Las calles de la sede de gobierno, la Arce en particular, se aprestan a las clásicas
de principios de año: marchas y bloqueos; esta vez con el agravante de la torpeza de un Ministerio de Educación que recurre a la mentira para solapar lo que es, con evidencia, una imposición de malla curricular modificada sin participación plural, sin bases científico pedagógicas, sin análisis técnico administrativo. Algunos instructivos sectoriales ya anunciaron sus cronogramas de movilizaciones: lunes 6 de marzo marcha nacional, del martes 7 al jueves 9 movilizaciones en turnos alternos, viernes 10 movilización general; cada sindicato, cada federación debe enviar a sus mártires de la gasificación; claro, las del Magisterio Urbano, ¿y los Rurales? “Bien gracias” (tema para otro análisis). El orden de importancia del petitorio es el siguiente: incremento salarial de acuerdo a la canasta familiar, jubilación con el 100% del salario, administración de la Gestora bajo control obrero colectivo, respeto al escalafón y estabilidad laboral, ascenso automático, hasta ahí lo clásico; en último lugar movilizarse en rechazo a la malla curricular. Ya en las en las calles los estribillos de “alchuete, alchuete; los libros se compran, las botas se regalan” serán dispersado por agentes policiales, tan proletarios como los que serán reprimidos; entre tanto los reunidos en Despacho Ministerial no hablarán de la Calidad de la Educación en Bolivia, sino que, a partir de la “puja” tradicional, tranzarán gobernanza. Estas negociaciones en Educación tendrán por tamiz números aproximados de una cultura general estadística que refleja un total superior de 17.200 unidades educativas y más de 3 millones de estudiantes en Bolivia, de los cuales casi 110 mil fueron reprobados. Estas cifras consolidadas al 2021 indicaban que el 69,72 % son estudiantes urbanos y el 30,28 % rurales (aquí también existe una rara composición de unidades educativas rurales en área urbana) y que el 90,15% estudiaba en educación fiscal y el 9,85 % lo hacía en privado, porcentajes que no cambiarán significativamente el 2023. No será fácil para el Ministerio de Educación debatir el tema presupuestario, mejoras salariales, creación de ítems cuando en un escenario económico de inminente crisis el gasto fiscal es enorme en Bolivia y una masa laboral de más de 8 mil educadores titulados desde el 2010 sigue haciendo fila en las Distritales de Educación con sus escuálidos currículums en busca de un ítem, mientras más de 27 Escuela de Formación Superior de Maestros en Bolivia siguen “arrojando” desempleados al sistema. La participación del sector educativo en el PGN 2023 es de un poco más del 10%, para ser objetivo son 26.347 millones de Bolivianos sólo para pagar sueldos y salarios de casi 200 mil maestros, aun así, es insuficiente. El 2021 exigieron 16 mil nuevos ítems y recibieron tan solo 1700; el año pasado los maestros marcharon por 10 mil ítems, el Ministerio prometió 3.300 y terminó entregando 2.500 para todo el país; el Estado sostiene una deuda histórica de 1,4 millones de horas déficit (divídalo entre 96 para saber a cuántos ítems representa el número millonario); la pregunta tan obvia es ¿y cómo asumirán las horas y los ítems con la modificación de la malla curricular?, los maestros hablan de necesidad de sumar, los del Ministerio de restar, mal punto de partida. Entonces es imposible imaginar que con dichas cifras Ministro y Magisterio conversen sobre aquello que el suscrito escéptico considera prioritario y no sólo trasfondo en el debate sobre calidad educativa y modificación de la malla curricular: evaluación de 12 años de la Ley N° 070, evaluación sobre los 10 años de intrascendencia del OPCE, evaluación de la automarginación de Bolivia de las mediciones de la calidad educativa con estándares y parámetros internacionales, evaluación de las brechas educativas (tecnológicas, internet, de género, educación rural – urbana, educación fiscal – privada), evaluación de la oferta educativa del sistema de formación docente, entre otros y finalmente construir como manda la ley en un Congreso Pedagógico Nacional, con buena línea base y con buen diagnóstico, lo que el gobierno no quiere construir: una Educación con Calidad. Es legítimo el petitorio del sector educativo, claro que sí, el Estado le debe; pero también el magisterio se debe, asimismo, autocrítica y reflexión eminentemente pedagógica.