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GIMENO SACRISTÁN, J. (COMP). (2012). Saberes e incertidumbres sobre el curriculum. Madrid: Morata.

Cap. 1 ¿Qué significa el currículum?

El texto aborda el concepto de currículum y su compleja historia, así como su capacidad para regular el
contenido y las prácticas en la enseñanza. Se destaca que el currículum no es neutral ni inmutable, sino que
es un producto contingente que puede cambiar. El artículo también discute los diferentes planos del
currículum y la importancia de la interpretación y traducción por parte del profesorado. Se aborda la
necesidad de una educación flexible y dialogante que incluya la controversia y los conflictos culturales en los
contenidos. Finalmente, se argumenta a favor de un enfoque más holístico y complejo en el desarrollo del
currículum que valore la educación general y el desarrollo individual.

Cuando se habla de currículum se refiere a la organización y estructuración de los contenidos y prácticas


educativas que se llevan a cabo en el ámbito escolar. El currículum tiene una función organizadora y
unificadora de la enseñanza y el aprendizaje, pero también puede reforzar las fronteras entre las asignaturas
o disciplinas que lo conforman. Este incluye no solo los contenidos de las materias o áreas escolares, sino
también los objetivos educativos más amplios, como el desarrollo moral, la creación de actitudes y
sensibilidades, la preparación para entender el mundo, ensanchar las posibilidades y referentes vitales de los
individuos, hacer de los menores ciudadanos solidarios, colaboradores y responsables, fundamentar en ellos
actitudes de tolerancia, afianzar en el alumno principios de racionalidad, hacerle consciente de la complejidad
del mundo y capacitarlo para la deliberación democrática.

El C tiene capacidad para estructurar la escolarización, la vida en los centros educativos y las prácticas
pedagógicas, pues dispone, transmite e impone reglas, normas y un orden que son determinantes. Además,
el currículum no puede dejar de pretender en su desarrollo práctico el logro de fines educativos como
ensanchar las posibilidades y referentes vitales de los individuos, hacer de los menores ciudadanos solidarios,
colaboradores y responsables, fundamentar en ellos actitudes de tolerancia en el estudio de las materias
mismas, afianzar en el alumno principios de racionalidad en la percepción del mundo, en sus relaciones con
los demás y en sus actuaciones, hacerle consciente de la complejidad del mundo, de su diversidad y de la
relatividad de la propia cultura, sin renunciar a valorarla también como “suya”, la de cada grupo, cultura, país,
modo de vida, y capacitarlo para la deliberación democrática.

El currículum es una selección regulada de los contenidos a enseñar y aprender que, a su vez, regulará la
práctica didáctica que se desarrolla durante la escolaridad. El currículum determina qué contenidos se
abordan y establece niveles y tipos de requerimientos para los sucesivos grados, ordenando el tiempo escolar
y proporcionando los elementos de lo que será lo que entenderemos por progresión escolar y en qué consiste
el progreso de los sujetos en la escolaridad. En este modelo, la administración regula el currículum y actúa
con desigual poder de influencia real y de ordenación explícita sobre diferentes ámbitos del currículum, como
los contenidos, la metodología, la evaluación, la organización y la innovación. Además, el currículum es un
cruce de diversas prácticas de naturaleza eminentemente social y alrededor de él gravita la preocupación
pedagógica.

El C regula: personas, tiempo, disciplinas, contenidos.

El currículum tiene una función socializadora, ya que es el enlace entre la sociedad y la escuela. El currículum
es un instrumento que genera toda gama de usos, imprescindible para la selección regulada de los contenidos
a enseñar y aprender que, a su vez, regulará la práctica didáctica que se desarrolla durante la escolaridad. El
C establece los contenidos y prácticas educativas que permiten a los estudiantes integrarse en la sociedad de
manera efectiva y adecuada.

Los aspectos estructurantes son fuerzas que han creado la tradición y que cristalizan en la formación del
habitus desde el que entendemos y actuamos, en la cultura profesional de los y las docentes, en la forma
acrisolada de organizar las instituciones educativas, en las regulaciones que dicta la Administración educativa,
en los materiales curriculares de uso más frecuente, en la formación y procedimientos de selección del
profesorado, entre otros. Estos aspectos son los que originan las reglas que rigen el juego del currículum y
que tienen un importante valor o poder estructurante en la educación.

Los aspectos estructurados son las dimensiones que prefiguran lo que se considera normal en la educación y
que tienen un importante valor o poder estructurante, como el tiempo de aprendizaje, la separación de
contenidos por asignaturas y la duración de las clases. Estos aspectos están marcados por opciones
cristalizadas en las dimensiones estructurantes que conforman la maquinaria en la que queda involucrado y
se modela el currículum.

El conocimiento escolar se refiere a la cultura y los saberes que son enseñados y aprendidos en el contexto
de la educación formal, y que son elaborados y estructurados de manera específica para ser asimilados por
los estudiantes. Este conocimiento está determinado por el contexto institucional de la escuela y se diferencia
de la cultura a la que representa.

El currículum real se refiere a los efectos educativos reales


situados en el plano subjetivo de los aprendices y se
corresponde con el currículum realizado en la práctica real,
con unos sujetos concretos y en un contexto determinado.
Además, el currículum evaluado se refleja en el
rendimiento escolar y en lo que se juzgará como éxito y
fracaso escolar. Sin embargo, aunque haya otras
experiencias de aprendizaje no evaluables, no debemos dejarnos llevar por el reduccionismo positivista para
el que sólo cuenta lo que se puede medir porque es observable.

La visión procesual del currículum considera que este no se limita a los contenidos de las materias o áreas
escolares, sino que abarca todo lo que ocupa el tiempo escolar y se plasman en contenidos, tiempos y
actividades específicas para conseguir los objetivos educativos. Esta visión reconoce la complejidad de los
fines de la educación y busca desarrollar una acción holística capaz de despertar en los sujetos procesos que
sean propicios para alcanzar esas finalidades.

El C escolar no puede limitarse a los contenidos de las asignaturas, sino que debe reflejar el proyecto cultural
y educativo que se quiere desarrollar con y para los estudiantes. Este proyecto institucional expresa fuerzas,
intereses o valores y preferencias de la sociedad, de determinados sectores sociales, de las familias, de grupos
políticos, etc. Sin embargo, a menudo hay una distancia entre el discurso y la realidad, y la educación no
puede escapar de la pulsión humana que proyecta sus deseos y aspiraciones sobre lo que vemos que ocurre
a nuestro alrededor. El C no se limita a los contenidos de las materias o áreas escolares, sino que también
incluye la educación moral, la creación de actitudes y sensibilidades, y la preparación para entender el mundo,
entre otros objetivos

La idea de la enseñanza en el currículum se ve afectada por la carga utópica que conlleva la educación y los
fines generales que se buscan alcanzar, lo cual choca con las prácticas educativas que tienden a enclaustrarse
en los moldes dominantes de la escolaridad y preocuparse más por el éxito escolar que por esos fines
generales. En este sentido, los docentes se ven inmersos en contextos fuertemente marcados por las opciones
cristalizadas en las dimensiones estructurantes del currículum, lo que limita su capacidad de influir en la
orientación de la acción.

El contenido escolar sea significativo, relevante y


retador para el estudiante, y cómo esto puede
ser logrado a través de una mediación adecuada
y motivadora. También se menciona que toda
estrategia pedagógica tiene como propósito
mediar, corregir y estimular la experiencia del
encuentro entre el sujeto y el contenido, para
que se desarrollen procesos de aprendizaje en el
estudiante. Este enfoque reconoce la importancia de la subjetividad y la experiencia personal y cultural en el
proceso de aprendizaje.
Las problemáticas del currículum incluyen la dificultad de lograr los fines educativos generales, la distancia
entre el discurso y la realidad, la multiplicidad contradictoria de los fines de la educación, la necesidad de
plasmar en el currículum objetivos que van más allá de los contenidos académicos, y la necesidad de
encontrar nuevas formas de conocimiento escolar.

El saber válido se refiere a aquel conocimiento que es aceptado y reconocido como legítimo dentro de una
determinada comunidad científica o cultural. En el contexto del currículum, el saber válido influye en la
selección y organización de los contenidos que se incluyen en el plan de estudios. Como señala Auglo y Willis
(1988) en su artículo sobre el currículum, es importante revisar la racionalidad asentada en la llamada alta
cultura y encontrar otras formas de conocimiento escolar que rescaten el sentido de la formación general.
Además, es necesario tener en cuenta que el currículum no se limita a los contenidos de las materias o áreas
escolares. Por lo tanto, el saber válido debe ser amplio y comprensivo para poder alcanzar los fines y funciones
de la educación escolarizada.

Para lograr un enfoque más holístico del currículum, es necesario superar las disquisiciones burocráticas
sobre el plan de estudios, el cuestionario o el programa escolar y apoyarse en un enfoque más complejo y
estimulante. Esto implica establecer contactos y puentes interdisciplinares con aportaciones de la filosofía, la
historia, la antropología, la sociología, la economía, la epistemología y los enfoques críticos con la psicología
psicométrica y con un conductismo prepotente pero nada valioso para abordar los problemas que plantea el
currículum.

Las críticas al sistema educativo incluyen su desajuste con el sistema laboral y la falta de preparación
específica para puestos de trabajo que cambian rápidamente. Estas presiones afectan en desigual medida a
distintos niveles escolares y resultan una realidad para todo el conjunto de difusión del conocimiento.
Además, la crítica progresista al academicismo ha puesto el dedo en la llaga de la inadecuación de la forma
del conocimiento asentado como saber escolar para adecuarse a las necesidades del alumno y conectar con
su desarrollo. Estas críticas afectan al currículum en términos de la valoración desigual de sus contenidos, las
presiones que recibe desde distintos frentes y su dirección a públicos distintos

El currículum debe perseguir fines educativos que ensanchen las posibilidades y referentes vitales de los
individuos, y hagan de los menores ciudadanos solidarios, colaboradores y responsables. Estos fines deben
convertirse en obligaciones para los profesores y no deben quedar encerrados en sus asignaturas.

El currículum consta de tres planos: los fines, objetivos o motivos que nos guían; las acciones y actividades
que desarrollamos; y los resultados o efectos reales provocados en los alumnos y alumnas. Estos planos no
se corresponden con exactitud, lo que da pie a distinguir fases de una visión procesual del currículum.

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