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Psicología Clínica y de la Salud


Módulo No 1 Neuropsicología y Psicología Clínica
CONTENIDO
Introducción
Para entender los conceptos propios de la psicología clínica como ciencia y profesión
es necesario conocer sus antecedentes. Los aspectos relacionados con la salud mental,
especialmente con los trastornos, han sido prioridad para la sociedad desde sus orígenes. A
estos se han asociado desde concepciones mágicas, religiosas, paranormales, entre otros,
hasta aspectos sociales o económicos en la actualidad; pero gracias a los avances de la
psicología como disciplina científica, se ha logrado conocer de manera más detallada el
comportamiento, los estilos interactivos, los hábitos, las cogniciones, las respuestas
emocionales y motoras de las personas respecto a su salud.

El campo clínico de la psicología ha sido, tal vez, el primero en constituirse como


ámbito profesional; también el más amplio, y el que atrae la atención de un mayor número
de profesionales movidos, en principio, por un sentimiento humanitario de solidaridad con
los que sufren algún tipo de problema o alteración que afecte a sus vidas. Por tanto, es
relevante, para la formación del psicólogo clínico, conocer los aspectos teóricos,
metodológicos y técnicos para su participación e intervención en los diversos niveles de
acción: promoción de la salud, prevención de enfermedades, tratamiento, rehabilitación y
formulación de políticas públicas saludables (Flórez-Alarcón, Botero y Moreno, 2005).

Una vez definidos y estudiados el contexto sociohistórico de la profesión,


entraremos a ver el rol que tiene el terapeuta. Desde lo teórico y en la práctica, el psicólogo
clínico de esta área de la psicología, en general, orienta su labor al diagnóstico, tratamiento
e investigación de los problemas que se refieren al comportamiento humano. Su tarea
principal, desde una perspectiva amplia, es la de explicar y comprender las razones que
impulsan a los individuos a obrar como lo hacen, prever cuál será su comportamiento y, en
ciertos casos, encontrar el medio de modificar la conducta. Su campo es la patología de la
personalidad, pero sin descuidar los recursos y potencialidades sanas del individuo (Amoros,
1980, p. 363).
Conceptualización
Neuropsicología
La neuropsicología es una rama de la psicología que se interesa por el estudio de la
interrelación cerebro-mente, cerebro-conducta, cerebro-mente-conducta humana. Por lo
tanto, estudia el cerebro, las lesiones cerebrales y su relación con los trastornos o patologías
mentales (como las alteraciones de las funciones superiores corticales) así como sus
consecuencias conductuales.

De acuerdo con Cáceres (2012) define la neuropsicología de la siguiente manera:

es la disciplina que estudia la mente, las conductas y comportamientos de los seres vivos,
incluyendo al ser humano, con técnicas basadas en metodología psicológica y con
fundamentos analíticos e interpretativos, neuroanatómicos, neurofisiológicos y
neuropatológicos, que siguen leyes y principios del sistema nervioso, preferencialmente
encefálicos (p. 13).

Por otro lado, otros autores describían dicho interés por el cerebro, como, por
ejemplo, en “1957, el neurólogo londinense Critchley escribía “[…] Por neuropsicología
entiendo una especie de neurofisiología de los niveles superiores: se trata de una inmensa
terra incognita, […] Es algo muy complejo, que exige la cooperación del clínico, del psicólogo
y del filósofo” (Benton, 1971, p. 19).

Desde la Antigüedad aparecen indicios de interés sobre el estudio del cerebro, pero
no es sino en las últimas décadas que, al sistematizar el conocimiento, se entiende como el
órgano que se especializa en los procesos cognitivos, donde se incluyen diversos aspectos y
matices de cada individuo como el sentimiento, el afecto, las emociones, la atención, el
pensamiento, el intelecto, las memorias, y todo dentro de un contexto determinado que el
individuo debe interpretar, sistematizar y explicar.
Introducción a los antecedentes sociohistóricos de la
psicología clínica.
Cuando se inicia la introducción al campo clínico de la psicología, usualmente se suelen
encontrar términos, conceptos y expresiones propias de la disciplina; es por ello por lo que
se hace relevante socializar con los estudiantes lecturas que sean prólogo y que permitan
un entendimiento más claro de dónde viene esta rama de la psicología y cuál es su papel en
la actualidad. En este orden de ideas, las lecturas de esta semana inician con un breve
recuento de los antecedentes, acontecimientos y demás información pertinente para poner
al día a los estudiantes.
Los diversos avances que se dieron en la psicología han permitido que esta profesión
generara áreas de especialización como la psicología clínica. Esta área particular enfocó su
interés en investigar y tratar la conducta anormal, compartiendo este estudio con disciplinas
como la psiquiatría, que es una especialidad de la medicina (Peña, 2005). Respecto a su
origen, la psicología clínica surge en la convención de 1896 de la Asociación Psicológica
Americana (APA), en donde se menciona un nuevo tipo de psicología que se llamaría clínica
psicológica, caracterizada por ser de servicio social, útil para enseñar e investigar, dedicada
al diagnóstico, tratamiento y estudio de los desórdenes de comportamiento (Nietzel,
Bernstein y Milich, 1998).
Posteriormente, Resnick (1991) define la psicología clínica como un campo que abarca la
“investigación, enseñanza y servicios relacionados con las aplicaciones de principios,
métodos y procedimientos para la comprensión, predicción y alivio de la desadaptación,
discapacidad e incomodidad intelectual, biológica, psicológica, social y conductual,
aplicados a una amplia gama de usuarios” (p. 7). Además de la evaluación, la intervención y
la investigación, el campo de acción del psicólogo clínico se ocupa también de la
administración, la enseñanza y la consultoría (Nietzel, et al., 1998; Trull & Phares, 2003).
En la actualidad la psicología clínica es un área de estudio académica, una ciencia y una
profesión bien conocida en la sociedad, como los son la física, la química, la biología y otras
tantas disciplinas que se pensarían han estado desde hace mucho en la historia reciente da
la humanidad. Este campo de la Psicología es relativamente joven y por ello, está lleno de
conflictos y de inquietudes sobre su identidad y sobre su actuación para seguirse
desarrollando; pero, al mismo tiempo, la Psicología clínica es antigua, porque sus raíces se
hunden en los tiempos en que todavía nadie hablaba de ella (Compas y Gotlib, 2013).
Campo de Acción de la psicología clínica

La preocupación, así como la fascinación por los problemas psicológicos humanos, empezó
mucho antes del origen de la psicología clínica. De este modo, como se estudiará en las
lecturas siguientes, el campo de la psicología clínica está relacionado con un rico contexto
histórico. Previo a la consideración de la evolución de este campo, no obstante, es
provechoso definir la naturaleza, el campo de acción y el propósito de la psicología clínica
antes de adentrase en esos aspectos (Compas y Gotlib, 2013).
Se presentan varias definiciones de la psicología clínica de un periodo que abarca casi 80
años. La definición de Lightner Witrner, el fundador de la primera corriente psicología clínica
en Estados Unidos en 1896, es considerada por muchos psicólogos como la definición
original del campo. Witmer definió la psicología como una disciplina preocupada por el
estudio de los individuos, mediante la observación o la experimentación, con el propósito
de facilitar cambios en ellos. Debido a que trabajó con niños en edad escolar, con problemas
de aprendizaje, Witmer consideró que el tratamiento psicológico era, en esencia,
educacional (Compas y Gotlib, 2013).
La sección clínica de la APA (American Psychological Association) en 1935, emitió una
definición similar a la realizada por Witmer, donde destacó la aplicación de los métodos
psicológicos de observación y medición como un medio que facilita el ajuste de los
individuos. En 1981 la APA, y más recientemente la Society of Clinical Psychology de la APA,
en el año 2000 ofreció una serie de definiciones, en las cuales se encontraban, de manera
muy similar, conceptos ofrecidos en las anteriores definiciones. Esas definiciones recientes
continúan señalando que uno de los objetivos fundamentales de la psicología clínica es la
aplicación del conocimiento para la mejor comprensión y alivio de un amplio rango de
problemas sufridos por los individuos. La definición presentada por la Society of Clinical
Psychology, vincula, de manera muy explícita, la ciencia psicológica con la práctica clínica
(Compas y Gotlib, 2013).
Algunas Definiciones de la Psicología Clínica

Autor Definición

"Así pues los métodos de la psicología clínica están


necesariamente involucra- dos siempre que el
estado de la mente de un individuo se determine
por la observación y la experimentación y por
Lightner Witmer en 1912
tratamientos pedagógicos aplicados para producir
un cambio, es decir, para el desarrollo de la
mente." (1907, Psychological Clinic, vol. 1, p. 1.).

"La psicología clínica es una forma aplicada de la


psicología, la cual apunta a definir las capacidades
del comportamiento y las características
conductuales de un individuo, mediante el uso de
métodos de observación, de medición y análisis,
American Psychological Association (APA) en los cuales con base en una integración de estos
1935 hallazgos y con los datos obtenidos a partir de las
exploraciones físicas y de las historias sociales,
proporcionan sugerencias y recomendaciones para
el ajuste adecuado del individuo." (Brown, 1935,
Psychological Clinic, 23, p. 5.).

"Un psicólogo clínico es un profesional que aplica


principios y procedimientos para comprender,
predecir y aliviar los problemas psicológicos,
APA en 1981 intelectuales, emocionales y conductuales"
("Specialty Guidelines for the Delivery of Services
by Clinical Psychologists'', Washington, DC: APA).

"El campo de la psicología clínica integra teoría,


ciencia y práctica para comprender, predecir y
aliviar los desajustes, las discapacidades y el
malestar, así como para promover la adaptación
humana y el equilibrio y desarrollo personal. La
Society of Clinical Psychology de la APA en el psicología clínica se orienta al funcionamiento
2000 humano, en los aspectos biológicos, intelectuales,
psicológicos, emocionales y conductuales durante
el transcurso de la vida, en la diversidad de
culturas, y en todos los niveles socioeconómicos."
Conceptos generales en la psicología clínica
Aunque la psicología clínica se relaciona con el resto de las psicologías mediante la
investigación científica, al mismo tiempo, es diferente a las otras áreas debido a su
desarrollo social, fisiológico y de aprendizaje. La psicología clínica, es específicamente
original en su compromiso por usar la investigación psicológica para mejorar el bienestar de
los individuos. Korchin (1976) definió este enfoque como la actitud clínica: "Si nos ocupamos
de la comprensión, el control (es decir, la intervención clínica), o la predicción, necesitamos
conocer la estructura peculiar de una persona que, a su vez, requiere investigación clínica
acerca de cómo dichos factores son ordenados por el individuo. Pero este proceso no es
independiente del conocimiento diferencial o del general; en realidad, es orientado por él.
Comprender las formas en las cuales los factores relevantes se relacionan en general
proporciona un sistema que visualiza esas relaciones en un caso específico" (p. 30). Así, los
psicólogos clínicos usan el conocimiento psicológico respecto de las personas en general,
para comprender y ayudar a personas específicas (Compas y Gotlib, 2013).
Pero la psicología clínica no es la única disciplina, del área de la psicología que estudia y
que se interesa por la aplicación del conocimiento psicológico para ayudar o intervenir sobre
las personas. La psicología clínica comparte muchos aspectos comunes con esas otras áreas
de la psicología, pero aun así es distinta a ellas en su énfasis sobre la evaluación psicológica,
el tratamiento y la prevención de las psicopatologías. Quizás la distinción más o menos clara
se encuentra entre la psicología clínica y la orientación o asesoría psicológica. Los
profesionales de ambos programas enfoques se capacitan en métodos de evaluación
psicológica y de tratamiento de diversos tipos de problemas y trastornos psicológicos.
Históricamente, la orientación o asesoría psicológica se ha ocupado más por los problemas
de la vida cotidiana y por el mejoramiento del ajuste del buen funcionamiento de las
personas, mientras que la psicología clínica se ha enfocado más en las formas severas de la
psicopatología (Compas y Gotlib, 2013).

Antecedentes y actualidad de la psicología clínica


La historia de la psicología clínica tiene su fundamento en la forma en que la sociedad ha
considerado la salud mental y la psicopatología por siglos. Los primeros enfoques (conocidos
como demonología) se basaban en las creencias religiosas y daba énfasis al papel de los
espíritus malignos y al demonio como fuente de la conducta anormal. La creencia de que la
psicopatología era consecuencia de procesos físicos (perspectiva somatogénica) data del
tiempo de la antigua Grecia y constituye en la actualidad un punto de vista preponderante.
Las nociones de que los factores psicológicos son la causa de psicopatologías (perspectiva
psicogenética) pueden encontrarse en los primeros trabajos de Freud, y es un punto de vista
dominante en la psicología clínica moderna. Las perspectivas actuales han integrado los
factores biológicos, psicológicos y sociales en la comprensión de la psicopatología, como se
presenta en las teorías biopsicosociales emergentes. (Compas y Gotlib, 2013).
A Lightner Witmer se le considera el fundador de la psicología clínica en Estados Unidos
debido a que fundó la primera clínica psicológica en 1896. El desarrollo del campo se vio
fuertemente influido por la necesidad de los psicólogos de proporcionar importantes
servicios durante la primera y segunda guerra mundial. Los psicólogos fueron llamados a
desarrollar pruebas de capacidad mental para futuros soldados; durante la primera guerra
mundial así como de suministrar tratamiento para la neurosis de guerra (trastorno de estrés
postraumático) durante la segunda guerra mundial (Compas y Gotlib, 2013)..
Posterior a la segunda guerra mundial se proporcionó apoyo para la capacitación de
psicólogos clínicos que trabajaran con los soldados dados de baja por factores psicológicos
imputables a la guerra. El modelo de capacitación científico-práctico se elaboró en la
conferencia Boulder en 1949, y la escuela profesional de modelo de capacitación, se
bosquejó en la conferencia Vail en 1973. Ambos modelos de capacitación todavía existen
en la psicología clínica actual. La historia de la psicología clínica puede seguirse a partir de
los avances y los acontecimientos trascendentes de investigación, evaluación, tratamiento
y prevención, así como mediante el desarrollo de la psicología clínica como profesión. El
campo ahora se enfrenta a numerosos asuntos desafiantes e interesantes que darán forma
a la naturaleza de la psicología clínica del siglo XX (por ejemplo, privilegios de prescripción,
diversidad de la sociedad y administración del cuidado de la salud), (Compas y Gotlib, 2013).
La psicología clínica ingresa al siglo XXI como un campo sólido y en crecimiento. Los
psicólogos clínicos se han afianzado como investigadores en las áreas de la psicopatología,
la psicoterapia y la medicina de la conducta. Como practicantes, los psicólogos clínicos se
desempeñan tanto en forma independiente como colaborando con profesionales de otras
disciplinas. A pesar del impulso de estas fuerzas, el campo se encara con desafíos en los
años por venir, desafíos con los que el lector se enfrentará si elige la psicología clínica como
carrera. Ahora describiremos brevemente cinco cuestiones cruciales que la psicología clínica
debe abordar (Compas y Gotlib, 2013).
Éstas no son, de ninguna manera, los únicos temas o problemas que se vislumbran en el
horizonte; sin embargo, representan la clase de desafíos que los psicólogos clínicos de la
actualidad y del futuro encararán en la investigación, capacitación y práctica clínica.
Conforme se analicen estas cuestiones y sus posibles efectos en el futuro de la psicología
clínica resulta aleccionador guiarse por las indicaciones que se aprenden de los primeros
100 años de la historia del campo (Compas y Gotlib, 2013).
Definición del concepto de enfermedad mental
Las enfermedades o trastornos mentales son afecciones que impactan su pensamiento,
sentimientos, estado de ánimo y comportamiento. Pueden ser ocasionales o duraderas
(crónicas). Pueden afectar su capacidad de relacionarse con los demás y funcionar en el día
a día. No existe una sola causa de la enfermedad mental, existen varios factores que pueden
contribuir al riesgo de padecerla en los que se destacan: los genes y los antecedentes
familiares; la experiencia de vida, como el estrés o si ha sufrido de abuso, en especial
durante la infancia; factores biológicos como desequilibrios químicos en el cerebro; una
lesión cerebral traumática; la exposición de una madre a algún virus o productos químicos
durante el embarazo, consumo de alcohol o drogas; padecer una enfermedad grave como
el cáncer; problemas contextuales como falta de redes sociales sólidas, entre otros (DSM5,
2013).
El diagnóstico psicopatológico categorial es el proceso mediante el cual los individuos son
asignados a clases ya existentes, generalmente llamados, sistemas diagnósticos, que son
clasificaciones de los trastornos mentales. El manejar un mismo lenguaje (diálogo
categorial), aporta orden y estructura a nuestro pensamiento y reduce la complejidad del
fenómeno clínico (Black y Andreasen, 2011). Pero si solo nos remitimos a las clasificaciones
actuales más utilizadas, como las del CIE 11 o las del DSM-V, se observa que no se cumplen
con los principios que idealmente deberían observarse en las clasificaciones. Al utilizarlas,
muchos casos cumplen con los criterios de pertenencia a más de una categoría, lo que se
refleja en altas tasas de comorbilidad, al igual hay muchas personas que no pueden incluirse
en categorías existentes, y hay que recurrir a la categorización de “trastornos no
especificados” (Caballo, 2014).
El principal inconveniente que surge al momento de definir la enfermedad o trastornos
mentales es que desde sus orígenes se pretendió definir dichos conceptos a partir de los
mismos elementos con los que se definían las enfermedades médicas. En la actualidad no
se ha logrado, pues no hay lesiones anatómicas concretas, ni alteraciones funcionales, o no
son específicas, o sea, que sean propias y exclusivas de un solo trastorno. Pero bien es cierto
que, existen unos objetivos fundamentales para utilizar de manera instrumental la
definición o clasificación de la enfermedad mental, entre estas se destaca (Caballo, 2014):

➢ Objetivo de la comunicación: una clasificación ofrece un lenguaje común, que


permite a los profesionales comunicarse entre sí con relación a los trastornos
tratados. A través de una categoría se puede resumir ciertos rasgos que requerirían
un gran número de términos para su descripción.
➢ Objetivo de control: Las categorías no solo describen patrones comunes de los
síntomas, éstos pueden ayudar a predecir la evolución del paciente y las respuestas
al tratamiento. El control de la enfermedad mental consiste en la capacidad de
prevenirlas o bien de modificar su curso a través de la intervención del profesional
(utilidad para tomar decisiones).
➢ Objetivo de comprensión: las categorías diagnósticas pueden servir para organizar y
transmitir conocimiento, como el de las causas y procesos implicados en el
desarrollo y mantenimiento de los trastornos mentales. Sirven entonces para
entender lo que pasa en los pacientes. Un trastorno puede ser tratado sin
comprender su causa, ni su proceso patológico, pero la comprensión es deseable
porque suele permitir un mejor control del trastorno.
➢ Objetivo de investigación y tramitación: las categorías pueden servir para canalizar
el trabajo investigativo para el desarrollo de teorías o para el estudio de la eficacia
de los tratamientos. Por último, las clasificaciones sirven para fines administrativos,
como tramitar y gestionar invalidez, o en ámbitos jurídicos y legales, como juicios de
mala práctica o indemnizaciones.

Aportes y campos de la neuropsicología


La preocupación por comprender la unidad cerebro-mente-conducta, es la
preocupación por dejar atrás los enfoques parcializados y diseccionados que se hacían al
estudiar al individuo, quien a la vez interactúa con otros individuos, y cuya experiencia hace
sociedad. Por lo tanto, se socializa no solo el individuo, sino también la conducta, la mente,
el comportamiento, la conciencia. Todo ello hace un sistema informacional que modifica las
neuronas, la corteza cerebral, los genes, la conducta, el psiquismo, a la persona.

Por lo tanto, la neuropsicología requiere una especialización, y muy en particular en


nuestro país, pues en Latinoamérica, en Argentina, Brasil, México y Perú por mencionar a
los que están más cercanos, y sobre todo los dos últimos, se viene desarrollando
ampliamente no solo en las aulas como parte de formación académica, sino también en sus
procesos de investigación.

La Asociación Psicológica Americana (APA) y la Asociación Canadiense de Psicología


(CPA) reconocen a la neuropsicología como una especialidad clínica. Este reconocimiento es
producto del desarrollo acelerado en el siglo XIX y comienzos del XX (desde Francia y luego
Alemania e Inglaterra), y hace notar la importancia de la neuropsicología. Esta
especialización lo hace el psicólogo clínico (incluyendo al neurólogo y al psiquiatra) que se
interesa por la relación cerebro-mente-comportamiento, dentro de los parámetros del
funcionamiento de “normalidad” y “anormalidad” del sistema nervioso central.
Dentro de ese interés, destaca la evaluación y la intervención, aportando
conocimiento basado en evidencias y estudios de investigación.
Así es como se entiende que la neuropsicología es una especialidad de la ciencia
psicológica que permite comprender la conducta y comportamiento, entendiendo el
funcionamiento cortico-cerebral y sus procesos cognitivos, en cerebros dañados o
lesionados y en cerebros conservados o sin lesión evidente. De allí que la neuropsicología
aporta elaborando instrumentos y baterías que exploran los procesos cognitivos para poder
tener como evidencia los resultados de cada persona examinada o evaluada. Con estos
últimos, a su vez, se elaboran baremos y perfiles, que aún en nuestro contexto falta por
desarrollar más. La finalidad de esos instrumentos es tener un adecuado diagnóstico, así
como un plan de intervención dentro de los casos de deterioro neurocognitivo y
tratamientos oportunos en caso de traumatismos cerebro-corticales, en enfermedades del
neurodesarrollo.

Dentro de los campos, cabe mencionar la evaluación neuropsicológica que permite


identificar, describir y cuantificar el proceso cognitivo; esto es detallar las facultades
conservadas y las facultades deterioradas o en estado de déficit que son ocasionados por
lesiones cerebrales.

Para sistematizar dichas informaciones, se elabora una historia e informe de


especialidad neuropsicológica. Esto ayuda a delimitar las funciones alteradas y conservadas,
y sobre todo estudiar las secuelas que podrían ocasionar dichas lesiones tanto en las esferas
cognitivas, comportamentales, así como en las emocionales, además de diseñar programas
de intervención, de habilitación y rehabilitación neurocognitiva.

Todos estos avances ayudarán a ahondar en el campo laboral, social, y,


específicamente, prometen mucho en el ámbito forense, penal, judicial, pues permitirían
explicar las conductas violentas y delictivas en cada proceso legal.

La rehabilitación es una intervención realizada por un especialista en


neuropsicología con el propósito de estimular, optimizar o recuperar algún déficit cognitivo
o emocional afectado por alguna lesión o no del cerebro.

En la actualidad, se ha ampliado el accionar del neuropsicólogo. Sin embargo,


podemos decir que, además de evaluar y hacer intervenciones, un gran campo que urge se
desarrolle es la asesoría. Esta no solo debe incluir a futuros especialistas u otros
profesionales, sino también a los propios pacientes y a sus familiares, para informarles sobre
los cuadros clínicos y la repercusión en el entorno más cercano. Asimismo, se debe realizar
actividades de charlas preventivas, las que repercutirán en el ámbito social.
Rol del psicólogo clínico
Si bien la psicología clínica es un área distinta dentro de la psicología en general, los
psicólogos clínicos desempeñan funciones y ejercen roles muy variados en el trabajo
cotidiano que realizan, al igual que lo son los lugares donde trabajan. Ejemplos de los tipos
de trabajo ejecutados por psicólogos clínicos, sus ambientes y responsabilidades se
presentan en el siguiente Grafico.

En cuanto a las labores concretas que realizan los profesionales de esta área se reconoce
que, uno de los aspectos más interesantes de la psicología clínica es la diversidad de
actividades en las que los profesionales pueden llegar a involucrarse como parte de su
trabajo. Estas actividades incluyen la investigación, la enseñanza, la evaluación y
diagnóstico, la prevención, el tratamiento, la consultoría y la administración. Aunque la
mayor parte de los psicólogos clínicos están involucrados en alguna combinación de estas
actividades, unos cuantos están involucrados en todas estas tareas en cualquier momento
de sus carreras, o en el curso de ellas.
Puntos donde coinciden los psicólogos clínicos respecto al
abordaje de sus labores

Aunque la ciencia y la práctica de la psicología clínica pueden parecer diferentes, se


relacionan por la forma común en que se acercan a la gente y los problemas que ésta
experimenta. Hay cuatro tareas centrales en las que los psicólogos clínicos coinciden acerca
de la gente y los problemas, sea para generar investigación y conocimiento para el campo
como un todo o para obtener una mejor comprensión de un individuo dado. Esas tareas son
la descripción, la explicación, la predicción y el cambio del funcionamiento humano.

Posturas terapéuticas y de intervención


Existen diversas formas de abordar las enfermedades mentales, con unas posturas
definidas, don el psicólogo clínico, a partir de su especialidad intervendrá sobre su paciente
o consultante. Si bien son varias las posiciones que puede tomar el profesional en psicología
clínica, el objetivo último es aliviar, curar y mejorar las causas que provocan malestar. A
continuación, se definirán las posturas con mayor reconocimiento al momento de intervenir
la enfermedad mental:

Terapia psicoanalítica y psicodinámica

La terapia psicoanalítica tiene su origen en el modelo teórico propuesto por Sigmund


Freud, padre del psicoanálisis. Su teoría explica el comportamiento de los seres humanos y
se basa en el análisis de los conflictos inconscientes que se originan en la niñez. Para
entender los pensamientos disfuncionales, el psicoanálisis pone énfasis en los impulsos
instintivos que son reprimidos por la conciencia y permanecen en el inconsciente afectando
al sujeto (Bernstein y Nietzel, 2004).

El psicoanalista se encarga de hacer aflorar los conflictos inconscientes a través de la


interpretación de los sueños, los actos fallidos y la asociación libre. La “asociación libre”
tiene que ver con la catarsis emocional, y es técnica que pretende que el paciente se
exprese, en las sesiones psicoterapéuticas, todas sus ideas, emociones, pensamientos e
imágenes tal y como se le presentan, sin reprimirlas. Una vez el paciente se ha expresado,
el psicoanalista debe determinar qué factores, dentro de esas manifestaciones, reflejan un
conflicto inconsciente (Bernstein y Nietzel, 2004).
Este modelo de psicoterapia también se centra en los mecanismos de defensa, que
son maneras incorrectas de resolver el conflicto psicológico y pueden dar lugar a trastornos
en la mente y la conducta, y en los casos más extremos a la somatización del conflicto
psicológico y las disfunciones físicas que lo expresan (Bernstein y Nietzel, 2004).

Terapia cognitivo-conductual

Desde la perspectiva cognitivo-conductual se entiende que los pensamientos,


creencias y actitudes afectan a los sentimientos y emociones y al comportamiento. Por
tanto, esta forma de terapia combina distintos métodos derivados de la terapia cognitiva y
de la terapia conductual. Es decir, la terapia cognitivo-conductual (TCC) consiste en una serie
de técnicas que se centran en enseñar al paciente una serie de habilidades para afrontar
mejor los distintos problemas (Caballo, 2014).

La TCC se basa en la idea de que lo que pensamos sobre las diferentes situaciones
afecta a la manera de sentirnos y comportarnos. Por ejemplo, si se interpreta una situación
de manera negativa, la persona experimentá emociones negativas como resultado, y eso le
provocará un comportamiento de una manera poco adaptativa. Es el tratamiento por
excelencia para los trastornos de ansiedad como las fobias, pues se entiende que. en este
caso, una situación traumática provoca que las situaciones análogas se interpreten como
amenazantes. Esto causa que el paciente evite exponerse a estas situaciones debido al
miedo intenso e irracional que siente (Caballo, 2014).

En la TCC el paciente trabaja con el terapeuta para identificar y cambiar los patrones
de pensamiento disfuncionales. Para identificar el problema, el terapeuta realiza lo que se
conoce como análisis funcional de la conducta. El análisis funcional de la conducta intenta
averiguar los factores responsables de la producción o mantenimiento de los
comportamientos calificados como desadaptativos y la relación de contingencias que se
establece entre ellos (Caballo, 2014).

Una vez detectado y analizado el problema, se utilizan distintas técnicas


cognitivoconductuales como el entrenamiento en habilidades sociales, técnicas expositivas,
técnicas de resolución de problemas, reestructuración cognitiva, entre otras. El objetivo de
estas formas de intervención es modificar los patrones de comportamiento tanto en la
manera de pensar y de sentir como en la forma de interactuar con los demás y con el
entorno (Caballo, 2014).
Terapia Humanista
La psicología humanista se considera la tercera ola de la psicología, contemplando
las perspectivas cognitivo-conductual y psicoanalítica como las dos fuerzas predominantes
anteriores a la humanista. Ésta surgió a mediados del siglo XX, a través de las propuestas y
el trabajo de Abraham Maslow y Carl Rogers, principalmente, y esta no se enfoca
exclusivamente a los trastornos, sino que está interesada en ayudar a las personas a realizar
su potencial (Caballo, 2014).

Está fuertemente influenciada por la fenomenología y el existencialismo. Desde la


primera se enmarca el hecho de que nunca somos capaces de experimentar "la realidad en
sí" de manera directa, mientras que ocurre lo contrario con aquellos aspectos subjetivos de
los que somos conscientes. Las fuentes legítimas de conocimiento son la experiencia
intelectual y emocional. Del existencialismo, esta forma de terapia recoge la reflexión sobre
la propia existencia humana (Caballo, 2014).

Por tanto, desde esta perspectiva humanista el individuo es un ser consciente,


intencional, en constante desarrollo, cuyas representaciones mentales y estados subjetivos
son una fuente válida de conocimiento sobre sí mismo. El paciente es visto como el principal
actor principal en su búsqueda existencial. Esta búsqueda le obliga a pasar por una serie de
etapas o estados subjetivos en los que se pregunta el “por qué” de lo que le ocurre, el
significado de lo que está viviendo, y qué puede hacer para mejorar su situación (Caballo,
2014).

El terapeuta humanista tiene un papel secundario como facilitador del proceso,


permitiendo que el sujeto encuentre las respuestas que busca por sí solo. Uno de los
conceptos clave de este tipo de terapia es la autorrealización del ser humano (Caballo,
2014).

Terapia Sistémica
La terapia sistémica tiene en cuenta la representación de la realidad vista desde una
perspectiva holística e integradora, donde lo importante son las relaciones y los
componentes que a partir de ellas surgen. En las sesiones terapéuticas, tiene mucha
importancia relación y comunicación en cualquier grupo que interaccione y que afecte al
paciente (o pacientes), entendido como un sistema (Caballo, 2014).

Se aplica en el tratamiento de trastornos conceptualizados como la expresión de las


alteraciones en las interacciones, estilos relacionales y patrones comunicacionales de un
grupo, como pueden ser parejas o familias, aunque también a personas individuales,
teniendo en cuenta los distintos sistemas que componen su contexto (Caballo, 2014).
Tiene un enfoque en la solución de problemas más práctico que analítico. No es tan
importante quién tiene el problema (por ejemplo, quien presenta agresividad), sino que se
centra en identificar los patrones disfuncionales dentro del comportamiento del grupo de
personas, para así redirigir esos patrones directamente. Es decir, se trata de que los sistemas
encuentren el equilibrio (Caballo, 2014).

Alcances y limitaciones para el psicólogo clínico


Actualmente se podría decir que la psicología clínica está saliendo de los cuartos de
la consulta, nunca como ahora, la psicología ha ocupado un lugar y una función tan
determinantes en tantos ámbitos humanos. La intervención psicológica deviene
indispensable en un gran número de organizaciones sociales y educativos, así como en la
mayor parte de la del ámbito sanitario, y en todas ellas la figura del psicólogo está
plenamente integrada al funcionamiento de las instituciones, junto con el resto de los
profesionales, en un verdadero trabajo interdisciplinario (Caballo, 2014).

En este contexto, las herramientas del psicólogo han mejorado en flexibilidad para
adaptarse a la nueva realidad en un diálogo permanente con profesionales de otras
disciplinas. En lo referente a las modalidades de intervención, el verdadero crecimiento de
la psicología se produce como resultado el intercambio permanente entre el ámbito privado
y el público, entre el ámbito especializado en la salud mental y otros como el jurídico, el
educativo y los conflictos psicosociales más variados (Caballo, 2014).

Frente hacer realidad profesional el reto es doble: por un lado, que la investigación
permita conocer y contrastar cada vez más las intervenciones en su multiplicidad de
modalidades; por otro lado, la formación y capacitación de los profesionales. Se sebe
propender hacia el interés por el diagnóstico descriptivo del paciente, donde conviene
agregar el interés y la curiosidad de los profesionales en la información por la persona que
padece algún trastorno y por su entorno. Asimismo, en relación con el aprendizaje de los
tratamientos, es imprescindible ir más allá de las técnicas y afianzar aún más la destreza
para aplicarlas, a fin de reflexionar sobre los objetivos, las limitaciones y la verdadera
función del profesional (Caballo, 2014).
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