folleto denominado Uriburu. El prin-
cipio de una contribución a la historia. En treinta y una páginas
-donde evidenció todo su encono- arremetió contra la figura
del ex mandatario fallecido y atacó a su primo Francisco
Uriburu quien -desde las páginas del diario La Fronda- exigía
piedad y respeto:
Ha muerto Uriburu. Ha caído fulminado por el rayo de la
justicia divina que él mismo desató con su sacrílego juramento del
ocho de setiembre. Y por lógica ley de esa justicia, muere él, pa-
triotero profesional, lejos de la patria que profanó, pisoteó y escar-
neció […] Echó de la patria hombres y mujeres dignos, y muere él

131
lejos de esa patria que negó a los que consideraba enemigos de su
carnavalesca grandeza […]
Yo, que escribo estas líneas, no creo en la muerte como el
final de todo. La muerte es un simple accidente muchas veces repe-
tido en la infinita parábola de la vida. Creo que si un hombre
vivo es un miserable, es igualmente miserable después de la muer-
te. Nada más […] La bestia está muerta; no hará más daño si
sabemos impedir que lo haga, si no dejamos que endiosen su si-
niestro recuerdo. Está muerta; pero aún los ecos repiten los gritos
de dolor de los hombres torturados: torturados en las cárceles ar-
gentinas […]
No te maldigo bestia, porque maldito ya estás por ti mismo,
pero te digo que mi pueblo y yo haremos sobre ti y sobre tu vida
la luz, la clara luz de la verdad para la futura historia de los
argentinos. Y enfocar en ti la luz de la verdad es más eficaz que
todas las maldiciones de las Erinias del odio, que deben perse-
guirte por los bajos campos del cielo donde estará tu alma mise-
rable, desnuda y temblorosa, frente a las sombras de las víctimas
que inmolaste.
Salvadora Medina Onrubia- Mayo 1º de 193275.
Leopoldo Lugones, luego de la asunción de Justo, se alejó
paulatinamente de la política y se refugió en la Biblioteca Na-
cional de Maestros y en la literatura. Decepcionado por la
marcha de los acontecimientos en su país y contrariado por no
poder concretar su amor con su joven amante, Emilia Cadelago,
se suicidó el 18 de febrero de 1938, dos días antes que el gene-
ral Justo traspasara la banda presidencial a Roberto M. Ortiz
(1886-1942). Una mezcla de cianuro y whisky puso fin a sus
días en la localidad de Tigre. Dejó la siguiente misiva: Basta.
No puedo concluir la historia de Roca. Pido que me sepulten en la
tierra y sin ningún signo ni nombre que me recuerde. Prohíbo que
se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie.
El único responsable soy yo, de todos mis actos [...] Leopoldo Lugones
es uno solamente, en padre e hijo, y quede éste como guardián de
mi obra.
Polo Lugones fue enviado -en las postrimerías del gobier-
no de Uriburu- como cónsul general a la ciudad de Amberes

132
en Bélgica. Regresó -en el correr de 1933- cuando la campaña,
en su contra, de Crítica estaba en su apogeo. Desde las páginas
del matutino Bandera Argentina intentó contrastar la arreme-
tida del diario de Botana. Entre el 1º de junio y el 19 de octu-
bre de 1933 Leopoldo Lugones (h) publicó una serie de notas
sobre su actuación al frente de Orden Político y atacó con ve-
sania -especialmente- a las figuras de Natalio y Salvadora.
En la primera página del ejemplar del 8 de agosto de 1933
lanzó la primera diatriba contra Salvadora:
La Virgen Roja de Crítica y La Protesta
En una de sus más sabrosas crónicas nos descubre hoy Leopoldo
Lugones (h) la vida novelesca de una mujer prontuariada bajo el
Nº 21.849
La mujer que abandona la quietud del hogar para lanzarse
al ejercicio de actividades públicas pierde el derecho, que se hacen
acreedoras otras, que cumplen con el papel que les impone el sexo.
Ese derecho consiste en que los hombres nos abstengamos de criti-
car los actos femeninos y en revelar aspectos biográficos; pero na-
die puede ser censurado si analiza, por ejemplo, la acción desarro-
llada por la anarquista Eva Vivé. El caso de Salvadora Medina es
igual al de la compañera de García Thomas, con la única diferen-
cia, que aquella tiene dinero, lleva vida regalada y es recibida en
ciertas casas de familia […] La esposa de Natalio Botana está
prontuariada, desde hace muchos años, en la sección Orden Social
de la Policía, bajo el número 21.849. El 1º de febrero de 1914, la
Federación Obrera Local Bonaerense, celebró un mitin en la es-
quina de las calles Méjico y Paseo Colón, a fin de exteriorizar su
protesta contra las leyes de residencia y de defensa social. No debe
olvidarse, para mayor ilustración, que aquella entidad era un re-
ducto anarquista. Entre otros oradores, usó de la palabra Salvadora
Medina Onrubia, quien habló de organización y solidaridad gre-
miales […].
Luego del fallecimiento de su padre, Polo Lugones, se de-
dicó a administrar la extensa producción literaria dejada por
aquel. Publicó dos libros reivindicando la figura de su proge-
nitor: Mi padre. Biografía de Leopoldo Lugones (1949) y Los
enemigos de Leopoldo Lugones (1963). Acorralado por la edad y

133
el mal de Parkinson se quitó la vida el 18 de noviembre de
1971. Su nieta Tabita Peralta Lugones en su libro Retrato de
familia describió así el desenlace fatal: se pegó diez tiros con su
arma de servicio. Pero el Parkinson, de todas maneras, le evitó la
muerte, hizo agujeros por todas partes, pero siguió vivo, y entonces
encendió el gas y se acomodó en un sillón a esperar la muerte76.
El 3 de julio de 1933 falleció Hipólito Yrigoyen en su
casa de Sarmiento 944. Su sepelio, efectuado el 6 de julio,
fue recordado como uno de los más numerosos de la historia
de Argentina. El hombre que tres años antes había sido ex-
pulsado de la Casa Rosada fue acompañado por más de
200.000 personas que se volcaron a las calles y más de 500.000
siguieron desde veredas y balcones el cortejo hasta su último
descanso en el Panteón de los Caídos en la Revolución de
1890 del cementerio de La Recoleta. Alfredo Palacios, que
había exigido su renuncia desde su cargo de decano de la Fa-
cultad de Derecho y Ciencias Sociales, declaró al diario Crí-
tica: Como argentino no puedo menos que inclinarme respetuo-
so ante el cadáver de un hombre que tan hondamente se adentró
en el corazón de gran parte del pueblo argentino, logrando así
confundir su vida con la historia argentina de los últimos cin-
cuenta años. Fue un gran ciudadano, cuya honradez y austeri-
dad pueden constituir un ejemplo.
María Rosa Oliver impresionada por la magnitud de los
homenajes expresó: ¿Hacia dónde habría afluido ese mar huma-
no, ese mare mágnum, el día, también gris, en el cual el ahora
encerrado entre las tablas del bote-ataúd fue sacado, a la fuerza,
de la casa grande que llaman Rosada?
El diario Crítica apoyó al general Justo a lo largo de su
Presidencia y muchos de sus hombres ocuparon puestos claves
en el gobierno. Antonio de Tomaso fue designado ministro de
Agricultura, Federico Pinedo, ministro de Hacienda y Enrique
Noriega ocupó la dirección del Banco Hipotecario.
En enero de 1937 Lisandro de la Torre -agobiado por sus
fracasos a nivel del Senado- renunció a su banca. El llamado a
elecciones presidenciales se concretó en setiembre de 1937 y -
fraude electoral o patriótico mediante- triunfó la fórmula elec-

134
toral de la Concordancia integrada por Roberto M. Ortiz y
Ramón S. Castillo que aventajó por algo más de 200.000 vo-
tos a la dupla del Radicalismo formada por Marcelo T. de Alvear
y Enrique Mosca.
En 1939, el 15 de setiembre, Crítica celebró sus veintiséis
años de vida y Botana resumió en primera página las vicisitu-
des de sus primeros años, jerarquizando la postura del diario
ante la Primera Guerra Mundial:
Crítica cumple hoy 26 años de vida
Un año más agrega hoy Crítica a su existencia. Han transcu-
rrido nada menos que 26 años desde aquel atardecer en que Crí-
tica, juvenil, un poco irreverente, saturada de intención ética, se
distribuía por primera vez en las calles porteñas, dispuesta a re-
clamar tercería en el ambiente del periodismo vespertino. A lo
largo de los veintiséis años que Crítica lleva de vida, resultan in-
numerables las grandes campañas que ha venido sosteniendo en
una actitud solidaria con las causas más generosas que han
conmocionado al país y al mundo. Podemos decir con orgullo que
no ha existido desde entonces hasta ahora, problema argentino o
universal, en el que pudiera estar en juego una conquista de los
espíritus y de los hombres, con el que Crítica no haya estado iden-
tificada en la más militante de las actitudes. Larga como es la
nómina de nuestras luchas, no intentaremos ni su evocación, ni su
enumeración. Pero hay una que queremos subrayar y recordar es-
pecialmente en el día de hoy. Se vincula a nuestros primeros pasos
periodísticos y puede ser considerada cronológicamente como nuestro
bautismo en la línea que desde entonces ha orientado nuestra pré-
dica y nuestra acción. Es la actitud que asumió Crítica cuando la
guerra del 14.
[…] La injusticia fue el atropello a la débil Bélgica. La ame-
naza era Alemania que, enloquecida por su jactancia militarista
e imperialista, desafiaba al mundo, atropellaba pueblos e incor-
poraba a la técnica destructiva de la guerra los más horribles re-
cursos. No vaciló Crítica un solo instante en definir su posición.
Desde los primeros días de agosto de 1914 en que se abrió el terri-
ble paréntesis de la guerra, hasta que él se cerró con el armisticio
de noviembre de 1918, la juvenil Crítica no se dio un solo día de

135
tregua en la tarea de demarcar y exhibir el carácter de la heca-
tombe y de las fuerzas que intervenían en la lucha. Era, induda-
blemente, la vieja barbarie germana que trataba de ahogar las
mejores conquistas del espíritu latino: la libertad, la democracia,
los derechos del hombre y el amor a la paz […].

136
PARÍS 1931
CRÍTICA LIBRE

Haced algo y, si no resulta, haced otra cosa.


Pero, sobre todo, intentad algo.
Franklin D. Roosevelt

A veinticuatro días del cierre -decretado por el gobierno


de Uriburu- del diario de Botana en Buenos Aires, apareció en
París el primer número de Crítica Libre. Dirigido por Edmundo
Guibourg y Ricardo Rosingana, el periódico decenal argenti-
no se publicó los días 10, 20 y 30 de cada mes. Guibourg -que
participó de la fundación del diario en 1913 y pasó luego a La
Vanguardia, diario socialista dirigido por el Dr. Nicolás Repetto-
retornó a Crítica en 1917 y desde 1927 se desempeñó como
corresponsal en París (1927-1933). El sábado 30 de mayo de
1931 en la primera página de su primer ejemplar, Crítica Libre
expuso su plataforma:
Crítica Libre aparece lejos del país, pero en su hora debida.
Es el eco lejano de la protesta argentina. Como su título lo procla-
ma, aparece para ejercer el derecho que tenemos todos los argenti-
nos de comentar libremente los actos del gobierno que un acciden-
te histórico nos ha deparado […] Sin embargo, la democracia ar-
gentina debe estar hoy de duelo. Es la primera vez en la historia
de nuestra vida constitucional que un gobierno se atreve a borrar
de un plumazo el derecho elemental de una democracia: su liber-
tad de imprenta […] Tan triste honor le ha cabido al jefe militar
de la revolución. Después de haber jurado solemnemente hacer
volver el país a los cauces naturales que le marcan sus leyes y su
Constitución. Y si un perjurio es indigno de un civil, es mucho
más indigno de un militar. La voz de la prensa no se ahoga impu-
nemente, porque es la voz de la conciencia pública. El pueblo
quiere volver a la normalidad, reconquistar los instrumentos de

137
su gobierno propio. Y la prensa que sirve ese propósito presta al
país un valioso servicio. A eso venimos. Desde lejos contribuire-
mos a la normalización política de nuestro país, seguros de que así
serviremos los altos y permanentes intereses de la patria.
Colaboraron con Crítica Libre, intelectuales europeos y
americanos de primer nivel: Manuel Ugarte, Henri Barbusse,
Alberto Ghiraldo, José Vasconcelos, Arturo Labriola y Alfredo
Palacios.
En su segundo número, de fecha 10 de junio de 1931,
dejó bien en claro su relación con el diario de Botana recién
clausurado:
Una información errónea, cuya buena fe no podemos poner
en duda, ha querido interpretar la salida de este periódico como
una edición parisiense del gran diario argentino Crítica, clausu-
rado por la dictadura imperante. Como no deseamos especular
sobre una noticia equivocada, nos apresuramos a declarar que una
hoja tan modesta como la nuestra mal podría aspirar a ser reem-
plazante, así sea en las dificultades del ostracismo, de un órgano
de la importancia de Crítica, que constituía una verdadera insti-
tución argentina y se apoyaba en una poderosa empresa editorial.
Crítica, por su parte, tratará de reaparecer en toda su fuerza en
Buenos Aires, aunque tenga que hacerlo bajo otro título. Se ha de
brindar de nuevo, con altivez, al atropello de la bota militar.
Nos vincula, eso sí, a ese diario, ahogado hoy por la fuerza
bruta, un hondo afecto inquebrantable, puesto que quienes diri-
gimos Crítica Libre nos hemos siempre sentido ufanos de pertene-
cer a su cuerpo de redacción. Pero sería absurdo que en estos mo-
mentos en que el director de Crítica se halla encarcelado y sus
principales redactores perseguidos y en que las colosales imprentas
de la Avenida de Mayo y de la calle Salta se enmohecen en la
espera de volver a trepidar sacudiendo a la urbe, viniéramos noso-
tros a pretender que estas cuatro páginas representen al popular
diario pletórico de vida a cuyo pregón se alegraban las calles de las
ciudades argentinas […]
No estamos subvencionados por nadie. No estamos
embanderados con nadie. No dependemos de nadie. Somos sim-
plemente argentinos a quienes descorazona que la presencia en el

138
gobierno de un militar prepotente, que disimula mal sus apetitos,
ridiculice en la picota a la nación, tras hundirla en el caos; haga
irrisoria la calidad de argentino ante el mundo, y empañe, aun-
que sea por un corto momento, las conquistas de nuestra civilidad
que eran nuestro orgullo porque eran nuestra honra.
El ejemplar del 30 de junio de 1931 reprodujo el editorial
del diario La Noche de Lima, escrito por Manuel Seoane, se-
cretario general de la Unión Latinoamericana y redactor de
Crítica durante su exilio en Buenos Aires (1924-1930):
La dictadura militar del general Uriburu acaba de ordenar
la clausura de Crítica. Un sentimiento elemental de gratitud y de
honradez obliga mi palabra. Gratitud porque Crítica, el ágil pe-
riódico argentino, fue siempre un paladín de las libertades de
América. Cuando nuestro grupo juvenil, perseguido por la tiranía
de Leguía, halló refugio en la hospitalaria Argentina de ayer y de
mañana, Crítica fue nuestra tribuna generosa […]
Crítica no podía perdonar la dictadura vergonzosa que hoy
padece Argentina. Por lo mismo que colaboró en el movimiento
que trajo abajo al régimen inorgánico de Yrigoyen, tenía derecho
a reclamar un régimen mejor. Pero el sector minoritario que se
apoderó del gobierno en nombre de la nación, bien pronto desa-
rrolló una labor de círculo egoísta. Los señores feudales argentinos
y los abogados de las empresas petroleras subieron al poder para
burlar la voluntad del pueblo.
Diario de hombres nuevos y libres de prejuicio, diario iz-
quierdista y valeroso, Crítica merece la simpatía de todos los hom-
bres libres de América. En esta hora oscura de la vida argentina,
que felizmente ha de ser breve, pues ese pueblo posee los mejores
resortes hacia la libertad, debemos hacerle llegar nuestra palabra
solidaria, de admiración y de afecto.
Crítica Libre de fecha jueves 20 de agosto, en su página 2,
resaltó la noticia de la libertad de Natalio Botana. El diario
aprovechó para hacer la autocrítica correspondiente y dar su
explicación acerca de la participación de su director en los tris-
tes acontecimientos de setiembre de 1930:
Los diarios españoles consignan una noticia de la Associated
Press que nos es singularmente grata: Natalio Botana, el director

139
de Crítica de Buenos Aires, que fue detenido en unión de su esposa
y de algunos colaboradores el 5 de mayo, ha sido puesto en liber-
tad, a condición de que salga de Argentina. El cable agrega que el
señor Botana piensa embarcar de inmediato para Montevideo […]
Fue en los salones de Crítica -todo el mundo lo sabe- mientras el
diario indomeñable estaba asediado por la policía yrigoyenista,
donde se reunieron los civiles que prepararon y decidieron la revo-
lución, sin suponer que ninguna prepotencia vendría a
usufructuarla en nombre de una casta privilegiada. El error in-
menso de Botana y de todos los políticos que se congregaban en
torno suyo fue precisamente el de ir a llamar a la puerta de los
cuarteles, cuando Yrigoyen, corroído en los cimientos, estaba ya en
el suelo. Error de explicable impaciencia, en el afán de precipitar
los acontecimientos y ofrecer al pueblo garantías de tranquilidad
mostrando al Ejército en actitud protectora. Ante la fanfarronería
insolente del usurpador, Botana y los políticos inteligentes que lo
rodeaban, reconocieron públicamente aquel error, al reclamar que
el generalote se eliminara y se cumplieran los únicos fines de la
revolución que consistían en devolver al pueblo el ejercicio de su
soberanía […]
A partir del ejemplar del 20 de setiembre Crítica Libre dio
amplia cobertura a la llegada de Botana a España y a la cordial
recepción brindada por la prensa española. Alberto Ghiraldo -
abogado, escritor y político argentino, que había ejercido la
dirección del diario anarquista La Protesta Humana- radicado
en España, le dio la bienvenida a Botana desde el diario La
Libertad. El artículo fue recogido por Crítica Libre. No perdió
la oportunidad de enrostrarle al director de Crítica su activa
participación en los hechos que encaramaron en el poder al
dictador Uriburu:
Acaba de pisar tierras de España el periodista Natalio Bo-
tana, fundador y director de Crítica, el admirable periódico,
fuerza dinámica y ponderable de la América Libre, sofocada hoy
momentáneamente por el poder ciego de la reacción dictatorial
[…] Por sus columnas, pequeñas, pequeñísimas ayer, grandes,
magníficas hoy -y digo hoy porque Crítica vive y vivirá pese al
despotismo- luminosas siempre, ha desfilado todo lo que tiene

140
importancia en el ambiente intelectual del Plata y sus
adyacencias.
Crítica ha sido clausurada por la dictadura argentina y Bo-
tana, su director, proscripto. Un cargo debemos hacer al colega, al
hermano de América. Un cargo que nos quemaría los labios si
calláramos. Crítica fue el vocero popular más potente de la mal
llamada revolución del 6 de setiembre. Acusémosla de error, no de
complicidad en el crimen. Error fue el de ella, que hoy paga con
creces. Contribuyó como el que más a encumbrar al déspota que
mistificó a su pueblo, que lo engañó vendiéndolo al pulpo
plutocrático. Y eso, ese error, ya sin enmienda posible en el tiempo,
el tábano, cuya misión es aguijonear el espíritu popular, debió
verlo. No lo vio. Ahora solo nos resta lamentar el crimen y vengar-
lo quizás. Acompaña a Botana en su exilio su mujer -una gran
mujer- Salvadora Medina Onrubia, escritora de fuste, altiva y
fuerte, popular y hermética, que ha sabido de todos los éxitos y
que también ha sufrido las iras autoritarias durante largos meses
de encierro angustioso.
Las elecciones del 8 de noviembre de 1931, en Argentina,
llevaron a la Presidencia de la República al general Agustín P.
Justo, amigo y socio de Botana. Ya se avizoraba la rápida reapa-
rición de Crítica en Buenos Aires. El número 21 -el último- de
Crítica Libre salió a las calles parisienses el domingo 20 de di-
ciembre de 1931.

141
AÑO 1932
VILLA DE LOS GRANADOS

Cuando no se tiene el coraje de vivir como se


piensa, se termina por pensar como se vive.
Victoria Ocampo

Marcelo Torcuato de Alvear -descendiente de la nobleza


española y de la aristocracia porteña- presidió Argentina entre
1922 y 1928. Era hijo de Torcuato de Alvear, primer inten-
dente de la ciudad de Buenos Aires (1883-1887) durante el
gobierno de Julio Argentino Roca y nieto de Carlos de Alvear,
héroe de la independencia, presidente de la Asamblea General
Constituyente (1813) y director supremo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata (1815). A la muerte de su padre
(1890), de su madre, Elvira Pacheco (1895) y de su hermano,
Ángel Torcuato de Alvear (1905), heredó una considerable for-
tuna que dilapidó en su intensa actividad política y social. Sien-
do presidente de la República el 3 de noviembre de 1927, el
Honorable Concejo Deliberante del Partido de las Conchas
(Tigre) autorizó el loteo de tierras que se llevó a cabo el 15 de
enero de 1928. Unas parcelas fueron donadas para la instala-
ción de una iglesia, una plaza pública, una escuela, destaca-
mento policial y oficina municipal. Se remataron 1.144 lotes
en 100 cuotas mensuales y 118 quintas en pagos semestrales.
Se constituyó de esta forma el pueblo de Don Torcuato.
Natalio Botana compró en 1928 una de esas quintas con
una extensión de 14 manzanas. Allí construirá su imponente
residencia particular que llamó Villa de Los Granados.
El diseño de la mansión -1.500 metros cuadrados en dos
plantas- estuvo a cargo del arquitecto Jorge Kalnay, el artífice
del edificio de Crítica de la Avenida de Mayo. Se inauguró a
mediados de 1932, luego de retornar Botana de su exilio en

142
Montevideo. La construcción principal se ubicaba en la man-
zana comprendida por las actuales calles Boulogne Sur Mer,
Camacuá, Obligado y Av. Ángel T. de Alvear; con entrada so-
bre Boulogne Sur Mer. El edificio tenía un friso de mayólicas
que reproducía, completas, las principales escenas del Quijote.
Procedían, por encargo directo de Botana, de Talavera de la
Reina. En la planta baja destacaba el enorme living con un
piano Steinway donde tocó, entre otros, Alexander Brailowsky,
y una gran pantalla en la que se proyectaban las películas que
las empresas cinematográficas mandaban a Botana, incluso antes
de su estreno en las principales salas de Buenos Aires. En el
piso superior se encontraba la biblioteca, uno de los lugares
preferidos de Botana. Miles de volúmenes, piezas únicas e
incunables sobre los temas más diversos: historia, geografía,
filosofía y mitología; todos ellos acompañados del ex libris de
Botana que combinaba un águila y una serpiente. Dos letreros
de hierro forjado advertían a los posibles visitantes: Antes de
verte prestado y Prefiero verte quemado77.
Para valorar la importancia que llegó a tener la biblioteca
de Natalio Botana alcanza con señalar que doce años después
de su muerte (9-12 de junio de 1953) se remató en el Hotel de
Ventas de Luis Guaraglia lo que quedaba de ella: 1.765 lotes,
muchos de los cuales tenían entre seis y 10 tomos.
Pablo Neruda describió -en su libro Confieso que he vivi-
do- la quinta de Botana:
Habíamos sido invitados una noche por un millonario de
esos que sólo la Argentina o los Estados Unidos podía producir. Se
trataba de un hombre rebelde y autodidacta que había hecho una
fortuna fabulosa con un periódico sensacionalista. Su casa, rodea-
da por un inmenso parque, era la encarnación de los sueños de un
vibrante nuevo rico. Centenares de jaulas de faisanes de todos los
colores y de todos los países orillaban el camino. La biblioteca es-
taba cubierta sólo de libros antiquísimos que compraba por cable
en las subastas de bibliógrafos europeos, y además era extensa y
estaba repleta. Pero lo más espectacular era que el piso de esta
enorme sala de lectura se revestía totalmente con pieles de pantera
cosidas unas y otras hasta formar un solo y gigantesco tapiz. Supe

143
que el hombre tenía agentes en África, en Asia y en el Amazonas
destinados exclusivamente a recolectar pellejos de leopardos, ocelotes,
gatos fenomenales, cuyos lunares estaban ahora brillando bajo mis
pies en la fastuosa biblioteca. Así eran las cosas del famoso Natalio
Botana, capitalista poderoso, dominador de la opinión pública en
Buenos Aires78.
Otro de los sitios preferidos por Natalio Botana era la bo-
dega ubicada en el subsuelo de la mansión. Las mujeres tenían
prohibida la entrada, y los allegados al dueño de casa pasaban
largas horas entre truco, monte, póquer, habanos y buen vino.
Allí en el año 1933 -entre julio y octubre- David Alfaro
Siqueiros, el destacado artista mexicano, pintó el Ejercicio Plás-
tico, mural envolvente de 200 metros cuadrados de superficie
total y que abarcaba techo, paredes y piso. La musa inspiradora
fue su esposa, la escritora uruguaya Blanca Luz Brum. Siqueiros
llegó a Buenos Aires, procedente de Montevideo, el 25 de mayo
de 1933, invitado por Victoria Ocampo y Oliverio Girondo.
La inauguración de una exposición y tres conferencias le espe-
raban en la asociación Amigos del Arte.
Recién instalado en Buenos Aires, le escribió a su mujer
que había quedado en Montevideo junto a su vástago Eduardo
Parra del Riego, hijo de su primer esposo el gran poeta perua-
no Juan Parra del Riego:
31 de mayo de 1933
Querida Blanca Luz:
[…] De todas maneras las cosas siguen adelante y yo soy el eje
de la cuestión intelectual del momento en Buenos Aires. Se me
invita a todas partes y se me llena de atenciones. Todos los pintores
más interesantes están en torno mío.
La Nación de hoy publica un artículo muy extenso para lo
que generalmente se acostumbra. Crítica saca hoy el artículo de
Pombo con dos grandes fotos y hará una serie de artículos más.
Oliverio Girondo está encantado y mañana vamos a recorrer la
ciudad para buscar muros. Dice que él debe ser el padrino de un
movimiento monumental en la Argentina. Tiene muchos centavos
y muchos amigos. Conocí a la viuda de Güiraldes y a un hindú
teósofo que tiene a ella y a Salvadora, la de Botana, con la cabeza

144
completamente loca, filosóficamente. Parece que estos últimos se
están divorciando. Guido, el director de Bellas Artes, dice que cuan-
do tú llegues nos dará una gran comida uruguaya.
No me hables de celos pues tú sabes que yo no soy compadrito
enamorado para perder el tiempo en esas cosas. Cuando me ena-
moro lo hago bien y por largo tiempo, como lo sabes tú mi querida
viejita de 25 años.
Dale grandes besos a Bebe y tú recibe muchos abrazos de
David 79.
El diario Crítica publicó el 2 de junio de 1933 el “Llama-
miento a los Plásticos Argentinos” de Siqueiros:
Pintores y Escultores: estamos trabajando para crear en la
Argentina y en el Uruguay (quizás en toda América del Sur) las
bases de un movimiento de la plástica monumental descubierta y
multiejemplar para las grandes masas populares. Pretendemos sa-
car la obra plástica de las sacristías aristocráticas, en donde se
pudren hace más de cuatro siglos. Nuestros campos de operaciones
serán aquellos lugares en que concurren mayores núcleos de perso-
nas y aquellos en que el tráfico del pueblo sea más intenso. Usare-
mos los procedimientos que permitan darle a nuestras obras más
amplia difusión.
[…] Vamos a sacar la producción pictórica y escultórica de
los museos- cementerios y de las manos privadas para hacer de
ellas un elemento de máximo servicio público y un bien colectivo,
útil para la cultura de las grandes masas populares.
Vamos a romper el estrecho círculo mortal de la pintura de
caballete para penetrar valientemente en el campo inmenso de la
pintura multiejemplar […].
Siqueiros pretendía pintar en Buenos Aires un mural si-
milar a los realizados en México y Estados Unidos. Recorrió
calles y plazas y, ya a punto de desistir, Natalio Botana le ofre-
ció el sótano de su mansión Villa de Los Granados. Allí trabajó
con un grupo (que denominó Equipo Poligráfico Ejecutor)
integrado por Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Juan
Carlos Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro. Recién ini-
ciado el mural, luego de varias cartas y telegramas en que
Siqueiros le imploró su presencia en Don Torcuato, Blanca Luz

145
viajó a Buenos Aires. Eduardo se quedó en Montevideo con su
tía Violeta Brun de Lapido. Instalada en Villa de Los Granados
le escribió a Luis Eduardo Pombo:
Siqueiros ha comenzado la decoración de la casa de Botana
en Don Torcuato, lugar donde residimos y que está a una hora de
tren de Buenos Aires. Es la única oportunidad que se presenta
para hacer que los plásticos rioplatenses capten la técnica que él
impulsa. Trabajan con él Spilimbergo de Buenos Aires y Berni de
Rosario y desea que venga también un pintor de Montevideo. ¿Po-
dría venir Laborde?
En el concepto de Siqueiros, Laborde estaría más preparado
que nadie para colaborar con él, pero en caso de que no pueda venir
proponemos a Lázaro. A éste, conociendo su situación económica, le
pagaríamos el pasaje y le daríamos casa y comida los días que estu-
viera entre nosotros. Que se resuelva esto y contesten lo más pronto
que puedan. Espero poder, muy pronto, escribirte ampliamente.
Saludos fraternales para todos los camaradas de la C.T.I.U.
Abrazos. Blanca Luz80.
Los diarios nacionalistas criticaron con vesania la llegada
de Siqueiros -considerado un agente comunista encubierto- al
país. De paso, aprovecharon para golpear a Botana con despre-
cio. Crisol -dirigido por Enrique P. Osés- de fecha 8 de agosto
de 1933 escribió:
Resulta que el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros está
haciendo su obra maestra en Buenos Aires, no exactamente en
Buenos Aires, pero en un lugar que para el caso es lo mismo, pues
se halla a pocos minutos de ferrocarril. Así es nomás. Y como era
lógico suponer, la más grande obra del más genial de los pintores
que haya tenido el mundo desde que el mundo es mundo, será de
propiedad del más perfecto caballero, del más puro y noble varón
que haya producido la humanidad desde que la humanidad es
humanidad: de Natalio Al Capone.
Tal como suena. El pintor Siqueiros está dedicado por com-
pleto a decorar el magnífico palacio que el gran rufián se ha man-
dado construir (con el sudor de su frente) en el vecino pueblo de
Don Torcuato. Tal para cual. El pintamonos mexicano ha encon-
trado un digno protector, el que le va más a la medida.

146
Pero aquí viene lo asombroso. ¿Qué creerán los lectores que
está pintando Siqueiros en la casa del gángster? ¿Seguramente una
obra de carácter social, como la que su paisano Rivera pretendió
realizar para Rockefeller? ¿Acaso una pintura mural en que esté
exhibido el dolor del pueblo? No señores, nada de eso. El gángster
quiere tener mujeres desnudas, escenas sicalípticas en sus paredes,
y el gran pintor “revolucionario” le está haciendo una
decoración…pornográfica en una de las habitaciones.
¡Un gran asco! Pero así es toda esa despreciable gentuza.
A diferencia de lo hecho en sus murales mexicanos y
angelinos, Siqueiros no pintó en Ejercicio Plástico la proble-
mática social y la explotación del proletariado. Varias imáge-
nes femeninas desnudas (¿Blanca Luz?), una masculina
(¿autorretrato de Siqueiros?) y la de una niña se ven rodeadas
de helechos, peces y corales. El mural se pintó sobre dos capas
de cemento (una gruesa y otra fina). Como material pictórico
se utilizó silicato de etilo81.
El domingo 12 de noviembre de 1933, el diario Crítica se
refirió al mural: Una obra de incalculable valor es la realizada
por Siqueiros y su equipo de pintores, en una finca cercana a Bue-
nos Aires. Supera a todas las obras monumentales realizadas en el
mundo, en la época moderna.
Durante los tres meses de realización del mural, pocos tu-
vieron la oportunidad de presenciar los trabajos. Uno de los
testimonios más fidedignos, apareció en Crítica el domingo
10 de diciembre, escrito por Rodolfo Aráoz Alfaro:
Mientras uno de los pintores sostiene la regla, la pliega y le
hace hacer las curvas más caprichosas, el otro dispara con una
especie de pistola de aire comprimido. Ruido de motor. Figuras,
curvas que van brotando del muro. A veces parece una fábrica,
con esos hombres en traje de fajina y ese fragor de transmisiones y
motores eléctricos. A veces una sala de ilusionismo. Las curvas se
combinan, se continúan, serpentean, se pierden en el fondo del
mar. Porque aquello es el mar.
Arriba la bóveda, a los costados la pared, debajo el piso,
todo es mar, mar de trópico, con algas, con seres extraños de
grandes profundidades, con mujeres de todos los tipos, en los

147
escorzos más caprichosos, como solo lo permite la densidad fluida
del mar.
La cámara fotográfica ha servido al equipo de Siqueiros para
documentar las deformaciones ópticas que era indispensable tener
en cuenta. Como el aerógrafo y la regla de celuloide le sirvieron
para realizar figuras, como el mortero de cemento le permitió pre-
parar el mosaico del piso, trazándolo directamente en el lugar. Y
la química moderna le ha dado la fórmula para los retoques de
silicato que por primera vez en la historia de la pintura mural se
efectúan con éxito en gran escala.
Poco después de terminado el mural, Siqueiros fue expul-
sado de Argentina -en diciembre de 1933- luego de participar,
sin autorización (tenía restringida su actividad política), en un
acto del Sindicato de Trabajadores del Mueble. Helvio Botana
en sus Memorias. Tras los dientes del perro recordó estos he-
chos: Cuando Siqueiros terminó su trabajo y se fue de la Argenti-
na dejó dos obras de arte: el mural y su mujer, la gran escritora
Blanca Luz Brum, que decidió cambiar el arte por la acción y se
escapó con Natalio (en realidad se quedó viviendo en Villa de
Los Granados). A mi padre lo cargábamos un poco porque Blan-
ca Luz en uno de sus libros refiriéndose a él decía: “Para unos es
un santo, para otros Al Capone, pero para mí será siempre mi
emperador”.
Luego de la muerte de Botana (1941), la familia Alsogaray
compró en 1948 Villa de Los Granados. Escandalizados con el
mural, intentaron destruirlo con ácido y lo cubrieron con pin-
tura blanca. En 1962 el escribano Miguel Vadell -que había
adquirido la finca- contrató a Juan Carlos Castagnino para in-
tentar la recuperación de la obra. Castagnino logró quitar la
pintura que lo cubría y organizó visitas, siendo la primera vez
que el mural pudo ser contemplado por numeroso público. En
1988 la empresa Seville S.A. (luego Fine Arts S.A.), cuyo pre-
sidente y principal accionista era Héctor Mendizábal, adquirió
Villa de Los Granados y se propuso retirar el mural y preparar-
lo para exposiciones itinerantes. Esto se llevó a cabo con la
experta colaboración del restaurador mexicano Manuel Serra-
no. Las tareas de recuperación demandaron quince meses y se

148
iniciaron en el año 1991. Luego se cortó el mural en partes
para guardarlo en contenedores que fueron depositados en la
localidad de San Justo, en la playa de grúas Don Bosco. En el
año 1994, Fine Arts S.A. le vendió el mural a Dencanor S.A.
por la suma de 820.000 dólares. Luego de numerosos procesos
judiciales, el decreto 1045/2003 -firmado por el presidente
Néstor Kirchner- lo declaró Bien de Interés Histórico Artísti-
co Nacional, y en julio de 2007 la Cámara de Diputados apro-
bó el proyecto de ley que consideró al mural de utilidad públi-
ca y sujeto a expropiación. Finalmente en octubre de 2008, el
mural fue trasladado a la Aduana de Taylor, detrás de la Casa
Rosada, donde fue protegido y restaurado. En diciembre de
2010 fue inaugurado por los presidentes Felipe Calderón, de
México, y Cristina Fernández de Kirchner, de Argentina. A
partir del 24 de mayo de 2011 pudo ser visitado por el público
en el Museo del Bicentenario de Buenos Aires82.
Villa de Los Granados lucía un patio andaluz decorado con
cerámicas de Talavera de la Reina y una reproducción de La Ren-
dición de Breda de Velázquez. En el jardín una piscina olímpica
y una torre de quince metros de alto con mirador, al cual se
accedía mediante una escalera interior en la que sus últimos tra-
mos se convertían en exterior. Un poco más allá -a orillas de un
lago artificial poblado de aves exóticas- una lujosa cabaña de
madera, con ventanas de vitrales, que representaban pájaros
autóctonos, estaba destinada a los frecuentes huéspedes.
En el resto de la quinta se podían encontrar los más diver-
sos animales: alpacas, vicuñas, liebres de la Patagonia, ciervos,
faisanes (existía un criadero de la clase Venerados de la India),
cachorros de león (Batú y Babar) y de oso (Andy y Panda). No
podían faltar los perros, especialmente de las razas preferidas
de Botana, dogo y lobero irlandés.
Con el tiempo, en el predio de la extensa quinta, existie-
ron otras construcciones. En el año 1937 Helvio Ildefonso, el
hijo mayor de Natalio y Salvadora, se casó con Aída Escudero
y su padre le mandó construir una casa que se llamó Karavan.
En esta propiedad, que luego pasó a manos de Armando
Gostanián, cumplió prisión domiciliaria en 2001 el ex presi-

149
dente Carlos S. Menem. A partir de 1938 se comenzó a edifi-
car -en el extremo norte de los terrenos- Baires Film S.R.L.
empresa cinematográfica propiedad de Natalio Botana y Eduar-
do Bedoya que fue inaugurada en 1940. Su dirección fue con-
fiada a Daniel Tinayre. La primera película que se rodó en Es-
tudios Baires fue Último Refugio, dirigida por John Reinhardt
y protagonizada por Mecha Ortiz y Pedro López Lagar (1941).
Fue el único filme que pudo ver realizado Botana, quien mu-
rió en agosto de 1941. Un poco más tarde se filmó Una novia
en apuros que significó el debut en cine de Eva Duarte.
Al mudarse a Don Torcuato, la relación entre Natalio y
Salvadora se había deteriorado notoriamente. Se puede decir
que a partir de la muerte de Pitón todo fue diferente. Salvadora
conservó su departamento de la calle Juncal y su presencia en
Villa de Los Granados era ocasional. En noviembre de 1935
murió Tirsa Felicitas, la hermana menor de Natalio y poco
después falleció su esposo, el escribano Álvaro Machado Sánz.
Sus hijas, Gloria y Mireya, fueron a vivir a Don Torcuato jun-
to a Helvio, Jaime y Georgina Botana. Los domingos eran días
festivos en Villa de los Granados y habitualmente se reunían
familiares y amigos de Botana. Entre los asiduos concurrentes
figuraban: Edmundo Guibourg y Anita Levin, Ulyses Petit de
Murat y Marta King, Cayetano Córdova Iturburu y su esposa
Carmen de la Serna con sus hijos Fernando y Carmen, a quie-
nes acompañaba su primo Ernesto Guevara (posteriormente
conocido como Ché Guevara), Francisco Llano, Eduardo
Bedoya, Alfonsina Storni, Hugo del Carril, Margarita Xirgú,
Victorina Durán, escenógrafa y vestuarista de Xirgú, quien asis-
tía acompañada de su prima María del Carmen Vernacci -re-
cién llegada de España- que poco tiempo después llamó la aten-
ción de Natalio por su belleza y personalidad.
En 1941 Marcelo T. de Alvear construyó en Don Torcuato
su propia quinta, La Elvira, la que confió al prestigioso arqui-
tecto Alberto Rodríguez Etcheto. Solo la pudo disfrutar unos
meses; el ex presidente y gran amigo de Natalio Botana, falle-
ció en su finca de Don Torcuato -a los 74 años de edad- el 23
de marzo de 1942.

150
URUGUAY NO SERÁ
LO MISMO QUE CRÍTICA

La realidad es a veces dolorosa, pero es me-


nester ponerla de manifiesto al país para que
no se adormezca en la confianza de una alu-
cinación lisonjera.
Juan C. Gómez (1853)

Sintiéndose dominador del ambiente periodístico del Río


de la Plata, Botana decidió poner en marcha una nueva empre-
sa, ahora en Montevideo. Pronto se convencerá que Crítica será
irrepetible.
Tres meses después del triunfo de la revolución de Uriburu
en Argentina, las elecciones del 30 de noviembre de 1930 en
Uruguay marcaron el triunfo del candidato presidencial Dr. José
Gabriel Terra (1878-1942), quien asumió la primera magistra-
tura el 1º de marzo de 1931. Dos años más tarde -el 31 de mar-
zo de 1933- Terra disolvió (Decreto-Ley Nº 8941) el Parlamen-
to y el Consejo Nacional de Administración, constituyéndose
en gobernante de facto (1933-1934). Votada una nueva consti-
tución en el plebiscito del 19 de abril de 1934, Terra fue electo
nuevamente presidente constitucional (1934-1938).
Natalio Botana se instaló en Montevideo durante el año
1934 y comenzó su ardua tarea de fundar un diario en tiempos
políticos borrascosos. Quizá pensó que sería una buena opción
para sustituir a Crítica en casos de clausuras como la vivida en
1931 bajo el gobierno de Uriburu. Lo acompañaron algunos
periodistas argentinos del riñón de Crítica y numerosos uru-
guayos que se unieron a la difícil empresa.
La noticia de la posible instalación de un diario de Botana
en Montevideo sacudió el ambiente periodístico. Botana no
gozaba de simpatía en este lado del Plata, en especial entre los

151
partidarios de Terra, ya que Crítica era considerado un adver-
sario peligroso y artero. El diario terrista El Pueblo fue categó-
rico en su editorial del martes 16 de octubre de 1934, escrito
por su director, Francisco Ghigliani:

La escuela del “chantaje” no va a instalarse sin que la com-


batamos
Impulsada por fuerzas que vienen del extranjero y con la ayu-
da de lo que aquí pueda hallar, la escuela del chantaje periodísti-
co se apresta a sentar sus reales en nuestra ciudad. No hay que
temerla […]
Que venga la escuela del chantaje a librar batalla con sus
emponzoñadas armas y sus canallescos propósitos. Se les sabrá es-
cupir en la cara el desprecio de los fuertes a quienes ataque […]
Vengan cuando quieran: los estamos esperando.
Y si bien es cierto que nunca es agradable luchar con cana-
llas, no es menos cierto que cuando la victoria permite librar a
una sociedad de tan repudiable vileza se soporta con resignación
la repugnancia de lidiar con tales adversarios ante la perspectiva
de prestar un buen servicio a la colectividad […]
Puede venir nomás, la escuela del chantaje a ejercer su oficio
tenebroso. No ha de instalarse sin que la combatamos. No la te-
memos.
Con el golpe de Estado del 31 de marzo de 1933, el Dr.
Francisco Ghigliani pasó a ocupar la Junta de Gobierno y fue
uno de los dirigentes más cercanos al Dr. José G. Terra. El Dr.
Ghigliani (1883-1936) nació en Argentina, pero muy joven se
asentó en Uruguay. Se recibió de médico en Montevideo en
1908 y se vinculó al Partido Nacional. Luego de un serio inci-
dente con el Dr. Luis A. de Herrera, se acercó al Partido Colo-
rado. Integró la redacción del diario El Día y fue director de El
Pueblo. Se desempeñó como diputado por Montevideo en va-
rios períodos desde 1920 y luego senador. También fue presi-
dente del S.O.D.R.E. (Servicio Oficial de Difusión Radio Eléc-
trica) entre 1929 y 1936.
Poco a poco los pormenores de la nueva empresa queda-
ron finiquitados. El nuevo diario se llamará Uruguay. Su direc-

152
tor será el Dr. Alberto Demicheli y jefe de redacción, el argen-
tino Armando di Tella. Responsable de la impresión será la
Editorial Uruguay S.A., ubicada en la calle Rondeau 1618 que
tendrá como presidente a Demicheli y como secretario a Aquiles
Espalter.
Botana supo elegir, y muy bien, al director del nuevo pe-
riódico. El Dr. Alberto Demicheli (1896-1980) era un desta-
cado integrante del Partido Colorado que apoyó al gobierno
de José G. Terra, llegando a ocupar el Ministerio del Interior
(1932-1933). Luego del golpe de Estado del 31 de marzo, co-
menzó a distanciarse del cerno terrista y asumió la dirección
de Uruguay. Esto le significó serios enfrentamientos con el
gobierno de turno. Fue diputado (1926-1931) y senador (1931-
1932 y 1934-1938). Durante la última dictadura cívico-mili-
tar que gobernó el país, ejerció la Presidencia de la República
entre junio y setiembre de 1976. Muy probablemente
Demicheli le fue recomendado a Botana por Blanca Luz Brum,
que venía de sostener un breve e intenso romance con el due-
ño de Crítica durante el segundo semestre de 1933. Alberto
Demicheli -gran amigo de Juan Parra del Riego- fue testigo
del casamiento, en el año 1925, entre Blanca Luz Brum y el
poeta peruano.
Para profundizar -aun más- las diferencias entre el grupo
Botana y el gobierno de Terra, llegaron los acontecimientos
sucedidos a partir del lunes 28 de enero de 1935, conocidos
como Levantamiento de Paso Morlán o Revolución de 1935.
Los enfrentamientos, que se centraron en el Paso Morlán del
arroyo Colla (departamento de Colonia) y en el Paso de los
Ladrones del Río Negro (departamento de Cerro Largo), fina-
lizaron con un rotundo fracaso de los revolucionarios. En el
bando de los insurrectos -integrado por nacionalistas radicales
(Lorenzo Carnelli y Antonio Paseyro), batllistas opositores a
Terra (Luis Batlle Berres, Tomás Berreta y César Batlle Pacheco),
anarquistas, socialistas y comunistas- participaron activamen-
te familiares cercanos a Natalio Botana. Su tío Basilio Muñoz
Romero (1860-1948) y sus primos Fernando y Pablo Botana
Crosa tuvieron intervención en el movimiento armado. Natalio

153
Botana alentó el levantamiento y enjuició -desde las páginas
de Crítica- el accionar del gobierno de Terra. El comportamien-
to de Botana suscitó un fuerte recelo en filas del gobierno uru-
guayo. El martes 12 de febrero de 1935 la Comisión Perma-
nente del Poder Legislativo aprobó por unanimidad la siguien-
te resolución -a la medida de Botana- que fue presentada por
los legisladores Carlos Butler, Horacio Abadie Santos y Ale-
jandro Kayel:
Artículo 1º. La Comisión Permanente, de acuerdo con las
facultades que le otorga la Constitución de la República, hace notar
al Poder Ejecutivo la conveniencia de proceder con toda energía
contra aquellas personas residentes en el país que, perteneciendo a
diarios editados en el extranjero, están al servicio de los enemigos
de la nación, interesados en propalar informaciones notoriamente
falsas, que causan muy serios perjuicios a la República y a su or-
den institucional.
Artículo 2º. Comuníquese, etc.
Con la anuencia de Terra, Natalio Botana fue notificado a
través del jefe de Policía de Montevideo que debía optar por el
confinamiento en la isla de Flores o la salida del país. En la
noche del 12 de febrero partió para Buenos Aires a bordo del
Vapor de la Carrera83.
Luego del revés sufrido por el alzamiento armado, mu-
chos de sus integrantes debieron partir al exilio. Lorenzo
Carnelli recaló -nuevamente- en Buenos Aires y pasó a desem-
peñar tareas periodísticas en el diario de Botana, del cual fue
un destacado colaborador84.
Los preparativos para la salida de Uruguay continuaron.
El Pueblo en nota editorial del 16 de febrero de 1935 comentó
el hecho:
Las patrañas del botanismo
El dinero, que todo lo mueve, los amigos que sirven
desinteresadamente, los socios que defienden conveniencias, la es-
peranza del aplauso que tiende al halago, la amenaza del chanta-
je que atemoriza a los débiles, todo eso fue importante para impe-
dir que Natalio Botana, enemigo de la nación, fuera deportado
como indeseable.

154
Y desde el extranjero Natalio Botana, que agrupa a los de su
misma o semejante catadura moral en lo que bien puede llamarse
“botanismo”, inicia su venganza rodeada de tan ridículos contor-
nos como la famosa de don Mendo.
Ha dado en decir el botanismo desde su edición bonaerense
algo que no podría expresar en su edición montevideana si esta
viese la luz de estos días […]
Frente a ellos no sabemos qué cara pondrán los botanistas de
ésta y la otra orilla pero a buen seguro que en ambas márgenes del
Plata no ha de haber persona sensata que les dé crédito, ni persona
decente que con sus autores se solidarice.
Días antes de la aparición del primer número de Uruguay,
en editorial del Dr. Francisco Ghigliani, El Pueblo volvió a lan-
zar una nueva diatriba contra Botana:
Los puntos sobre las íes
[…] El rumbo cierto que Botana imprime a su prensa ya es
bien conocido y juzgado está: es el de la mentira, la doblez, la
calumnia y todo lo demás de que ha hecho gala el botanismo en la
prensa.
Aparecen ahora, como aliados y socios, los adictos a Botana y
los amigos del Dr. Demicheli, con este mismo al frente.
La historia del Dr. Demicheli es sana en lo público y en lo priva-
do que se le conoce. Ha ocupado puestos públicos de responsabili-
dad y ha salido de ellos con la frente alta y las manos limpias.
No tiene más falla que la de errar el camino a veces y, elegir
malos compañeros de ruta en ocasiones, y, tal vez, seguir consejos
erróneos o imprudentes […]
Y como primera medida los verdaderos amigos del doctor Terra
ratificamos como políticos nuestra adhesión a sus orientaciones y
como hombres de bien nuestro repudio a Botana y a todo aquello
en que predomine él o se apliquen sus procedimientos.
Quedan así puestos los puntos sobre las íes85.
Finalmente, el lunes 25 de febrero de 1935, apareció en
Montevideo el primer número de Uruguay. Su epígrafe rezaba
Un rumbo cierto bajo la Cruz del Sur; el periódico constaba de
veintiocho páginas y tres secciones. En su editorial -cargado de
optimismo- escribió:

155
Vivió hoy Montevideo el dinamismo característico de sus días
extraordinarios. Inquietud extrema dominaba los espíritus, y una
sola palabra presidía todo el concierto de vibraciones populares,
palabra que corría de boca en boca por todos los rincones y pro-
nunciada tanto por el pacífico y común inalterable peatón como
por el vivaz pregonero.
URUGUAY, podemos decir, fue el santo y seña de un día
que marcará el jalón más alto en la historia apática del periodis-
mo nacional. Si optimistas hubo que pensaron en un gran diario,
sus pensamientos nunca resultaron exagerados; porque el que apa-
reció hoy, más que un gran diario, fue una hoja de excepción en el
ambiente periodístico sudamericano.
Las siete letras aborígenes de su pregón, delataban a los lejos
lo preclaro de su estirpe, su nombre aseguraba, desde mucho antes
de salir, la realidad hermosa del esfuerzo, por eso el pueblo, que
no se equivoca nunca, fue formando alrededor suyo esa atmósfera
inequívoca de los grandes acontecimientos.
Fue un grito que agujereó la ciudad de punta a punta, se coló
en los tranvías, subió a los ómnibus, trepó las casas e hizo tabla
rasa con todos los acontecimientos.
La Aplanadora está puesta en marcha…….
Uruguay llegó a tener tres ediciones diarias (tercera, sexta
y séptima).
A mediados de 1935 Di Tella fue reemplazado por Francis-
co Luis Llano quien llegó junto a otros dos periodistas argenti-
nos de Crítica, Moisés “Mischa” Jacobi y Enrique Almonacid.
En la redacción del diario oriental de Botana participaron
periodistas uruguayos de la talla de Leonardo Tuso y Francisco
“Paco” Espínola.
Llano que, años más tarde, tendrá activa participación
en dos importantes diarios montevideanos -La Razón que
apoyó la Presidencia de Juan José de Amézaga y Acción que
respaldó la primera magistratura de Luis Batlle- recordó con
nostalgia, en su libro La aventura del periodismo, su pasaje
por Uruguay:
Uruguay era por entonces un diario que revolucionó al pe-
riodismo oriental. ¡Entregaba nada menos que tres ediciones dia-

156
rias! Botana lo había proyectado en razón de la experiencia que
había tenido con Crítica, cuando le fue clausurada por el gobier-
no del general Uriburu. Quiso predicar aquello que años después
popularizara el financista de Perón, Miguel Miranda, quien sos-
tenía -cuando ya había puesto agua por medio- ¡que los huevos
hay que llevarlos en dos canastos!86.
Los enfrentamientos entre Uruguay y el diario terrista El
Pueblo fueron cada vez más intensos. El jueves 28 de febrero
de 1935, en editorial mezcla de humor, sorna y ludibrio El
Pueblo manifestó:
Mate un tábano hoy…
Ya antes de que apareciera Cristo sobre la tierra, en la glorio-
sa Atenas de los sofistas, un ilustre filósofo griego reconocía al tá-
bano propiedades excepcionales para chupar la sangre a los hom-
bres. Ese maestro inmortal, de nariz chata y ojos saltones era, a
pesar de su fealdad, uno de los símbolos más perfectos de la virtud
y de la sabiduría, al extremo de que en su lecho de muerte, ya
bebida la cicuta, le decía a Critón: “Debemos un gallo a Esculapio;
no olvides el pago de esta deuda”.
Pues bien Sócrates, el de la cabeza calva, le tenía un miedo
pánico al tábano. Y, como era un incansable discutidor, comba-
tía la ignorancia y censuraba la ambición. Fue despertando odios
terribles en los falsos apóstoles a quienes confundiera con su pa-
labra serena. Un día les dijo: “Dios me ha puesto sobre vuestra
ciudad como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y
tenerlo despierto”. Esta es la frase que desde el año 400 antes de
nuestra era, nos ha llegado en los élitros zumbones de un vampi-
ro que ahora duerme de día adherido al grueso tronco de la ciu-
dad de Buenos Aires.
Ha volado el tábano sobre Montevideo, buscando mataduras.
Y solo pudo desovar […]
Por ahora, nos hallamos frente a la crisálida, en la que forzo-
so es reconocer un pedigrí formidable. Estos dípteros no son de
larga vida. Casi siempre terminan sus días a consecuencia de un
recio papirotazo, que fatalmente se produce, y del que, hasta la
fecha, no ha podido escapar un solo tábano. Lógicamente, pues,
debe esperarse que las reproducciones de tales insectos en el Uru-

157
guay, no hallen ambiente propicio. Pero conviene, como medida
de previa profilaxis, aconsejar a los incautos cierta precaución.
Las heridas del tábano son muy pequeñas, pero sangran mucho. Y
eso lo sabía Sócrates, con todas sus virtudes, como lo sabe su mo-
derno sosías, con todas sus voracidades. Ya hay cierto zumbido
precursor, y anda en el aire la mano que aplicará, llegado el ins-
tante oportuno, el decisivo papirotazo.
La batalla -en todos los campos- entre Uruguay y El Pue-
blo llegó a su punto más alto en abril de 1935. El entrecruza-
miento de fuertes cuestionamientos morales determinó que se
“cruzara el Rubicón”. El jueves 4 de abril de 1935 apareció -en
la página uno de la sexta edición de Uruguay- el siguiente edi-
torial:
¡Francisco Ghigliani!
Protector de menores
Deliberadamente hemos guardado silencio frente a los
desplantes de Francisco Ghigliani, hombre de vida pública y pri-
vada por demás conocida y definitivamente juzgada por propios y
extraños […]
Habla Francisco Ghigliani de moral periodística. ¡Qué
osadía!
La moral periodística de Francisco Ghigliani quedó am-
pliamente consagrada con aquella famosa circular dirigida a los
más modestos empleados públicos “invitándolos” a suscribirse a su
diario en ruinas.
Y por si ello fuera poco, de la moral periodística de Francisco
Ghigliani podría dar fe todavía, la última edición especial de su
diario anónimo realizada sobre la base de nutridos y bien remu-
nerados avisos oficiales.
Lanzado ahora Francisco Ghigliani al terreno evangélico de
la protección a la infancia, olvida él mismo que todo Montevideo
lo ha visto durante meses y años entregado a la dudosa protección
de una menor de edad, paseada impúdicamente de su brazo a la
vista y paciencia de toda la población.
Se nos asegura todavía que Francisco Ghigliani al referirse a
nosotros en una conferencia política, habló de cobardía y de trai-
ción ¡Qué colmo!

158
¡El traidor de todas las causas y el cobarde de todos los sucesos
atribuyendo a los demás los vicios orgánicos y temperamentales
que a él lo caracterizan y diferencian!
Pocos días después de este artículo, el miércoles 10 de abril
de 1935, el Dr. Francisco Ghigliani -totalmente obnubilado y
lesionado en su honor- llegó al Palacio Legislativo sobre las 17
horas. Ingresó a la Sala de Ministros y le descerrajó cinco bala-
zos al Dr. Alberto Demicheli, quien departía con el Dr. An-
drés Puyol. Algo más alejado se encontraba el senador Domin-
go Bordaberry. Tres de los impactos comprometieron el tórax,
uno el abdomen y el restante lo hizo en el antebrazo izquierdo.
El herido fue trasladado al Sanatorio Iraola-Nogueira donde
fue intervenido por los doctores José Iraola y Alejandro
Nogueira, sumándose al equipo quirúrgico el Dr. Eduardo Blan-
co Acevedo, ministro de Salud Pública y consuegro del presi-
dente de la República. Increíblemente el Dr. Alberto Demicheli
salvó su vida y pudo ser dado de alta luego de 17 días de inter-
nación.
Los diarios Uruguay y El Pueblo -como era de esperar- re-
accionaron en forma dispar frente a tan grave acontecimiento.
El diario de Botana de fecha jueves 11 de abril de 1935 escri-
bió:

El crimen
Nuestra pluma se resiste a trasmitir a los lectores el cobarde y
canallesco atentado cometido por la espalda por Francisco
Ghigliani, contra nuestro director, doctor Alberto Demicheli, en
las antesalas del Senado de la República.
Ese lugar augusto fue manchado para siempre por la cobarde
tentativa de asesinato, que ese sujeto sin patria y sin honor come-
tió por la espalda, contra la figura ilustre de Alberto Demicheli.
El ciudadano inmaculado, el hombre de las más altas jerar-
quías intelectuales, ha caído herido en forma aleve, por una figu-
ra siniestra de nuestra vida política.
El país, el partido y la dignidad nacional, heridos en lo más
íntimo de su sensibilidad, han de exigir las más severas cuentas a
quién ha enlodado la tradicional caballerosidad uruguaya […].

159
El Pueblo -con una visión diametralmente opuesta- y diri-
gido ahora por Domingo Bordaberry, dio su versión de los
hechos y apuntó sus baterías contra Botana y sus diarios. El
viernes 12 de abril de 1935 publicó:
¡Hombres honrados del Río de la Plata, uníos para combatir
el chantajismo!
El botanismo de Montevideo y Buenos Aires miente a
sabiendas, pretendiendo enlodar reputaciones sin mácula.
Crítica, llegada ayer a nuestra mesa de trabajo, es toda ella
una indigna tergiversación de la verdad.
Su primer artículo lo titula así: “Sin que mediara palabra
alguna, Ghigliani baleó al Dr. Demicheli”. Ahí comienza la
palabra del pasquín de Botana, y ahí comienza también la des-
lealtad. En un ambiente, que desconoce los antecedentes del su-
ceso del miércoles, cualquier periodista honesto, habría historia-
do los hechos para evidenciar que la actitud del Dr. Ghigliani
era la reacción lógica de un hombre honrado, herido en sus más
puros sentimientos, por una campaña tenaz e implacable de co-
bardes alusiones a un hecho, trastocado por periodistas sin escrú-
pulos […]
El diario del aventurero Botana, edición argentina, dice en
uno de sus títulos a siete columnas, que el doctor Ghigliani es un
“aventurero de la política del Uruguay”. Tanta infamia es solo
digna de un diario botanista. Todo el pueblo sabe cómo entró
Ghigliani en la política, abandonando para ello su profesión, en
horas en que el éxito acompañaba su marcha vital, no solo en el
orden médico, sino también en la realización de sus brillantes con-
cepciones de carácter industrial […]
En otro de sus títulos Botana llama a Terra dictador. Cómo
cambian los tiempos. Mientras Botana fue honesto al considerar
las cosas uruguayas, el gobierno de la República toleró su presen-
cia en nuestros hoteles y en nuestras ruletas. Pero cuando preten-
dió desprestigiar al país, frente a la vergonzosa chirinada de ene-
ro, difundiendo las mentiras más inconcebibles acerca de un mo-
vimiento armado inexistente, entonces hubo que echarlo fuera de
fronteras; y se le echó. Botana le llama por eso dictador al doctor
Terra a quien elogiaba calurosamente la víspera.

160
La gente decente, juzgando la actitud del primer mandata-
rio, la califica como una medida de higiene pública […]
Para Natalio Botana, más que para nadie, escribió el poeta:
ruin, taroso, asimétrico inservible… ¡Hombres honrados del Río
de la Plata, uníos para combatir el botanismo!
Evaluado el grave entrecruzamiento de notas entre El Pue-
blo y Uruguay, el jefe de Policía de Montevideo -teniente coro-
nel Marcelino Elgue- resolvió, el 12 de abril de 1935, la clau-
sura de ambos periódicos por tiempo indeterminado. La me-
dida se levantó el 22 de abril. A dos meses de su fundación, el
diario de Botana, recibía su primera sanción.
Francisco Ghigliani se entregó en el Cuartel de Bomberos
y fue sometido a proceso. La Cámara de Senadores -basándose
en el artículo 104 de la Constitución (actualmente artículo
113, delito infraganti)- no consideró pertinente el desafuero
previo y avaló la detención y la actuación judicial. El juez de
Instrucción, Dr. Raúl Bastos, dispuso el traslado de Ghigliani
-el 25 de abril- a la Cárcel Preventiva y Correccional
(Miguelete). Su abogado defensor fue el Dr. Ramón F. Bado.
Recuperada la libertad retomó sus actividades en el Senado y
en el S.O.D.R.E. En circunstancias poco claras se suicidó, el
10 de noviembre de 1936, disparándose -en su domicilio- un
balazo en el tórax.
El domingo 12 de mayo de 1935 -en ocasión de divulgar
Uruguay el informe pericial de las heridas recibidas por
Demicheli- el diario tuvo que soportar su segunda clausura,
esta vez por cinco días.

161
EL ATENTADO CONTRA TERRA
Y EL FIN DEL DIARIO URUGUAYO
DE BOTANA

La libertad significa responsabilidad. Es por eso que


la mayoría de los hombres la ignoran.
George Bernard Shaw

El año 1935 iba a deparar más dificultades para el diario


Uruguay. El domingo 2 de junio -durante un acto oficial en el
Hipódromo de Maroñas, en ocasión de la visita del presidente
brasileño Dr. Getúlio Vargas- el militante blanco radical Dr.
Bernardo García atentó contra el presidente Dr. José Gabriel
Terra. El chaleco antibalas salvó la vida del primer mandatario.
Terra fue trasladado al Sanatorio de Blanco Acevedo y solo se
le constató una herida leve en el hombro. Esa misma noche
concurrió a un banquete en su honor a bordo del acorazado
“San Pablo”. García, diputado por Canelones (1902-1904 y
1905-1908), tuvo activa participación en la revolución de 1904
y también en los levantamientos de 1910 y 1935. En el mo-
mento del atentado tenía 60 años. Enseguida se vinculó el he-
cho con los acontecimientos revolucionarios de Paso Morlán.
El diario terrista El Pueblo denunció un complot pergeñado
por colorados disidentes y blancos radicales (Luis Batlle Berres,
Tomás Berreta, César Batlle Pacheco y Lorenzo Carnelli) que
se encontraban exiliados en Buenos Aires y que conspiraban
reunidos por Botana en el diario Crítica.
El Pueblo del miércoles 5 de junio en su primera página
denunció abiertamente los hechos:
Una conjuración siniestra fue tramada en el diario Crítica
por “el gánster” y los exiliados políticos

162
Los ex gobernantes del régimen depuesto intimaron en la som-
bra con asesinos y hampones para organizar el cobarde asesinato
Entendiendo que el criminal Bernardo García no obró por
su sola cuenta, la Policía realizó indagaciones que pudieran llevar
a la certeza de esa lógica presunción. De tal suerte ha procedido
con la mayor diligencia y luego de tomadas las disposiciones acon-
sejadas por las investigaciones efectuadas, se cumplieron numero-
sas detenciones de personas que en el viejo régimen tenían prepon-
derante papel.
Y de esas investigaciones y detenciones, ha surgido efectiva-
mente, que varias son las personas que han intervenido en una u
otra forma, en los detalles preparativos del atentado contra la vida
del doctor Gabriel Terra, urdiendo el plan cuyo principal rol esta-
ba a cargo del criminal García.
Todos los pormenores hasta ahora logrados, y que demuestran
claramente la infame trama tejida desde la vecina orilla por los
elementos exiliados en connivencia con el “gánster” máximo del
periodismo rioplatense, hacen que la indignación popular por la
cobarde intentona, aumente a medida que se conoce la reprobable
acción de quienes rehuyeron los hechos en el campo cívico.
Como consecuencia de estos hechos el diario Uruguay
fue cerrado por tercera vez en su breve existencia. En esta
ocasión la clausura fue por setenta y cinco días. Dos redacto-
res, Moisés Jacobi y Salomón Kohan, fueron deportados ha-
cia Buenos Aires.
El último trimestre de 1935 traería más problemas para
Uruguay. El hijo mayor de Natalio Botana, Helvio -con 19 años
recién cumplidos- emprendió durante los años 1934 y 1935
un extenso viaje por Europa. Lo acompañó el Dr. Augusto
Bunge diputado socialista. Entre otros objetivos buscaba per-
feccionar su reciente interés por la escultura y ansiaba conocer
los talleres de Aristide Maillol e Iván Mestrovic. El presidente
Justo le encomendó estudios de los regímenes comunales de
Holanda y Austria. Recorrió las ciudades de Londres,
Amsterdam, París, Leningrado y Moscú. En la capital soviética
conoció a numerosos exiliados españoles, entre ellos a Marga-
rita Nelken y a Juan Negrín. También entrevistó a Henri

163
Barbusse y a Máximo Gorki y realizó varias notas para el diario
Crítica.
Su estadía y contactos en Moscú suscitaron -especialmen-
te en Montevideo- comentarios adversos y teorías conspirativas.
El diario El Pueblo del miércoles 16 de octubre de 1935
en su nota editorial escribió:
Para que no se llamen a engaño. Una advertencia
Nuestra Cancillería tuvo conocimiento oficial hace dos meses
que un hijo del señor Botana gestionaba ante la III Internacional
de Moscú su colaboración para una política de conjunto de los
partidos extremistas y opositores con el fin de combatir a los go-
biernos del Brasil, la Argentina y el Uruguay.
Con toda seguridad esa colaboración era de dinero y no cono-
cemos el éxito de esa gestión.
Pero hemos visto que como consecuencia del acercamiento del
diario Crítica con la III Internacional, el comunismo se dirigió
oficialmente en nuestro país a los partidos de oposición pidiéndo-
les hacer un frente único. La agrupación política que tiene como
presidente al Dr. Alfonso Lamas hizo público ese ofrecimiento y su
rechazo.
Se ha notado, además, que el diario Uruguay, que respon-
de a las inspiraciones del señor Botana, aprovechando el actual
conflicto internacional, en una propaganda que llama la aten-
ción por lo exaltada y virulenta, califica a nuestro gobierno de
fascista.
Nuestro gobierno está tan lejos del fascismo como del bol-
cheviquismo; es y será defensor de nuestras instituciones republi-
canas democráticas y en defensa de esas instituciones se valdrá de
todos los medios a su alcance si no bastaran los del convenci-
miento. No admitirá en ninguna forma que instituciones que
obedecen a un gobierno extranjero como la III Internacional
influyan en nuestras cosas y pretendan dirigir nuestros aconteci-
mientos políticos […]
El Dr. Alberto Demicheli contestó punto por punto -en
el Senado de la República- los ataques de El Pueblo. El diario
Uruguay de fecha jueves 17 de octubre de 1935 publicó gran
parte de su discurso:

164
Uruguay no tiene vinculaciones con la Tercera Internacional.
No puedo dejar pasar por alto un suelto editorial que con-
tiene hoy el diario presidencial, y me siento en el deber de plan-
tear este asunto aquí, porque sé muy bien, y en carne propia,
que cuando el diario presidencial comienza a largar patrañas a
la circulación, siempre se corre el riesgo de ser víctima de algún
nuevo atentado […]
El diario que dirijo, es antifascista como lo soy yo, pero no es
comunista. No creo que sea necesario optar entre el fascismo y el
comunismo. Para mí, entre el fascismo y el comunismo, hay otra
cosa: hay un tercer elemento, y ese tercer elemento es la democracia
y los principios liberales.
Yo le temo, señor presidente, a estos ataques del diario presi-
dencial. Ya los conozco. Una vez se clausuró mi diario sin ningu-
na razón, de manera injusta, arbitraria, absolutamente atentatoria
y para ello se tejieron patrañas de la misma especie de las que se
lanzan ahora a la circulación.
Todo me hace pensar, señor presidente, y por eso formulo una
denuncia pública, que el diario de mi dirección tiene una gran
culpa: la culpa de su extraordinaria difusión. Tiene un gran deli-
to: el delito del enorme apoyo popular que se le ha dispensado, y
por eso recibimos estos ataques insidiosos de los que quieren con-
cluir con nosotros.
Yo, señor presidente, dejo formulada mi más formal protesta,
y lamento mucho que no esté aquí el director del diario presiden-
cial, para poder aclarar en debate público, las calumnias que con-
tra nosotros lanza en esta nota editorial. Es lo que quería decir.
La breve y azarosa existencia de Uruguay en nada se ase-
mejó a la larga y exitosa vida de su hermano mayor, el diario
bonaerense Crítica. Su certificado de defunción le llegó en
abril de 1937 con el asunto conocido como “el affaire de las
divisas”.
La importación de papel para diarios se efectuaba -en la
época- mediante la obtención de divisas bonificadas a través
de la Comisión Honoraria de Importación y Cambios depen-
diente del Banco República. En los primeros meses de 1937
quedaron al descubierto maniobras fraudulentas realizadas por

165
la Editorial Uruguay S.A. Si bien los hechos involucraron di-
rectamente al administrador Armando Lena y al contador Sal-
vador A. Ríos; todos los integrantes del directorio -la mayoría
senadores y diputados- se vieron afectados por los chanchu-
llos. Algunos de ellos: senador Alberto Demicheli, diputado
Amadeo Almada, diputado Mario Dupont Aguiar y diputado
Adolfo Pérez Sánchez debieron dar explicaciones ante comi-
siones investigadoras del Poder Legislativo.
De las indagaciones quedaron en evidencia otros posibles
delitos: venta de libras esterlinas adquiridas al tipo de cambio
oficial (80%), reventa en plaza y hacia Buenos Aires de papel
de diario importado usufructuando quitas y exoneraciones
aduaneras.
La Tribuna Popular fue la primera en dar a luz pública los
hechos. En su edición del viernes 2 de abril de 1937, reveló:

Una sensacional estafa con las divisas


Operaciones ilícitas sobre cincuenta y cinco mil libras esterli-
nas. Ciento cincuenta mil pesos lucrados con esas maniobras. Apa-
rece comprometida en el asunto la editorial botanera.
Por nuestros poderosos medios informativos hemos obtenido
la sensacional primicia que ofrecemos hoy a nuestros lectores, rela-
cionada con una importante estafa a la alta escuela, por la que los
autores de la maniobra se han beneficiado con una suma aproxi-
mada a ciento cincuenta mil pesos.
Ha consistido la maniobra en operaciones continuadas de ob-
tención de divisas para el pago de grandes importaciones de papel
para imprenta que jamás llegaron a nuestro puerto. Esas autori-
zaciones, obtenidas en Importación y Cambios con ese pretexto,
fueron vendidas en plaza, beneficiándose los delincuentes con la
diferencia amén de las comisiones que acompañan invariablemente
a ese género de transacciones […]
Aparece comprometida en la estafa la empresa que edita el
órgano botanero, solicitante de las divisas destinadas al pago de
importaciones de papel, cuyo administrador ha suscrito de su pro-
pia firma todas las documentaciones […]

166
Se calcula que si se hubiera importado la cantidad de papel
correspondiente al total de la suma obtenida de divisas, la rotati-
va botanera habría congregado y tendría en depósitos un stock
para dos años de actividad; caso único en la historia de las empre-
sas editoriales del país […]
Enterada de los hechos, la Comisión de Importación y
Cambios suspendió todo permiso de importación para Edito-
rial Uruguay S.A. Asimismo conminó a la empresa la devolu-
ción de las divisas no utilizadas y el pago de una multa equiva-
lente al 50% de las operaciones cuestionadas. Además se eleva-
ron los antecedentes a la Justicia penal.
Uruguay intentó -tímidamente- su defensa, esgrimiendo
la responsabilidad individual de funcionarios desleales. En su
editorial del martes 6 de abril de 1937 propaló:
Nuestra empresa es en absoluto ajena al asunto de las divisas
La verdad sobre el suceso
Se ha dado a publicidad una nota de la Comisión de Impor-
tación y Cambios en la que se da cuenta de diversas medidas to-
madas contra la editorial Uruguay a raíz del envío de divisas a la
firma M.G.Milwood de Londres invocando, indebidamente, el
nombre de la editorial.
En primer término, interesa destacar que nuestra empresa es
en absoluto ajena a tales envíos que no han sido realizados ni
autorizados por nosotros, como surge de los antecedentes ya
compulsados, que demuestran que se nos ha hecho víctima de un
incalificable engaño.
En segundo lugar, debe agregarse que de ser ciertos los hechos
que se imputan, carecemos de medios materiales para evitar que
un empleado invoque nuestro nombre sin autorización alguna,
girando fondos al exterior que no nos pertenecen a nosotros, y en
cuyos giros no hemos tenido la menor intervención, ni el más re-
moto conocimiento de su existencia.
Hemos puesto nuestros libros a la entera disposición de la
Comisión de Importación y Cambios, y de ellos surge palmaria-
mente que las operaciones de referencia no pertenecen a nuestra
editorial. Así los han podido comprobar los inspectores designados
para realizar su compulsa […]

167
A pedido del diputado colorado Telmo Manacorda se nom-
bró una Comisión Investigadora a nivel legislativo. Las ma-
niobras con divisas se pudieron documentar desde julio de
1936. El caso fue presentado en la Justicia penal. El diario
Uruguay acorralado, con escasa capacidad de respuesta e impo-
sibilitado de cumplir con lo dispuesto por la Comisión de
Importación y Cambios, sacó a la calle su última edición el
domingo 11 de abril de 1937. En su editorial de primera pági-
na manifestó:
En la hora postrera del vocero del pueblo
Ha llegado la hora final. Cúmplase el triste destino de este
diario, que antes de nacer desataba terribles pasiones, promovien-
do la más vasta y temeraria conjura de intereses, celos y rencores.
No conocía la luz y por su sino adverso señaló la hora cruel
del agravio y la difamación. Sus primeros balbuceos se apagaron
momentáneamente con el estruendo de los tiros disparados a
mansalva. Al cabo de un año, había sufrido tres cierres consecuti-
vos, uno de ellos prolongado durante más de dos meses.
Hoy la adversidad, impaciente y nerviosa, y más experimen-
tada, facilitó de un solo golpe el medio eficaz de terminar con su
vida.
¿Para qué esperar más? Se le quita a Uruguay el oxígeno. Se
le niega permiso para recibir papel. La draconiana medida la dic-
ta un organismo que, antes de ultimarlo, debió meditar, exami-
nar los hechos y juzgar la parte, poca o mucha, de responsabilidad
que ha de corresponderle en la justa distribución […]
En el descanso forzoso a que se nos somete, retemplaremos el
alma y fortaleceremos la energía, porque la hora es de lucha. De
lucha por el mismo ideal que diera vida al diario del pueblo.
Así finalizó sus días el hermano gemelo de Crítica. Termi-
naba en fracaso el proyecto de Botana. Francisco Luis Llano -
secretario de redacción- en su libro La aventura del periodismo
concluyó:
Uruguay -como Crítica en tiempos de Uriburu- sufrió la clau-
sura. Paradoja del destino, que lo que estaba destinado a reempla-
zar, siempre con riesgo de cierre, a Crítica, desapareció en el país
de las libertades, que también tuvo ciclos de gobernantes fuertes.

168
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA,
BOTANA, SALVADORA Y CRÍTICA

En una época de engaño universal decir la


verdad es un acto revolucionario.
George Orwell

En España la Segunda República, instalada en abril de


1931, llevó a una difícil convivencia entre republicanos, socia-
listas y comunistas. Los sucesivos jefes de gobierno no logra-
ron la imprescindible estabilidad política y social. Las eleccio-
nes de abril de 1936 determinaron un ajustado triunfo del Fren-
te Popular (liderado por republicanos y socialistas) sobre el
Frente Nacional (encabezado por la Confederación Española
de Derechas Autónomas de José María Gil Robles). Manuel
Azaña asumió como presidente del Gobierno. Nada pudo ha-
cer para evitar el anunciado levantamiento militar que se ini-
ció el 17 de julio en las ciudades de Melilla, Tetuán y Celta,
dando comienzo a la Guerra Civil española (1936-1939). Con-
flicto encabezado inicialmente por los militares Emilio Mola,
Francisco Franco y Gonzalo Queipo de Llano, que desembo-
cará en los treinta y nueve años de Franco como jefe de Estado
(1939-1975).
La Guerra Civil española tuvo honda repercusión en la
vida de los argentinos y especialmente de los españoles resi-
dentes en Buenos Aires. A lo largo de toda Argentina surgían
organizaciones dedicadas a ayudar a uno u otro bando. La Ave-
nida de Mayo se constituyó en terreno de enfrentamientos entre
falangistas y republicanos. Al caer la tarde, luego del trabajo,
los españoles se concentraban frente a las pizarras de los dia-
rios para enterarse de las últimas novedades de la guerra. Lue-
go se reunían en los cafés de Avenida de Mayo y Salta (llamada

169
actualmente Esquina de la Hispanidad) -en el Español los re-
volucionarios y en el Iberia los defensores de la República- sien-
do frecuente que la velada terminara en batalla campal.
Un poco más arriba, en Avenida de Mayo 1493, se ubica-
ba el café Avenida, lugar de reunión de los periodistas de Crí-
tica. En una ocasión un grupo de falangistas irrumpió en el
local, confundió al grupo de redactores con republicanos y les
propinó una soberana paliza.
Desde el inicio de la conflagración Natalio Botana y el
diario Crítica tomaron claramente partido por el bando repu-
blicano. En momentos en que otros diarios de Buenos Aires
esbozaban una tibia neutralidad -como La Razón o La Prensa o
incluso una inclinación clara hacia el franquismo como La
Nación- el diario de Botana se comprometía cada día más con
los republicanos. En julio de 1936 se inició una colecta para la
Cruz Roja Española que encabezó Natalio Botana y Crítica,
cada uno con mil pesos.
En el transcurso de 1936, Salvadora Medina Onrubia es-
cribió una nueva obra teatral Un hombre y su vida que fue es-
trenada, recién, el 10 de marzo de 1939 en el teatro Maravi-
llas, dirigida por Gerardo Ribas y actuando como primeras fi-
guras Helena Cortesina y Pedro López Lagar. Dividida en tres
actos, plantea tres momentos en la vida de un hombre. La frus-
trada Revolución rusa de 1905, los años anteriores (1930) a la
Guerra Civil española y la entrada de Franco y sus aliados
(1936) en territorio español.
El primer acto transcurre en una bohardilla donde vive
Marcelo Renoir en el barrio Latino de París en el año 1906.
Un grupo de revolucionarios rusos de la fracasada revuelta de
enero de 1905 descubren que hubo un delator entre ellos y se
ha ejecutado al supuesto traidor. Sonia Ivanoff comprueba que
el verdadero soplón es su amante -un español llamado Álvaro
de Iratche- y se suicida.
El segundo acto se desarrolla en París, en la Embajada de
España, y se ubica en el año 1930. Álvaro -ahora devenido un
aristócrata- luego de la muerte de Sonia, se ha casado, aunque
no ama a su esposa y tuvo dos hijos con los cuales mantiene

170
una relación distante. Su hija se hizo monja y el hijo desapare-
ció viajando a Rusia para adherirse a la Revolución.
En el último acto se está a pocas semanas de iniciada la
Guerra Civil española (1936) en Granada, en el cuarto de
banderas y en el cuarto de castigos de un cuartel convertido
en comando revolucionario. Álvaro -ahora con el uniforme
azul de los falangistas- es un jefe de los sublevados contra el
gobierno de la II República. Interroga a un grupo de republi-
canos buscando ubicar un aparato de radiotelefonía que obs-
taculiza las actividades revolucionarias. A punto de fusilar-
los, ya que no obtiene datos relevantes, descubre que una de
las detenidas -María Victoria- es física y espiritualmente la
reencarnación de Sonia, su novia rusa que se suicidó. No dis-
puesto a cometer el mismo error, deja libre a María Victoria
y se quita la vida. Se cumple así la Ley del Karma -y de eso
Salvadora conocía mucho-. Todo lo bueno o lo malo que hemos
hecho en una vida, nos traerá consecuencias buenas o malas para
ésta o próximas existencias87.
Luego del asesinato de Federico García Lorca el 17 de agos-
to de 1936 en Granada, Crítica publicó bajo el título Telegra-
ma a la Junta de Burgos, el día 25 del mismo mes, un docu-
mento redactado por escritores argentinos expresando su in-
dignación por el salvaje crimen:
Al señor general Cabanellas. Burgos. España
Un joven poeta que era el honor y la gloria de las letras de
habla hispana -Federico García Lorca- ha sido salvajemente ulti-
mado en tierras de Andalucía por hombres que directa o indirec-
tamente actúan a sus órdenes. No sabemos si los autores de su muerte
son soldados marroquíes o los mercenarios internacionales que cons-
tituyen el grueso de sus tropas. Sólo sabemos que a la sombra de la
bandera que pretende reivindicar el esplendor de las antiguas glo-
rias españolas, ha sido brutalmente apagada una de las voces más
puras y nobles de la Nueva España. En nombre de la civilización
y la cultura ultrajadas con ese crimen injustificable, nosotros, es-
critores argentinos identificados con la causa de la civilización,
que encarnan en este momento las armas de la República, protes-
tamos ante Ud. con nuestra máxima vehemencia y le decimos que

171
la noble sangre de Federico García Lorca, que solo corrió impulsa-
da por el amor a la belleza y a la justicia, ha puesto una nueva
mancha, imborrable esta vez, sobre las espaldas culpables de su
muerte.
Firmaron el mensaje entre otros: María Rosa Oliver, En-
rique Amorim, Cayetano Córdova Iturburu, Aníbal Ponce,
Víctor Juan Guillot, Edmundo Guibourg, César Tiempo, Er-
nesto Giudici, Rodolfo Aráoz Alfaro, Álvaro Yunque y Jorge
Luis Borges.
Una colecta organizada por los trabajadores de Crítica per-
mitió en 1936 el viaje del piloto uruguayo Luis Tuya Martínez
que se incorporó -en diciembre de 1936- a las filas de las Fuer-
zas del Aire de la República Española (FARE) con el grado de
teniente primero que había obtenido durante la Guerra del
Chaco. Tuya falleció heroicamente en combate en abril de 1937.
El diario Crítica envió -en enero de 1937- al periodista y
escritor Cayetano Córdova Iturburu, hombre de confianza de
Botana, como corresponsal para cubrir las alternativas de la
Guerra Civil española. Viajó junto a otro cronista y literato de
Crítica -Raúl González Tuñón- que en esa ocasión lo hacía como
enviado del diario republicano La Nueva España que se edita-
ba en Buenos Aires. Ambos asistieron -junto a Pablo Rojas Paz-
formando la delegación argentina al II Congreso Internacio-
nal de Escritores para la Defensa de la Cultura (Congreso In-
ternacional de Escritores Antifascistas) que se desarrolló en
Valencia, Madrid, Barcelona y París entre el 4 y el 11 de julio
de 1937. Córdova Iturburu recopiló las experiencias vividas en
el frente de batalla en el libro España bajo el comando del pue-
blo (1938). González Tuñón, que había estado en Madrid en el
transcurso de 1935, meses después de la Revolución de Asturias
(octubre de 1934), dejó tres obras vinculadas al conflicto his-
pánico: La rosa blindada (1936), Las puertas de fuego (1938) y
La muerte en Madrid (1939).
Quien sería el futuro yerno de Botana, Raúl Damonte
Taborda, asistió -enviado por Natalio- a la última reunión ce-
lebrada por las Cortes en territorio español. Fue el 1º de febre-
ro de 1939 en el Castillo de Figueras, a pocos kilómetros de la

172
frontera francesa. Allí su presidente, Diego Martínez Barrio, y
el presidente del Consejo de Ministros, Juan Negrín, augura-
ron en sus respectivos discursos el desastroso final de la Guerra
Civil.
Luego de la caída de Barcelona (26 de enero de 1939) y
avizorado el derrumbe definitivo de la República, Crítica dirigió
su prédica a denunciar la situación de los refugiados españoles
en Francia y a preparar la aceptación por parte del gobierno ar-
gentino de numerosos republicanos que llegarían en los próxi-
mos meses. El diario de Botana apoyó decididamente a la Co-
misión Argentina para la Ayuda a los Niños Españoles y a la
Comisión de Apoyo a los Intelectuales Españoles. Entre fines de
1938 y 1939 llegaron a Buenos Aires tres personalidades de los
gobiernos de la II República: Indalecio Prieto, Vicente Rojo
Lluch y Ángel Ossorio y Gallardo. Crítica les dedicó varias notas
y más tarde se integraron a la redacción del diario.
En agosto de 1939 Crítica respaldó la interpelación de
diputados radicales y socialistas a los ministros de Relaciones
Exteriores y Culto José María Cantilo y de Agricultura José
Padilla y denunció la política de puertas cerradas, llevada ade-
lante por el gobierno argentino.
Intentando repetir el éxito de Crítica, el 28 de octubre de
1939 salió en Buenos Aires el primer número del matutino El
Sol con 84 páginas. Tenía como lema Inter Folia Fructus (Entre
las hojas, el fruto), nombre inspirado en el diario republicano
que fundó en 1917 Nicolás María de Urgoiti y que contó en-
tre sus redactores a José Ortega y Gasset y a Félix Lorenzo.
Natalio Botana se trasladó -con la plana mayor de Crítica- a la
sede de Avenida de Mayo 654 casi Perú. Contó, además, con el
asesoramiento de exiliados españoles como Manuel Fontdevila
(director de El Heraldo de Madrid) y Juan González Olmedilla.
Se pretendió un producto de alto nivel intelectual. Sin embar-
go, El Sol no tuvo la acogida esperada y Botana se desvinculó
de la empresa en mayo de 1940. Quedó como director su yer-
no Raúl Damonte Taborda. En 1945, ya muerto Botana y en
plena era peronista, el matutino no pudo soportar la persecu-
ción gubernamental y cerró definitivamente sus puertas.

173
El 5 de noviembre de 1939 llegó al puerto de Buenos
Aires el vapor “Massilia”, de bandera francesa de la flota de la
Compagnie de Navigation Sudatlantique. Había zarpado del
puerto de la Rochelle-Pallice. Venían 147 españoles republi-
canos, todos ellos en tránsito: 132 hacia Chile, seis a Para-
guay y nueve a Bolivia. Natalio Botana, además de brindarles
apoyo económico, gestionó sus residencias legales y dio tra-
bajo a varios de ellos en su diario. Finalmente cincuenta que-
daron en Buenos Aires y el resto siguió su viaje hacia los des-
tinos previstos
Una anécdota que nos muestra la personalidad e impor-
tancia de Natalio Botana fue la que aconteció en pleno puerto
a la llegada del “Massilia”. Natalio le manifestó al comisario de
a bordo que quería subir al barco a ver a los exiliados, y éste le
dijo que no podía visitar a nadie, respondiendo Botana: ¿Ud.
sabe quién soy yo? A lo que le contestó: A mí no me importa
quién es usted, pero estos señores son rojos peligrosos y se los llevará
de aquí el tren internacional. Finalmente Botana le replicó: No
sólo voy a venir a darle dinero a los refugiados, sino que los voy a
bajar a todos.
María Rosa Oliver -observadora creíble de los aconteci-
mientos de la década del 30- en su libro Mi fe es el hombre
afirmó:
La admisión masiva se debió a la campaña que hizo Crítica
y a la acción decidida de su director, Natalio Botana, con quien el
gobierno tenía una deuda pendiente: Crítica había preparado el
terreno para que tuviera éxito la asonada militar que el 6 de sep-
tiembre de 1930 derrocó al gobierno de Yrigoyen88.
El día del fallecimiento de Natalio Botana -7 de agosto de
1941- el Dr. Manuel Blasco Garzón, ex ministro bajo el go-
bierno del Frente Popular y ex cónsul general de la República
Española en Buenos Aires, declaró en Crítica:
La República le debe eterna gratitud.
La muerte de Natalio Botana es para mí una pérdida irre-
parable. Es difícil abarcar en toda su amplitud lo que Botana
ha puesto de noble, de desinteresado, de generoso en las cosas de
España.

174
Yo llegué a la República Argentina enviado por mi gobierno
en un momento gravísimo para España. La primera palabra de
aliento me la dio Botana. Conté con su ayuda sin regateo alguno.
Puso a mi disposición el diario para defender la República. Jamás
admitió que tal servicio tuviera que ser recompensado. Enérgica-
mente se opuso a todo intento de homenaje. Siempre me dijo lo
mismo:
Lo hago, porque es mi sentimiento más vivo y mi convic-
ción más honda. Déjeme usted, amigo Blasco, el recreo de obrar
así con España y con la República.
Durante la guerra su preocupación constante era la noticia
diaria, que pedía con penoso afán de encontrar la buena nueva.
Después de la guerra su deseo único era servir a los republica-
nos, sin tasa y sin medida. Que así era de amplia su generosidad
para con los españoles.
En los días próximos a la caída de España, me visitó perso-
nalmente en el Consulado. Con gesto de gran señor, me dijo que el
objeto de su visita era ratificarme su fe en la España democrática
y ofrecerme su amistad. Se lo agradecí de corazón, como le agrade-
cí que en una ocasión solemne me invitase a representar a España
en las bodas de plata de su periódico. Por esto me he considerado
siempre redactor honorario de Crítica.
[…] Cuando se ha creado un órgano de opinión tan formi-
dable y se le ha dado inspiración ideal, certera y viva, se tiene
derecho a la gratitud y al reconocimiento de todos. De todos, sin
excepción. La mía y la de los españoles republicanos rodearán siem-
pre a la obra de Botana y en adelante a la de sus hijos y continua-
dores a quienes en este dolor insigne acompaño de todo corazón.
La revista Pensamiento Español -portavoz del exilio repu-
blicano en Buenos Aires- dirigida por personalidades de la ta-
lla de Vicente Rojo, Alfonso Castelao, Manuel Serra Moret y
Ramón Rey Baltar despidió -bajo la pluma de Clemente
Cimorra- a Natalio Botana en su ejemplar de setiembre de 1941:
Un español ante la muerte de Botana
Con Natalio Botana, las fuerzas republicanas españolas pier-
den su primer y más firme defensor en América. Nuestra condo-
lencia ante la desgracia que afectó al director de Crítica tiene las

175
proporciones que reclama nuestra gratitud. Puede decirse que la
muerte de Natalio Botana nos ha hecho sentir la sensación de una
batalla importante perdida ante el enemigo. Nadie lo aventajó en
consecuencia fervorosa para mantener el crédito moral de los re-
publicanos españoles en el continente, ni nadie puso, hasta donde
lo hizo él, su persona y su obra al servicio de los que combatieron
por la causa de nuestro pueblo y nuestra patria.
Ese hombre con mirada de águila que ha muerto, era el gran
amigo, el gran amigo americano, del pueblo español. Es muy difí-
cil, siendo español que se ha batido o ha crispado su voluntad en
aquella guerra por donde empezó a incendiarse Europa, olvidar el
gesto, el rostro, la conducta y la obra de Natalio Botana […]
Me acuerdo de la leyenda en la cinta tricolor de la corona
que llevaron los refugiados al sepelio: Los Republicanos Españo-
les a su gran amigo. A su amigo. Palabra sencilla y justa. Lo fue
desde el primer día de nuestra guerra hasta el último día de la
suya. La nuestra sigue en pie, la suya terminó pero sigue. Un vien-
to, de pronto, apagó su mirada de águila. Pero tuvo la virtud de
hacer que ondeasen con más brío, con tirones y aletazos, al despe-
dirlo, nuestras banderas.
La adhesión de Botana a la causa de los republicanos es-
pañoles fue tan grande que al conmemorarse un año de su
muerte el diario España Republicana del 8 de agosto de 1942
afirmó:
Los españoles republicanos tienen con Botana una deuda de
gratitud que no olvidarán jamás. Antes de la guerra, en la guerra
y después de la guerra, Natalio Botana estuvo de corazón de nues-
tro lado. Su diario se puso al servicio de nuestra causa con una
generosidad ejemplar […].

176
Diario El Bien Público, Montevideo, 13 de febrero de 1935. Fuente: Archivo de
la Arquidiócesis de Montevideo.
Diario El Pueblo, Montevideo, 28 de febrero de 1935, p. 5. Fuente: Biblioteca
Nacional del Uruguay.
Primer número del diario Uruguay, 25 de febrero de 1935. Dr. Alberto
Demicheli en la redacción. Fuente: Biblioteca Nacional del Uruguay.
Diario Uruguay, Montevideo, 11 de abril de 1935. Fuente: Biblioteca Nacional
del Uruguay.

Diario El Pueblo, Montevideo, 12 de abril de 1935. Fuente: Biblioteca Nacional


del Uruguay.
Diario El Pueblo, Montevideo, 5 de junio de 1935. Fuente: Biblioteca Nacional
del Uruguay.
Francisco Loiácono (“Barquina”) y Aníbal Troilo.
Diario La Tribuna Popular, Montevideo, 3 de abril de 1937. Fuente: Biblioteca
Nacional del Uruguay.
Cena homenaje en ocasión de los 25 años de Crítica (15 de setiembre de
1938): Alberto Barceló, Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia.
El NAZISMO,
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Y EL PERIODISMO ARGENTINO

La verdad existe, solo se inventa la mentira.


Georges Braque

El ascenso incontrolable del nazismo en Alemania y luego


el inicio de la Segunda Guerra Mundial dividió profundamen-
te a la colectividad alemana en Argentina, al periodismo y por
ende a toda la sociedad.
El 30 de enero de 1933 el presidente Paul von Hindenburg
designó a Adolf Hitler como canciller de Alemania.
Francisco Luis Llano, que había ingresado a Crítica a fi-
nes de 1930, llegó rápidamente a ocupar cargos de jerarquía
en el diario. Fue -sin lugar a dudas- uno de los integrantes del
círculo íntimo de Botana. Recordó -años más tarde- la actitud
de su director cuando llegó al diario la noticia de que Hitler
terminaba de asumir el gobierno de Alemania:
Botana leyó pausadamente el telegrama. Parecía como si a
través de las palabras que tenía delante fuese imaginando, viendo
todo lo que a partir de ese momento habría de depararse no ya a
los alemanes sino a Europa toda e incluso al mundo. Quizás, de
no haber sido, como era, un espíritu fuerte, capaz de sobreponerse
a sus emociones más íntimas, en aquel momento la pesadumbre
que lo poseía se habría expresado en lágrimas. Mas, periodista
ante todo, y periodista que, como digo, tenía un olfato finísimo,
que lo hacía presentir o adivinar las cosas, sobre todo si ellas eran
de gran importancia, se puso a escribir, con la misma lentitud con
que leyera el telegrama, el título de la noticia y se lo envió a Petrone:
UN DEMENTE AL FRENTE DE ALEMANIA: PÁNICO EN
EL MUNDO89.

177
La noche del 27 de febrero de 1933 se incendió el edificio
del Reichstag (Parlamento) y fue detenido como responsable
Marinus Van der Lubbe, un comunista holandés que será gui-
llotinado en la prisión de Leipzig. Al día siguiente del incen-
dio, Hitler logró la aprobación del Decreto del Incendio del
Reichstag que conculcó numerosos derechos e inició una eta-
pa de persecuciones que involucró especialmente a comunistas
y judíos. Muchos de ellos partieron al exilio y se instalaron en
Argentina.
En diciembre de 1933 presentó sus credenciales al presi-
dente Agustín P. Justo el nuevo representante diplomático de
Alemania, luego ascendido a embajador, barón Edmond von
Thermann. A partir de ese momento, inició una hábil tarea de
promoción de los intereses del Tercer Reich en Argentina. Von
Thermann pretendió imponer a intelectuales, militares y polí-
ticos argentinos la visión de una “nueva Alemania”.
A mediados de 1936 se formó una Comisión de Coopera-
ción Intelectual -diecinueve destacados argentinos claramente
pro alemanes- con la participación de figuras de la talla del
director de la Biblioteca Nacional Gustavo Martínez Zuviría,
el futuro Premio Nobel, Bernardo Houssay, los médicos
Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex y el político Matías
Sánchez Sorondo.
Entre los alemanes residentes en Argentina se estableció
una verdadera “guerra de prensa”. Por un lado el Deutsche La
Plata Zeitung (DLPZ), editado por Hermann Tjarks y
subsidiado por la Embajada alemana, adhería notoriamente a
los intereses del Tercer Reich. En contraposición, el
Argentinisches Tageblatt (AT) de la familia Alemann se mani-
festaba abiertamente antinazi.
Diarios menores como Bandera Argentina de Juan Carulla
y Crisol de Enrique Osés vieron con gran simpatía el ascenso
del nazismo, quizás enceguecidos detrás de sus fervientes
anticomunismo y antisemitismo.
En los diarios argentinos de mayor tiraje el comportamien-
to fue dispar. La Razón, el diario de Ángel Sojo y luego de
Ricardo Peralta Ramos, se mostró partidario del nazismo hasta

178
los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Poco tiempo des-
pués de la designación de Hitler como nuevo canciller de Ale-
mania y con el título de Alemania está ahora en el umbral de
una nueva era histórica afirmaba: Ningún gobierno alemán tuvo
jamás ni por asomo la autoridad de que está investido el gabinete
Hitler-Hindenburg, y tampoco hubo ningún gobierno tan pro-
fundamente arraigado en el pueblo (La Razón 26/3/33). En abril
de 1933 publicó un suplemento dedicado a La Nueva Alema-
nia con profusa publicidad de empresas alemanas radicadas en
Argentina y finalizaba con un saludo y la firma de Hitler: Por
intermedio del diario La Razón, envío a la prensa argentina y a
los alemanes de la Argentina mis cordiales saludos.
Los diarios La Prensa y La Nación oscilaban entre la neu-
tralidad y la denuncia débil del creciente nazismo.
Fue Crítica -sin lugar a dudas- el adversario más tenaz que
tuvo el fascismo dentro del periodismo argentino. Recién ini-
ciadas las persecuciones antisemitas -el 16 de abril de 1933- el
diario de Botana expresó: Realmente asombra la minuciosidad
del sistema persecutorio de los hitleristas contra los hebreos: nada
ha sido olvidado. Día a día un nuevo detalle es conocido. Ahora se
sabe que está prohibido a los médicos arios tener en absoluto rela-
ción profesional alguna con los médicos hebreos. Y pensar que hace
poco que se descubrió que Hitler era judío.
Semanalmente Crítica cuestionó con severidad al nazis-
mo y las caricaturas de sus hábiles dibujantes se burlaban de
Hitler y sus secuaces. De un andamio de albañil, Adolfo Hitler
saltó hasta el comando de Alemania, ironizaba un título del dia-
rio el 5 de julio de 1933. Ese mismo año Botana escribió: Los
nazis piensan que los judíos tienen la culpa de todo lo que ha
sucedido en Alemania, incluso el desastre de la Gran Guerra. Ale-
mania estará salvada cuando sea puramente de los alemanes, han
dicho. Y por eso persiguen a todo el mundo que no sea nazi. Hay
que salvar a los herejes del infierno quemándolos, decían los
inquisidores. Parece ser que en métodos políticos no se ha adelan-
tado gran cosa en el mundo.
Joseph Goebbels, ministro del Reich para Ilustración y
Propaganda, en sus instrucciones de setiembre de 1933, clasi-

179
ficó la prensa argentina en cuatro categorías. Crítica integraba
junto a Argentinisches Tageblatt y el socialista La Vanguardia, el
primer grupo denominado prensa antifascista. Estos medios
debían de ser combatidos con todas las armas disponibles y
sometidos a boicot económico, en especial retirándoles toda
propaganda de empresas alemanas radicadas en Argentina.
El embajador von Thermann no toleraba la prensa oposi-
tora a la que tildaba de judeo-comunista al servicio de Londres,
Washington y Moscú. Presentó reiteradas quejas ante la Canci-
llería argentina e inició procesos penales contra Crítica y
Argentinisches Tageblatt, que al cabo de los años fueron desesti-
mados.
Luego de los episodios del 9 de noviembre de 1938, co-
nocidos como La Noche de los Cristales Rotos (Kristallnach) el
diario de Botana incentivó sus críticas hacia el nazismo. Al día
siguiente -y bajo el título El tercer Reich se aísla de la civiliza-
ción con la masacre de ayer- publicó una entrevista al rabino
Guillermo Schlesinger: El pueblo judío, a través de la historia y
desde épocas legendarias, ha atravesado por períodos de grandes
penurias. Pero el alcance de los decretos expedidos hoy sobrepasan
todas las opresiones y castigos que jamás hayan sufrido90.
A partir de mayo de 1938, el diputado socialista Enrique
Dickman presentó reiterados pedidos de investigaciones sobre
actividades vinculadas a la penetración del nacional-socialis-
mo. Recién en junio de 1941 se constituyó la Comisión Inves-
tigadora de Actividades Antiargentinas que presidió el diputa-
do radical Raúl Damonte Taborda, yerno de Botana y perio-
dista de Crítica. Las conclusiones de las investigaciones se pre-
sentaron a partir de setiembre de 1941. En uno de los infor-
mes se confirmaba la financiación por parte de la agencia noti-
ciosa Transocean de los periódicos: Bandera Argentina, El
Pampero, Crisol y Deustche La Plata Zeitung.
La Comisión presentó -además- un proyecto de declara-
ción sobre la actuación de von Thermann: se había extralimita-
do en el ejercicio de las funciones en su cargo y abusado de sus
privilegios diplomáticos. La Cámara de Diputados aprobó la
declaración el 16 de setiembre de 1941 y el voto de censura

180
fue de 78 a 1. El presidente Castillo ignoró las investigaciones
de la Comisión. Luego del ataque japonés a Pearl Harbor, el
canciller Enrique Ruiz Guiñazú -a pesar de su perfil neutral- le
pidió a von Therman su retiro voluntario. En un principio, el
gobierno alemán no aceptó, pero poco después el embajador
fue sustituido por el encargado de Negocios Erich Otto
Meynen. Von Therman dejó Argentina el 20 de febrero de
1942.
Finalizado el gobierno del general Agustín P. Justo (1932-
1938) se consagró la fórmula Roberto Ortiz-Ramón Castillo.
Asumió como ministro de Relaciones Exteriores José María
Cantilo. En julio de 1938 -pocos meses después de iniciar su
gestión- Cantilo dictó la Circular Nº 11 enmarcada en el de-
creto 8972 (12 julio 1938) dirigida a cónsules y representacio-
nes diplomáticas en Europa: Negar la visa, aún a título de turis-
ta o pasajero en tránsito, a toda persona que fundadamente se
considere que abandona o ha abandonado su país de origen como
indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo de la expulsión.
Esta directiva dio lugar a comportamientos dispares, frecuen-
temente censurables, de los representantes argentinos -espe-
cialmente funcionarios de la Embajada en Alemania- estando
involucrado el hijo natural de Hipólito Yrigoyen, Luis Hernán
Yrigoyen (segundo secretario de la Embajada en Berlín), que
tuvo el ex presidente con Luisa Bacichi.
Con la invasión de los ejércitos alemanes a Polonia (se-
tiembre de 1939) se inició la Segunda Guerra Mundial. En la
primavera de 1940, Alemania ocupó sucesivamente Dinamar-
ca, Noruega, Países Bajos y Francia. Estados Unidos se mantu-
vo -al menos inicialmente- fuera del conflicto bélico.
El 15 de setiembre de 1939, Crítica cumplió veintiséis
años de existencia. Botana -en un editorial- celebró el aniver-
sario y dejó bien en claro la posición de su diario frente a los
acontecimientos que conmocionaban al mundo:
[…] Una frase estereotipada -“la historia se repite”- sirve
para explicar la fatalidad de ciertos acontecimientos cíclicos. En
el actual momento de la historia del mundo, es indudable que la
historia vuelve a repetirse. Alemania, incorregible, envanecida

181
por la prudencia de los países democráticos, ha vuelto a desafiar
al mundo y ha intentado, como en 1914, el avasallamiento de
una nación pequeña. Las mayores reservas espirituales del mun-
do, como en 1914 o en mayor proporción, se han levantado con-
tra Alemania.
En el ambiente dramático de la vieja Europa, los ya madu-
ros “poilus” franceses o los ya canosos “tommies” británicos que
actuaron en la guerra del 14, han sacado estos días sus insignias
o sus recuerdos de las viejas arcas familiares para volver al fren-
te, a los campos de batalla. Con muchos de ellos marchan sus
hijos, en una camaradería que nos define gráficamente toda la
emoción de esta guerra. Crítica, sin vacilaciones, ha repetido su
misma actitud espiritual de hace un cuarto de siglo. Nuestras
columnas sostienen idénticos conceptos en pro de la civilización
y allí, en el salón de los hombres que dibujan, Pedro de Rojas,
nuestro viejo compañero, traza con su lápiz los mismos
simbolismos de hace veinticinco años.
Indiscutiblemente, que la historia se repite. Es el mejor ga-
lardón que puede proclamar Crítica, hoy, en el día que cumple
veintiséis años de existencia […]
Hace pocos días -el día en que la locura de Hitler volvió a
llevar a los campos de batalla a las jóvenes y maduras generaciones
de Europa- Crítica esperaba sus grandes tirajes y batía también
todos los guarismos que en materia de circulación podían enorgu-
llecer al periodismo de habla española. Nuestras máquinas impri-
mieron en una sola jornada 811.917 ejemplares.
Como lo hemos dicho varias veces, no es nuestra la gloria de
estos triunfos. Pertenece al pueblo argentino que viene acompa-
ñando a Crítica con su solidaridad y con su estímulo sin
intermitencias.
El gobierno argentino se dividía en dos bandos muy níti-
dos: los aliadófilos y los germanófilos. Las discrepancias -in-
cluso- se objetivaban al interior de la fórmula gobernante.
Roberto Ortiz era visto como aliadófilo, mientras Ramón Cas-
tillo era partidario de apoyar a los países del Eje. En julio de
1940 -por enfermedad de Ortiz- asume Castillo la Presidencia
y al frente de la Cancillería es designado Julio Argentino Roca

182
(hijo del prócer y general del mismo nombre) que había des-
empeñado la Vicepresidencia de la República bajo el go-
bierno del general Justo. Roca llevó adelante una política favo-
rable a los aliados que confrontó notoriamente con el gobier-
no de Castillo, mayoritariamente germanófilo. Pero Roca de-
bió renunciar y asumió interinamente Guillermo Rothe, por
entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública. El 11 de
junio de 1941 se hizo cargo de la Cancillería Enrique Ruiz
Guiñazú considerado como antinorteamericano y germanófilo.
El 7 de diciembre de 1941 -en un acontecimiento que
cambiará sustancialmente el curso del conflicto bélico- avio-
nes japoneses atacaron sucesivamente la base naval estadouni-
dense de Peal Harbor (Hawaii), Filipinas (ocupada por Esta-
dos Unidos) y las posesiones inglesas de Hong-Kong y Malasia.
Un día después, el Congreso de EE.UU. declaró la guerra a los
países del Eje.
En enero de 1942 se llevó a cabo en Río de Janeiro la 3ª
Reunión Interamericana de Consulta, convocada por la Unión
Panamericana. Estados Unidos pretendía una declaración de
guerra contra el Eje por parte de las naciones latinoamerica-
nas. Solo obtuvieron una declaración de solidaridad y Argenti-
na prosiguió con su postura de neutralidad.
Poco después, liderados por Brasil, la mayoría de los paí-
ses de América Latina se pronunciaron por involucrarse direc-
tamente en el conflicto bélico. Argentina no asumió la postura
sugerida por Estados Unidos y sufrió un boicot económico.
Mientras tanto en el país continuaba la inestabilidad polí-
tica y, el 4 de junio de 1943, el Grupo de Oficiales Unidos
(G.O.U.) protagonizó un golpe de Estado que llevó a la Presi-
dencia -por unos días- al general Arturo Rawson quien fue sus-
tituido por el general Pedro Pablo Ramírez. El nuevo canciller
fue el almirante Segundo Storni reemplazado -poco después-
por el general Isidro Gilbert.
Vislumbrado el triunfo aliado, el gobierno argentino se
vio forzado a romper relaciones con el Eje el 26 de enero de
1944. El 9 de marzo de ese año cayó el gobierno de Ramírez y
asumió la Presidencia el general Edelmiro Farrell.

183
Luego de la Conferencia Interamericana de Chapultepec
(febrero-marzo de 1945) Argentina fue el último país del con-
tinente en declarar la guerra a los países del Eje; lo hizo el 27
de marzo de 1945.
Italia capituló el 29 de abril, la Alemania nazi el 4 de mayo
y Japón -luego de las bombas atómicas caídas en Hiroshima y
Nagasaki- se rindió el 2 de setiembre de 1945.

184
TRES ESCÁNDALOS DURANTE
LA DÉCADA INFAME

Yo me conformaría con que el corazón de los


argentinos tuviera tres cosas: honestidad, res-
ponsabilidad y solidaridad.
René Favaloro

El periodista y escritor José Luis Torres (1901-1965) acu-


ñó el concepto la “Década Infame” para caracterizar el período
comprendido entre el 6 de setiembre de 1930 y el 4 de junio
de 1943, plagado de actos de corrupción y fraude. Abarcó los
gobiernos de José F. Uriburu (1930-1932), Agustín P. Justo
(1932-1938), Roberto M. Ortiz (1938-1940) y Ramón S. Cas-
tillo (1940-1943).
Si bien Natalio Botana no tuvo participación directa en
estos hechos, su figura se vio salpicada por la implicación de
amigos muy cercanos y del diario Crítica.
El Pacto Roca-Runcinam -del 1º de mayo de 1933- otor-
gó a Inglaterra exasperantes concesiones en el negocio de la
carne. Poco después quedaban en evidencia groseras irregula-
ridades administrativas e impositivas cometidas por frigoríficos
ingleses. En setiembre de 1934 se nombró una comisión in-
vestigadora integrada por los senadores Lisandro de la Torre,
Laureano Landaburu y Carlos Serrey. Se confirmó la evasión
impositiva, el fraude fiscal y el ocultamiento de informes con-
tables. Quedaban seriamente comprometidos los ministros
Federico Pinedo, de Hacienda y Luis Duhau, de Agricultura y
Ganadería, quien era además miembro prominente de la So-
ciedad Rural Argentina. El presidente Agustín P. Justo asistía
con profunda preocupación a los acontecimientos que se desa-
rrollaban en el Senado y consultaba reiteradamente con su
amigo Natalio Botana.

185
Los resultados de la investigación comenzaron a presentar-
se en el Senado a partir del 11 de junio de 1935 con la presencia
de ambos ministros. La sesión más violenta fue la del 23 de ju-
lio. Las intervenciones de Lisandro de la Torre eran cada vez más
contundentes y Federico Pinedo tuvo que recurrir a los agra-
vios. En un momento el senador por Santa Fe se acercó a Pinedo
y el ministro Duhau empujó a De la Torre que cayó al suelo. El
senador Enzo Bordabehere (P.D.P.), uruguayo de nacimiento pero
argentino por adopción -que no había podido asumir ya que no
fueron aceptadas sus credenciales, pero se encontraba dentro del
recinto- se dirigió a asistir a su líder. De pronto se sintieron tres
disparos que -destinados seguramente a Lisandro de la Torre-
hirieron mortalmente a Bordabehere. Ramón Valdez Cora, el
asesino, fue detenido y sentenciado en 1937 a doce años de pri-
sión, condena que fue aumentada a veinte por la Corte. Final-
mente fue indultado por Perón en el año 1953.
La noche del asesinato el presidente Justo asistió al Teatro
Colón para ver la ópera La Sonámbula interpretada por
Beniamino Gigli.
Lisandro de la Torre afirmó poco después: Las balas esta-
ban dirigidas al corazón del Parlamento argentino, aún este Con-
greso viciado por el fraude y la corrupción les molesta. Se sabe el
nombre del matador pero no del asesino.
Como consecuencia de los agravios vertidos, ambos mi-
nistros retaron a duelo a Lisandro de la Torre. Solo aceptó ba-
tirse con Pinedo, ya que no le reconoció a Duhau condiciones
de caballero. El lance, a pistola, se llevó a cabo el 25 de julio en
el Colegio Militar. Actuaron como padrinos de Pinedo el pre-
sidente del Senado Robustiano Patrón Costas y el de Diputa-
dos Manuel A. Fresco, mientras que Jorge A. Robirosa y Lucio
V. López apadrinaron a De la Torre. A la orden del general
Adolfo Arana -director del reto- los contendientes solo
intercambiaron dos disparos. De la Torre lo hizo al aire mien-
tras que Pinedo apuntó a la cabeza pero falló. Lisandro de la
Torre renunció al Senado el 5 de enero de 1937. Perseguido
por dificultades económicas y hastiado de tanta corrupción, se
suicidó en su casa el 5 de enero de 1939.

186
El asesinato del senador Bordabehere, en el recinto del
Senado, estremeció a toda Argentina y afectó notoriamente el
respeto y credibilidad del gobierno. El presidente Justo con la
complicidad de Natalio Botana pergeñó una maniobra que lo-
gró distraer la atención pública y apaciguar los ánimos. Deje-
mos que Helvio Botana nos relate los acontecimientos de la
época:
La salvación llegó del exterior. Un mes antes había fallecido
el más grande representante del alma porteña, Carlos Gardel […]
Natalio lo comprendió: era el símbolo de la alegría, adecua-
do para oponerlo a la hora de descrédito y decepción que sacudía a
la República.
Fríamente, como solo ellos podían hacerlo, analizaron con el
presidente Justo, esa poderosa imagen positiva que el mundo nos
devolvía.
Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto
a Gardel y desviaron la mirada de la opinión pública. El Estado
puso su arte, Crítica lo suyo.
Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante seis me-
ses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado
se debía olvidar91.
El mismo día de la tragedia de Medellín (24 de junio de
1935), en la última edición del diario Crítica, Edmundo
Guibourg -amigo de Gardel- bajo el título Marchó con su son-
risa leal, sembró las primeras dudas sobre el lugar de nacimien-
to del Zorzal Criollo:
¿De dónde era ese cantor tan típicamente local? Se decía que
había nacido en Punta Arenas. En los documentos que le vi exhi-
bir en diversos viajes, aparecía nativo de Montevideo. Acaso fuese
en verdad oriundo del mediodía francés, de Toulouse, como la vie-
jecita que ahora allí no podrá soportar la noticia. Nadie tan esen-
cialmente porteño como él, que por cada casa frente a la que pasa-
se en otra ciudad evocaba una fachada de su Buenos Aires.
El 28 de junio -cuatro días después del accidente- Este-
ban Capot, amigo de Armando Defino (apoderado de Gardel),
se encargó de armar -en el diario Crítica- la trama del origen
francés del Morocho del Abasto:

187
Carlitos nació en Tolosa, fue un niño muy vivaracho. Mi
madre, Odalie Ducasse de Capot, luego de perder a su esposo, y
teniendo yo unos siete años se fue a vivir a Tolosa, en procura de
un campo más propicio para explotar su habilidad de modista. En
Tolosa, mi mamá conoció a la madre de Carlitos, cuando éste sólo
llegaba a los tres años de edad. Buenas mujeres las dos, amantes
cariñosas de sus únicos hijos, se hicieron muy amigas, más, llega-
ron a ser inseparables. Habitábamos la misma casa, y mi obligado
compañero de juegos era Carlitos.
Llegaban en ese entonces noticias de la hospitalidad de Amé-
rica, de su facilidad para conquistar sólidas posiciones, de la cor-
dialidad de sus habitantes. Mi madre y doña Berta, que se sentían
embelesadas por estas narraciones de prosperidad, con los pocos
ahorros que contaban, decidieron cruzar el océano. Cuando yo
tenía nueve años y Carlitos cinco, nos embarcamos con destino a
Buenos Aires. Vinimos en tercera como inmigrantes. Lamento no
recordar el nombre del barco, pero sí tengo grabada en la memoria
la modestia de nuestra existencia a bordo.
Puedo asegurar a Crítica -ya que ustedes se refieren a ciertas
versiones que circulan en el vecino país- que Carlos Gardel, el astro
máximo de la canción criolla, no pisó tierra uruguaya hasta después
de los veinte años. Más todavía, no conoció Montevideo sino acom-
pañado por Razzano, cuando formaban aquel dúo inolvidable.
Fueron siete meses de notas -casi diarias- sobre Gardel las
que culminaron el 6 de febrero de 1936 con el depósito de sus
restos en el cementerio de La Chacarita. Su figura sirvió para
que se olvidara el negociado de las carnes y el asesinato de
Bordabehere.
El 23 de diciembre de 1936 se votaron en el Concejo De-
liberante de la ciudad de Buenos Aires las ordenanzas 8028 y
8029, que prorrogaban la concesión de las empresas Chade y
Ciade como responsables de suministrar la energía eléctrica a
los bonaerenses. Se concretaba, así, uno de los mayores actos
de corrupción de la historia argentina de la primera mitad del
siglo XX.
Desde 1921 las multinacionales Chade (Compañía His-
pano Argentina de Electricidad) -subsidiaria de Sofina (Societé

188
Financière de Transports et D´Entreprises Industrielles) - y
Ciade (Compañía Ítalo Argentina de Electricidad) se repartían
el abastecimiento eléctrico de la ciudad de Buenos Aires. La
concesión fue otorgada en junio de 1921, siendo presidente de
la República Hipólito Yrigoyen y José L. Cantilo, intendente
de la capital.
En 1936 se planteó una eventual renovación de las autori-
zaciones y la existencia de ocasionales abusos de las compañías
(tarifas excesivas, demora en el desarrollo de infraestructura,
accidentes, etcétera). En un principio la mayoría de concejales
radicales y de la Concertación se oponían a la reactualización.
Sin embargo Alvear y Justo tenían otros planes al respecto.
El conflicto instalado en la clase política se vio rápida-
mente reflejado en la opinión pública. Los diarios La Prensa y
La Vanguardia criticaban el proyecto, mientras Crítica y Ahora
lo apoyaban. La Nación mantenía un discreto silencio.
El diario de Botana, de fecha 18 de diciembre de 1936,
bajo el título: -La rebaja de las tarifas eléctricas beneficiará enor-
memente al pueblo apoyaba la nueva concesión y confiaba en
los concejales radicales para lograr la mejor solución al conflic-
to de las compañías, logrando en pocos meses lo que los socia-
listas no habían alcanzado en 14 años.
La Chade y Sofina decidieron echar el resto. En junio de
1936 viajó a Buenos Aires Daniel Heineman, presidente de
Sofina, y vicepresidente de Chade para entrevistarse con las
autoridades radicales. Alvear partió para Europa el 22 de se-
tiembre.
El telegrama fechado el 19 de noviembre de Chade a Sofina
hablaba por sí solo:
Teniendo en cuenta la actitud poco firme del Comité Nacio-
nal del Partido Radical en el sentido de apoyar las propuestas de
los concejales radicales, consideramos útil una gestión ante el Dr.
Alvear antes de que se embarque en el Almeda Star en Boulogne,
el 21 del corriente. Su dirección actual es: Boulevard de Courcelles
68, París. Sugerimos que el Sr. Bock, y si fuera posible el Sr. Cambó,
vayan a París para exponer la economía de nuestro proyecto, espe-
cialmente que la prórroga es una compensación necesaria para la

189
rebaja de tarifas. Sería deseable que el Dr. Alvear telegrafíe al
Comité del Partido Radical para que preste su apoyo al proyecto.
La respuesta -en pocas palabras- confirmó la realización
de la reunión y el éxito de las negociaciones:
Sofina a Chade Bruselas 21 de noviembre de 1936
Recibirá Ud. informe de Sofina referente a mi entrevista con
la persona en cuestión. Si lo considera útil, creo que podría mos-
trar todo el contenido o parte del informe de Sofina, bajo reserva,
a algunas personalidades interesadas del partido de la persona en
cuestión. Saludos.
Mauricio Bock92.
Alvear regresó a Buenos Aires el 13 de diciembre de 1936.
Rafael Vehils, director de Sofina y muy amigo del ex presiden-
te se encargó de las últimas transacciones. Alvear pensaba
postularse a las próximas elecciones presidenciales y los recur-
sos económicos para su proyecto resultaban vitales. Luego de
ingentes esfuerzos los concejales radicales aceptaron apoyar la
reglamentación que aprobaba las nuevas concesiones y otorga-
ba nuevos privilegios para las compañías multinacionales.
Finalmente el 23 de diciembre de 1936 se votaron afirma-
tivamente las ordenanzas 8028 y 8029. Los concejales socialis-
tas (12) se retiraron de sala y fueron confirmadas con votos radi-
cales y de miembros de la Concordancia (17). En junio de 1943
una de las primeras medidas del presidente Pedro Pablo Ramírez,
luego de derrocar a Ramón Castillo, fue la designación de una
Comisión Investigadora sobre el tema Chade. La misma se inte-
gró con el coronel Matías Rodríguez Conde que la presidió, el
ingeniero Juan Sábato y el Dr. Juan Pablo Oliver.
El Informe Rodríguez Conde estuvo pronto el 27 de mayo
de 1944 y confirmó todas y cada una de las sospechas: los con-
cejales corruptos recibieron cada uno la suma de $100.000 (en
la época el costo de un buen departamento), la Chade contri-
buyó a la campaña electoral del radicalismo y solventó -en par-
te- la compra de la sede de este partido en la calle Tucumán
1660 (conocida desde entonces como “La Casa Eléctrica”). Las
conclusiones de la Comisión aconsejaban anular la personería
jurídica de Chade y de Ciade, dejar sin efecto las ordenanzas

190
8028 y 8029, así como revocar las concesiones y expropiar
ambas empresas. El informe no se publicó hasta el año 1956 y
los proyectos no fueron considerados por orden del coronel
Juan D. Perón.
Félix Luna, uno de los mejores biógrafos de Marcelo T. de
Alvear, sentenció:
El lector juzgará cuál es la verdadera fisonomía de Alvear, o
si ella no representa ni al Quijote ni al hombre comprometido,
sino a un político que cometió el error de mediatizar sus fines con
recursos deleznables y peligrosos93.
Rosendo Fraga en su libro El General Justo fue categórico
en confirmar la participación del presidente de la República y
de Natalio Botana en el affaire Chade:
El presidente del radicalismo (Alvear) solicita apoyo económi-
co a dos directores de la CHADE, sus dos amigos personales Bausili
y Vehils. Pero el hombre con poder dentro de la empresa es Teófilo
Brassen, representante de los belgas. Este, frente al pedido de Alvear,
decide condicionarlo a la prórroga de la concesión por treinta años
más, dado que los radicales tienen mayoría en el Concejo […]
Son pocos los dirigentes del radicalismo porteño que desacatan
la decisión de la conducción partidaria. Entre ellos se encuentra el
presidente del Concejo Deliberante -donde hay mayoría radical-
Raúl Savarese, quien hasta último momento se resiste a aprobar la
prórroga, intentando sin éxito disuadir a Alvear. El titular del par-
tido argumenta que con los fondos provenientes de la CHADE, la
UCR podrá tener una casa propia, lo que finalmente sucederá,
adquiriéndose la sede radical de la calle Tucumán, donde hoy fun-
ciona el Comité Capital del partido. Además de los fondos para el
partido, cada concejal de la UCR cobra un soborno de 98.000 pe-
sos, monto equivalente en aquel momento a un departamento. La
habilidad de Justo hace que sea el propio Natalio Botana el encar-
gado de organizar la distribución del dinero entre los radicales, con
lo cual asegura el control total de la operación. Dos hombres del
diario Crítica, de absoluta confianza de Botana, llevan uno por
uno los sobres con el dinero en efectivo a los dirigentes radicales94.
Helvio Botana en su autobiografía Memorias. Tras los dien-
tes del perro, también se refirió a estos acontecimientos:

191
El responsable del negociado de la CHADE fue el doctor
Marcelo T. de Alvear y la cúpula aristocratizante del Partido Ra-
dical. El gestor coordinador de las negociaciones fue mi padre por
encargo del general Justo, que fue el motor que movió y calculó los
resultados del operativo.
[…]
Casi textualmente la razón que expuso el presidente Justo,
para facilitar a los radicales el negociado, fue la siguiente: Con
este asunto será el primer partido político de la historia que ha
sido capaz de corromperse en la oposición95.
El senador por Jujuy Benjamín Villafañe (h) -en agitada
sesión del 16 de mayo de 1940- denunció “algo que no se pue-
de menos que calificar de horroroso”. Se refería a la compra
fraudulenta de tierras para ampliar el Colegio Militar de El
Palomar. Los datos le fueron suministrados por el periodista
José Luis Torres de la revista Ahora. Presidía Argentina Rober-
to Marcelino Ortiz y el ministro de Guerra era el general Car-
los Márquez. Se nombró una Comisión Investigadora de la
Compra de Tierras en El Palomar.
Las actuaciones finalizaron el 8 de agosto y el 19 fueron
dadas a conocer en el Senado.
Las tierras en cuestión pertenecían a las hermanas María
Luisa Pereyra Iraola, casada con el médico de origen venezola-
no Marcelino Herrera Vegas, y María Antonia Pereyra Iraola,
viuda del abogado Rafael Herrera Vegas. La operación de com-
pra por parte del Ministerio de Guerra había fracasado en 1936
ya que se pretendía $1 por metro cuadrado; sin embargo la
Dirección General de Ingeniería las tasó en $ 0.20 por ser “tie-
rras anegadizas y de poca calidad”.
Ahora, con la activa participación de dos intermediarios,
Néstor Luis Casás y Jacinto Baldasarre Torres, las hermanas
Pereyra Iraola vendieron el 22 de diciembre de 1937 las tierras
a $ 0.65 el metro cuadrado. A su vez, los mediadores ofrecie-
ron las parcelas a $1.10 a la Comisión de Presupuesto de la
Cámara de Diputados, que incluyó tal operación en el presu-
puesto de 1938. El ministro Márquez solicitó al presidente
Ortiz la firma del decreto 21.582/38. Se aprobó la compra el
22 de marzo de 1939. El 28 de febrero en el decreto 6025 se

192
dispone el pago con anterioridad de 23 días al acuerdo de mi-
nistros, ordenándose al Ministerio de Hacienda el 4 de abril
que se abonara por Tesorería la suma indicada96.
Las dos escrituras firmadas hablaban por sí solas. La pri-
mera entre las propietarias y los intermediarios por $ 1.447.906
y la segunda entre el Sr. Casás y el Ministerio de Guerra por
$ 2.450.303.
Quedó demostrada la participación dolosa de los diputa-
dos del Partido Demócrata Nacional Juan Gaudencio Kaiser
de la Provincia de Buenos Aires y Gregorio Godoy de Mendoza
y de los legisladores radicales Miguel Aguirrezabala de Entre
Ríos, José Guillermo Bertotto de Santa Fe y Víctor Juan Guillot
de Capital Federal.
Los hechos salpicaron al ministro Márquez y al propio
presidente de la República. La comisión senatorial envió todos
los antecedentes a la Justicia. La repercusión a nivel popular y
de la prensa fue in crescendo. Al ministro Márquez se le llama-
ba “Palo Márquez” y en el teatro San Martín se estrenaba la
revista Se alborotó…El Palomar. Víctor Juan Guillot no pudo
soportar la situación y se quitó la vida el 23 de agosto de 1940,
unos días antes de que se iniciara el juicio.
Pero, ¿quién era el Dr. Víctor Juan Guillot y qué relación
tenía con Botana y con el diario Crítica?
Abogado, narrador, dramaturgo, periodista y político, ad-
hirió desde su juventud a la Unión Cívica Radical y llegó a
ser uno de los diputados más brillantes del radicalismo. Co-
noció a Botana en el diario La Razón y lo acompañó en Crí-
tica desde sus primeras etapas. Obtuvo el Premio de la Muni-
cipalidad en 1922 y en 1924 con sus obras Historias sin im-
portancia y El alma en el pozo. En 1926 presentó un proyecto
de ley de protección al periodista. En su fundamentación ex-
presó:
La profesión de periodista, en nuestro país, es una vocación a
la miseria. No proporciona reputación, desde que las modalidades
de la prensa argentina aprisionan en el anónimo la colaboración
del talento más claro, la obra de la conciencia más lúcida, la pres-
tación mental del espíritu más cultivado. Toda actividad espiri-
tual alcanza su recompensa. Dolorosa excepción es la labor perio-

193
dística, al servicio de la cual se pone tanta ignorada inteligencia,
tanta probidad moral, tanto espíritu de sacrificio prodigado sin
énfasis y con escéptico buen humor97.
Integró en 1928 la primera Comisión Directiva de la So-
ciedad Argentina de Escritores encabezada por Leopoldo
Lugones y Horacio Quiroga.
Como militante radical muy cercano a Yrigoyen fue per-
seguido en ocasión del golpe de setiembre de 1930 y Natalio
Botana le dio protección en su casa de Olivos.
Durante 1934 -luego del levantamiento frustrado de di-
ciembre de 1933- fue encarcelado junto a otros radicales pri-
mero en la isla Martín García y luego trasladado al Penal de
Ushuaia. Allí permaneció varios meses junto a otros dirigen-
tes políticos como Ricardo Rojas, Honorio Pueyrredón, Adol-
fo Güemes y José L. Cantilo. Sobre su confinamiento en el
Sur, poco después, publicó el libro Paralelo 55. Dietario de
un confinado.
Luego de conocerse el informe de la comisión investiga-
dora Botana quedó consternado e intentó -moviendo todas sus
influencias- salvar a su amigo. Helvio Botana -en su autobio-
grafía Memorias. Tras los dientes del perro- nos dice:
Una comisión investigadora comprobó que varios legislado-
res estaban involucrados. Entre los incriminados con posibilidad
de culpa estaba el más noble y honrado de los hombres y el mejor
de los amigos, el doctor Víctor J. Guillot. No era posible que fuese
culpable dada su austeridad, su decencia. Natalio hizo venir su
avión de Buenos Aires. Lo buscó a Guillot y se lo llevó a Don
Torcuato. Sin dudar en ningún momento de su inocencia. Guillot,
protestante valdense, con gesto duro, le explicó el caso, y la única
posibilidad de aclaración. […]
Para no molestar la hospitalidad de mi padre, se fue a su casa
a suicidarse y, en un altillo donde estudiaba y escribía, se pegó dos
tiros. Fue el 23 de agosto de 194098.
La causa contra Guillot fue sobreseída por fallecimiento.
El resto del proceso judicial finalizó, recién, en 1945 con sen-
tencias condenatorias -entre cinco y seis años de prisión- para
los otros diputados. En 1947 recibieron el indulto de Juan
Domingo Perón.

194
MUERTE DE NATALIO BOTANA
AGOSTO DE 1941

La muerte no es verdad cuando se ha


cumplido bien la obra de la vida.
José Martí

Separado de Salvadora, casados sus tres hijos -la última en


hacerlo fue Georgina en 1939 con el diputado Raúl Damonte
Taborda- Natalio planificaba contraer matrimonio con María
del Carmen Vernacci. La española -llegada poco tiempo atrás a
Buenos Aires- era viuda del ingeniero Miguel Durán Terry, ase-
sinado junto a su padre Miguel Durán Walkinshaw durante la
revolución de Asturias de octubre de 1934. María del Carmen
viajó a Argentina -junto a sus cuatro hijos- persuadida por su
prima Victorina Durán, escenógrafa y vestuarista de la compa-
ñía de Margarita Xirgú. La consagrada actriz española era asi-
dua concurrente a las veladas que se realizaban en Villa de los
Granados y no tardó en acercar a Victorina y a María del Car-
men, quienes pasaron a ser asistentes habituales de las reunio-
nes en Don Torcuato.
En Argentina -por ese entonces- no existía el divorcio,
frente a lo cual Natalio y María del Carmen planificaron con-
cretar su unión en México. Como primera escala del viaje se
reunirían en Santiago de Chile.
Botana dejó Buenos Aires, a fines de julio de 1941, y se
dirigió a Termas de Río Hondo (Santiago del Estero), pernoc-
tando en el Hotel Italia donde funcionaba un casino regenteado
por Francisco Ordóñez. Allí ganó una fuerte suma de dinero y
al día siguiente partió hacia la provincia de Jujuy, alojándose -
con su comitiva- en el Gran Hotel Casino Termas de Reyes.
Pretendía adquirir -quizá como regalo de casamiento para María
del Carmen Vernacci- unos terrenos en el paradisíaco lugar

195
Lagunas de Yala, ubicado a unos 28 km de la ciudad de San
Salvador de Jujuy. Además procuraba entrevistarse y apoyar -a
pedido del ex presidente Marcelo T. de Alvear- al gobernador
Raúl Bertrés. El político radical asumió en abril de 1940, pero
su administración fue permanentemente obstaculizada por un
legislativo opositor que lo obligó -en enero de 1942- a pedir la
intervención federal.
El sábado 2 de agosto de 1941 -en los salones del hotel- el
Dr. Bertrés ofreció una cena en honor de Natalio Botana. Por
las noches Botana y su séquito jugaban fuerte en el flamante
casino, inaugurado en noviembre de 1938, y que funcionaba a
cargo de Casinos Asociados de Mar del Plata.
En la tarde del miércoles 6 de agosto el auto de la gober-
nación, conducido por el chofer Vicente Castillo, transporta-
ba al gobernador Bertrés y a los distinguidos visitantes. En el
asiento trasero viajaban Natalio Botana, su amigo Pedro
Scapusio y José Pedro Barreiro, redactor político de Crítica, y
hombre de extrema confianza de Botana. Al llegar al puente
sobre el río Reyes, cercano a la localidad de Guerrero, el vehí-
culo embistió una alcantarilla volcando espectacularmente
quedando sus ruedas mirando al cielo y sus cinco ocupantes
politraumatizados, la mayoría de ellos con severas lesiones.
Los primeros en socorrer a los accidentados fueron los ha-
bitantes de la zona, entre ellos Ignacio Carrillo dueño de la
finca vecina. Al llegar las ambulancias se pudo comprobar que
las lesiones más graves las recibieron los ocupantes del asiento
trasero. Botana tenía fracturados ambos miembros inferiores y
numerosas costillas del lado derecho. Fueron rápidamente tras-
ladados al Hospital San Roque de la ciudad de San Salvador de
Jujuy.
Con el pasar de las horas los heridos fueron recuperándo-
se, a excepción de Botana que agravada su situación clínica
requería -a criterio de los médicos locales- una cirugía de ur-
gencia. La familia organizó la partida desde Buenos Aires del
Dr. Ricardo Finochietto, una de las eminencias quirúrgicas de
la época. Lamentablemente el facultativo no pudo llegar a tiem-
po y Natalio Botana falleció a las 2.55 a.m. del jueves 7 de

196
agosto de 1941.
La muerte de Botana repercutió a lo largo y a lo ancho del
país. Figura relevante del periodismo, su diario Crítica era el
de mayor influencia por su tirada y por su participación tras-
cendental en aspectos políticos, sociales y culturales de Argen-
tina.
En las primeras horas del 7 de agosto fueron llegando a
Jujuy sus familiares y amigos más cercanos. También se trasla-
dó desde Santiago María del Carmen Vernacci.
Sobre el mediodía partió un tren expreso desde Jujuy y los
restos de Botana fueron despedidos por el diputado provincial
Horacio Guzmán y el vicegobernador ingeniero Alberto
Pasquini.
La 5ª edición de Crítica del jueves 7 de agosto en su pri-
mera página dio la triste noticia: Ha muerto Natalio Botana.
Hizo de Crítica una institución de libertad. La democracia ha
perdido a uno de sus vigías certeros y seguros.
Apenas si podemos sobreponernos a este terrible desgarramien-
to. Porque don Natalio Botana era algo más que el fundador, el
inspirador y el director de Crítica. Era el padre espiritual de cada
uno de los redactores y empleados, era el alma de esta casa -audaz
y sabia- proyectándose sobre el país para llamarlo al cumplimien-
to de su destino. Con su muerte algo se quiebra en nosotros mis-
mos. Se va nuestro mejor amigo y nuestro gran camarada, y es
como si atravesáramos por un instante definido de nuestra propia
vida, en que es preciso un examen de conciencia y un registro mi-
nucioso de los deberes que nos impone, como rigurosa obligación
moral, la memoria del querido ausente.
Pero si este dolor acongoja a Crítica, hay que decir que no
solamente Crítica siente hoy estremecerse su corazón. El país todo
acaba de perder a uno de sus vigías certeros y seguros. Crítica -la
voz del pueblo por antonomasia- era en definitiva don Natalio
Botana. Todo cuanto Crítica ha hecho para sostener las liberta-
des civiles argentinas fue la obra de don Natalio Botana. Su
preocupación fue despertar la conciencia del pueblo y elevarla a
la comprensión reflexiva de sus propias responsabilidades sobe-
ranas.

197
Semejante aspiración está concretamente reflejada en el lema
socrático que cubre, cual serena decisión filosófica, el frontispicio
de esta casa […]
Este es el mensaje que nos ha legado don Natalio Botana.
Nos lo ha dejado a nosotros, que tenemos la obligación de prose-
guir su obra ejemplar. Pero lo ha dejado también a todo el país,
como una indicación para que vigile las instituciones y mantenga
inalterado su culto por la libertad […]
Crítica comienza una dura etapa de su existencia. Ya no es-
tará a su frente el animador insustituible y el combatiente genial.
El vacío que deja es inmenso. Pero nos ha legado también su opti-
mismo y su ejemplo. Bajo esta advocación nos sentimos fuertes para
proseguir la lucha.
En el centro de la edición estaba una foto de Botana y
sobre la izquierda las primeras declaraciones del ex presidente
Marcelo T. de Alvear bajo el siguiente título:
Pierde uno de sus campeones la lucha antitotalitaria
He sido dolorosamente impresionado por el fallecimiento de
Natalio Botana. Me vinculé con él por haber encontrado su co-
operación decidida y decisiva, en varias oportunidades, en favor
del bien público. Su acción en el periodismo argentino quedará
marcada con la decisión y fervor con que se jugó por lo que enten-
dió que eran los intereses superiores del país y los ideales que debía
sustentar. La lucha que hoy se está librando en el país contra la
infiltración totalitaria, pierde con Botana a uno de sus más
esforzados campeones pues se entregó por entero a la tarea de evi-
tar el predominio de tendencias funestas para la República. Mue-
re aún joven. Ha creado un gran órgano de periodismo que supo
interpretar las palpitaciones populares del país. Su recuerdo per-
manecerá en aquellos que lo conocimos y le profesamos afecto, y su
figura quedará como la de un gran periodista, que marcó rumbos
y orientó la opinión pública con beneficio para ella y para los altos
intereses de la Nación.
Sobre las 10.30 p.m. llegaron a la Estación Retiro los res-
tos mortales de Botana y fueron velados -por más de veinti-
cuatro horas- en su despacho del primer piso de Crítica. Miles
de personas se agolparon para darle el último adiós.

198
Crítica publicó el viernes 8 de agosto la despedida de
Conrado Nalé Roxlo, redactor del diario y uno de los grandes
amigos de Botana:
Soldado de la libertad
Fácil es trazar la trayectoria brillante y violenta del gran
periodista que acabamos de perder […] Esta pasión y esta luz
fueron en Natalio Botana el amor a la libertad. Por ella sufrió la
persecución, la cárcel y el destierro, destino común a todos los que
la amaron como un supremo bien […] Yo quisiera poner al borde
del abismo jujeño en que se hundió su vida, cuando más la nece-
sitamos: aquí cayó un soldado de la libertad.
Pero si este aspecto de su vida pública es de todos conocido y
tendrá que ser por todos reconocido, quedan otros que no pudie-
ron llegar nunca al público y que sólo conocemos quienes fuimos
sus amigos y que hacían de su intimidad, en las breves treguas de
la lucha, un refugio amable y grato al espíritu como pocas veces es
dable gozar […] Psicólogo de poderosa intuición, definía a un
hombre o a su pueblo con una sola frase, breve, certera y por lo
general sonriente, pues poseía ese don tan poco común de presentar
las verdades más graves bajo el velo encantador del ingenio […]
Otra particularidad rarísima de su espíritu era aquel pudor de su
inteligencia y de su ingenio que lo llevaba a atribuir a cualquier
amigo la frase cáustica a lo Rivarol o a lo Voltaire o el fino epigra-
ma a lo France o a lo Wilde. Y nada me atrevo a decir, por temor
a que me traicione mi emoción, de su viril sentido de la amistad,
aquella amistad siempre alerta, siempre presente, nunca desaten-
dida y que es, para los que tuvimos la suerte de contarnos entre sus
amigos, una pérdida de la que jamás podremos consolarnos.
Crítica suspendió sus ediciones del sábado 9 de agosto en
señal de duelo por la muerte de quien fuera su fundador y
director.
El domingo 10 de agosto acompañando una gran foto-
grafía que documentaba el momento, Crítica publicó:
Los restos mortales de don Natalio Botana son retirados de
Crítica para su traslado a la Recoleta. En el féretro, que cientos de
manos emocionadas quieren levantar, acariciar, palpar, como para
convencerse de la tremenda realidad que nos agobia, se ausenta de

199
su casa en este instante solemne, el cuerpo del gran animador. Pero
entre estas paredes que levantó para Crítica, queda su espíritu.
Ante la consternada y respetuosa contemplación del pueblo que
asiste a la partida del más recio de sus paladines civiles, se aleja
para siempre, por primera vez inerte, por primera vez desapasio-
nada, la envoltura perecedera del luchador caído. Pero frente a ese
mismo pueblo permanece vigorosamente erguido el instrumento
que forjó y templó con obsesionado fervor, para ponerlo al servicio
de las libertades públicas, para esgrimirlo en defensa de los desam-
parados, para oponerlo al desbordamiento de las arbitrariedades.
El cuerpo de Botana se va, Crítica queda. La fatalidad que apagó
la llama del hombre, no puede borrar su obra ni substraer su lega-
do espiritual.
El cuerpo de Natalio Botana atravesó por última vez las
puertas de Crítica a las 2.50 p.m. del sábado 9 de agosto. Su
ataúd fue conducido por sus hijos, Helvio y Jaime; sus herma-
nos, Félix y Luciano; su yerno, el diputado Raúl Damonte
Taborda; el subdirector de Crítica, Eduardo Bedoya y Edmundo
Guibourg.
El cortejo con los restos de Natalio Botana -seguido por
una multitud- recorrió, casi a paso de hombre, las calles Aveni-
da de Mayo, Callao, Pte. Quintana y Junín para llegar al ce-
menterio de La Recoleta sobre las 4.00 p.m. Allí la gente bus-
có posiciones estratégicas para escuchar los discursos de despe-
dida. Hicieron uso de la palabra Edmundo Guibourg por el
personal del diario, Rodolfo Ghioldi por el Partido Comunis-
ta Argentino, Manuel Blasco Garzón en nombre de los repu-
blicanos españoles y -cerrando la parte oratoria- Enrique
Corominas por Acción Argentina. Dos ex presidentes estuvie-
ron presentes: Marcelo T. de Alvear y Agustín P. Justo.
Edmundo Guibourg (1893-1986) había conocido a
Natalio Botana en el café Los Inmortales y lo acompañó en la
fundación de Crítica en setiembre de 1913. Muy poco después
se alejó del periódico para pasar a La Vanguardia y regresó a
Crítica en 1917 para convertirse en uno de los periodistas más
allegados a Botana. En su discurso de despedida en el
Cementero de La Recoleta expresó:

200
[…] No lo concebimos muerto. Mal podría ser para nosotros
una envoltura sin voluntad. Y no es que nos rebelemos contra el
natural enemigo que de pronto pone término al tránsito vital.
Sólo que este abatirse que nos da una brusca sensación de aniqui-
lamiento, hiere mucho más que un afecto de por sí muy hondo
acrecido en una larga comunidad tácita.
Al recomponernos tras el rayo, tratando de aplacar el descon-
cierto angustiado, únicamente nosotros sabemos lo que hemos per-
dido. Lo traicionaríamos a él sin embargo, si apareciéramos, en la
despedida extraviados por la pena. Por eso regolfo mi llanto y trueco
el responso en simple evocación, que es advocación […]
Ello, simplemente en razón de que hombres de semejante ta-
lla, hombres capaces de trabajar, crear y fomentar obra tan in-
mensa y fecunda y sostenerla gracias a singular reciedumbre, no
surgen sin la conjunción de virtudes capitales del ánimo, una in-
teligencia y un carácter que él cultivó con disciplina en la solidez
de la erudición y en la consecuencia de la conducta. No se com-
prende como él comprendía sin profundísima nutrición cultural.
No se escudriña a los seres como él los penetraba sin la más sagaz
intuición psicológica. No se infunde aliento, ímpetu y rumbo del
modo que él lo hacía, sin una firmeza de montaña99.
En segundo término ocupó la tribuna -para despedir los
restos de Botana- el dirigente comunista Rodolfo Ghioldi:
Físicamente quebrado por el desastre irreparable y casi al borde
de la tumba, pero siempre animado por el soplo perenne de su
inquietud espiritual, don Natalio Botana discute, sin despegar de
sus labios el cigarro infaltable, las cuestiones apasionantes de nuestra
historia en postrera plática con un eminente pensador cordobés. Y
pocas horas más tarde, ya en la inminencia de la tremenda desgra-
cia que nos acongoja, sin fuerzas ni aliento, reúne las últimas y
escasas reservas para componerle al semblante una expresión de
alegre confianza y para dibujar con dedos casi inertes, la V de la
victoria. Este era el extraordinario temple moral de don Natalio
Botana que así nos legaba por intermedio de su viejo amigo
Guibourg, un mandato y un programa […]
Donde estaba el pueblo, estaba él y su diario. En una larga y
borrascosa trayectoria de casi tres décadas se le sigue siempre fiel a

201
su idealidad. La amenaza siniestra o la persecución enconada no
lo hacían desviarse ni un milímetro. Nada que concerniese a las
amarguras de los trabajadores y de los humildes o a la grandeza de
la patria, lo dejaban indiferente. Su diario no era una empresa,
era un baluarte; y don Natalio Botana mismo era algo más que
un director, era el gran miliciano de la libertad100.
A continuación habló el Dr. Manuel Blasco Garzón, ex
ministro de la Segunda República Española y ex cónsul y re-
presentante plenipotenciario en Argentina. Lo hizo en nom-
bre de los republicanos españoles residentes en suelo argentino
y agradeció la incondicional colaboración de Botana -ilustre y
generoso amigo- y de Crítica.
Cerró la parte oratoria Enrique Corominas, en nombre
de Acción Argentina, la organización antifascista y aliadófila
más importante de Argentina creada en junio de 1940.
Corominas expresó:
Acción Argentina, movimiento democrático del país, quiere
expresar en esta hora de dolor para los que viven y trabajan por la
democracia, sus sentimientos frente a la muerte de uno de sus com-
batientes más eficaces.
Las causas más justas, las aspiraciones ciudadanas más no-
bles, los principios permanentes de la democracia, la humana bús-
queda de la felicidad, la defensa heroica de la libertad, encontra-
ron siempre el empeño anhelante de este hombre que en cada mo-
mento sabía captar las necesidades y aspiraciones colectivas.
Era un trabajador animoso. Vivió entre nosotros y luchó al
lado de los que siempre defendían la libertad, no ya en el límite de
esta patria que lo acogió con entusiasmo para prolongar y dar for-
ma a sus inquietudes, sino también más allá de las fronteras, has-
ta donde se puede llegar por la unidad de los sentimientos libertarios
[…]
Natalio Botana se ha ido sin poder gestar la gran emoción.
La de la victoria final. No obstante, más que enternecernos por su
muerte, debemos retomar el camino y avanzar como él lo quería,
como él sabía hacerlo, como él sabía enseñarlo. Se fue acariciando
la victoria. Que su último pensamiento se cumpla. Y cuando es-
cribamos la historia de estas horas, habrá un lugar en las páginas

202
democráticas que lo mencionarán y cuando celebremos la victoria
habrá un lugar para su recuerdo101.
Sus hijos -Helvio y Jaime- bajo el título Todo lo de él que-
da, todo lo de él sigue, le dieron el último adiós en la edición de
Crítica del domingo 10 de agosto:
Ha muerto nuestro padre Natalio Botana. Supo unir a los
hijos de su sangre y a los que en su ternura consideraba tales […]
Nos legó sus amigos, amigos para siempre. El valor que todos los
heridos mostraban demuestra qué bien sabía elegirlos. Pedro
Scapusio de 67 años, su camarada más sencillo e íntimo, se niega
a dejarse aplicar morfina para sus dolores, por temor a enviciarse.
José P. Barreiro, con brazos, piernas, costillas quebrados, tendido
en el suelo en espera de auxilio, al reconocer entre los que acudie-
ron a Saúl Taboada, aprovecha el encuentro para renovar una
polémica sobre Quiroga y reclamar su razón. Bertrés, gravemente
herido, consigue ponerse de pie y dirige los primeros auxilios. Ésta
es la gran herencia: amigos dignos y valerosos. Nos legó también la
capacidad de permanecer serenos, de no mostrar desaliento alguno
ante la fatalidad, de mantener sereno el gesto para dar valor a
quienes nos aman. Muriendo ya, vio lágrimas en los ojos de Horacio
Maldonado y le dijo: “Lo peor que podrá pasar es morirme y lo
hago en esta cama rodeado de amigos; los ladrones morirán en
una silla”. A su médico, Hugo Walter Reilly, uno de los hombres
más amados por él, le hizo un gesto de que todo terminaba. Reilly
le quiso mostrar optimismo diciéndole que se defendía como un
tigre. Papito le sonrió con esa sonrisa mordaz de que sólo él era
dueño y para agradecerle ya que le faltaban palabras, él que para
todos tenía afecto, pero que sólo a sus hijos se lo mostraba, le besó
la mano. A Edmundo Guibourg, su compañero de años, de bohe-
mia, de alegría, con quien tenía una absoluta afinidad intelec-
tual, con quien más conversó sobre los problemas de Europa, le
hizo la “V” de la victoria y haciéndola entró en el sopor de la
muerte […] Se reintegró a la naturaleza antes de nuestra llegada.
Fue su voluntad, temía que le viéramos herido; fue ésta la mayor
de sus preocupaciones mientras le acechaba la Separadora […]
Todo lo de él queda, todo lo de él sigue, en Crítica, su línea
de conducta inalterable; nos educó sólo para ello. El pueblo que

203
emocionado lo alentó y nos acompañó al despedirlo, en el supremo
momento, puede tener constancia de que él sigue; le pedimos que
confíe en nosotros. Todo lo de él queda. Sólo a nosotros, sus hijos,
su carne, su alegría, nos falta su ternura. Lo demás lo ha dejado
todo para que se lo supla102.
Los canillitas -que tantas veces se jugaron por Crítica-
acompañaron, desconsolados, hasta su última morada a su
“Trompa”. Uno de ellos exclamó Han capado a la Argentina.
Los diarios montevideanos dedicaron extensas notas para
anunciar el deceso de Natalio Botana. El País del viernes 8 de
agosto de 1941 publicó en su página tres:
Falleció ayer a raíz de un accidente de tránsito el periodista
Natalio Botana.
El extinto director de Crítica expiró en una modesta sala del
Hospital San Roque de la provincia de Jujuy, pocas horas después
de ocurrido el accidente.
La vida de Botana.
Resulta imposible adaptar al espacio, angustiosamente breve,
que permite el ritmo periodístico, su biografía más o menos com-
pleta que pasó por todos los caminos de la lucha, ofreciendo a manos
llenas material para un libro. Para un libro amplio, jugoso, fun-
damental, que hubiera sido historia de ese cuarto poder, que afir-
mó sus privilegios, cuando adquirió la personalidad vibrante y
valiente, por la que Natalio Botana trabajó sin descanso, desde la
hora inicial de su diario. Es difícil hablar de la existencia de
Natalio Botana sin aludir a su obra máxima: Crítica y es inevita-
ble reconocer, como homenaje a la memoria del batallador, la gra-
vitación de ese órgano de la opinión pública en los acontecimien-
tos y en la evolución del país, desde un cuarto de siglo, hasta el
presente […] La vibración, el empuje, hasta la impulsividad de
su diario, fue el reflejo de los elementos temperamentales, que die-
ron a Botana una ubicación fija, en el campo de los sentimientos
y de las pasiones […]
Botana fue, como en el verso de Amado Nervo, el arquitecto
de su propio destino. Se nutrió de experiencia periodística en los
vespertinos porteños, antes de concebir la nueva modalidad, que
convulsionaría ese género periodístico en el medio argentino […]

204
Creó la curiosidad y la inquietud de las masas por las funda-
mentales cuestiones del país, que hasta entonces no salían, casi, de
la órbita de los técnicos de la política y de la función pública.
Además de ello, colaboró con la misma intensidad para que las
conmociones universales, consecuencias de choques ideológicos o
económicos, fueran fácilmente captadas por aquellas mismas ma-
sas, para la mejor comprensión del todo panorámico […]
El extinto encontró, a su paso por el periodismo, las más di-
versas expresiones de solidaridad y de oposición, como si estuviera
escrito, que ningún hombre de lucha y de ideas, de voluntad y de
pasión, pudiera eludirlas. El señor Natalio Botana, había nacido
hace 52 años, en una estancia de su señor padre, sobre el Río Yi,
en la República Oriental del Uruguay.

205
CRÍTICA LUEGO DEL FALLECIMIENTO
DE NATALIO BOTANA

Si no quieres perderte en el olvido tan pronto


como hayas muerto, escribe cosas dignas de leer-
se o haz cosas dignas de escribirse.
Benjamín Franklin

Natalio Botana desarrolló su tarea al frente de Crítica con


tanto fervor y con tal capacidad periodística que luego de su
muerte el diario jamás volvió a ser el mismo.
La dirección la asumió Eduardo Bedoya, la subdirección
Helvio Botana y Jaime Botana quedó como presidente de la
editora, la Sociedad Poligráfica Argentina.
Al cumplirse un año de la desaparición física de su direc-
tor, el personal de Crítica realizó -en su homenaje- la emisión
de monedas de plata de unos seis centímetros de diámetro. En
el anverso aparecía el mítico edificio de la Avenida de Mayo y
superpuesto un tábano. En el centro, la leyenda: “A Natalio
Botana. Fundador de Crítica. Homenaje de sus colaboradores.
7. VIII. 1942”. En su periferia la máxima socrática: “Dios me
puso sobre vuestra ciudad como a un tábano sobre un noble
caballo para picarlo y tenerlo despierto”.
En el reverso el busto de Botana frente a la derecha y en
su contorno: “Natalio Botana 1888-1941”.
Conflictos internos y externos, la mayoría de ellos venti-
lados a nivel de la Justicia, fueron desgastando progresivamen-
te la credibilidad y popularidad del diario.
La muerte del general Justo, el 11 de enero de 1943, privó
a Crítica de uno de sus más conspicuos sostenedores.
El 6 de febrero de 1943 el juez Ramón Vázquez ordenó la
intervención del diario y José Heriberto Martínez se hizo car-

206
go -transitoriamente- de la dirección. Bedoya, Jaime Botana y
los principales redactores abandonaron el periódico.
Para complicar más el panorama político argentino, el 4
de junio de 1943 fue derrocado el presidente Ramón Castillo
por el G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos). Asumió el gene-
ral Arturo Rawson que rápidamente -el 7 de junio- fue reem-
plazado por el general Pedro Pablo Ramírez.
La postura beligerante frente al Eje, que sostuvo con ga-
llardía Natalio Botana durante el transcurso de la Segunda
Guerra Mundial, dio paso a una actitud neutralista que perju-
dicó la imagen de Crítica.
Salvadora se puso al frente del diario, pero no logró enca-
minar la situación. Los continuos enfrentamientos con el go-
bierno, el retiro de la cuota papel que obligaba a recurrir al
mercado negro, la supresión de los créditos bancarios y la apa-
rición de continuos conflictos laborales hicieron tambalear a
Crítica. Cada vez se extrañaba más la mano firme de Natalio
Botana para timonear el barco en tiempos borrascosos.
Enfrentado con el gobierno, Helvio Botana se radicó en
Montevideo y a partir de mayo de 1945 editó Crítica Libre,
desde donde atacó sistemáticamente el régimen que se venía
gestando en Argentina. En su primer número del jueves 3 de
mayo escribió:
Crítica renace Libre en Montevideo.
Invocamos los manes de Echeverría, Alberdi, Sarmiento y
Mitre, quienes desde tierras hospitalarias combatieron la tiranía
que enlutece la Patria. Los invocamos con la convicción, libre de
toda jactancia, de continuar sus enseñanzas, pero llenos de orgullo
de no habernos apartado de ellos nunca.
Fuimos con Natalio Botana, en Crítica de Buenos Aires, los
primeros en denunciar en 1921, el mismo día de su triunfo, a la
barbarie que avanzaba sobre Roma con Mussolini […] Podemos
asegurar que declaramos la guerra al nazismo antes que las otras
potencias. Porque gran potencia siempre será la prensa libre, sea
cual fuere la condición de su publicación. Nuestro rumbo es senci-
llo, es fácil, quizás porque nuestro honor no nos enseña más que
un solo camino […] Agradecemos al pueblo uruguayo su fraternal

207
hospitalidad y el ejemplo de libertad y democracia que nos brinda
día a día.
Hoy, que apartados de Crítica de Buenos Aires por la dicta-
dura nazi, sin quejarnos, pues responsable y serenamente elegimos
nuestro propio destino, renacemos en esta tierra de hombres libres.
Crítica Libre resistió poco tiempo. En agosto de 1945 sa-
lió su último número.
La jornada del 17 de octubre de 1945 encontró a Crítica
radicalmente enfrentada al naciente peronismo. La tarde ante-
rior el diario expresaba “Perón es un mito fascista” y una foto-
grafía con cinco personas cruzando la Avenida 9 de Julio afir-
maba: “Estas son las huestes de Perón”.
En las últimas horas de la tarde del día 17, Juan Domingo
Perón -luego de ser liberado de su cautiverio en la isla Martín
García- fue llevado hacia la Casa de Gobierno. Cerca de la hora
23 y desde el balcón de la Casa Rosada, rodeado por el presi-
dente Edelmiro Farrell y el coronel Domingo Mercante, se di-
rigió al pueblo que colmaba Plaza de Mayo:
Hace hoy dos años que desde estos mismos balcones dije que
tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patrio-
ta y la de ser el primer trabajador argentino. En la tarde de hoy el
Poder Ejecutivo ha acordado mi solicitud de retiro del servicio
activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al
más insigne honor a que puede aspirar un soldado: lucir las pal-
mas y los laureles de un general de la Nación. Ello, porque quiero
seguir siendo el coronel Perón y ponerme con este nombre al servi-
cio integral del auténtico pueblo argentino.
Guardo el honroso y sagrado uniforme que me entregó la
Patria para vestir la casaca del civil y confundirme con esa masa
sufriente y sudorosa que elabora la grandeza de la Patria […]
Preguntan ustedes, ¿dónde estuve? Estuve realizando un sacrifi-
cio que lo haría mil veces por ustedes. Les pido que no me pre-
gunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado. Por-
que los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser
queridos ni respetados por sus semejantes, y yo aspiro a ser queri-
do por ustedes. Y no quiero empañar este acto con un mal re-
cuerdo.

208
Les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de
esta reunión de hombres de bien y de trabajo que son la esperanza
más pura y más cara de la Patria103.
El acto finalizó hacia la una de la madrugada del día 18.
Una columna de la Alianza Libertadora Nacionalista (A.L.N.)
se dirigió por Avenida de Mayo y al pasar por el frente del
diario Crítica comenzó las provocaciones con cánticos, pedra-
das y hogueras hechas con mesas y sillas de los cafés vecinos.
Desde la azotea del periódico partieron los primeros balazos
que fueron contestados por manifestantes parapetados en el
Pasaje Barolo. El tiroteo finalizó hacia las tres de la madruga-
da. El saldo fue trágico: dos muertos y más de 50 heridos.
Darwin Passaponti -un joven de 17 años militante de la Unión
Nacional de Estudiantes Secundarios (U.N.E.S.)- recibió un
balazo en el cráneo y trasladado al Hospital Durand falleció
poco después. También murió otro joven, Francisco Ramos,
de 21 años.
Luego de la jornada trágica del 17 de octubre, Crítica
retomó contacto con sus lectores el 1º de noviembre. Con el
fin de equilibrar sus finanzas -seriamente afectadas- decidió
utilizar sus talleres para la impresión de otros diarios. Clarín,
fundado el 28 de agosto de 1945, por el Dr. Roberto Noble y
que no contaba con planta impresora propia (utilizaba los ta-
lleres de Noticias Gráficas con aumento incesante de sus cos-
tos), pasó a editarse en Crítica. Las rencillas al interior de la
familia Botana eran cada vez más frecuentes e intensas y no
cesaba la confrontación con el gobierno.
Juan Domingo Perón asumió su primera Presidencia el 4
de junio de 1946. Durante la campaña electoral los diarios de
mayor tiraje de Argentina apoyaron a la Unión Democrática
(UCR-PS-PC-PDP). Perón fue respaldado por periódicos me-
nores como Democracia, La Época, Tribuna y El Laborista.
Encaramado en el poder, una de las primeras medidas de Perón
fue adueñarse de la mayor parte de la prensa como forma de
asegurarse la difusión de noticias favorables a su gobierno. Dos
de sus operadores más importantes fueron Raúl Alejandro
Apold (apodado el “Goebbels de Perón”) y el mayor Carlos

209
Vicente Aloé. El grupo Alea manejado por Aloé llegó a con-
trolar siete diarios de la capital, 73 del interior del país, 12
revistas y 15 radios.
Crítica no dio tregua a la nueva administración. Ata-
ques continuos a la figura de Rodolfo Decker -jefe del blo-
que de diputados peronistas y director del diario El Labo-
rista-, tenaz oposición a las nacionalizaciones de ferrocarri-
les (diciembre de 1946 y febrero de 1947) y teléfonos (se-
tiembre de 1946) fueron algunos de los puntos de mayor
confrontación. Las dificultades económicas hundían cada
vez más al diario de la familia Botana y se avizoraba un drás-
tico desenlace.
El 5 de febrero de 1947 el grupo Botana fue obligado a
firmar un acuerdo leonino -supervisado por Miguel Miranda,
presidente del Banco Central y director de I.A.P.I. (Instituto
Argentino de Promoción del Intercambio)- con un grupo de
capitalistas representados por Luis Cuadrado y Alfredo
Gorostiza.
Ya en plena barranca abajo y en la cumbre de su confron-
tación con el peronismo, se le presentó a Salvadora una opor-
tunidad de mejorar el relacionamiento con las autoridades que
buscaban destruir al diario Crítica.
En 1939, luego de la Guerra Civil española, Argentina
fue uno de los primeros países en reconocer el nuevo Estado
español. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el régimen
de Franco solicitó su ingreso a la O.N.U. Sin embargo la Reso-
lución 39 (I) de la Asamblea General de las Naciones Unidas
de fecha 12 de diciembre de 1946 dio por tierra con sus pre-
tensiones:
La Asamblea General,
Convencida de que el Gobierno fascista de Franco en Espa-
ña, fue impuesto al pueblo español por la fuerza con la ayuda de
las potencias del Eje y a las cuales dio ayuda material durante la
guerra, no representa al pueblo español, y que por su continuo
dominio de España está haciendo imposible la participación en
asuntos internacionales del pueblo español con los pueblos de las
Naciones Unidas;

210
Recomienda que se excluya al Gobierno español de Franco
como miembro de los organismos internacionales establecidos por
las Naciones Unidas o que tengan nexos con ellas, y de la partici-
pación en conferencias u otras actividades que puedan ser em-
prendidas por las Naciones Unidas o por estos organismos, hasta
que se instaure en España un gobierno nuevo y aceptable […]
Recomienda que todos los miembros de las Naciones Unidas
retiren inmediatamente a sus embajadores y ministros plenipoten-
ciarios acreditados en Madrid.
Los países miembros de la O.N.U. siguieron la recomen-
dación con la excepción de Portugal y Argentina. El gobierno
argentino, bajo bambalinas, había firmado con España -en oc-
tubre de 1946- el Convenio Comercial y de Pagos que asegu-
raba al gobierno de Franco la provisión indispensable de gra-
nos y otros alimentos hasta 1951.
Con la finalidad de consolidar estas relaciones bilaterales,
Eva Perón partió en junio de 1947 a una extensa gira por Espa-
ña que la llevó a recorrer en 18 días Madrid, Toledo, Sevilla,
Granada, Santiago de Compostela, Zaragoza y Barcelona. El 8
de junio llegó al aeropuerto de Barajas donde la esperaban Fran-
cisco Franco y su esposa Carmen Polo. Desempeñó una inten-
sa actividad y las autoridades españolas le dispensaron las aten-
ciones correspondientes a un jefe de Estado. Antes de abando-
nar suelo español logró el indulto de la militante comunista
Juana Doña, última mujer condenada en España a la pena ca-
pital. Se le conmutó por treinta años de prisión. El 26 de junio
dejó suelo español y visitó Italia, el Vaticano -donde fue reci-
bida por el Papa Pío XII-, Portugal, Francia y Suiza. Regresó a
Buenos Aires el 23 de agosto de 1947. Las críticas -dentro y
fuera de Argentina- arreciaron y el gobierno de Perón buscó
defender, utilizando esencialmente a la prensa, el viaje empren-
dido por Evita.
Crítica se debatía, en la lucha diaria por el papel, contra el
Banco Central y contra la Secretaría de Prensa de Perón, que
buscaban asfixiarlo mediante el recorte del vital elemento.
Salvadora en su libro de 1958, Crítica y su verdad, nos cuenta
el incidente:

211
Y llegó el episodio final. Era cuando la “señora” volvía del
extranjero en un estado histérico, porque había recibido en su
viaje más insultos de lo que nadie se imagina. Y vino Cipolleti
con un pedido especial de Perón, que nunca me había pedido
nada directamente. Este pedido era que yo avalara con mi firma
una defensa contra los insultos que la prensa del mundo entero
dedicaba a tan ilustre viajera. Cipolleti me fue franco y claro. Si
yo no defendía a la “señora” no había más papel, se suspendían
pagos y el diario quebraba. De este ultimátum se enteró desde
Juan Carlos Petrone hasta el ordenanza más chiquito de la casa
y todos opinaban y venían a expresarme sus opiniones. Escribí el
artículo y hasta que volvió con el visto bueno de la Secretaría de
Informaciones no llegó el papel. La pobre Crítica ya se había
acostumbrado a salir a la calle a la hora que su incierto destino
de cada día le deparaba. Lo trágico del caso es que después de
todo este tumulto mi defensa –que yo creía perfecta y que hice de
corazón porque -como he dicho- me daba lástima del destino
trágico de esa criatura atormentada que yo ya sabía marcada
por la muerte- causó a la “señora” un ataque de histeria feroz
porque se sentía humillada por ella. Entonces sí que de verdad
arremetió contra mí104.
El editorial se publicó en Crítica el martes 17 de junio de
1947. Luego de señalar el derrotero de Crítica y el suyo,
Salvadora estableció un paralelismo entre ella y Evita que fina-
lizó con una serie de consejos que seguramente disgustaron a
la primera dama:
[…] Y que Crítica no era como los demás diarios, propiedad
de una familia y su órgano de enriquecimiento o vanidad perso-
nal, sino un instrumento de servicio social, que pertenecía al pue-
blo y era su arma de lucha y su voz de defensa […].
No en vano esta arma se había forjado lentamente durante
años y años de lucha incansable: no en vano a Crítica y solo a
Crítica se debía la renovación total de la prensa argentina; no en
vano Crítica abrió para el pueblo, para el trabajador explotado,
para el ser desvalido, para la joven madre desamparada, para el
enfermo y anciano abandonados, para todos los sacrificados y tri-
turados por la enorme máquina de la gran ciudad.

212
A un ideal social consagré mi fe de niña y mi larga lucha de
mujer. Aprendí en carne propia lo duro y caro del peaje que debe
pagar todo el que a servir a sus compañeros humanos se consagra,
peaje que se centuplica si el servidor social es una mujer. Y con
esto aprendí la sagrada lección de comprensión, resignación y tole-
rancia que son mi arma y escudo […].
Sabía también que, cuando llegara el momento de “servir”,
Crítica estaría presente, Y lo está […].
La dura insistencia del ataque público, de la calumnia y de
la vejación sistemática, sin causa y razón explicables, y que si no
alcanzan a quien van dirigidas persiguen y cercan a las personas
que les son caras y lastiman y destrozan a su víctima a través de
ellas, no me son ajenas, pues son mi experiencia.
Es por eso que cada día, al tomar, cuando no he podido
evitarlo, en mis manos algunos de esos diarios que se dicen de
lucha de “oposición” e “izquierda”, y que son calcos exactos de lo
que fueron para mí los diarios del régimen y de la “derecha”,
siento como en carne propia lo que se le dice a una mujer que ha
consagrado su juventud y su vida, como las consagré yo, y en la
medida de sus fuerzas, ampliadas, a un ideal de servicio social.
Así, cada día configuro, no en su defensa, que la mujer que lu-
cha no necesita defensas porque las lleva en sí, sino en su home-
naje, las palabras de condena que por mí nunca dije. Eso es lo
que torna más cruel el “accidente” periodístico de hoy, que agre-
go al precio de mi peaje.
No es Evita Duarte, es simplemente una mujer argentina
que en este momento es símbolo y embajadora ante el mundo, de
toda la Argentina, la vejada. Lo que a ella roce y toque, roza y
toca a todas nuestras mujeres que son la Argentina misma que ella
representa.
Y más aún, llega a lastimar a las que no la comprenden, ni la
interpretan ni la quieren.
Evita ha pasado ya de la órbita donde esas ofensas llegan y
como mujer de lucha lo sabe, como sabe también que ella es, en
este momento, símbolo de la feminidad argentina.
La belleza de Evita, su indudable don de gentes, su segura
habilidad diplomática, su más innegable fervor social, su genero-

213
sidad sin límites, hasta sus vestidos y sus peinados son un poco
calidad de todas las mujeres argentinas.
EVITA: nunca me he acercado a ti. Te he visto desde lejos, en
tu lucha, primero humilde y silenciosa; luego tenaz, fuerte, mar-
cada de fervor. Y alcanzada el arma de servicio pleno, más fuerte,
más hecha, más segura, pero siempre humilde y dispuesta a servir.
Sé de tu capacidad de dar y comprender. Sé también que a
nadie sirve la experiencia, ni la cosecha espiritual ajena. Pero hoy
que estás lejos, hoy que alguna voz de mujer debe alzarse en tu
homenaje y en tu defensa, ten la mía, que por ensueños, trabajos e
ideales, y también por tiempo, lucha y dolor, puede ser para ti una
voz maternal.
Nunca mires, Evita, a las miserias del suelo. Lucha y sirve a
tu ideal desde el lugar que el destino -que es el aspecto exterior de
las fuerzas que rigen y ordenan el mañana del mundo- sabe por
qué ha preparado para ti. Porque no sirves al azar. Sabe, Evita,
que la jornada de servicio es corta y preciosa y que el derecho a
servir exige y demanda las facultades íntegras de cada ser.
No te gastes mirando al suelo. Trabaja. Sirve. Da con ese tu
seguro don sereno y eficaz, de saber dar. Y ten por cierto que no
estás sola, ni en el sentido de poder material, ni en el otro, en el
espiritual; que quien sirve con fe, amor y desinterés a un gran
ideal de superación es, a su vez, servido.
Salvadora Medina Onrubia105.
Las discusiones al interior del clan Botana se hicieron cada
vez más evidentes. En el clímax del enfrentamiento, apareció
en el diario La Época de fecha 10 de setiembre de 1947 una
terrible carta de Georgina Botana dirigida a su madre. La mis-
ma fue precedida de la siguiente nota periodística:
Damos a continuación, sin comentarios, que no los necesita,
párrafos de la carta que la hija de Salvadora Medina Onrubia de
Botana le envió hace días. Tal publicación nos causa repugnancia,
pero lo hacemos para que se sepa quién es la persona que pretende
dar lecciones de moral al peronismo y porque confirma lo que he-
mos repetido desde estas páginas; la adquisición de Crítica por
amigos del Gobierno, dejando al frente de ese diario a su actual
directora, ha sido un pésimo negocio.

214
La misiva escrita con evidente furia decía:
Creo que ha llegado el momento de que hable yo. No estoy
secuestrada, ni asesinada, ni idiotizada por los estupefacientes que
tanto te agrada mezclar a tus campañas publicitarias. Muchas veces
he pensado aclarar mi situación, pero el terror al escándalo que
como reacción a tu brillante actuación pública se había hecho mi
obsesión, me lo impidió hasta ahora […] Has vivido treinta años
torturando y explotando a mi padre, con el chantaje permanente
del amor que te tuvo primero, y del cariño que me tenía a mí luego
[…] Crees que podrás dominarme como siempre me dominaste. Por
el terror y por el chantaje. Te equivocas. Nunca has sabido lo que es
pelear en defensa de algo querido, porque nunca has amado a nada
ni a nadie; yo sí. Y si hasta ahora he sido sólo una figura en la
sombra, vaga y desdibujada, ya no lo soy más. Defiendo mi nombre,
mis hijos y mi vida. Y ahora somos enemigas; todo lo que he alma-
cenado durante veinte años de dolores y torturas morales trataré de
devolvértelo. Pierde desde ya las esperanzas de que ni yo ni mis hijos
vayamos a tus garras. Mientras tú vivas y uses el apellido de Botana,
no lo usaré yo, y espero que sea lo único que reciba de ti, a tu muer-
te. El nombre que mi padre te dio -no sé bien por qué ni cuándo-, y
que ya sabré yo limpiar luego.
Buenos Aires, agosto 11 de 1947
Georgina Damonte Taborda.
Georgina Botana se había casado -en la Villa de los
Granados- en 1939 con Raúl Damonte Taborda (1909-1982).
Damonte fue en su juventud presidente del Ateneo Universi-
tario Radical y militó en la U.C.R. Resistió el golpe de setiem-
bre de 1930, por lo cual debió exiliarse -por primera vez- en
Montevideo. Diputado por Capital Federal en dos períodos
1938-1942 y 1942-1946. Se vinculó con Perón en su etapa
ascendente, pero luego se enfrentó al peronismo y en 1945 fue
desterrado permaneciendo hasta 1955 en Uruguay y Francia.
En Montevideo publicó dos libros muy críticos: Ayer fue San
Perón. 12 años de humillación argentina (1955) y ¿A dónde va
Perón? De Berlín a Wall Street (1955). Previo a su partida diri-
gió por corto período Crítica y traspasó su parte y la de Georgina
al resto de la familia Botana.

215
El grupo Botana -cada vez más acosado- se vio obligado a
vender su patrimonio a Cadepsa (Compañía Argentina de Edi-
ciones y Publicidad Sociedad Anónima).
Salvadora renunció a la dirección de Crítica en abril de
1948 y asumió el Dr. Policarpo Yurrebaso Viale (abogado de la
familia Botana) en representación del consorcio.
El 14 de junio de 1948 la familia cedió el patrimonio del
diario que incluía la sede de Avenida de Mayo 1333 y otras dos
ubicadas en Salta 1915/1919 y en Pedro Echagüe 1226.
La viuda de Botana debió enfrentar penurias económicas
y modificó sustancialmente su ritmo de vida:
Tuve que resolver urgente y definitivamente mi vida y las de
las que de mí dependían. Convertí mi casa en una pensión, en
taller de costura y en oficina de traducciones y copias a máquina.
Dos niñas, mis sobrinas, abandonaron sus estudios para acudir en
mi ayuda. Con ellas y de ese modo nos ganábamos la vida. Soporté
vigilancia policial dentro de mi propia casa. No quería de ningu-
na manera exiliarme en Montevideo106.
Luego vino la venta de las acciones. El primero en enaje-
nar -apremiado por su situación económica- fue Jaime Alberto
Botana, el 27 de setiembre de 1948.
Salvadora resistió un tiempo más, pero finalmente liqui-
dó las suyas el 20 de setiembre de 1951. Previamente concu-
rrió a la escribanía de Eduardo Pondé en la ciudad de La Plata
y dejó una carta en depósito hasta el momento que ella deter-
minara o -en caso de ocurrir su fallecimiento- para ser entrega-
da al Dr. Arturo Frondizi. Decía así:
Hoy termina mi lucha de años con la empresa que se ha apo-
derado de Crítica y que se llama a sí misma C.A.D.E.P.S.A. No es
que me dé por vencida por ellos, pero llegado a un límite en que
arriesgo algo más que intereses materiales y no viendo otro camino
de escape que un simulacro por mi parte (del que protesto aquí)
de acceder a la fuerza del más fuerte, he decidido hacer esta pro-
testa previa en sobre sellado y lacrado ante escribano. Tal vez esto
no tenga valor legal para recuperar el bien que ya se me ha quita-
do físicamente, pero tendrá valor moral para salvarme del despre-
cio de las gentes honorables […] Hoy pago mi rescate a la infamia
organizada y dueña de este país. Dejo constancia en esta carta y

216
en los papeles que luego agregaré de este hecho y del acto que bajo
terrible extorsión me veo obligada a cometer contra mí misma. No
sé si esto tendrá valor legal para una defensa, pero sí sé que servirá
para el juicio futuro de la banda que asola, ridiculiza e infama
un país en que se vivía digna y limpiamente y en que cada uno era
dueño de sus ideas, de su conciencia y del fruto de su trabajo107.
La venta por parte de Salvadora significó un nuevo dis-
tanciamiento con su hijo Helvio, quien se rebelaba a la cesión
accionaria. En marzo de 1952 -cansada de reproches- Salvadora
le escribió:
Has tomado las cosas a la tremenda sin entrar a averiguar el
porqué de ellas y luego no has comprendido lo que me sucedía,
como parece que lo comprendes ahora que algo parecido te está
sucediendo a ti en carne propia. Me acusas de haber accedido a
una venta leonina de la tercera parte del bien más importante que
poseemos y que más que un bien es una herencia intelectual. Crée-
me, hijo, que esa clase de herencias no se compran ni se venden, ni
se quitan. Además, creo que preferirías tener una madre despoja-
da a una madre suicida, pues comprenderás que yo no podía so-
portar un día más la situación que se había ido creando.
Yo ya no tengo veinte años, y una cosa es trabajar en paz con
ustedes a mi lado y otra es luchar contra sombras, porque en reali-
dad la tal C.A.D.E.P.S.A. lo fue, y sigue siendo para mí nada más
que una enorme sombra chinesca, pero con una larga mano de
hierro que sabe bien donde aprieta108.
Helvio Ildefonso Botana fue el último en vender su parti-
cipación en Crítica, lo hizo el 10 de mayo de 1952.
Más allá de los directores ocasionales, los que mantuvie-
ron el diario -como jefes de redacción- durante el difícil perío-
do 1943-1958 fueron Juan Carlos Petrone, Hermindo Castex
y finalmente Víctor Claiman.
El 16 de setiembre de 1955 la llamada Revolución
Libertadora derrocó a Perón. El 23 de setiembre asumió el ge-
neral retirado Eduardo Lonardi quien no durará mucho en su
cargo. El 13 de noviembre fue sustituido por el teniente gene-
ral Pedro Eugenio Aramburu. Desaparecido Perón muchos de
los diarios usurpados fueron devueltos a sus legítimos dueños.
Sin embargo Crítica fue intervenida el 21 de setiembre de 1955

217
y designado el capitán de fragata Osvaldo Salinas, hermano de
Asdrúbal Salinas, empleado y hombre de confianza de Clarín.
En la dirección fue nombrado Guillermo Viacava, socio y pri-
mo hermano de Roberto Noble. Clarín comenzaba a afirmarse
en el ambiente periodístico porteño.
El levantamiento del 9 de junio de 1956 liderado por el
general Juan José Valle fue rápidamente controlado y finalizó
cruelmente con el fusilamiento de 18 militares -incluido Va-
lle- y 14 civiles. Crítica censuró con dureza al gobierno lo que
precipitó los planes de las autoridades para el diario de Bota-
na. Se nombró una Junta Liquidadora de Empresas Periodísti-
cas y Afines presidida por el general Rodolfo González. El 15
de octubre de 1957 en la sede de ALEA (institución que debe
su nombre al aforismo latino Alea jacta est) se resolvió la venta
de Crítica -por un valor de $ 78.100.000- a Pampa Editora
Cooperativa Limitada, que encabezaba Santiago Israel
Nudelman y Jorge Laske. El 31 de enero de 1958 se entregó
simbólicamente la sede del diario.
Crítica -para indignación de la familia Botana- lo rela-
tó así:
Hoy, poco antes del mediodía, tuvo lugar en los salones de la
dirección una sencilla ceremonia en cuyo curso el capitán de na-
vío Juan Mariano Vivo, en representación de la Comisión
Liquidadora y acompañado por altos funcionarios de la misma,
hizo entrega de la empresa al Consejo de Administración de la
Editorial Pampa Sociedad Cooperativa, presidido por su titular
Santiago Nudelman, e integrado por los señores Salvador Woscof,
Hermindo N. Castex, Juan Eduardo Romero y Luciano Risso.
En el curso del acto se hizo entrega de los bienes pertenecien-
tes a la Unidad Gráfica Nº 2, constituida por Crítica, su edificio,
máquinas y demás pertenencias.
Se concretaba así uno de los fines para los cuales fue creada la
Comisión Liquidadora y se inauguraba una nueva época en la
Argentina que estará signada por el respeto a la libertad de pensa-
miento y a la emisión de opiniones, sin traba ni cortapisa alguna.
Pero la ceremonia central con que culminará la entrega ten-
drá lugar el martes próximo 4 de febrero, a las 19, en la sede de
Crítica.

218
Ese día, ante numerosos invitados especiales, altos funciona-
rios del gobierno, miembros del cuerpo diplomático, políticos de
todos los sectores democráticos y periodistas destacados -entre los
cuales se encontrará un representante de la S.I.P.-, el presidente de
la Nación, general Pedro Eugenio Aramburu, hará uso de la pala-
bra para destacar la trascendencia del acto, en el cual se celebrará
no sólo la recuperación de Crítica para la libertad de prensa, sino
también la de todos los demás diarios involucrados en el mismo
proceso purificador y que se encuentran ya en manos de particula-
res e independientes109.
Salvadora, librando una de sus últimas batallas, publicó
un folleto que llamó La S.I.P y la concusión del diario Crítica y
distribuyó -por todos lados donde le fue posible- una hoja
mimeografiada que decía:
[…] Los apresurados entregadores del muy legítimo patrimo-
nio de la familia de Natalio Botana no han comprendido que son
solo sombras que pasarán en días, y que Crítica es monumento
inamovible creado por el talento, el trabajo y la voluntad de un
hombre. Sus muros marcados por sangre de sacrificio y que han
sido mudos testigos de este desgarrarse argentino, se estremecerán
al sentir entre ellos la fétida presencia de sus liquidadores alzando
la copa en festejo de su profanación. Se estremecerán sobre sus ci-
mientos y su vergüenza pétrea podrá hacerles brotar en fuego las
bíblicas palabras: MANE, THECEL, PHARES (Pesado, Conta-
do, Dividido) 110.
El gobierno de Aramburu llamó a elecciones para el 23
de febrero de 1958. El Partido Justicialista permaneció pros-
crito. La U.C.R.I. (Intransigente), con la fórmula Arturo
Frondizi- Alejandro Gómez, triunfó sobre la U.C.R.P. (Del
Pueblo), encabezada por Ricardo Balbín y Santiago del Cas-
tillo. Seguramente el pacto Perón-Frondizi firmado por
Rogelio Frigerio y John W. Cooke jugó un papel decisivo en
el desenlace de los comicios. Arturo Frondizi asumió el 1º de
mayo de 1958.
Raúl Damonte Taborda se separó de Georgina Botana. Di-
rigió el semanario Resistencia Popular (1955-1958) y preten-
dió acercarse al peronismo. Viajó -en más de una oportuni-

219
dad- a España para entrevistarse con Perón, buscando apoyo
para las elecciones del 5 de febrero de 1961 a fin de renovar un
puesto de senador por Capital Federal. Finalmente logró que
“El Líder” enviara una carta a Manuel Damiano:
Encuentro a Damonte muy bien encaminado hacia los mis-
mos fines por los que nosotros luchamos. Eso hace posible nuestra
ayuda para que su candidatura sea apoyada sin retaceos por nues-
tra gente. Yo espero que los compañeros sepan comprenderlo y le
pongan el hombro111.
El fracaso de Damonte fue total. Apenas superó los 30.000
votos que quedaron muy lejos de los más de 300.000 que ob-
tuvo el ganador, Alfredo Palacios del P.S.A.
En el diario Crítica -con las nuevas autoridades- asumió
Fernando Leónidas Sabsay como director, Napoleón Cabrera
como jefe de redacción y Oscar García Rey en las funciones de
secretario general. No pudieron cumplir sus objetivos. Los pro-
blemas financieros se hicieron insostenibles y el diario dejó de
circular definitivamente en agosto de 1963.
La retahíla de juicios y problemas familiares postraron a
Salvadora. En 1958 publicó su último libro: Crítica y su ver-
dad. Aportó -con profusa documentación- todos los detalles
de las diferentes instancias que llevaron a la pérdida del diario
de Botana:
Quiera quien lea esto pensar lo que configuran estos largos
años de persecución y la destrucción del trabajo de toda una vida.
Se me ha despojado no sólo de Crítica, sino de todos mis bienes
materiales. Se me ha desplazado de mi digno lugar, ganado con
mi propio esfuerzo, dentro del periodismo argentino. Se me ha
asfixiado intelectualmente y, más que nada, se ha puesto delante
de mis ojos tanta miseria moral que se ha infamado todo lo que
podía tener yo de fe en mis hermanos humanos.
Cerró su libro con un severo mensaje hacia quienes
detentaban el poder, los verdaderos responsables del cierre de
Crítica:
Termino esta exposición diciendo y repitiendo que existi-
rán seres como los que Rabelais describe: “que habiendo me-
drado a la sombra de la tiranía consiguen seguir medrando a

220
la sombra de la libertad”. Me siento como una antítesis de to-
dos ellos: durante más de ocho años agonicé a la sombra de la
tiranía, y no sé por qué extraño signo se prolonga mi agonía a
la sombra de la libertad. Y no estoy sola. Muchos argentinos
agonizan y esperan 112.
Alejada del periodismo y de la literatura, Salvadora se re-
cluyó en su departamento de la calle Rodríguez Peña 1888.
Retomó -tibiamente- su relación con sus familiares. Dos de
sus hijos (Jaime y Georgina) y varios de sus nietos se radicaron
en el exterior. Poco después enfermó de leucemia. Falleció el
21 de julio de 1972.
Serafina “Fina” Warschaver -escritora y batalladora incan-
sable por el feminismo- enterada de su fallecimiento le escri-
bió a Helvio Botana:
La muerte de Salvadora Medina Onrubia, por tantos años
ausente de la noticia periodística, me trajo, junto con el senti-
miento de su pérdida, como intelectual y como mujer que había
sabido iniciar en el país el movimiento por los derechos femeni-
nos, un cúmulo de recuerdos tanto más entrañables cuando están
ligados a la época de mi juventud […] Es por ello que recuerdo
con particular simpatía la labor realizada por Salvadora en este
aspecto y como ahora resurge el movimiento feminista en el mun-
do, ella tendrá sin duda un lugar en el recuerdo de él.
Si le relato todo esto es porque pienso que, tal vez, le guste
conocer algo de lo mucho que su madre realizó […]
Todo esto pertenece al pasado, pero no deja de ser cierto que
abrir un camino de liberación es más duro y difícil que seguirlo
luego. Nosotras, y entre todas, Salvadora, lo hemos abierto113.
El estupendo edificio de Crítica de la calle Avenida de
Mayo 1333, pasó -en julio de 1972- a manos de la Policía Fe-
deral. Hoy aloja a la Superintendencia de Administración.
Por su parte el inmueble de la calle Salta 1915, ocupado
por la Fundación Cinemateca Argentina desde 1997, fue res-
taurado en 2004 por SICA (Sindicato de la Industria Cinema-
tográfica Argentina) y por el INCAA (Instituto Nacional de
Cine y Artes Audiovisuales). Hoy es sede del Centro de For-
mación Profesional.

221
222
223
224
Natalio Botana y Helvio I. Botana.

Natalio, Salvadora y Raúl Damonte Botana (“Copi”).


Diario Crítica, Buenos Aires, 7 de agosto de 1941. 5ª Edición.
Diario Crítica, Buenos Aires, 7 de agosto de 1941. 5ª Edición.
“Copi” en su estudio de París.
Revista Pensamiento Español. Año 1. Número 5, setiembre de 1941. Fuente:
Biblioteca Nacional de la República Argentina.
Medalla en homenaje a Natalio Botana al año de su fallecimiento. 7 de agosto
de 1942.
Ex Libris de Natalio Botana.

Subasta de la biblioteca de Natalio


Botana. Junio de 1953.
Diario Crítica Libre. Montevideo. Año 1. Número 1, 3 de mayo de 1945.
Fuente: Biblioteca Nacional del Uruguay.
NATALIO, SALVADORA Y
CRÍTICA LLEVADOS A LA MÚSICA,
EL TEATRO Y EL CINE

Me moriré realmente cuando se muera el


último que me recuerde.
Jorge L. Borges

La mayoría de los periodistas de Crítica constituyeron parte


activa de la bohemia literaria y tanguera -frecuentemente anar-
quizante- que caracterizó a cenáculos y bares de las primeras
décadas del siglo XX en Argentina. Dos de las figuras más rele-
vantes de ese mundo fueron “Barquina” y el “Malevo Muñoz”.
Francisco Antonio Loiácono (“Barquinazo”- “Barquina”)
nació el 15 de abril de 1910 en Buenos Aires. En 1928 comen-
zó a trabajar -como ascensorista- en Crítica. A los pocos días
ya era persona de confianza de Natalio Botana, quien contrató
al propio Pedro Maffia para darle clases de bandoneón. Así lo
describió Helvio Botana:
Traía de dote todo lo noble de la calle. Lo descubrió el Malevo
Carlos Muñoz, al oírle en el ascensor hablar el más cerrado lun-
fardo y dando entre planta baja y el sexto piso una prueba de
sabiduría callejera, por piso. Lo sacó del ascensor y lo llevó al res-
taurant pasando entonces a ocupar el lugar de privilegio que le
correspondía. Por la forma que caminaba, con paso canyengue
que acentuaba de puro compadrito, le puso Barquinazo, apodo
que se hizo célebre en el Buenos Aires nocturno114.
“Barquina” fue amigo de Carlos Gardel, Aníbal Troilo,
Homero Manzi y Juan D´Arienzo. Le dedicaron varios tangos,
entre ellos, Barquinazo de Roberto Firpo y Dos Lunares de Fran-
cisco Canaro. El célebre tango A Homero (Manzi), con letra de
Cátulo Castillo y música de Aníbal Troilo lo mencionó:

225
Vamos, / vení de nuevo a las doce…/ Vamos / que está espe-
rando Barquina / Vamos… / ¿No ves que Pepe esta noche, / no ves
que el viejo esta noche / no va a faltar a la cita?/ Vamos…/ Total
al fin nada es cierto / y estás, hermano, despierto / juntito a
Discepolín…/
Escribió tres tangos: Cantor de mi barrio, N.P. (No Placé)
y Hablemos claramente. Falleció el 19 de enero de 1974.
Carlos Muñoz (“Carlos de la Púa”- “El Malevo Muñoz”)
nació en La Plata el 14 de enero de 1898. Desde muy joven
frecuentó los piringundines del bajo porteño donde asimiló el
lunfardo, dialecto híbrido surgido en el seno de la inmigración
europea -básicamente italiana- como verdadero desafío a la
cultura dominante. “El Malevo” ingresó muy joven al diario
Crítica en el año 1925. En 1928 fue enviado -junto a Roberto
Tálice- como corresponsal a Nueva York. En el mismo año
publicó La crencha engrasada, un libro de poemas lunfardos
que dedicó: “A todos los canillitas de Buenos Aires y con espe-
cial devoción a la figura histórica de “El Diente”, don Eduardo
Dughera” (jefe de la reventa de Crítica). Polemizó con Carlos
Gardel, su gran amigo, desde las páginas de Crítica, luego que
“El Mago” -a su regreso de Francia en 1931- cantara en el Tea-
tro Broadway, entre varios tangos, una canzoneta napolitana:
Che, Carlitos ¡largá la canzoneta!
Anoche andábamos en banda por la ciudad con Discepolín,
el punto más alto de la emoción milonguera. Cuando llegamos al
Broadway para oírte cantar […]
Cuando la sala enardecida de criollismo con una hermosa
confusión de chicas fifís y de reos pedían a gritos Mano a mano o
Confesión…vos, Carlitos Gardel, el brillante puntero de nuestro
corazón, te adelantaste y con la misma serenidad y con la misma
entonación que ayer ponías en decir Ahora voy a cantar tal tan-
go, dijiste Ahora voy a cantar una canzoneta napolitana. Bue-
no, mirá viejo, si en una de mis andanzas por el mundo lo hubie-
ra encontrado al Viejo Vizcacha del Martín Fierro fumando ciga-
rrillos Camel no me hubiera causado tanta sorpresa.
Nos miramos con Discépolo y con nuestro lengue que estaba
acostumbrado a almacenar mocos, nos secamos una lágrima […]

226
Mirá Morocho, largá las gringadas esas que serán muy boni-
tas pero que nosotros no las concebimos cantadas por vos.
No profanés, hermano, las cosas nuestras que te dieron gloria
y guita. No te dejés engrupir, Carlitos, largá a tiempo antes de que
se pase el santo por el elemento rante y empiecen a disminuir los
discos, que bien sabés, no los compran los bacanes.
Pensá que mañana se te puede pinchar un neumático y cuan-
do te quedés en yanta…el amor del pueblo vale mucho, por eso no
tenés que dar motivo para que pueda echarte nada en cara.
Tu querido Buenos Aires, la calle Corrientes, la Cortada, los
burros, el tango, la milonga, ésa es tu vida, tu verdadera vida;
todo lo demás es grupo.
Abrite de esas cosas raras y algún día me lo vas a agradecer
(Crítica del 15 de setiembre de 1931)115.
Le dedicaron varios tangos, entre ellos uno (El Malevo)
compuesto en 1928, con letra de Mario Castro (María Luisa
Carnelli) y música de Julio de Caro:
Sos un malevo sin lengue, / sin pinta ni compadrada, / sin
melena recortada, / sin milonga y sin canyengue. / Al elemento
bacán batiste reo chamuyo…/ ¡Lindo parlamento el tuyo / pa vol-
carlo en un gotan! / Entre guapos de acción, copaste la cabán. / Te
sobra corazón, sos un orre pur- sang. / Perdoná el berretín, herma-
no… ¡Qué querés! / Me ha dado el ventolín de batir que valés…
/ Lo tengo que decir: muñeca pa tallar / y labia pa engrupir nunca
te va a faltar / porque sos el mejor reo de la ciudad, / canchero,
arrastrador… ¡Te sobra autoridad!
Carlos de la Púa falleció el 9 de mayo de 1950.
Otra figura destacada de Crítica fue Eduardo “El Diente”
Dughera, el jefe de la reventa. Julio De Caro le dedicó el tango
El Diente, con letra de Oscar Lanata.
Ernesto Ponzio, gran violinista y compositor, le dedicó a
Natalio Botana el tango (instrumental) Don Natalio.
Carlos Gardel le cantó a Crítica en el tango Soy una fiera,
con letra de Francisco Martino y música de Gardel y Razzano:
Los domingos me levanto / de apoliyar mal dormido / y a
veces hasta me olvido / de morfar por las carreras / Me cacho los
embrocantes, / mi correspondiente habano,/ y me pillo un auto-

227
móvil,/ para llegar temprano/ […] / El sábado por la noche / com-
pro la Crítica Quinta / y si me piace la pinta / del pronóstico que
da, / lo escolaso si es Rodríguez / o el que corre es Canessa, / pero
viene Leguisamo / y se las da en la cabeza.
En abril de 2009 se estrenó en el Teatro Presidente Alvear
de la calle Corrientes la obra Titulares, la voz del pueblo. Es la
historia del diario Crítica y del amor entre Natalio y Salvadora.
Recorrido -de casi dos horas de duración- en el cual se recrea el
Buenos Aires de la década de 1930. Abundan los recursos
audiovisuales y la proyección de titulares del diario antes de
cada escena. La relación entre el poder y la prensa, un Botana
pleno de contradicciones y de dudosa ética y una esposa de
carácter fuerte, revolucionario y quebrada por el inmenso do-
lor de perder a su hijo, “Pitón”, desfilan a lo largo de la pieza.
El autor fue Bernardo Carey y el director José María
Paolantonio. En los papeles de Natalio y Salvadora destacaron
Alejandro Awada y Ana Yovino.
Hembras, un encuentro con mujeres notables se inauguró a
lo largo de 2012 en los Teatros Picadilly y Apolo de la ciudad
de Buenos Aires. Espectáculo de teatro leído y semimontado
que presentó la historia de siete importantes mujeres argenti-
nas: Eva Perón, Alfonsina Storni, Salvadora Medina Onrubia,
Alicia Moreau, Lola Mora, Aurelia Vélez Sársfield y Julieta
Lanteri. Adelantadas para su época, no se conformaron con el
papel restringido que la sociedad de entonces les tenía reserva-
do. Fueron féminas liberadas en lo social, intelectual, político
y amoroso. La obra fue escrita por Araceli Bellotta, Josefina
Delgado, Inés Fernández Moreno y Patricia Suárez. La direc-
ción estuvo a cargo de Teresa Costantini. En el papel de
Salvadora descolló la actriz Cecilia Dopazo.
Mujeres tenían que ser, dirigida por Érika Halvorsen, se
presentó en el Teatro La Comedia de Buenos Aires a partir de
setiembre de 2014. Pone en escena, a modo de instalación
teatral, el libro homónimo de Felipe Pigna. Relatos de muje-
res argentinas -una de ellas Salvadora- desde la conquista has-
ta la década de 1930, cuyas voces fueron reprimidas o silen-
ciadas.

228
En mayo de 2010 se estrenó en Buenos Aires la película
argentina-mexicana El Mural que reproduce todas las vicisitu-
des alrededor de la pintura de David Alfaro Siqueiros realizada
en el sótano de Villa de Los Granados, la mansión de Natalio
Botana en Don Torcuato. Dirigida por el argentino Héctor
Olivera, contó con las actuaciones de Luis Machín (Natalio
Botana), Ana Celentano (Salvadora Medina Onrubia), Carla
Peterson (Blanca Luz Brum) y el mexicano Bruno Bichir (Da-
vid Alfaro Siqueiros).
La música fue compuesta por el mexicano Eduardo
Gamboa y grabada en Eslovaquia por la Bratislava Symphony
Orchestra dirigida por el maestro David Hernando Rico.
El filme obtuvo cinco Premios Sur (2010) otorgados por
la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Ar-
gentina: Mejor fotografía, Mejor montaje, Mejor dirección ar-
tística, Mejor diseño de vestuario y Mejor maquillaje-caracte-
rización.
Con anterioridad se filmaron dos documentales sobre el
mural de Siqueiros en Don Torcuato: Siqueiros, Ejercicio Plás-
tico, de Silvia Noemí María (argentina) y Felipe Vázquez
Maqueda (mexicano) y Los próximos-pasados: vida y muerte de
un mural de Siqueiros, de Lorena Muñoz (argentina).

229
EL DIARIO CRÍTICA
DE JORGE LANATA

El éxito es un viaje, no un destino.


Ben Sweetland

En marzo de 2008, bajo la dirección del periodista Jorge


Lanata, se hizo el último intento de recrear Crítica. Al no llegar
a un acuerdo con la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Re-
vistas y Afines (S.D.D.R.A.) -propietaria del logotipo del dia-
rio- el nombre fue Crítica de la Argentina. El primer número,
con una tirada de 80.000 ejemplares, apareció el 2 de marzo y
como nota central traía una investigación sobre legisladores que
complementan su actividad parlamentaria con negocios priva-
dos, práctica prohibida en algunos países de la región.
El subdirector fue el escritor Martín Caparrós. Entre otros
periodistas participaron Susana Viau, Luis María Herr, Agustín
Colombo y Alicia Villodo-Botana (nuera de Natalio Botana).
Mostrando una línea francamente opositora al gobierno
de Cristina Fernández de Kirchner, el periódico fue rápida-
mente asfixiado y la ausencia de publicidad también colaboró
como causa de su fracaso.
Desinteligencias surgidas con el capitalista mayor de la
editora Prensa 2.0 S.A., el español Antonio Mata (ex presiden-
te de Aerolíneas Argentinas con el Grupo Marsans), hicieron
que en marzo de 2009 Lanata abandonara la dirección del dia-
rio. Si bien continuó un tiempo más como columnista, la orien-
tación de éste quedó a cargo de un Comité Editorial liderado
por Daniel Capalbo.
Lanata -el domingo 5 de abril del 2009- escribió su carta
despedida:
Debo ser una de las personas que más se ha despedido en los
medios. Me despedí de Página 12, de Ventitrés, de la radio. Me

230
despidieron de la televisión. Me he despedido como víctima de la
fatalidad o como ejercicio de libertad. Hace muchos, muchos años
decidí vivir de acuerdo a lo que pienso. Vivo, entre otras contra-
dicciones, de levantar empresas sin decidirme a ser empresario: no
creo que el dinero otorgue la razón, ni siquiera que sea un mérito
tenerlo. Dirigir un diario exige no sólo luchar por captar lectores,
tener buenas notas, comunicarlas con ingenio, pelearse con los otros
medios, el poder, sino también desvelarse por la distribución, el
costo del papel, los ajustes de salarios, la falta de publicidad, las
estrategias de crecimiento, los bancos y las cuentas. Comencé esta
empresa con un 28% de su propiedad y después de volver -otra
vez- a vender una casa y poner mis ahorros por el vértigo del pri-
mer año paralelo al crecimiento del proyecto, llevó a que el necesa-
rio aporte del resto de los socios redujera mi participación a un
5%. Una empresa, claro, no sólo depende del dinero para comen-
zarla, sino del flujo para mantenerla mientras se estabiliza. Vivo
de mi trabajo, no tengo capital y realmente no soy útil en la
desgastante pelea entre quienes disponen del dinero y quienes lo
gastan en la producción.
En acuerdo con el resto de los accionistas decidí dejar la di-
rección periodística de Crítica de la Argentina, aunque seguiré
vinculado al diario, escribiendo cada domingo el panorama polí-
tico junto a Luciana Geuna y Jesica Bossi. Marcelo Figueiras, el
presidente de la empresa, Antonio Mata, el resto de los accionistas
y los editores de la redacción continuarán con su trabajo de siem-
pre en un diario que crece y se consolida en el camino hacia su
segundo año en el mercado.
Luego de la salida de Lanata, Crítica de la Argentina vivió
un sistemático descenso de su tirada y su último número salió
a la calle el jueves 29 de abril de 2010.

231
LOS DESCENDIENTES
DE NATALIO Y SALVADORA

Agradece a la llama su luz, pero no olvides


el pie del candil que constante y paciente la
sostiene en la sombra.
Rabindranath Tagore

Hijos y nietos de Natalio y Salvadora ocuparon y ocupan


un lugar destacado en diferentes ámbitos de la cultura.
El primogénito, Helvio Ildefonso “Poroto” Botana
Medina, nació en Buenos Aires el 15 de setiembre de 1915.
Desde muy joven trabajó en el diario Crítica. Al fallecer Natalio
Botana, Eduardo Bedoya ocupó la dirección y Helvio asumió
la subdirección. El 6 de febrero de 1943 el juez Ramón Vázquez
decretó la intervención de Crítica y Helvio Botana tuvo que
abandonar su cargo en la dirección. En 1945 se exilió en Mon-
tevideo y editó Crítica Libre -publicación quincenal- que tuvo
vida efímera. De vuelta en Buenos Aires participó en la edi-
ción de varias revistas: Hombres del futuro (1947), SEA (Sínte-
sis Económica Americana) (1948) junto al escritor, periodista
y político boliviano Carlos Montenegro, La Hipotenusa (1967)
cuyo director fue Luis Alberto Murray y Jauja (1967-1969),
publicación literaria y cristiana.
Dejó abundante producción literaria. Entre ensayos, cuen-
tos, biografías y obras de teatro se pueden contabilizar más de
veinte libros. Es considerado por algunos críticos como el
“Chesterton argentino”. Sus obras más conocidas: Elogio de la
burguesía (1943), El alma de Maruf (1943), Cuentos con mala
intención (1961) y su autobiografía Memorias. Tras los dientes
del perro (1977). Incursionó también como guionista cinema-
tográfico y, en 1960, La Procesión fue seleccionada para el Fes-
tival de Cannes.

232
También lo hizo, con éxito, en la pintura y especialmente
en el retrato.
Se casó -por primera vez- en 1937 con Aída Escudero
con la cual tuvo dos hijos. Natalio “Punto” Botana nació en
1937 y fue el primer nieto de Natalio y Salvadora. Tuvo bre-
ves incursiones en el periodismo y en la comedia musical.
Falleció en el año 2000. Jaime “Pinto” Botana nació en el
año 1942 y es un afamado pianista. Director de la Coral Bue-
nos Aires y de la Asociación Wagneriana. Fue jefe de prensa
del Teatro Colón y es crítico musical del diario Buenos Aires
Herald.
Helvio Botana, divorciado de Aída Escudero en 1944, se
casó luego con Nelyko Hayashi y tuvieron tres hijos. Dos de
ellos nacieron en Montevideo. Helvio (1945) vive en México
dedicado a la permacultura (moringa oleífera) en la zona de
Michoacán y Daniel (1947) es arquitecto y está radicado en
México. Marcia Botana nació en Buenos Aires en el año 1954.
En la década del 70, ya divorciado de Nelyko Hayashi,
Helvio Botana se casó -por tercera vez- con Nelly Elisa de Luca,
la compañera de sus últimos años.
Helvio falleció en la ciudad de Buenos Aires el 20 de fe-
brero de 1990, a los 74 años.
El segundo hijo de Natalio y Salvadora -Jaime Alberto
“Tito” Botana Medina- nació en Buenos Aires el 2 de marzo
de 1917. Muy joven, en 1932, su padre lo envió a Estados
Unidos donde estudió historia romana, filosofía y periodismo.
De regreso a su país fue director del diario El Sol. A la muerte
de su padre asumió como presidente de la Sociedad Poligráfica
Argentina, editora de Crítica. Luego de la crisis familiar fue el
primero -setiembre de 1948- en deshacerse de las acciones de
Crítica.
En 1948 fundó la Asociación Argentina de Editores de
Revistas (A.A.E.R.). Con el seudónimo “Jaime Botanilla” par-
ticipó activamente en las revistas Tía Vicenta (1957), 4 Patas
(1960) y La Hipotenusa (1967).
Reincorporado al periodismo fue columnista esporádico
de los diarios El Nacional y Democracia.

233
Emigró a España en el año 1977. Allí participó en la re-
vista Nueva Estafeta y escribió libros de gastronomía (La cocina
de los nietos de Martín Fierro-1981).
Jaime Botana se casó -igual que su hermano Helvio- tres
veces. Primero con Helvecia Fregosini (no tuvo descendencia),
luego con Elsa Hidalgo (hermana de la famosa cantante
Ginamaría) de cuya relación nació en 1953 Rita María Bota-
na. Finalmente en el año 1968 con Alicia Villoldo. Santiago
Botana Villoldo -el menor de los nietos de Natalio y Salvadora-
vino al mundo en el año 1970.
Jaime Botana falleció en Madrid el 18 de junio de 1988 a
los 71 años.
Georgina Nicolasa -la hija menor de Natalio y
Salvadora- nació el 5 de setiembre de 1919. Muy joven se
casó con Raúl Damonte Taborda (1909-1982). Damonte
Taborda fue militante de la juventud radical y electo dipu-
tado en el período 1938-1942. En 1941 se le designó presi-
dente de la Comisión Investigadora de Actividades
Antiargentinas que constató numerosos casos de penetra-
ción nazi en el país. Fue reelecto diputado en el año 1942.
Luego del fallecimiento de su suegro y coincidiendo con el
ascenso del peronismo, se acercó a la figura del coronel
Perón. En el momento de la intervención de Crítica, nego-
ció -a espaldas del resto de la familia- su parte en el paquete
accionario del diario. Así lo relató Helvio Botana en su li-
bro Memorias. Tras los dientes del perro:
Mi cuñado Raúl Damonte Taborda actuó muy rápido, en
tanto servía a Castillo se acercó a Perón y llegó a tener su confian-
za total; mientras nosotros seguíamos intentando recuperar el dia-
rio por la vía judicial.
La intervención a Crítica llevó a una empresa próspera al
borde de la quiebra […] Ante la mala situación económica crea-
da de ex profeso, a Crítica se le quitó la personería jurídica y
Damonte ejecutó sus debentures, quedándose como único dueño
de la empresa, dejándonos en la ruina […] Debimos disolver la
sociedad anónima que editaba Crítica, y recomprarla a Damonte
[…] Volvimos al diario116.

234
Entre 1945 y 1955 Damonte, Georgina y su familia vivie-
ron exiliados -luego de sus enfrentamientos con Perón- en
Uruguay y en Francia. Damonte llegó a ser nombrado, por el
gobierno de Luis Batlle Berres, cónsul honorario uruguayo en
Reims (Francia). En 1955 retornaron a Buenos Aires, Damonte
se separó de Georgina Botana y comenzó a editar el diario Re-
sistencia Popular (1955-1958). El cisma del radicalismo del año
1956, lo encontró formando parte de la U.C.R. Intransigente
de Arturo Frondizi.
El 22 de noviembre de 1939 nació el primer hijo de
Georgina y de Damonte Taborda: Raúl Natalio Damonte Bo-
tana, más conocido por el sobrenombre de “Copi”. Fue el se-
gundo nieto de Natalio y Salvadora. Dibujante y dramaturgo,
inició su carrera -muy joven- en Buenos Aires, pero se hizo
realmente conocido luego de instalarse en París a partir del
año 1962. En la capital francesa su primer gran éxito fue la tira
semanal La Mujer Sentada que aparecía en el diario Le Nouvel
Observateur. Luego vendrían más de veinte novelas y obras de
teatro. Entre las más conocidas: Eva Perón (puesta en escena:
1970), L´Uruguayen (1973), La vida es un tango (1981) y Una
visita inoportuna (puesta en escena en 1988). En Eva Perón,
estrenada en el teatro “L´Epée de Bois” de París el 2 de marzo
de 1970, dirigida por Alfredo Arias y representada por el gru-
po franco-argentino TSE con Facundo Bó en el papel de Evita,
se evidenció el carácter radicalmente transgresor de su autor.
En una de sus funciones (24 de marzo de 1970) explotó una
bomba y varios enmascarados irrumpieron en el teatro gol-
peando a los actores y destrozando los decorados. Se compro-
bó que el ataque fue perpetrado por un movimiento de dere-
cha denominado Ordre Nouveau, vinculado a seguidores de
Perón. En 1982 obtuvo el Premio Konex (humor gráfico). In-
tegró el movimiento L.G.B.T. Copi falleció de sida en París el
14 de diciembre de 1987 a los 48 años. Era común escucharlo
comentar: Yo soy tan vanguardista que me agarré el sida primero
que nadie. Tres días antes de su fallecimiento había recibido el
Premio Ville de París al mejor autor dramático por su obra La
Noche de Madame Lucienne.

235
El segundo hijo de Georgina, Jorge Damonte Botana,
nació en Buenos Aires en el año 1943. Muy joven se dedicó a
la fotografía. Se instaló en París en el año 1974 y llegó a ser
uno de los fotógrafos más cotizados del mundo. Trabajó para
la firma Yves Saint-Laurent. Falleció en París el 21 de setiem-
bre de 2012.
Juan Carlos “Plindy” Damonte Botana nació en el año
1945. Fue fotógrafo, traductor y escritor. Se afincó en México.
En 1996 ganó, con Chau, papá, el premio Dashiell Hammett
(galardón de la Asociación Internacional de Escritores Policía-
cos) a la mejor novela negra -en castellano- que se otorga en la
Semana Negra de Gijón. Murió en el 2005 a los 60 años de
edad. La escritora ítalo-mexicana, batalladora incansable por
el feminismo, Francesca Gargallo -su gran amiga- nos dejó su
biografía novelada: El hombre del gineceo (2010).
De una nueva relación de Georgina, nació en 1961 Fede-
rico Botana. Se instaló en París a los 17 años junto a su medio
hermano Copi y trabajó como ilustrador de revistas. Luego
estudió historia del arte, especializándose en arte medieval y
renacentista italiano. Radicado en Londres desde 1990, es ac-
tualmente profesor de Historia del Arte en la Universidad de
Londres.
Georgina Botana vive actualmente -con más de 90 años-
en un geriátrico de la ciudad de Lautrec en los Pirineos fran-
ceses.

236
AGRADECIMIENTOS

Con la redacción de este texto asumí muchas deudas de gra-


titud, de las que quiero dejar constancia.
En primer término a Sylvia Saítta quien, además de honrar-
me al escribir el prólogo, me envió un ejemplar de Regueros de
tinta. El diario Crítica en la década de 1920 y numerosos artículos
sobre la tríade de esta obra. La considero la madrina de este libro.
Debo dar las gracias al personal de las diversas instituciones a
las cuales recurrí para mis investigaciones: Biblioteca Nacional del
Uruguay, Biblioteca Nacional de la República Argentina, Heme-
roteca Pública José Hernández (Rodolfo Barragán), Cedinci (Cen-
tro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda
en la Argentina) (Georgina Ferrara y Juliana Turull), Biblioteca
Nacional de Francia, International Institute of Social History
(Amsterdam) (Ella Molennar y Viem Tummers), Archivo de la
Arquidiócesis de Montevideo (Mónica Sarachu) y Archivo Histó-
rico del Colegio Seminario (Celia Inda).
A los familiares de Natalio y Salvadora -Natalio R. Botana
Conde, Luis Fernando Botana Eula, Helvio Botana Hayashi y
Marcia Botana Hayashi- quienes, a través de ese mundo fascinan-
te que es Internet, respondieron mis impertinencias y me aporta-
ron datos y documentos de suma utilidad.
Miguel Oromí me facilitó abundante material solo disponi-
ble en Argentina, a él mi reconocimiento.
Raúl Iturria y Pilar Abbate Montero, duraznenses de ley, me
apoyaron a lo largo de mis investigaciones. A ellos mi agradeci-
miento.
Gretchen Schauricht, con su trabajo profesional y su aseso-
ramiento, me brindó una ayuda invaluable.
A la editorial Rumbo y a su directora María del Carmen
Galusso por confiar y concretar mi proyecto que empezó siendo
una ilusión.
Gracias a mi esposa, quien padeció la escritura de esta obra
con entereza y comprensión.

237
238
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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redactor de Crítica, el diario de Botana, Ediciones Corregidor, Buenos Ai-
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americana, Buenos Aires, 2005.
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torial Orbis Press, Phoenix, 2003, p. 70.
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22) Llano, Francisco Luis: La aventura del periodismo, o. cit., pp.
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29 de enero de 1914, pp. 1 y 3.
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fardo, viernes 31 de julio de 1970.
28) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., p. 38.
29) Ibídem, p. 159.
30) Platón: Apología de Sócrates, Edición de Patricio de Azcárate,
Tomo I, Madrid, 1871, p. 70.
31) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., p. 54.
32) Tálice, Roberto A.: 100.000 ejemplares por hora. Memorias de
un redactor de Crítica, el diario de Botana, o. cit., pp. 121-122.
33) Diario La Protesta, Buenos Aires, Año 18, Número 2157, jueves
5 de febrero de 1914, p. 1.
34) Abós, Álvaro: El tábano. Vida, pasión y muerte de Natalio Bota-
na, el creador de Crítica, o. cit., p. 77.
35) Delgado, Josefina: Salvadora. La dueña del diario Crítica, o. cit.,
p. 37.
36) Medina Onrubia de Botana, Salvadora: Sebastián Marotta, com-
pañero y amigo. En Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta, Edi-
torial Calomino, Buenos Aires, 1971, pp. 49-50.
37) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., p. 47.
38) Medina Onrubia, Salvadora: Las descentradas y otras piezas tea-
trales, Colección Los Raros Nº 14 Biblioteca Nacional, Ediciones Colihue,
Buenos Aires, 2007, pp. 31- 62.
39) Saítta, Sylvia: Anarquismo, teosofía y sexualidad: Salvadora Me-
dian Onrubia, o. cit., p. 57.
40) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., pp. 79-80.

240
41) Barrandeguy, Emma: Salvadora, o. cit., p. 49.
42) Medina Onrubia, Salvadora: Las descentradas y otras piezas tea-
trales, o. cit., pp. 61- 145.
43) Barrandeguy, Emma: Salvadora, o. cit., pp. 77-78.
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47) Barrandeguy, Emma: Salvadora, o. cit., p. 125.
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54) Radowitzky, Simón: Catorce cartas inéditas de Simón Radowitzky
a Salvadora Medina Onrubia, o. cit., p. 145.
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58) Diario La Prensa, Buenos Aires, domingo 7 de setiembre de 1930.
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na, el creador de Crítica, o. cit., p. 218.
64) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., pp. 273-274.

241
65) Ibídem, p. 274.
66) Ibídem.
67) Ibídem, p. 249.
68) Donoso, Ricardo: Alessandri: agitador y demoledor. Cincuenta
años de historia política de Chile, Fondo de Cultura Económica, México,
1952, p. 32.
69) Ibídem, p. 33.
70) Halperin Donghi, Tulio: La República imposible (1930-1945),
o. cit., p. 44.
71) Carta de Cayetano Córdova Iturburu a Alfredo Palacios. Diario
La Vanguardia del 20 de julio de 1931. Cedinci, Fondo Cayetano Córdova
Iturburu, FA 025.
72) Barrandeguy, Emma: Salvadora, o. cit., pp. 90-91.
73) Justo, Liborio (Quebracho): Prontuario. Una autobiografía, Edi-
ciones Gure, Buenos Aires, 1956, pp. 190-192.
74) Saítta, Sylvia: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920, o. cit., p. 260.
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tribución a la historia, Edición de la autora, Buenos Aires, 1932.
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77) Llano, Francisco Luis: La aventura del periodismo, o. cit., pp.
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78) Neruda, Pablo: Confieso que he vivido, Losada, Buenos Aires,
1974, p. 158.
79) Piñeyro, Alberto: Blanca Luz Brum. Una vida sin fronteras, Bo-
tella al Mar, Punta del Este, 2011, pp. 112-113.
80) Ibídem, p. 120.
81) Ibídem, pp. 121-122.
82) Ibídem, pp. 131-132.
83) Diario El Bien Público, Montevideo, miércoles 13 de febrero de
1935, p. 3.
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87) Pellettieri, Osvaldo: El teatro y los días. Estudios sobre teatro
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88) Oliver, María Rosa: Mi fe es el hombre, Editorial Carlos Lohlé,
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89) Llano, Francisco Luis: La aventura del periodismo, o. cit., p. 94.
90) Efron, Gustavo; Brenman, Darío: La prensa gráfica argentina ante
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98) Botana, Helvio: Memorias. Tras los dientes del perro, o. cit., pp.
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99) Diario Crítica, Buenos Aires, domingo 10 de agosto de 1941, p. 2.
100) Ibídem.
101) Ibídem, p. 6.
102) Botana, Helvio: Memorias. Tras los dientes del perro, o. cit.,
pp. 186-188.
103) Piñeyro, Alberto: Blanca Luz Brum. Una vida sin fronteras, o.
cit., pp. 159-160.
104) Medina Onrubia de Botana, Salvadora: Crítica y su verdad
(Operación Cadena), o. cit., pp. 312-313.
105) Barrandeguy, Emma: Salvadora, o. cit., pp. 165-169.
106) Medina Onrubia de Botana, Salvadora: Crítica y su verdad
(Operación Cadena), o. cit., 47.
107) Ibídem, pp. 151-152.
108) Ibídem, pp. 48-49.
109) Ibídem, p. 132.
110) Ibídem, p. 134.
111) Galasso, Norberto: Perón. Exilio, resistencia, retorno y muerte
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112) Medina Onrubia de Botana, Salvadora: Crítica y su verdad
(Operación Cadena), o. cit., p. 331.
113) www.quadernsdigitals.net
114) Botana, Helvio: Memorias. Tras los dientes del perro, o. cit.,
p. 94.
115) Abós, Álvaro (compilador): El libro de Buenos Aires. Crónicas
de cinco siglos, o. cit., pp. 221-223.
116) Botana, Helvio: Memorias. Tras los dientes del perro, o. cit.,
pp. 204-206.

243
244
ÍNDICE GENERAL

PRÓLOGO. Sylvia Saítta ..................................................... 9


INTRODUCCIÓN ............................................................ 13
SARANDÍ DEL YI. AÑO 1888 ......................................... 24
LA FAMILIA BOTANA ...................................................... 28
FAMILIA ESPÁRRAGO-MIYARES (MILLARES) ........... 32
NATALIO BOTANA Y SUS PRIMERAS ARMAS
EN EL PERIODISMO MONTEVIDEANO .................... 35
BUENOS AIRES. AÑO 1911 ............................................ 42
LA PLATA. AÑO 1894 ....................................................... 46
AÑO 1913. LA FUNDACIÓN DEL
DIARIO CRÍTICA .............................................................. 52
AÑO 1914. NATALIO Y SALVADORA ........................... 63
AÑO 1926. NATALIO BOTANA. PRESIDENTE
DE LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE FÚTBOL ...... 70
INAUGURACIÓN DEL EDIFICIO CRÍTICA.
AÑO 1927 ........................................................................... 74
ENERO DE 1928. LA MUERTE DE PITÓN .................. 77
TEOSOFÍA, SALVADORA Y KRISHNAMURTI ............ 82
SIMÓN RADOWITZKY,
SALVADORA Y CRÍTICA .................................................. 87
6 DE SETIEMBRE DE 1930.
DERROCAMIENTO DE HIPÓLITO YRIGOYEN ........ 99

245
INTENTONA GOLPISTA EN CHILE.
APOYO DE NATALIO BOTANA ................................... 113
CIERRE DE CRÍTICA Y CÁRCEL
PARA NATALIO Y SALVADORA ................................... 117
PARÍS 1931. CRÍTICA LIBRE ......................................... 137
AÑO 1932. VILLA DE LOS GRANADOS .................... 142
URUGUAY NO SERÁ
LO MISMO QUE CRÍTICA ............................................ 151
EL ATENTADO CONTRA TERRA Y EL FIN
DEL DIARIO URUGUAYO DE BOTANA .................... 162
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA,
BOTANA, SALVADORA Y CRÍTICA ............................. 169
EL NAZISMO, LA SEGUNDA GUERRA
MUNDIAL Y EL PERIODISMO ARGENTINO .......... 177
TRES ESCÁNDALOS DURANTE
LA DÉCADA INFAME .................................................... 185
LA MUERTE DE NATALIO BOTANA .......................... 196
CRÍTICA LUEGO DEL FALLECIMIENTO
DE NATALIO BOTANA.................................................. 207
NATALIO, SALVADORA Y CRÍTICA
LLEVADOS A LA MÚSICA, EL TEATRO Y EL CINE .. 225
EL DIARIO CRÍTICA DE JORGE LANATA ................. 230
LOS DESCENDIENTES
DE NATALIO Y SALVADORA ....................................... 232
AGRADECIMIENTOS .................................................... 237
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .............................. 239

246
247
248

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