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Universidad Católica Andrés Bello

Facultad de Humanidades

Escuela de Comunicación Social

Sociología Política

Oriana Terán

Caracas 25 de mayo de 2022


La sociedad entre dominantes y dominados

El problema de las dictaduras es complejo. En muchos países el pueblo ha vivido


experiencias de décadas y hasta siglos de opresión. Con frecuencia se les ha
inculcado insistentemente la sumisión incondicional a las figuras y gobernantes
que imponen la autoridad. Actualmente en muchas partes del mundo se vive
dominado por figuras que han hecho incapaces a las personas de trabajar en
conjunto para conseguir la libertad, de confiar los unos en los otros y hasta de
hacer algo por iniciativa propia. Ha sido algo predecible con el pasar del tiempo, el
pueblo se ha vuelto débil y se ha dejado dominar de una manera inhumana en
muchos casos, careciendo de confianza y volviéndose incapaz de actuar para dar
resistencia alguna, y si este en algún momento tiene la valentía de hacerlo
probablemente sea sometido a castigos por atreverse a luchar y por tan solo tener
opiniones en contra de los dominantes, naturalmente las personas bajo este
régimen viven asustadas, lo que los hace incapaces de compartir su odio o
inconformidad por estos disidentes, los hace incapaces de defenderse ante tantas
injusticias, los vuelve seguidores de algo que no apoyan y los imposibilita a
compartir posturas con el resto de las personas.

Las preguntas abundan sobre qué se puede hacer o quizás cuál sería la solución
para salir de una situación así, las posibilidades más obvias parecen inútiles. Los
dominantes generalmente hacen caso omiso a las barreras constitucionales y
legales, las decisiones judiciales y a la opinión pública, pues claro mandan bajo
sus propias leyes, reglas y opiniones, la voz del pueblo no existe, las opiniones
internacionales no existen, las opiniones de su oposición no existen,
evidentemente se vive bajo la censura, el secuestro y la prohibición de
publicaciones, la libertad de expresión es nula e inimaginable, si algo tan básico
como esto no es respetado mucho menos alguna inconformidad o el querer un
cambio gubernamental.

Hablando en términos de ayuda internacional Václav Havel menciona que: “La


segunda y cuarta Internacional, como una infinidad de otras fuerzas y
organizaciones políticas, pueden naturalmente prestar un importante apoyo
político a nuestro esfuerzo, pero ninguna nos resolverá nuestros problemas”,
efectivamente esto la mayor parte del tiempo siempre ha funcionado así, las
ayudas internacionales son más allá del querer realmente sacar y ayudar a un
país a salir de la opresión impuesta por los dominantes, siempre hay un trasfondo
y un interés más allá de querer prestar ayuda realmente, hay algo a cambio que
los favorece para mostrar algún tipo de apoyo en pro de ayuda para el pueblo, que
al final es el más afectado ante semejante situación. Sin embargo, no se puede
negar que dicha ayuda internacional puede servir de algo, o quizás de mucho,
aunque es un complemento muy limitado, se pueden hacer esfuerzos por movilizar
la opinión pública mundial contra estos dominantes desde un punto de vista
humanitario. Se puede trabajar para lograr que los gobiernos y las organizaciones
internacionales apliquen sanciones diplomáticas, políticas y económicas contra la
dictadura, esto es algo que quizás no sacará a un país de la opresión pero si
puede facilitar el camino para dicho propósito.

¿Existe algún tipo de negociación entre estos líderes dominantes y la oposición?


los verdaderos frutos de las negociaciones nacen de una evaluación realista de las
situaciones de poder absoluto y relativo de los grupos contendientes. Debe
prestarse suma atención a lo que cada parte esté dispuesta a ceder para llegar a
un acuerdo, pero obvio sería muy difícil creer que estos disidentes van a estar
dispuestos a ceder algo, pero de igual manera es algo que no se puede descartar.
Los líderes de la oposición pueden sentirse orillados a negociar si creen que la
lucha democrática carece de toda esperanza. Sin embargo, ese sentimiento de
impotencia puede cambiar. Debemos tener presente y claro que las dictaduras no
son permanentes. Los que viven dominados no tienen por qué permanecer
siempre débiles y sin libertad ante esta imposición de poder, y a los dominantes no
es necesario tolerarle que sigan siendo poderosos eternamente.

Ciertamente vivir bajo dictadura significa vivir sin libertad, esta falta de libertad nos
limita a actuar según nuestros principios, necesidades y forma de ser; y aunque el
pueblo está sujeto a acatar diversas normas (en muchos casos obligatoriamente)
que han sido impuestas por dichas figuras, nos preguntamos si, ¿realmente acatar
ciertas normas para vivir en “paz” significa vivir en la verdad o como lo platea
Havel significa “la vida en la verdad”? si no se respeta algo tan básico como la
opinión cómo se puede contribuir al fortalecimiento de la “paz”, el desarrollo
sostenible, los derechos humanos y la lucha contra la pobreza, es algo inoperante
pero con mucha lógica para estas figuras dominantes. Un ejemplo claro es que los
gobiernos tienen el deber de garantizar que los periodistas puedan informar
libremente sobre cuestiones de derechos humanos sin temor a ser atacados o
morir mientras realizan su labor legítima, se sabe que actualmente esto es algo
incierto, esto da como resultado que trabajar por informar con la verdad y mostrar
la realidad se haya convertido en algo que se hace bajo su propio riesgo.

Aunque las dictaduras dan a entender que son invulnerables siempre tienen su
punto débil aunque sea muy pequeño, la misión es saber y poder identificar con
exactitud su talón de Aquiles, el sistema por lo general puede convertirse en
rutinario en cuanto a su modo de obrar y ser menos apto para ajustarse
rápidamente a situaciones nuevas, además los conflictos institucionales internos y
las rivalidades y hostilidades personales pueden dañar, o aún interrumpir, las
operaciones de la dictadura, de hecho el público en general puede, con el tiempo,
volverse apático y hasta hostil al régimen. Conociendo semejantes debilidades, la
oposición democrática puede buscar cómo agravar esos “talones de Aquiles”
deliberadamente, a fin de afectar el sistema rotundamente o mucho mejor
desintegrarlo.

La conclusión es evidente, a pesar del aspecto de fuerza, todo régimen impuesto


por un dominante tiene sus debilidades, sus ineficiencias internas, sus rivalidades
personales, sus funcionamientos institucionales deficientes y sus conflictos entre
organizaciones. Estas debilidades, con el tiempo, tienden a hacer a los
dominantes menos efectivos y más vulnerables a los cambios de condiciones y a
la resistencia deliberada. Sin embargo con esto no quiero dar a entender que las
dictaduras se pueden destruir sin riesgos o sin víctimas, hay que tener muy claro
que cualquier acto de acción posible para lograr la liberación incurrirá en riesgos y
sufrimiento potencial, y tomará tiempo para poder ponerse en marcha.

Como dice Havel: “No conocemos el camino para salir del marasmo del mundo y
pecaríamos de imperdonable arrogancia si pensáramos que descubrimos una vía
sustancial de salida en lo poco que hacemos, y si nos propusiéramos a nosotros
mismos nuestras comunidades y nuestras soluciones como el ejemplo único que
lo que hay que hacer”, quizás tome tiempo, décadas tal vez para lograr entender
que los únicos capaces de lograr el cambio somos nosotros mismos, y aunque
evidentemente por ahora la sociedad no puede hacer mayor acción ante este
poder absoluto, por diferentes factores: falta de estrategia, un buen plan y una
buena ejecución liderada por las personalidades adecuadas instruidas para lograr
lo que se requiere, lo único que nos queda es empezar por nosotros mismos,
desde pequeños esfuerzos para poco a poco ir escalando a la cima de la libertad.

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