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TIPOS DE PIEL

Los diferentes tipos de piel


La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, pues posee aproximadamente dos metros de
superficie y pesa 5 kilogramos en un individuo adulto. Además, las capas dérmicas (junto a la saliva,
las mucosas y las lágrimas) constituyen la primera barrera biológica de defensa de nuestra especie y
otras muchas, es decir, impiden la entrada de organismos patógenos a nuestros órganos vitales.

Más allá de todo esto, la piel también presenta funciones de regulación del metabolismo y la
temperatura corporal, posibilita el tacto, permite la síntesis de vitamina D y acarrea múltiples valores
de identidad y estéticos: color de piel, arrugas de envejecimiento, marcas y cicatrices, por ejemplo.

La piel nos define tanto como especie como individuos, pues todos somos únicos y nuestra superficie
corporal narra la historia que hemos vivido. Debido a la importancia de esta estructura, hoy te
mostramos los 6 tipos de piel registrados en el ser humano, además de sus características y algunos
consejos para mantener este órgano en perfecto estado.

¿Qué son los biotipos cutáneos?

La piel, compuesta por la epidermis, dermis e hipodermis, es un órgano viviente que cambia
constantemente, “respira” y necesita ser atendido durante toda la vida del individuo. Esta estructura
es la mediadora entre la parte interna y externa del cuerpo y, además, presenta una composición
química y fisiológica características según el lugar en el que se presente.

Se utiliza el término “biotipo cutáneo” para designar a los distintos tipos de piel, los cuales se
describen según la proporción de dos sustancias no solubles entre sí (emulsión percutánea). El
ejemplo más claro de estos compuestos son el agua y el aceite, cuya presencia en la piel se identifica
por un parámetro que representa la relación entre fase acuosa y fase oleosa: A/O y O/A,
dependiendo de si predomina el agua o la grasa.

¿Cómo tiene que cuidarse cada tipo de piel?

Así pues, distinguiremos ciertos biotipos cutáneos según las secreciones sudorosas (cloruro de sodio,
potasio, urea y amoniaco, entre otras) y sebáceas que produzca el individuo en cierta zona corporal
concreta. No nos demoramos más con explicaciones técnicas y te mostramos en las siguientes líneas
los tipos de pieles existentes.
1. Piel endémica o normal

Es aquella que se encuentra en un equilibrio de secreción sebáceo y su doral, o lo que es lo mismo,


presenta una hidratación y oleosidad adecuadas. Su superficie es fina, flexible y posee una capa de
grasa que no llega a darle un brillo aceitoso a su parte más externa. No presenta descamaciones
evidentes y, además, es difícil que se formen en ella espinillas y otras impurezas características en
otros biotipos cutáneos.

El cuidado de este tipo de piel se basa en mantener la proporción adecuada de grasa y sebo que el
tejido ya presenta. Diversos portales cosméticos recomiendan el uso de geles de limpieza
purificantes, la aplicación de cremas hidratantes y ciertas cremas nutritivas. En general, existe un
consenso claro más allá del marketing y las estrategias de venta: no hay que exponer la piel a jabones
con pH muy altos, a una humedad continua o a temperaturas extremas (tanto del agua como del
aire).

Expertos también señalan que, por ejemplo, hay que evitar rociar productos cosméticos como
perfumes de forma directa en la piel (es mejor sobre la ropa). Por último, hay que tener cuidado con
la radiación solar, pues se ha demostrado que una exposición desmedida a los rayos UV puede
fomentar la aparición de melanomas o cánceres de piel.
2. Piel combinada o mixta

Se caracteriza por ser grasa principalmente en la “zona de T”, es decir, frente, nariz y barbilla y
deshidratada o seca en sus bordes y contornos. En la zona T nombrada es donde se presentan de
forma más evidente los signos de una superficie cutánea oleosa: poros dilatados, puntos negros, sebo
superficial y aparición de espinillas, entre otros eventos.

La piel mixta puede ser un poco compleja de tratar tanto en la clínica dermatológica como en casa,
pues presenta segmentos cutáneos con distintas necesidades. En las personas con más puntos negros
y porosidad evidente puede ser muy adecuada la utilización de geles limpiadores que extraigan las
impurezas, además del uso de tonificadores y cremas hidratantes específicas para este tipo de piel.

3. Piel seborreica o grasa

Es un tipo de piel de textura gruesa, con folículos sebáceos dilatados, de aspecto untuoso e
hidratación adecuada. El cutis seborreico se caracteriza, de forma externa, por presentar una
coloración rojiza en algunas áreas y amarilla en otras.

Estamos ante una variante dérmica que requiere de un cuidado constante, pues es el tipo de piel que
más proclividad presenta a acumular espinillas, dilataciones en los poros y engrosamiento
epidérmico. Como parte positiva, es importante destacar que este tipo de piel es la que más lento
envejece, ya que la abundante capa de grasa la protege de las inclemencias ambientales.
Este tipo de piel es muy sensible a los hábitos y dieta del individuo, pues factores como la ansiedad, el
agotamiento, la falta de ejercicio o una dieta muy rica en grasas pueden provocar la secreción
excesiva de sebo. Por ello, el primer consejo para mantener “a raya” este tipo de piel es llevar un
estilo de vida adecuado y evitar alimentos ultra procesados ricos en azúcares y grasas.

Otros cuidados para la piel grasa pueden ser las limpiezas periódicas bien profundas (para evitar la
acumulación de sebo en los poros), la reducción de grasa en la piel mediante productos cosméticos, la
realización de masajes regulares y la aplicación de cremas hidratantes. De todas formas, en la dieta y
el estilo de vida está la clave para mantener correctamente este tipo de piel.

4. Piel seca

Este tipo de piel se caracteriza por un espesor disminuido, ya sea por pérdida de agua o por ausencia
de grasas. La falta de retención de humedad en estas capas dérmicas se debe a diversos factores: una
dieta inadecuada, la exposición a temperaturas extremas, humedades relativas bajas, el viento o la
inmersión en agua caliente. En estos casos, las glándulas sebáceas no producen suficientes sustancias
oleosas para proteger la piel y, por tanto, esto desemboca en una evaporación anormal de agua a
nivel tisular.

La piel seca se caracteriza por una textura fina, tensa y estriada, con poros muy pequeños, sin brillo y
de aspecto rugoso. En estos tipos de piel sí que es común la descamación, es decir, la pérdida

Excesiva de células en la capa más externa de la piel. Por ello, es la variante de la lista que más
probabilidades presenta de sufrir procesos infecciosos (al estar menos protegida).
La necesidad inmediata para cuidar a este tipo de piel es una hidratación continuada en el tiempo.
Por ello, se recomienda la aplicación de cremas hidratantes en las partes más afectadas durante el día
y el uso de una crema con alto contenido graso por la noche.

5. Piel deshidratada

No es lo mismo una piel seca que una deshidratada, pues esta última se caracteriza únicamente por la
falta de deshidratación, pero no de oleosidad. Se suele confundir continuamente con la variante seca,
hecho que perjudica mucho al tratamiento de este biotipo cutáneo. Un signo muy común que

Evidencia este biotipo es la presencia de rajas en la piel.


6. Piel sensible

Un tipo de piel que posee la facilidad de enrojecerse y elevar su temperatura, ya que contiene
múltiples fibras nerviosas sensibles ante cualquier estímulo. La irritación, el picor y la comezón son los
signos más típicos de una piel sensible que no está siendo cuidada adecuadamente.

Los cuidados de este biotipo son similares a los del resto: hidratación, limpieza, etc. Aun así, en este
caso concreto hay que evitar aún más la exposición a elementos irritantes, productos con un pH
marcadamente diferente al de la piel o la exposición a los rayos del sol. Estamos ante un área del
cuerpo que va a “sentir” cualquier inclemencia de forma anormal, razón por la cual es esencial tener
especial cuidado con ella.

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