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INTRODUCCIÓN AL

ANTIGUO TESTAMENTO B102-09

“Libros Proféticos”

Prof. Miguel Núñez

En el día de hoy continuamos con esta serie acerca de lo que es el Antiguo Testamento,
la historia redentora del pueblo de Dios en relación con su Dios. En el día de hoy vamos
a comenzar el estudio con una vista muy panorámica de lo que fueron los profetas.
Habíamos concluido la historia o el flujo histórico de los eventos con el pueblo judío que
ya se había ido al exilio babilónico y que había regresado.

Entonces, ahora que concluimos el desarrollo o el flujo histórico de esos hechos o


acontecimientos, queremos detenernos por un momento y ver algunas cosas acerca de
los profetas; primero de manera general y luego, ver algunas cosas importantes de
algunas de esas figuras que Dios uso como profetas en el Antiguo Testamento. De
manera que, lo que vamos a presentar ahora es una introducción a los libros proféticos.

División de los libros proféticos

Para comenzar, quisiéramos decir, que el número de libros escritos por profetas que
tenemos han sido divididos en:

➡ Profetas mayores
➡ Profetas menores

La división no obedece a que un grupo de profetas tenga mayor importancia que otros,
aún si lo tuvieran, esa no es la razón por la que la división se hizo. La división se hizo,
simplemente, de una manera práctica, tratando de diferenciar aquellos profetas que
habían escrito mucho versus aquellos profetas que escribieron menos o poca cantidad,
en términos de lo que nosotros tenemos hoy como revelación bíblica. De manera que,
los profetas mayores corresponden a libros muchos más largos y los profetas menores a
libros más cortos.
1.Profetas mayores

Como profetas mayores han sido citados los primeros 5 que aparecen en el canon de
la Biblia tal como lo tenemos hoy: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.
Les recuerdo que en el canon hebreo, los libros de Jeremías y Lamentaciones
aparecían juntos como un sólo libro, un sólo volumen; y eran conocidos, simplemente,
como: El libro de Jeremías. Porque se entendió siempre, que Lamentaciones era algo
que Jeremías había escrito después de la caída de Jerusalén, como una forma de
lamento, literalmente, acerca de la condición en que quedó la ciudad y el reino de
Israel o de Judá, en ese momento.

2. Profetas menores

Los profetas menores, entonces, son los próximos 12 libros que nosotros tenemos en la
Biblia o en la parte que corresponde al Antiguo Testamento de la Biblia y estos son:
Oseas, Joel, Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo,
Zacarías y Malaquías. La mayoría de nosotros estamos más familiarizados con
aquellos profetas mayores que con estos menores por diferentes razones.

La misma extensión de su literatura y, a veces, los temas con que estos profetas tuvieron
que lidiar; hacen que el pueblo de Dios, hoy en día, conozca más a un Isaías, a un
Daniel, a un Ezequiel, que a algunos de estos nombres que acabo de mencionar. Los
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últimos 3 que mencione: Hageo, Zacarías y Malaquías, son los profetas que encontramos
cuando el pueblo regresa del exilio (como mencionamos en la clase anterior).

Ellos estuvieron ahí animando al pueblo, inicialmente, en la construcción del templo; y


luego, Malaquías ayudando al pueblo a reformar su vida religiosa y moral y
acompañando a Nehemías (Malaquías y Nehemías fueron contemporáneos); el resto de
los profetas estuvieron predicando anterior a lo que fue el exilio. Algunos, incluso,
comenzaron predicando anterior a lo que fue el exilio a Asiria en el año 722 a.C.; y
otros, entonces, predicaron hasta más tarde, pero anterior al exilio a Babilonia que se
dio, finalmente, en el año 586 a.C., como el año final en que la ciudad de Jerusalén cae,
finalmente.

Cuando vemos los libros proféticos, algunos han tratado de clasificarlos o de dividirlos de
una manera que se haga un poco pragmática a la memoria, para que tengamos alguna
forma de recordarlos o de categorizarlos. Y Norman Geisler, en un libro sencillo que él
ha escrito acerca del Antiguo Testamento, hizo una clasificación que es la que aparece
aquí, y que vale la pena revisar rápidamente.

Algunos profetas aunque trajeron, muchas veces, anuncios de juicio, tenían con
frecuencia una promesa de restauración; esa promesa de restauración, muchas veces, se
limitaba a la nación de Israel. No necesariamente porque Dios no fuera a restaurar otras
naciones, sino, simplemente, porque eso fue lo que el profeta anunció. Y otros profetas,
entonces, tenían anuncios de restauración que iban más allá de la nación de Israel.

a) En la primera columna tenemos a: Oseas, Joel y Amos, que si bien es cierto, trajeron
anuncios de condenación u oráculos de condenación sobre la nación, no es menos
cierto, que juntamente con eso trajeron, también, noticias de renovación para la
nación de Israel, en un futuro.

b) Otros profetas, además de ese juicio que anunciaban contra Dios o su justicia,

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trajeron, entonces, salvación internacional. Dios, predecía o predijo a través de ellos,
que otras naciones más allá de lo que era Israel, también serían salvas, en un
momento dado de su juicio y por su gracia. Y entre esos, Geisler, en su clasificación
tiene a: Isaías y Miqueas.

c) Otros profetas, simplemente, anunciaron la disciplina de Dios que vendría como fruto
del pecado o la falta de arrepentimiento, pero no necesariamente trajeron en sus
palabras una promesa, de parte de Dios, de restauración para el pueblo. Y entre ellos
están citados: Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías.

d) Y finalmente, en esta última columna, hay un lamento sobre la disciplina de Dios, que
es mejor visto en el libro de Lamentaciones. El cual, como ya mencionamos, es un
libro que fue escrito por Jeremías y que aparecía o aparece, todavía, en el canon
hebreo como un solo libro: Jeremías-Lamentaciones, en vez de ser dos volúmenes es
uno sólo.

Por otro lado, todavía no hemos culminado con todos los libros proféticos que nosotros
conocemos, algunos de estos libros proféticos traían anuncio de un pacto futuro que Dios
iba a hacer con la nación de Israel, reafirmando el pacto anterior.

e) Y entonces, entre esos profetas que conocemos, Jeremías es esa figura, a través de la
cual, Dios anunció que llegaría el día cuando Dios haría un nuevo pacto con la
nación, donde sus leyes no estarían escritas ya sobre roca o sobre piedras, sino que
sus leyes estarían escritas en sus corazones; y eso estaba haciendo alusión, entonces,
al pacto que Cristo vendría a inaugurar o el pacto de la gracia bajo el cual nosotros
estamos hoy.

Recordemos, cómo Cristo, en el aposento alto, habló de ese nuevo pacto en su


sangre; y eso fue algo que Jeremías profetizó antes de que el pueblo se fuera al exilio
o inmediatamente antes.

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f) El profeta Ezequiel es un profeta interesante, porque es el profeta que anuncia o ve,
a través de una visión que Dios le da, de qué manera la gloria de Dios se iba del
templo; y eso él lo vio de esta manera: la nube que estaba sobre el arca del pacto,
continuamente representando la presencia manifiesta de Dios, en un momento
dado, en la visión, se levantó, se colocó sobre el dintel de las puertas y de ahí,
entonces, se levantó y se fue al tope del monte, el monte de los olivos; y, entonces, de
ahí ya desaparece. Esa visión no culmina ahí o Dios no revela solamente eso de tanta
angustia para el pueblo, sino que Él trae, también, a través del mismo profeta
Ezequiel, un anuncio de restauración religiosa para la nación; y eso es como él ha
sido clasificado.

g) Luego, el profeta Daniel ha sido colocado allí como un profeta que prometió
restauración política. Y es Daniel, precisamente, que nos habla de estos reinos, a
través de la estatua con la cabeza de oro y el tórax de plata con los brazos; y luego, el
resto del tronco de bronce y las dos piernas hechas de hierro y de barro.

Pero, al final, él identifica esa figura con reinos políticos: la cabeza representando el
reino de Babilonia y los brazos con la parte superior del tórax el imperio Medo
Persa y luego, el imperio de Grecia; y finalmente, las piernas, el imperio de Roma.
Finalmente, en esa revelación de Daniel, hay también una promesa de restauración
de la nación política de Israel y es por eso que él está colocado allí.

h) Y entonces, nosotros tenemos, ahora, profetas que ayudaron al pueblo a reconstruir


el templo como: Hageo y Zacarías quienes también fueron usados por Dios para
hablar de una reconstrucción religiosa, según ellos fueron animando al pueblo a la
reconstrucción de ese lugar, sin el cual la religión judaica no podía funcionar en lo
más mínimo.

i) Y finalmente, Malaquías es el profeta final en nuestra Biblia, en la manera como


nuestra Biblia está organizada, porque en el canon hebreo el último libro del
Antiguo Testamento es 2 Crónicas, pero en nuestra organización de los profetas y
del Antiguo Testamento, Malaquías es el último libro; y es ese profeta, que promete
reconstrucción social y moral.
Recordemos que Malaquías es quien se queja, precisamente, de que Dios había sido
testigo de la infidelidad de los hombres de Israel; y él dice: “Yo he sido testigo de la
infidelidad que tú has cometido contra la mujer de tu juventud”. Y es a través de este profeta
que Dios declara que Él odia el divorcio y cómo Él quiere restaurar todo esto; esa
restauración social y moral es anunciada por Malaquías.

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Eso nos da a nosotros una idea de los libros proféticos, organizados temáticamente.
Ahora yo voy a mencionar una organización que nos va a permitir ver cuáles profetas
fueron enviados con anuncio, predominantemente, hacia el Reino del Norte o hacia el
Reino del Sur. Ahora, lo que quiero enfatizar es que en muchos de estos casos, que ya lo
veremos en la medida en que estudiemos los profetas individuales, ellos tenían anuncios
para más de una nación, más que el Reino del Norte, más que el Reino del Sur, a veces
para ambos reinos y otras naciones aledañas.

De manera que, esta clasificación que tengo aquí no es estricta y nos da una idea de cuál
fue su foco primario a la ahora de profetizar o de ejercer su ministerio.

Entonces, voy a comenzar recordando que el Reino de Israel a la muerte de Salomón se


dividió en dos: El Reino del Norte con 10 tribus, el Reino del Sur con dos tribus.
Conocido el Reino del Norte como Israel o Efraín, porque en ese momento la tribu de
Efraín era la más grande y conocido el Reino del Sur como el Reino de Judá.

Entonces, hablando de profetas que estuvieron antes del exilio, pero que estuvieron
profetizándole, mayormente, al Reino del Norte, ahí tenemos a: Oseas y Amos, que han
sido clasificados como profetas del octavo siglo. Quiero advertir, también, que no todo el
mundo está de acuerdo con la fecha de cada profeta.

En algunos casos, las fechas difieren muy poco entre un autor o investigador o
académico y otros. En otros casos, como sería el caso de Joel, por ejemplo, algunos
autores colocan a Joel, que es como lo vamos a estar viendo, en el octavo siglo a.C. Y sin

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embargo, otros colocan a Joel cientos de años después y como que no está claro para
esos académicos cuál fue exactamente la fecha de Joel, si fue una o si fue otra.

Pero, de nuevo, la razón por la que enfatizo eso es porque es posible que esta
clasificación que estoy presentando ahora no concuerde exactamente o con otra
clasificación que usted encuentre o aún con algún otro dato que presentemos dentro del
estudio de los profetas.

Entonces, vemos ahí a profetas, predominantemente, con un anuncio hacia Israel o


Reino del Norte; ahí está: Oseas y Amos. Y ahora tenemos otros profetas con un
anuncio, predominantemente, de nuevo, no exclusivo, hacia Judá; y ahí colocamos a:
Habacuc, Isaías, Jeremías, Joel, Miqueas, Sofonías, Lamentaciones. Obviamente, una
vez el Reino del Norte cae, una vez el Reino del Norte se va al exilio a Asiria en el año
722 a.C., pues, esos profetas ya no estarían profetizando para el Reino del Norte, porque
ya había caído; y continuarían profetizando, básicamente, para el Reino del Sur.

Pero, algunos de ellos comenzaron profetizando para el Reino del Norte, el Reino del
Norte cae y, entonces, después de la caída continuaron profetizando para el Reino del
Sur; por eso es que se hace difícil, en una gráfica, diferenciar cuál profetizó para quién,
pero esta la agrupa de manera primaria, en términos de la nación que tenían en mente
de manera central a la hora de profetizar. Y luego, en el estudio individual de los
profetas, entonces, podríamos hacer la diferenciación en un caso o en el otro.

Algunos profetas fueron enviados más allá de la nación de Israel o del Reino del Norte o
Sur; y ahí está: Jonás, que fue enviado a Nínive, como usted conoce; y está Nahúm, que
fue enviado a Nínive también o a Asiria; Nínive era la capital de Asiria, por eso lo
tenemos ahí como Asiria. Pero, después que Jonás predica y el pueblo de Nínive se
arrepiente, unos 40 años después, el pueblo vuelve a caer en sus mismas prácticas
pecaminosas; y es en ese momento que Dios les envía a Nahúm a profetizar,
precisamente, cómo estaban y su disciplina final. De manera que, Jonás, lo único que
hizo fue detener el juicio de Dios por un tiempo y, lamentablemente, eso es más o menos
la historia del pueblo de Dios, donde hay avivamientos que Dios trae por momentos, que
detiene su juicio, pero finalmente, el juicio termina llegando a la mayoría de esos casos,
sino en todos.

Hubo un profeta que fue enviado a la nación de Edom. Los edomitas eran descendientes
de Esaú, entonces, Dios les envía a Abdías en el siglo VIII a.C., antes de venir uno de los
profetas más tempranos, que básicamente vino a confrontar a una nación que también
se había desviado, que estaba relacionada a Isaac de alguna manera y a Jacob.

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Porque recuerden que Abraham tiene a Isaac, Isaac tiene a Jacob, Jacob tiene doce hijos,
pero hay dos hermanos, de los cuales nosotros sabemos por la historia bíblica, que
estuvieron en pugna: “A Jacob amé y a Esaú aborrecí”, eso nos dice el libro de Romanos,
pues, los edomitas eran descendientes de Esaú; y, por tanto, estaban relacionados a
Jacob, que es quien da origen a la nación de Israel con sus doce hijos y, entonces, Dios
envía un profeta a esa nación o a esos descendientes en particular.

El pueblo termina, entonces, yéndose al exilio, primero a Asiria, las tribus del Norte; y
luego, las tribus del Sur, Judá-Benjamín se van a Babilonia. En Babilonia, Dios no los
deja solo, Dios envía profetas, entonces, estos son profetas del exilio: Ezequiel y Daniel.
Daniel se va en la primera invasión que Nabucodonosor hace a Israel; Ezequiel se va en
la segunda invasión. La primera ocurriendo en el año 605 a.C., la segunda ocurriendo
alrededor del año 597 a.C. y, luego, la tercera ocurrió, como hemos mencionado,
alrededor del año 586 a.C.; estos son llamados profetas del exilio y los anteriores profetas
pre-exílicos.

Pero luego, entonces, nosotros tenemos otros profetas, como hemos mencionado, que
vinieron a profetizar cuando el remanente regreso a Israel; y entonces, Dios acompañó a
ese remanente, con profetas también. Y es ahí donde está: Hageo y donde está Zacarías,
inicialmente, acompañando al pueblo en la construcción del templo; y es ahí donde está,
también, finalmente, Malaquías, como hemos mencionado.

Entonces, esa es otra división, otra forma de verlos:

➡ Profetas pre-exílicos
➡ Profetas del exilio
➡ Profetas post-etílicos

Y luego, de los profetas pre-exilios, pudiéramos ver cuáles estuvieron profetizando,


incluso, antes del primer exilio a Asiria y cuáles estuvieron profetizando después que el
Reino del Norte cayó; y continuaron, entonces, en su función para el Reino del Sur. Esto
sería una forma de ver, de manera más específica, ya por nombres, en particular, los
temas que, según se ha podido determinar, cada libro trata de una forma primaria.

Hace un rato lo agrupábamos, hacíamos esa clasificación de los que prometían

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restauración nacional, los que prometían restauración o salvación internacional,
reconstrucción religiosa; en este caso, es ver cada libro y ver exactamente cuál es su tema
central, según los académicos.

Entonces, por ejemplo:

Isaías, su tema central es la salvación de Dios; de hecho, Isaías ha sido clasifi cado como
el profeta mesiánico. Hay una cantidad de información o de oráculos de juicios en los
primeros 39 capítulos de Isaías, pero cuando llegamos al capítulo 40, el capítulo 40 abre
trayendo una promesa de consolación, Dios diciéndole al profeta que le hable con
ternura a su nación, a Israel.

Jeremías es el profeta que está ahí, profetizando al pueblo, aún durante su caída fi nal;
y, por tanto, su tema es el juicio de Dios.

Daniel, recordemos que él es profeta clasifi cado como aquel que va a traer o que
anuncia la reconstrucción o la restauración política, pues, su tema es el Reino de Dios.

Ezequiel es el tema más evidente en sus palabras, es la Gloria de Dios; él es profeta que
ve la gloria de Dios partir del templo y desaparecer. De manera que, si hay un profeta
que insiste en la gloria de Dios y la necesidad de que la gloria esté presente; y cómo
partió; y por qué partió, es este profeta Ezequiel.

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Oseas es el profeta que se casó con una prostituta, Gomer, como ustedes recordarán,
entonces, el tema es, precisamente, el adulterio espiritual de Israel y el dolor de Dios al
ver una nación adúltera. Y, básicamente, Oseas es como una historia o una parábola
actuada en la vida real donde Dios le pide que se case con una prostituta, no porque era
necesariamente el mejor modelo, sino que él quería representar en vivo, aquello que
Israel estaba haciendo; y esa no es la única ocasión cuando Dios hace algo como eso.

Recordemos, cómo Isaías profetizó, dice la Palabra, desnudo por 3 años, hablando de
Israel también, de cómo iba a quedar su condición; eran formas de Dios mostrarle a la
nación, de una forma vivida, real, aquello que ellos estaban haciendo o que les iba a
acontecer.

Joel habla mucho acerca del día del Señor, el día del juicio, el día fi nal, el día cuando
Dios decide poner fi n a esta historia, por lo menos de este lado de la gloria o de este lado
de la eternidad; y, entonces, él ha sido clasifi cado como el profeta con el tema central del
día del Señor.

Amós, denuncia las injusticias sociales que estaban siendo llevadas a cabo en la nación;
y así se le conoce, como el profeta de la justicia social. Amos tiene 6 ó 7 oráculos de
juicio contra varias naciones, cuando él habla de: “Por tres transgresiones Damasco, por
tres transgresiones de Gaza, por tres transgresiones de Tiro, por tres transgresiones de
Israel, por tres transgresiones de Judá”, él va denunciando, reino por reino, sus
transgresiones; y ahí estamos con su justicia social.

Abdías es el profeta, como dijimos, enviado a profetizar a Edom, de que sería juzgado;
y Abdías, junto con Joel, han sido clasifi cados como profetas que hablan acerca del día
del Señor.

Jonás, ya sabemos cuál fue su tema: El juicio de Nínive, que vendría si Nínive no se
arrepentía, pero Nínive si se arrepintió, en último caso.

Y Miqueas, profeta contemporáneo con Isaías, en esencia, profetizó o habló de que el


mundo debía observar el juicio que Dios traería sobre la ciudad de Samaria, que era la
capital del Reino del Norte; y sobre la ciudad de Jerusalén, que era la capital del Reino
del Sur. Este es un ejemplo de un profeta que profetizó, tanto para un reino como para
el otro: Samaria en el Norte, como capital; Jerusalén en el Sur; y ese fue su tema.

Pero, nos quedan otros profetas, todavía:


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Nahúm, como ya mencione, es el profeta que es enviado por Dios a Nínive, de nuevo, a
advertirles que ellos después de haberse arrepentido bajo la predicación de Jonás habían
retrocedido y el juicio vendría; y creo que fue no más de 40 años después de Jonás, que
el juicio vino sobre los ninivitas.

Habacuc, él abre su libro profético cuestionando a Dios de: ¿por qué tú no intervienes?
¿Qué más vas a esperar? ¿Por qué permites que yo vea tanta injusticia, tanto dolor? Eso
es cómo él abre y ese es un tema: ¿Por qué no intervienes Señor?; es de la manera que se
ha resumido su tema.

Sofonías es un profeta que habla de un juicio de Dios sobre toda la tierra; y él no es el


único que hace eso, pero el tema central de Sofonías no es un juicio sobre Samaria,
sobre Jerusalén, es que Dios juzgará a toda la tierra, como en efecto así será.

Hageo, hablamos de que era un profeta que había sido usado por Dios para animar al
pueblo a la reconstrucción del templo; de hecho, cuando tú lees a Hageo, es ahí donde
aparece, donde tú encuentras a Dios quejándose o cuestionando al pueblo si era el
tiempo del pueblo estar fabricando sus casas lujosas, mientras el templo de Jehová
permanecía en ruinas, en Jerusalén.

Zacarías, este es un profeta que aunque no ha sido clasifi cado como el profeta
mesiánico, este es un profeta que habla de manera muy detallada y muy abundante
acerca del reino futuro de Dios o del reino de ese milenio, pero, quizás, la mejor forma
de decirlo es, simplemente, el reino de Dios. Tiene 3 ó 4 profecías detalladas acerca de
ese reino futuro.

Y finalmente, Malaquías, su tema algunos lo clasifican de una manera, otros lo


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clasifican de otra, pero muchos han dicho que, quizás, la mejor forma de ver a
Malaquías, en términos de su tema central, es pensar que Malaquías estaba ayudando al
pueblo a entender, que lo mejor hay que dárselo al Señor. Y eso viene por el hecho de
que en el capítulo 3 de Malaquías, Malaquías tiene un cuestionamiento al pueblo judío
porque ha dejado de diezmar.

Y aún cuando estaban ofrendando, estaban ofrendando corderos ciegos o cojos y él los
cuestiona y les dice: “Ve y ofrécele esto al gobernador a ver si él te lo va a aceptar”.
Entonces, es como una forma de recordar al pueblo: ustedes han descuidado mi
adoración, le han dado un lugar secundario, necesitan, entonces, volver a dar lo mejor a
nuestro Dios, así como Él merece.

Eso nos da una idea, entonces, de los temas: Libro profético por libro profético. Y, de
nuevo, usted pudiera encontrar algunos académicos que pudieran usar una terminología
un tanto diferente para clasificar el tema de estos libros, pero, en sentido general, eso nos
ayuda a recordar,, incluso de qué trata cada libro.

Estas gráficas que aparecen ahora a continuación, yo no les voy a pedir que las puedan
recordar en detalle. Pero, básicamente, lo que la gráfica está tratando de hacer es colocar
a los profetas en una columna central; poner, entonces, a un lado, los nombres de los
reyes que estuvieron gobernando mientras ellos ejercían su función.

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Por ejemplo, si usted mira ahí, en su primera gráfica, el nombre Elías, entonces, a mi
izquierda de la gráfica, la derecha del suyo, probablemente, usted ve el nombre de Acab,
entonces, eso le da una idea del profeta y el rey que estuvo presente o, a veces, reyes,
porque algunos de estos ministerios se extendieron por 50 y 60 años, entonces, algunos
profetas como Isaías y Miqueas profetizaron durante varios reinados, 3 y 4 reyes; y, por
tanto, usted va a ver algo como eso en la gráfica.

Eso le da una idea, también, de los años cuando estos profetas estuvieron predicando.

Aquí tú puedes ver en esta gráfica, que Miqueas, Oseas, Isaías, en sentido general,
fueron profetas contemporáneos, estuvieron profetizando, más o menos, al mismo
tiempo. Entonces, esta gráfica, también, le va a ayudar a comprender o a visualizar
rápidamente cuáles profetas estuvieron profetizando simultáneamente, porque, a veces,
nosotros visualizamos estas figuras como si Miqueas llegó, profetizó, se murió y,
entonces, ahí vino Isaías; como si ellos se estuvieran sucediendo uno después del otro.

Cuando en realidad, en ocasiones, como aquí vemos, tú tenías 2 y 3 profetas predicando


o ministrando al mismo tiempo, quizás, uno enfocándose más en el Reino del Norte y
otro enfocándose más en el reino del Sur; pero, esa es la idea de por qué tener esta
gráfica aquí.

Y lo mismo con lo que sigue, ahora viendo esta tercera gráfica:

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El Reino del Sur, a Isaías con Ezequías, que es uno de los reyes más conocido en esa
historia, seguido de Manasés que fue el hijo que Ezequías tuvo. Cuando él se enfermó y
oró a Dios y Dios le concedió 15 años de vida más, durante ese período tuvo a Manasés
como hijo y Manasés le sucedió; y fue uno de los peores reyes, sino el peor rey, que pudo
haber tenido la nación de Israel.

Usted puede ver eso y puede ver a Isaías ahí, en su relación cronológica con estos reyes.
Y lo mismo con Jeremías, Sofonías, Ezequiel.

Esta última gráfica, una vez más, tiene muchos detalles, de hecho, es posible que falten 1
ó 2 profetas aquí por ser nombrados, pero, en general, yo lo que quería era que usted
pudiera ver, cronológicamente, dónde estaban o dónde quedaron situadas la mayoría de
estas figuras de profetas que hemos venido mencionando.

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En un lado, tienes a Israel, como Reino del Norte y que fue dirigido por Jeroboam a la
muerte de Salomón; y del otro lado tienes a Judá o Reino del Sur, que fue dirigido por
Roboam, el hijo de Salomón.

Ahí tienes, en esa gráfica, cómo Amós y Oseas fueron los primeros profetas que
comenzaron a profetizar después que el reino se dividió; y tienes los años aproximados:
760/740 para estos profetas.

Y luego, entonces, en el año 722 el pueblo se va a Asiria, el Reino del Norte se va a


Asiria; de manera que, ya a partir de este momento, ninguna figura profética tendría
nada que decir al Reino del Norte, porque ya el Reino del Norte había caído. Pero,
Amós y Oseas sí tuvieron palabras proféticas de advertencia, anterior a esa caída.

Entonces, ya los que van a seguir, son profetas que estuvieron predicando, mayormente,
para el Reino del Sur, en vista de que el Reino del Norte ya había caído. Y ahí tú tienes
a: Isaías, a Miqueas, seguimos viendo, a Habacuc, a Sofonías, hasta que ocurre el
destierro a Babilonia, que la tercera campaña de invasión fue en el año 586, como

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dijimos.

Y, entonces, ahí en Babilonia, tienes a Daniel y a Ezequiel como profetas del exilio.
Cuando el pueblo regresa, el primer regreso que ocurre es con Zorobabel, como pueden
ver ahí; y, entonces, los profetas post-exilio son: Zacarías, Hageo y Malaquías.

Joel está ahí, en esta gráfica, como un signo de interrogación, porque algunos colocan a
Joel como un profeta post-exilio. Sin embargo, yo creo que la mayoría, probablemente,
tiene a Joel como un profeta muy temprano, un profeta pre-exilio del siglo VIII a.C. y no
del siglo IV/V a.C., como aparece en esta gráfica. Pero, de nuevo, no se sorprenda,
como ya les mencione, porque diferentes autores tienen diferentes años para algunos de
estos profetas, que no queda muy clara su cronología.

Entonces, luego, cuando Malaquías termina, que es el último profeta del Antiguo
Testamento, como se puede ver en la gráfica, vienen, entonces, 400 años de silencio,
donde no hay anuncio profético para la nación, no hay comunicación nueva, no hay
revelación nueva de parte de Dios.

De hecho, de los libros que se escribieron en ese tiempo, que la Iglesia Católica los tiene
y que nosotros los consideramos deuterocanónicos o no canónicos, de esos libros, creo
que es el segundo libro de Macabeos, dice que en esa época no había profetas. O sea,
que esos mismos libros, atestiguan que entre ellos no habían profetas, son libros
históricos que tienen valor histórico, pero no más allá. Y, entonces, luego de esos 400
años, el Nuevo Testamento abre y ahí comienza la historia que conocemos nosotros, a
partir de la vida de Jesús.

Con esto hicimos una introducción panorámica acerca de los profetas, sus temas, cuándo
existieron, hacia qué reino estuvieron predicando de manera predominante.

Lo que yo quiero hacer ahora, en el resto del tiempo que me queda, es mirar a la figura
del profeta, su función, ¿cuál fue? Y con eso, entonces, disipar algunas dudas o
confusiones y en algunos casos hasta herejías que nosotros tenemos hoy, donde muchos,
todavía, reconocen profetas entre nosotros.

La designación de profetas

Tenemos que recordar, que unas de las cualidades primeras del profeta, era su condición
de infalibilidad al hablar en nombre de Dios. Nosotros no tenemos ninguna figura que
esté predicando en el día de hoy, a la que estemos dispuestos, ni yo ni aquellos que dicen
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tener profetas, a conferirle infalibilidad a la hora de hablar en nombre de Dios.

Nosotros tenemos 500 años peleando en contra de la infalibilidad papal, que la Iglesia de
Roma dice que él tiene cuando habla “ex cathedra”. Y, sin embargo, hoy en día,
queremos tener, nosotros, profetas que se supone tienen que tener infalibilidad también;
eso por un lado. Por otro lado, que podamos entender un poco mejor cuál fue la función
del profeta. La función del profeta en el Antiguo Testamento no fue primariamente
predecir el futuro; él hizo eso, pero él hizo eso de manera secundaria.

Cuando tú lees el libro de Isaías, para usar una ilustración, Isaías profetizó por 50 ó 60
años, de manera que, todo aquello que Isaías tuvo que decir por 50 ó 60 años, no está
ahí en ese libro, sino que él estaba guiando al pueblo, con la palabra de Dios y no estaba
prediciendo el futuro. En el mismo libro de Isaías, que tiene unos 66 capítulos, hay una
gran cantidad de material que no es profético; de tal forma, que tengo que entender,
ahora, cuál era la función de ese profeta.

En primer lugar, su función era exponer la voluntad de Dios, como el pastor expone la
voluntad de Dios cuando abre la Palabra y predica; esa era su función principal y de eso
voy a hablar en un momento.

¿Qué entendía el pueblo cuando se decía que alguien era profeta?

La palabra ahí, en el original, que no estoy seguro como se pronuncia, pero nosotros la
diríamos algo como esto: “hōzeh” o “rō’eh” o “nābî”, esas eran distintas palabras en el
hebreo para designar a un profeta; y, básicamente, lo que la palabra significaba era:
“Observar” o alguien con una “visión especial”.

Esta última palabra que yo mencioné: “nābî”, es un término que aparece más de 300
veces, quizás, es la palabra más común para designar a aquellos que Dios estaba usando
de manera profética. De hecho, en ocasiones, aparece la palabra como: “Vidente”,
alguien con capacidad para ver el futuro. Quizás, sea bueno decir, también, en este
momento, que el profeta, cuando tenía las visiones de parte de Dios, las revelaciones, él

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mismo no tenía claro, en la mayoría de los casos o, quizás, en todos los casos, él no tenía
claro, exactamente, la ocurrencia de cuándo serían los hechos.

Es como si tú tomaras un telescopio y miraras hacia el universo y vieras la luna; y luego,


tú ves (no sé) a: Marte o a Júpiter; tú sabes que una cosa está como detrás de la otra,
pero nosotros no tenemos idea cuán lejos está en ese telescopio que estamos usando,
cuan lejos está un astro del otro.

De esa misma manera, el profeta, muchas veces, vio el futuro como a través de un
telescopio o un tiemposcopio, si pudiéramos decir; y, entonces, a través de esa visión que
él tenía, él sabía que eso venía, pero él no sabía si eso venía hoy o en un año o en cinco y
tampoco sabía, cuando él veía un hecho y luego el otro, cuan separados estaban esos
hechos. Y esa es la razón, por la que cuando tú lees los textos proféticos, a veces,
encuentras un punto después de un párrafo.

Y luego, el anuncio de otra profecía que está años, a veces, cientos de años después; y
como solamente hay un punto entre los dos, tú te quedas con la impresión como que eso
iba a ocurrir al mismo tiempo, pero esa no era la intención de la visión, ni de la
revelación.

Habiendo dicho eso, entonces, en sentido general ¿Cuándo existieron esos profetas si
nosotros entendemos que hoy no existen? Bueno, los profetas del Antiguo Testamento,
en sentido general, diríamos alrededor del año 800, quizás 800 y tantos y pensamos en
Eliseo, pensamos en Elías en el año 450 a.C. Si vemos a Samuel como un profeta más
que como un juez, entonces, aún anterior a ese año tendríamos que comenzar a citar
profetas.

Pero, comenzando con Elías, Eliseo, del grupo de los profetas orales; llamamos profetas
orales a aquellos que no escribieron nada. No hay un libro de Elías, no hay un libro de
Eliseo; y por eso han sido clasificados como profetas orales, esos son los más tempranos y
estos del año 450 a.C., como poniendo un fin a los profetas de ese período, es
coincidiendo con la época de Malaquías.

Ahora, cuando el Nuevo Testamento abre, hay dos figuras importantes ahí: Cristo, como
profeta, obviamente; y está Juan el Bautista. Juan el Bautista está o es una figura del
Nuevo Testamento, pero muchos dicen, con razón al pensarlo de esta manera, que Juan
el Bautista es el último profeta del Antiguo Testamento ¿Por qué lo dicen de esa manera?
Porque Juan es una figura transitoria, su misma dieta, su forma de vestir, su forma
ascética de vivir, habló de que él estaba más, bajo la Ley, que bajo la gracia.

18
Y realmente, él es quien introduce al Mesías, pero él muere antes que el Mesías; y es
como si la era del Mesías se está inaugurando: “Yo lo estoy introduciendo, yo soy
decapitado”. Bueno, pues, ahí terminó el Antiguo Testamento, entonces, pudiéramos ver
a Juan el Bautista de esa manera. El profeta del Antiguo Testamento no hace lo que
muchos “profetas” hoy, supuestamente hacen.

Hoy en día y yo lo he visto, de hecho, con mis propios ojos, alguien llamado profeta,
pararse en un lugar de un templo y la gente hacer fila; y él profetizarle de manera
individual a cada persona: “Tú te vas a casar en 2 años, el novio que tú tienes ahora es
alguien que Dios te ha dado, así dice el Señor; y cada uno recibe una palabra profética.
Eso nunca se vio en el Antiguo Testamento, en los mejores casos.

El profeta, usualmente, profetizó para el pueblo en general: esto era la expresión de la


voluntad de Dios para el pueblo o las catástrofes o los juicios para el pueblo; y,
ocasionalmente, hubo, sí, declaraciones, muy ocasionalmente, para personas individuales
de parte del profeta, pero aún en esos casos, usualmente, esas declaraciones individuales,
tenían que ver con la nación en general, como un todo.

Los profetas anunciaron el juicio de Dios, denunciaron el pecado, llamaron al


arrepentimiento; su función primera era esa, llamar al arrepentimiento. Algo que,
lamentablemente, tenemos que seguir haciendo hoy. Y digo lamentablemente,
simplemente, porque lo ideal sería no tener que hacerlo y, simplemente, vivir
complaciendo a nuestro Dios.

Pero, a la vez, ellos no se limitaron, en sentido general, a la proclamación del juicio, sino
que con frecuencia trajeron un anuncio, una proclama de salvación para el pueblo de
Dios o para otras naciones, incluso.

Profetas anteriores a los “clásicos”

Entonces, hablemos un poco o mencionemos, por lo menos, aquellos profetas anteriores


a los clásicos.

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Cuando hablamos de profetas clásicos nos estamos refiriendo a los que hemos visto:
Amos, Joel, Abdías, Miqueas, Isaías, Daniel, Ezequiel. Pero, anterior a ellos, hubo figuras
proféticas, pero, que muchas veces, ejercieron, incluso, un rol dual, como es el caso de
Samuel que ya mencioné. Sin lugar a dudas, Samuel fue un profeta, el profetizó y
profetizó de manera clara muchas cosas, pero, a la vez, Samuel fue usado como un juez.

Moisés es el prototipo del profeta; de hecho, en Deuteronomio 18:18, Dios le dice que
llegaría un futuro, refi riéndose a Cristo, cuando Él levantaría un profeta como tú, un
profeta como Moisés. Él es el anti tipo de Cristo y cuando Cristo llega, Él es el
cumplimiento; Moisés es llamado el tipo, él es un tipo de Cristo y Cristo es el anti tipo. Y
hemos hablado de eso en otras clases de lo que es un tipo y un anti tipo.

El tipo es algo que apunta al futuro, usualmente, relacionado al Mesías o su programa de


salvación y el anti tipo es la consumación de eso. Recordando, que anti tipo no implica,
en la manera que se está usando, algo que es contrario, sino la otra cara de la moneda;
este es el tipo y este es el anti tipo, lo que está del otro lado.

Elías y Eliseo, también, fueron profetas importantes en la historia del Reino del Norte,
confrontando a Acab y todo su reinado, pero fueron profetas anteriores a los clásicos;
como estábamos diciendo.

Profetas orales

De los profetas orales que ya mencione, hay una lista que vamos a mencionar
rápidamente, estos son profetas mencionados en el Antiguo Testamento, calificados por
Dios como profetas con ese nombre, pero que nunca escribieron nada.

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Y, quizás, una figura fácil de recordar es Natán, Natán fue el profeta que fue y confrontó
a David acerca del pecado de adulterio con Betsabé. Natán no tiene nada descrito, no
hay un libro que tenga su nombre, pero el texto le clasifica como un profeta. Y la
manera como Dios se reveló a él, no hay duda de que fue de una manera profética.

Luego está Ahías, Iddo, Jehú, Elías, Eliseo, Oded, Senaías, Hulda y al lado, en la gráfica,
pueden ver las referencias bíblicas, donde usted pudiera encontrar sus nombres y lo que
hicieron; pero no me voy a detener en eso, pueden buscar luego esas referencias.

Función primaria del profeta

Ahora, quisiera entrar ya de lleno a lo que era la función primaria del profeta, en primer
lugar, para luego hablar un poquito de las características que ese profeta tenía.

Su función primaria era ser el vocero de Dios

En el Antiguo Testamento habían tres figuras principales: Estaba el profeta, el sacerdote


y el rey. El sacerdote le hablaba a Dios de parte del pueblo, ofrecía oraciones, intercedía
por el pueblo; el profeta le hablaba al pueblo de parte de Dios, Dios le hablaba al profeta
y el profeta le hablaba al pueblo; y el rey conducía políticamente la nación.

Entonces, la función primaria era ser su vocero exponiendo su voluntad aún cuando esta
no fuera futurista o profética. Su función secundaria era la predicción del futuro, pero
eso no lo hizo la mayor parte del tiempo, lo que él hizo fue guiar al pueblo, como lo hace
el pastor hoy en día.

Su función secundaria era predicción del futuro

En inglés hay dos palabras que nos ayudan a entender un poco mejor cuál fue la función
de profeta.

Forth - Tell : Anunciar


Fore - Tell : Predecir
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Él tenía en primer lugar que: Forth – Tell, que es como hablar, hablar hacia aquellos que
tú tienes delante de ti, de frente. Y la otra palabra es: Fore – Tell, muy parecida una y la
otra, pero la segunda es una predicción del futuro; y es en ese orden. De hecho, cuando
nosotros llegamos al Nuevo Testamento, llegamos a 1 Corintios, en el capítulo 14:13 hay
una definición de lo que es el don de profecía.

Y dice que el don de profecía es para exhortación, consolación y amonestación o


edificación; de manera que, aún en el Nuevo Testamento, cuando se define para que es o
fue dado el don profético, en ningún momento se habla de predicción, sino que se habla
de exhortación, de amonestación, de edificación.

El pastor cuando hace eso a través de un sermón, él está llevando a cabo una función
profética; eso es como lo vemos. Cuando él ora por la congregación, él está llevando a
cabo una función sacerdotal. Cuando él trae la visión al pueblo de cómo y por dónde
caminar o qué hacer, él está ejerciendo una función de rey, que eran las tres figuras en el
Antiguo Testamento.

1. Entonces, la función número uno del profeta era proclamar la voluntad de Dios.
Aquí hay un pasaje en Ezequiel 12:27-28: "Hijo de hombre, he aquí, la casa de Israel dice:
“La visión que él ve es para dentro de muchos días, y para tiempos lejanos él profetiza.” Por tanto,
diles: “Así dice el Señor Dios: ‘Ninguna de mis palabras se demorará más. Toda palabra que diga se
cumplirá’” —declara el Señor Dios”.

Básicamente, ahora, estaba el profeta declarando la voluntad de Dios. Es la voluntad


de Dios, que estas cosas anunciadas, no simplemente sean anunciadas, sino que
entiendan y se cumplan rápidamente; esa es su voluntad y Él la está anunciando.
Esa es una ilustración, de múltiples ilustraciones, dónde tú puedes ver lo que el
profeta estaba haciendo.

2. En segundo lugar, la función del profeta era exponer el pecado, llamar al pueblo
al arrepentimiento, llamar a la gente a un estándar de vida mucho más alto del que
ellos estaban viviendo; tú ves eso en Ezequiel 3:10-11;17.

De nuevo, éstos son, simplemente, ilustraciones de múltiples otros versículos.


Escucha lo que éstos textos dicen "Además me dijo: Hijo de hombre, recibe en tu corazón
todas mis palabras que yo te hablo, y escúchalas atentamente. Y ve a los desterrados, a los hijos de tu
pueblo; háblales y diles, escuchen o dejen de escuchar: “Así dice el Señor Dios.” Hijo de hombre, te he
puesto por centinela de la casa de Israel; cuando oigas la palabra de mi boca, adviérteles de mi
parte”.
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Ahí está Dios, usando al profeta, para advertirles de su parte, al pueblo, con relación
a su pecado. Y lo puso como centinela, como alguien que está viendo, un centinela
era un soldado, una especie de soldado que era asignado por el ejército, para
colocarse encima de una torre y estar continuamente viendo si el enemigo se
acercaba.

El profeta es llamado “centinela” en este pasaje y le dice que les hable, escuchen o
dejen de escuchar. Como su intención no era, necesariamente, convencer al pueblo,
sino anunciar la voluntad de Dios, esa era su función y ahí terminaba su función.

3. El profeta también advertía acerca del juicio que se acercaba. Mira lo que
encontramos en Jonás 3:1-9: "Vino palabra del Señor por segunda vez a Jonás,
diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que
yo te diré. Y Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra del Señor.

Y Nínive era una ciudad sumamente grande, de un recorrido de tres días. Jonás comenzó a recorrer
la ciudad camino de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada.
Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el
mayor hasta el menor de ellos… ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor
de su ira, y no perezcamos”.

Como en efecto ocurrió, ahí está, entonces, el profeta advirtiendo acerca del juicio
que se aproxima. En otros casos, como fue el caso de Isaías, ese profeta anunciaba la
venida del Señor, eran profecías mesiánicas, de las cuales tenemos más de 100 en el
Antiguo Testamento. Tú encuentras esta en Isaías 9:6 "Porque un niño nos ha nacido, un
hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable
Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

4. Entonces, ahora tenemos que entre las funciones de algunos de los profetas, no
todos, estaba la de profetizar que en un tiempo futuro, Dios, finalmente
enviaría a su hijo. Por eso es que el autor de Hebreos dice que en otros tiempos
Dios nos habló por medio de los profeta, pero ahora nos ha hablado por medio de su
Hijo. Porque su Hijo es la culminación de toda esta lista larga de profetas y Él
representa el fin de esa línea profética, precisamente, porque ya Él tiene la última
revelación.

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Características del profeta verdadero

Vale la pena, ahora, revisar en algunos minutos que tenemos todavía de enseñanza,
características de la figura del profeta. Esta no fue una función fácil de ejercer, esta gente
se jugó la vida, frecuentemente fueron amenazados, pero tenemos que ver, entonces, de
qué forma Dios lo capacitó para ejercer la función.

1. La primera característica que yo quiero mencionar para disipar, incluso, dudas en el


día de hoy de si estas figuras existen, es la de la infalibilidad. Escucha en
Deuteronomio 18:20:22 (yo cite a Deuteronomio 18:18, donde Dios hablaba de que
Él iba a levantar, en un futuro, a un profeta como él, como Moisés. Pero, ahora, Dios
aprovecha la oportunidad para hablarle y decirle a Moisés de qué forma se debe
tratar a un profeta que habla en su nombre y que no trae realmente una revelación
que es de parte de Él).

Escucha a partir del versículo 20: “Pero el profeta que hable con presunción en mi nombre una
palabra que yo no le haya mandado hablar, o que hable en el nombre de otros dioses, ese profeta
morirá.”  Y si dices en tu corazón: “¿Cómo conoceremos la palabra que el Señor no ha
hablado?” Cuando un profeta hable en el nombre del Señor, si la cosa no acontece ni se cumple, ésa es
palabra que el Señor no ha hablado; con arrogancia la ha hablado el profeta; no tendrás temor de él”.
Ahí está la forma de saber si es o no profeta: Él dijo eso, tú lo observas, tú ves si
ocurre y cuando no ocurra, entonces, tú sabes que ha hablado con presunción.

Quizás, una de las cosas que pudiéramos decir, es que en la época de los años de la
década de 1990 se levantaron en Latinoamérica una serie de figuras, supuestamente,
proféticas, hoy son apóstoles, pero en esa época eran los profetas los que estaban de
moda. Y yo recuerdo a algunos de ellos anunciar, por ejemplo, una gran prosperidad
para la nación de Argentina; se anunció algo similar para nuestra nación.

Yo estuve, de hecho, recién llegado al país, en un templo, en una iglesia donde un


supuesto profeta anunció de una prosperidad extraordinaria para República
Dominicana y que eso iba a ocurrir en los próximos 7 meses. Bueno, tanto la nación
de Argentina como en República Dominicana, como en otras naciones que
recibieron oráculos similares, la realidad es que tal prosperidad nunca llegó.

Y nosotros sabemos, lamentablemente, en que condición económica se encuentra


nuestra hermana República de Argentina en el día de hoy; esos profetas hablaron
con presunción y yo creo que eso nosotros no podemos dejarlo callado sin
denunciarlo.
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2. El profeta era una figura extremadamente sensible al pecado, no como
muchos de nosotros que, quizás, vemos el pecado y lo reconocemos, pero no nos
irritamos, en el sentido moral, en el sentido santo de esa expresión, con el pecado.
Estamos como acostumbrados, el profeta no estaba acostumbrado al pecado.

Escucha esta queja de Habacuc, es un cuestionamiento de Dios que él hace, incluso,


porque en un momento dado, él se siente tan provocado por el pecado y piensa:
“Pero, yo no entiendo, por qué es que Dios no está siendo provocado, porque yo
estoy siendo provocado”.

Capítulo 1:1-4: “Profecía que tuvo en visión el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré
ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad,
y me haces mirar la opresión?…” Esa es su queja: “Yo estoy viendo iniquidad, yo estoy
viendo opresión, Tú no haces nada ¿Hasta cuando tú vas a permitir esto Dios?“ Esa
era la figura del profeta, sumamente sensible al pecado; y de esa sensibilidad
nosotros debiéramos estarle pidiendo a nuestro Dios.

3. Las palabras del profeta con frecuencia eran palabras chocantes, eran palabras
ofensivas, pero eran ofensivas no porque a Dios le encante o disfrute ofender, sino
porque como el pueblo se hizo refractario a sus enseñanzas e hizo caso omiso a sus
advertencias, pues, Él envió a profetas que le hablaron con palabras muy fuertes, en
ocasiones.

Mira esta cita de Isaías 32:11: "Temblad, mujeres indolentes; conturbaos, hijas confiadas;
desvestíos, desnudaos, y ceñid cilicio en la cintura;…” Este es un momento en que la nación
está muy próspera, las mujeres están con mucha vanidad y él les llama mujeres
indolente. Amos, el profeta de la justicia social, fue todavía mucho más duro en sus
denuncias.

Escucha a Amos 4:1: “Oíd esta palabra, vacas de Basán (¡Vacas de Bazán! éstas eran las
mujeres de Basán que eran ricas, poderosas, insensibles), que estáis en el monte de
Samaria, las que oprimís a los pobres, quebrantáis a los menesterosos, y decís a vuestros maridos:
Traed ahora, para que bebamos”.

Esa era la condición de estas mujeres, de estas esposas: en la vanidad, en la


opulencia, en medio de la borrachera; y él les llama vacas. Eran palabras chocantes,
las palabras del profeta, con frecuencia.

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4. El profeta, también, se caracterizó por ser una figura que lo externo no lo
impresionaba, no importa cuánta pompa tú pudieras tener como rey, como
persona, como príncipe, como sacerdote. Si tu corazón no estaba con Dios, él no
estaba impresionado por lo que él veía; y eso es una figura importante o un rasgo
importante que nosotros debiéramos reconocer.

Amos 6:8 (el profeta de la justicia social): “…Aborrezco la arrogancia de Jacob (eso es
Israel), y detesto sus palacios; por tanto entregaré la ciudad y cuanto hay en ella”. Obviamente,
Dios está hablando a través de ellos, pero ellos están sintiendo las denuncias que
están haciendo: Estos palacios, estos palacetes en los que ustedes viven, en los que
hay tantos derroche de pecado; pueden lucir extraordinarios, pero no me
impresionan, ahí no hay nada de bondad, nada de bienestar.

Escucha a Jeremías 8:9: "Los sabios son avergonzados, están abatidos y atrapados; he aquí,
ellos han desechado la palabra del Señor,¿y qué clase de sabiduría tienen?”. Son sabios ¿Pero
sabes qué? No estoy impresionado con su sapiencia, porque ellos han desechado la
mejor sabiduría: La palabra del Señor ¿Qué clase de sabiduría es esa? Te das
cuenta, entonces, que esta era una figura poco impresionable con aquello que
usualmente impresiona al hombre; de ahí, entonces, que Dios lo haya preparado de
una manera especial para poder ejercer su función.

Pero, eso que ellos tuvieron de una manera especial, nosotros debiéramos querer de
una manera general, porque hoy tenemos el Espíritu que mora dentro de nosotros y
debiéramos nosotros estar siendo sensibles a las cosas a las cuales ellos fueron
sensibles.

5. El profeta con frecuencia, porque él estaba siendo usado por Dios de esa manera,
tenía una visión del porvenir. Mira a Jeremías 25:8-11, pero así pudiéramos
citar múltiples otros pasajes, pero en este oímos lo siguiente: "Por tanto, así dice el
Señor de los ejércitos: “Por cuanto no habéis obedecido mis palabras,  he aquí, mandaré
(tiempo futuro) a buscar a todas las familias del norte —declara el Señor— y a Nabucodonosor,
rey de Babilonia, siervo mío (nota cómo Dios llama a Nabucodonosor: “siervo mío”.

¡Claro! Porque él sirve a sus propósitos. Nabucodonosor no tiene que ser un creyente
para ser siervo del Señor, él lo que tiene que servir es a los propósitos de Dios; y Dios
le llama aquí: siervo mío), y los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas
estas naciones de alrededor; los destruiré por completo y los haré objeto de horror, de burla y de eterna
desolación.

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Y haré cesar de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el
sonido de las piedras de molino y la luz de la lámpara. Toda esta tierra será desolación y horror, y
estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años”.

Tú crees que era fácil denunciar esto, decir estas cosas; tú crees que era fácil para el
profeta ver en visión algo que él sabe, porque él le está sirviendo a Jehová, que va a
venir y ver la desolación de su propia tierra; ver que todo esto está siendo traído por
el pecado. Esa visión del futuro que él, frecuentemente, tuvo le produjo emociones
inmensas.

Y, Jeremías, en un momento dado, maldice el día en que él nació. Maldice y dice:


“Maldito el hombre que fue y dio la noticia de que yo había nacido; por qué no me
dio muerte dentro del vientre de mi madre, para que el vientre de mi madre me
hubiese sido de sepulcro”’ eso es. Esa es la reacción que produce él tú vivir estas
cosas en visiones, tener que denunciarlas y luego verte perseguido por las denuncias
que hiciste.

6. El profeta, en ocasiones, parecía tener dos personalidades (fuerte y


cervecero - sensible y tierno), porque él a veces sonaba tan feroz y otras veces,
la misma figura, sonaba completamente opuesto, alguien tan tierno. Y tú ves eso en
Jeremías. Jeremías 7:3-4: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad
vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No confiéis en palabras engañosas,
diciendo: “Este es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.”

Si tú lees el texto entero, Jeremías fue ordenado por Dios para que fuera y se parara
en la puerta del templo y cuando la gente viniera entrando al templo en procesión,
que él pudiera decirle a esos que estaban entrando: “Ustedes vienen aquí diciendo:
El templo del señor, el templo del señor, el templo del señor; gran cosa con esas
palabras que ustedes están pronunciado”. Ahí está Jeremías, feroz como un león,
defendiendo lo que es el honor de Dios.

Sin embargo, unos capítulos más adelante, en 13:17 tú escuchas otro Jeremías: “Pero
si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por tal orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se
anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del Señor”. Ahora, él está lloroso,
llorando la condición del pueblo. Una condición que él no comparte, que él no vive,
esa no es la condición en la que él está viviendo, pero a él le duele el pecado del
pueblo.

Primero lo denuncia severamente, luego llora por el mismo pecado; como Cristo lo
hizo. Cristo supo hacer enormes denuncias, también, contra los fariseos, contra el
27
pueblo en general y luego lloró por Jerusalén; como si fuera una doble personalidad,
pero no lo es. Eso es como nuestro Dios es, Él anuncia el juicio, Él trae el juicio, pero
a Él le duele tener que hacerlo.

7. El profeta no era una figura tibia, odiaba la tibieza en él y en otros. De manera


que, cuando él veía tibieza, él la denunciaba; y él denunció a todo el mundo, nadie
escapó las denuncias del profeta, no importa la posición que ocupará en la nación.
El profeta denunció al sacerdote, al rey, al príncipe, al ciudadano común; todo el
mundo, nadie quedó sin ser denunciado.

Mira como vemos eso, una vez más, en Jeremías 1:18 "He aquí, yo te he puesto hoy como
ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra: contra los
reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra”. ‘Y él denunció’, el profeta
denunció a cada una de esas figuras, no importa quien fuera, denunció al falso
profeta también. De manera que, el ejercer esa función, en esa época, fue una tarea
sumamente difícil.

8. Lo otro que el profeta llegó a entender por instrucción de Jehová, obviamente, es


que su función, básicamente, era denunciar el pecado, llamar al arrepentimiento,
anunciar refrigerio en un futuro cuando así lo permitía Dios, pero su función no era
convencer al pueblo de su pecado, sino, simplemente, anunciar lo que Dios
estaba anunciando, escucharan ellos o no. Y tú encuentras eso en Ezequiel
3:27: "Pero cuando yo te hable, te abriré la boca, y les dirás: “Así dice el Señor
Dios.” El que oye, que oiga; el que rehúse oír, que rehúse; porque son una casa
rebelde”.

El que quiera oír que oiga, el que no quiera oír que no oiga. Dios le dice a Ezequiel:
‘Le hablarás mis palabras, escuchen o dejen de escuchar’. El pastor, hoy en día, no
puede hacer menos, él tiene que pensar de la misma manera, él no puede ser el
Espíritu Santo de la gente, la convicción la produce el Espíritu de Dios; su función es
declarar todo el consejo de Dios, escuchen o dejen de escuchar.

9. El profeta, ya lo mencione, sirvió de centinela, aquel que está al aviso, que está a
la alerta, que está viendo continuamente. Y esa es una de las funciones que el pastor
de hoy en día tiene que ejercer y la tiene que ejercer con cuidado, pero no la puede
ignorar o evitar. Hay peligros en el horizonte, a veces de figuras que están ahí
queriendo acercarse al pueblo de Dios o llamándose pastores o profetas en el día de
hoy, pero que son lobos vestidos de oveja; él necesita cuidar del rebaño de Dios.

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Y mira como Dios dice en Jeremías 6:17: "Y puse centinelas sobre vosotros, que dijeran:
Escuchad el sonido de la trompeta. Pero dijeron: No escucharemos”. Yo puse centinelas,
profetas, mis siervos a denunciar esto, a advertirles aquello. Y yo les dije a través de
ellos: ‘Escuchen, escuchen’. Y la respuesta del pueblo fue: ‘Pues no escucharemos’.

De hecho, en Jeremías nosotros encontramos un pasaje donde Dios dice que habían
muchos que habían preferido el sueño del profeta y Dios dice: “El profeta que tenga un
sueño, que cuente su sueño, pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué
tiene que ver la paja con el grano? – Declara el Señor”.

Muchos preferían ese sueño como hoy también ocurre de la misma manera. Y en
Isaías tenemos un pasaje, también, donde Dios dice que el pueblo vino a Isaías y le
dijo: ‘Profetízanos ilusiones, palabras placenteras’. ¿Tú puedes creer eso? Que un
pueblo puede estar tan auto engañado y que pueda decir: ‘¿Sabes qué? No me digas
la verdad, yo quiero oír la mentira’. Eso denuncia Dios.

10. El profeta sirvió para poner al pueblo a prueba. Jeremías 6:27: "Te he puesto
como observador y como examinador entre mi pueblo (tú vas a ser mis ojos, tu vida
son mis ojos en medio del pueblo, para que los examine), para que conozcas y
examines su conducta”. Y cuando yo observe esta conducta, ¿qué voy a hacer Dios?
Pues la vas a denunciar. Y Jeremías, en un momento dado, dijo que él decidió no
volver a hablar.

Estaba tan angustiado de la persecución, de que la gente no lo quisiera escuchar y


dice: “Ya yo no voy a volver a hablar, pero cuando yo me callo hay algo en mis
huesos que me consume,” que no me deja permanecer en silencio”. No, Dios no lo
iba a dejar en silencio, porque para eso Dios lo había puesto. Como ustedes pueden
ver, la mayoría de estas citas, vienen de un sólo profeta, Jeremías, eso es para facilitar
el que usted pueda seguir algunas de estas enseñanzas, pero usted encuentra estos
principios en múltiples de los profetas del Antiguo Testamento.

11. Jeremías 14:14 nos habla de cómo el profeta denunció al falso profeta. Escucha
lo que dice el texto: "Entonces el Señor me dijo: Mentira profetizan los profetas en
mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he dado órdenes, ni les he hablado; visión
falsa, adivinación, vanidad y engaño de sus corazones ellos os profetizan”.

Si hubo algo que yo oí de los años 1990 hasta hace poco, y que sigo oyendo de vez
en cuando, es exactamente eso, la falsa adivinación; vanidad siendo anunciada por

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los profetas, prosperidad anunciada. Yo oí a alguien llamado profeta, en nuestra
nación, decir que venía una prosperidad tan grande para República Dominicana
que nuestros gatos comerían filetes. Eso lo escucharon mis oídos, algo que jamás
hemos visto, y que no hay nada de qué enorgullecerse cuando pensemos que le
vamos a dar filetes a los gatos.

Pero así hablaba; todo eso es vanidad, engaño de sus corazones. Jeremías 28:15: "Y el
profeta Jeremías dijo al profeta Hananías: Escucha ahora, Hananías, el Señor no te ha enviado, y
tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira”. El fue donde el profeta y le dijo: ‘Mira
Hananías, Dios no te ha hablado y tú has hecho que el pueblo se desvíe creyendo
en tus palabras’. Esa función no era fácil, sobre todo cuando tú tienes que estar en
eso todo el tiempo.

12. Finalmente, el profeta vivió una vida de paradojas continuas. En ocasiones, Dios
enviaba al profeta a ungir al rey y luego, Dios enviaba al mismo profeta a denunciar
al rey; eso es una paradoja: yo te ungí y yo te denuncio. En otras ocasiones, la tarea
que Dios le asignaba lo llevaba al honor, entonces, el pueblo lo reconocía como el
gran profeta, el gran hombre de Dios.

Pero, luego, años después, él pasaba a ocupar una posición o de vergüenza (porque
el pueblo lo avergonzaba) o de estar en peligro y lucía, en ese momento, como si
Jehová no lo estuviera protegiendo; y de ahí su paradoja. El profeta tuvo que ser
preparado por Dios, para en ocasiones sentirse aplaudido por el pueblo cuando las
cosas iban bien y en otras ocasiones para estar rechazado por el mismo pueblo
cuando las cosas iban mal.

Quizás, la figura que mejor tipifica eso, pero ya en el Nuevo Testamento, es Jesús
mismo. El Domingo de Ramos, como se le conoce en la tradición, aclamado por el
pueblo y 5 días después, el día viernes, clavado en un madero; el aplauso y el
rechazo, en pocos días. El profeta del Antiguo Testamento vivió situaciones
similares.

Con eso, entonces, concluimos un bosquejo general de esa figura del profeta. Primero,
una introducción de lo que eran los profetas en sentido general y sus temas en cada uno
de sus libros; y luego, una descripción de cuál fue su función primaria y cuáles eran las
características de cada una de esas figuras.

Yo sé que es mucha información, pero si usted mira cuánto hay descrito acerca de ellos,
la realidad es que poder hacer esto en dos o tres clase es un gran reto, pero estamos

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tratando de que usted pueda terminar llevándose una buena idea de qué rol y cuán
importante fueron estas figuras en el Antiguo Testamento.

Le decimos, una vez más, le animamos a que usted pueda enviar sus preguntas, vaya a la
página del Instituto Integridad & Sabiduría: www.institutois.org y en la medida en que el
tiempo y Dios lo permita podamos responder sus inquietudes. ¡Hasta la próxima!

Una producción de:

Prohibida la reproducción total o parcial de este documento sin la autorización escrita del Ministerio
Integridad & Sabiduría. 2014. Revisión 2019
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