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Nada fácil

Por Alex Castillo *

No es fácil ser periodista en el Siglo 21. Menos aún si trabajas en


un periódico. Y si es en México, la situación es aún más
complicada.

Quizás nunca ha sido fácil ser periodista. Nuestros precursores


sufrieron muchas carencias comenzando por la precariedad laboral
en el inicio de la industria de la información, riesgos inherentes al
oficio al reportar guerras, conflictos y pandemias y, en muchas
épocas y países, el peligro de resultar incómodo para los poderes
tanto gubernamentales como fácticos.

Lo cierto es que, a quienes nacimos en algún momento del siglo


pasado y decidimos dedicarnos a esta profesión en México, nos ha
tocado desarrollar nuestra actividad en medio de una tormenta
perfecta compuesta por una mezcla de la precarización del oficio
periodístico, el riesgo de perder la vida por el trabajo que
realizamos y las fuertes presiones del Gobierno y otros actores del
poder público y privado.

La situación se ha tornado especialmente difícil desde la llegada al


poder de Andrés Manuel López Obrador quien de manera reiterada
y cotidiana arremete contras los periodistas y los medios, los
responsabiliza de los grandes males nacionales, afirma que
responden a intereses de la derecha y el conservadurisimo, los
denuesta y agrede provocando un clima de animadversión hacia el
oficio de informar que se ha propagado a las redes sociales, al
Legislativo y a varios de los gobiernos locales en manos de
Morena, el partido en el Poder.

No puede ser una coincidencia que México sea el país que, sin
estar en guerra, resultó ser el más peligroso del mundo para
ejercer la profesión periodística con 17 periodistas asesinados el
año pasado.

Y si esta situación nacional no fuera los suficientemente compleja,


todo lo anterior ocurre en el contexto de una profunda crisis global
de la industria periodística por la pérdida de audiencias, la
canibalización de la información, la irrupción de las redes sociales
y el desplome de los presupuestos dedicados a la publicidad de
empresas de todos los ramos.

El pastel publicitario es cada vez más chico y las bocas que hay
para alimentar son muchas entre medios tradicionales, medios
digitales y medios emergentes, además del dinero que se le paga
a los influencers de redes sociales.

En conclusión, el ingreso por concepto de publicidad, que era el


más importante para los medios tradicionales ya no alcanza para
que todos podamos ganarnos el sustento haciendo periodismo.

La generación de información de calidad, además, no es barata.


Los gastos inherentes al ejercicio periodístico son muchos y las
plantillas de los medios se han reducido considerablemente
justamente porque en el panel de control financiero de una
empresa periodística hay solo dos perillas: la de aumentar los
ingresos y la de bajar los costos… y la primera está atascada
desde hace más de una década.

Y es que somos muchos los que estamos intentando monetizar a


través de suscripciones o servicios premium con costo nuestros
contenidos periodísticos… por los que ya casi nadie está dispuesto
a pagar después de que se acostumbraron a acceder a ellos
gratuitamente.

¿Y cómo entonces podemos campear esa tormenta perfecta de


adversidades y lograr un nuevo modelo de comunicación
sostenible? Es la pregunta no sólo del millón, es la pregunta de los
muchos millones y que, hasta donde sé, no han podido responder
de manera satisfactoria ni los grandes consorcios de comunicación,
ni los pequeños medios locales o de nicho en todo el planeta.

Así como el problema es multifactorial, en Grupo Reforma hemos


concluido que la respuesta debe darse de manera simultánea en
varias arenas combinando estrategias y acciones que van desde el
control de costos hasta la generación de contenidos hechos a la
medida de nuestras audiencias y anunciantes, pasando por la
revisión y modificación de procesos y la capacitación y
recapacitación del personal de nuestras redacciones.
En el centro de esos esfuerzos está la indispensable tarea de
recolectar, procesar y convertir en acciones los datos sobre las
preferencias y tendencias de consumo periodístico de nuestras
audiencias todo el día, todos los días prácticamente en tiempo
real.

La recopilación de data a través de software especializado, la


creación de fuerzas de tarea dentro de los equipos periodísticos ya
existentes para analizarla, desmenuzarla y proponer acciones en
consecuencia nos ayuda a entender y atender mejor a nuestras
audiencias como parte de un proceso constante de fidelización de
nuestros suscriptores, que es uno de nuestros principales
objetivos: retener y complacer a quienes ya nos pagan por
nuestros productos.

Pero la tarea no se detiene ahí, pues ese mismo ejercicio nos


permite hacer planeación estratégica con miras a la consecución
del otro gran objetivo: expandir la audiencia y el número de
suscriptores con la mira puesta en hacer crecer los ingresos por la
venta directa de nuestros contenidos y, de paso, poder presentar a
los potenciales anunciantes información dura sobre los públicos
objetivos a los que pueden alcanzar con sus mensajes
publicitarios.

En conclusión, la situación nacional y global es extremadamente


compleja y todo debe hacerse con equipos reducidos con respecto
a épocas anteriores: siempre más y cada vez con menos. No es
fácil ser periodista en el Siglo XXI pero, pensándolo bien… ¿cuándo
lo ha sido?

*El autor es Director Editorial de REFORMA y METRO, periódicos


diarios que se editan en la Ciudad de México.

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