Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Entonces, se requiere que el docente adventista tenga un encuentro personal continuo con
la Inteligencia Poderosa e Invisible que obra en todas las cosas y por medio de ellas. “Vuelve
ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien” (Job 22:21) …
Entonces, se requiere que la mente del docente adventista esté en comunión con la mente
de Dios: lo finito con lo Infinito…
¡En esta comunión se halla la educación más elevada!
Soy Marcelo Gómez Navarro y como docente adventista asumo que en el principio fueron
creados los Cielos (incluída la Tierra) con un propósito amoroso y glorioso por un Dios
Soberano, según las Sagradas Escrituras. Creo en este Dios antiguo que es capaz de traer a
la existencia lo que no existía con el poder de su palabra. Él fue el Hacedor del primer
hombre que pisó la superficie de este planeta, después que habilitó el ornamento de la
Tierra, es decir, que creó la infraestructura para convertirla en una Zona Habitable.
Este primer Hombre fue creado a imagen y semejanza de su Creador. Estaba dotado de
facultades físicas, mentales y espirituales superiores, sólo un poco por debajo de la escala
angélica. Su primer escuela-hogar-santuario fue el jardín del Edén donde gozó del
elevadísimo privilegio de ser instruido por Dios mismo, comunicarse cara a cara con Él,
conocer los misterios del Universo y sus obligaciones y responsabilidades morales.
Creo que en los Cielos, en algún instante de la eternidad pasada surgió en la mente de un
ser angelical privilegiado la idea de oponerse al orden, a la armonía y al gobierno de Dios
(Job 38: 7). Convirtíéndose en el adversario, seduciendo a la población angelical e
incitándolos a la rebelión.
Este conflicto tiene alcance cósmico pero la Tierra se convirtió en el escenario donde se
protagoniza la lucha frontal entre los poderes del bien y del mal.
El hombre fue vencido por Satanás cuando codició lo que Dios había prohibido; cuando
desconfió de la sabiduría de Dios y cuando prefirió oír al engañador en vez de escuchar a
Aquel que es la Verdad. Echó a un lado la fe, la llave del conocimiento. El hombre perdió
todo y quedó separado de Dios.
El pecado aparta, debilita y destruye en el alma humana el deseo de buscar y conocer a
Dios.
La única esperanza de reconciliación de la raza humana caída es el plan de la redención. El
sacrificio expiatorio de Nuestro Señor Jesucristo es lo único que permite que se reanude la
comunión con Dios (2 Cor. 4: 6); que se vuelvan a abrir los tesoros de la sabiduría y se
obtenga una revelación más amplia y elevada del carácter de Dios.
En este sentido, el docente adventista juega un papel primordial ya que su principal
esfuerzo y propósito deben consistir en ayudar a los estudiantes a comprender los
principios del carácter de Dios “afirmados eternamente y para siempre” (Sal. 111: 8) y a
sostener una relación con Nuestro Señor Jesucristo (Col. 1: 19).
Creo firmemente que la verdadera educación y la redención son una misma cosa, pues tanto
en la educación como en la redención “nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo” (1 Cor. 3: 11).
Trabajo en las asignaturas de Física y Matemáticas en los niveles de secundaria y
bachillerato. Pero me voy a referir específicamente a Física 1 que actualmente imparto en
el tercer semestre de bachillerato.
Al iniciar mi planeación, por ejemplo, de la secuencia: Introducción a la Física. Mi
cosmovisión siempre apunta a que el Hombre es un ser creado con un propósito, dotado
de muchas facultades semejantes a las de su Creador, como son salud, sentidos, emociones,
conciencia, inteligencia, raciocinio, creatividad, individualidad, voluntad y toma de
decisiones. Pero mi énfasis está en considerar al Hombre como una criatura, no un dios ni
un semi-dios.
Cosmovisión: “¿Dónde estabas tú cuando YO fundaba la Tierra? Házmelo saber, si tienes
inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre
qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas
del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?” Job 38: 4-7.