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AGAMBEN, FOUCAULT Y EL PROBLEMA DE LA

«REINSERCIÓN » EN TORNO AL DISPOSITIVO

Ma. Fernanda Guzmán Favela

Resumen

El propósito de este ensayo plantea la hipótesis de que, el problema de la reinserción


está relacionada de forma negativa con la función estratégica del dispositivo penitenciario
mexicano. Para comprobar dicha relación se emplea un diseño metodológico de tipo mixto:
cualitativo-cuantitativo. En principio se circunscribe el problema en un estudio hermenéutico
siguiendo el pensamiento de Giorgio Agamben y Michel Foucault, en dos ejes: teórico y
etimológico, posteriormente se presenta un marco jurídico sobre la evolución del término de
reinserción y un análisis de datos cuantitativos del INEGI, para aportar evidencia estadística,
que permita identificar qué factores inciden negativamente en la reinserción social en México.
Finalmente se expone una reflexión y una serie de posibles alternativas a modo de conclusión.

Palabras clave: Dispositivo, Reinserción, Sociedad disciplinaria, Sistema


penitenciario.

Introducción

Para delimitar el problema de la reinserción social en México, el presente trabajo se


divide en tres apartados 1) Marco teórico y epistemológico.- Para establecer los elementos
constitutivos en sus diferentes matices de los conceptos: dispositivo y reinserción, que nos
ayudará a establecer si existe o no, un vínculo entre el fenómeno de la reinserción y la
estrategia del dispositivo. 2) Marco Jurídico.- Nos permitirá advertir la evolución y
significado del término de reinserción. 3) Análisis de datos estadísticos.- Proporcionará la
evidencia empírica sobre la incidencia de los factores entre el vínculo de la reinserción social
y el dispositivo. Por último se atienden algunas consideraciones alternativas sobre la función
de los dispositivos como eje estructural de la problemática de la reinserción social.

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I. CONSIDERACIONES TEÓRICAS Y EPISTEMOLÓGICAS

1.1 Genealogía del término dispositivo en la interpretación de Agamben

Giorgio Agamben en su conferencia intitulada ¿Qué es un dispositivo? Subraya la


importancia para definir la especificidad de los términos y la hipótesis que propone para
responder sobre el significado del concepto dispositivo, subyace en la definición del término
en un sentido técnico en el pensamiento de Foucault, para ello nos remite a realizar una
genealogía conceptual y según Agamben encuentra su origen en el término positividad
(positivité), referido en un estudio de Jean Hyppolite, quien fuera maestro de Foucault.
Agamben cita que Hyppolite en su escrito Introducción a la filosofía de la historia de Hegel,
recupera la distinción hegeliana entre religión natural y religión positiva. La religión natural
se caracteriza por la proximidad natural sin intermediarios entre la naturaleza humana y la
divina, en tanto que la religión positiva constituye un conjunto de normas, rituales, dogmas y
creencias, que actúan como una fuerza exterior impuesta hacia los individuos, ejecutando un
acción constrictiva que conduce a un comportamiento de sumisión y obediencia. De esta
forma se acentúa la oposición entre libertad y coerción, fijando la dialéctica entre historia y
razón, de tal modo que el término positivité contiene las fuerzas históricas de la represión
ejercida no sólo por la religión sino a través de reglas, instituciones y procesos de
subjetivación que se internalizan por la falsa conciencia de creencias y sentimientos. La
hipótesis propuesta por Agamben acerca de que, el dispositivo contiene una esencia técnica,
se desarrolla en dos premisas: 1) Los elementos históricos están dotados de reglas, ritos y
leyes de naturaleza coercitiva, que configuran la positivité. 2) La positividad como imposición
de fuerzas exteriores se internaliza a través de sistemas de creencias. Concluyendo, la
coerción eclipsa la razón de la naturaleza humana, conduciendo a una falsa conciencia y
después se vuelve un dispositivo internalizado, que concreta las relaciones de poder. De
acuerdo con Agamben, este silogismo define sintéticamente el término dispositivo de
Foucault, diseñado como una función decisiva y sujeta en un plano de poder, lo anterior
suscrito en una entrevista de 1977:

“Lo que trato de determinar con este término es ante todo un conjunto absolutamente
heterogéneo que implica discursos, instituciones, estructuras arquitectónicas, decisiones regulativas,
leyes, medidas administrativas, enunciados científicos proposiciones filosóficas morales y
filantrópicas, en breve: tanto lo dicho como lo no-dicho, estos son los elementos del dispositivo. El

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dispositivo es la red que se establece entre estos elementos […] se trata de una cierta manipulación de
relaciones de fuerza […] El dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder pero también
siempre ligado a los límites del saber”. (Dits et écrits, vol. III, pp. 299-300).

El sentido que recupera Agamben del término dispositivo es su función de responder a


una urgencia, que inmediatamente le confiere un carácter de esencia estratégica, porque en un
marco diverso de instituciones, leyes, estructuras, discursos etc., intervienen relaciones de
poder y un uso racional que condicionan dimensiones epistemológicas y a su vez están
limitadas por éstas. No obstante, la interpretación de Agamben no es unitaria y él mismo
presenta definiciones alternas del término dispositivo, referidos por los diccionarios franceses
en tres formas: 1) Jurídico.- Forma el componente de un juicio que contiene la sentencia
independiente a los motivos. 2) Tecnológico.- Forma de la disposición de las piezas de un
mecanismo. 3) Militar.- Disposición de los recursos y medios en favor de una estrategia.

Además de estás nociones, Agamben enfatiza que los dispositivos a los que alude
Foucault, tienen una genealogía teológica, que separa y vincula en Dios el ser y la praxis. Por
ejemplo, Dios en sentido práctico y teológico rige al mundo y su creación, de allí que el
término de dispositivo denomine en sí mismo el acto puro de regir sin la necesidad de
fundamentarse en el ser. La característica del dispositivo es la de gobernar como un acto
inscrito en un proceso de subjetivación, es decir, donde prevalece la función del dispositivo -
sean leyes o instituciones- como mecanismos para producir su sujeto. Siguiendo la genealogía
del término dispositivo, Agamben lo posiciona desde la propuesta de Heidegger cuando en su
ensayo de La técnica y la vuelta, se remite a la etimología del término en latín que empleaban
los teólogos para referir la dis-positio, en correspondencia con el dis-ponere, y conectado con
el vocablo alemán stellen que a su vez se equivale con el latín ponere. Heidegger suscribe que
el concepto de Ge-Stell tiene por significado «aparato» (Gerät) entendido como el
recogimiento de lo que significa disponer stellen. De este modo se aproxima el término
teológico de dis-positio con el dispositivo de Foucault que implican una praxis y una
dimensión epistemológica enfocada a medidas de control y de gobierno, que disponen del
sujeto. Es así que, el dispositivo representa la red (le réseau) extendida sobre instituciones,
como los manicomios, las prisiones, los panópticos, los sistemas jurídicos, los centros de
trabajo, las escuelas, entre otros, que coaccionan la conducta y pensamiento de las personas en
una relación de poder y saber. Para finalizar con la interpretación de Agamben, éste sostiene
que los dispositivos no son producto de una contingencia ni de la casualidad, son la resolución
implícita en el proceso de humanización. Agamben concluye enfatizando que el dispositivo es

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una metáfora teológica, donde el aparato (Gerät), es decir la máquina, adquiere esencia divina
para dominar el mundo en lugar de liberarlo, conduciéndolo a su destino providencial y
escatológico de una irremisible catástrofe.

1.2 Ontología del castigo y el nacimiento del panóptico en Foucault

Si bien, el dispositivo es descrito por Foucault como un conjunto heterogéneo de


instituciones, discursos, normas, estructuras, medidas coercitivas, proposiciones
filósoficas entre otros elementos, de carácter estratégico y de una naturaleza circunscrita
en un plano de poder interrelacionado con el saber. En su obra Vigilar y castigar, Foucault
describe el mecanismo de un dispositivo condenatorio del siglo de las luces (XVIII). El
relato de Foucault con que inicia su escrito revela implícitamente la función técnica y el
trasfondo teológico del dispositivo empleado con fines de tortura y la carga teológica con
el propósito de redimir el alma del condenado. El núcleo del relato tiene por escena la
plaza de Grève en París, donde un hombre sólo con una camisa puesta y un hacha de cera
en la mano, es conducido en una carreta hacia el cadalso. Damiens es condenado al
suplicio el día 2 de marzo de 1757, por cometer parricidio. En esta condena pública se
describe el tormento al que es sometido Damiens y donde le espera el azufre que le
quemará la mano con que sostuvo el cuchillo para cometer el parricidio, posteriormente
será atenaceado de sus extremidades. Los gritos se elevarán al cielo: “¡Dios mío tened
piedad de mí!” De inmediato le serán arrancados pedazos de carne por las tenazas de
hierro y en las cavidades laceradas de su cuerpo le serán vertidos plomo derretido y aceite
hirviendo, para después ser desmembrado del cuerpo, por el tiro de seis caballos. Un par
de verdugos completarán la escena con unos cuchillos que mutilarán los muslos y los
brazos de su cuerpo. Foucault describe en el relato que, en todo momento el condenado no
blasfemó, sino que besó el crucifijo y pidió perdón a Dios, tampoco profirió maldición
contra sus verdugos, antes bien los animó a cumplir su cometido y solicitó que rogaran a
Dios por él. Finalmente el tronco de su cuerpo –se dice que aún vivo, pues movía la
mandíbula como si intentara hablar- fue arrojado junto con sus cuatro extremidades a la
hoguera.

Setenta y cinco años después aparecerá la redacción del reglamento “para la


Casa de jóvenes delincuentes de París” en cada uno de los artículos se describen las
actividades hora por hora que deben ser observadas rigurosamente. El suplicio al que

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fue sometido Damiens ha sido sustituido por una nueva forma de castigo que pueden
describirse en los artículos17 y 27 del reglamento y se lee:

“La jornada de los presos comenzará a las seis de la mañana en invierno, y a las cinco
en verano. El trabajo durará nueve horas diarias en toda estación. Se consagrarán dos horas al
día a la enseñanza. El trabajo y la jornada terminará a las nueve en invierno, y a las ocho en
verano […] A las siete en verano, y a las ocho en invierno, cesa el trabajo; se efectúa una última
distribución de pan en los talleres. Un preso o un vigilante hace una lectura de un cuarto de hora
que tenga por tema algunas nociones instructivas o algún rasgo conmovedor y a la que sigue la

oración de la noche.” (2002:9)

Las instrucciones se deben seguir indefectiblemente, este reglamento en su forma


disciplinaria contiene en materia un suplicio y uso del tiempo coercitivo. Si bien, el
dispositivo del suplicio configura parte del procedimiento que manifiesta el espectáculo del
castigo a fines del siglo XVIII ya no se castigará de la mimas manera como
aproximadamente un siglo atrás se hacía. Los nuevos dispositivos jurídicos en conjunto
con la redacción de las leyes modernas, resumen la economía del castigo, como
justificación moral y política sobre el derecho a castigar. La nueva época implica la
transformación de las instituciones y trae consigo la desaparición del cuerpo como centro
del suplicio público de tal manera que “la sombría fiesta punitiva está extinguiéndose.”
(2002:10). Foucault señala que en el eclipse de esta fiesta han intervenido dos procesos,
por un lado la extinción del espectáculo y por el otro, la decadencia ceremonial de las
condenas convertidas en un acto administrativo.

A principios del siglo XIX, desaparece de escena el espectáculo del tormento físico,
llegando al ocaso el teatro del sufrimiento que era expresado en el cadalso como
dispositivo y aparato (Gerät) de castigo-espectáculo. El planteamiento que hace Foucault
sobre la desaparición del cuerpo como objeto de suplicio se formula en una pregunta que
contiene tácitamente su propia respuesta: ¿Sobre qué descargar los castigos más severos?
Lógicamente, si el cuerpo ha sido desechado, ahora el alma ocupará su lugar como objeto
de estragos donde actuarán las fuerzas implacables del castigo y además sobre los
pensamientos, los sentimientos, las intenciones y la voluntad. En la era moderna los nuevos
códigos, juzgarán no sólo sobre las violaciones, los asesinatos y crímenes materiales, sino
que, se volverán hacia la psique de la persona. Los diagnósticos de los nuevos dispositivos
como el manicomio, ahora se internalizarán en la profundidad de la volición humana para

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castigar las pulsiones y los deseos. La función estratégica del psiquiatra se desarrollará en
el binomio del poder y del saber, confiriéndole total autoridad para juzgar sobre las
pasiones, los instintos, siendo su veredicto inapelable. Ahora sólo él tendrá el poder de
decidir sobre la condición de quién es inadaptado o peligroso. El manicomio como
institución de salud mental es una forma inconfesa de control social, que forma parte de los
dispositivos para una sociedad disciplinaria. Foucault suscribe que, una de las causas de la
creación de los dispositivos disciplinarios fue el temor de los reyes ante las
concentraciones masivas, el desorden, la violencia y el clamor de las personas en el siglo
XVI. De allí que el poder del soberano era el único que poseía la legitimidad y el derecho
para ejercer el castigo y de ningún modo podía ser transferido a la multitud. No obstante, el
imperativo de la Edad Media sigue siendo el mismo bajo nuevas reglas de control: Ante la
justicia del soberano todas las voces deben callar.

Además, Foucault examina que el derecho del soberano a castigar, contiene una
legitimidad tan válida como declarar la guerra a sus enemigos, de tal forma que la
prerrogativa de ejercer el castigo pertenece al derecho de guerra. Foucault remite este
esquema de reciprocidad punitiva-bélica, al derecho romano, con el nombre de merum
imperium que refiere al derecho legítimo y disposición (dispositio), por el cual el príncipe
hace valer la ley que le confiere el poder absoluto, tanto para ejercer actos punitivos como
el ejercicio de establecer la guerra, donde sólo a él pertenece la facultad de otorgar la vida
y la muerte. El castigo que ejerce el soberano contiene dos componentes esenciales que se
entrelazan en un plano de poder y saber. El primer elemento es la ceremonia del suplicio,
como espectáculo condenatorio y demostración de poder, el segundo lo constituye el
pueblo como espectador y objeto de conocimiento, donde la presencia del pueblo es la
condición necesaria para que la gente sepa sobre el castigo, provocando no sólo el terror
del espectáculo, sino la conciencia de sumisión y obediencia, como técnica estratégica para
establecer el orden de la sociedad disciplinaria.

El problema que se sigue de los procedimientos del dispositivo resultante de las


relaciones de poder y saber, se inscribe en sí, sería preciso que los niños acudieran a
presenciar estos castigos como una pedagogía de civismo, es decir, sí cabría la posibilidad
de considerar al cadalso como un jardín de las leyes, donde los niños aprendieran sobre el
crimen y el castigo, como una ortopedia de la corrección, entendiendo el sentido
ortopédico, inserto en una técnica para corregir la estructura interna. De tal forma que el
castigo sea una técnica ortopédica para corregir deformaciones en el proceso de desarrollo

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de los individuos con el propósito de formar una actitud dócil y ciega. Al respecto,
Foucault afirma que la función técnica de las instituciones disciplinarias, están
configuradas por estrategias de control, donde la disciplina hace valer su poder de análisis.
Pero no solamente las instituciones conforman dispositivos de observación, registro y
orientaciones de conducta, sino que fenómenos como la peste, contienen interdictos, donde
la infracción de las reglas tiene consecuencias que van de la enfermedad a la muerte. La
peste dice Foucault:

“Como forma a la vez real e imaginaria del desorden tiene por correlato médico y político
la disciplina. Por detrás de los dispositivos disciplinarios, se lee la obsesión de los "contagios", de
la peste, de las revueltas, de los crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los individuos que
aparecen y desaparecen, viven y mueren en el desorden.” (2002:183)

La peste es presentada por Foucault como una medida de previsión, como un estado
donde se puede ejercer idealmente el poder disciplinario. La función ideal de un
dispositivo disciplinario en una utopía de la sociedad perfectamente gobernada, lo concreta
la imago de la peste, del mismo modo que la imago de la lepra, donde reinan a la vez todas
las incertidumbres, así lo refiere Foucault:

“En el fondo de los esquemas disciplinarios la imagen de la peste vale por todas las
confusiones y los desórdenes; del mismo modo que la imagen de la lepra, del contacto que cota, se
halla en el fondo de los esquemas de exclusión” (2002:184).

La exclusión del leproso -prosigue Foucault- está vinculado con una praxis del
rechazo, que conlleva al exilio, en tanto que el apestado queda sometido a un reticulado de
encierro, donde los efectos coactivos representan las diferencias individuales. De esta
doble modalidad de exclusión social, el exilio y el gran encierro, subdivide a la población,
por un lado remite al enclaustramiento a unos y a otros los conduce al buen
comportamiento. Es así que, el sueño político de una comunidad pura se concretiza por el
exilio del leproso, y el de una sociedad disciplinaria lo conforma el encierro del apestado.
Para Foucault, la ciudad apestada está inscrita en una red de inspección y vigilancia,
funcionando como una ciudad inmovilizada y ésta es la realización de la sociedad
perfectamente gobernada. El poder disciplinario que inicia en el siglo XIX, -analiza
Foucault-, mediante sus dispositivos, psiquiátricos, hospitalarios, educativos,
penitenciarios, son instituciones de vigilancia y control social, bajo la dialéctica, del loco y
no loco, del inadaptado e inadaptado, del normal y anormal, justificando la acción de los

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dispositivos, sobre dónde, quiénes y por qué ejercerlos. Esta diferenciación binaria
caracteriza el conjunto de técnicas e instituciones, que tiene por objetivo, controlar, medir,
corregir y castigar mediante mecanismos de poder.

Foucault después de sintetizar una genealogía de los dispositivos y sus


transformaciones se enfoca en el dispositivo panóptico y lo describe como unas unidades
de reclusión insertas en un espacio que posibilita la vigilancia ininterrumpida, donde se
reconoce y registra cada punto en que se encuentra el individuo recluido. En el panóptico –
enfatiza Foucault- no se está sobre la tribuna ni la escena, sino en la máquina siendo parte
del engranaje sistemático. La prisión como dispositivo panóptico, es un espacio donde todo
es observado y controlado, no se interrumpe la disciplina incesante regida por mecanismos
de represión y castigo. En el sistema penitenciario panóptico, las autoridades disponen
(dispositio) de la educación y el tiempo de las personas, controlan, sus vigilias, sus sueños,
sus comidas, sus actividades; de la celda al talle, y viceversa, así como las sucesiones de
sus días, sus años, su vida y de sus propios sentimientos, pensamientos y voluntad. El
panóptico penitenciario entra en posesión de todas las capacidades físicas y espirituales de
la persona. Finalmente Foucault expone la relación negativa entre las funciones del
dispositivo dentro de una sociedad-máquina y las personas sometidas a la coerción
penitenciaria, en un proceso de subjetivación, donde el dispositivo produce a su propio
sujeto-máquina:

“La prisión fabrica también delincuentes al imponer a los detenidos coacciones violentas;
La prisión hace posible, más aún, favorece la organización de un medio de delincuentes, solidarios
los unos de los otros, jerarquizados, dispuestos a todas las complicidades futuras ”

Es así que, la función estratégica de los dispositivos procrea una casta bastardeada,
de tal manera que las instituciones y leyes han sido configuradas para disciplinar a todas
las personas, pero en esencia se dirigen a las clases de menos recursos y con menos
educación, porque las leyes no aplican igualmente para todos, de allí que el panóptico
penitenciario fracasa en su finalidad de disminuir los índices delictivos, contrariamente
aumenta la condición criminógena al producir delincuentes en términos de individuos
patologizados, estableciendo como algo natural y legal el poder de castigar.

II CONSIDERACIONES JURÍDICAS SOBRE LA REINSERCIÓN SOCIAL

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2.1 Evolución del término reinserción en el sistema penitenciario mexicano

Acerca del contenido teórico-epistemológico presentado en las perspectivas de


Agamben y Foucault cabría preguntar, sí es posible sustentar la hipótesis propuesta
inicialmente, logrando responder la cuestión de ¿Cuáles son los elementos de conocimiento
que conforman los dispositivos para probar una relación negativa con la reinserción social
en México? Para responder a tal cuestión se deben incorporar una serie de componentes y
estrategias de las consideraciones teóricas presentadas, en conjunto con antecedentes de
orden jurídico en su evolución con el concepto de reinserción, concerniente al sistema
penitenciario mexicano. Para tal propósito se expone brevemente el desarrollo conceptual
de la reinserción social inscrita en un marco legal. En principio y a modo de antecedente,
vale la pena rescatar la oposición entre las nociones de justicia distributiva y justicia
restaurativa. Para el primer tipo de justicia, su característica consiste en castigar al
inculpado, en tanto que para la justicia restaurativa su esencia se profundiza en reunir a las
personas afectadas, para acordar solucionar el daño entre la víctima y el victimario.

De lo anterior, se desprende que para llevar a cabo la justicia de tipo distributiva, se


requiere de un sistema penitenciario para poder cumplir con las sentencias dictadas en contra
de actos delictivos. Lo que conduce a definir en principio qué es un sistema penitenciario, más
allá de sus cualidades expuestas teóricamente. Una definición es presentada en el estudio de
Gómez Mara (2017), Los derechos humanos en las cárceles y centros de reclusión
penitenciaria de México y es descrita como un dispositivo de seguridad pública, estructurado
por una serie de instituciones diseñadas para establecer las penas, los delitos y los procesos
legales, además de posibilitar la reinserción de la población reclusa a la sociedad, por medio
de capacitaciones, trabajo y educación garantizada.

Con respecto a la evolución del término de reinserción en México el término se


introdujo en la constitución, con la reforma de  junio de 2008, y a diferencia de la
readaptación que implica una visión del delincuente como un desadaptado, el concepto
de reinserción social ayuda a encauzar al hombre dentro de la sociedad. El cambio de
readaptación a reinserción tiene al menos dos implicaciones de acuerdo con Miguel
Sarre, en primer lugar eliminar, la rehabilitación equivale a eliminar la “pretensión
curativa” de la cárcel; es decir, la prisión “pierde su sentido de medio terapéutico de
control social” para convertirse en un servicio que busca reinsertar al interno, lo cual
incluye oportunidades de empleo, acceso a atención médica, educación, así como

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actividades culturales y deportivas. En segundo lugar, el cambio entre los conceptos
“delincuente” y “sentenciado” deja abierta la posibilidad de que la decisión de los
jueces haya sido errónea, de manera que no todos los que obtienen una sentencia
condenatoria son necesariamente culpables.

En nuestro país se hace cada vez más evidente la crisis que lleva a un fracaso en
la reinserción social, en primer lugar el respeto a los Derechos Humanos sobre los
cuales descansa nuestro sistema penitenciario, pareciera no darse en algunos casos los
derechos deben respetarse para una adecuada gestión penitenciaria. Cabe precisar que el
sistema penitenciario mexicano está sujeto a dos dimensiones de gobierno: el estatal y el
federal. Sin embargo para acceder a la información de las condiciones que permitan
elaborar un diagnóstico sobre el sistema penitenciario se presentan algunos datos
relevantes obtenidos del INEGI (2016), para realizar un análisis de información
estadística que contribuyan a explicar empíricamente si existen o no un conjunto de
factores que inciden de manera negativa en la relación entre el fenómeno de la
reinserción y la función de los dispositivos de dicho sistema.
Para dar paso al análisis de datos estadísticos, vale precisar que las implementaciones
de dispositivos de penas más severas y mecanismos represivos no han contribuido a disminuir
los índices delictivos, contrariamente un estudio de la CNDH, demuestra que al incrementar
las penas aumenta el uso de la cárcel y en consecuencia aumenta la violencia en los centros
penitenciarios y se fortalecen los círculos viciosos que fomentan la reincidencia de los delitos.
Con la reforma constitucional del artículo 18, publicado el 18 de junio del año 2008, se señala
que la privación de la libertad, tiene como objetivo reinsertar al sentenciado en la esfera
social. No obstante, las condiciones actuales en prisión tienden al efecto criminógeno como se
demuestra en el siguiente apartado.

III ANÁLISIS DE DATOS CUANTITATIVOS

3.1 Factores que inciden en el problema de la reinserción social

La muestra de los datos que a continuación se presentan, fueron obtenidos a partir


de Los Censos Nacionales de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario
Estatales (CNGSPSPE), por lo que el análisis sólo se centra en la administración estatal y
omite las condiciones del sistema penitenciario federal. De acuerdo con el Censo Nacional

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de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales del año 2017, se llegaron
a contabilizaron un total de 267 centros penitenciarios en el ámbito estatal de la República
mexicana, de ellos se cuenta con 92 instalaciones para hombres, 17 para las mujeres, 157
para la población mixta y un centro de máxima seguridad para los delitos graves. En total
los centros penitenciarios conjuntan a 188 mil 262 personas en situación privativa de
libertad, rebasando el límite de su capacidad diseñada para 170 mil 772 camas disponibles.
Presentando con estos datos un primer problema el de la sobrepoblación en los centros
penitenciarios, con lo que se evidencia un factor endógeno que incide negativamente en el
proceso de reinserción social, como se evidencia en la siguiente figura.

Figura 1. Capacidad instalada y población reclusa en los centros penitenciarios


estatales

Fuente: INEGI. Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2011 a 2017.

Este dato cuantitativo también ha sido señalado en la exegesis teórica presentada


por Foucault, cuando expone el problema de la sobrepoblación de los panópticos como
condición criminógena en los reclusos favoreciendo los procesos de subjetivación que
reproducen la delincuencia en detrimento de la reinserción de las personas privadas de su
libertad.
Por otro lado se presentan las variables sociodemográficas como factor decisivo en
la relación negativa entre los dispositivos penitenciarios y el problema de la reinserción,

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que a su vez confirma la solidez del marco teórico expuesto por Foucault, cuando presenta
los elementos epistemológicos que sostienen la relación, donde las leyes (dispositivos) han
sido configuradas para disciplinar a todas las personas, pero en esencia se dirigen de forma
coactiva hacia las clases de menos recursos y con menos educación (mencionado en la
pág.8).

Figura 2. Población en los centros penitenciarios y variables sociodemográficas

Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2017.

En la figura 2. Se demuestra que la mayoría de las personas que se encontraban


privadas de la libertad eran hombres de origen mexicano, que oscilan en una edad entre
los 18 y 29 años. Además que las condiciones de su educación no rebasan el grado
medio básico de estudios, es decir que la población reclusa cuenta con el máximo grado
de estudios a nivel secundaria. Por su parte las mujeres con más presencia en los penales
son las mexicanas, que cuentan con edades entre los 18 y 29 años y mayoritariamente
con secundaria concluida. Vale mencionar que a diferencia de los hombres reclusos,
ellas enfrentan el desafío deplorable de vivir con sus hijos en condiciones que los
dispositivos no contemplan este tipo de necesidades, procreando que los niños se
desarrollen en condiciones miserables y hostiles, es decir en palabras de Foucault que la
tarea de los panópticos sigue siendo reproducir la casta bastardeada. Otro de los factores
que inciden negativamente por parte de los dispositivos penitenciarios hacia el problema

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de la reinserción es la infraestructura de los sistemas penitenciarios, como lo evidencia
la siguiente figura:

Figura 3. Infraestructura de los centros penitenciarios para reinserción social 2016

Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2017.

Si bien es cierto que en términos cuantitativos, los centros penitenciarios cuentan


con altos porcentajes de infraestructura en términos de instalaciones deportivas, talleres,
aulas y bibliotecas, estos factores no están disponibles en la realidad práctica para
favorecer la reinserción de los reclusos, ya que el problema de la violencia y la
corrupción vuelven a los centros penitenciarios un lugar donde se paga por todo: agua,
luz, comida, uso de teléfonos públicos, para salir de la celda, hasta por la protección en
el trayecto al juzgado. En lo referente al trabajo y a la educación base también del
sistema penitenciario mexicano parecieran estar reservados para algunos cuantos, en el
caso del trabajo hay que solicitarlo al director del centro, y cumplir con cierto perfil, por
lo que muchos internos quedan apartados de una parte fundamental para un adecuado
tratamiento. Y finalmente se considera el acceso de los reclusos a las actividades
enfocadas a posibilitar su reinserción.

Figura 4. Población en los centros penitenciarios, por actividad enfocada a la


reinserción

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Fuente: INEGI. Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema
Penitenciario Estatales 2012 a 2017.

Por último en la figura 4. Se aprecia que durante el 2016, el porcentaje de los


reclusos aumento en materia de ejercer y recibir alguna actividad que posibilite su
reinserción. No obstante, el estigma social de haber estado en prisión aumenta la
probabilidad de terminar inserto en actividades ilegales o delictivas de nuevo y
actualmente dicho problema está latente. Hay una gran tasa de reincidencia delictiva la
cual es resultado de la baja efectividad y eficacia en los programas de reinserción social,
puesto que muestran que no cumplieron con la misión de evitar que los internos
cometieran más delitos en el futuro.

Consideraciones finales

A modo de puntos estratégicos que favorezcan la reinserción social se proponen


algunas alternativas que mejoren las funciones de los centros penitenciarios.

 Enfocar iniciativas en el legislativo para el diseño de políticas públicas que


mejoren las condiciones de vida en los centros penitenciarios.
 La separación de las personas que cumplen una sentencia de aquellas que no
tienen una sentencia.
 Identificar los recursos con los que cuentan los gobiernos locales para
administrar sus establecimientos penitenciarios tales como el tipo de personal y
el sistema de finanzas con que se cuenta

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 Reconsiderar medidas privativas de la libertad, que no han evidenciado
disminuir los delitos en Latinoamérica, como ocurre con la prisión preventiva

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Referencias

Agamben, G. (2014). ¿Qué es un dispositivo?, Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

Gómez, M. (2017). Los derechos humanos en las cárceles y centros de reclusión


penitenciaria de México, Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas
UNAM.

Ferrajoli, L. (1995). Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Madrid, Trotta.

Foucault, M. (1996). La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa.

Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI.

Sarre, M. (2010). Debido proceso y ejecución penal: reforma constitucional de 2008 

Franco, A. (2017). Estadísticas sobre el sistema penitenciario estatal en México, Vol. 1,


Núm. 11, octubre-diciembre, INEGI.

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