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1.

EL ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento cultural nacido en Alemania e Inglaterra que defiende la
libertad del artista y la importancia de la fantasía frente a la exaltación de la razón propia de la
cultura ilustrada.

1.1. Características del movimiento romántico:

• La rebeldía. Se rechaza la moral imperante, de signo burgués, y frente al pragmatismo


de la sociedad decimonónica se defiende la dimensión emocional del ser humano. Los
artistas románticos persiguen un ideal inalcanzable que los conduce a la frustración y al
desengaño.
• El afán de evasión. El rechazo de la sociedad en que viven provoca en los artistas un
deseo de huida, que puede orientarse en el espacio o en el tiempo. Así, los románticos
tienden al exotismo, situando sus obras en lugares lejanos y evocadores, como el
mundo oriental. Del mismo modo, se vuelve la mirada hacia el pasado, en especial a la
Edad Media, que se presenta de manera idealizada.
• El individualismo. En el Romanticismo se reivindica el yo del autor, tanto en su faceta
creativa —defensa de la originalidad— como en la existencia; la sensación de soledad
que ese yo experimenta le lleva a aproximarse a los personajes marginales (piratas,
mendigos, condenados a muerte…): el antihéroe romántico sustituye al héroe de la
literatura anterior.
• El idealismo. En conexión con la filosofía idealista alemana, el hombre romántico siente
predilección por lo absoluto, lo ideal. No quiere una parcela de libertad, un avance en el
progreso o la contemplación de lo bello, sino que se lanza a la búsqueda de la Libertad,
del Progreso, de la Belleza.
• El genio creador. Se cree que el arte es una forma de expresión del genio que el creador
lleva en su interior. El artista nace, no se hace. Por eso se revaloriza lo espontáneo, lo
intuitivo y lo original y se cree que la obra de arte surge de un momento de inspiración.
• La proyección de la naturaleza. El artista romántico refleja sus emociones en el paisaje
y todo cuanto le rodea se convierte en expresión de su sensibilidad. Se impone una
visión de la naturaleza dinámica llena de movimiento y oscuridad, en la que destacan
tópicos como las tempestades, los mares embravecidos, los bosques impenetrables, las
noches de luna llena, las ruinas y cementerios, etc.
• El gusto por la fantasía. El arte se adentra en lo oculto y lo desconocido: hadas,
vampiros, fantasmas, duendes y todo tipo de criaturas irreales irrumpen en los textos,
dando así lugar al desarrollo de un nuevo subgénero: la literatura fantástica y de terror.
• El nacionalismo. Los románticos se sienten atraídos por el arte y las costumbres de su
propio país. En el plano literario, ese sentimiento fomenta el interés hacia el folclore y
las tradiciones, que motiva que se rescaten y reescriban numerosos cuentos y leyendas
de origen popular.

2. LA POESÍA ROMÁNTICA
La sensibilidad romántica encontró el cauce más adecuado para su expresión en la poesía; de
ahí que esta se convirtiera en la forma literaria más cultivada por los escritores del primer tercio
del siglo XIX.

2.1. Clasificación de la poesía romántica


Dentro de la poesía romántica se pueden distinguir dos grandes tendencias:
• Poesía lírica. El yo poético manifiesta sus emociones a través de los tópicos habituales
en la estética romántica. En este grupo se encuentran las canciones de Espronceda, las
rimas de Bécquer o los poemas de Rosalía de Castro.
• Poesía narrativa. Se cuenta una historia extraída de la tradición. El tono épico de estos
textos propició la revitalización de formas métricas como el romance. La poesía
narrativa se puede subdividir, a su vez, en dos grupos:
• Poemas breves, como los romances de José Zorrilla, en los que se retoman
temas y motivos propios de la historia de España o del romancero antiguo.
• Poemas extensos, como El estudiante de Salamanca, de Espronceda.

2.2. Motivos y temas de la poesía romántica

Entre los numerosos temas presentes en la poesía romántica sobresalen estos:


• El amor. Se manifiesta en dos formas: el amor sentimental, envuelto en una actitud de
ensueño y melancolía, y el amor pasional, que rompe con los convencionalismos y
reclama la libertad. En ambos casos, la búsqueda del amor ideal conduce a un estado
de continua frustración. Vinculado al tema del amor aparece el tema de la mujer que
adquiere dos papeles: el de mujer-ángel (dulce, inocente, hermosa y víctima) o el de la
mujer-diablo (perversa, vengativa y destructoria).
• La creación poética. La poesía se emplea para reflexionar sobre la propia actividad
literaria. Los románticos consideran la poesía como un camino que permite alcanzar la
belleza y el verdadero conocimiento. La poesía es, además, el mejor vehículo de
expresión del genio poético.
• La rebeldía. La voluntad transgresora de los autores se encarna en personajes
marginales, pero libres: bandoleros, piratas, mendigos y víctimas, en general, de una
sociedad clasista y opresora. Con todo, en el Romanticismo español hay dos corrientes:
la conservadora, apegada a las tradiciones, y la liberal o revolucionaria, defensora de las
libertades.
• La muerte. La decepción del poeta romántico ante su entorno lo empuja a un profundo
pesimismo que impregna el poema de motivos fúnebres: ruinas, cementerios,
apariciones fantasmales…
• La naturaleza. Los románticos descubrieron el paisaje. La naturaleza se adapta a los
estados de ánimo del poeta. La soledad y la angustia del poeta encuentra su reflejo en
paisajes nocturnos, ruinas, yermos desolados, jardines abandonados…

2.3. Lenguaje y métrica

En cuanto a la métrica, la poesía romántica se caracteriza por su afán innovador: se


buscan nuevos metros y se introducen modificaciones en las estrofas tradicionales. Se recupera
y cultiva con asiduidad el romance y se impone la polimetría, es decir, la combinación de versos
de diferente medida dentro del mismo texto.
En cuanto al lenguaje, es una poesía efectista y retórica, en la que predomina un estilo
grandilocuente marcado por los siguientes rasgos:
• Retoricismo: se emplean numerosos epítetos, comparaciones, recursos de repetición
(anáforas, paralelismos…), aliteraciones y onomatopeyas.
• Uso de arcaísmos y de términos exóticos, en consonancia con el ansia de evasión
espacial y temporal propia de la sensibilidad romántica.
• Expresividad intensa, con abundancia de exclamaciones, interrogaciones retóricas y
antítesis violentas y muy marcadas.
• Tono hiperbólico: la manifestación de los sentimientos tiende a la exageración.
• Presencia de imágenes recurrentes: las metáforas románticas se repiten en la mayoría
de los autores. Los campos de referencia favoritos son la naturaleza (el mar, la noche…),
la muerte (tumbas, espectros…) o la propia actividad artística.

2.4. Etapas de la poesía romántica

La poesía romántica presenta dos etapas diferentes:

• Primera etapa (primera mitad del siglo XIX): se cultiva una poesía enfática, retórica y
grandilocuente. Los autores destacados son José de Espronceda y José Zorrilla. Cabe
destacar la presencia de escritoras como María Josefa Massanés, Gertrudis Gómez de
Avellaneda y Carolina Coronado.
• Segunda etapa (a partir de 1850): aparece una poesía intimista y sencilla en su
expresión que es el germen de la poesía moderna. Se mantienen los temas románticos,
pero se busca una nueva forma de expresión despojada de excesos retóricos. En esta
etapa destacan Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.

2.5. José Zorrilla (1817-1893)

Fue el escritor más conocido de su tiempo tanto por su poesía como por sus dramas. Su poesía
se bifurca en dos grandes campos: la lírica y la narrativa.
• Poesía lírica: de temática y métrico variadas. Zorrilla oscila entre los grandes temas (lo
sublime o lo vulgar) y maneja con soltura los diferentes estilos (del retórico al coloquial).
Posee gran sentido del ritmo y la musicalidad, con absoluto dominio de los efectos
verbales y los recursos retóricos.
• Poesía narrativa: Zorrilla las llamó leyendas, algunas de origen popular y otras
inventadas por el autor. Zorrilla domina en todas ellas no solo las técnicas narrativas,
sino también los recursos dramáticos y líricos para mostrar el ambiente primitivo y
mágico en el que se mueven sus personajes.

2.6. José de Espronceda (1818-1842)

El temperamento vital y apasionado de José de Espronceda marca su vida y su obra. Es un


modelo de poeta rebelde romántico. Su existencia agitada nos legó una obra extensa y variada:
• Poesía lírica: destacan, sobre todo, las canciones, dedicadas a personajes marginales y
en las que el autor defiende, a partir de los motivos y recursos típicamente románticos,
sus ideas liberales. En sus poemas líricos (Canción del pirata, El verdugo, El mendigo, El
reo de muerte, El canto del cosaco, A Jarifa en una orgía) se encuentra el Espronceda
más genuino: defensa de los seres marginales, identificación con los proscritos,
desprecio de las normas y las leyes, anhelo de libertad, sentimentalismo. Sus personajes
oscilan entre los que muestran nobleza, valor y generosidad innatos y los que hastiados
de todo, son cínicos, temerarios, insolentes y arrogantes.
• Poesía narrativa: sus dos grandes poemas son El estudiante de Salamanca y El diablo
mundo.
• El estudiante de Salamanca (1840): es quizá el mejor poema narrativo del
Romanticismo español. Cuenta la historia de don Félix de Montemar, cínico
donjuán en la Salamanca del siglo XVII, quien, tras seducir y abandonar a Elvira,
que muere de dolor, mata en duelo al hermano de la fallecida. Finalmente,
persigue una tétrica noche a una fantasmal dama, que resulta ser el esqueleto
de Elvira la muerte misma, con quien contrae un matrimonio macabro y acaba
bailando una danza horripilante, rodeado de espectros.
El poema, con un estilo fuertemente retórico e intensa polimetría, consigue
crear un ambiente intensamente romántico y crea un personaje que encarna la
rebeldía, el cinismo y el satanismo del Romanticismo más genuino.
• El diablo mundo (1840-1841) es un extenso poema inacabado en el que el autor
intenta comunicar su visión del mundo. Cuenta la historia de un anciano,
desengañado de la vida, que se transforma en un joven, Adán, que desconoce
el mundo. Se trata del mito del ser puro, cuyas reacciones ante los diversos
sucesos por los que va pasando registra el poema. En el poema cabe de todo:
lirismo y prosaísmo, temas diversos, estilo elevado y vulgar, etc.
El estilo de Espronceda es netamente romántico. Prefiere las sensaciones extremas: sonoridades
retumbantes, efectos rítmicos sorprendentes, rimas agudas, cambios métricos repentinos,
contrastes violentos, exclamaciones e interrogaciones retóricas. A Espronceda le interesa
siempre la reacción sentimental, el efecto que los versos puedan producir en sus receptores y,
por eso, abusa a veces de los recursos melodramáticos, de la tendencia a lo misterioso, de las
situaciones emotivas.

2.7. Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

Bécquer escribe en pleno auge del Realismo. La poesía de su época es prosaica y


falsamente trascendente. Muy poco dada al intimismo lírico, y sí a los tópicos sentimentales y
pseudofilosóficos. Bécquer y otros poetas eluden esa actitud. Tampoco les gusta la poesía
exaltada del primer romanticismo (Espronceda) ni les atrae el modelo inglés (Byron); prefieren
la lírica alemana (Heinrich Heine). Su modelo es el de un lirismo intimista, sencillo de forma y
parco de ornamento, para que resalte más el sentir profundo del poeta.

2.7.1. Las Rimas

Son setenta y nueve poemas breves, asonantados en general, y de metros variados, en los que
se funda la importancia de Bécquer en la literatura. Solo quince se publicaron en vida del poeta,
Bécquer las reunió para publicarlas en un libro, pero se perdió el manuscrito. Posteriormente, el
autor las reprodujo de memoria al final de un cuaderno que, con el título de Libro de los
gorriones, bajo el epígrafe “Poesías que recuerdo del libro perdido”, se conserva en la Biblioteca
Nacional. Tras su muerte, sus amigos prepararon una edición de las Rimas, publicada en 1871,
en la que los poemas aparecen ordenados en cuatro grupos:
1) Rimas I-VIII: la creación y la propia poesía.
2) Rimas IX-XXIX: contemplación afirmativa y confiada de la belleza femenina y del amor.
3) Rimas XXX-LI: el amor desengañado.
4) Rimas LII-I: la soledad y de la muerte desde un punto de vista desolado y pesimista.
En 1914 se dio a conocer el manuscrito del Libro de los gorriones, que cuestionaba el
ordenamiento de la edición de 1871 e incluía tres rimas más (LXXVII-LXXIX). En las ediciones
posteriores de las Rimas, los poemas llevan un número romano (el de la edición de 1877) y otro
arábigo (el del Libro de los gorriones).

a) Temas de las Rimas


• Poesía y creación artística: para Bécquer la poesía existe en la vida misma. El poeta
trata de captarla y transmitirla a través del poeta. Bécquer identifica la poesía con lo
femenino, que significa a veces lo ideal inalcanzable. El lenguaje es insuficiente para
transmitir esa poesía y hay que seleccionar y elaborar. Construir un poema significa un
duro trabajo con el lenguaje y una lucha entre la inspiración y la razón.
• Amor: relacionado con la poesía, la naturaleza y Dios. Es un ideal inalcanzable y la
amada, expresión máxima de la belleza, es un ser inaccesible y misterioso, que se
desvanece como un sueño. La experiencia amorosa concluye en el fracaso, el
desengaño, que se muestra a veces con ironía y crueldad y otras, con angustia y
desesperación.
• Soledad y muerte: la soledad es un sentimiento consustancial al yo lírico romántico,
para el que la naturaleza suele ser un refugio. El individuo se siente solo y no encuentra
respuestas para los interrogantes vitales, intensificados frente al enigma de la muerte.
Su soledad extrema queda simbolizada en la tumba abandonada, que ya todos ignoran.
• El sueño y la naturaleza: la realidad se percibe como una integración de lo racional y lo
soñado; existe una fusión entre el mundo y el sueño. La naturaleza es, a veces, un marco
impasible, pero otras veces es expresión del yo lírico, quien busca la integración en el
mundo natural.

b) Estilo

Frente a la poesía narrativa de los primeros románticos, Bécquer prefirió el lirismo puro:
la expresión directa de sus sentimientos. En sus poemas, Bécquer utiliza un lenguaje directo y
sencillo, muy adecuado para crear una atmósfera de intimidad con el lector y expresar sus
sentimientos. El estilo de Bécquer presenta las siguientes características:
• Brevedad y tono intimista.
• Estructura reiterativa. El ritmo, tan importante en la poesía de Bécquer, suele
evidenciarse en la presencia de bimembraciones: (series de dos elementos: “huérfano y
pobre”, “riza y empuja”, “soy incorpórea, soy intangible”), con frecuencia son antitéticas
(“lágrimas y risas”). Estas bimembraciones se unen al empleo de anáforas y
paralelismos.
• Metáforas y comparaciones basadas en elementos de la naturaleza.
• Diálogos: gran parte de las Rimas está estructurada desde la presencia explícita o
implícita del emisor (yo), que apela al receptor (tú). Sin embargo, en la mayor parte de
los poemas no se produce comunicación. Muchas veces el yo/hombre simboliza al poeta
y el tú/ mujer representa la poesía.

2.8. Rosalía de Castro (1837-1885)

La obra de Rosalía de Castro se inscribe dentro de la reivindicación de la cultura y las


lenguas vernáculas propias del pensamiento nacionalista romántico. La producción poética de
Rosalía de Castro, expresión de una situación de bilingüismo, se desarrolla fundamentalmente
en tres libros, dos de ellos escritos en gallego.
Cantares Galegos (1863): es el primer libro de poesía de la autora, escrito en lengua
gallega. En él canta el paisaje, las costumbres y los tipos gallegos, buscando las raíces de su
pueblo. Expresa también los graves problemas sociales: la emigración del hombre, el trabajo de
la mujeres, la miseria, etc.
Follas novas (1880): significa un estallido de dolor en su obra. La melancolía inunda todo
su ser y el del pueblo que la rodea. Hay dos grandes temas: los sentimientos de angustia y de
muerte y la denuncia de la injusticia en que vive el pueblo gallego. Tiene una gran carga
simbólica.
En las orillas del Sar (1884), escrita en castellano, acentúa el pesimismo y la subjetividad.
El mundo exterior solo se hace presente para recordarle su soledad y aflicción. La raíz del
sufrimiento suele ser el choque, típicamente romántico, entre sueños y realidad.

a) Temas

• El dolor y la soledad, tratados desde una visión pesimista de la vida. El dolor vital, que
impregna todos los aspectos de la vida, se une al desengaño, al rechazo y al cansancio
de vivir.
• Galicia: sus costumbres, sus paisajes, su lengua, sus creencias, sus personajes… La
autora dedica especial atención a la denuncia de la injusticia en que vive el pueblo
gallego.
• La búsqueda del ideal: el yo poético persigue el amor, la belleza, la justicia, pero el
esfuerzo se ve frustrado por la imperfección de la realidad.

b) Estilo

En el estilo de la poesía de esta escritora gallega predominan el lirismo contenido y la


sobriedad. Hay que destacar la reiteración de ciertos rasgos algunos de los cuales se identifican
al final de su obra.
• Recursos de repetición: anáforas y paralelismos que recuerdan características de la
poesía popular y, además de aportar ritmo, sirven para remarcar ciertas ideas.
• Contrastes y comparaciones para conseguir una mayor claridad en el texto.
• Símbolos: como el clavo (el dolor), el hueco que deja el clavo (la soledad y el vacío del
alma), la fuente (la vida opuesta a la muerte) y el camino (la vida como trayectoria).

3. LA PROSA ROMÁNTICA
3.1. Cuadros de costumbres

Entre 1820 y 1870, gozaron de gran éxito los cuadros de costumbres, descripciones de los
modos de vivir en ambientes populares y de tipos populares representativos. Este género,
creado en Francia, resultaba del interés de los románticos por todo lo que existía al margen de
la sociedad burguesa, y que, no obstante, era representativo del carácter nacional y de lo
autóctono. Aparte de Larra lo cultivaron Ramón de Mesonero Romanos (Escenas matritenses) y
Serafín Estébanez Calderón (Escenas andaluzas).

3.2. Novela histórica

El interés por el pasado hizo florecer un tipo de novela histórica en la que importaba más
la verdad literaria que la autenticidad de los hechos y cuyo modelo fueron las narraciones de
Walter Scott. Se cultivaron dos tipos de novela histórica:
a) Novelas que localizan la acción en épocas pasadas (la Edad Media y el Siglo de Oro):
Sancho Saldaña (1834) de Espronceda; El doncel de don Enrique el Doliente (1834) de Larra y la
más apreciada, El señor de Bembibre (1844) de Enrique Gil y Carrasco.
b) Novelas de costumbres contemporáneas, que recogen conflictos y situaciones del
momento. Entre ellas destacan Los terremotos de Orihuela (1829) de Estanislao Cosca Vayo, y
Jaime el barbudo (1832) de Ramón López Soler.
Algunas novelas, como María, la hija de un jornalero (1845), de Wenceslao Ayguals de
Izco, se acercan al folletín, mientras que otras utilizan técnicas del costumbrismo próximas al
realismo posterior, como es el caso de la narrativa de Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia
Böhl de Faber, cuya novela más renombrada es La gaviota (1849).

3.3. La obra en prosa de Bécquer

La fama literaria de Bécquer se basa fundamentalmente en las Rimas; sin embargo, la


mayor parte de su obra fue escrita en prosa. No se debe olvidar que su principal actividad fue la
colaboración infatigable en diversas publicaciones: crónicas sociales, recensiones y artículos de
muy variada índole. Entre sus escritos en prosa, cabe destacar tres grupos de textos:

• Cartas literarias a una mujer (1860-1861): publicadas en El Contemporáneo. Son el


mejor testimonio de la concepción poética de Bécquer. El autor compone un auténtico
ensayo en torno a la idea de la mujer como fuerza motriz y objeto último del proceso de
creación poética.
• Cartas desde mi celda (1864): las escribió durante una de sus estancias en el monasterio
de Veruela (Zaragoza). Son ocho cartas publicadas también en El Contemporáneo donde
narra las vicisitudes del viaje hasta Veruela, expresa sus sentimientos más íntimos, hace
ensayos en forma epistolar, describe cuadros de costumbres, cuenta misteriosos y
legendarios sucesos.
• Leyendas (1860-1864): son veintiocho relatos cortos, ubicados, la mayor parte, en viejas
ciudades españolas, en impresionantes y oscuros templos, entre decrépitas ruinas y en
umbríos e intrincados parajes naturales. La acción narrada suele suceder de noche y la
época siempre es el pasado. Las Leyendas ofrecen una gran variedad de temas
románticos: el amor imposible (El rayo de luna, Los ojos verdes), lo misterioso y
sobrenatural (El monte de las ánimas, Maese Pérez, el organista, El Miserere), lo exótico
(El caudillo de las manos rojas), lo costumbrista (La venta de los gatos), etcétera.

3.4. El artículo periodístico: Mariano José de Larra (1809-1837)

Larra ocupa un lugar eminente en nuestra literatura por sus artículos periodísticos;
escribió más de doscientos. Es el primer escritor español que vive exclusivamente de su
actividad como escritor. Las traducciones de teatro y la prensa constituyeron sus medios de
vida. En sus escritos, Larra acudió al seudónimo: : El Duende, El Bachiller Juan Pérez de Munguía,
Andrés Niporesas, Fígaro.

Sus artículos, escritos con una prosa de gran claridad y rigor, hubieron de plegarse a las
circunstancias políticas: son satíricos y agresivos cuando la censura lo permite; si no, sabe
expresar con habilidad sus reticencias. En todos ellos exhibe románticamente su poderosa
individualidad, en pugna con la realidad política, literaria, cultural, etc. En sus artículos puede
distinguir tres temas básicos:

• Artículos de costumbres: Larra profundizó en las circunstancias sociales con el fin de


modernizar el país y de abrirlo a la cultura europea. Sus artículos se centran en la
situación cultural y en los usos y valores de la sociedad. Además de la reflexión, Larra
incorpora el diálogo y la narración para acercar el tema al lector. Destacan El castellano
viejo, El café, El casarse pronto y mal, Vuelva usted mañana…
• Artículos políticos: combate en ellos la organización del estado; ataca el absolutismo y
el carlismo, pero critica también a los liberales. Defiende la libertad de imprenta. En
estos artículos es donde Larra más se aproxima al Romanticismos radical y de
compromiso social.
• Artículos de crítica literaria: comenta diversas obras de la época tanto teatrales como
narrativas o poéticas. Defendió la relación entre literatura y pensamiento.

Casi todos estos artículos tienen una misma estructura: un comienzo generalizador, en
el que plantea el problema, y una segunda parte, que desciende a casos concretos tipos,
anécdotas, situaciones para exponer con más garra y más plasticidad el tema, con un lenguaje
directo y popular.
Entre los recursos de su prosa destacan:
• La exageración de los rasgos de un personaje, que ofrecen una distorsión cercana a la
caricatura (Braulio en El castellano viejo, por ejemplo).
• La ironía, que se utiliza como medio de expresión de la intención crítica.
• La acumulación (a veces caótica) de elementos y de hechos, a los que suele unirse la
amplificación (desarrollo de una idea explicándola de varios modos), como sucede en
Nadie pase sin hablar al portero.
• La parodia, por ejemplo, de los ensayos científicos, con lo que consigue un efecto
cómico como ocurre en La planta nueva o El faccioso.
Larra se mostró muy preocupado por la corrección lingüística, no vaciló en utilizar
neologismos, juegos de palabras y frases hechas de gran arraigo en el lenguaje popular, como
Vuelva usted mañana (expresión de las oficinas de la Administración), En este país (muletilla
para hablar de España) o Andrés Niporesas.

4. EL TEATRO ROMÁNTICO
El drama romántico se inició con el estreno de La conjuración de Venecia (1834) de
Martínez de la Rosa; Macías (1834) de Larra, y Don Álvaro o la fuerza del sino (1835) del Duque
de Rivas. Sobre las bases establecidas por estas obras se compusieron El trovador (1836), de
Antonio García Gutiérrez y Los amantes de Teruel (1837), de Juan Eugenio de Hartzenbusch, dos
dramas que contribuyeron a fijar el modelo del drama histórico. La obra más importante de la
década fue Don Juan Tenorio (1844), de José Zorrilla.

4.1. Características del teatro romántico

El drama fue el género predominante en el Romanticismo. Sus características son las


siguientes:
• Temas: los grandes temas son la fatalidad y el amor apasionado; por encima de las
normas e incluso de la muerte; la venganza, extremada y sangrienta, y la crítica del
poder y la autoridad, vinculado a la crítica de las instituciones que coartaban la libertad
individual y al cuestionamiento de la autoridad paterna. También se apartan de las
pautas de la época en asuntos como el adulterio, el suicidio y el honor, que ya no
depende de los demás, sino de la propia conciencia. Suele aparecer también elementos
melodramáticos y fantásticos (crímenes, sombras, fantasmas…).
• Rechazo de las reglas neoclásicas de unidad de acción, lugar y tiempo.
• Mezcla de lo trágico y lo cómico, con escenas de gran tensión dramática y otras de
intenso lirismo.
• Escenas emocionantes: duelos, desafíos, peleas, muertes, suicidios… en ambientes
románticos (paisajes sombríos, ruinas, cementerios, tabernas…)
• Personajes: convencionalmente, el héroe es una interesante personalidad muy viril,
gallardo y desafiante, apasionado en el amor y, a veces, melancólico y doliente,
abrumado por su destino extraño, singular y misterioso. Hace alardes de gallardía y
cinismo. La heroína romántica, bella, frágil y apasionada, es pura y virginal y víctima
inocente, pasiva y melancólica, de las circunstancias. El amor de los protagonistas nunca
llega a término, porque el destino se interpone en su consecución.
• Forma: el drama romántico consta frecuentemente de cinco actos, en verso polimétrico
y con gran variedad de estrofas, con mezcla de verso y prosa.

4.2. Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.

Su autor, Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (1791-1865), VII duque de Rivas,


era un aristócrata cordobés, educado en la estética del neoclasicismo, que, durante su exilio en
Inglaterra, huyendo del absolutismo, conoció las ideas del romanticismo y las adoptó como ideal
poético.
El estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino fue un auténtico escándalo que supuso el
triunfo del Romanticismo en España. Parte del público selecto rechazó la obra por su
irregularidad: mezcla de prosa y verso, de escenas de ambiente popular con otras apasionadas y
refinadas, de personajes nobles con otros de la plebe, más duelos, muerte y el terrible final con
el suicidio del protagonista.
Los temas de la obra: amor, muerte, pasión, frustración, honor y, sobre todo, el destino
la convierten en un ejemplo claro de lo que fue el teatro romántico en España. Lo mismo puede
decirse de los personajes, empezando por el protagonista (Don Álvaro), prototipo de personaje
romántico y Leonor, su amada, que encarna a la perfección el ideal romántico de la mujer:
hermosa, apasionada, pero también prisionera del mundo y de las convenciones sociales.

4.3. Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla

José Zorrilla, poeta y, a la vez, profundo observador de la historia de España y del carácter
de sus gentes, es el más genial dramaturgo de la escena española en el siglo XIX, por su
poderosa capacidad de teatralización y por la musicalidad y elocuencia de su verso, fácil,
brillante y desigual, pero siempre muy cerca del sentir español. Entre su abundante producción
dramática, sobresalen El zapatero y el rey, El puñal del godo, Sancho García y Traidor,
inconfeso y mártir, pero su obra más destacada es Don Juan Tenorio.
Don Juan Tenorio, recreación de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, le condujo a la
cima de la popularidad. La acción transcurre en Sevilla, hacia 1545, en los últimos años del
reinado del emperador Carlos V. Don Juan Tenorio tiene aquí un antagonista, don Luis Mejía,
con el que rivaliza en matar caballeros, atropellar las leyes divinas y humanas y burlar mujeres.
Para vencer a don Luis, don Juan decide burlar a una novicia que esté para profesar; y esta
novicia es doña Inés, de la que don Juan se enamorará; y por el amor y la intercesión de doña
Inés, a pesar de sus muchos crímenes, don Juan salvará su alma.

Estructura, tiempo y lugar


La obra se divide en dos partes: la primera de cuatro actos y la segunda de tres,
separadas por cinco años. La acción de cada parte se desarrolla en una sola noche. Sin embargo,
el aspecto más importante del tiempo dramático del Tenorio es el plazo en el desenlace final.
La localización de la historia varía y se alternan espacios cerrados y abiertos. Entre los
primeros se cuenta la hostería donde se inicia el drama, el convento donde profesa Inés o la
casa adonde la conduce don Juan. Entre los segundos, las calles, y sobre todo, el cementerio
donde se produce el desenlace.

Personajes

El personaje de don Juan prosigue una tradición literaria iniciada por El burlador de
Sevilla, de Tirso de Molina, y continuada por autores españoles como Espronceda, o extranjeros
como Molière, Byron y Dumas. El protagonista presenta las características que los románticos
adjudicaron al personaje asocial y demoníaco. Es juerguista y le gustan toda clase de apuestas,
incluidas las que exigen las artes de seductor cínico e irresistible, pero en la obra de Zorrilla el
amor acaba con el don Juan tradicional.
Zorrilla deja descansar el peso escénico sobre la palabra de los personajes
especialmente la del protagonista, cuya actuación resulta vital para la credibilidad de la historia.
El discurso de don Juan revela su historia dañina, su capacidad de seducción y su desgracia
cuando no es creído por los demás.
Doña Inés adquiere mayor peso como personaje femenino que las protagonistas de
otros dramas románticos, puesto que se constituye en elemento redentor de don Juan.
Representa la figura virginal, capaz de despertar el amor de un libertino, morir de pena por él y
rogar a Dios por su salvación.

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