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5/1/23, 17:25 CANTO A LA MATERNIDAD

CANTO A LA MATERNIDAD

Yo
quisiera que esta conversación que voy a tener con vosotros fuera como un
derramar mi corazón, como un derramar mi alma en vuestra presencia.

Muchas
veces me habéis escuchado que mi madre era mi maestra en la vida.
Bueno,
cuando digo mi madre, yo quisiera que vosotros vierais un poco a vuestra
madre, de modo que mis palabras de esta tarde puedan comunicaros un cántico
a
Dios, como un cantar a la maternidad de la vida de este mundo, a mi
madre y a
vuestra madre y a todos vuestros padres también.

Cuando
digo que mi madre ha sido mi maestra, es porque su presencia, ha sido la
que realmente ha inspirado de alguna manera todos mis pasos. La verdad que
casi
me es imposible aunque lo diga con estas palabras, hablar de mi madre
sin hablar
de mi padre. Los vi siempre tan unidos, los encontré tan
juntos, tan hermanados,
en tanta comunión, que realmente hablar de mi
madre, es como hablar de mi
padre.

Mi
padre me enseñó muchas cosas. Mi padre siempre labrador, y yo junto a él
he
aprendido muchas cosas. Aprendí lo que es la vida, aprendí lo que es
la tierra. Y
recuerdo la primera vez que me llevó a sembrar, él me decía
cómo tenía que ir
echando los garbanzos en el surco. Recuerdo que me decía:
“Echa los garbanzos y
písalos”. Yo sentía como un cierto temblor
cuando los pisaba, porque me parecía
que se quejaban, sentía como si los
garbanzos me reprocharan que les pisara.
Dialogué con mi padre y me
explicó, cómo la tierra necesita acoger la semilla en
profundidad,
porque si la semilla queda en la superficie, si la semilla queda en la
exterioridad, entonces, no germina, no puede florecer, ni dar fruto. Me
enseñaba
como la tierra acoge, como la tierra transforma y como la tierra
no se queda con
nada. La tierra lo da todo, lo entrega todo. En la vida no
hay que retener nada.
Aquellas palabras de un hombre tan vivo, de un
hombre tan de campo, han sido
para mí como una gran luz, como una gran
lección. Incluso, puedo decir que han
sido como una gran revelación de
lo que ha sido mi madre, de lo que ha sido
vuestra madre, de lo que es la
madre de todos.

Una
madre es la que recibe, es la que acoge en su seno la semilla de la vida,
y en
su seno la semilla se va transformando, como se transforma la semilla
en la tierra
silenciosamente, durante unos meses, y después, la tierra,
nos regala la semilla ya
florecida, ya germinada. Así también la madre.
La semilla ha ido germinando, se ha
ido transformando, y esta es la
maravillosa maternidad.

Yo
quisiera cantar y agradecer al Señor lo que es realmente una maternidad
de
amor. Yo creo que es la mujer la que ha ido enamorando el corazón. Esa
mujer que
realmente ha amado apasionadamente y es la mujer la que
despierta en nuestra
vida todo el sentido de nuestra existencia. Una
existencia, una vida en este mundo,
donde realmente hay que permitir que
todo germine, que todo florezca, y no hay
que interrumpir el ritmo de la
vida. Que somos felices, que somos dichosos,

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5/1/23, 17:25 CANTO A LA MATERNIDAD

cuando nosotros vamos


aprendiendo realmente que el ritmo de la vida no se debe
detener, el ritmo
natural no se puede entorpecer.

Unos
días antes de partir del mundo, mi madre me decía: “No tengas pena, yo
viví
mis años y cumplí la misión y ahora hay que pasar al otro
mundo”. Realmente
cuando una persona vive en esta historia, en esta
existencia, con este talante, con
este corazón, sabiendo realmente que en
este mundo nada se puede retener, nada
se puede parar, es señal de que
las mil semillas de la vida que el sembrador
sembró en el corazón, han
germinado, han florecido y están en su sazón, y es la
hora de la
cosecha, es la edad de la maduración y de la plenitud.

Yo
quisiera que nuestra vida fuera un canto a la maternidad, un canto a la
tierra,
un canto a lo maternal; que lo maternal de este mundo sea lo que
realmente nos
sugiere, nos despierta, nos apasiona, nos enamora, de modo
que realmente
vivamos siempre en este ritmo: Recibir, transformar y dar.

Efectivamente,
a veces, es imprevisible el llanto y las lágrimas. A veces son como
una
oleada, oleada que no se puede detener en ese mismo momento. Yo mismo he
experimentado hablando con vosotros, cómo en unos segundos apareció esta
oleada, esta emoción. Yo creo que las lágrimas, la emoción, el
sobresalto, nunca
son sospechosas, por el contrario, las lágrimas nos
desembrutecen, las lágrimas
nos vuelven más sencillos, más acogedores,
más hermanos. Hay que ser hermanos
en la vida. Vivir esta historia
nuestra, vivir este camino nuestro sin fijar nada,
dejando todo que siga
su ritmo. Todo en este mundo va a acabar bien. Todo en
nuestra historia va
a acabar bien. La muerte no es nunca un error, una
equivocación, sino que
es el auténtico tránsito, es el paso a una vida nueva. Yo así
lo siento
y así quiero compartirlo con todos vosotros. Yo me he tomado la libertad
de dejarme envolver por la emoción que en este momento surge, y además
rodeado por vuestra presencia. Yo me siento muy deudor de esta maternidad,
muy
deudor de vosotros porque siempre mi contacto en relación con
vosotros ha sido
para mí como una gran inspiración, como un estímulo
para seguir adelante.

Creo
que en esta vida, nosotros somos, lo que hemos sido en el regazo de una
mujer, somos lo que hemos sido en el seno, en los brazos de una mujer. Yo
creo
que soy, lo que he sido en el regazo, en el seno, en el beso de mi
madre. Yo creo
que todos vosotros podéis sentir lo mismo. Mis palabras
quisiera que fueran como
la portavoz de nuestra misma emoción delante de
Dios, delante de la vida. La
madre es algo muy común. Es como decir
nuestra madre. Podemos decir todos
también nuestra madre. Nuestra
maternidad es como el eje, es como la flor de la
vida. Es la que realmente
nos enseña a entrar en este mundo sin detenernos, sin
reservar nada, sin
acumular nada, sin apropiarnos de nada, sino entregándolo
todo. La madre
es madre porque recibe la vida en su seno, la transforma en su
corazón y
después la da. Os puedo decir que nunca he vivido la libertad tan
intensamente como en el contacto con mis padres que me han dejado siempre
libre, y me han dejado siempre suelto. Nunca he sentido que ellos buscaran
adueñarse de mi, sino todo lo contrario. Y esta maternidad que también
estará
presente en vuestra vida, es la que realmente nos hace saborear,
gustar, una
presencia libre, llena de amor, llena de solidaridad. ¡Gracias!
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5/1/23, 17:25 CANTO A LA MATERNIDAD

José F. Moratiel O.P. 


Conversación
durante la Eucaristía en memoria de su madre
en
el Convento de Santo Domingo de Pamplona

     

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