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Emprendimiento Docente: Mtro.

Alfredo Huamán Cuya

La empresa ha muerto, viva la empresa

Érase una vez una empresa que vivía sumergida en la vorágine diaria que suponía la
implementación de su plan estratégico, aprobado anualmente por la más alta dirección de la
compañía. Siguiendo las estrategias y la planificación previstas, analizaba los resultados que
arrojaban sus ventas y estudiaba la información que recibía periódicamente con el objeto de
comprobar si se estaban cumpliendo los resultados, y si era necesario hacer algún ajuste. Sus
gestores ideaban, diseñaban y producían los productos que consideraban que el mercado y su
consumidor estaban esperando, fijaban sus precios en base a sus costes y su competencia, y
distribuían sus mercancías en su red habitual de distribuidores. A su vez, diseñaban y emitían su
comunicación corporativa y estratégica a través de los clásicos canales de publicidad y promoción,
y muy de vez en cuando realizaban una investigación ad hoc para conocer las opiniones que,
acerca de sus marcas y productos, tenían sus clientes y su público objetivo.

Y de pronto… llegaron Internet y las nuevas tecnologías, y su mundo nunca volvió a ser el mismo.

Súbitamente, la competencia y la oferta se convierten en globales e ilimitadas, y hasta las


empresas más pequeñas del país más lejano pueden ofrecer sus productos (a veces mejores y
más económicos) a los que hasta la fecha eran sus consumidores más leales. Se ven obligados a
redefinir su política de precios, porque ahora es el mercado global y, sobre todo el consumidor
quien decide cuánto está dispuesto a pagar. Porque este nuevo consumidor tiene ahora la
capacidad y la posibilidad de informarse, investigar, buscar, comparar y decidir su compra entre
toda la oferta mundial existente.

Este nuevo «superpoder» convierte a los consumidores en superhéroes más informados, más
exigentes, constantemente demandantes, ávidos de novedades y nuevas experiencias. Tienen
acceso a un sistema económico y accesible que les permite comprar cualquier producto o servicio,
en cualquier momento del día o de la noche, desde cualquier rincón del mundo, a cualquier
fabricante o distribuidor de cualquier lugar del planeta, compartiendo después sus experiencias y
opiniones con –literalmente– todo el mundo.

Aquella empresa, que vivía feliz sumergida en la dinámica interna de su día a día, se ve obligada,
forzada a salir de su burbuja y enfrentarse a ese nuevo mercado que le es totalmente desconocido.
En una primera fase de total escepticismo y desde la arrogancia de sus «buenos tiempos
pasados», se resiste siquiera a plantearse la nueva situación. Y el resultado de vivir de espaldas
a la realidad es una incesante concatenación de resultados nada beneficiosos para sus intereses:
descenso constante de las ventas, fuga de clientes, pérdida del interés de los distribuidores y
almacenes repletos de mercancías que pierden su valor con cada día que pasa.

Cuando el desastre ya es evidente y exige reacción urgente, con enorme esfuerzo, resistencia y
sin mucha convicción, la dirección inicia un tímido proceso de cambio. Aunque, a pesar de que
no quieran confesarlo, crean que es posible que ya sea demasiado tarde. En los pocos momentos
de calma que les deja la compleja situación que atraviesan, sus directivos ahora se lamentan, se
culpan unos a otros y se cuestionan: «¿Por qué no reaccionamos antes?».

Únicamente la información, la flexibilidad, la innovación y la oferta de valor constante puede


asegurar a las empresas la rentabilidad de sus negocios a largo plazo.

En un mundo extraordinariamente dinámico y global, donde un individuo que toma una mala
decisión en un lejano lugar de China es capaz de crear una pandemia, y una crisis social y
económica mundial sin precedentes en la historia, no podemos basar nuestro tejido empresarial
en modelos tradicionales que ya forman parte de un pasado que no volverá. Seguir anclados en

Elson, C. (2021). Nuevos modelos de negocio: emprendimiento en la era de la tecnología. Editorial UOC.
Emprendimiento Docente: Mtro. Alfredo Huamán Cuya

sistemas de gestión y dirección basados en estructuras totalmente verticales y paternalistas,


enajena‑ das de la realidad de los mercados y los consumidores, en organizaciones donde no se
fomenta el trabajo en equipo, la flexibilidad, la curiosidad y la creatividad (o donde incluso se
penalizan), solo puede tener como consecuencia empresas enfermas con empleados
desmotivados, temerosos y conformistas cuyo único objetivo sea cumplir la función que se les
exige para recibir su nómina a final de mes.

Lamentablemente, seguimos encontrándonos con empresas y empresarios que se resisten a


modificar estos modelos de gestión, y estas estructuras que les resultan tan cómodas y
«controlables». Tras un primer análisis se hace evidente que, tras estos modelos «tradicionales»,
existen muchas inseguridades, temores y una total desconfianza en las capacidades y
responsabilidades de sus propios equipos. Son aquellas direcciones que el psicólogo Rensis Likert
definió, en los años sesenta y setenta, como autoritarias‑coercitivas (directivos autocráticos que
centralizan toda toma de decisiones, y que creen que el castigo y el temor son los verdaderos
motores de la motivación), y autoritarias‑benevolentes (directivos paternalistas y
condescendientes que motivan a través de la recompensa económica).

Está ya demostrado que las empresas de mayor éxito son aquellas cuyos líderes siguen modelos
de gestión de tipo consultivo, donde los directivos toman las decisiones junto con los mandos,
después de ser discutidas con sus subordinados. O modelos totalmente participativos, donde las
decisiones son también conjuntas y se invita a todos los miembros de la organización a tomar
parte en ellas. Aunque en ambos casos hay que tener cuidado de que las dinámicas de decisión
sean ágiles y rápidas, o se corre el riesgo de la famosa «parálisis por el análisis».

Vivimos una era de enormes retos y amenazas, pero también de enormes oportunidades que
debemos saber aprovechar. Y el emprendimiento tiene que ser el principal motor de los nuevos
modelos de negocio y ocupación. La era de la tecnología nos ha provisto de herramientas
accesibles y económicas, capaces de generar recursos ilimitados y aplicaciones creativas, que
deben ir dirigidos a la creación de valor y de mejores y más brillantes oportunidades,
especialmente para las generaciones futuras. Y todo ello desde la pasión, la exploración, la
curiosidad, la innovación, y la generación de ideas y riqueza. Sin olvidar que nuestra visión debe
enfocarse desde la ética, la honestidad, la transparencia, la sostenibilidad y el compromiso social.

«El precio de la grandeza es la responsabilidad». Winston Churchill

De manera grupal, responde las siguientes preguntas:

• Enumere las características esenciales de las empresas hasta antes de la llegada del internet.
• ¿Qué impacto que marcó la llega del internet en los negocios?
• ¿Cuáles son los retos o desafíos para las empresas en el marco de las nuevas tecnologías?
• ¿Cuáles son las estrategias que se deben implementar para asegurar la rentabilidad del
negocio?
• ¿Cuáles son las características de las empresas exitosas en un mundo dinámico y global?

Elson, C. (2021). Nuevos modelos de negocio: emprendimiento en la era de la tecnología. Editorial UOC.

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