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MASTER EN PSICOLOGÍA JURÍDICA Y FORENSE.

PSICOLOGÍA JURÍDICA EN EL ÁMBITO DE LA FAMILIA


INSTRUMENTALIZACIÓN DE LOS HIJOS EN LOS
CONFLICTOS DE PAREJA

Carmen Godoy Fernández. Facultad de Psicología. Universidad de Murcia. Página 1


EL RÉGIMEN DE COMUNICACIÓN Y VISITAS

Código Civil. Artículo 94.


El progenitor que no tenga consigo a los hijos menores o incapacitados gozará del derecho
de visitarlos, comunicar con ellos y tenerlos en su compañía. El juez determinará el
tiempo, modo y lugar del ejercicio de este derecho, que podrá limitar o suspender si se
dieran graves circunstancias que así lo aconsejen o se incumplieren grave o
reiteradamente los deberes impuestos por la resolución judicial.

Este régimen de comunicación y visitas no es sólo un derecho del padre, es


también un derecho del niño y un deber del padre y es responsabilidad del padre/madre
custodio que el régimen se cumpla.

Carta europea de los derechos del niño

8.13. En caso de separación de hecho, separación legal, divorcio de los padres o nulidad
del matrimonio, el niño tiene derecho a mantener contacto directo y permanente con
los padres, teniendo ambos las mismas obligaciones, incluso si alguno de ellos viviese
en otro país, salvo si el órgano competente en el Estado miembro afectado lo declarase
incompatible con la salvaguardia de los intereses del niño. Se deberán adoptar pronto las
medidas oportunas para impedir el secuestro de los niños – su retención o no devolución
ilegal perpetrada por uno de los padres o por un tercero- ya tenga lugar en un estado
miembro o en un tercer país. Los procedimientos legales adoptadas deberán ser aptos para
resolver las discrepancias de manera económica y expedita y deberán ser fácilmente
aplicables en toda la Comunidad.

El régimen de comunicación y visitas es asignado al progenitor no custodio


cuando no se establece una custodia compartida y constituye uno de los derechos
fundamentales del niño. Es responsabilidad de los padres garantizarle al niño la
continuidad de la relación tras la separación y su incumplimiento conculca gravemente
los derechos del niño.

La interpretación literal que se ha hecho del término “régimen de visitas” ha


contribuido a la creencia de que hay un “padre que visita” y un “niño que recibe visitas”.
La rigidez de mantener estos conceptos impide asimilar a la sociedad que se trata de
propiciar que la interacción padres- hijo se produzca en el mayor número de situaciones.
“Visitar” parece que implica un papel pasivo, “interactuar” supone un papel activo. En
algunas separaciones contenciosas se sigue un cumplimiento estricto y rígido intentando
limitar estas interacciones a “lo estipulado” en el convenio. En ocasiones el deseo de un
progenitor de ampliar las visitas, es decir las interacciones, sitúa al progenitor ante una
complicada situación judicial.

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Lo conveniente sería que las relaciones entre padres e hijos se establecieran de
forma flexible y según las necesidades del niño. Pero algunas parejas separadas son
incapaces de llevar este sistema sin que surjan conflictos que precisen de una regulación
real; por ello, la mayoría tiene que fijar en el convenio regulador los días entre semana de
visita, la distribución de fines de semana y los períodos vacacionales. La flexibilidad es
una fuente de conflictos en las parejas litigantes y sólo se puede llevar a cabo con
parejas con determinada madurez para mantener la comunicación que los hijos
necesitan.

El régimen fijado en sentencia debería ir modificándose en función de una serie


de variables que son importantes: cambios laborales de los padres, aumento o
disminución de disponibilidad en tiempo de los progenitores, la edad del niño,
necesidades distintas… Sin embargo, en la realidad no hay una revisión periódica del
régimen fijado como tampoco se realiza una evaluación psicológica de las consecuencias
de los acuerdos adoptados. Esta situación propicia una situación de abuso por parte de
algunos progenitores y que conlleva que cualquier intento de modificación de medidas
pase inevitablemente por los juzgados.

El régimen de comunicación, el pago de la pensión, la asignación de la custodia


son motivo de litigio en los tribunales y en torno a ellos se generan numerosos
conflictos.

En torno a lo estipulado en el convenio regulador respecto al régimen de


comunicación y visitas, surgen situaciones con graves repercusiones en NNA. Se sigue
un cumplimiento rígido y muy estricto del mismo, no se permiten modificaciones ni
cambios en función de acontecimientos que pueden ir surgiendo en el ciclo vital. Se
argumenta en contra de cualquier modificación “que es lo estipulado en el convenio”.

Es importante recordar que la ley recoge las condiciones mínimas que deben
cumplirse, pero ello no excluye que los propios padres/madres lo amplíen en aras de
aumentar las interacciones para favorecer el contacto de los hijos/as con sus padres

Introducir el criterio de flexibilidad es enormemente difícil para la pareja en litigio


y generalmente se traduce en conflictos y tensiones que se proyectarán sobre los NNA.

Las preferencias de los hijos/as muestran que éstos eligen sistemas de visitas
flexibles y sin restricciones. Cuanto más pequeños son los hijos demandan mayor
duración de las visitas y a medida que crecen, quieren más flexibilidad y visitas más cortas
(Neugebauer, 1988). En general, el adolescente siente necesidad de desvincularse e
independizarse de sus padres en familias intactas y en familias monoparentales.

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LA IMPORTANCIA DE LA REGULARIDAD EN LOS CONTACTOS
CON EL HIJO.
El porcentaje de padres separados sin custodia que deja de visitar a sus hijos al
cabo de varios años de divorcio es del 50%; en algunos casos cuánto más tiempo pasa
después de la separación, mayor es la probabilidad de reducir las visitas. También
sabemos que se reducen las visitas cuando el progenitor sin la custodia entabla una nueva
relación de pareja y se aleja físicamente y emocionalmente de sus hijos/as.

Los estudios sobre las interacciones y contacto entre padres separados y sus
hijos/as, evidencian que las relaciones con el padre ausente caen drásticamente, sobre
todo cuando se analizan desde una perspectiva longitudinal. En general, y en España la
pérdida de contacto con los hijos es una consecuencia sufrida por el padre
mayoritariamente y por los hijos/as.

A pesar de la postura unánime de todos los profesionales que aconsejan


regularidad en los contactos entre padres e hijos en el postdivorcio, la realidad ofrece
cifras alarmantes. Los datos informan que sólo el 25% de los hijos de parejas divorciadas
ven a su padre una o más veces a la semana. En un 33% de los casos, los hijos no ven al
padre o lo ven unas cuantas veces al año.

El objetivo del régimen de visitas es intensificar las relaciones entre progenitores


e hijos; por ello, es fundamental que el no custodio, aproveche la estancia de los hijos
para estar el máximo tiempo con ellos y evite en la medida de lo posible, dejarlos con
otros familiares o delegar sus responsabilidades en otros.

EL RÉGIMEN DE ESTANCIAS
Algunos cambios legislativos (Anteproyecto de Ley elaborado por el gobierno en
2013) han eliminado la excepcionalidad de la custodia compartida amparando a aquellos
padres que desean pasar de meros visitadores a padres activos. Permitiendo interpretar
que el deseo de aumentar la relación con el hijo no fuese interpretado más que como un
compromiso de participar activamente en la vida del hijo y un indicador del grado de su
responsabilidad.

Las cifras nos indican una evolución favorable hacia la adjudicación de custodias
compartidas y una disminución de las custodias exclusivas hacia la madre en los últimos
años a la madre.

Las comunidades autónomas con legislación específica postdivorcio tienen


mayores porcentajes de guarda y custodia compartida. Cataluña, Valencia, Baleares,
Aragón, Navarra y País Vasco comparten más crianza. Extremadura, Murcia, Andalucía
y Madrid, menos.

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Desde que la figura de la custodia compartida - que en realidad es residencia
alterna con ambos progenitores y no siempre al 50% - entró en el código civil español, en
el año 2005, su uso ha ido en aumento de manera continuada. Aquel año la estadística
oficial hablaba de un 2% de padres con la guarda compartida. En 2015, eran una de cada
cuatro parejas divorciadas las que establecían custodia compartida, según datos del INE.
Sin embargo, a partir de 2010 se abrió una brecha en España entre Comunidades,
coincidiendo con que cinco autonomías comenzaron a legislar normas propias para la
organización familiar postdivorcio. En 2020 un trabajo impulsado por el Consejo
General del Poder Judicial en el que se estudiaron cientos de resoluciones judiciales se
concluyó que la custodia compartida se adoptó en una quinta parte de los caos en los
que hay acuerdo y en algo más del 40% cuando hay discrepancias.

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INTERFERENCIAS PARENTALES LOS CONFLICTOS DE PAREJA

Las interferencias parentales constituyen una materialización del conflicto entre


los padres tras la separación y ha sido objeto de análisis en numerosos foros científicos.
Tal y como sucedió en el I Congreso Multidisciplinar sobre Interferencias parentales que
se celebró en Santiago de Compostela en 2008. Así mismo, la Asociación Española
Multidisciplinar de Investigación sobe interferencias parentales está centrada en el
estudio de esta realidad.

El término gatekeeping (Allen, 1999) se refiere a las funciones facilitadoras o


inhibidoras ejercidas por uno o ambos progenitores y que determinará quién tendrá acceso
a los hijos y la naturaleza de dicha relación.

La Asociación Valenciana de padres separados estimó en 2005 que el 30% de los


hijos de parejas rotas de forma contenciosa y altamente conflictiva referían sentimientos
de rechazo a uno de sus progenitores.

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Unos 25.000 niños son inducidos cada año en España por uno de sus progenitores
a odiar al otro sin que exista para ello más motivo que el conflicto entre marido y mujer
trasladado a los hijos (Fariña 2008).

INTERFERENCIAS AL RÉGIMEN DE COMUNICACIÓN Y VISITAS.


Braver, Griffin y Cookston (2005) encontraron que la mayoría de los progenitores
divorciados experimentan niveles altos de conflicto durante los tres primeros años y
después ejercen la parentalidad en paralelo o de forma cooperativa, aunque un 25% de
los progenitores continúa manteniendo el conflicto.

La interferencia en las visitas constituye un problema grave para los hijos de


separados. Alrededor de un 50% de progenitores se queja de interferencias por parte de
su ex pareja y un 40% de los padres/madres con custodia admiten que utilizan la
interferencia para castigar a su excónyuge.

Encontramos casos en que un progenitor obstaculiza la relación del niño con el


otro progenitor bien de forma intermitente o transitoria. En los casos más graves, lo
consiguen durante largos períodos de tiempo siendo el objetivo final que la relación
desaparezca.

No contestar llamadas, no estar en casa cuando el padre/madre viene a recoger al


niño/a, hacer coincidir actividades extraescolares con el régimen de visitas, negarse a
hacer cambios de fines de semana o en vacaciones e impedir que el niño pase días
festivos entre semana con el progenitor, son algunos ejemplos de cómo dificultar la
relación parentofilial.

A veces uno de los padres sólo ve problemas o destaca los aspectos negativos de
la estancia del hijo con el otro: “no se ocupa de los niños, no juega con ellos, los deja en
casa de la abuela …” tras estas quejas encontramos una forma encubierta de invalidar al
padre o a la madre. Incluso en las ocasiones en las que un progenitor carece de habilidades
para relacionarse con su hijo, el objetivo no sería eliminarlo, sino de enseñarle habilidades
y estrategias para tener la relación que sus hijos/as necesitan.

La interferencia al régimen de comunicación y visitas o al régimen de estancias


establecido en sentencia conlleva consecuencias muy graves. Las medidas actuales no
son suficientes para proteger a los hijos/as. Deberían adoptarse medidas más contundentes
ante el hecho de que los derechos del niño se vulneren de este modo, es evidente que una
vez dictada la sentencia sobre el régimen de visitas, en la mayor parte de los casos los
menores quedan desprotegidos.

Es necesario la supervisión por parte de un psicólogo de estos procesos, a nivel


diagnóstico se deberían identificar aquellos padres con un alto grado de conflictividad
entre ellos. Es preciso garantizar legalmente al niño/a el derecho a las relaciones con sus
dos progenitores y evitarle convertirse en el objeto de posesión de uno de ellos.

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Otro criterio a tener en cuenta en el postdivorcio es la identificación del progenitor
facilitador en oposición al obstaculizador, es preciso supervisar la evolución y el
cumplimiento del régimen de visitas y del régimen de estancias, de tal modo que se
identifiquen los roles que cada uno asume. El progenitor facilitador sería aquel que
propicia la relación de los hijos con el ex y se implica para que la relación funcione entre
ellos. Considera beneficiosa la relación para ambos y favorece la interacción en el mayor
número de situaciones posibles. El obstaculizador, muchas veces se presenta como tal, y
declara abiertamente que la relación de su hijo con su padre/madre le es perjudicial. Pero
en otras ocasiones, ante los profesionales, intenta enmascarar su actitud. Frases como: “si
a mí no me importa que se relacione con su padre/madre, es él el que no quiere”, pueden
reflejar los aspectos disfuncionales de los que estamos hablando.

En ocasiones y por razones socioculturales son los familiares (abuelos, tíos o cuñados)
los que aconsejan a la madre que limite el acceso del padre. “Bastante le dejas verlo”,
“ya lo ve bastante durante la semana”. Algunas de estas frases pueden reflejar la idea de
que la madre le hace un favor al padre porque deja que vea a sus hijos. Estos consejos
evidencian la creencia generalizada de que es la mujer la que debe “permitir” o
“autorizar” la relación, y sobre esta idea aconsejan que limite o reduzca los contactos.
Pocos son los que se plantean que esta reducción a quien más afecta es al niño/a, porque
éste necesita justo lo contrario. Necesita estar seguro de que su padre lo quiere y desea
estar con el /ella.

LA NEGATIVA A LAS VISITAS O A LAS ESTANCIAS CON UNO DE


LOS PROGENITORES.

Un 60% de niños se resisten a ir con el progenitor no custodio o a regresar con el


custodio después de las visitas de fin de semana. Los procesos psicológicos implicados
en la adaptación emocional al divorcio pueden explicar estas resistencias o negativas. Las
razones de dichas resistencias o negativas deben evaluarse de forma individualizada en
cada caso.

Un porcentaje de negativas puede deberse a maltrato psicológico, maltrato físico,


abuso sexual, a la presencia de cuadros psicopatológicos graves en los padres o a
relaciones vinculares débiles con los progenitores.

En otros casos podemos encontrarnos trastornos de angustia por separación, alteraciones


de conducta, oposicionismo y dinámicas internas conflictivas en los hijos/as que explican
el rechazo a estar con uno de los progenitores.

También hay situaciones en las que el contacto del menor con su padre/madre ha
sido prácticamente inexistente, de tal modo que el progenitor es un desconocido para el
niño. En estos casos es evidente que el niño se mostrará reacio irse con una persona con
la que no tiene un vínculo. Y en estas circunstancias, en las que el padre manifiesta su
deseo de reanudar la relación con el hijo, lo mejor es que el otro progenitor le ayude, que
al principio las visitas se realicen en presencia de él o de sus familiares y que éstas sean
cortas al principio y se amplíen con el tiempo.

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La negativa también puede derivarse de factores asociados a la aceptación que uno
de los progenitores puede tener hacia el régimen de visitas o hacia el régimen de estancias,
y/o a la aceptación o rechazo hacia el ex. Esta “no aceptación” es captada por los hijos y
éstos podrían colocarse emocionalmente en lo que denominamos conflicto de lealtades.

Cuando un hijo/a se encuentra ante un conflicto de lealtades, teme defraudar, si se


va con el progenitor que es rechazado, es como si estuviese traicionando la lealtad del
otro. En ocasiones cuando tenemos un problema con alguien, esperamos que los amigos
o la familia se sitúen a nuestro lado y rechacen o muestren su desagrado ante la persona
con la que hemos tenido el problema. Esto es exactamente lo mismo que algunos padres
piden a sus hijos, bien porque se explicita verbalmente o porque el lenguaje no verbal se
traduce así. El hijo/a capta que al padre/madre le desagrada que “el estar su ex” sea algo
esperado, deseado o agradable, colocándole emocionalmente en una situación compleja
de resolver.

Otra de las razones que sustentan la negativa del niño puede ser que éste se
encuentre bajo interferencias parentales, que en casos extremos pueden dar lugar a la
alineación parental. La presión de un padre alineador es razón suficiente para que el niño
manifieste esta negativa. Las razones que el niño argumenta para negarse al contacto con
un progenitor deben ser valoradas y analizadas en cada caso.

ACTITUDES Y COMPORTAMIENTOS QUE PUEDEN INTERFERIR


EL DESARROLLO DE LAS RELACIONES PARENTOFILIALES

La separación es una situación que obliga a una reorganización de la dinámica


familiar. Algunos hijos no aceptan esta situación albergando fuertes deseos de ver
reconciliados a sus padres y generando sentimientos de rechazo hacia el progenitor que
no quiere dicha reconciliación. En otras, uno de los miembros de la pareja es el que
alberga dicha reconciliación, albergando fuertes sentimientos negativos cuando ésta no
es posible.

Esta situación emocional del niño puede ser utilizada” cuando uno de los padres
no acepta la separación y acepta y valida el rechazo de su hijo al ex. El progenitor acepta
y tolera permisivamente ese rechazo y lo utiliza porque sirve a sus intereses, reforzando
al hijo/a y permitiendo una salida desadaptativa y disfuncional.

Cuando el progenitor no desea promover el afecto entre el menor y su ex, tolera y


justifica el distanciamiento, no se implica en promover el afecto hacia el padre/madre y
no ayuda a una resolución sana de estos conflictos favorece la alienación psicológica del
menor.

Algunos menores sienten que sus razones son propias y no cedidas por los adultos.
En otras muchas ocasiones, los hijos no son conscientes de los argumentos que han ido
interiorizado de sus padres.

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Desde el punto de vista psicológico cuando se permite que este proceso se
cronifique, se está permitiendo la instauración de un mecanismo patológico que implicará
graves desajustes emocionales y comportamentales en los hijos. A continuación se
exponen ejemplos de situaciones que pueden interferir las relaciones parentofiliales:

1. Dar oportunidades a los niños de decidir sobre las visitas, permitir o propiciar que los
hijos decidan cuando hay dictada una sentencia, es colocarlos en un conflicto de
lealtades. Además, el niño va a culpar al progenitor no custodio por no darle lo
oportunidad de decisión sobre cuándo realizar las visitas. De esta forma, el progenitor
no custodio es rechazado.

2. Cuando los padres dan toda la "información" a los hijos sobre la relación matrimonial
o las razones “auténticas del divorcio”. El progenitor normalmente asegura que sólo
intenta ser honesto con sus hijos y que sus hijos sepan “la verdad”. Esta práctica es
destructiva y quizás busca devaluar la imagen del padre o la madre.

3. No aceptar el hecho de que los niños tienen sus propias cosas y que en muchas
ocasiones les gusta llevarlas consigo cuando se trasladan a la casa del otro progenitor.

4. No permitir al otro progenitor el acceso o los expedientes escolares o médicos de los


hijos, así como no informarle sobre las excursiones, actividades extraescolares, amigos
con los que queda…

5. Culpar al otro por los problemas financieros, por romper lo familia, por el cambio en
el estilo de vida, por tener una nueva pareja, etc...

6. No aceptar la flexibilidad con las visitas en beneficio de los hijos. Algunos padres
podrían programar tantas actividades que el otro progenitor nunca tendría tiempo para lo
visita. Por supuesto, cuando el padre/madre protesta, es descrito/a como egoísta y poco
comprensivo.

7. Preguntar a un niño para que elija a uno u otro progenitor provoca en los niños una
angustia considerable.

8. “Tranquilizar al niño” diciéndole que cuando sea mayor podrá decidir con quién quiere
vivir.

9. Quejarse a los hijos sobre la relación de pareja hasta conseguir que sean ellos los que
aconsejan a sus padres que se separen.

EL MENOR ANTE UN CONFLICTO DE LEALTADES

El niño/a quiere a su padre y a su madre, depende emocionalmente de ellos. Esto


significa que para sentirse bien necesita agradarles y que éstos le trasmitan aceptación.
Pero hay situaciones en las que al niño le resulta imposible agradar a dos personas con
intereses contrapuestos. Surge entonces el conflicto, quiere ser leal a los dos, no quiere
defraudar a ninguno; si lo hace, puede que se enfaden con él o que le muestren su
decepción o desagrado. El niño piensa que cualquier opinión, actitud o comportamiento

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que no sea del agrado de su padre o de su madre, será interpretado como una deslealtad.
El hijo sabe que, ante una elección, motivo de conflicto entre sus padres, agradará a uno
de ellos, pero irremediablemente decepcionará al otro. Esta situación es lo que
denominamos como conflicto de lealtad.

Cuando los padres trasmiten a su hijo/a que debe ser él/ella el que elija con quien
desea vivir se le coloca ante un conflicto de lealtad. Es responsabilidad de los padres
tomar las decisiones sobre los NNA aunque se hayan separado. Son los padres los que
deben acordar cuál será la situación que mejor conviene al menor. No se debe delegar
una responsabilidad de este tipo en el niño/a por el hecho de que la pareja sea incapaz de
llegar a un acuerdo. Si a ellos les resulta muy difícil por el conflicto abierto que
mantienen, también lo es para un hijo/a, aunque por una razón bien distinta, porque los
quiere a los dos, y elegir puede ser interpretado como una preferencia.

No es conveniente preguntar al hijo: ¿con quién prefieres vivir, con papá o con
mamá? Esta pregunta se formula a veces en el entorno familiar e incluso abogados y
jueces abordan directamente esta cuestión. Supone una presión psicológica que le coloca
ante un conflicto de lealtades que supone una presión psicológica perjudicial para los
hijo/as. Los hijos deberían quedar al margen de tal decisión.

En muchas ocasiones estas situaciones propician que el hijo/a se convierta en


“verdugo” de sus padres, porque se siente legitimados para valorar y enjuiciar a sus padres
y éstos dependen de sus juicios. Alguno de sus progenitores le enseñó previamente esta
actitud, alterando los principios una dinámica familiar sana.

En nuestra experiencia hemos constatado como la preferencia expresada por el


niño, inducida o no, es interpretada como una validación de las funciones parentales, es
decir, alimenta la autoestima de los padres y satisface enormemente el ego de la persona.
Por eso, cuando no se es elegido, los padres pueden utilizar múltiples recursos para
defenderse: crear sentimientos de culpa en el niño, mandarle mensajes de rechazo
afectivo, crearle inseguridad … Son estrategias utilizadas por los adultos que dañan
gravemente el equilibrio del menor, por ello los padres que se encuentren en proceso de
separación deben reflexionar sobre el modo en que actúan en estas situaciones.

Los porcentajes de litigio en los separados por la custodia y el régimen de visitas,


ofrece una realidad que parece reflejar lo anteriormente explicitado. Para algunas
personas parece enormemente difícil aceptar compartir con el ex cónyuge la custodia o
aceptar que éste mantenga una relación con los hijo/as y la judicialización de los
conflictos se convierte en una vía para interferir en las relaciones parentofiliales.

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INTERFERENCIAS PARENTALES GRAVES: ALIENACIÓN
PARENTAL

Ya a principios de los años 70, cuando aún no se hablaba del Síndrome de


Alineación Parental propiamente dicho, Borszomengy-Nagy observó este tipo de
conflictos como una forma de relación familiar en la que la lealtad hacia uno de los padres
supone deslealtad hacia el otro. Este hecho, que Borszomengy-Nagy denominó “lealtad
escindida”, obliga al hijo a ser incondicionalmente leal a un progenitor, desvalorizando
al otro. Este sentimiento de lealtad puede extenderse también a la familia (abuelos, tíos,
primos) del progenitor al que el niño está alineado (hacia el que es leal), en detrimento de
la familia del otro. El niño que se siente atrapado entre dos hogares puede resolver el
conflicto rindiéndose a uno de ellos, lo que favorece la alienación con uno de los padres.

El síndrome de alienación parental es definido por R. Gardner en 1985 como un


conjunto de manifestaciones que aparecen en los hijos de parejas con rupturas
conflictivas. Surge cuando uno de los progenitores manipula y predispone a los hijos en
contra del otro progenitor, de forma que llegan a manifestar hacia él/ella un odio
injustificado que conduce no solo a la interrupción de la relación de los menores con ese
progenitor, sino también a la subyugación hacia el progenitor que aliena, constituyendo
un tipo de maltrato emocional.

Normalmente el progenitor alienador transmite al hijo/a cantidad de detalles,


sentimientos negativos y malas experiencias vividas con el progenitor odiado,
absorbiendo el hijo toda esta información y entonces adopta el papel de protector del
progenitor alienador.

Dado el papel protagonista del progenitor que aliena, es interesante conocer las
estrategias que este utiliza para llevar a cabo la manipulación y cuáles son las
motivaciones que pueden subyacer a su modo de actuar (Junco M.T., 2008). Esta autora
recopila las diversas estrategias utilizadas por el progenitor alienador para impedir la
relación entre los hijos y el progenitor alienado y para inducir en los hijos rechazo hacia
él/ella:

• Impide el contacto telefónico de los hijos con el otro progenitor: bien no coge el
teléfono, bien le hace creer al niño/a que el otro progenitor no llama por teléfono.

• Programa actividades incompatibles con las visitas: es muy típico programar


actividades extraescolares en el horario en que deberían estar realizándose las
visitas con el otro progenitor.

• Atribuye el rol parental a su nueva pareja

• Intercepta el correo y/o paquetes enviados por el otro progenitor para sus hijos

• Insulta o desvaloriza al otro ante los niños

• No informa al otro progenitor sobre las actividades, salud, colegio, etc. de los
hijos comunes.

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• Deteriora la imagen de la nueva pareja del otro cónyuge

• Impide las visitas: son disculpas típicas alegar que el niño está enfermo o
sencillamente que no quiere ir a las visitas, está en casa de un amigo, tiene un
examen y necesita que se le expliquen las materias, tiene un cumpleaños o una
actividad escolar…

• Busca un cooperante para la alineación (su nueva pareja, sus padres, etc.)

• Toma decisiones importantes sin consultar al otro progenitor, como por ejemplo
cambiarlo de colegio, apuntarlo a campamentos, actividades extraescolares…

• Intenta cambiar los apellidos del niño, omite el apellido al escribir el nombre en
libros o cuadernos escolares..

• Busca cuidadores alternativos al otro progenitor: por ejemplo, en caso de que no


pueda cuidar a los niños porque tenga problemas de salud, o que hacer un viaje,
acude a pedir ayuda a cualquiera antes que al progenitor contra el que aliena a
los niños.

• Rechazar la ropa, juguetes, etc. que le compra el otro progenitor

• Reprender a los hijos por contactar con el otro por teléfono., mail, correo, etc.

• Culpar al otro progenitor del mal comportamiento de los hijos

• Ridiculizan el afecto de los niños hacia el otro progenitor

• Premian las conductas despectivas y de rechazo hacia el otro progenitor y las


refuerzan con el silencio

• Amedrentan a los niños con que el otro progenitor les va a causar algún daño

• Presentan denuncias falsas de abuso físico y/o sexual

• Cambian de domicilio a sitios alejados

• Buscan informes médicos o psicológicos que avalen sus planteamientos

Algunas motivaciones que subyacen a los progenitores que alienan y cuyo objetivo
principal es anular la relación entre los hijos/as y el ex son:

• Mantener el vínculo psicológico primario con sus hijos. Algunas madres sienten
amenazada su preferencia para ejercer la custodia y por tanto el mantenimiento
del vínculo primario con sus hijos. Se convierte en primordial para la mujer hacer
prevalecer esta condición sobre el ex y en el contexto social, sobre todo si el

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entorno considera que la adjudicación de una custodia compartida puede
cuestionar su valía.

• Sentimientos de furia, rabia, necesidad de venganza… etc. Una persona que no


desea separarse puede intentar vengarse del otro privándole del contacto con sus
hijos, para lo cual los predispone en su contra.

• Disparidad económica: El progenitor que se sienta perjudicado económicamente


por la ruptura conyugal o que quiera sacar ventaja respecto al otro puede utilizar
a los hijos como modo de presionar un acuerdo ventajoso en el juzgado. Para lo
cual los manipula y predispone en contra del otro.

• Formación Reactiva: Los sentimientos de enfado en el momento de divorciarse


pueden ser usados para suprimir los sentimientos amorosos residuales. A veces
las personas necesitan odiar para poder aceptar la separación

• Necesidades del ego: “el amor escenificado” por los hijos que muestran algunos
progenitores que alienan encubre una estrategia subyacente y hostilidad
encubierta. Ese amor que exhiben hacia sus hijos es una forma de presentarse
como una figura ideal en contraposición con la figura del ex.

• Proyección: pueden atribuir a sus ex tendencias y prácticas que son similares a


sus propias estrategias.

• Continuidad de prácticas excluyentes: algunas veces las maniobras de exclusión


preceden a la disputa por la custodia y son una mera extensión de las tácticas
excluyentes previas que han estado presentes en la dinámica familiar previa.
Algunas empiezan en el momento de nacer el niño.

• Sobreprotección: los progenitores sobreprotectores durante el matrimonio pueden


incorporar el mismo mecanismo en la separación. Los progenitores
sobreprotectores son candidatos/as de alto riesgo para interferir en las relaciones
parentofilales y percibir de forma devaluada al ex.

Actualmente la mayoría de los profesionales del ámbito jurídico identifican estos


procesos tanto en hombres como en mujeres. En un trabajo de investigación presentado
al VIII Congreso de Psicología Jurídica celebrado en 2014 se encuestó a psicólogos
forenses sobre la alienación parental en sus informes periciales.

El 82% de los encuestados identificó indicadores de alienación parental, lo


detectaban en ambos progenitores, y un 68% identificó más conductas alienantes en el
progenitor que convivía más tiempo con los hijos. Un 47% de los encuestados encontró
conductas alienantes en los abuelos y en respuesta a cuál era la modalidad de custodia
asociada con mayor frecuencia a la alienación parental, el 94% indicó que en la custodia
exclusiva.

Warshak (2001) explica los motivos que subyacen al progenitor alienador:

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• límites escasos: el alienante no distingue entre sus deseos y los del niño, no
considera su comportamiento como destructivo para el niño.

• venganza: ciertos padres alienantes se sienten rechazados; un modo de vengarse


es privar al otro de sus hijos.

• narcisismo: muchos padres se sienten inferiores, para convencerse de su


superioridad menosprecian al otro progenitor.

• culpabilidad: ciertos padres divorciados toleran mal la culpabilidad de sus


acciones y se focalizan en los fallos del otro progenitor.

• inseguridad: ciertos padres dudan de su capacidad para mantener el cariño de


sus hijos y consideran al otro como un competidor que les pone en riesgo.

• búsqueda de confirmación: ciertos padres buscan que la audiencia confirme su


discurso.

• paranoia: los paranoicos catalogan al entorno como amenazante para ellos,


quien no está conmigo está contra mí. El niño recibe esta presión.

• transmisión intergeneracional: un buen porcentaje de padres sufrieron la


ausencia de alguno de sus padres en su infancia.

CARACTERÍSTICAS QUE PERMITEN IDENTIFICAR SI UN HIJO/A


ESTÁ ALINEADO/A CON UN PROGENITOR

Son ocho los criterios descritos por Gardner para identificar este proceso.

1) Campaña de denigración

El niño está alineado con el progenitor alienador y por ello habla despectivamente
del alienado sobre su comportamiento. Se realizan descalificaciones, se vierten injurias,
se alega cualquier argumento que sirva para justificar el rechazo.

En ocasiones y dependiendo del grado de interferencias las explicaciones y


justificaciones son débiles y sin fundamento. Pero a lo largo del proceso, el menor puede
ir construyendo explicaciones incrementando de la gravedad de las conductas que le
atribuye al progenitor alineado.

Un hijo/a con rabia por la ruptura de pareja de sus padres puede canalizar estos
sentimientos a través de una denigración sin piedad del progenitor.

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Son diversas las situaciones que pueden ocasionar rabia hacia uno de los padres,
la separación, una nueva pareja, un nuevo matrimonio, rivalidad con la nueva pareja,
inseguridad afectiva, la decepción al comprender la imposibilidad de una reconciliación,
rivalidad hacia nuevos hermanos …etc.

2) Justificaciones frívolas o absurdas de rechazo al progenitor

Las razones alegadas para justificar el rechazo al progenitor son a menudo


débiles, frívolas o absurdas. El hijo dá pretextos futiles, poco creíbles o absurdos para
justificar su negativa a la relación con el padre.

Ejemplos: “no quiero ver a mi papa porque él no se ocupa de que haga los
deberes”, “no me gusta ver a mi papá porque siempre me hace pollo para comer”

3) Ausencia de ambivalencia afectiva hacia la figura rechazada

Las relaciones humanas conllevan a nivel emocional sentimientos ambivalentes.


Sentimientos de amor y odio que están presentes en las relaciones que establecemos con
nuestros padres y hermanos. En estos casos el hijo está absolutamente seguro de su
sentimiento hacia el progenitor alienado: el odio, no cabe otro sentimiento que no sea el
rechazo hacia éste.

4) Fenómeno del pensador independiente

El niño afirma que la decisión de rechazar al progenitor es exclusivamente suya,


manifiesta que la decisión es propia y no está influenciada por nadie. El hijo afirma que
nadie le ha influenciado y que ha llegado solo a tomar esta decisión.

5) Apoyo al progenitor alienante

El progenitor alienador ha transmitido al hijo su experiencia negativa, éste termina


absorbiendo toda esta información y entonces el hijo/a adopta el papel de protector del
progenitor alienador. El hijo adopta la forma de pensar del progenitor alienador en el
conflicto. Defiende al progenitor alienado y mantiene que éste no ha influido en su
pensamiento ni en la decisión que ha tomado.

No se atreve a acercarse al progenitor alienado o expresar sentimientos


ambivalentes hacia éste. Cuenta sólo lo negativo de las visitas y de los contactos para
mantener contento al progenitor con el que convive.
Conoce la animadversión del alienador y psicológicamente la satisface con sus
comentarios y su actitud, por eso podemos afirmar que está alineado psicológicamente
con su pensamiento. El silencio de éste o la satisfacción manifestada en el lenguaje verbal
o no verbal refuerza y consolida este patrón.

Siente que debe elegir y quien tiene el poder y de quien depende su supervivencia,
es el progenitor alienador.

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6) Ausencia de sentimientos de culpa.

El niño expresa desprecio sin manifestar culpa por los sentimientos de odio, no
siente remordimiento de experimentar este tipo de sentimientos hacia el padre/madre.
Justifica su animadversión, su enfado, su rabia y no expresa conexión emocional con el
sufrimiento que esta actitud pueda ocasionar en su padre o en su madre. Se interpreta que
el deseo del progenitor de tener una relación es malintencionada, se devalúa su necesidad
emocional y se desprecia el cariño que intentan ofrecer.

7) El menor relata escenarios prestados.

Hace referencia a que el hijo cuenta hechos que no ha vivido él directamente o si


los relata es porque alguien se los ha contado. Las manifestaciones del niño reflejan temas
y terminología propios del progenitor alienador. Ejemplos: “mi padre, no me quería
tener, él quería abortar” “nunca ha querido a mi madre…”

8) El rechazo se hace extensivo a la familia del progenitor rechazado.

El hijo se niega a mantener relación con la familia extensa del progenitor alineado.
Los abuelos, tíos, primos… son rechazados y se anula la relación con ellos. El hijo niega
vínculos emocionales y cuestiona la veracidad de los sentimientos de dichos familiares.

Tabla 1. Tipos de alienación. (Gardner, 1998a)

MANIFESTACIÓN
LIGERO MODERADO SEVERO
SINTOMÁTICA
Campaña de denigración Mínima Moderada Formidable
Múltiples justificaciones
Justificaciones para el desprecio Mínimas Moderadas
absurdas
Ambivalencia Normal Ausencia Ausencia
Fenómeno del "pensador
Normalmente ausente Presente Presente
independiente"
Apoyo reflexivo al progenitor
"alienante" en el conflicto Mínimo Presente Presente
parental
Culpa Normal Mínima o ausencia Ausencia
Argumentos prestados Mínimos Presentes Presentes
Extensión a red social Mínima Presente Formidable, a menudo fanática
Dificultades en la transición a las Formidables o visitas
Normalmente ausentes Moderadas
visitas imposibles
Si hay visitas, comportamiento
Intermitentemente
Conducta durante las visitas Buena destructivo y continuamente
antagonista y provocativa
provocativo
Fuerte. Leve a
Vínculo con el progenitor Severamente patológico. A
Fuerte, saludable moderadamente
"alienante" menudo vinculación paranoide
patológico
Fuerte, saludable, o
Vínculo con el progenitor Fuerte, saludable, o Fuerte, saludable, o
mínimamente
"alienado" mínimamente patológico mínimamente patológico
patológico

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En el tipo ligero, la alienación es relativamente superficial y los niños básicamente cooperan con
las visitas, aunque están intermitentemente críticos y disgustados. No siempre están presentes los
ocho síntomas primarios. Durante las visitas su comportamiento es básicamente normal.

En el tipo moderado, la alineación es más importante, los hijos están más negativos e irrespetuosos
y la campaña de denigración puede ser casi continua, especialmente en los momentos de
transición, donde los hijos aprecian que la desaprobación del padre es justo lo que la madre desea
oír. Los ocho síntomas suelen estar presentes, aunque de forma menos dominante que en los
severos. El padre es descrito como totalmente malo y la madre como totalmente buena. Los hijos
defienden que no están influenciados. Durante las visitas tienen una actitud oposicionista y
pueden incluso destruir algunos bienes paternos.

En el tipo severo las visitas pueden ser imposibles. La hostilidad de los hijos es tan intensa que
pueden llegar incluso a la violencia física. Gardner describe a estos hijos como fanáticos
involucrados en una relación de folie a deux con su madre. Los ocho síntomas están presentes con
total intensidad. Si se fuerzan las visitas, pueden escaparse, quedarse totalmente paralizados o
mostrar un abierto y continuo comportamiento oposicionista y destructivo.

INDICADORES QUE PREDICEN QUE EL PROCESO DE


INTERFERENCIAS PARENTALES HA PROVOCADO LA
ALINEACION PARENTAL

Para Bone-Wolsh, (1999) hay cuatro criterios que permiten predecir que el proceso de
alienación está en curso:

1) Obstrucción a todo contacto: la razón más alegada es que el otro progenitor no es capaz
de ocuparse de los hijos, por lo que éstos no se sienten bien cuando vuelven de las visitas.
Suelen alegar que los niños necesitan tiempo para adaptarse al cambio. De igual modo,
cualquier cambio en los planes de visita del progenitor ausente se aprovechan como
disculpa para anular las visitas

Los mensajes que el niño ha oído suelen ser: "él/ella ya no es miembro de esta familia”,
"se ha marchado porque no nos quiere", "nos ha abandonado "...

El objetivo es excluir al otro progenitor de la vida de los hijos ignorando que cada uno de
los padres debe favorecer el desarrollo positivo de la relación entre los hijos y el otro
progenitor.

2) Deterioro de la relación desde la separación: es importante el estudio de la relación


parental antes de la separación y no dar credibilidad únicamente a lo que cuentan los hijos
o el progenitor alineador.

3) Reacción de miedo por parte de los hijos: el hijo puede mostrar una reacción evidente
de miedo, de desagrado o de estar en desacuerdo con el progenitor alienado.

El progenitor alienador puede amenazar al hijo con abandonarlo o mandarlo a vivir con
el otro progenitor, por lo que el hijo se pone en una situación de dependencia y está
sometido regularmente a pruebas de fidelidad. Para sobrevivir, estos hijos aprenden a

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manipular, se hacen expertos prematuros paro descifrar el ambiente emocional, para decir
nado más que una parte de la verdad y, al fin y al cabo, para enredarse en las mentiras y
exprimir emociones falsas. Lo que el hijo va a intentar es no defraudar al progenitor con
el que convive, incluso el progenitor alienador puede mostrar sorpresa ante las reacciones
alienantes del hijo, como si no tuvieran nada que ver con ellos.

4) Denuncias falsas de abuso sexual, abuso emocional, maltrato físico, negligencia…etc.

Un padre alienador nunca va a estar interesado en llegar a algún acuerdo que pudiera
permitir al otro progenitor recuperar la relación con sus hijos.

En ocasiones, con ayuda de sus abogados, los progenitores alienadores retrasan los
procedimientos de los tribunales, ignoran deliberadamente las órdenes judiciales y los
consejos de los terapeutas y mediadores que pudieran de alguno manera reparar el daño
que se está haciendo o los hijos, acabando de nuevo el proceso en los tribunales y todo
ello con el objetivo de llegar a la edad en la que los hijos puedan decidir.

FACTORES DE AJUSTE PSICOLÓGICO EN LOS HIJOS ANTE LA


SEPARACIÓN DE SUS PADRES

• Mantener relaciones continuadas con ambas figuras parentales después de la


separación.
• Mantener la función de parentalidad de atención a las necesidades psicológicas
de los hijos.
• Disposición de los padres para abordar los problemas relacionales que surjan en
la nueva situación.
• Capacidad de los padres para resolver y dejar al margen a los hijos de los
conflictos, peleas y resentimientos en los que están inmersos.
• Trasmitir respeto y aceptación por el otro progenitor.
• Dar “permiso psicológico” al hijo para que exprese sus necesidades emocionales
y vivencias con el ex.
• Mantener las relaciones con la familia extensa de ambos progenitores
• Establecer la coparentalidad como dinámica relacional en el postdivorcio.
• Fomentar la corresponsabilidad

Carmen Godoy Fernández. Facultad de Psicología. Universidad de Murcia. Página 19


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