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VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO EN LA POBLACIÓN

DE ADULTOS JOVENES ESTUDIANTES DE


UNIVERSIDADES ALIAT

Jose Luis Gonzalez Escarcega


09000009367  
Anteproyecto
Introducción
El conocer el protocolo de investigación resulta fundamental para que en el futuro
cada uno pueda llevar a cabo investigaciones con la aplicación de un protocolo
formal, conocer esta metodología me parece muy importante en el proceso de
formación

Marco Teórico
“La violencia en el noviazgo (VN) o dating violence (DV) es un problema
generalizado en la adolescencia (Wincentak, Conolly y Card, 2016) que puede
implicar actos o abusos intencionales de tipo sexual, físico o psicológico por parte
de un miembro de la pareja contra el otro (Jennings et al., 2017; Public Health
Agency of Canadá, 2012;). La VN se caracteriza por que ocurre en el contexto de
una relación afectiva y/o sexual íntima entre jóvenes con distintos grados de
formalidad (Vagi et al., 2013) que no tienen una relación de convivencia, ni hijos en
común, ni relaciones jurídicas ni económicas vinculantes (Shorey, Cornelius y Bell,
2008; Viejo, 2014). En cuanto a las tasas de prevalencia de VN, la revisión
sistemática de Jennings et al. (2017) concluye que la VN se da entre el 6% y 21%
de los hombres, y en mujeres entre el 9% y 37%. Sin embargo, este estudio no
estableció diferencias en base a las tasas de perpetración y victimización. Otros
estudios internacionales coinciden en tasas de agresiones físicas en VN,
indicando que entre el 10% al 25% aproximadamente de los hombres y mujeres
han sufrido VN (Viejo, Monks, Sánchez y Ortega-Ruiz, 2016; Wincentak et al.,
2016). Estudios que miden conjuntamente tasas de violencia sexual y física
indican que 1 de cada 5 adolescentes (18% - 20%) informan haber sido víctimas
de su pareja (Silverman, Raj, Mucci y Hathaway, 2001). Y estudios internacionales
que solo miden violencia sexual indican tasas para mujeres entre 9% y un 13%
(Kliem, Baier y Bergmann, 2018; Lau, Nguyen y Markham, 2018). Las tasas de VN
de tipo psicológica, en general, prevalecen por encima de las de tipo físico, sin
embargo existe una gran variabilidad entre los estudios, reportando entre un 30%
a un 92% de variación (Fernández-González, O’Leary y Muñoz-Rivas, 2014;
Orpinas, Hsieh, Song, Holland y Nahapetyan, 2013; Ybarra, Espelage,
Langhinrichsen-Rohling y Korchmaros, 2016). En España, ha aumentado la
incidencia de casos de VN en población juvenil (n = 5634) (Ministerio de Sanidad
Servicios Sociales e Igualdad, 2015). La tasa de mujeres adolescentes y jóvenes
víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja es de un 11,7% según
la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer realizada en 2015 (Hernández
Oliver y Doménec del Río, 2017). Algunas investigaciones relacionan la VN con la
violencia sufrida por las mujeres en edades adultas. Por ejemplo, los estudios con
población clínica adulta han encontrado que la violencia en la pareja íntima (VPI)
de parte del hombre hacia la mujer, estaba presente desde el noviazgo (Amor,
Echeburúa, De Corral, Sarasua y Zubizarreta, 2001; Black et al., 2011). Respecto
a las consecuencias de la VN, las mujeres adolescentes víctimas de VN tienen
una menor autoestima y mayor dependencia emocional que las no victimizadas
(Moral, García, Cuetos y Sirvent, 2017). Estudios que encuentran que la VN está
relacionada con resultados adversos de salud a largo plazo en mujeres (Howard,
Debnam y Wang, 2013). La VN se asocia a un aumento de la culpa, ira, dolor y
ansiedad (Cornelius y Resseguie, 2007) y otros efectos negativos como una
disminución del bienestar psicosocial y bajo rendimiento académico (Zaha, Helm,
Baker y Hayes, 2013). Además, la VN está asociada con una mayor tasa de
ideación suicida y depresión según investigaciones recientes (Singh et al., 2014;
Silverman et al., 2001).” iGracia-Leiva M.; Puente-Martínez A.; Ubillos-Landa, S.; &
Páez-Rovira. (2019).

“Múltiples estudios han tratado de establecer los factores de riesgo asociados a


victimización y a perpetración VN y así desarrollar medidas de prevención para
minimizar sus consecuencias. Algunos factores individuales que se han
identificado son la escasa tolerancia a la frustración, la existencia de problemas
externalizantes y el sexismo, y se han relacionado específicamente con la
perpetración de VN (Pazos, Oliva y Gómez, 2014). Durante la adolescencia, en
varones el consumo de alcohol y la iniciación sexual coital temprana (12 a 14
años) predicen perpetración de VN (Niolon et al., 2015). Respecto a factores
interpersonales asociados a la VN, se encontró que la agresión en las relaciones
con los pares predice positivamente perpetración y victimización de VN (Ellis,
Chung-Hall y Dumas, 2013). Además, el abuso sexual infantil también se asoció a
ser víctima de violencia física en el noviazgo, y a la perpetración de violencia
psicológica (Cyr, McDuff y Wright, 2006). De los factores socio-demográficos
relacionados con VN, una de las variables más controvertidas es las diferencias
por sexo en tasas de perpetración y victimización (Muñoz-Rivas, González-
Lozano, Fernández-González, Fernández Ramos y García Sánchez, 2015; Rubio-
Garay, Carrasco, Amor y López-González, 2015). La mayor parte de los resultados
muestran que las mujeres están en mayor riesgo de sufrir violencia grave por parte
de sus parejas (Hirigoyen, 2005; Shorey et al., 2008), y las adolescentes de más
victimización que los varones en violencia en general (Reidy et al., 2016; Singh et
al., 2014). Además, se ha encontrado que en mujeres cuando se conjugan
factores de riesgos individuales (estar embarazadas o ser madres, tener un
trastorno mental y problemas con la justicia) con factores contextuales (vivir en la
calle y pertenecer a un servicio de protección del menor) las tasas de victimización
(34%) y de perpetración (45%) de VN son mayores que las de población general
(Joly y Conolly, 2016). Sin embargo, otros estudios sobre VN no encuentran
diferencias significativas por sexo en victimización (Sebastián, Verdugo y Ortiz,
2014) o en caso de encontrar mayores niveles de violencia en las mujeres, la
mayor parte de los estudios concluyen que la magnitud estadística de esta
diferencia es pequeña. Una posible explicación es que estos estudios no tienen en
cuenta las tasas de subestimación de la violencia por parte de las mujeres
(Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010; Pazos et al., 2014). Según Ferrer Pérez y
Bosch Fiol (2005) y Bosch Fiol y Ferrer Pérez (2012, 2013), la bidireccionalidad de
la VN planteada por algunos autores (Reidy et al., 2016; Viejo et al., 2016) se
podría relacionar con sesgos en los instrumentos que suponen que el maltrato en
la pareja se da en condiciones igualitarias y simétricas, desvinculado la violencia
del entorno social en que ocurre y dejando fuera el nivel macro de análisis como
las desigualdades de género.” iiGracia-Leiva M.; Puente-Martínez A.; Ubillos-
Landa, S.; & Páez-Rovira. (2019).

De acuerdo con Puente-Martínez, Ubillos-Landa, Echeburúa y Páez-Rovira,


(2016). Después de más de 30 años de estudio sobre el impacto de la violencia
en el noviazgo se han logrado tipificar alrededor de 20 a 50 variables asociadas a
la agresión y victimización (Jennings et al., 2017; Lewis y Fremouw 2001; Vagi et
al., 2013; Vezina y Hebert, 2007), reforzando la idea de fenómeno multicausal.
Recientes estudios meta analíticos sintetizan los factores de riesgos más
estudiados asociados a VN (Hérbert et al., 2017; Park y Kim, 2018). Sin embargo,
al momento de la redacción de este documento esos resultados nunca se han
estructurado como un método global y estructurado de análisis, como si se ha
hecho con la victimización de violencia en la pareja íntima, matrimonio o vida en
pareja.

Clasificación de la violencia

“En función de la naturaleza de los actos, el daño ocasionado o los medios


empleados, generalmente es clasificada en física, psicológica y sexual
(Sánchez, 2009; Romero, 2007). La física comprende cualquier acto, no
accidental, que provoque o pueda producir daño a la integridad física de un
individuo como lesiones leves o graves (López, 2004; Romero, 2007; Ruiz,
2007). Es el tipo más fácilmente detectado (Espinoza & Pérez, 2008) y los
medios para ejercerla implican el sometimiento corporal mediante
instrumentos o el propio cuerpo (Romero, 2007). De acuerdo con Póo y
Vizcarra (2008) los universitarios expresan este tipo de violencia mediante
conductas como golpear, apretar, empujar, pellizcar, tirar el pelo y patear. En
cuanto a las tasas de la violencia física grave los porcentajes más bajos son
para el uso de armas, y los más altos para empujones e intento de
estrangulamiento (Castellano, García, Lago, & Ramírez, 1999). La psicológica
implica acción u omisión, se hiere a otra persona sin dejar huellas visibles
(Espinoza & Pérez, 2008; Ruiz, 2008). Produce un daño en la esfera emocional,
el medio fundamental que se utiliza es la comunicación verbal (Pueyo, 2009;
Romero, 2007). Además, se presenta en parejas jóvenes mediante
comportamientos como exigir, criticar, manipular, controlar, humillar, insultar,
no respetar acuerdos, ignorar, descalificar y discriminar (Castellano, et al.,
1999; Ferrer, 2009; Póo & Vizcarra, 2008; Rojas-Solís, 2013c). Finalmente, la
violencia sexual se define como cualquier tipo de presión física o emocional
ejercida por una persona para imponer a otros actos de orden sexual (Romero,
2007; Ruíz, 2007; Saldívar, et al., 2008). Se caracteriza por acciones de sexo
forzado, hostigamiento sexual, humillación sexual, inducción a la pornografía o
prostitución, tocamientos lascivos o la violación (López, 2004; Pueyo, 2009;
Romero, 2007; Sánchez, 2009). Prevalencia El maltrato psicológico suele ser el
más reportado en población joven (Cortaza, Mazadiego & Ruíz, 2011; Instituto
Mexicano de la Juventud, 2008; Rey-Anacona, Mateus-Cubides & Bayona-
Arévalo, 2010; Villafañe, Jiménez, Carrasquillo & Vázquez, 2012; Vizcarra &
Póo, 2011). El 45.3% de las mujeres y el 71.9% de los hombres manifestó que
en sus relaciones había violencia de este tipo (Mañas, Martínez, Esquembre,
Montesios & Gilar, 2012). Tasas similares de hombres (17%) y mujeres (16%)
informaron de algún tipo de violencia en los últimos seis meses (Saewyc et al.,
2009). Al mismo tiempo, Wekerle, et al. (2009) encontraron que la violencia
era común en más de la mitad de las mujeres (63-67%) y casi la mitad de los
hombres (4449%). Moral y López (2013b) hallaron que la media de violencia
ejercida fue mayor que la recibida, y las mujeres reportaron recibir menos
violencia que los hombres, pero sus medias de violencia ejercida fueron
equivalentes a las de ellos.” iiiAlegría del Ángel, M., & Rodríguez Barraza, A.
(2015). Violencia en el noviazgo.

Conclusión
Este ejercicio representó un reto a la hora de seleccionar una hipótesis y acotar
la investigación a un universo medible. De igual forma las citas son un método
que tendré que practicar. Descubrí el valor de investigación en documentos
científicos en línea.

-Completa la redacción del marco teórico conforme a los lineamientos APA.

-Describe y justifica la metodología a utilizar.

-Describe y justifica el diseño experimental seleccionado.


-Describe y justifica el tratamiento estadístico que usarás.

-Describe las medidas de control para lograr la validez de tu investigación.

-Redacta las posibles conclusiones que crees encontrar.


i
Revista Costarricense De Psicología, ISSN: 0257-1439 ISSN Electrónico: 1659-2913, Semestral. Psicología Colegio
Profesional De Psicólogos De Costa Rica, Costa Rica. Revista Con Exportación De Datos Desde Redalyc
ii
Gracia-Leiva, Marcela, Puente-Martínez, Alicia, Ubillos-Landa, Silvia, & Páez-Rovira, Darío. (2019). La violencia en el
noviazgo (VN): una revisión de meta-análisis. Anales de Psicología, 35(2), 300-313. EPUB 02 de noviembre de
2020.https://dx.doi.org/10.6018/analesps.35.2.333101
iii
Alegría Del Ángel, M., & Rodríguez Barraza, A. (2015). Violencia en el noviazgo: Perpetración, victimización y violencia
Mutua. Una Revisión. Actualidades En Psicología, 29(118), 57-72.

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