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Estereotipos de género en los primeros años

Programa Nacional de Desarrollo Infantil Primeros Años - Mesa de Planificación Estratégica y


Coordinación Programática, Ministerio de Desarrollo Social

El mercado comercial, en general, no colabora a superar la tradicional orientación sexista. Los


estereotipos que se detectan desde el marketing y que marcan los juguetes como femeninos o
masculinos también influyen significativamente a la hora de incentivar los roles de género. Así,
los juguetes de los niños incitan a la acción (camiones, artículos deportivos, personajes que
luchan), mientras que los de las niñas tienden a la actividad pasiva y a menudo relacionada con
funciones domésticas u ornamentales (cacerolas, plancha, bijouterie). Lo mismo ocurre con los
cuentos y las historias. Si bien en la actualidad existen algunos libros de cuentos “no sexistas”,
que reivindican la expresión de la afectividad para ambos sexos y el desarrollo de la
personalidad sin que esté prefijada por el sexo con el que se nace, en algunos de ellos se
advierte una exagerada intención didáctica, utilitaria, alejada de la literatura. Podría
considerarse que en la literatura infantil como en la vida, la igualdad entre los géneros está
aún en proceso de construcción. En el caso de juguetes para ambos sexos, los modelos
destinados a las niñas están diferenciados de los masculinos en la publicidad. Así, por ejemplo,
las bicicletas para los varones se anuncian como resistentes, rápidas, duraderas; mientras que
las que son para niñas tienen adornos y se anuncian como “bonitas y seguras”. La mayoría de
los juguetes ofertados a las niñas está orientada hacia todo lo que tiene que ver con la vida
privada y los dirigidos a los niños les impulsan, por el contrario, hacia el mundo de lo público.
En los catálogos de juguetes rara vez hay dos niñas jugando al mecano o a otros juegos más
técnicos. Asimismo nunca aparecen niños jugando con muñecas.

Pensamos que los juegos, los juguetes, la literatura, la música, se orienten a favorecer un
sistema de valores para el desarrollo pleno tanto de mujeres como de varones: la ternura, la
sensibilidad, la expresión de toda la gama de emociones, la inteligencia práctica para la vida
cotidiana, la toma de decisiones, entre otros. De su ejercicio surge la capacidad para pensar
en el bienestar de las demás personas, la convivencia para la paz, el cuidado del cuerpo, la
responsabilidad, la sensibilidad ante los problemas humanos.

En la medida que podamos reconocer estos valores como necesarios para el desarrollo
humano sin distinción de sexo y sean no solamente un discurso sino una práctica cotidiana,
estaremos promoviendo relaciones más armónicas entre las personas y el desarrollo integral
de las niñas y los niños. Por eso es muy importante ofrecer, sin distinción de sexo, todo tipo de
juguetes, libros, música y propuestas que inviten a explorar nuevos roles y situaciones,
facilitándoles la expresión de todas sus emociones y sentimientos: ternura, rabia, alegría,
tristeza, miedo, valentía, curiosidad, duda. Evitar frases como “los niños no lloran” y no hacer
diferencias que favorezcan a varones o mujeres en detrimento del otro sexo. Ambos necesitan
protección y cariño. En síntesis, el proceso de socialización de género comienza con la vida y de
nosotros y nosotras depende que el desarrollo de género no quede sesgado por una
imposición de modelos estereotipados de masculinidad y feminidad.

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