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Resumen
Introducción
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I. CONSIDERACIONES TEÓRICAS Y EPISTEMOLÓGICAS
“Lo que trato de determinar con este término es ante todo un conjunto absolutamente
heterogéneo que implica discursos, instituciones, estructuras arquitectónicas, decisiones regulativas,
leyes, medidas administrativas, enunciados científicos proposiciones filosóficas morales y
filantrópicas, en breve: tanto lo dicho como lo no-dicho, estos son los elementos del dispositivo. El
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dispositivo es la red que se establece entre estos elementos […] se trata de una cierta manipulación de
relaciones de fuerza […] El dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder pero también
siempre ligado a los límites del saber”. (Dits et écrits, vol. III, pp. 299-300).
Además de estás nociones, Agamben enfatiza que los dispositivos a los que alude
Foucault, tienen una genealogía teológica, que separa y vincula en Dios el ser y la praxis. Por
ejemplo, Dios en sentido práctico y teológico rige al mundo y su creación, de allí que el
término de dispositivo denomine en sí mismo el acto puro de regir sin la necesidad de
fundamentarse en el ser. La característica del dispositivo es la de gobernar como un acto
inscrito en un proceso de subjetivación, es decir, donde prevalece la función del dispositivo -
sean leyes o instituciones- como mecanismos para producir su sujeto. Siguiendo la genealogía
del término dispositivo, Agamben lo posiciona desde la propuesta de Heidegger cuando en su
ensayo de La técnica y la vuelta, se remite a la etimología del término en latín que empleaban
los teólogos para referir la dis-positio, en correspondencia con el dis-ponere, y conectado con
el vocablo alemán stellen que a su vez se equivale con el latín ponere. Heidegger suscribe que
el concepto de Ge-Stell tiene por significado «aparato» (Gerät) entendido como el
recogimiento de lo que significa disponer stellen. De este modo se aproxima el término
teológico de dis-positio con el dispositivo de Foucault que implican una praxis y una
dimensión epistemológica enfocada a medidas de control y de gobierno, que disponen del
sujeto. Es así que, el dispositivo representa la red (le réseau) extendida sobre instituciones,
como los manicomios, las prisiones, los panópticos, los sistemas jurídicos, los centros de
trabajo, las escuelas, entre otros, que coaccionan la conducta y pensamiento de las personas en
una relación de poder y saber. Para finalizar con la interpretación de Agamben, éste sostiene
que los dispositivos no son producto de una contingencia ni de la casualidad, son la resolución
implícita en el proceso de humanización. Agamben concluye enfatizando que el dispositivo es
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una metáfora teológica, donde el aparato (Gerät), es decir la máquina, adquiere esencia divina
para dominar el mundo en lugar de liberarlo, conduciéndolo a su destino providencial y
escatológico de una irremisible catástrofe.
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fue sometido Damiens ha sido sustituido por una nueva forma de castigo que pueden
describirse en los artículos17 y 27 del reglamento y se lee:
“La jornada de los presos comenzará a las seis de la mañana en invierno, y a las cinco
en verano. El trabajo durará nueve horas diarias en toda estación. Se consagrarán dos horas al
día a la enseñanza. El trabajo y la jornada terminará a las nueve en invierno, y a las ocho en
verano […] A las siete en verano, y a las ocho en invierno, cesa el trabajo; se efectúa una última
distribución de pan en los talleres. Un preso o un vigilante hace una lectura de un cuarto de hora
que tenga por tema algunas nociones instructivas o algún rasgo conmovedor y a la que sigue la
A principios del siglo XIX, desaparece de escena el espectáculo del tormento físico,
llegando al ocaso el teatro del sufrimiento que era expresado en el cadalso como
dispositivo y aparato (Gerät) de castigo-espectáculo. El planteamiento que hace Foucault
sobre la desaparición del cuerpo como objeto de suplicio se formula en una pregunta que
contiene tácitamente su propia respuesta: ¿Sobre qué descargar los castigos más severos?
Lógicamente, si el cuerpo ha sido desechado, ahora el alma ocupará su lugar como objeto
de estragos donde actuarán las fuerzas implacables del castigo y además sobre los
pensamientos, los sentimientos, las intenciones y la voluntad. En la era moderna los nuevos
códigos, juzgarán no sólo sobre las violaciones, los asesinatos y crímenes materiales, sino
que, se volverán hacia la psique de la persona. Los diagnósticos de los nuevos dispositivos
como el manicomio, ahora se internalizarán en la profundidad de la volición humana para
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castigar las pulsiones y los deseos. La función estratégica del psiquiatra se desarrollará en
el binomio del poder y del saber, confiriéndole total autoridad para juzgar sobre las
pasiones, los instintos, siendo su veredicto inapelable. Ahora sólo él tendrá el poder de
decidir sobre la condición de quién es inadaptado o peligroso. El manicomio como
institución de salud mental es una forma inconfesa de control social, que forma parte de los
dispositivos para una sociedad disciplinaria. Foucault suscribe que, una de las causas de la
creación de los dispositivos disciplinarios fue el temor de los reyes ante las
concentraciones masivas, el desorden, la violencia y el clamor de las personas en el siglo
XVI. De allí que el poder del soberano era el único que poseía la legitimidad y el derecho
para ejercer el castigo y de ningún modo podía ser transferido a la multitud. No obstante, el
imperativo de la Edad Media sigue siendo el mismo bajo nuevas reglas de control: Ante la
justicia del soberano todas las voces deben callar.
Además, Foucault examina que el derecho del soberano a castigar, contiene una
legitimidad tan válida como declarar la guerra a sus enemigos, de tal forma que la
prerrogativa de ejercer el castigo pertenece al derecho de guerra. Foucault remite este
esquema de reciprocidad punitiva-bélica, al derecho romano, con el nombre de merum
imperium que refiere al derecho legítimo y disposición (dispositio), por el cual el príncipe
hace valer la ley que le confiere el poder absoluto, tanto para ejercer actos punitivos como
el ejercicio de establecer la guerra, donde sólo a él pertenece la facultad de otorgar la vida
y la muerte. El castigo que ejerce el soberano contiene dos componentes esenciales que se
entrelazan en un plano de poder y saber. El primer elemento es la ceremonia del suplicio,
como espectáculo condenatorio y demostración de poder, el segundo lo constituye el
pueblo como espectador y objeto de conocimiento, donde la presencia del pueblo es la
condición necesaria para que la gente sepa sobre el castigo, provocando no sólo el terror
del espectáculo, sino la conciencia de sumisión y obediencia, como técnica estratégica para
establecer el orden de la sociedad disciplinaria.
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de los individuos con el propósito de formar una actitud dócil y ciega. Al respecto,
Foucault afirma que la función técnica de las instituciones disciplinarias, están
configuradas por estrategias de control, donde la disciplina hace valer su poder de análisis.
Pero no solamente las instituciones conforman dispositivos de observación, registro y
orientaciones de conducta, sino que fenómenos como la peste, contienen interdictos, donde
la infracción de las reglas tiene consecuencias que van de la enfermedad a la muerte. La
peste dice Foucault:
“Como forma a la vez real e imaginaria del desorden tiene por correlato médico y político
la disciplina. Por detrás de los dispositivos disciplinarios, se lee la obsesión de los "contagios", de
la peste, de las revueltas, de los crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los individuos que
aparecen y desaparecen, viven y mueren en el desorden.” (2002:183)
La peste es presentada por Foucault como una medida de previsión, como un estado
donde se puede ejercer idealmente el poder disciplinario. La función ideal de un
dispositivo disciplinario en una utopía de la sociedad perfectamente gobernada, lo concreta
la imago de la peste, del mismo modo que la imago de la lepra, donde reinan a la vez todas
las incertidumbres, así lo refiere Foucault:
“En el fondo de los esquemas disciplinarios la imagen de la peste vale por todas las
confusiones y los desórdenes; del mismo modo que la imagen de la lepra, del contacto que cota, se
halla en el fondo de los esquemas de exclusión” (2002:184).
La exclusión del leproso -prosigue Foucault- está vinculado con una praxis del
rechazo, que conlleva al exilio, en tanto que el apestado queda sometido a un reticulado de
encierro, donde los efectos coactivos representan las diferencias individuales. De esta
doble modalidad de exclusión social, el exilio y el gran encierro, subdivide a la población,
por un lado remite al enclaustramiento a unos y a otros los conduce al buen
comportamiento. Es así que, el sueño político de una comunidad pura se concretiza por el
exilio del leproso, y el de una sociedad disciplinaria lo conforma el encierro del apestado.
Para Foucault, la ciudad apestada está inscrita en una red de inspección y vigilancia,
funcionando como una ciudad inmovilizada y ésta es la realización de la sociedad
perfectamente gobernada. El poder disciplinario que inicia en el siglo XIX, -analiza
Foucault-, mediante sus dispositivos, psiquiátricos, hospitalarios, educativos,
penitenciarios, son instituciones de vigilancia y control social, bajo la dialéctica, del loco y
no loco, del inadaptado e inadaptado, del normal y anormal, justificando la acción de los
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dispositivos, sobre dónde, quiénes y por qué ejercerlos. Esta diferenciación binaria
caracteriza el conjunto de técnicas e instituciones, que tiene por objetivo, controlar, medir,
corregir y castigar mediante mecanismos de poder.
“La prisión fabrica también delincuentes al imponer a los detenidos coacciones violentas;
La prisión hace posible, más aún, favorece la organización de un medio de delincuentes, solidarios
los unos de los otros, jerarquizados, dispuestos a todas las complicidades futuras ”
Es así que, la función estratégica de los dispositivos procrea una casta bastardeada,
de tal manera que las instituciones y leyes han sido configuradas para disciplinar a todas
las personas, pero en esencia se dirigen a las clases de menos recursos y con menos
educación, porque las leyes no aplican igualmente para todos, de allí que el panóptico
penitenciario fracasa en su finalidad de disminuir los índices delictivos, contrariamente
aumenta la condición criminógena al producir delincuentes en términos de individuos
patologizados, estableciendo como algo natural y legal el poder de castigar.
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2.1 Evolución del término reinserción en el sistema penitenciario mexicano
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actividades culturales y deportivas. En segundo lugar, el cambio entre los conceptos
“delincuente” y “sentenciado” deja abierta la posibilidad de que la decisión de los
jueces haya sido errónea, de manera que no todos los que obtienen una sentencia
condenatoria son necesariamente culpables.
En nuestro país se hace cada vez más evidente la crisis que lleva a un fracaso en
la reinserción social, en primer lugar el respeto a los Derechos Humanos sobre los
cuales descansa nuestro sistema penitenciario, pareciera no darse en algunos casos los
derechos deben respetarse para una adecuada gestión penitenciaria. Cabe precisar que el
sistema penitenciario mexicano está sujeto a dos dimensiones de gobierno: el estatal y el
federal. Sin embargo para acceder a la información de las condiciones que permitan
elaborar un diagnóstico sobre el sistema penitenciario se presentan algunos datos
relevantes obtenidos del INEGI (2016), para realizar un análisis de información
estadística que contribuyan a explicar empíricamente si existen o no un conjunto de
factores que inciden de manera negativa en la relación entre el fenómeno de la
reinserción y la función de los dispositivos de dicho sistema.
Para dar paso al análisis de datos estadísticos, vale precisar que las implementaciones
de dispositivos de penas más severas y mecanismos represivos no han contribuido a disminuir
los índices delictivos, contrariamente un estudio de la CNDH, demuestra que al incrementar
las penas aumenta el uso de la cárcel y en consecuencia aumenta la violencia en los centros
penitenciarios y se fortalecen los círculos viciosos que fomentan la reincidencia de los delitos.
Con la reforma constitucional del artículo 18, publicado el 18 de junio del año 2008, se señala
que la privación de la libertad, tiene como objetivo reinsertar al sentenciado en la esfera
social. No obstante, las condiciones actuales en prisión tienden al efecto criminógeno como se
demuestra en el siguiente apartado.
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de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales del año 2017, se llegaron
a contabilizaron un total de 267 centros penitenciarios en el ámbito estatal de la República
mexicana, de ellos se cuenta con 92 instalaciones para hombres, 17 para las mujeres, 157
para la población mixta y un centro de máxima seguridad para los delitos graves. En total
los centros penitenciarios conjuntan a 188 mil 262 personas en situación privativa de
libertad, rebasando el límite de su capacidad diseñada para 170 mil 772 camas disponibles.
Presentando con estos datos un primer problema el de la sobrepoblación en los centros
penitenciarios, con lo que se evidencia un factor endógeno que incide negativamente en el
proceso de reinserción social, como se evidencia en la siguiente figura.
Fuente: INEGI. Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2011 a 2017.
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que a su vez confirma la solidez del marco teórico expuesto por Foucault, cuando presenta
los elementos epistemológicos que sostienen la relación, donde las leyes (dispositivos) han
sido configuradas para disciplinar a todas las personas, pero en esencia se dirigen de forma
coactiva hacia las clases de menos recursos y con menos educación (mencionado en la
pág.8).
Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2017.
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de la reinserción es la infraestructura de los sistemas penitenciarios, como lo evidencia
la siguiente figura:
Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2017.
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Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2012 a 2017.
Consideraciones finales
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Reconsiderar medidas privativas de la libertad, que no han evidenciado
disminuir los delitos en Latinoamérica, como ocurre con la prisión preventiva
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Referencias
Ferrajoli, L. (1995). Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Madrid, Trotta.
Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI.
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