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Ramón Gómez de la Serna Puig (Madrid, 3 de julio de 18881-Buenos Aires, 12 de

enero2 de 1963) fue un prolífico escritor y periodista vanguardista español,


generalmente adscrito a la generación de 1914 o novecentismo, e impulsor del género
literario conocido como greguería. Posee una obra literaria extensa que va desde el
ensayo costumbrista o la biografía (escribió varias: sobre Valle Inclán, Azorín y
sobre sí mismo: Automoribundia) hasta la novela y el teatro. Su vida y obra es una
ruptura contra las convenciones. Es así una encarnación con el espíritu y la
actuación de las vanguardias, a las que dedicará un libro llamado Ismos. Su obra es
extensa y su eje central son las greguerías: un género iniciado por él, como un
conjunto de apuntes en los que encierra una pirueta conceptual o una metáfora
insólita. Suelen ser de varios tipos: chistes, juegos de palabras, o incluso
también como apuntes filosóficos.

«Ramón», como le gustaba que le llamaran, escribió un centenar de libros, la gran


mayoría traducidos a varios idiomas. Divulgó las vanguardias europeas desde su
concurrida tertulia en el Café de Pombo inmortalizada por su amigo, el pintor y
escritor expresionista José Gutiérrez Solana.3 Escribió especialmente biografías en
que el personaje reseñado suponía en realidad una excusa para la divagación y la
acumulación de anécdotas, verdaderas o inventadas.

Biografía
Su vida ha sido recogida por varios biógrafos, algunos de ellos amigos suyos. Él
mismo escribió su autobiografía durante su periodo de exilio en Buenos Aires a la
edad de sesenta años. El periodo que comprende su vida va desde finales del siglo
xix hasta mediados del xx. Durante todo este tiempo fue testigo de grandes cambios
sociales y políticos en Europa y España, y como tal fue importante su desempeño
como vehículo de entrada en España de las vanguardias.4

Infancia y juventud
Nace en Madrid el 3 de julio de 1888, en el número cinco de la calle de las Rejas
(en la actualidad, número siete de la calle Guillermo Rolland).1 Hijo de don Javier
Gómez de la Serna y Laguna, un abogado de clara vocación por el partido liberal y
funcionario del Gobierno del Ministerio de Ultramar, y su madre doña Josefa Puig
Coronado, sobrina de la escritora Carolina Coronado.5 Al ser bautizado en la
Iglesia de San Martín se le imponen los nombres de Ramón Javier José y Eulogio.6
Pasó su infancia entre juegos por la Plaza de Oriente, acompañado de su tía
Milagros. Algunos años después la familia se traslada a la calle de la Cuesta de la
Vega, cercana a la calle de Segovia (a la altura del viaducto). Una subida de
alquileres, unido a la espera de un nuevo hermano de Ramón, hicieron que la familia
se trasladara a la céntrica calle de Corredera Baja de San Pablo (cerca del Teatro
Lara, por entonces recién inaugurado). Es en esta época en la que comienza su
formación en el Colegio madrileño del Niño Jesús. Debido al desastre de 1898 se
cerró el Ministerio de Ultramar, lo que obligó a su padre a presentarse a una
oposición como registrador de la propiedad, oposición que finalmente ganó, haciendo
que la familia se tuviera que trasladar a Frechilla (pueblo de la provincia de
Palencia).

Tres años pasará Gómez de la Serna, junto a su hermano José, ambos internados en el
Colegio de San Isidoro en la ciudad de Palencia (cerca de la Catedral). Durante
estos tres años la situación política española era muy complicada, la pérdida
progresiva de las colonias y la agitación política animó las aspiraciones políticas
de su padre, Javier Gómez de la Serna, que en sus frecuentes viajes a la Capital va
adquiriendo renombre, hasta ser elegido diputado liberal por el distrito de
Hinojosa del Duque en 1898 y años posteriores. Por este motivo, más tarde la
familia entera regresa de nuevo a Madrid a una casa ubicada en la calle Fuencarral
(números 33-34), donde Ramón continúa sus estudios en los Padres Escolapios del
Instituto Cardenal Cisneros. Su tío Andrés García de Barga y Gómez de la Serna (un
año mayor que él), apodado Corpus Barga, con su ejemplo le incita indirectamente a
escribir.
A los catorce años de edad, en 1902, estando aún en el instituto pone en marcha,
como director de la misma, una publicación de elaboración manual llamada «El
Postal, Revista Defensora de los Derechos Estudiantiles»,7 de la que se "editan"
varios números, figurando en la misma una relación de sus "suscriptores". La
revista está llena de dibujos, secciones diversas y amenas, y escritos elaborados
mediante métodos de impresión artesanales. Ramón demuestra ya precozmente un gran
talento y liderazgo (aunque también gran falta de seguimiento de las normas de
ortografía).

En 1903, Gómez de la Serna acaba su bachillerato y su padre le regala como premio


un viaje a París. Este viaje lo hace solo, y con una pequeña aportación económica
se acomoda en una pensión cercana al Sena. Tras el periodo de bachillerato se
inscribe en la Facultad de Derecho, estudios por los que al cabo de los años no
parece ofrecer mucho apego. Su tío publica un libreto a la edad de los diecisiete
años titulado Cantares, un canto melancólico a los años de la adolescencia. El
ejemplo de su tío estimula aún más la ya la prematura afición de Ramón por la
literatura, y se esfuerza por emularle. En 1905 su padre, que era por aquel
entonces director general de Registros y Notariado, le financia su primera obra
publicada a través de un medio editorial registrado, que se titula «Entrando en
fuego». Gómez de la Serna tenía dieciséis años al publicarse el libro en la
imprenta del Diario de Avisos de Segovia. La familia se sorprende por la aparición
de dos escritores a tan temprana edad, con la excepción de su tía Carolina
Coronado, que les anima a seguir. A pesar de ello, desconociendo los motivos, en
1908 se matricula en la Universidad de Oviedo para continuar sus estudios de
derecho. A pesar de acabar la carrera nunca llegó a ejercer la profesión: el afán
literario le absorbió. La familia le aconseja que aprovechando la carrera oposite a
la Administración. En 1908 publica el que será su segundo libro, Morbideces, en el
que se retrata a sí mismo en su propia juventud y contiene los principios de lo que
se considera su estilo.8 Es en esta época cuando muere su madre Josefa Puig
Coronado. Empezó su carrera literaria en el periodismo, donde destacó por su
carácter original, ejerciendo una rebelión imaginativa y nihilista contra una
sociedad anquilosada, burguesa y sin expectativas. Empieza a rondar los cafés de
tertulia de Madrid, sale a las diez de la noche, tras cenar y regresa a las dos,
trabajando por la noche.

Comienzos: Revista Prometeo

Busto en bronce de Gómez de la Serna, por Enrique Pérez Comendador. Detalle del
monumento al escritor en los Jardines de Las Vistillas de Madrid (1972).
Gómez de la Serna abandona la casa familiar de la calle Fuencarral y se instala en
la calle de la Puebla; en este nuevo enclave tendrá un espacio más íntimo para
poder escribir artículos periodísticos. En esta época, inaugura la revista Prometeo
y escribe bajo el pseudónimo de Tristán. La revista servía a los intereses
políticos de su padre y quería renovar el panorama literario español, bebiendo
fundamentalmente de la literatura finisecular francesa e inglesa. En el sexto
número de Prometeo, Gómez de la Serna escribe un artículo titulado «El concepto de
la nueva literatura»; este titular abre paso a la colaboración que durará cuatro
años a lo largo de sus treinta y ocho números. Gómez de la Serna es tildado de
iconoclasta, anarquista de las letras, blasfemo, etcétera. Durante este periodo no
solo se dedica a escribir en Prometeo, sino que da conferencias en el Ateneo de
Madrid. Durante estos años publica Beatriz (1909), el drama Desolación, Ateneo, El
libro mudo y, en 1911, Sur del renacimiento escultórico español, así como Las
muertas.

A la edad de veintiuno, se enamora de la también escritora y periodista Carmen de


Burgos, apodada Colombine, mujer veinte años mayor que él. Ella, que se había
separado de su marido y quedado viuda en 1909, vive sola con su una hija
adolescente y posee una plaza en la Escuela Normal. Puntualmente, todos los días
iba Gómez de la Serna a visitarla a su casa a las cinco de la tarde, escribían
juntos y luego paseaban por los cafés de la Puerta del Sol hasta medianoche. La
preocupación del padre por este idilio alocado hace que mueva sus influencias y lo
nombren secretario de pensiones en la oficina española de París. Gómez de la Serna
realiza ilusionado su segundo viaje a esta ciudad, alojándose cerca del Café de la
Source (al que acude por las tardes Manuel Machado). A pesar del distanciamiento,
Carmen pide una excedencia de tres años y se va con él en 1909. Realizaron varios
viajes por Europa, visitando Londres, Nápoles y Lisboa, entre otras ciudades. En
París, los visitaban amigos como la mujer de Eduardo Zamacois o su tío Corpus
Barga, con quienes solía quedar Gómez de la Serna en el Café de la Source. Durante
esta estancia en París continuó escribiendo en la revista Prometeo. Justo al final
de la etapa, empieza a mencionar a sus amigos una nueva creación: las greguerías.
Fue Carmen de Burgos la madrina de las greguerías en ese periodo parisino.9 Las
greguerías las irá escribiendo poco a poco, a lo largo de toda su vida.10

Un viaje a Inglaterra coincidió con el periodo navideño y al volver a París tiene


una airada entrevista con Pío Baroja (ambos no se caían simpáticos).6 Tras ello
viaja a Italia y posteriormente a Suiza. Al llegar a París le llegan noticias del
planeado desmantelamiento, por parte de su padre, de la revista Prometeo. Por otra
parte el empleo como secretario de pensiones en París se extinguía. Poco a poco la
idea de regresar a Madrid se iba haciendo más evidente. Finalmente ambos regresan a
Madrid, Carmen retoma su empleo de la Escuela Normal y él regresa a la calle de la
Puebla.

Periodo pombiano
Véase también: Café Pombo
Gómez de la Serna regresa a los cafés madrileños y se hace amigo del pintor José
Gutiérrez Solana, de Azorín, Manuel Bueno, Pedro Emilio Coll y tantos otros que le
acompañarían en las tertulias. De entre todos ellos se

“La tertulia del Café de Pombo” de José Solana


encuentran como inseparables Paco Vighi y Tomás Borrás. Pronto entra en nómina del
periódico La Tribuna. Tras recibir una pensión de su padre regresa a París por
tercera vez en 1914 y escribe la que será su primera novela, El doctor inverosímil,
rematando el libro el mismo día que comienza la Primera Guerra Mundial. El ambiente
bélico le hace regresar de nuevo a Madrid. El padre le consigue el puesto de
oficial técnico de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Se dedicó a cumplir el nuevo
puesto y a diario acudía al Tribunal Supremo.

Al regreso de Madrid tras su tercer viaje de París, se le ocurre como proyecto


crear una reunión literaria en forma de tertulia. En la primera fase se centró en
buscar un lugar apropiado, en aquella época había muchos cafés y era más bien una
labor ardua buscar un lugar apropiado para la tertulia. Uno de los requerimientos
era que fuese céntrica, no popular. Un buen día entró en el café Pombo, una simple
botillería situada en el número 4 de la calle de Carretas.11 El Pombo no era uno de
los grandes cafés (como el Fornos, el Suizo, el de la Montaña, etc.) y quizá ese
abandono y el aspecto ajado del local que el propio Gómez de la Serna denominó como
'anacronismo' le decidieron a convocar allí a sus amigos mediante oficiosas
tarjetas de invitación. La tertulia, celebrada los sábados después de cenar -los
que podían - se bautizó «sagrada cripta del Pombo» y permaneció activa entre 1914 y
1936.

Portada de Pombo (1918), a cargo de Romero Calvet.


Es ahora cuando Gómez de la Serna se hace más madrileño.12 El año 1917 lo dedica
plenamente al Pombo. La tertulia es un éxito y sus ecos llegan incluso a París. Su
padre se va a vivir temporalmente a Segovia y Gómez de la Serna compra un hotel en
la nueva calle María de Molina número 43. En 1918 escribe un libro resumen de las
tertulias, El Pombo, obra que completa en un segundo tomo que años después titulará
La sagrada cripta del Pombo. El padre se jubila de la vida política y poco después
muere a causa de una diabetes, el 22 de febrero de 1922. Gómez de la Serna vende
entonces el hotelito y los cinco hermanos (Ramón, Pepe, Javier, Julio y Lola) se
dispersan.

Gómez de la Serna alquila un estudio en la calle de Velázquez número 4 (que luego


se llamará el Torreón de Velázquez y que más tarde pasó a ser parte del Hotel
Wellington), y en este reducido espacio coloca sus cosas y cachivaches, y pone en
las paredes un estampario de fotos y recortes de periódicos. Coloca un maniquí de
cera con forma de mujer, al que adorna y viste. Los ingresos de la nómina
procedentes del Ayuntamiento se cortaron de golpe en 1923 con la llegada al poder
del general Miguel Primo de Rivera, quien corta con los puestos administrativos
'ficticios' con el objeto de reducir cargas al Estado. Con la herencia y la venta
del hotelito se hizo construir un chalet en Estoril (Portugal), al que denominó El
Ventanal. Colaboró en la revista lisboeta Contemporânea.13 Los viajes Madrid-Lisboa
de fin de semana se hicieron frecuentes en busca de soledad y atmósfera propicia
para escribir. Los ingresos de Gómez de la Serna provenían de su colaboración en El
Liberal y la venta de libros. Su escasa economía causó que finalmente tuviera que
vender El Ventanal. Una huelga de prensa dejó al país sin periódicos y a causa de
ello acabó cerrando El Liberal. Es en aquella época en la que Nicolás María de
Urgoiti crea el diario El Sol y Ramón pasa a escribir en el diario; esta
colaboración tuvo una gran repercusión. Escribe de vez en cuando también en La
Voz.14 A la edad de treinta y cinco años Gómez de la Serna ya era conocido en el
mundo literario y periodístico. El 13 de marzo de 1923 sus amigos le homenajean con
una cena literaria en Lhardy; este homenaje sería muy famoso debido a que el propio
Gómez de la Serna ofreció otro homenaje paralelo en un lugar más humilde y
asequible para todos los bolsillos: El Oro del Rin. La resonancia del evento llegó
hasta París.

Madurez literaria
Gómez de la Serna empieza a colaborar con la Revista de Occidente (colaboración que
no abandonará hasta 1936). En los años veinte cuando empieza a elaborar biografías:
Colette, Apollinaire y Remy de Gourmont. El ambiente de Madrid estaba marcado por
la dictadura de Primo de Rivera, y muchos intelectuales se habían declarado
contrarios al régimen. Gómez de la Serna, buscando otros aires, decide ir a vivir a
Nápoles, donde se establece en la Rivera de Chiaia número 185 y sigue enviando sus
colaboraciones a El Sol y La Voz. Vive durante dos años en Nápoles, pero acaba
regresando finalmente a su Torreón de Velázquez. Entre las novedades a las que se
enfrenta se encuentra la radio en España (en la que participa) y el cine. Es en
este regreso cuando se empieza a interesar en la tauromaquia (en 1926 publica una
novela titulada Torero Caracho) y sus libros comienzan a traducirse a otros
idiomas.

Viaja por España dando conferencias, y en algunas provoca fallos eléctricos, para
con una palmatoria dar su famosa conferencia de la maleta y al reiniciarse la luz
comerse dicha vela (elaborada de confitura). Es en estos viajes donde elabora más
greguerías.9 Las conferencias «greguerizantes» se suceden por diversas capitales;
en ellas aparece lo sorpresivo, causando desconcierto. Dueño de sus recursos
literarios, se desborda en las conferencias, y cuando habla de los faroles un ciego
se le acerca al término de la misma para decirle que gracias a él «ha podido
verlos». En otras ocasiones no tiene tanto éxito, como durante el Concurso de Cante
Jondo de Granada cuando uno de sus oyentes, señalándole con una pistola, le comenta
al espectador que tenía al lado: «¿Qué?... ¿le mato ya?». Fue uno de los tres
miembros extranjeros de la Academia Francesa del Humor junto Charles Chaplin y
Pitigrilli. Valery Larbaud introduce la greguería (échantillons) en Francia. Puede
criticarse el exceso de su producción greguerística; pero como decía Jorge Guillén
(Automoribundia, capítulo LI): «Cierto, a Ramón, en cuanto abre la boca, se le cae
una greguería; prueba de que esto constituye, más que un género literario, la
manera espontánea y elemental de sucederse la actividad normal e ininterrumpida de
su humor».

El 15 de septiembre de 1927 apareció un titular en los periódicos madrileños


anunciando la muerte de Ramón por error de las agencias informativas; por lo que
los que llamaban al torreón para dar el pésame se encontraban con la sorpresa de su
voz. El periódico argentino La Nación le reclama artículos, algo que acepta con
gran ilusión. Realiza su cuarto viaje a París con motivo de la celebración de las
nuevas ediciones de El circo y El incongruente. Los periódicos españoles se hacen
eco de los éxitos de Ramón tras los Pirineos, y su tío Ramón escribe en la Revista
de Occidente sobre el escritor en París. La llegada de París hace que Ramón se
encuentre en su máximo auge de popularidad.

En 1929, Gómez de la Serna intenta introducirse en el teatro con Los medios seres,
una obra de la que solo tenía escrito el prólogo, con la idea inicial de publicarlo
en la Revista de Occidente. Pero Valentín Andrés Álvarez le convence para ponerla
en escena con la compañía de Margarita Robles y Gonzalo Delgrás, que se había
especializado en teatro de vanguardia. Escribe los dos primeros actos en una
semana, y el resto durante el montaje de la obra. En este periodo tiene un escarceo
amoroso con María Álvarez de Burgos, hija de su amante Carmen de Burgos, episodio
que recoge el libro Memorias de Colombine, de Federico Utrera. La obra se estrena
el 7 de diciembre de 1929 en el teatro Alcázar, levantando una enorme expectación.
Fue un fracaso el día de la inauguración, y los abucheos fueron acallados con los
amigos del Pombo, entre los que estaba Enrique Jardiel Poncela, del que él mismo se
declara discípulo, José López Rubio y Miguel Mihura. Se retiró de cartel en pocas
semanas. Para alejarse del estrés que le produjo el varapalo teatral, Ramón se fue
a París, donde alquila un estudio, monta una tertulia en el Café de la Consigne, y
pasea con su musa parisina Magda.

Regresa de nuevo a Madrid y abandona el torreón para ir a vivir muy cerca, en el


número 38 de la calle Villanueva, lugar en el que recompone su espacio barroco del
torreón. Ahora se dedica a promover a nuevas figuras literarias. Unión Radio firma
un contrato con Ramón para que le instale un micrófono en su casa y así pueda dar
una sesión radiofónica todos los días. Gómez de la Serna posee amigos seguidores y
enemigos, entre los que se encuentra Federico García Sanchiz. Ya a comienzos de
1930 surge en Ramón el interés de visitar América, y por invitación expresa viaja
en trasatlántico a dar unas conferencias. En Buenos Aires tiene una gran acogida
debido a sus colaboraciones a La Nación. Es allí cuando conoce a Luisa Sofovich
(Luisita, como la llamó desde los comienzos). Sofovich tiene un hijo de un
matrimonio fallido. Gómez de la Serna retrasa su viaje para que ella rehaga sus
papeles y pueda regresar con él a Madrid. Cuando los tres pisan tierra española el
23 de febrero de 1932, la situación política corresponde al apogeo de la Segunda
República. Gómez de la Serna continúa haciendo vida social en los cafés madrileños,
e incluso visita a Carmen de Burgos, que permanece eternamente encerrada, con quien
retoma una relación de amistad. Prosigue con las charlas radiofónicas de Unión
Radio. El estado de Carmen de Burgos empeora notablemente y el 9 de octubre de 1932
una angina de pecho dio final a su vida en el estudio de Divino Pastor.

Luisita, porteña de nacimiento, se sentía mal en Madrid, y al cabo de un año de


convivencia la añoranza iba en aumento. La exposición del libro español en Buenos
Aires solicita su presencia como miembro del comité organizador, y simultáneamente
se organiza un ciclo de conferencias. Esto supuso el segundo viaje a Argentina y
Luisita va con él. La exposición fue muy visitada, sobre todo por los lectores de
La Nación. Es en este viaje donde idea el proyecto de hacer una ópera titulada
Charlot, con música de Mauricio Bacarisse; aunque al final el proyecto se queda en
nada. En octubre inician el regreso a Europa.

El exilio
La situación política que se encuentra Gómez de la Serna en España tras este
segundo viaje a Argentina es muy volátil, debido a la revolución de enero de 1933 y
la revolución de Asturias de 1934. Se polarizan los sentimientos, los amigos se
dividen en uno u otro bando y algunos de los amigos del Pombo se suman al
falangismo de José Antonio Primo de Rivera. Las tertulias se polarizan y Ramón teme
que se contagie de ese ambiente la Cripta del Pombo. Luisita cae enferma de
septicemia y eso preocupa a Ramón. A pesar de ello continúa en actividad
periodística escribiendo para el Diario Madrid. Figura entre los fundadores de la
Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura.6 El ambiente
de tensión obliga a Ramón a lanzar el 10 de julio de 1936 una solicitud de clausura
de la tertulia «La sagrada cripta» en el café de la calle de Carretas. El domingo
once fue la última vez que emitiría su tertulia radiofónica por la Unión Radio. Los
asesinatos del teniente Castillo y de José Calvo Sotelo y el pronunciamiento del 17
y 18 de julio de 1936 alarmaron a la opinión pública precipitando los
acontecimientos.

El estallido de la guerra civil española sorprende a Gómez de la Serna en Madrid.


Luisita empieza a buscar apoyos en el periódico La Nación para poder sacar a Ramón
y a su familia de España, y posteriormente se acordó que se celebraría el congreso
internacional del PEN Club en Buenos Aires. Gómez de la Serna y Azorín habían
inaugurado anteriormente el PEN Club en España. Se planeó la salida por un puerto
republicano que permitiese su acceso a Francia y decidieron hacer el viaje cuando
le llegó la confirmación de los tres pasajes en el transatlántico Belle Isle15
desde Burdeos. Esas noches antes de su partida fueron dolorosas, ya que en Madrid
dejaba la biblioteca que tras cuarenta y ocho años había logrado reunir.8
Finalmente el puerto fue Alicante y allí un carguero italiano le lleva a Marsella y
posteriormente un viaje en tren hasta Burdeos. En Burdeos, en pasaje de tercera,
comenzaron el viaje a Montevideo con escala en Lisboa. Esta era su tercera travesía
a Argentina. Allí les esperaba el poeta Ángel Aller. A las pocas horas de pisar
Montevideo mandó los artículos escritos durante la travesía a La Nación y una copia
de la novela ¡Rebeca! a la Editorial Ercilla en Chile, por no poder editarla ya en
España.

El periodo porteño

Placa en el inmueble de la calle de Guillermo Rolland N.º 7.


Los inicios de su exilio en la ciudad de Buenos Aires no fueron muy agradables, y
aparte de Oliverio Girondo, que les ofrece ayuda en esos primeros instantes de
vagabundeo, poco apoyo encuentra por parte de otras personas. Recibía ofertas desde
España de su amigo falangista Tomás Borrás intentándolo unir a la causa, ofertas
que él denegaba. Las noticias que llegaban de España anunciaban un recrudecimiento
de la guerra y Madrid era una ciudad sitiada. En Argentina las entrevistas que le
realizan le requieren que tome partido por uno de los bandos. Y las conferencias
que firma en contratos le sugieren un punto de vista partidario que Ramón intenta
evitar. Reduce su actividad social, y los años 1937 y 1938 son años de reediciones
de sus obras. En 1938 Girondo les consigue una casa en la calle Hipólito Yrigoyen a
la altura del 1974 (barrio de Balvanera), que será su vivienda definitiva. La
guerra civil española acaba y sus viejos amigos le envían cartas al nuevo
domicilio. Otros españoles aparecen en Buenos Aires huyendo. Mantuvo contacto
especial con Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, que durante la guerra habían
tomado partido por los sublevados. Luego, fue destacado a la embajada en Buenos
Aires un amigo suyo, Ignacio Ramos.

Poco a poco se va fundiendo con la sociedad de Buenos Aires y se nutre de este


nuevo mundo para él. Se dedica con furor a la greguería. Ya a comienzos de los años
cuarenta se identifica con lo porteño. Participa de las actividades culturales de
la ciudad. Escribe una biografía sobre su tía Carolina Coronado, de Azorín, de la
pintora Maruja Mallo y de Valle Inclán.5 Empieza a escribir artículos a comienzos
de mayo de 1944 en el diario oficialista español Arriba, cuyo director es el
falangista Javier de Echarri, un admirador de la obra de Ramón. Las elecciones
argentinas de 1946 dan la victoria a Juan Domingo Perón. A finales de los años
cuarenta y en el exilio en Buenos Aires comienza a escribir su autobiografía,
titulada Automoribundia. Se encierra en su estudio y si sale es con Luisita a la
Costanera, al zoológico o a pequeñas calles con aroma porteño. De incógnito acude
al café Richmond, intentando recordar los viejos tiempos. Le diagnostican diabetes,
que ya afectaba a su padre. Cada vez duerme menos y necesita de medicamentos para
poder hacerlo. En 1947 Buenos Aires acoge una Exposición de arte español y aparece
entre las obras pictóricas el cuadro de Solana sobre el Pombo.3 La propiedad del
cuadro de Solana llevaba tiempo litigándose entre una heredera del dueño del Café
Pombo (Eduardo Lamela) y Ramón, que finalmente lo cede al estado español.

En 1948 publica su propia biografía, Automoribundia, en cincuenta y un capítulos.


En España causa furor su publicación. Gómez de la Serna tiene ya sesenta años y
siente nostalgia de su Madrid; así lo hace ver en su obra Las tres gracias, de
1949, en la que el protagonista es el propio Madrid y tres muchachas. A pesar de su
edad planea viajes a Montevideo y a Chile para dar conferencias. La tentación de
volver a España existe, pero económicamente sobrevive en Buenos Aires y Luisita
(que le cuida) está contenta viviendo en su ciudad natal. Gómez de la Serna lee un
día en el diario Arriba que la tertulia del Pombo se reanimaba liderada por José
Sainz y Díaz, y donde se recitará Romancero legionario. A Gómez de la Serna no le
hizo gracia la noticia al comprobar que su tertulia estaba siendo utilizada
políticamente, lo que él siempre había impedido. Jesús Rubio (subsecretario de
Educación Nacional) había encargado al presidente del Ateneo de Madrid que invite
oficialmente a Ramón a un viaje a España de dos meses de duración. Gómez de la
Serna duda y consulta con sus allegados, y finalmente decide regresar. Toma junto
con Luisita un navío español (Monte Urbasa), que le lleva a Bilbao, con escala en
las Islas Canarias. Los diecisiete días de travesía atlántica y trece años de
exilio voluntario pesan en su memoria. El 22 de abril de 1949 llega a la ría de
Bilbao y tres días después entra en Madrid. Se aloja en el Hotel Ritz. En su
primera salida del hotel va al Café Lyon y las multitudes de amigos y curiosos le
acosan. Comunica a todos los pombianos que el 30 de abril de 1949 se reabría la
Sagrada cripta. Tres sesiones logró celebrar durante su estancia en Madrid, con
conferencias, actos protocolarios, chocolatadas, verbenas populares, presentación
de libros, etcétera. La vida en Madrid durante este mes pasó rápidamente entre
agotadores días llenos de actividades. El Ayuntamiento de Madrid le pone una placa
conmemorativa en el edificio donde nació y, en una ceremonia de reconocimiento,
descorre la protocolaria cortinilla. Entre los actos oficiales se encuentra una
recepción con Francisco Franco. Gómez de la Serna nota que poco a poco los actos
oficiales van enfriándose y al final son inexistentes. Decide ir a Barcelona y el
31 de mayo abandona Madrid para viajar a la Ciudad Condal. Gómez de la Serna le
comunica a Luisita en Barcelona que se marchan a Buenos Aires cuando lleguen a
Bilbao. Toman el barco de regreso y prueba de la repentina decisión es que se deja
conferencias sin celebrar. Durante la travesía de regreso se muestra esquivo y
apenas sale del camarote.

Gómez de la Serna vive un periodo de trabajo solitario encerrado en su torreón


bonaerense, pero malas noticias le llegan desde España. La primera es que el fallo
del Premio Nacional de Literatura, al que se presentaba con Las tres gracias,
concede el premio al uruguayo Antonio Larreta, mientras Azorín (que pertenecía al
jurado) participaba durante la votación con una actitud indolente y pasiva.6 La
otra mala noticia es el cierre definitivo del Café de Carretas, terminando ya con
toda ilusión de celebrar otra tertulia. Durante los siete años que van desde 1953 a
1960, Gómez de la Serna publica doce libros y varios millares de artículos
periodísticos y varias series de nuevas greguerías. Durante ese tiempo los cambios
de dirección en el diario español y oficialista Arriba muestran también cambios de
sensibilidad artística. La llegada de Rodrigo Royo a la dirección del periódico
hace que envíe a Gómez de la Serna una carta rogando el cese de envío de
greguerías, aclarando: «escriba usted otra cosa; reportajes o artículos por
ejemplo». Gómez de la Serna se niega al requerimiento mientras que el diario ABC le
ofrece un contrato para la recepción de series de greguerías. Gómez de la Serna
trabaja, además, como guionista para la televisión de Argentina y adquiere fama.

En España su primo Gaspar encabeza la solicitud internacional del Premio Nobel de


literatura, y los homenajes se repiten simultáneamente en España y Argentina. Su
salud se resiente, atenazado a la insulina (nuevo descubrimiento médico), y los
doctores le detectan una flebitis latente. Las invitaciones para regresar a Madrid
se sucedían y el alcalde de Madrid por aquel entonces, el conde Mayalde, le
solicita en numerosas ocasiones su presencia. Gómez de la Serna, con su precaria
salud, salía de paseo, obligado, tan solo una vez por semana. Argentina le ofrece
una pensión vitalicia. El empeoramiento de su salud en 1962 hace cundir la alarma
cuando se le detecta un cáncer entre el píloro y el duodeno. En abril de 1962 el
embajador le comunica la concesión del premio Juan March. A comienzos de 1963, el
día 12 de enero, fallece Ramón en Buenos Aires. El 23 de enero sus restos llegan a
Madrid, donde permanece enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres, propiedad de
la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, en la Sacramental de San Justo,
junto a las tumbas de Mariano José de Larra, José de Espronceda, Gaspar Núñez de
Arce, Manuel Bretón de los Herreros, Juan Eugenio Hartzenbusch y de Eduardo
Marquina.

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