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REVOLUCIONES LIBERALES
ATLÁNTICAS
Roles entre lealtades, independencias y
patrias (1780-1873)
Bogotá, Colombia
2023
La mujer en las revoluciones liberales atlánticas: roles entre lealtades, independencias y patrias
(1780 – 1873) / editor académico Alejandro Cardozo Uzcátegui ; autores Sarah C. Chambers
[y otros ocho] – Bogotá: Universidad Sergio Arboleda, 2023.
271 p. - (Serie investigación)
ISBN: 978-958-5158-73-3 (.pdf)
1. Mujeres – Historia – América Latina - Siglo XVIII-XIX - Ensayos, conferencias, etc. 2.
Movimientos revolucionarios - América Latina - Siglo XVIII-XIX - Ensayos, conferencias, etc.
I. Cardozo Uzcátegui, Alejandro, editor II. Chambers, Sarah C. III. O’Phelan Godoy, Scarlett
IV. Ibarra, Ana Carolina V. Ladera de Díez, Elizabeth VI. Sánchez, Susy VII. Bragoni,
Beatriz VIII. Angulo Morales, Alberto IX. Echeberria Ayllón, Iker X. Cardozo Uzcátegui,
Alejandro XI. Título
305.4330364 ed. 22 SCDD
21 c a p í t u l o 1
Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos en el juicio
a la gran rebelión, 1780-1781
Ser hija natural en el siglo XVIII
Educación femenina y condición de iletrada
Matrimonio y violencia conyugal
Preparativos de la sublevación general
Cuartel general de Tungasuca
Condena y castigo ejemplar
53 c a p í t u l o 2
De adversarias a agentes de la reconciliación: las mujeres
realistas en la guerra a muerte chilena
La guerra a muerte en Chile
El crimen de escribir cartas
Juicios a las portadoras y espías
Las mujeres realistas: de adversarias a agentes de la reconciliación
Figuras
85 c a p í t u l o 3
Leona Vicario y la independencia de México
Leoncilla, como la llamaba su tío
Una habitación propia
La relación con Los Guadalupes
La infanta de la nación americana
Para sellar un destino
105 c a p í t u l o 4
Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos
(1755-1814)
Introducción
El huracán socioétnico de la guerra a muerte (1812-1814)
Exilio o muerte: doña Ignacia María Palacios y Blanco, una mantuana en apuros
Memorias, melancolía y destierro. La ciudad esclava y mantuana que se desvanecía
La casa mantuana: la convivencia entre las amas y sus esclavas domésticas
Sujeción y manumisión: los diversos caminos a la libertad en tiempos revueltos
Trabajo y ahorro esclavo: el camino individual a la emancipación, la libertad comprada
Con o sin condiciones: la libertad otorgada por los amos
Amas y esclavas: protagonistas de la manumisión femenina doméstica urbana
Amas y esclavas ante la guerra a muerte. Doña Francisca, Panchita, de Ribas y Palacios es
raptada y rescatada por su esclava Juana
Heroísmo y anonimato: ¿qué pasó con doña Panchita y con su nodriza Juana?
La esclava Juana: la heroína sin épica
Consideraciones finales
Glosario
133 c a p í t u l o 5
Mariannes afrolimeñas: la patria en las acuarelas de
Francisco “Pancho” Fierro
“Pancho” Fierro: el pintor de la Lima afroperuana de la independencia
De la blanca Marianne de la Revolución francesa al desfile cívico de
las Mariannes afrolimeñas
La Marianne guerrera: la patria y las corridas de toros
La Marianne sublime: la chichera
Conclusión
Figuras
169 c a p í t u l o 6
Memoria, pesares e intrigas políticas: intercambios epistolares
femeninos en el trayecto de la revolución rioplatense
Introducción
Cartas de Guadalupe Cuenca a Mariano Moreno
El rol de las mujeres del linaje chileno de los Carrera durante el exilio rioplatense
Epistolario entre Tomás Guido y Pilar Spano
195 c a p í t u l o 7
Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos
de revoluciones
España necesita heroínas
Mujeres en retaguardia
Hamburgo, septiembre de 1807
¿Una comunidad vasca emancipadora?
229 c a p í t u l o 8
“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana de las
mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
Introducción
El Ramo del cacao
Un límite al Ramo del cacao
Puerto Rico entre las revoluciones atlánticas
La mujer exiliada y realista durante las revoluciones atlánticas
De mantuanas del rey a indigentes por el rey
La tragedia en la configuración de la cultura política de las
mujeres leales: la viuda pobre, la viuda noble
El primer documento sobre el exilio venezolano en Puerto
Rico: 17 de julio de 1814
La lucha entre la Capitanía General y la Intendencia: la política
y el realismo presupuestario
Conclusiones
259 e p í l o g o
La mujer atlántica
267 a u t o r e s
agradecimientos
11
introducción
13
con t en i do
11 Agradecimientos
13 Introducción
21 c a p í t u l o 1
Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos en el juicio
a la gran rebelión, 1780-1781
Ser hija natural en el siglo XVIII
Educación femenina y condición de iletrada
Matrimonio y violencia conyugal
Preparativos de la sublevación general
Cuartel general de Tungasuca
Condena y castigo ejemplar
53 c a p í t u l o 2
De adversarias a agentes de la reconciliación: las mujeres
realistas en la guerra a muerte chilena
La guerra a muerte en Chile
El crimen de escribir cartas
Juicios a las portadoras y espías
Las mujeres realistas: de adversarias a agentes de la reconciliación
Figuras
85 c a p í t u l o 3
Leona Vicario y la independencia de México
Leoncilla, como la llamaba su tío
Una habitación propia
La relación con Los Guadalupes
La infanta de la nación americana
Para sellar un destino
105 c a p í t u l o 4
Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos
(1755-1814)
Introducción
El huracán socioétnico de la guerra a muerte (1812-1814)
Exilio o muerte: doña Ignacia María Palacios y Blanco, una mantuana en apuros
Memorias, melancolía y destierro. La ciudad esclava y mantuana que se desvanecía
La casa mantuana: la convivencia entre las amas y sus esclavas domésticas
Sujeción y manumisión: los diversos caminos a la libertad en tiempos revueltos
Introducción. La mujer como el epicentro de todas las luchas
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mujeres en las revoluciones
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Introducción. La mujer como el epicentro de todas las luchas
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mujeres en las revoluciones
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Introducción. La mujer como el epicentro de todas las luchas
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mujeres en las revoluciones
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capítulo 1
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
les que subsistieron hasta la muerte (Salinas Meza, 1994, p. 175). Por lo tanto,
se puede constatar que la mayoría de los concubinatos prefiguraban unida-
des familiares, con uno o varios hijos, y desarrollaban estrategias además de
conductas similares a la de las uniones legítimas (Rodríguez, 1994, p. 170).
Es posible observar que, durante el siglo XVIII, los hijos nacidos fuera
del matrimonio eran vistos y asumidos con cierta naturalidad. Su condi-
ción de hijos naturales no era un impedimento para que pudieran llevar
una vida normal, sobre todo si contaban con la aceptación y el respaldo
explícito del padre (O’Phelan Godoy, 2006, p. 40). Precisamente, el alto
índice de nacimientos ilegítimos tenía correlación con la extensión y to-
lerancia con que contaban las relaciones ilícitas (O’Phelan Godoy, 1998,
p. 228). En muchas ocasiones los hijos ilegítimos eran registrados exclu-
sivamente con el nombre de la madre, pero este no es el caso de Micaela,
quien utiliza ambos apellidos: Bastidas Puyucahua. Se ha constatado que
hubo familias en las cuales la ilegitimidad fue una característica propia,
que se repetía generacionalmente, sin embargo, este tampoco es el caso de
Micaela Bastidas, quien en 1760 —a los 18 años— se casó por la Iglesia
con José Gabriel Condorcanqui Noguera, más conocido como Túpac
Amaru. No hay indicios de que este era un matrimonio “desigual”, pues
la novia era hija natural (Socolow, 1991, p. 256). Además, hay que tener
en cuenta que la ilegitimidad no era impedimento para poder casarse
(Gonzalbo Aizpuru, 1998, p. 229). Se entiende, entonces, que el enlace
debió contar con el beneplácito de ambas familias.
El concubinato parece haberse dado, sobre todo, entre las castas de
color —mestizos, cholos, zambos y mulatos—, más que entre los indios,
ya que estos últimos eran presionados a contraer matrimonio y convertirse
en tributarios (Calvo, 1984, p. 206)2. Esto podría significar que el padre
de Micaela, Miguel Bastidas, bien pudo haber sido un cuarterón de mes-
tizo —mezcla de español con mestiza—; de ahí que estuviera registrado
en el libro de españoles. En lo que respecta a la madre, Josefa Puyucahua,
esta debió ser chola —mezcla de mestizo con india—. La presencia del
2 En el Cuzco, por ejemplo, a finales del periodo colonial en Canas y Canches existen
casos en que algunos curas doctrineros trataron de forzar a las parejas jóvenes de indígenas a casarse.
Así, hay evidencia de que el cura Ildefonso Loaiza, en 1786, encerró a una chola en la iglesia y trató
de forzarla a casarse con un indio, para luego descubrir que el hombre ya estaba casado con otra.
(Stavig, 1996, pp. 69-70).
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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mujeres en las revoluciones
Para las niñas que vivían en pueblos apartados, distantes de los centros
urbanos, la enseñanza se reducía a contactos esporádicos con el doctrinero
que les impartía la catequesis. Aunque había interés por castellanizar a la
población indígena o —en este caso, quechua hablante— este propósito
muchas veces quedó rezagado frente a la prioridad que se otorgó a la
evangelización que, por lo general, solo se memorizaba (Gonzalbo Ai-
zpuru, 1987, pp. 90, 101)6. Entre 1685 y 1694, el rey Carlos II ordenó que
se fundaran escuelas para los indígenas, en las que también se les enseñara
a leer y escribir en español, aunque esta campaña aparentemente no fue
ni intensiva, ni constante. Dorothy Tanck considera que hubo una mayor
presión por enseñar el castellano a los indígenas cuando aumentó el nú-
mero de doctrinas secularizadas (Tanck de Estrada, 1989, p. 707), a partir
del decreto real expedido para las diócesis de México y Perú en 1749
(Brading, 1994, p. 62). Es posible, entonces, establecer una relación entre
castellanización y secularización de las doctrinas, puesto que de manera
paralela se comenzó a nombrar párrocos seglares que no hablaban la lengua
indígena, como recurso para divulgar el español entre los feligreses (Tanck
de Estrada, 1989, p. 708). Al llegar a 1750, se propuso la apertura de escuelas
dedicadas a que los indígenas aprendieran la lengua castellana (Tanck de
Estrada, 2002, pp. 263-264), pero al menos en el Perú, la aplicación de
esta medida no fue eficaz. Para 1791, incluso en Lima, persistían quejas
por que los niños podían pasar “tres, cuatro, cinco o seis años”, tratando
de aprender a leer y escribir (Lévano Medina, 2006, p. 616).
Ya Richard Konetzke hizo notar el desinterés e incluso la resistencia
que también había por parte de los pobladores indígenas frente a “el uso
de la lengua española” (1951, t. 3, pp. 816-818). Aprender el castellano,
sin duda, les significaba un esfuerzo y es probable que no tuvieran mucha
oportunidad de practicarlo. Da la impresión de que “castellanizarse” no
le resultó al indígena ni tampoco al mestizo una necesidad apremiante. Es
interesante, por ejemplo, la observación que hace Ignacio de Castro, en su
Relación del Cuzco, sobre los fallidos intentos por fomentar la educación
bilingüe en la sierra surandina, señalando que
6 En la página 105 se señala que las autoridades aconsejaban evitar que la población
indígena aprendiera la doctrina, “como papagayos, sin entender lo que [hablaban]” (Gonzalbo
Aizpuru, 1987).
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
a todos los niños que se dicen de cara blanca, aunque sea de clase de Mes-
tizos, se les enseña a leer y escribir, el catecismo y rudimentos cristianos en
Español; pero es cosa notable que el trato de estos niños con el maestro, y en-
tre sí allí en las aulas, no sea sino en lengua índica…(De Castro, 1978, p. 44).
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mujeres en las revoluciones
7 En el viaje que realizó José Gabriel a Lima, en 1777, para ventilar el juicio que seguía
por la adjudicación del marquesado de Oropesa, compró varios libros que trasladó a Tungasuca
en una encomienda, cuyos títulos no fueron inventariados. Sólo se sabe que entre ellos incluyó
la obra del inca Garcilaso de la Vega. (O’Phelan Godoy, 2013, p. 45). La referencia proviene del
Archivo General de la Nación [AGN], Real Aduana del Cuzco, leg. 162, año 1777. Agradezco al
Dr. Édgar Montiel por este dato.
8 De acuerdo con el autor, una prima de Micaela, Dominga Bastidas, le comentó al
general Guillermo Miller, en el Cuzco, sobre la ponderada belleza de la esposa de Túpac Amaru.
Miller, a su vez, compartió más adelante el comentario con su compatriota Clemente Markham.
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
14 La información procede del AGN, Real Aduana del Cuzco, C16, leg. 164, C34, año 1780.
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
con el corregidor Reparaz” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 56). El año de 1777
resultó ser, por lo tanto, una fecha clave en la que, si bien la insurrección
no prosperó, se mantuvo en agenda, encontrando su punto de maduración
y las condiciones óptimas para materializarse en 1780, tres años después.
Micaela estuvo involucrada, por lo tanto, desde un inicio en el proyecto
subversivo, el cual secundó. Además, todo parece indicar que los contactos
con el Valle Sagrado debieron permanecer activos, pues el 7 de diciembre
de 1780, en plena sublevación, Micaela le informó a José Gabriel, “yo no
me descuido en estar escribiendo a los caciques de Maras y Paucartambo”
(CDRTA, t. IV, vol. II, p. 85).
Conocedora de cómo se tejían los lazos de colaboración en los Andes,
en vísperas de estallar la Gran Rebelión, Micaela Bastidas envió a tres de
los parientes más cercanos a su marido, Francisco Noguera, Juan Túpac
Amaru y Diego Cristóbal Túpac Amaru, ocho reales “para que tomasen
chicha” y sellar de esta manera un pacto de colaboración. En busca del
apoyo de los caciques locales, José Gabriel y Micaela invitaron a cenar a
su casa a Evaristo Delgado, cacique de Papres, a su hermano, el cacique
de Carma, Hermenegildo Delgado, y a otros dos caciques, Luis Farfán y
Marcos de la Torre, cacique de Acomayo. Estando en pleno agasajo,Túpac
Amaru sacó un frasco de vino y un vaso de cristal quebrado “y en él hizo
beber a todos…[y] estando en la mesa les dijo el dicho Túpac Amaru que
fueran parciales suyos…” (O’Phelan Godoy, 1995, p. 150). Así, Micaela
compartió con el cacique de Tinta, los diferentes pasos que se requerían
para organizar el movimiento, desde su estadio más temprano.
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mujeres en las revoluciones
Según testigos, quien dio las órdenes en castellano y quechua para que
Arriaga tuviera un “buen morir” fue el propio cacique de Tinta (Lewin,
1967, p. 444; O’Phelan Godoy, 1995, p. 112). Luego de este evento, con
el que simbólicamente se descabezaba el poder de los corregidores,Túpac
Amaru emprendió su campaña militar, mientras Micaela Bastidas perma-
neció en la residencia de la pareja, que se convirtió en el cuartel general
de Tungasuca. Desde allí, ella se encargó de gestionar el apoyo logístico
que requería la marcha del movimiento.
En el juicio abierto en el Cuzco a los inculpados por sedición, Micaela
fue increpada más de una vez por no haber huido de Tungasuca cuando
Túpac Amaru, “la dejaba sola y [mientras] el cónyuge [andaba] en regio-
nes remotas, [ella] tuvo lugar de escaparse” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 64).
Aunque Micaela argumentó que no pudo hacerlo, pues los centinelas
estaban para impedirlo, el fiscal contraargumentó que “si su ánimo hu-
biera sido de huirse, lo hubiera ejecutado” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 59).
En realidad, no hubo intención por parte suya de abandonar el cuartel
general, ni de desertar la rebelión y con ello, separarse de su marido, quien
periódicamente regresaba a Tungasuca, para coordinar los pasos a seguir
en el desenvolvimiento de la insurrección.
Lo que también emerge del juicio, es la constatación de que Micaela
Bastidas era una mujer hábil e intuitiva, sobre todo cuando se compara
su personalidad con la de Cecilia Túpac Amaru, a quienes varios testigos
coincidieron en describir como una persona corta de entendimiento. En
la declaración del arequipeño de 52 años, Diego Ortigosa, realizada el 22
de junio de 1781, este señaló que “le consta que Cecilia Túpac Amaro es
de entendimiento muy rudo…[y] que es notorio que la mujer del rebelde
José Gabriel Tupa Amaro es bastante instruida y de una razón ventajosa a
la de Cecilia…” (CDRTA, t. V, vol. III, p. 20). Esta apreciación coincide
con la de Mariano Castaño, de 25 años, quien explicitó que “Cecilia Tupa
Amaro es mujer de escasas facultades…[y] que es notorio que Micaela
Bastidas es una mujer de superiores luces” (CDRTA, t. V, vol. III, p. 21).
Finalmente, en opinión del abogado defensor, Cecilia Escalera Túpac Ama-
ru, era “de extracción muy ordinaria y de unas luces muy limitadas para
influir, y dar consejo, a Micaela Bastidas, tan superior a ella…” (CDRTA,
t.V, vol. III, p. 23).
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
Una de las funciones que ejerció Micaela desde Tungasuca, fue re-
clutar seguidores, “juntar gente con destino de enviarla a [Túpac Amaru]
y a sus demás capitanes” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 74). Adicionalmente,
fue acusada de “publicar bandos, dando comisiones, nombrando quienes
se hicieran cargo de la administración de sacramentos, mandando cerrar
iglesias cuando le parecía, dando pases para que sus soldados no impidieran
a los de su facción” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 74).Y no hay que olvidar que
también recayó sobre ella la responsabilidad de aprovisionar debidamente a
los soldados, para evitar posibles deserciones (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 335).
En este sentido, Pedro Venero, natural del Cuzco, de 33 años, estanquero en
Tinta y casado con una prima de José Gabriel, fungió de proveedor, sobre
todo en los albores del movimiento. (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 348). Este
remitió a Mariano Banda, el escribano de confianza de Micaela, “veinte
pesos de cigarros de bracamoros para vender a los soldados” extraídos del
propio estanco que administraba. (CDRTA, t. IV, vol. II, pp. 328, 334).
También se encargó de conseguir harina para la preparación de quince
cajas de bizcochos, a pedido de la esposa del cacique rebelde e incluso
abasteció al cuartel de Tungasuca con dos libras de pólvora (CDRTA,
t. IV, vol. II, pp. 329-331). Por su parte, Micaela hizo envío a Livitaca, “de
un cañón, de cuatro que se han fundido” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 89).
Sin lugar a dudas hubo otros productos que también demandaron las
huestes de Túpac Amaru. Se entiende, entonces, que Antonio Bastidas le
escribiera a su hermana Micaela, apremiándola a remitir coca y aguardien-
te, ya que, en su opinión, “estas dos especies son las que alientan a nuestro
ejército” (O’Phelan Godoy, 1995, p. 139). La coca parece haber sido muy
apreciada entre las tropas. Por ejemplo, el 13 de diciembre de 1780, Diego
Vilca Apaza, le comunicó por escrito a Micaela que al día siguiente iba a
pasar a embargar 200 cestos de Lauramarca (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 31).
Incluso, hubo ocasiones en que se solicitó que la coca fuera de primera
calidad, lo que denuncia el uso rituálico de la hoja (O’Phelan Godoy,
1995, p. 143). El 23 de noviembre, aparte de remitir 600 pesos, Micaela
también hizo llegar a Túpac Amaru una odre de aguardiente, advirtién-
dole que la comida que tomara fuera “de mano de los nuestros y de más
confianza” (O’Phelan Godoy, 1995, p. 81), como si intuyera que la vida
del cacique corría peligro. Por otro lado, el 18 de febrero de 1781, durante
las celebraciones del Carnaval, Micaela dispuso la conducción de “papas,
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
al decir que “vuestra merced miraba las cosas de religión con mucho des-
precio y otras cosas bien ridículas que causan risa” (CDRTA, t. IV, vol. II,
p. 88). Aunque estas apreciaciones intentaban desprestigiar al cacique de
Tinta y ponerlo en entredicho con la Iglesia, lo cierto es que, en un ban-
do expedido por orden de Micaela Bastidas, el 13 de diciembre de 1780,
a casi un mes de ocurridos los sucesos de Sangarará, la esposa de Túpac
Amaru pedía respetar con toda distinción a los ministros de Jesucristo,
“los señores sacerdotes, para que Dios nos ayude en nuestros cristianos fines.
Y [solicitaba a sus seguidores] que, en señal de verdaderos y buenos cristianos,
cargaran la insignia de la santísima cruz en sus monteras y sombreros”
(CDRTA, t. IV, vol. II, pp. 15, 39). Con esta cruz, los aliados del cacique
rebelde, que habían sido excomulgados, hacían visible su fe cristiana, que
el obispo había cuestionado. Por todo esto, aún en abril de 1781, Túpac
Amaru seguía afirmando que, “no les comprendía la excomunión, que
Dios sabía su intención y que no recelasen” (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 43).
Micaela también apoyó abiertamente la campaña del cacique contra la
“injusta” excomunión, retirando los papelones que hacían público el decreto
de las puertas donde habían sido fijados y colocando, en su lugar, edictos de
Túpac Amaru o aquellos dictados por ella (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 74). A
pesar de la excomunión, el cacique siguió asistiendo a oír misa los días de
fiesta (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 359).
Una operación que eventualmente se abortó fue la toma del Cuzco
por parte de las fuerzas tupacamaristas. La historiografía ha presentado
esta situación como un desencuentro entre José Gabriel y Micaela, puesto
que la esposa del cacique lo animaba a capturar la ciudad imperial —para
arruinar los vejámenes y el mal gobierno— (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 39),
mientras que Túpac Amaru decidió expandir el movimiento por la ruta del
sur andino, mirando hacia el Alto Perú. No obstante, este episodio puede
responder a otra lectura de los hechos. Guillermo Madrazo enfatiza la
influencia decisiva que tuvieron los amanuenses, “en la redacción de los
escritos de diverso alcance de los que luego eran responsables los indios”
(2001, p. 11). Es más, de acuerdo con el testimonio de Francisco Cisneros,
los escribanos podían rehacer los borradores,“diciendo no estar conformes
a sus intentos” (Madrazo, 2001, p. 11). Es posible admitir que los ama-
nuenses estuvieron en capacidad de introducir sus ideas en los escritos,
39
mujeres en las revoluciones
15 “… y que este consejo le dio varias veces dicho Escarcena a Túpac Amaru”
40
Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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mujeres en las revoluciones
quiere decir en romance, como yerro de traición que face ome contra
la persona del rey”. Entre las acciones consideradas delito de traición se
citan intentar desapoderar al rey de su reino y procurar el alzamiento de
alguna tierra o gente contra su soberano (Díaz Rementería, 1974, p. 230).
Como destaca Carlos Díaz Rementería, aunque la legislación castella-
na involucra en el tema la traición del varón —en este caso, de José Gabriel
Concorcanqui—, en las Partidas 7, 2, 2, “no se tiene presente a la mujer
como posible autora de traición, ni tampoco se proyecta la infamia sobre
la descendencia femenina” (Díaz Rementería, 1974, p. 237). No obstante,
Micaela Bastidas fue sentenciada por complicidad con su marido, puesto
que actuaron “en consorcio”, aun cuando en varias ocasiones durante la
Gran Rebelión tanto Túpac Amaru como ella afirmaron y ratificaron que
no iban contra el rey, sino contra el mal gobierno, las autoridades corruptas
y los excesivos impuestos (CDRTA, t. IV, vol. II, p. 40)17.
Sin embargo, no cabía duda de que habían liderado un movimiento
de masas sin precedente y puesto en jaque a la Monarquía Española y al
rey Carlos III; bajo este criterio, debían recibir un castigo ejemplar. Por
lo menos, esa fue la opinión de las autoridades peninsulares.
De ahí que se señalara a Micaela Bastidas como “autora principal y
ejecutora del execrable delito de rebelión, cometido contra Su Majestad,
el reino, y especialmente contra la ciudad [del Cuzco] con ánimo serio
y recto de posesionarse”. Se entiende, entonces, que durante el proceso
judicial se le tratara de involucrar reiteradas veces con la toma de la capital
cuzqueña, lo que se convertiría en un punto neurálgico de la acusación y
la subsecuente condena. Se pidió para ella la pena de muerte,
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
blico, para que a vista del espectáculo se contengan los demás y sirva de
ejemplo y escarmiento… igualmente sea demolida la casa que tiene en
Tungasuca y todas las demás posesiones que tuviere, y que en adelante
no haya de erigirse ni edificarse casa habitación de ninguna persona, para
perpetua memoria e infamia suya. Y que asimismo sea extinguida toda
su descendencia hasta el cuarto grado”. (CDRTA, t. IV, vol. II, pp. 58-59)
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Trabajo y ahorro esclavo: el camino individual a la emancipación, la libertad comprada
Con o sin condiciones: la libertad otorgada por los amos
Amas y esclavas: protagonistas de la manumisión femenina doméstica urbana
Amas y esclavas ante la guerra a muerte. Doña Francisca, Panchita, de Ribas y Palacios es
raptada y rescatada por su esclava Juana
Heroísmo y anonimato: ¿qué pasó con doña Panchita y con su nodriza Juana?
La esclava Juana: la heroína sin épica
Consideraciones finales
Glosario
133 c a p í t u l o 5
Mariannes afrolimeñas: la patria en las acuarelas de
Francisco “Pancho” Fierro
“Pancho” Fierro: el pintor de la Lima afroperuana de la independencia
De la blanca Marianne de la Revolución francesa al desfile cívico de
las Mariannes afrolimeñas
La Marianne guerrera: la patria y las corridas de toros
La Marianne sublime: la chichera
Conclusión
Figuras
169 c a p í t u l o 6
Memoria, pesares e intrigas políticas: intercambios epistolares
femeninos en el trayecto de la revolución rioplatense
Introducción
Cartas de Guadalupe Cuenca a Mariano Moreno
El rol de las mujeres del linaje chileno de los Carrera durante el exilio rioplatense
Epistolario entre Tomás Guido y Pilar Spano
195 c a p í t u l o 7
Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos
de revoluciones
España necesita heroínas
Mujeres en retaguardia
Hamburgo, septiembre de 1807
¿Una comunidad vasca emancipadora?
Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
Fuentes primarias
Archivo General de Indias, Sevilla, España [AGI].
Archivo General de la Nación [AGN]Archivo Arzobispal de Lima
[AAL].
Archivo Regional del Cuzco [ARC].
Biblioteca Nacional del Perú [BNP]. (1965). El Mercurio Peruano (t.V,
año 1792, ed. fascimilar).
Colección Documental de la Revolución Emancipadora de Túpac
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Fuentes secundarias
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Universidad Católica del Perú.
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Boyer, R. (1991). Las mujeres, la “mala vida” y la política del matrimo-
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mujeres en las revoluciones
46
Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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Sarah C. Chambers
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Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
En el estado de guerra total que se apoderó del sur chileno desde 1817
hasta 1822, no había campo para la neutralidad. Mientras que, en tiempos
de paz, las normas culturales representaban a las mujeres —y a las monjas
en particular— como apolíticas, durante una guerra irregular se las veía
como partidarias peligrosas. En ese contexto, incluso, se les podía conside-
rar especialmente amenazadoras, porque sus actividades eran más difíciles
de detectar que los movimientos de los soldados o aún de los guerrilleros.
El grado en que las mujeres actuaban en favor de un partido o el otro
variaba. Algunas sirvieron de espías que transmitieron información útil
para llegar a la victoria, otras violaron las órdenes de no vender víveres a
las tropas enemigas, por convicción o por necesidad, mientras que algunas
expresaron sus opiniones sin tomar un rol activo. En cualquier caso, en el
contexto de una lucha, todas las palabras y las acciones se politizaban para
ganar a la gente y desmoralizar psicológicamente a sus enemigos. Emigrar
con un partido o el otro o enviar cartas para alentar a los seres queridos
e informarles de sus paraderos podían haber sido considerados crímenes.
Este capítulo se centra en las mujeres realistas por tres razones. La
mayoría de los estudios analizan a los ganadores y, por lo tanto, sabemos
poco sobre las personas que se opusieron a la independencia (Chambers
y Norling, 2008, pp. 39-62; Lux, 2014; Quintero, 2003; Serrano y Correa
Gómez, 2010, pp. 119-130). Aunque ambos partidos en la guerra chilena
castigaron a las mujeres sospechosas de ayudar al enemigo, las fuentes crea-
das por las fuerzas patriotas sobrevivieron para ser archivadas, incluso un
paquete interesante de unas cartas interceptadas y, lo más importante, estas
fuentes sobre las mujeres realistas nos permiten trazar un cambio crítico
en las actitudes hacia ellas. Mientras que durante la guerra los patriotas
denunciaron tanto a hombres como a mujeres realistas, después de finalizar
el conflicto, las mujeres fueron representadas como agentes apolíticas de
la reconciliación. Así, restituir su monasterio a las monjas que habían sido
blanco del ridículo y del rencor en medio de la guerra, se convirtió en un
símbolo importante y visible de la reconstrucción nacional.
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las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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mujeres en las revoluciones
por fin pudo salir de Talcahuano. “No olvidaré jamás las impresiones que
experimenté el primer día que visité á Concepción,” escribió, “la escena
impresionaba mucho más que si la ciudad hubiese sido abandonada por
causa de la peste, como que en casi todas direcciones la vista tropezaba con
un montón de humeantes ruinas” (Coffin, 1898, pp. 136-137). A finales de
enero de 1819, Freire ocupó a Concepción, en un estado de abandono y
ruina aún mayor de lo que Coffin había presenciado el año anterior. “La
ciudad presenta un espectáculo bien triste”, informó a O’Higgins, “pues
los enemigos” habían “arrancado hasta las rejas de hierro de las ventanas
de muchas casas” (O’Higgins, 1953, p. 67).
El costo humano de la guerra fue aún más alto, ya que ambos
ejércitos ocuparon los pueblos, quemaron los cultivos y desplazaron a
los habitantes. Tanto los patriotas como los realistas relataron historias de
violaciones de las reglas del combate, incluso violencia en contra de la
población civil. Miguel Riquelme, el tío materno de O’Higgins, contó
después a Claudio Gay que los realistas asesinaron “a todos los individuos
que encontraban trabajando la tierra e incendiar[on] sus ranchos, no to-
mando prisioneros más que a los niños de ocho a nueve años” (Feliú Cruz,
1965, p. 49). Echó la culpa, especialmente, al comandante de la guerrilla,
Vicente Benavides, y a los aliados indígenas de matar a los paisanos y vio-
lar a las mujeres. Los pocos sobrevivientes de un ataque al pueblo de Los
Ángeles vivieron escondidos en el monte por diez días, recordó, comiendo
solamente los tallos de los pangues y algunos dihueñes; llegaron a estar tan
débiles, que casi no podían caminar cuando era seguro salir (Feliú Cruz,
1965, p. 50). Los realistas sufrieron igual destino a manos de los patriotas.
José María Rueda relató a Gay como unos paisanos que emigraban al sur
por órdenes de Benavides fueron interceptados por las tropas patriotas
mientras trataban de cruzar un río con su ganado. “Los demás se arrojaron
al agua, lo mismo que las familias, niños, mujeres; lo que ocasionó una
pérdida muy considerable de gente,” y añadió, “se vieron mujeres con
una niña a la espalda y un niño en el brazo atravesar el río que tenía de
seis a siete cuadras de ancho, nadando con un solo brazo” (Feliú Cruz,
p. 118). Como en Nueva Granada y Venezuela, los patriotas denunciaron
tanto a los realistas como a sus aliados indígenas por abusar y asesinar a
mujeres y niños. Pero también refirieron a tales actos para justificar sus
propias tácticas de atacar a la población y ajusticiar tanto a los prisioneros
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Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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mujeres en las revoluciones
Como en esta, casi todas las cartas empezaban con expresiones y sa-
ludos afectuosos —padre, hermana o señora “de mi corazón” o “de mi
afecto”—, y concluían con el nombre del autor “que verte desea” En el
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Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
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Con quanto Gusto Te Escribo Esta para que Sepas de Nuestra Existen-
cia pues por la Misericordia de Dios Todas Suscistimos Aunque Vos los
Jusgarías Muertas pues no los Habeis Escrito ninguna letra Biendolos
Tan desanparadas pues tu padre No ha perdido la Ocacion de Escribir-
nos Estando En tanta distancia Y Entre Sus Enemigos Estando 50 leguas
Mas adelante de Buenos Aires Y Encarga mucho le damos Noticia de tu
paradero Y los dise que Eduardo lo Esta Manteniendo Con Su trabajo.
(ANHCh, s. f. c., t. CI, f. 33r)
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229 c a p í t u l o 8
“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana de las
mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
Introducción
El Ramo del cacao
Un límite al Ramo del cacao
Puerto Rico entre las revoluciones atlánticas
La mujer exiliada y realista durante las revoluciones atlánticas
De mantuanas del rey a indigentes por el rey
La tragedia en la configuración de la cultura política de las
mujeres leales: la viuda pobre, la viuda noble
El primer documento sobre el exilio venezolano en Puerto
Rico: 17 de julio de 1814
La lucha entre la Capitanía General y la Intendencia: la política
y el realismo presupuestario
Conclusiones
259 e p í l o g o
La mujer atlántica
267 a u t o r e s
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las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
3 Según un historiador del monasterio trinitario, escribiendo a principio del siglo XX,
Freire “fué su defensor y su más decidido protector” y “tuvo como obsesión la vuelta de las mon-
jas” (Muñoz Olave, 1926, pp. 174 y 178).
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Figura 2.1
Carta de la vicaria María Mercedes de San Antonio en El Rosal, Chile, 14 de
octubre de 1820
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las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
Figura 2.2
Carta de la vicaria María Mercedes de San Antonio en El Rosal, Chile, 14 de
octubre de 1820
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mujeres en las revoluciones
Fuentes primarias
Archivo Nacional Histórico de Chile. [ANHCh]. (s. f. a.). Contaduría
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Letelier,V. (comp.). (1889). Sesiones de los cuerpos lejislativos de la Repú-
blica de Chile (t.V: Senado Conservador, 1821-1822). Imprenta
Cervantes.
Letelier,V. (comp.). (1889). Sesiones de los cuerpos lejislativos de la República
de Chile (t.VI: Convención Preparatoria i Corte de Represen-
tantes, 1822-1823). Imprenta Cervantes.
Letelier,V. (comp.). (1889). Sesiones de los cuerpos lejislativos de la Repú-
blica de Chile (t.VIII: Congreso Constituyente, 1823). Imprenta
Cervantes.
Letelier,V. (comp.). (1889). Sesiones de los cuerpos lejislativos de la Repú-
blica de Chile (t. XII: Congreso Nacional, 1826-1827). Imprenta
Cervantes.
80
Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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capítulo 3
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2 Una de las heroínas más celebradas, pues fue ella quien mandó avisar a Miguel Hidalgo
e Ignacio Allende que la conspiración de Querétaro había sido descubierta (Jiménez Codinach,
2018, pp. 17-30).
3 En México se autorizó que las mujeres pudieran votar en 1953 y pudieron ejercer este
derecho dos años más tarde, en las elecciones de 1955. Sobre el tema en América Latina ver el texto
Feminism for the Americas.The making of an international Human Rights movement (Marino, 2019).
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
ramento. Don Agustín Pomposo dijo haber sido para la joven un padre
y una madre al mismo tiempo, y no se cansó de protegerla, aun cuando
estuvieron situados en bandos políticos irreconciliables. Él era uno de los
abogados más relevantes de la Nueva España, intelectual de referencia,
editor, traductor y publicista, en síntesis, una de las voces más autorizadas
en la defensa del antiguo régimen. Pero puso en juego sus conocimientos
expertos para impedir que su sobrina cayera en desgracia y que sus bienes
le fueran confiscados.
10 Testimonios posteriores confirman que Leona era una mujer devota, en especial de la
Virgen de Guadalupe en años posteriores a la independencia.
11 Véanse los primeros interrogatorios de la causa de Leona Vicario (García, 1985).
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
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mujeres en las revoluciones
puesto que, por esta y otras razones, no se animó a entrar a la ciudad aun
estando muy cerca a finales de octubre de 1810.
Se desconoce la fecha de la fundación de la organización de Los
Guadalupes y los nombres de sus fundadores.Tampoco sabemos a ciencia
cierta si Leona Vicario era miembro formal de ella o si solamente actuaba
en su favor, aunque es claro que estaba muy comprometida con ellos y
con la insurgencia. Como dije, grupos de personas relacionadas entre sí,
simpatizantes de la insurgencia, estuvieron dispuestas a prestar múltiples
auxilios para su desarrollo.
La instalación de una junta creada en la población de Zitácuaro por
Ignacio Rayón para articular a la insurgencia y dotar de legitimidad al
movimiento, en agosto de 1811, facilitó la colaboración con otras instan-
cias. Aunque la población de Zitácuaro fue arrasada por Calleja, la Junta
Nacional Americana y la figura de Rayón siguieron dirigiendo los destinos
de la insurgencia, aun cuando la estrella de Morelos brillara con fuerza en
los años que siguieron. No viene al caso entrar en demasiados detalles al
respecto, basta saber que actuaron en consuno y que en el año de 1813, los
éxitos del caudillo del Sur hicieron que el movimiento pudiera concebir
planes más arriesgados y tuviera una actividad casi frenética en cuanto a
su organización e impacto16.
No es de extrañar, entonces, que la correspondencia de Leona se
volviera más frecuente e intensa a comienzos de 1813, pues ella estaba
enlazada con personas principalísimas del movimiento. Según testimonios,
Leona no solo sirvió de correo y de enlace con estos personajes, sino que
fue interlocutora de Morelos y de Rayón, entre otras personas decisivas17.
En la causa instruida contra doña Leona Vicario y sus cómplices, y en
otros papeles quitados a Luis Núñez, hay asuntos que resultan particular-
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18 Esta parte de la causa es extraordinariamente rica para conocer el aparato jurídico y los
medios que sirvieron a los fiscales para requisar todos los bienes de Leona Vicario. Es muy inte-
resante conocer la manera en que su tío los defendió con argumentos basados en la renovación
jurídica que se estaba dando en la época (García, 1985).
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
los curas que se hallaban en el campo insurgente optaron por santificar las
uniones e impartir el sacramento de manera muy amplia entre las parejas
(Ibarra, 2002, pp. 53-86).
No sabemos nada sobre cuándo y en qué momento contrajeron nup-
cias Leona Vicario y Andrés Quintana Roo. La historia de Leona se con-
funde con la de la insurgencia en este periodo de auge del movimiento
y habiendo quedado en suspenso su causa de infidencia, solo tenemos
noticia de ella a través de la documentación generada por la confiscación
y remate de sus bienes. Mucho más tarde, en agosto de 1815, el Real
Acuerdo de México registró la solicitud de Leona Vicario, Andrés Quin-
tana Roo y José Antonio Sesma para obtener la gracia del indulto, pero
como no se presentaron personalmente, sino por mediación del cura de
Temascaltepec (García, 1985, pp. 182-184)19 , la respuesta quedó aplazada.
Meses difíciles para la pareja por el nacimiento de su primera hija, Geno-
veva, bautizada con ese nombre por haber visto la luz en una cueva; solo
se conoce sobre los desplazamientos de Quintana en la región cercana a
Ixtlahuaca y luego hacia Zitácuaro y Cóporo. La insurgencia de Morelos
había sufrido grandes derrotas en Puruarán y Valladolid; el caudillo fue
tomado preso y ejecutado en los últimos meses de ese trágico año.
Permanecieron Leona y Andrés por bastante tiempo en el pueblo de
Tejupilco, desde donde imploraron nuevamente, sin tener éxito, la gracia
del indulto y también la reintegración de sus bienes20. Gracias al bando del
30 de enero de 1817 se les concedió la gracia, “quedando absolutamen-
te indultados con entero olvido de sus anteriores extravíos…”. Además,
se admitió conceder a la pareja la suma de ocho o nueve mil pesos del
capital que tenía Leona en el Consulado de Veracruz “para socorrer sus
necesidades actuales” (Velasco al Virrey, 1818) y pasar a España, lo que
nunca ocurrió. La pareja permaneció en la Nueva España y saludó la
consumación de la independencia en septiembre de 1821.
19 Real Acuerdo a los señores Mesía, Bachiller, Campo y Bataller, 26 de agosto de 1815.
20 Quintana Roo litigó en favor de los bienes de su esposa sin éxito. En realidad, buena
parte de estos habían pasado a la Real Hacienda, que dispuso de ellos para apoyar operaciones
realistas en Panzacola y la Habana (García, 1985, pp. 286-290).
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
Después de haber mostrado que las mujeres tiernas y delicadas que nacen
bajo el cielo de los trópicos igualaban la grandeza de ánimo y la sublime
piedad de las nobles romanas, [ella] ha desaparecido igualmente después de
haber llorado lo que todos hemos visto, nuestras fortalezas selladas con el
pabellón extranjero, a Texas perdido, y la república dividida en fracciones.
(Otero, 1919, p. 183)
Fuentes primarias
Leona Vicario a Lucas Alamán, 21 de marzo de 1831 en Memoria Polí-
tica de México. www.memoriapoliticademexico.org, consultada
el 10 de febrero de 2023.
Mariano Otero, Discurso del 16 de septiembre, en Obras completas de
Mariano Otero, Legado jurídico, político y diplomático, Cámara de
Diputados, 2019, p. 183.
Velasco al Virrey, 5 de septiembre de 1818, en Genaro García, Documentos
históricos mexicanos, p. 249-250.
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1857. Stanford University Press.
De la Torre Villar, E. (1985). Los Guadalupes y la independencia. Editorial
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Estrada Michel, R. (2010). “El proceso seguido a los conspiradores de
Valladolid en 1809”. En F. Ibarra Palafox (ed.), Juicios y causas
procesales en la independencia mexicana. Universidad Nacional Au-
tónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas.
101
mujeres en las revoluciones
7 En el viaje que realizó José Gabriel a Lima, en 1777, para ventilar el juicio que seguía
por la adjudicación del marquesado de Oropesa, compró varios libros que trasladó a Tungasuca
en una encomienda, cuyos títulos no fueron inventariados. Sólo se sabe que entre ellos incluyó
la obra del inca Garcilaso de la Vega. (O’Phelan Godoy, 2013, p. 45). La referencia proviene del
Archivo General de la Nación [AGN], Real Aduana del Cuzco, leg. 162, año 1777. Agradezco al
Dr. Édgar Montiel por este dato.
8 De acuerdo con el autor, una prima de Micaela, Dominga Bastidas, le comentó al
general Guillermo Miller, en el Cuzco, sobre la ponderada belleza de la esposa de Túpac Amaru.
Miller, a su vez, compartió más adelante el comentario con su compatriota Clemente Markham.
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
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104
capítulo 4
Introducción
En el año 1814, denominado por la historiografía de la indepen-
dencia como el año terrible o el de la rebelión popular1, doña Francisca
de Ribas y Palacios —una niña de entre 8 y 10 años—, hija de la
unión de doña Ignacia María Palacios y Blanco y Antonio José de
Ribas y Herrera —dos de las estirpes más importantes de la elite
de la ciudad de Caracas— fue raptada por las huestes realistas y
rescatada por su nodriza esclava en el contexto de la emigración a
Oriente (1814), quien tras este noble acto obtuvo su libertad. Aun-
que el acontecimiento no está basado en documentación alguna, ha
trascendido de forma oral al imaginario contemporáneo venezolano.
Esta investigación dirige su interés a las relaciones afectivas entre
amas y esclavas influenciadas por la convivencia durante genera-
ciones sucesivas y a la significación que tomaría esta vinculación
durante uno de los periodos más difíciles (1812-1814) de la guerra
por la emancipación. Está sustentada fundamentalmente en fuentes
documentales de la sección escribanías del Archivo General de la
Nación de Caracas (AGN) que datan entre 1600-18102, en las que
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
colectivo (Himiob, 1999, pp. 20, 22) y el arquetipo de la madre; este último,
concebido como el puente emocional que en algunos casos incidió en el
otorgamiento de la libertad a las esclavas domésticas.
107
mujeres en las revoluciones
5 Uno de los casos más famosos de mujeres realistas de las elites fue el de María Antonia
de Bolívar, hermana del Libertador Simón Bolívar (Quintero, 2003, pp. 25-38). Sus primas Igna-
cia María y María Josepha Palacios y Blanco organizaban tertulias y reuniones en sus casas para
conspirar contra la Corona (Cherpak, 1985, p. 254); de las 9 hermanas Xerez de Aristeguieta y
Blanco hubo partidarias de ambos bandos (Ladera de Díez, 1990, pp. 265, 267). La participación
de las mujeres de estratos sociales intermedios quedó registrada, en el movimiento de Pedro Gual
y José M. España (1799) y la de los sectores más humildes, las esclavas, las mulatas y las pardas en su
rol como soldados, espías, mensajeras clandestinas, enfermeras, cocineras, costureras o curanderas
(Alcibíades, 2013, pp. 118-125).
6 En el expediente contra José Félix Ribas y Herrera se afirma que sus hermanos don José
Antonio, don José Félix, don Francisco José y don Juan Nepomuceno formaron parte de la emi-
gración a Oriente (AGN, Sección Causas de Infidencia, t. XXXI, exp. 22, año 1816, f. 159); don
Antonio José se incluye en una lista de emigrados (AGN, Sección Causas de Infidencia, t. XXXI,
exp. 22, año 1816, f. 159).
7 Tres hermanas de la familia Palacios y Blanco contrajeron matrimonio con tres herma-
nos Ribas y Herrera, con quienes tenían grados de consanguinidad (Herrera Vaillant, 2007, t. II,
pp. 499-503, 505-509).
8 Doña María Ignacia de Palacios y Blanco era hija de don Feliciano Palacios y Gil de
Arratia y de doña Francisca Blanco y de Herrera, y hermana de doña Concepción Palacios y
Blanco, madre de Simón Bolívar y Palacios (Herrera Vaillant, 2007, pp. 720, 721).
108
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
9 Ha sido poco estudiado por la historiografía venezolana el papel fundamental que ju-
garon las mujeres de la elite caraqueña en la economía provincial, dado el acceso que tuvieron en
la administración.
10 En esta sesión José F. Ribas solicita una “paja de agua, ubicada en la calle de abril, al sur
de la casa en donde vivía el gobernador y capitán general, junto a la de su hermano Antonio José.
109
mujeres en las revoluciones
sexo femenino. Las esclavas adultas sumaron 2675 (45 %), y las niñas, 995
(18 %). La esclavitud doméstica urbana era un fenómeno generalizado en
las ciudades coloniales hispanoamericanas (Bernand, 2000, p. 16; Herrera
Salas, 2005, 31-32; Hünefeldt11, 2014, p. 16; Taborda12, 2019, pp. 33-67;
Reid Andrews, 2007, pp. 35-36) y era una costumbre entre los conquista-
dores de los primeros tiempos, heredada de la tradición medieval ibérica
(Fernández Cháves y Pérez Garcúa, 2010, p. 6; Morgado, 2011; Piqueras,
2010, pp. 37-40).
Tanto los antepasados de doña Ignacia María como los de su esposo
Antonio José de Ribas y Herrera pertenecían a la elite criolla cacaotera
que había aprovechado la demanda de cacao desde el mercado mexicano
para extender los cultivos e insertarse en las rutas de la trata esclavista
del ámbito atlántico-caribeño —en particular, con Cartagena de Indias,
donde se intercambiaba el preciado fruto por esclavos—. Esto permitió a
la provincia de Caracas la consolidación del régimen de plantaciones co-
loniales de cacao en las primeras décadas del siglo XVII (1618-1659). Por
la vía del contrabando la preciada almendra salía a Curazao y desde esta
isla hacia Holanda, Francia e Inglaterra. Desde entonces y hasta finales del
periodo colonial, las cartas de dote de las mujeres mantuanas incluyeron,
entre otros bienes, plantaciones de cacao ubicadas en el litoral central, así
como esclavas y esclavos “para el servicio de su casa… de acuerdo a su
calidad…”13 (AGN, Sección Escribanías).
11 Según esta autora, en 1792, de la población esclava total en la ciudad de Lima, las mu-
jeres representaban el 52,5 %.
12 Esta autora sostiene que en Cartagena de Indias era del 55 %.
13 Entre 1623-1637, los hijos de conquistadores: Juan y Domingo Vásquez de Rojas, y
Lorenzo Martínez de Villela eran traficantes de esclavos. Ellos legaron a sus hijas y nietas —a través
de las cartas de dote— plantaciones de cacao con sus respectivos esclavos, así como esclavos para
el servicio de sus casas en la ciudad. Información contenida en el trabajo de tesis doctoral de la
autora, en proceso de redacción.
110
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
14 Este autor cita los comentarios de Francisco Depons sobre el elevado número de escla-
vos domésticos en Caracas y su relación con el estatus de la elite.
111
mujeres en las revoluciones
los esclavos domésticos y los del área rural15. Esto indica una relación de
convivencia de varias generaciones —prolongada a sus hijas y nietas— y
vislumbra diferencias con la esclavitud urbana femenina de otras regiones
de Hispanoamérica colonial, en donde la introducción de esclavos no cesó
hasta finales del siglo XIX, especialmente en el ámbito insular caribeño.
112
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
dad Caracas (Sosa Cárdenas, 2010, p. 55), lo que generó tensiones internas
ante el rechazo contundente del mantuanaje cacaotero caraqueño a este
instrumento legal, entre otras razones, por la situación de inestabilidad en
que se encontraba la esclavitud del ámbito rural por la insurrección de los
esclavos de Coro de 1795 y las revueltas esclavas del litoral central, entre
otras, influenciadas por de la revolución negra de Haití. Probablemente
esta situación impeliese a los amos a asumir otra actitud frente a las aspi-
raciones de los esclavos domésticos, llegando a aceptar sus solicitudes de
compra de libertad y a otorgar libertades graciosas condicionadas a sus
exigencias. De 1677 cartas de libertad registradas (Dávila Mendoza, 2009,
p. 11), 1061 (63 %), fueron obtenidas en el lapso 1755-1810 y de estas, el
99 % correspondían a la ciudad de Caracas.
Las cartas de libertad revisadas revelan que el otorgamiento de la liber-
tad atravesaba toda la sociedad y la institucionalidad de la ciudad. Hombres
y mujeres de la elite caraqueña, individuos pertenecientes a la alta y a la
baja jerarquía política y religiosa, e incluso las pardas y las mulatas libres,
manumitieron a sus esclavos y esclavas. Las cartas de libertad localizadas
se categorizaron, de acuerdo con la forma de acceder a ella: las otorgadas
por los amos, 562 (53 %), y las compradas por los esclavos, 499 (47 %). Las
mujeres lograron el mayor número de cartas de libertad, 659 (62 %), en re-
lación a las 408 (38 %) obtenidas por los hombres; tanto en las compradas,
312 (62,5 %), como en las otorgadas por los amos, 347 (62 %) (tabla 4.1)
esta tendencia se insertaba en la de otros espacios iberoamericanos, por lo
que no era una característica particular de la ciudad de Caracas17. Aunque
las libertades otorgadas por los amos eran más altas que las compradas, las
cifras de las libertades reales ascendieron a 679 (65 %) del total, sumando
las libertades compradas, 499, y las 180 otorgadas sin condiciones por los
amos. Estos últimos datos revelan que los esclavos fueron los protagonistas
de su proceso emancipador, en razón de que las 499 libertades compradas
representaban el 86 % frente a las 180 (14 %) de las otorgadas por los amos.
En ellas se observan “visos de libertad dentro de la esclavitud…”, lo que
se aparta de la tradicional visión de los esclavos como seres pasivos y “co-
sificados” por el régimen, obedientes y sometidos de manera ineludible
al amo (Díaz, 2003).
Tabla 4.1
Ciudad de Caracas (1755-1810). Cuadro comparativo de libertades compradas
por los esclavos y las otorgadas por los amos
Tipos de Sexo
libertades F % M % Totales %
Compradas 312 62,5 187 37,5 499 47
Otorgadas
347 62 215 38 562 53
por el amo
Totales 659 62 402 38 1 061 100
Nota. Esta tabla fue elaborada por la autora, a partir del contenido de fuentes documenta-
les localizadas en el AGN, Sección Escribanías, año 1755, ts. 488-B, 490-B, 491-B, 492-B,
494-B, 495-B, 496-B, 497-B; año 1760, ts. 538-B, 539-B, 540-B, 541-B, 542-B, 543-B,
544-B, 545- B; año 1765, ts., 586-B, 587-B, 588-B, 589-B, 591-B, 592-B, 593-B, 596-B;
año 1770, ts. 636-B, 637-B, 638-B, 639-B, 640-B, 641-B, 642-B, 643-B, 644-B, 645-B,
646-B; año 1775, ts., 12-C, 13-C, 682-B, 683-B, 684-B, 685-B, 686-B, 687-B, 688-B; años
1780, ts., 724-B, 725-B, 726-B, 727-B, 728-B,729-B, 730-B, 731-B, 732-B; año 1785, ts.,
772-B, 775-B, 776-B, 778-B, 780-B, 781-B, 793 ; año 1790, ts. 11-C, 824-B, 825-B, 826-B,
827-B, 828-B, 830-B, 831-B, 832-B; año 1795, ts., 871-B, 872-B, 873-B, 874-B, 876-B,
877-B, 878-B, 879-B, 88O-B; año 1800, ts., 925-B, 926-B, 928-B, 929-B, 930-B, 931-B,
934-B, 935-B; año 1805, ts., 974-B, 975-B, 976-B, 977-B, 978-B, 980-B, 984-B, 985-B,
989; año 1810, ts., 1030-B, 1031-B. 1032-B, 1033-B, 1034-B, 10-35-B, 1036-B, 1037-B.
18 En Cartagena de Indias se observaba esta tendencia en la primera década del siglo XIX
(Pita Pico, 2013, p. 48); en Buenos Aires era del 60 % (Bernand, 2000, p. 57).
114
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
19 “La individuación es desde el enfoque de Carl G. Jung… el proceso por el que se cons-
tituye y singulariza el individuo, y en particular el proceso por el que se desarrolla el individuo
psicológico como una entidad diferente de lo general, de la psicología colectiva. La individuación
es, por ello, un proceso de diferenciación, cuya meta es el desarrollo de la personalidad indivi-
dual…” (Alonso González, 2018, pp. 325-343).
20 Esta autora observa la misma tendencia en Bayaguana (República Dominicana).
21 Para esta investigación se tomó la libertad graciosa, tal como aparece en la documenta-
ción; era la otorgada por el amo. Dentro de esta categoría se ubicaron tres tipos, (1) las condicio-
nadas; (2) las otorgadas sin condicionamiento alguno, y (3) las revocadas por los amos.
115
mujeres en las revoluciones
Tabla 4.2
Ciudad de Caracas (1755-1810). Libertad graciosa otorgada por los amos
Libertad sin
Condicionada Demandada Subtotales
condiciones
Sexo F % M % F % M % F % M % F % M %
Cantidades 236 64 133 36 108 60 72 40 4 31 9 69 347 62 215 38
Totales 369 180 13 562
% 32 66 2 100
Nota. Esta tabla fue elaborada por la autora a partir del contenido de fuentes documentales locali-
zadas en: AGN. Sección Escribanías, tomos: 488-B, año 1755, fs.1, 4vto; 38; t. 492-B, año 1755 fs.
24; 54vto., 55.; t. 497-B, años 1759-1760, fs. 1vto.; 84.87; 188 vto., 196; t. 638-B, años 1759-1760,
fs.7 vto., 14,vto.; 20; 24 vto.; t. 540-B, año 1760, fs. 3, vto., 4 vto.; t. 542, año 1760, fs.84, 86; 88 .;
109; T. 544- B, año 1760, fs. 44, 45; 72,73; 143,148; 208 vto., 215; t. 587-B, año 1765, fs. 16 vto.,
19 vto; 28,28 vto.; 32 vto.; 92 vto.; t. 595-B, año 1765, fs. 3; 50; 61, 72; t. 637-B, años 1770-1772,
fs. 3; 16 vto., 19 vto; 22, 49, 51 vto.; 78; 114; t. 639-B, año 1770, fs.22; t. 640-B, año 1770, fs. 145;
239 vto., 240; t. 641-B, año 1770, fs.19 vto.; t. 643-B, año 1770, fs. 7; 84; t. 646-B, año 1770, fs.
4; 11; 12, 18; t. 13-C, años 1774-1775, f. 38; t. 12-C, año 1775, fs. 84, 85; t. 683-B, año 1775, f.
20; t. 684-B, año 1775, fs. 72 vto.; 98; 686-B, año 1775, fs. 155, 159 vto.; 171, 173; t. 724- B, año
1780, fs. 41; 135; 140;t. 727- B, año 1780, fs. 12; 16, 58;t. 728- B, año 1780, fs. 3vto., 7; t. 731- B,
año 1780, fs. 35, 41; t. 773- B, año 1785, fs. 3 VTO. 7; t. 774- B, año 1785, fs. 150;t. 781- B, año
1785, fs. 332, 338; 426 vto.; 546; 11-C, año 1790, fs. 39 vto.; 171; t. 825-B, año 1790, fs. 278, 547,
548 vto.; t. 826-B, año 1790, fs. 103, 175; t. 828-B, año 1790, fs. 289; t. 831-B, año 1790, fs. 34;t.
832-B, año 1790, fs. 162, 167; t. 872-B, año 1795, fs. 6,12vto.; 40, 222,229; t. 876-B, año 1795, fs.
192, 192 vto.;260; 576; t. 877-B, año 1795, fs. 232; t. 878-B, año 1795, fs. 263, 267;279; t. 880-B,
año 1795, fs.30, 32vto.; 46; t. 926, año 1800, fs. 168, 170; t. 930, año 1800, fs. 280; t. 934, año 1800,
fs. 16, 26, 33 vto.; 39; 48 vto.; 49; 54; 65; 87.t. 935, año 1800, fs. 293, 160; t. 975, año 1805, fs. 55;
58; 95, 110, 111; t. 978, año 1805, fs. 39, 181 vto.; 234, 236 vto.; 238; t. 980, año 1805, fs. 161; 169;
171; 239; t. 984, año 1805, s/f. ; t. 985, año 1805, fs. 122 vto.; t.1033, año 1810, fs. 107;t.1035, año
1810, fs. 188; 329; 395 vto.;t.1037, año 1810, fs. 169 vto.,170; 226, 227; 294.
22 Esta cifra es el resultado de la resta de las 13 libertades demandadas, del total de 562
libertades.
116
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
que las esclavas urbanas eran mayoría y porque correspondía a las amas la
toma de decisiones, en tanto eran las que, de manera general, dirigían el
ámbito doméstico.
En las cifras totales, de las 369 libertades condicionadas otorgadas por
los amos, 236 (64 %) correspondieron a mujeres y 133 (36 %) a hombres;
de las 180 libertades sin condiciones, 108 (60 %) correspondieron a muje-
res y 72 (40 %) a hombres. Con un total de 75 (52 %), los hombres otor-
garon el mayor número de este tipo de libertades a las mujeres, mientras
que 69 (48 %) mujeres le otorgaron este beneficio a 72 hombres (40 %)
(tabla 4.3). Las exigencias de las libertades condicionadas a servir al amo,
así como a familiares y allegados hasta después de su muerte sumaron 325
destinatarios (88 % del total); de esa cifra, el 66 % les correspondió a las
244 mujeres y el 22 %, a 81 hombres23. Estos datos revelan que fue mayor
el número de las mujeres propietarias que limitaron el acceso a la libertad
de sus esclavas, puesto que en el plano jurídico la esclava era libre. Sin
embargo, quedaba en una situación ambigua, porque permanecía en estado
de sujeción —física y laboral— con la obligación de perdurar en casa de su
ama o de quien ella dispusiese hasta su muerte (Cháves, 1998, p. 15). Este
tipo de “libertades” desvela que el régimen esclavista urbano caraqueño
estaba evolucionando hacia otras formas de relación de trabajo, como la
servidumbre doméstica, fundamentalmente femenina (Guzmán, 2018).
Tabla 4.3
Ciudad de Caracas (1755-1810). Clasificación de las libertades otorgadas por los
amos, según tipo y sexo de los otorgantes y los destinatarios
23 Esta cifra se inserta en un cuadro adicional de las variables relacionadas con las razones
que exponían los amos para otorgar la libertad a los esclavos que, por razones de espacio, no se
incluyó en el presente capítulo.
117
mujeres en las revoluciones
Nota. Esta tabla fue elaborada por la autora a partir del contenido de fuentes documentales loca-
lizadas en: AGN Sección Escribanías, año 1755, ts. 488-B, 490-B, 491-B, 492-B, 494-B, 495-B,
496-B, 497-B; año 1760, ts. 538-B, 539-B, 540-B, 541-B,542-B, 543-B, 544-B, 545- B; año 1765,
ts., 586-B, 587-B, 588-B, 589-B, 591-B, 592-B, 593-B, 596-B; año 1770, ts. 636-B, 637-B, 638-B,
639-B, 640-B, 641-B, 642-B, 643-B, 644-B, 645-B, 646-B; año 1775, ts., 12-C, 13-C, 682-B, 683-
B, 684-B, 685-B, 686-B, 687-B, 688-B; años 1780, ts., 724-B, 725-B, 726-B, 727-B, 728-B,729-B,
730-B, 731-B, 732-B; año 1785, ts., 772-B, 775-B, 776-B, 778-B, 780-B, 781-B, 793 ; año 1790,
ts. 11-C, 824-B, 825-B, 826-B, 827-B, 828-B, 830-B, 831-B, 832-B; año 1795, ts., 871-B, 872-B,
873-B, 874-B, 876-B, 877-B, 878-B, 879-B, 88O-B; año 1800, ts., 925-B, 926-B, 928-B, 929-B,
930-B, 931-B, 934-B, 935-B; año 1805, ts., 974-B, 975-B, 976-B, 977-B, 978-B, 980-B, 984-B,
985-B, 989; año 1810, ts., 1030-B, 1031-B. 1032-B, 1033-B, 1034-B, 10-35-B, 1036-B, 1037-B.
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
119
mujeres en las revoluciones
24 Esta versión de los hechos se representó en una obra teatral en el año 1993, en la ha-
cienda El Palmar, con motivo de la culminación de la restauración de la casa colonial de dicha
propiedad.
25 La hacienda El Palmar en los valles de Aragua, propiedad de Antonio José de Ribas y
Herrera fue secuestrada por Boves en 1814 (Bruni Celli, 1965, p. 124).
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
Figura 4.2
Imagen de Francisca de Ribas y Palacios
123
mujeres en las revoluciones
Consideraciones finales
El acto de otorgar la libertad de los esclavos en la ciudad de Caracas
atravesaba toda la sociedad y la institucionalidad, dinámica que era similar
en otros espacios urbanos hispanoamericanos. Aspectos como la ubicación
espacial —rural o urbana—, las destrezas en el manejo de oficios, la larga
convivencia de generaciones sucesivas entre ambos sectores sociales, la
naturaleza de caracteres y las cualidades de ambas, así como las estrategias
que diseñaron las esclavas frente a sus amas incidían en el acceso a su li-
bertad y, en consecuencia, en su movilidad social. Desde el punto de vista
sociocultural, la influencia de las formas de la vida urbana les permitió
relaciones de sociabilidad con otros sectores étnicosociales y con sujetos
de diversa procedencia que pasaban por la ciudad dejando su impronta
en las miradas intimas de sus vidas.
La información contenida en las cartas de libertad revela que parte de
las esclavas domésticas de la ciudad de Caracas fueron agentes de su libera-
ción, ya fuese por la vía de la compra o cuando sus amos les otorgaban la
libertad sin condiciones. Hubo una dinámica social, con códigos y lenguaje
propios, en la que los trámites legales posiblemente eran la última etapa
de un proceso que comenzaba en un acuerdo previo entre ambas partes
(Reid Andrews, 2007, p. 78). De igual manera, un segmento de las esclavas
—por pequeño que fuese— supo aprovechar las rendijas que dejaba el
régimen de la esclavitud urbana para lograr su emancipación. Estas actua-
ciones desvelan un proceso psíquico de individuación mediante el cual
las mujeres esclavas se revalorizaban a través de su capacidad para obtener
la libertad y la de sus hijos —en la que también participaron familiares y
allegados— y del reconocimiento de sus cualidades por parte de sus amas.
El universo discursivo de las mujeres propietarias que concedían la
gracia más preciada para las esclavas, su libertad, denota en algunos casos
la presencia del arquetipo materno y la influencia de los valores de la re-
ligión cristiano-católica como la compasión, la caridad y la gratitud. Sin
embargo, se debe considerar el sincretismo religioso y cultural derivado
de los aportes tanto de amas como de esclavas, que no caben en las in-
terpretaciones rígidas que abordan este tema solo desde el punto de vista
económico, sin que por ello se pretenda obviar la oscuridad del régimen
esclavista. Con esto se busca reconocer los aspectos subjetivos de esa
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
Glosario
Arquetipos. Según Carl Gustav Jung son fenómenos psíquicos y mode-
los ancestrales que se expresan a través de formas universales procedentes
de nuestro pasado evolutivo, como unidades de conocimiento, imágenes
mentales y pensamientos que todos tenemos sobre lo que nos rodea y que
emergen de forma instintiva dando forma a nuestra manera de percibir e
interpretar las experiencias que nos ocurren como individuos.
Guerra a muerte. De manera general, la historiografía venezolana desig-
na con este nombre al periodo comprendido entre 1812-1820 que, según
algunos autores, comenzó con la violación de los acuerdos, por parte del
bando realista, de la capitulación firmada ese mismo año entre el general
Francisco de Miranda y Domingo Monteverde. En 1820 se firmó en la
ciudad de Trujillo el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra
entre los generales Pablo Morillo y el Libertador Simón Bolívar.
Pardos. Con este calificativo se designaba en Venezuela, en los siglos
XVII y XVIII, a los individuos de color de piel oscura —entre blancos
125
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
Fuentes primarias
Archivo General de la Nación. (AGN) Sección Escribanías, tomos 1-B
año 1600.
Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas (AHAC) Sección
Testamentarias, año 1758, carpeta 67.
Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela (AHUCV)
Libros de Bachilleres, licenciados y maestros. Libro 3.
Archivo Histórico del Concejo Municipal de Caracas. (AHCMC) Sec-
ción Actas del cabildo, año 1812.
Fuentes secundarias
Acosta Saignes, M. (1967). Vida de los esclavos negros en Venezuela. Edito-
rial Hespérides.
Alcibíades, M. (2013). Mujer e independencia.Venezuela: 1810-1821. Edi-
torial del Centro Nacional de Historia y de la Casa Nacional de
Letras Andrés Bello.
Aurell, J. (2005). La escritura de la memoria: de los positivismos a los postmo-
dernismos. Publicacions de la Universitat de Valencia.
Bajini, I., Campuzano, L. y Perassi, E. (eds.). (2013). Mujeres y emancipación
de la américa latina y el caribe en los siglos XIX y XX (Colección Di/
Segni, 4). Ledizioni. https://doi.org/10.4000/books.ledizioni.299
Bernand, C. (2000). Negros esclavos y libres en las ciudades hispanoameri-
canas. [e-book]. https://www.larramendi.es/i18n/catalogo_
imagenes/grupo.cmd?path=1000206
127
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
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capítulo 5
Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro1
Susy Sánchez
3 El clásico e importante libro Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread
of Nationalism (Anderson, 1991) ofreció un modelo de interpretación basado en el poder de la
circulación de los textos como la prensa. Su visión ha sido ampliada, al incluir las categorías de
género y hacer un análisis visual y textual del nacionalismo (Baron, 2005).
134
Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
135
Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
49
Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
137
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138
Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
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9 Los rótulos de las acuarelas mencionadas fueron escritos por el tradicionista limeño
Ricardo Palma (Municipalidad Metropolitana de Lima, 2007, p. 334).
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10 Si bien la Orden del Sol consagró la banda bicolor como distintivo de reconocimiento
a inicios de 1822, es preciso señalar que durante el sarao organizado por el Ayuntamiento la noche
del 28 de julio de 1821, “concurrió el noble bello sexo tan exquisitamente adornado con cintas,
plumas y bandas de la patria, que parece traía cada una de las señoras, todos los realces y hermo-
sura de las tres Gracias que describe la mitología…” (CDIP, t. XXVI, Memorias, diarios y crónicas,
vol. 2, p. 491).
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tapada.” (Guerrero Arnaiz, 2018, p. 88). Mientras que las tapadas aparecen
en las pinturas de “Pancho” Fierro como sujetos anónimos, paseando y
coqueteando en los diferentes espacios públicos, esta Marianne guerrera
tiene nombre propio y se enfrenta a fieros animales que representaban al
régimen español. En contraste, las tapadas aparecen vinculadas a una insti-
tución tradicional como la Iglesia, al ser visualizadas arrodillándose en los
recintos religiosos (Museo de Arte de Lima-Mali, 2017.40.1, 2017.40.2,
2017.40.3, 2017.40.4, 1995.5.14, 1995.5.14, 1995.5.7, 1995.5.85). Al re-
tratar el protagonismo de una mujer con uniforme militar lidiando toros,
Fierro elaboró una narrativa visual alternativa de la independencia del
Perú en la ciudad de Lima. De esta manera, el pintor afrolimeño, logró
visibilizar y distinguir el cuerpo masculino-femenino afrodescendiente y
lo perpetuó como un cuerpo sublime de la patria.
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Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
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la emergente patria peruana (Valdivia del Río, 2008, pp. 259, 262).
La conjunción entre el cuerpo sublime de la chichera y la acción que
ejecuta la convierte en una réplica subversiva de la Marianne francesa y la
Marianne andina. Al respecto, Claudia Rosas destacó la pintura cuzqueña
titulada “Triunfo de la Independencia Americana”, compuesta entre 1821
y 1825, pieza de arte que siguió el patrón emblemático de la Marianne
francesa, al presentar como protagonista a una diosa romana vestida con
un traje bicolor, rojo y blanco, colores propios de la bandera peruana. Al
igual que la Marianne francesa, esta Marianne andina era una mujer blanca
que sostenía en la mano derecha una lanza rematada por el gorro frigio
(Rosas, 2019, p. 3). Por su parte, Alejandro Salinas demostró la “íntima
relación entre las alegorías de la numismática francesa y la peruana como
resultado de un activo proceso iconográfico mundial llamado marianola-
tria” (Salinas Sánchez, 2013, p. 9). En efecto, las monedas acuñadas en la
ciudad de Lima en 1821 representaron en el reverso a “una doncella de
pie con un asta en la mano derecha que” sostenía “el gorro de la libertad”
(CDIP, t. X, Símbolos de la patria, p. 24). En similar modo, la chichera, la
Marianne sublime de “Pancho” Fierro, está de pie obteniendo chicha de
la tinaja, al presionar una varilla con la mano derecha para conseguir la be-
bida de color amarillo. Este licor, cuya tonalidad se identificaba con el sol
de los Incas, está siendo servida en un vaso que ella sostiene con la mano
izquierda. La chichera es una réplica subversiva, en virtud de su identidad
étnica y la actividad que desempeña, una mujer afrolimeña, que desde la
cotidianeidad participa activamente en el espacio público y la creación de
una comunidad imaginada y visualizada, desafiando el carácter sublime
del cuerpo femenino blanco y alegórico.
Esta producción cultural y visual de la chichera como Marianne subli-
me confirma la propuesta de Peter Burke: las imágenes como testimonios
visuales denotan la importancia de las posturas y gestos, los cuales tiene
significado simbólico. La personificación es empleada para representar
conceptos difíciles y en este caso se podría señalar que Fierro apeló al
lenguaje visual para diseminar ideas como libertad y patria. El rol de
la imagen es protagónico, especialmente en un contexto de revolución,
porque esta celebra el cambio y contribuye a transformar la consciencia
política de la gente común, sobre todo en sociedades con poco nivel de
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Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
la patria en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
13 Un testigo de la época refirió que “todos los mulatos de Lima eran poetas y recitaban
por las calles millares de versos en honor de San Martín, que repetían los muchos sin cesar” (Cig-
noli, 1978, p. 289).
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14 Sobre el poderoso rol desplegado de forma intencional por los líderes criollos, quienes
apelaron a los héroes del pasado para legitimar la guerra contra España, véase el libro The Return
of the Native: Indians and Myth-Making in Spanish America, 1810-1930 (Earle, 2007).
15 Wilfredo Kapsoli señala que José Sabogal percibió esta predilección de “Pancho” Fierro
(2016, p. 244). Por otra parte, la tesis de Andrea Bazán Avendaño muestra una perspectiva compa-
rativa sobre la tapada en “Pancho” Fierro y otros viajeros del siglo XIX (2018).
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Capítulo I. Micaela Bastidas a partir de los testimonios vertidos
en el juicio a la Gran Rebelión, 1780-1781
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capítulo 2
Sarah C. Chambers
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por fin pudo salir de Talcahuano. “No olvidaré jamás las impresiones que
experimenté el primer día que visité á Concepción,” escribió, “la escena
impresionaba mucho más que si la ciudad hubiese sido abandonada por
causa de la peste, como que en casi todas direcciones la vista tropezaba con
un montón de humeantes ruinas” (Coffin, 1898, pp. 136-137). A finales de
enero de 1819, Freire ocupó a Concepción, en un estado de abandono y
ruina aún mayor de lo que Coffin había presenciado el año anterior. “La
ciudad presenta un espectáculo bien triste”, informó a O’Higgins, “pues
los enemigos” habían “arrancado hasta las rejas de hierro de las ventanas
de muchas casas” (O’Higgins, 1953, p. 67).
El costo humano de la guerra fue aún más alto, ya que ambos
ejércitos ocuparon los pueblos, quemaron los cultivos y desplazaron a
los habitantes. Tanto los patriotas como los realistas relataron historias de
violaciones de las reglas del combate, incluso violencia en contra de la
población civil. Miguel Riquelme, el tío materno de O’Higgins, contó
después a Claudio Gay que los realistas asesinaron “a todos los individuos
que encontraban trabajando la tierra e incendiar[on] sus ranchos, no to-
mando prisioneros más que a los niños de ocho a nueve años” (Feliú Cruz,
1965, p. 49). Echó la culpa, especialmente, al comandante de la guerrilla,
Vicente Benavides, y a los aliados indígenas de matar a los paisanos y vio-
lar a las mujeres. Los pocos sobrevivientes de un ataque al pueblo de Los
Ángeles vivieron escondidos en el monte por diez días, recordó, comiendo
solamente los tallos de los pangues y algunos dihueñes; llegaron a estar tan
débiles, que casi no podían caminar cuando era seguro salir (Feliú Cruz,
1965, p. 50). Los realistas sufrieron igual destino a manos de los patriotas.
José María Rueda relató a Gay como unos paisanos que emigraban al sur
por órdenes de Benavides fueron interceptados por las tropas patriotas
mientras trataban de cruzar un río con su ganado. “Los demás se arrojaron
al agua, lo mismo que las familias, niños, mujeres; lo que ocasionó una
pérdida muy considerable de gente,” y añadió, “se vieron mujeres con
una niña a la espalda y un niño en el brazo atravesar el río que tenía de
seis a siete cuadras de ancho, nadando con un solo brazo” (Feliú Cruz,
p. 118). Como en Nueva Granada y Venezuela, los patriotas denunciaron
tanto a los realistas como a sus aliados indígenas por abusar y asesinar a
mujeres y niños. Pero también refirieron a tales actos para justificar sus
propias tácticas de atacar a la población y ajusticiar tanto a los prisioneros
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Como en esta, casi todas las cartas empezaban con expresiones y sa-
ludos afectuosos —padre, hermana o señora “de mi corazón” o “de mi
afecto”—, y concluían con el nombre del autor “que verte desea” En el
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Con quanto Gusto Te Escribo Esta para que Sepas de Nuestra Existen-
cia pues por la Misericordia de Dios Todas Suscistimos Aunque Vos los
Jusgarías Muertas pues no los Habeis Escrito ninguna letra Biendolos
Tan desanparadas pues tu padre No ha perdido la Ocacion de Escribir-
nos Estando En tanta distancia Y Entre Sus Enemigos Estando 50 leguas
Mas adelante de Buenos Aires Y Encarga mucho le damos Noticia de tu
paradero Y los dise que Eduardo lo Esta Manteniendo Con Su trabajo.
(ANHCh, s. f. c., t. CI, f. 33r)
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Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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Capítulo 5 . Mariannes afrolimeñas:
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Capítulo 2. De adversarias a agentes de la reconciliación:
las mujeres realistas en la guerra a muerte chilena
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capítulo 6
Beatriz Bragoni
Introducción
La revolución de independencia introdujo un nuevo carácter a
la vida social y cultural en el Río de la Plata.Tanto la vida cotidiana
de las familias de las elites como la de los sectores populares experi-
mentaron profundos cambios a raíz de la politización y movilización
social, que dividió la opinión desatando la guerra entre los partidarios
de la ruptura con el Rey de España y los defensores de la monarquía
y las autoridades coloniales que gobernaban en su nombre.
La revolución enarboló el credo ilustrado y liberal que refutaba
la naturaleza de los vínculos de servidumbre y vasallaje que habían
sustentado el orden social previo a su emergencia. El “sagrado sis-
tema de la libertad” —como era llamado por los curas en sus ser-
mones— consagró el justo derecho al autogobierno, en respuesta
a los agravios por parte de las autoridades sustitutas del rey cautivo
y los funcionarios fieles a la monarquía, que habían descargado la
fuerza militar contra los “insurgentes” americanos. Este promovió
también la libertad civil y cuestionó los vínculos de dependencia
que las leyes indianas y la costumbre habían afianzado en los tres
siglos de coloniaje. Los indígenas y esclavos ingresaron a la agenda
pública y ganaron visibilidad tanto en la prensa como en las asam-
bleas que legislaron a su favor, sellando el inicio de una era distinta
a la que había prevalecido.
La formación de los ejércitos revolucionarios constituyó un tema
prioritario para lo cual fue necesario inflamar el fervor patriótico,
extraer recursos —hombres, dinero, ganado— y afianzar el control
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Capítulo 6 . Memoria, pesares e intrigas políticas:
intercambios epistolares femeninos en el trayecto de la revolución rioplatense
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perada, temía por la vida del desventurado Juan”, quien había caído en
“garras de tigres, que tienen empeño en devorarnos” (Vicuña Mackenna,
1857, p. 168). Por ello, en combinación con Javiera, echó mano a sus re-
laciones para elevar peticiones a las autoridades civiles y militares que le
permitieron entrevistarse con el mismo San Martín y con el diputado del
gobierno rioplatense en Santiago,Tomás Guido, para que los presos fueran
al menos liberados de los grillos (Revista Chilena de Historia y Geografía,
año IV, t. XII, núm.16, pp. 409-411). Idénticos pasos siguió con una amiga
de la familia que vivía en Mendoza, Tomasa Alonso Gamero de Muñoz,
a quien le encomendó información sobre la salud de “su Juan” para que
le hiciera llegar mandados por medio de sus criados.
Entretanto, en el otro extremo del mapa familiar y político, Javiera
activó todos los medios para obtener información sobre sus hermanos e
influir ante las autoridades, con el fin de atemperar las penas del delito
que se les imputaba. En particular, mantuvo correspondencia regular con
su amiga Tomasa, la mujer del abogado chileno que asumiría la defensa,
encargándole recados para aliviar los días de los reclusos y encargándole
que entregara la carta que dirigió a la esposa del gobernador Luzuriaga
para que intercediera en su beneficio (Revista Chilena de Historia y Geo-
grafía, año IV, t. XI, núm.15, pp. 57-68). Asimismo, renovó la correspon-
dencia con José Miguel para informarle lo sucedido y anticiparle los pasos
a seguir: “Quisiera ahorrarte la noticia que te voy a participar. Nuestro
infeliz Luis, dicen, está preso en Mendoza. Haré enérgica representación
al Congreso” (Vicuña Mackenna, 1857, p. 170). Para entonces, la enérgica
dama apeló a sus contactos entre los diputados del Congreso para elevar
una representación que fundamentaba el traslado de la causa y de los reos
a Buenos Aires. Ante el fracaso de la iniciativa, Ana Cotapos viajó a Men-
doza, se alojó en una casa próxima al cabildo y con la asistencia de la parda
Agustina, le hizo llegar a su marido comida, abrigo y pequeños objetos
que incluía una trenza envuelta en un pañuelo de seda junto al papel y
tinta que le permitía escribirle cartas de amor y la esquela que terminó
convirtiéndose en evidencia de que planeaban fugarse de la cárcel, asaltar
el cuartel, liberar los presos y destituir a las autoridades con la ayuda de
los indios del sur, liderados por el cacique Venancio, quien había tomado
partido por ellos y había jurado guerra sin tregua a los directoriales en
caso de mantener la prohibición de su regreso.
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1 José Miguel escribió más de 200 cartas y notas a su esposa entre 1814 y 1821. Las utili-
zadas en esta descripción proceden del Fondo Vicuña Mackenna del Archivo Nacional de Chile,
y reproducidas en Archivo del General José Miguel Carrera.
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espíritu unido” hasta que pudieran reencontrarse. Por eso le suplica que
dedique media hora por día para escribir lo que quiera y enumere las epís-
tolas a los efectos de registrar y controlar posibles extravíos (Mayo, 2004,
p. 126). Esa razón fundamentaba el papel del intercambio epistolar como
expresión del vínculo y de conversación de la pareja: “Ningún objeto era
superior en mi imaginación a la idea atormentadora de verme condenado
a no escribirte ni recibir tus cartas” (Mayo, 2004, p. 59).
Pilar no replica el registro de escritura de su marido que lee y archiva
entre sus objetos personales. El ritmo y tono de las propias es distinto. Pilar
responde a cuentagotas, lo que da lugar a reclamos por parte del marido
ausente. Es la manera que la joven esposa utiliza para sancionarlo y hacer
explícita la disconformidad ante la ausencia e inacción del marido para
trasladar la familia al Perú, más cuando supo que había viajado a Guayaquil
y se rumoreaba sobre un posible viaje a Madrid, a lo que este replicó: “Te
agitas sin causa, yo no lo he pensado, ni lo haré jamás. Harto convencidos
estamos que la punta de la bayoneta es la mejor diplomacia para obligar a
los españoles a reconocer nuestros derechos” (Pérez, 1978). Pero las razones
que esgrime Guido sobre los compromisos u obligaciones a las que debe
prestar atención no la convencen. Tampoco el puntual envió de remesas
de sueldo que le hace llegar para que organice la vida doméstica, menos
aún los obsequios que le pide y que Guido se encarga de satisfacer: loros,
dulces, azúcar, camotes y botijuelas de Pisco, camisas y guantes de Gua-
yaquil, un perrito que lo había entretenido en la navegación y dos negras
libres que San Martín le había “regalado” con la anuencia de la madre,
la más chica, Petrona, y la mayor, Manuela, quien pasaría a Buenos Aires
para asistir a su madre.
El reclamo de Guido ante la ausencia de cartas de Pilar fue enfático,
por lo que el 1 de abril de 1821 escribió desde Huaura:
Quiero todavía disculpar tu falta, porque no puedo consentir que hayas
olvidado tu deber y los derechos de nuestra amistad. En cada una de ellas
yo me lisonjeo que descubrirás el idioma de mi corazón y la franqueza de
un sincero amigo, que no merece ser tratado con indiferencia.Yo no quiero
vivir sin tu amistad, sin tu correspondencia, pero esta debe ser tan eficaz y
activa como la que más… Es superfluo encarecerte el vacío que ha dejado
en mi alma tan repetida falta de tus cartas, jamás hubiera deseado oír el
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2 Una de las heroínas más celebradas, pues fue ella quien mandó avisar a Miguel Hidalgo
e Ignacio Allende que la conspiración de Querétaro había sido descubierta (Jiménez Codinach,
2018, pp. 17-30).
3 En México se autorizó que las mujeres pudieran votar en 1953 y pudieron ejercer este
derecho dos años más tarde, en las elecciones de 1955. Sobre el tema en América Latina ver el texto
Feminism for the Americas.The making of an international Human Rights movement (Marino, 2019).
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ramento. Don Agustín Pomposo dijo haber sido para la joven un padre
y una madre al mismo tiempo, y no se cansó de protegerla, aun cuando
estuvieron situados en bandos políticos irreconciliables. Él era uno de los
abogados más relevantes de la Nueva España, intelectual de referencia,
editor, traductor y publicista, en síntesis, una de las voces más autorizadas
en la defensa del antiguo régimen. Pero puso en juego sus conocimientos
expertos para impedir que su sobrina cayera en desgracia y que sus bienes
le fueran confiscados.
10 Testimonios posteriores confirman que Leona era una mujer devota, en especial de la
Virgen de Guadalupe en años posteriores a la independencia.
11 Véanse los primeros interrogatorios de la causa de Leona Vicario (García, 1985).
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puesto que, por esta y otras razones, no se animó a entrar a la ciudad aun
estando muy cerca a finales de octubre de 1810.
Se desconoce la fecha de la fundación de la organización de Los
Guadalupes y los nombres de sus fundadores.Tampoco sabemos a ciencia
cierta si Leona Vicario era miembro formal de ella o si solamente actuaba
en su favor, aunque es claro que estaba muy comprometida con ellos y
con la insurgencia. Como dije, grupos de personas relacionadas entre sí,
simpatizantes de la insurgencia, estuvieron dispuestas a prestar múltiples
auxilios para su desarrollo.
La instalación de una junta creada en la población de Zitácuaro por
Ignacio Rayón para articular a la insurgencia y dotar de legitimidad al
movimiento, en agosto de 1811, facilitó la colaboración con otras instan-
cias. Aunque la población de Zitácuaro fue arrasada por Calleja, la Junta
Nacional Americana y la figura de Rayón siguieron dirigiendo los destinos
de la insurgencia, aun cuando la estrella de Morelos brillara con fuerza en
los años que siguieron. No viene al caso entrar en demasiados detalles al
respecto, basta saber que actuaron en consuno y que en el año de 1813, los
éxitos del caudillo del Sur hicieron que el movimiento pudiera concebir
planes más arriesgados y tuviera una actividad casi frenética en cuanto a
su organización e impacto16.
No es de extrañar, entonces, que la correspondencia de Leona se
volviera más frecuente e intensa a comienzos de 1813, pues ella estaba
enlazada con personas principalísimas del movimiento. Según testimonios,
Leona no solo sirvió de correo y de enlace con estos personajes, sino que
fue interlocutora de Morelos y de Rayón, entre otras personas decisivas17.
En la causa instruida contra doña Leona Vicario y sus cómplices, y en
otros papeles quitados a Luis Núñez, hay asuntos que resultan particular-
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18 Esta parte de la causa es extraordinariamente rica para conocer el aparato jurídico y los
medios que sirvieron a los fiscales para requisar todos los bienes de Leona Vicario. Es muy inte-
resante conocer la manera en que su tío los defendió con argumentos basados en la renovación
jurídica que se estaba dando en la época (García, 1985).
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los curas que se hallaban en el campo insurgente optaron por santificar las
uniones e impartir el sacramento de manera muy amplia entre las parejas
(Ibarra, 2002, pp. 53-86).
No sabemos nada sobre cuándo y en qué momento contrajeron nup-
cias Leona Vicario y Andrés Quintana Roo. La historia de Leona se con-
funde con la de la insurgencia en este periodo de auge del movimiento
y habiendo quedado en suspenso su causa de infidencia, solo tenemos
noticia de ella a través de la documentación generada por la confiscación
y remate de sus bienes. Mucho más tarde, en agosto de 1815, el Real
Acuerdo de México registró la solicitud de Leona Vicario, Andrés Quin-
tana Roo y José Antonio Sesma para obtener la gracia del indulto, pero
como no se presentaron personalmente, sino por mediación del cura de
Temascaltepec (García, 1985, pp. 182-184)19 , la respuesta quedó aplazada.
Meses difíciles para la pareja por el nacimiento de su primera hija, Geno-
veva, bautizada con ese nombre por haber visto la luz en una cueva; solo
se conoce sobre los desplazamientos de Quintana en la región cercana a
Ixtlahuaca y luego hacia Zitácuaro y Cóporo. La insurgencia de Morelos
había sufrido grandes derrotas en Puruarán y Valladolid; el caudillo fue
tomado preso y ejecutado en los últimos meses de ese trágico año.
Permanecieron Leona y Andrés por bastante tiempo en el pueblo de
Tejupilco, desde donde imploraron nuevamente, sin tener éxito, la gracia
del indulto y también la reintegración de sus bienes20. Gracias al bando del
30 de enero de 1817 se les concedió la gracia, “quedando absolutamen-
te indultados con entero olvido de sus anteriores extravíos…”. Además,
se admitió conceder a la pareja la suma de ocho o nueve mil pesos del
capital que tenía Leona en el Consulado de Veracruz “para socorrer sus
necesidades actuales” (Velasco al Virrey, 1818) y pasar a España, lo que
nunca ocurrió. La pareja permaneció en la Nueva España y saludó la
consumación de la independencia en septiembre de 1821.
19 Real Acuerdo a los señores Mesía, Bachiller, Campo y Bataller, 26 de agosto de 1815.
20 Quintana Roo litigó en favor de los bienes de su esposa sin éxito. En realidad, buena
parte de estos habían pasado a la Real Hacienda, que dispuso de ellos para apoyar operaciones
realistas en Panzacola y la Habana (García, 1985, pp. 286-290).
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mujeres en las revoluciones
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Capítulo 3. Leona Vicario y la independencia de México
Después de haber mostrado que las mujeres tiernas y delicadas que nacen
bajo el cielo de los trópicos igualaban la grandeza de ánimo y la sublime
piedad de las nobles romanas, [ella] ha desaparecido igualmente después de
haber llorado lo que todos hemos visto, nuestras fortalezas selladas con el
pabellón extranjero, a Texas perdido, y la república dividida en fracciones.
(Otero, 1919, p. 183)
Fuentes primarias
Leona Vicario a Lucas Alamán, 21 de marzo de 1831 en Memoria Polí-
tica de México. www.memoriapoliticademexico.org, consultada
el 10 de febrero de 2023.
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tónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas.
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Capítulo 7 . Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos de revoluciones
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Capítulo 7 . Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos de revoluciones
¡Qué! ¿No es justa causa libertar la Patria de la tirana opresión en que por
el largo espacio de tres siglos ha estado gimiendo bajo el yugo español?
(AHCV, estante 6, tabla 4, vol. 2)
11 Ciudad de México, 24/12/1822. Carta del Ministro de Hacienda Medina a José María
de Echave. El legajo incluye el bando o llamamiento firmado por el propio ministro acusando a
Santana de traición y solicitando el socorro económico del Estado.
12 Ciudad de México, 14/01/1823. Carta del Ministro de Hacienda Medina a José María
de Echave.
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mujeres en las revoluciones
Tabla 7.1
Muestra de préstamos otorgados por el Colegio de las Vizcaínas
Comerciante Pesos
Juan Castañiza 3000
Juan Bautista de Aldasoro 15 000
Severino de Arechavala 6000
Adrián de Larramendia 14 000
Matías de Miramontes 60 000
Francisco de Corres 45 000
Total 143 000
Nota. Construida a partir de información recolectada por Echeberria Ayllón (2020) del
Archivo General de Notarías de la Ciudad de México, Escribano Agustín Francisco
Guerrero y Tagle, notaría 268, vols. 1723, 1724.
216
Capítulo 7 . Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos de revoluciones
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mujeres en las revoluciones
Fuentes primarias
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Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas [AHCV].
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Capítulo 7 . Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos de revoluciones
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capítulo 4
Introducción
En el año 1814, denominado por la historiografía de la indepen-
dencia como el año terrible o el de la rebelión popular1, doña Francisca
de Ribas y Palacios —una niña de entre 8 y 10 años—, hija de la
unión de doña Ignacia María Palacios y Blanco y Antonio José de
Ribas y Herrera —dos de las estirpes más importantes de la elite
de la ciudad de Caracas— fue raptada por las huestes realistas y
rescatada por su nodriza esclava en el contexto de la emigración a
Oriente (1814), quien tras este noble acto obtuvo su libertad. Aun-
que el acontecimiento no está basado en documentación alguna, ha
trascendido de forma oral al imaginario contemporáneo venezolano.
Esta investigación dirige su interés a las relaciones afectivas entre
amas y esclavas influenciadas por la convivencia durante genera-
ciones sucesivas y a la significación que tomaría esta vinculación
durante uno de los periodos más difíciles (1812-1814) de la guerra
por la emancipación. Está sustentada fundamentalmente en fuentes
documentales de la sección escribanías del Archivo General de la
Nación de Caracas (AGN) que datan entre 1600-18102, en las que
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5 Uno de los casos más famosos de mujeres realistas de las elites fue el de María Antonia
de Bolívar, hermana del Libertador Simón Bolívar (Quintero, 2003, pp. 25-38). Sus primas Igna-
cia María y María Josepha Palacios y Blanco organizaban tertulias y reuniones en sus casas para
conspirar contra la Corona (Cherpak, 1985, p. 254); de las 9 hermanas Xerez de Aristeguieta y
Blanco hubo partidarias de ambos bandos (Ladera de Díez, 1990, pp. 265, 267). La participación
de las mujeres de estratos sociales intermedios quedó registrada, en el movimiento de Pedro Gual
y José M. España (1799) y la de los sectores más humildes, las esclavas, las mulatas y las pardas en su
rol como soldados, espías, mensajeras clandestinas, enfermeras, cocineras, costureras o curanderas
(Alcibíades, 2013, pp. 118-125).
6 En el expediente contra José Félix Ribas y Herrera se afirma que sus hermanos don José
Antonio, don José Félix, don Francisco José y don Juan Nepomuceno formaron parte de la emi-
gración a Oriente (AGN, Sección Causas de Infidencia, t. XXXI, exp. 22, año 1816, f. 159); don
Antonio José se incluye en una lista de emigrados (AGN, Sección Causas de Infidencia, t. XXXI,
exp. 22, año 1816, f. 159).
7 Tres hermanas de la familia Palacios y Blanco contrajeron matrimonio con tres herma-
nos Ribas y Herrera, con quienes tenían grados de consanguinidad (Herrera Vaillant, 2007, t. II,
pp. 499-503, 505-509).
8 Doña María Ignacia de Palacios y Blanco era hija de don Feliciano Palacios y Gil de
Arratia y de doña Francisca Blanco y de Herrera, y hermana de doña Concepción Palacios y
Blanco, madre de Simón Bolívar y Palacios (Herrera Vaillant, 2007, pp. 720, 721).
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
14 Este autor cita los comentarios de Francisco Depons sobre el elevado número de escla-
vos domésticos en Caracas y su relación con el estatus de la elite.
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Capítulo 7 . Herederas de la Ilustración vasca. El papel femenino en tiempos de revoluciones
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capítulo 8
Alejandro Cardozo
Introducción
Las criollas, españolas-venezolanas leales al rey que no fueron par-
tidarias a la causa independentista, sufrieron el rigor del exilio mucho
más que los realistas venezolanos. El contexto de viudez, soltería y
orfandad recaía de forma contundente en las mujeres exiliadas, porque
el estado de vulnerabilidad en la condición femenina del siglo XIX
debe comprenderse desde otros matices menos explorados y menos
simples: la mujer, en nuestro registro documental, la mayoría de las
veces decidió por cuenta propia su partido político —realista o repu-
blicano—. Asimismo, estas mujeres realistas asumieron cargas más allá
de sus circunstancias de indefensión: se hicieron cargo —en el peor
momento de la diáspora— de niños huérfanos o abandonados a su
suerte y encararon con estoicismo el abandono intencional de hijos,
hijas y esposos. Solo contaron con el apoyo del rey y de las instituciones
que lo representaban en Puerto Rico, particularmente de un fondo de
pensiones que se creó a partir del producto tributario del comercio
del cacao venezolano en en la isla, denominado el Ramo del cacao.
Estas mujeres fueron el centro de un largo debate entre los intenden-
tes y los capitanes generales, quienes tenían dos visiones diferentes de
cómo asistir este desamparo. En este capítulo se muestran las posiciones
asumidas por ambas instituciones, de cara a las mujeres leales del rey.
1 Este capítulo es el producto parcial del artículo “El Ramo del cacao. Exilio, pobre-
za y lealtad de los inmigrantes venezolanos en Puerto Rico, 1813-1873”, publicado en Revista
de Indias (Cardozo Uzcátegui, 2021, pp. 473-501).
229
mujeres en las revoluciones
Puerto Rico y Curazao fueron los dos destinos naturales para la ma-
yoría de las exiliadas venezolanas durante la guerra de Independencia. El
lugar más violento de toda la América española durante el conflicto fue
la provincia de Venezuela. Aunque se registran casos más tempranos, lea-
les al gobierno del rey comenzaron a emigrar desde 1813 para Curazao
y Puerto Rico por la proximidad de estas islas a los principales puertos
venezolanos: Puerto Cabello y La Guaira. No obstante, la isla de Puerto
Rico, por ser dominio español, tenía significación especial como destino
final para el exilio de las venezolanas realistas; el destierro tenía impli-
caciones políticas y administrativas diferentes que en cualquier otra isla
caribeña. En Puerto Rico, el rey podría encargarse de estas leales súbditas
que, perseguidas ellas y sus familias en Costa Firme por los patriotas,
viajaron en las peores condiciones, abandonando propiedades, bienes y
fortuna en Venezuela.
En este capítulo también se analiza la política administrativa con que
la Corona se hizo cargo de las súbditas fieles a través del Ramo del cacao
—conocido también como el Fondo del cacao—, fórmula tributaria con
la que el Gobierno español logró atender una oleada migratoria para la
cual Puerto Rico no estaba preparado. El Ramo del cacao fue más allá de
lo administrativo y lo tributario; también fue político, pues se trataba de
la forma en que el sistema monárquico compensaba, en la medida de la
tragedia del destierro, la lealtad de sus súbditos y súbditas. En las instancias
analizadas en la documentación, las exponentes descargan una retórica de
fidelidad, amor y entrega a la causa del rey, que se ha detectado como una
fábula noble y leal para probar el apego al sistema y su desgraciada situación.
Un ejemplo son las palabras de Josefa Muñoz, emigrada de 1828, quien
escribió “¿Y es posible, Señor, que a la exponente privada de todo recurso
no se le haya concedido este corto auxilio, sobreviviendo la autoridad a
la indigencia de la lealtad?” (Archivo Histórico Nacional, Madird, AHN
en adelante, Ultramar 1070, exp. 12, núm. 12, 2 recto).
Así como la Real Hacienda velaba por el cumplimiento de las exigen-
cias para optar a la pensión del Ramo del cacao, también esto dio lugar
a otro importante fenómeno, la lucha entre el capitán general de Puerto
Rico y el intendente, que en varios casos se enfrentaron por el criterio de
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
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comercio del cacao prosperó2 dado que las importaciones de Puerto Rico
de otras zonas costaneras del Caribe como la provincia de Venezuela se
incrementaron —por la guerra—, luego de que Cádiz restringiera su co-
mercio por temor a otro bloqueo como el de 1810-1812, al cerco francés
de 1812 y a la propia inestabilidad política de América (Carretero García,
1986, p. 268). Las primeras oleadas migratorias (1813), precisamente por
ser las iniciales, recibieron mayor atención presupuestaria.
La primera referencia sobre el mecanismo de pensiones y socorros
del Ramo del cacao la obtenemos de José Domingo Díaz —exiliado ve-
nezolano, polígrafo, médico, segundo intendente de Puerto Rico en 1822,
leal a la Corona hasta su muerte— quien escribió al rey que en “1813
refluyeron a esta isla algunos emigrados de Venezuela con motivo de la
bárbara ocupación de aquellas provincias por el sedicioso Bolívar”(AHN,
Ultramar 1111, exp. 18, núm. 14, 1 vuelto). Para su auxilio, la Intendencia
estableció el derecho de un peso fuerte por cada fanega de cacao intro-
ducida, pero este impuesto cesó de cobrarse momentáneamente, cuando
Costa Firme fue recuperada en 1814 por las armas del ejército realista.
Por tanto, Díaz explicó que, en vista del crecimiento de los emigrados
de Venezuela y para “atender a tantos clamores, desgracias y miserias”, se
había restablecido el peso abolido en 1822, justamente cuando él entró al
cargo de intendente en Puerto Rico.
José Domingo Díaz planteaba que el impuesto del Ramo del ca-
cao, antes de la emergencia de los exiliados de Venezuela, estaba destinado
para el pago de transporte de oficiales y empleados emigrados de Cuba y
de la Península, “pero nunca al socorro de particulares que no tenían un
derecho legal, si no les era concedido por la beneficencia de S.M.” (AHN,
Ultramar 1111, exp. 18, núm. 14, 1 vuelto).
Los expedientes de quienes esperaban beneficiarse de la pensión de
gracia debían tener testigos de peso en sus instancias, así como demostrar
un estado de necesidad y probada fidelidad al rey. En estos despachos
figuran testigos como Domingo de Monteverde, José Tomás Boves y
2 Las medidas bélicas y comerciales del bloqueo a Venezuela por parte de la Regencia no
afectaron a Coro ni a Maracaibo, por lo que el comercio de cacao tuvo que dinamizarse en esos
dos puertos privilegiados, sobre todo Maracaibo que poseía una estructura portuaria. El bloqueo
fue suspendido después de la caída de la I República en 1812 (Lombardi, 2006, p. 72).
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
hasta oficiales menores del ejército español que daban cuenta, cuando era
el caso, de que el interesado había prestado ayuda económica al ejército
realista o, en efecto, luchado en sus filas. De este modo figuraban como
candidatos a la pensión esposas, hermanos o hijos de oficiales realistas
muertos en el combate. Por ejemplo, Pedro José González, caraqueño
emigrado a Puerto Rico, argumentaba que su padre, el capitán José Gon-
zález, había sido “asesinado por los disidentes y sido consignado él mismo
al presidio de Cartagena por sospechas de correspondencia con D. José
Antonio Arizabalo, comandante de las tropas realistas que operan en los
Llanos de Caracas” (AHN, Ultramar 1070, exp. 13, núm. 2, 1 recto).
También era válido como argumento dentro del expediente haber sido
perseguido por sus demostraciones públicas de lealtad al rey, tal como es
el caso de las hermanas Rojas Queipo.
[Bárbara Queipo] se manifestó desde el año mismo de la revolución del
año de 1810: bien notorio fue entonces, lo es y será siempre que fueron
perseguidas hasta lo último, de todas maneras, hicieran ser encerradas en
un oscuro calabozo once meses y días, sufriendo no tan solo hambre,
desnudez y desprecios, sino golpes de mano y próximas a perder hasta
la vida, nunca mencionaron consuelo sin otra causa ni motivo que el
ser contrariamente fieles, y adictas a V.M. habiendo obtenido el rescate
cuando abandonada la ciudad por los comienzos, se posicionaron de ella
las armas de V.M. al mando del Sr. Comandante General D. José Tomás
Boves. (AHN, Ultramar 1070, exp. 13, núm. 2, 1 vuelto)
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
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24 Esta versión de los hechos se representó en una obra teatral en el año 1993, en la ha-
cienda El Palmar, con motivo de la culminación de la restauración de la casa colonial de dicha
propiedad.
25 La hacienda El Palmar en los valles de Aragua, propiedad de Antonio José de Ribas y
Herrera fue secuestrada por Boves en 1814 (Bruni Celli, 1965, p. 124).
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
Boves en julio de 1814 (Rojas Guillén, 2015, pp. 134-135; Uslar Pietri,
2014, pp. 180-182); escenario generalizado en la Hispanoamérica de este
periodo (Cherpak, 1985, pp. 259-260; Hidalgo Rodríguez26, 2013, p. 58;
Machado Pardo, 2018, pp. 78-84).
Juana corría serios peligros, porque el bando realista había tomado
Caracas, tenía el control de la provincia, y ofrecía la libertad a los escla-
vos a condición de que se alistaran en sus filas o delataran a sus amos. Su
actitud y disposición de arriesgar la vida en aquel escenario, así como
de sacrificar el dinero ahorrado para comprar su libertad —su bien más
preciado— para salvar a su “hija de leche” se inserta en la dinámica de
manumisión planteada en párrafos anteriores y encuentra explicación en
el arquetipo materno27 que tomaba sus particularidades en la confluencia
sincrética mitológica y religiosa en el Caribe hispano-colonial, a través
de la relación madre-hija, representada para la cultura occidental por la
relación de la diosa griega Deméter y su hija Kore, la imagen materna
cristiano- católica encarnada en la virgen María así como el aporte de las
diosas africanas (Himiob, 1999, pp. 38-39).
Las emociones, la sensibilidad y los sentimientos entre doña Francisca
y su nodriza Juana prevalecieron por encima de los discursos políticos y
los prejuicios étnicosociales, porque el servicio de las llamadas madres de
leche “puso en relación mundos íntimos, femeninos, interraciales, con-
tribuyendo con ello a la constitución de lazos que pudieron llegar a ser
duraderos… en los distintos ámbitos familiares...” (Guzmán, 2018, pp. 450-
473). Uno de los casos más conocidos en Venezuela sobre esta relación es
la del Libertador Simón Bolívar con su nodriza, la negra Hipólita (Ramos
Gúedez, 2001, p. 219).
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
tribuciones para cualquiera gasto” (AHN, Ultramar, 1111, exp. 17, núm. 1,
35 vuelto) se estableció el impuesto del cacao. Eran críticos con el origen
de esta medida, por considerarla dentro del esquema de finanzas, impulsivo,
precipitado y porque, de hecho, asumió desde un principio potestades que
no les correspondían a la política económica de la isla ni a sus autoridades.
No obstante, en 1814, se calculaba que Puerto Rico recibía una diáspora
de casi 1000 refugiados de guerra, en desnudez y total estado de pobreza,
como lo expresó en su momento el intendente Alejandro Ramírez
¿Cuáles arbitrios podrá contar, viniendo de un golpe el gran número de
personas refugiadas [de Venezuela] y siendo este un país [Puerto Rico]
sin capitales, sin vecinos pudientes, una plaza permanente militar y una
tesorería sin crédito, por sus grandes empeños y deudas de tiempos an-
teriores, y por ser sus gastos fijos muy superiores a sus ingresos? (AHN,
Ultramar, 1111, exp. 18, núm. 2, 2 recto)
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Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
Figura 4.2
Imagen de Francisca de Ribas y Palacios
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
vivía con su hija, quien estaba casada con un oficial del Regimiento de
Granada, por lo que regresaron a España dejándole sola en Puerto Rico
a cargo de la nieta (AHN, Ultramar, exp. 10, núm. 1, 2 verso).
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
rey, rogándole que se restituyera la cifra anterior, pues con esta reducción
quedaría en una profunda pobreza.
Con Nicolasa no solo se puede comprender la diferenciación de emi-
grados deudos de militares y de emigrados deudos de funcionarios reales
—de los cuales solo se han tomado los más paradigmáticos, por la bastedad
documental, y los cuales, al compararse con los arreglos del gobierno del
rey con los emigrados leales nobles y mantuanos, de pensiones entre los
25 y 50 pesos, como el caso del marqués del Valle, quien devengó 50 pesos
mensuales hasta su muerte (AHN, 30 de julio de 1831, Ultramar 1111, exp.
16, núm. 2, 1 recto)3, pareados con los seis pesos de Nicolasa y la mayoría
de personas del exilio venezolano en Puerto Rico—, con ella se entiende
también el relato de la tragedia, que no es posible dejar de lado en este
apartado, más que por casuística, para comprender a fondo el papel de la
mujer en esta historia y en la historia. Circunstancialmente, se la ha visto
protagonizando una tragedia y por ende se la ha dado el tratamiento de
ser visible y documentable, pero vale la inferencia para otros procesos de
la historia del hombre, ¿quién acompaña al sujeto historiable?
3 Al marqués del Valle se le concedió la pensión por 50 pesos y a cada hermano una de
25 pesos, se les concedió aun viviendo en Curazao pero pagaderos al llegar a Puerto Rico.
247
mujeres en las revoluciones
Nicolasa admitió que todas las pruebas de servicio las llevaba encima
Fermín cuando fue asesinado. “Rendidamente a suplica como Madre de
todos sus súbditos que le han sido fieles y han perdido su subsistencia por
seguir las banderas de nuestro augusto Padre, se digne en remuneración
y recompensa a los peligros y sacrificios, servicios de mi difunto esposo
contraídos en aquel Benemérito Ejército” (AHN, 30 de julio de 1831,
Ultramar 1111, exp. 16, núm. 2, 2 vuelto).
En el otro extremo de la línea social, Belén Jerez de Aristiguieta
—miembro de una de las familias más notables de los mantuanos ca-
raqueños (Ladera, 1990, p. 25), viuda del coronel de artillería Joaquín
Pérez— solicitó el abono, por las Cajas Reales de Puerto Rico, de una
pensión de 333 pesos, dos maravedíes y medio real que le concedió
por la Real Orden del 20 de julio de 1807 sobre las vacantes mayores
y menores del arzobispado caraqueño, por haberse casado su esposo
con el rango de teniente y haber quedado sin la opción del monte pío
(AHN, Ultramar 1070, exp. 33, núm. 1, 1 vuelto). En esta información,
se observan dos formas, al parecer, para que una viuda quedara excluida
del monte pío: ser criolla casada con un militar español o que un oficial
contrajera nupcias con un rango inferior determinado, en este caso, te-
niente. Más allá de este interludio administrativo, respecto al monte pío,
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Conclusiones
El Ramo del cacao fue, a primera vista, una medida de auxilio huma-
nitario del Estado español a los emigrados de Venezuela, derivada de un
impuesto al comercio del cacao. Analizado con más profundidad, se trató
de una estrategia humanitaria y política hacia el exilio venezolano en
Puerto Rico, como dominio español más próximo, sorteada por medio del
gravamen de un producto históricamente venezolano, columna vertebral
del comercio atlántico de la provincia de Venezuela con la metrópoli. A
través de este tributo se puede comprender, por un lado, un proceso ad-
ministrativo, presupuestario y, por otro, una dinámica meramente política.
Ambos aspectos permiten concluir varias particularidades: a) el Estado
español sufrió una legítima preocupación por sus leales súbditos venezo-
lanos, que se extendió por 60 años de atención humanitaria y administra-
tiva; b) esta situación develó conflictos entre el poder político y el poder
administrativo de dos de las instituciones españolas más importantes en
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Capítulo 8 .“La indigencia de la lealtad” La diáspora venezolana
de las mujeres del rey (Venezuela y Puerto Rico 1813-1873)
Fuentes primarias
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Marichal, C. y Souto Mantecón, M. (1994). Silver and Situados: New
257
Capítulo 4. Emociones y sentimientos: el proceso de manumisión de las
esclavas domésticas de la ciudad de Caracas en tiempos revueltos. 1755-1814
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epílogo
La mujer atlántica
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no solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son
capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la
libertad no les son extraños… que así serán todas las mujeres, exceptuando
a las muy estúpidas, y a las que por efecto de su educación hayan contraído
un hábito servil…
Elizabeth Ladera de Díez, por su parte, logra demostrar, con una im-
presionante investigación de archivos, una dinámica sicológica pocas veces
abordada para explicar otras esquinas de la guerra de Independencia en
Venezuela: tras el desmoronamiento moral y material de las amas, ellas se
sostuvieron gracias al apoyo emocional de sus esclavas. Pero la autora va
más allá cuando afirma que la guerra arruinó la economía del territorio,
hasta llevar a la misma indigencia a familias pudientes, donde hubo ca-
sos en que las esclavas auxiliaron el sustento de sus amas. Un caso muy
sugerente que demuestra Ladera de Díez es el de la esclava Juana, tam-
bién nodriza de la patriota y ama Francisca de Ribas y Palacios, a quien
—perseguida por el partido realista— protegió y refugió. Los realistas
prometieron libertad a los esclavos, a cambio de cooperación en el fra-
gor de la guerra. No obstante, las esclavas que estudia la autora optaron
por proteger a sus amas por los subjetivos nexos del tiempo y el afecto.
En ese sentido, este no solo es un capítulo llamativamente original en la
historiografía de la guerra, sino además un texto que muestra cómo la
esclavitud y la mujer atlánticas casi constituyen una pieza cinematográfica
sobre la sicología laberíntica que surge en los momentos más cruentos y
extremos de la humanidad.
Susy Sánchez completa un marco sensible de este libro al abordar el
poder simbólico en la construcción de la patria recientemente hecha repú-
blica. Su búsqueda no fue otra que el cuerpo femenino que la modernidad
francesa había construido con la Marianne durante la Revolución. Sin
embargo, el arquetipo femenino francés no era cónsono con la naciente
república peruana y fue el artista plástico Francisco “Pancho” Fierro quien
se apropió de esta alegoría para volverla afrolimeña. Las acuarelas del artista
lograron una “inscripción sublime” —explica Sánchez— de las afrodes-
cendientes de la otrora capital virreinal. Fierro, a través de sus acuarelas,
mostró el horizonte multiétnico que participó en la historia peruana. Pero
también patentizó otras representaciones sociales de la Lima republicana:
el soldado afrodescendiente, la fiesta, la madre, la familia, los orígenes.
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Alejandro Cardozo
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Referencias
Armitage, D. (2004). Tres conceptos de historia atlántica. Revista
de Occidente, (281), 7-28. https://scholar.harvard.edu/files/
armitage/files/281david_armitage_0.pdf
De Oliveira Fernandes, L. E. y Kalil, L. G. (2011). Historia atlántica e
intelectualidad: una entrevista con Jorge Cañizares-Esguerra. En
História da Historiografia: International Journal of Theory and History
of Historiography. https://www.historiadahistoriografia.com.br/
revista/article/view/329/198
265
autores
Sarah C. Chambers
Recibió su doctorado en la Universidad de Wisconsin en 1992 y
es catedrática de historia en la Universidad de Minnesota en los
EE. UU. Ha investigado los temas de la cultura política, el derecho
y el género en Hispanoamérica entre colonia y república. Su traba-
jo en curso se enfoca en las experiencias de los emigrados realistas
españoles e hispanoamericanos durante la época de las revoluciones
atlánticas. Ha publicado dos libros: De súbditos a ciudadanos: honor,
género, y política en Arequipa, 1780-1854 (Penn State, 1999 y Red de
Ciencias Sociales, 2004) y Families in War and Peace: Chile from Colony
to Nation (Duke, 2015), además de muchos artículos y capítulos.
Junto con Sueann Caulfield y Lara Putnam editó el volumen Honor,
Status, and Law in Modern Latin America (Duke, 2005) y con John C.
Chasteen, la colección de fuentes Latin American Independence: An
Anthology of Sources (Hackett, 2010). De 2008 a 2018 fue una de las
editoras de la revista Gender & History.
267
políticos de la independencia del Perú” (2021), “La gran rebelión de
Túpac Amaru II y la temprana independencia del Perú: coincidencias,
conexiones, contrastes” (2021) y el capítulo “Sucre en el Perú: entre Riva
Agüero y Torre Tagle” (2021). Recientemente, participó como editora de
Una nueva mirada a las independencias, libro publicado por el fondo editorial
de la Pontificia Universidad Católica del Perú y el Instituto Francés de
Estudios Andinos (2021).
268
Mörner es coautora de El hombre y el medio ambiente en Ocumare de la Costa
y sus contornos a través del tiempo, publicado por el Instituto de Estudios
Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo (1996). Entre otros
trabajos, en 2019, publicó el artículo “Evangelización y segregación étnica
en la sociedad del cacao. Las capellanías y las cofradías para negros esclavos
en la costa de la mar abajo, provincia de Venezuela, 1647-1723” en la re-
vista Presente y Pasado. Revista de Historia de la Universidad de Los Andes.
Susy Sánchez
Es doctora en Historia por la Universidad de Notre Dame, Indiana, Esta-
dos Unidos. Ha investigado y publicado sobre políticas conmemorativas en
los Andes y Centroamérica durante los siglos XIX y XX, así como sobre
la experiencia sensorial y emocional en contextos de desastre y la guerra
de Independencia. Es miembro del Instituto Riva Agüero de la Pontificia
Universidad Católica del Perú (PUCP), donde integra el grupo de in-
vestigación “Inmigración europea y asiática al Perú, siglos XVIII-XIX.”
Actualmente, investiga sobre la memoria afrodescendiente y la visualiza-
ción de cuerpos sublimes en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro
(1808-1879). Ha participado recientemente en conferencias del Museo
de América de Madrid y del Instituto Riva Agüero.
Beatriz Bragoni
Es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires, profesora
titular de la Universidad Nacional de Cuyo, investigadora principal y
directora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del
Centro Científico y Tecnológico (CONICET) en Mendoza y académica
de número de la Academia Nacional de la Historia (RA). Realizó estudios
posdoctorales en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de Pa-
rís. Ha publicado artículos en revistas especializadas y capítulos de libros
editados en Argentina, Chile, Francia, España, México, Perú, Colombia
y Brasil. Es autora, entre otros libros, de Los hijos de la revolución. Familia,
negocios y poder en Mendoza en el siglo XIX (1999), por el que recibió el
Premio Academia Nacional de la Historia (obra édita 1999-2002) y el
Premio de Ensayo Juan Draghi Lucero (Taurus/ Diario Uno, 1999); San
Martín. De soldado del Rey a héroe de la Nación (2010); José Miguel Carrera.
Un revolucionario chileno en el Río de la Plata (Edhasa, 2012), y San Martín.
Una biografía política del Libertador (Edhasa 2019).
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Alberto Angulo Morales
Es doctor por la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
(1995) y, desde 2004, profesor titular de Historia Moderna en la misma
casa de estudios. Es miembro del grupo de investigación País Vasco, Eu-
ropa y América:Vínculos y Relaciones Atlánticas y especialista en historia
del contrabando, de las aduanas y comercio, presentación institucional y
diplomática e historia de las mujeres en la Edad Moderna.
Alejandro Cardozo
Es profesor de la Universidad Sergio Arboleda. Historiador y politólogo
de la Universidad de Los Andes (Mérida,Venezuela). Magíster en Historia
del Mundo Atlántico: Poder, Cultura y Sociedad y doctor en Historia por
la Universidad Euskal Herriko Unibertsitatea (España). Obtuvo mención
honorífica del Premio Nacional de Historia “Francisco González Guinán”
(2017). Es autor de los libros Los Mantuanos en la Corte española. Una rela-
ción cisatlántica (1783-1825), editado por la Universidad del País Vasco en
2013; Simón Bolivarren urte ezezaguna. Bilbo 1801-1802, publicado por el
Museo Simón Bolívar (Vizcaya) en 2010, y Simón Bolívar: el hombre antes del
héroe, publicado en Vitoria-Gasteiz por el Gobierno Vasco y Nuevos Aires
(2011). Entre algunos artículos y capítulos publicados destacan “La llegada
de Rusia a Latinoamérica en el siglo XXI”, en Foreign Affairs Latinoamérica
(2022); “Pedro de Berástegui: la química, el tabaco y la contrainsurgencia
al servicio de las reformas borbónicas en la provincia de Venezuela (1779-
1784)” en Anuario de Estudios Americanos (2021); “Antonio Spinetti Dini,
un poeta cisatlántico” en Tintas. Quaderni di letterature iberiche e iberoameri-
cane (2021), y “Latin America and the Great Cold War Strategy” en A New
Struggle for Independence in Modern Latin America, editado por Routledge,
Nueva York (2021, en coautoría con Luis Ricardo Dávila).
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