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[center][size=29][color=blue][b][u]Capitulo I: Los tres amigos que no se


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¿Qué? Me pude romper de la tensión y la estupefacción que me hicieron sentir en ese


momento. De forma normal, primero hubiera llegado la intervención de Shiro y luego la de
Caos, sus palabras estaban vacías, ni una veintena de palabras entre ambas oraciones. Pero yo
no me fije en esas palabras, ni en el orden cronológico, mis ojos captaron simultáneamente los
sentimientos y pensamientos de Shiro mientras se abría el portón y los sentimientos y
pensamientos de Caos una vez este nos conectó. Pude sentir y ver todo cuanto su interior
guardaban ante la situación y no solo las frases que me dedicaron. Y sus monólogos internos
me dejaron petrificado en mi mundo interior, en mi Vigilia personal.

¿Así ves mi forma de actuar? ¿Autosuperación y querer ser el número uno? No, no es así. ¿Y la
tuya? Entregarte a otros, para que te ayuden en el camino, ¿perder de vista tu bienestar para
centrarte en los demás? ¿Acaso soy tan contrario a eso? He de admitir que ante eso, el peso
de mis cadenas se hizo más notorio. Y Caos. Me esfumé y te dejé un rastro de paz, y ahora lo
rompí con solo aparecer porque soy despreciable ¿eh?

Tengo mucho polvo pegado a mi ropa por todos estos años Shiro. Creo que más que el que
pueden acumular todos los Shiros de todas las vidas. Aún me veo con doce años, en aquella
prueba improvisada para ver si los humanos podíamos servir como héroes en Raisted,
recuerdo a duras penas poder enfrentarme solo a un lobo frente a la mirada de todos quienes
habían sido mis humildes compañeros toda la vida. Recuerdo a David, un padre para mi, al
despertar en la habitación de hospital tras la lucha, recuerdo como hizo mi sueño realidad, él
me invito a Raisted, para que me fortaleciera y así él me hizo avanzar en mi camino. ¿Fue mi
esfuerzo por vencer al lobo? ¿Fue la ayuda externa de David que se interesó por mi? A día de
hoy sigo creyendo que ambas.

Allí yo no era nadie, ni siquiera tenía poder para hacer nada por mi mismo pero conocí a una
muchacha y dos muchachos, los tres mucho más fuertes que yo, y más preparados. Y ella
decidió por todos que el líder del equipo sería yo. Al crecer comprendí porque Sarah hizo eso.
Como capitán tendría que preocuparme por mis compañeros, dirigirlos, pensar junto a ellos y
así no me sentiría solo ante el peligro, así aprendería a tener valor. ¿Fue ingenioso por su parte
no? Autosupérate para entregarte a nosotros y ser el mejor equipo de todos. Yo tenía doce
años Shiro, solo doce años y estaba muerto de miedo a la vez que emocionado.
Ahora daremos un salto, aguantad que relate tanto, es importante. Miradme ahora, ¿Fuerte?
¿Más alto? ¿Un pelo excesivamente largo? He cambiado mucho, claro que han pasado catorce
años desde que esto empezó y en más de una década he entrenado, estudiado, aprendido,
creado, luchado, vencido, perdido, sangrado, casi muerto y muerto entero, me han torturado,
he torturado, he destruido países, civilizaciones, he sido cruel y compasivo, he asesinado, he
desaparecido, he arreglado el mundo y lo he destruido dos veces, he hablado
innecesariamente conmigo mismo, he coleccionado mil tesoros, he conocido a un millón de
personas, he ganado guerras, he perdido amigos. Más de una vez me he perdido a mi mismo.
Como se podrá entender, en el proceso de la maravillosa vida me han dado palizas para
aburrir, y no una paliza amigable de las que te dejan con una fisura en el cráneo y un pulmón
perforado, no, hablo de palizas en las que te arrancan extremidades o te las arrancas tu mismo
para vencer. Hablo de que te reviente el alma como una bomba nuclear, hablo de romperte en
pedazos, arder hasta morir, que empalen tu corazón y aún así te muevas y ganes. Palizas para
gente de verdad. Que me han hecho papilla muchas veces vamos a ser claros.

¿Qué a donde quiero llegar? Es que todavía no he mostrado a donde quiero llegar compañero,
eso viene ahora. Mucho daño, emocional, físico, existencial, da para libro, tal vez algún día lo
escriba o haré que algún ser superior lo escriba por mi, sigamos. Soy más alma que persona,
eso es bien sabido y eso es interesante, porque entre mi peculiar condición y la avanzada
medicina fantástica, aunque mucha parte de mi historia se localice en la habitación de un
hospital , he quedado siempre recuperado de mis lesiones y sus secuelas. ¿Entonces por qué
tengo cicatrices? No es que el daño fuera irreparable, no queda daño de hecho, solo la cicatriz.

La cicatriz que sube por mi cuello desde la clavícula izquierda y se cierra en circulo sobre la
nuca hasta el escaleno derecho. Esa vez mi cabeza quedó unida a mi cuerpo por un solo
tendón y un par de músculos, sin columna. Enfrentaba a uno de los autodenominados
Soberanos del Mundo, su líder. La guardo por miedo, porque ellos me hicieron perder más de
dos años de mi vida, dado por muerto y perdido en la nada y porque tuvieron todos los
aspectos de mi vida y a los míos en la palma de la mano. Aún no tenía ni dieciocho, y jamás,
jamás he podido vencer ese terror que plantaron en mi, da igual el tiempo.

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En mi espalda descansan dos más, en cada omóplato guardo dos cicatrices que crecen
estrelladas, formando pequeños brazos y estrías, desde el punto central de la herida. Al verlas,
una en cada escápula te das cuentas de que la herida curo de forma extraña, desorganizada. Es
normal, ya que en si, faltaba en el cuerpo la parte que debía ser curada y que más tarde, ya
con la cicatriz, volvió. Se formaron cuando perdí mis alas. Mi hermana, Elizabeth, venida de
una realidad alternativa, se unió a nosotros, lo cual me dejaba con dos hermanas exactamente
iguales. Ese fue mi error, confiar en que serían iguales. La segunda Lis también sobrevivió a la
masacre de su respectivo hermano, pero contemplar como su propia sangre destruía todo el
universo la trastornó, movida por una oscura locura llegó hasta nosotros, y al verme a mi, a la
imagen de su terror más profundo decidió vengarse. Ella también se había convertido en una
Heredera de Ouren y en un conflicto nos traicionó y me dejo a su merced, y haciendo algo que
solo Ouren podría, me arrancó las alas frente al mundo. Destruyó un símbolo.

El periodo en que fui privado de mis alas fue sin duda el peor de mi vida, por eso quise acabar
con ella, pero eso es otra historia. Las recuperé, pero quise mantener las cicatrices, las guardé
para recordar que soy peligroso. Que yo, mis otros yo, se dedican a destruir las vidas de todos,
de los que aman y de los que no. Que no van a detenerse, por eso, estas dos estrellas en mi
espalda son el recordatorio de mi odio hacia esos Adrinatos y a como podemos arruinar la vida
de la gente.

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En la parte posterior de mi brazo izquierdo hay unas dos docenas de cortes de espada
profundos hasta el hueso. Nacieron del filo de un Sacerdote Divino. Su objetivo era Lithah
Lithart, la Reina Demonio. Hizo sacrificios inhumanos por librar a la humanidad de un demonio
tan vil. ¿Tan vil? ¿Siquiera se había parado a mirar que Lithah lo único que tenía de demonio
era el nombre de su raza? Hace años yo era exactamente igual a él, y esa misma Reina
Demonio me hizo ver el error en el que había estado viviendo, me libró de mi odio racial
injustificado. Ella si que libró a los demás de un vil demonio.

Yo me plante frente al Sacerdote para defenderla, use mi cuerpo como escudo para detener
cada envite del arma. Fue una sensación extraña, yo estaba tendido en el suelo, abrazándola y
cubriéndola de cada ataque, a mi el poder divino no iba a hacerme nada, pues yo mismo había
creado todo aquello que los humanos llaman celestial o divino y eso ya no era un secreto para
nosotros dos. Pero el Sacerdote era fuerte y su acero especial, comenzó a atravesar lo que soy
y a matarme poco a poco, era la voluntad de todos los devotos del Sacerdote y su nación. La
voluntad humana, aquella que yo mismo cree y mantuve ocupada con la religión. Ellos le
estaban dando el poder para matarme, y con ello al legado de Ouren, y con ello a Lithah.

Fue entonces cuando decidí, con toda seguridad en mis actos y convencido de mi nuevo
camino, que abandonaría toda esa fe lastrada, toda esa voluntad humana, decidí crearme de
nuevo a mi mismo y a un nuevo tipo de Poder Divino. Decidí cambiar todo el mundo y lo que lo
sostenía por ella. No se trataba de defenderla, Lithah no necesitaba que la cuidaran, era por
mi, yo necesitaba que Lithah me cuidara y me defendiera y mostré mis colmillos. Renací
nuevamente como Fanas y engendré a Chaos, Bîo, Tártaro y Eros. Me levanté como toda una
nueva generación de Primordiales reunidos en un solo ser. Engendré a Filotes, a Momo, a
Keres, a Moros, a Némesis, a Thanatos y a Ker. Engendré a Urano y a Pontos. Y volví a casa con
ella y con un nuevo mundo a cuestas.
Sé que ese día hice que un millar de almas perdieran la fe en mi y en Ouren. Entramos en una
época oscura en la que la humanidad se dividía entre los que confiaban en el legado de Ouren
y los que no. Jamás curaríamos este cisma, pero yo no lo pretendía tampoco. Y sé que Ouren,
desde donde me observe, tampoco. El mundo entró en el capitulo en el que tenía que entrar y
yo en un deslustrado personaje de este. Sé que ese día me gane mi treceavo nombre; <Rey
Demonio>; Y por eso guardo estas cicatrices, para mostrar lo que siento por Lithah y por la
esperanza que ella me dio. Guardo estas cicatrices porque son la prueba viviente de lo que a la
creación le sucedió ese día y como la historia entera cambió.

Y en mi pecho guardo la última de mis cicatrices. Un corte que desciende desde mi hombro
derecho, alineado con el corazón y llega a la cadera. Justo en el centro del corte la herida se
estría y retuerce, como las estrellas de mi espalda, pasando de un profundo corte liso a
millones de microlaceraciones y desgarros. Este corte, que apenas llego a rozar mi corazón, es
un misterio. No por su origen claro, fue realizado por un Adrinato Oscuro conocido como Fear
Petal. El primero de todos que apareció ante nosotros e inicio esta pesadilla. Es cuando
conocimos la existencia de otras realidades y como yo, mis otros yo, los estaban consumiendo.
Me enfrenté a Fear solo, sin ayuda, pero resultó ser mucho más fuerte que yo, que por
entonces tendría unos trece años. Tras derrotarme, con los dos aún en pie, me miró mientras
perdía la consciencia y realizó su dibujo en mi piel. Desperté días después mientras el seguía
atacando.

Fue un corte casi mortal, no llegó a tocar el corazón pero abrió un socabon muy profundo en el
centro de mi pecho, se había llevado parte de mi alma. Y es ese el misterio, me dejó vivo. Evito
sajar mi corazón y decidió no consumir mi alma. ¿Por qué? Jamas he comprendido el motivo y
aún me recorre un sudor frió solo de pensarlo. Todo podría haber acabado ahí, si ese Adrinato
Oscuro me hubiera absorbido no hubiera quedado ningún Adrinato capaz de ser el heredero
de Ouren y todo habría sido consumido progresivamente. No habría habido historia, ni
aventuras ni desventuras. Y él no tenía un solo motivo para dejarme vivir. Y tenía todos para
devorarme. Después, fui yo quien lo devoró a él.

Guardo esta cicatriz porque muestra lo débil que soy, como todo pudo acabar justo en sus
inicios. Como todo lo que soy y todo lo que he construido se sustenta en la caprichosa decisión
de Fear. Me recuerda que si yo fallo contra ellos no habrá otra oportunidad. Se nos han
acabado las oportunidades y estamos en la última vida.

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