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Democracia y participación ciudadana

La participación ciudadana está naturalmente ligada a la democracia por ser ésta la principal
forma de gobierno que se sustenta en el diálogo e interacción entre los ciudadanos y los
asuntos del Estado. con el objetivo de identificar y caracterizar los distintos mecanismos que
permiten materializarla en la gestión pública. La metodología que se utilizo fue un análisis y
revisión cualitativa de la literatura científica, algunos elementos para su efectividad en el
aparato público, de tal forma que sea un aporte a la discusión teórica y puesta en práctica de
los mecanismos de participación en la gestión pública.

La participación ciudadana se ha instalado transversalmente en el discurso de los actores


políticos, fundamentalmente por la crisis de legitimidad que afecta a las instituciones de la
democracia representativa. Por tal razón, las propuestas de profundización de la democracia y
apertura de las instituciones del Estado a la ciudadanía, encuentran una valoración positiva
tanto en la sociedad civil como en la élite política. No obstante, dicha transversalidad en los
debates sobre democracia y participación ciudadana, en ocasiones se observa cierto grado de
ambigüedad de lo que significa esta última, lo cual, muchas veces provoca una falta de
referencias empíricas para la adecuada implementación de dichos mecanismos en la gestión
pública.

El arte como estímulo para la democracia

Las artes son emociones. La democracia, en cambio, se corresponde con la política que, en un
sentido estricto, debieran ser decisiones racionales. Sin embargo, es muy difícil separar una
cosa de la otra. No se trata de manipular los sentimientos para producir efectos políticos, sino
de activar las emociones para “conmover” a las personas a que se sientan parte de una
comunidad.

La democracia se sustenta en la soberanía popular y ese pueblo, esa ciudadanía necesita


canales eficaces para poder participar en los procesos de toma de decisiones políticas. Los
debates políticos por sí solos no producen mucha atracción, razón por la cual son necesarias
formas de “llamar” que puedan ser eficaces.

Pero no solo llamar, también entusiasmar o ilusionar. Que la persona llamada se pueda sentir
parte de esa comunidad sobre la cual va a hacer sus aportaciones para definir las decisiones
políticas que deban transformar una realidad concreta.

La participación en democracia se suele identificar con el voto, ya sea para elegir


representantes ya sea para tomar una decisión en un referéndum. El voto es el icono de la
democracia y parece que la democracia se reduce a ese hecho cargado de liturgia.

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