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La fuerza laboral de la Industria Alimentaria está propensa a sufrir accidentes graves, y a padecer
complejas enfermedades profesionales, que pueden prevenirse fácilmente con la implementación
de estratégicas integrales más eficaces y efectivas.
La industria alimentaria es uno de los sectores más estratégicos y relevantes del sector productivo,
pues de su eficiencia dependen gran cantidad de sistemas económicos, políticos y sociales, en
todo el mundo.
Parte importante de esta eficiencia se basa en el esfuerzo de su capital humano, sin el cual no
sería posible surtir las necesidades de más de 8 mil millones de habitantes, que día a día precisan
de alimentos para subsistir.
En este contexto, cobran especial relevancia las políticas de salud y seguridad laboral de estas
industrias, las cuales, salvo casos muy específicos, no difieren mayormente, de las que deben
aplicarse en toda actividad que utilice maquinarias y producción en masa.
Los principales riesgos laborales que involucra la producción de alimentos pueden agruparse en
cuatro grupos:
1. Accidentes
2. Enfermedades Profesionales
3. Desgaste por fatiga laboral
4. Insatisfacción del personal
Los elementos móviles como hojas de sierra y cuchillas mecánicas suelen causar numerosos
accidentes, especialmente en las empresas cárnicas Este tipo de lesiones pueden reducirse al
mínimo si se diseña un adecuado programa de uso y mantenimiento del equipo.
Además, deben disponerse áreas de trabajo adecuadas, seleccionar el instrumental apropiado
para cada tarea, y utilizarse tanto guantes como delantales protectores resistentes. A esto se suma
la correcta formación y capacitación de los trabajadores, para que utilicen en forma segura tanto
los cuchillos y herramientas manuales, como los dispositivos de corte mecánico.
Como medidas preventivas también se recomiendan equipos de protección individual EPI para
cada actividad específica (como guantes de malla metálica en operaciones de corte; gafas de
seguridad en operaciones de desmenuzado, y botas de seguridad para manipulación y
almacenamiento).
Peligro de atrapamientos
Los accidentes causados por máquinas de transmisión son poco frecuentes, pero no menos graves.
Este riesgo suele ser frecuente en las partes móviles accesibles de los equipos de trabajo (como
rodillos dispensadores de envasado, ejes y cadenas de cintas transportadoras). También pueden
ser causados por volcamiento de vehículos (principalmente montacargas); o por el desplome de
productos almacenados.
Para prevenirlos se sugiere proteger las zonas peligrosas de máquinas y herramientas con
resguardos móviles, regulables o retráctiles, barreras inmateriales, o células fotoeléctricas. En los
equipos de manipulación mecánica, en particular los transportadores, debe prestarse especial
atención a los salientes que se desplazan en su movimiento.
A su vez, el personal no debe llevar objetos que puedan engancharse en las maquinas, como
anillos, pulseras, u otros colgantes. Deben utilizar ropa de protección ajustada y recurrir a otros
elementos como guantes y gafas de seguridad.
También son habituales las quemaduras y lesiones provocadas por licores calientes y equipos de
cocción, así como por vapor y agua caliente utilizados en limpieza de equipos.
También pueden producirse accidentes más graves por explosión de calderas, debido a la falta de
controles regulares, deficiente formación de los trabajadores, carencia de procedimientos
adecuados o por mantenimiento inapropiado.
Por ello, todos los equipos que emplean vapor o agua caliente deben ser recibir mantenimiento
periódico profundo, para evitar fugas o grandes explosiones.
Además, es esencial utilizar tomas de corriente dotadas de interruptores de circuito de avería con
conexión a tierral, y practicar una clasificación eléctrica adecuada de todos los entornos
peligrosos.
Destacan, por ejemplo, el amoníaco anhidro, el cloruro de metilo y otros hidrocarburos alifáticos
halogenados utilizados en procesos de congelación y en cámaras frigoríficas. Todos ellos pueden
producir intoxicación y graves quemaduras. También abundan el tricloroetileno, el hexano, el
benceno, el monóxido de carbono (CO), el dióxido de carbono (CO2) y el cloruro de polivinilo
(PVC).
De todos ellos, el más peligroso es el CO, dado que es un gas incoloro e inodoro, y muy difícil de
detectar. Está presente en fábricas de ahumados con ventilación deficiente, silos de cereales,
bodegas para fermentación del vino y almacenes de pescado, entre otros lugares.
A su vez, el CO2 se utiliza para refrigerar y congelar productos que requieren se transportados a
destinos lejanos, como los mercados de exportación.
Todas las industrias que utilicen alguno de estos elementos deben diseñar e implementar prácticas
adecuadas para su manipulación, incluyendo el uso de Elementos de Protección Individual como
mascarillas, antiparras, trajes y calzado especial.
El grado de contaminación debe analizarse con frecuencia, sobre todo cuando se realicen cambios
en la línea de producción o en las características y composición de los productos químicos
utilizados.
En todos estos casos la prevención es especialmente compleja, dado que no siempre los animales
presentan síntoma de enfermedad, por lo que es imprescindible que el trabajador cuide
escrupulosamente su higiene personal. Esto permitirá prevenir que la persona en situación de
riesgo contraiga y propague enfermedades infecciosas y/o parasitarias.
Por ello, baños, lavabos, duchas, uniformes, equipos de protección personal y toallas de mano
utilizados por el personal, deben lavarse, e incluso esterilizarse, con alta frecuencia. Las heridas,
asimismo, siempre deben desinfectarse, vendarse, y cubrirse con material protector aislante hasta
su curación, independiente de su gravedad.
La exposición continua y prolongada al ruido excesivo de ciertos procesos mecánicos como, por
ejemplo, la producción de alimentos envasados, puede generar graves trastornos auditivos como
enmascaramiento de la audición, sordera profesional y diversas anomalías en la tensión arterial,
frecuencia cardíaca, ritmo y volumen de la respiración.
Por ende, se debe garantizar que la exposición al ruido no resulte peligrosa para los trabajadores,
aplicando constantes controles sonoros y proporcionando elementos de protección personal
apropiados, como cascos y tapones certificados. También es conveniente realizar pruebas
audiométricas anuales, para verificar el daño que el personal haya sufrido por exposición a ruidos
intensos reiterados.
Por otra parte, quienes trabajan cerca de hornos y cocedores de vapor están expuestos a calor
radiante y húmedo. Dicha situación puede causar estrés que suele incrementarse durante los
cambios de estación y las olas de calor.
Para prevenir sus efectos se recomienda consumir abundantes líquidos y aumentar el nivel de sal
de los alimentos, hasta que el trabajador se aclimate (luego de transcurridos entre 5 a 10 días).
Estas situaciones pueden generar fracturas, contracturas, esguinces, tendinitis o luxaciones. Por
ello debe vigilarse que los trabajadores no realicen tareas que les exijan adoptar posturas
extremas, ejercer fuerzas de gran intensidad o realizar movimientos repetitivos sin descanso.
Las características del trabajo, las malas relaciones personales, la monotonía o la excesiva
mecanización de tareas también afectan negativamente la salud mental y física de los trabajadores
de la industria alimentaria.
Esta situación, combinada con eventuales factores personales y/o familiares, pueden provocar
desgano y pérdida de concentración, lo cual, su vez, generará mayor riesgo de accidentes.
Por ello, es esencial que el trabajador disponga, desde su primer día, de la máxima información
sobre su trabajo, tareas y deberes asignados. También se deben realizar estudios específicos para
anticipar las causas que puedan provocarle problemas psicosociales, para así tomar las medidas
preventivas y/o correctivas necesarias.
En el ámbito organizativo, a su vez, deben planificarse todas las contingencias que puedan afectar
la jornada laboral. Es esencial realizar pausas o alternancia de tareas para evitar la monotonía y
repetición de tareas elementales. Con ello se motiva mejor al equipo, y se alienta una
participación más activa de todos sus integrantes.