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2 Golpes de distopia 2.1. Los caminos de la utopia hacia la distopia Black Mirror propone un futuro dominado por la distopfa. La distopia es la antiutopfa. Un pesimismo profundo respecto a lo que vendré. No ya la vision esperanzada de un mafiana mejor (propia de Ja utopia). No, Un mundo asolado por nubes sombrias. Lluvia éci- da, la oscuridad organizada del caos, donde antes se sofiaba con un mundo de flores y cristales. Este capitulo lo dedicaremos a explicar la dimensién de io distépico a partir de su diferencia con lo utépico. Primero perseguiremos la génesis de la perspectiva utépica en los comienzos de la modernidad, para, luego, encontrarnos con la an- gustia distépica. Luego podremos destacar, como ejemplos, el tras- fondo distépico de algunas temiticas que introduce Black Mirror, y que hace de la ficcién un disparador de un andlisis de categorias culturales mas amplias (como lo distépico de la guerra futura que, via El hombre contra el fuego, invalida la utopia kantiana de una paz perpetua; o la disolucién del ideal utdpico de la confraternidad por el odio que separa y destruye de Odio nacional). Empecemos entonces por destacar, al menos parcialmente, par- te de la génesis del suetio ut6pico. La Edad Media y el Renacimiento todavia estaban conmocionados por el milenarismo, un movimiento apocaliptico que unié a sacerdotes y laicos en la certeza de que se acercaba el apocalipsis. El fin del mundo. Un final catastrofico que, sin embargo, era parte de una palingenesia regeneradora. Pero en los origenes renacentistas de la modernidad, el mafiana también asumié una expresién més amable y prometedora. Mientras que muchos esperaban el fin, otros, como Tomas Moro, confiaban en un futuro en el que el hombre se elevarfa a una existencia justa, En 23 1516, en su obra Utopia, Tomés Moro", canciller de Enrique VIII de Inglaterra, sienta las bases del género utépico. Imagina una so~ ciedad en una isla. En el océano Indico. En esa isla no imperan las desigualdades sociales o el autoritarismo. Su gobierno es una Re- publica ideal. Irradia belleza y armonfa. Pero ese gobierno mejor no ‘existe. Es una ilusién. Una quimera. O mejor: un proyecto. El gobier- no mejor no es, por ahora. Pero maiana, si, sera, La utopia perder su primer cardcter quimérieo. Se hard sustancia real. La vida mejor ahora no tiene lugar, ¢opos, en el presente; es lo sin lugar, w-topia, pero si tendré lugar, realidad, en el futuro. Lo utépico pasaré des- de su mera posibilidad a lo realizado, desde su condicién potencial a diamante tangible. Desde sus comienzos, la utopia como género literario exhals critica social e idealismo moral. Durante siglos, has- ta incluso la primera mitad del siglo XX, lo utépico pregonaba una humanidad emancipada. Bse optimismo utépico se diversificé en el pensamiento del siglo XIX: desde el utopismo propio de falangistas 6 los socialistas utépicos, hasta el marxismo o la Tlustracién. Dentro de] movimiento ilustrado, Condorcet 0 Kant generaron sendas jus- tifieaciones filos6ficas del progreso como impetu irreversible de lo histérico. La historia como lo mejor que se abre paso en la lucha en- tre saber y supersticién, como lo pens6 el Marqués de Condorcet!; y Kant que, de cara a la Revolucién Francesa, postulé el entusiasmo de la intelectualidad que adhiere a los ideales proclamados por la ‘Asamblea de 1790, conectados al lema de “Libertad, igualdad, fra- ternidad”, y los Derechos del Hombre y el Ciudadano!. Ese anuncio 10 Tomés Moro (1478-1536), pensador, tediogo, politico, humanista, eseritor, poeta y traduetor inglés, y ademas profesor de leyes y canciller del inefable Enrique VIII, padre de la no menos eélebre reina Isabel Tudor, que le dio nombre a la época isabelina, Por su desacuerdo con el intento de divorcio del ey con Catalina de Aragén, su primera esposa, Toms Moro, fervoroso cato- lico, fue decapitado, Su legado méximo es, justamente, su obra clave Utopia, inicio de una larga saga utépica que atraviesa la modernidad, En esa saga, xno debemos olvidar, sin que pueda ser motivo de nuestros andlisis ahora, La ciudad del sol, de Tomasso Campanella (1602), 0 La Nueva Atléntida, de Francis Bacon (1626). ¥ sin olvidar tampoco que, para alguno, el imaginario uutépico occidental comenzarfa con la propia Republica de Platén. 11 Elmarqués de Condorcet (1743-1794), entre los turbulencias de la Revolueién Francesa, oculto y perseguide por no haber votado la ejecucién de Luis XVI, escribi6, en 1794, Esbazo para un cuadro histérico de los progresos del esptritu humano, eaya ley fundamental es el progreso del espirita humano, lo que per- itirfa, en grados crecientes, la mejora moral y material del hombre. ‘Ver las reflexiones kantianas sobre el entusiasmo en su texto El conflicto de las facultades, ed. Gredos. fangfa como un avance moral sin retorno: la declaracién de un nue- vo mundo lanzado hacia la libertad y la felicidad continuas. Acsu manera, el fervor utépico aleanz6 incluso a los piratas que, en los siglos XVII o XVII, se empeiaron en crear “minisociedades” auténomas en islas fuera del dominio de gobiernos y reyes. Una via de cristalizacién ut6pica de un sistema sin gobierno, “protoa- narquismo”, 0 una “zona temporal auténoma”, en el decir de Peter Lamborn Wilson, mas conocido como Hakim Bey", Libertalia, una presunta colonia pirata establecida en la costa de Magadascar seria ‘un ejemplo de ello.# ‘Estamos en las aguas de la utopia, primero, entonces. Atin tene- mos que remar algo més hasta llegar a los acantilados més aésperos de la distopfa. Alli, el oleaje, compuesto por las olas de la angustia distépica que atraviesan la ficciones de Black Mirror y tantos refe- rentes de la alta literatura, es més turbio e inquietante. E] ideal utépico ilumin6 la modernidad hasta, quizé, el clima de Ja expectativa revolucionaria marxista de los afios veinte, atesorada por los movimientos obreros ¢ intelectuales de izquierda, entusias- mados por la propagacién de la revolucién comunista de octubre de 1917 en Rusia. La revolucién bolchevique y su expansién es el signo de la utopia en construccién de un mundo de rostro socialista. Pero, para muchos, luego de la Segunda Guerra Mundial, y Auschwitz como maquinaria de la muerte, luego de un stalinismo que edificé su propia versién de un Estado autoritario, el gigante de la utopia se desplomé, Ni utopia democratica ni socialista. El mafiana no seré lo mejor. Lo liberador. Sera lo peor. Un mafiana sin sol, congelado por la decepcién. Ningtin progreso se talla en la frente de la historia universal. Todo lo contrario: el futuro es promesa de pesadilla, en- cierro, angustia. El hombre prisionero de sus dispositivos técnicos. Una forma, también quizé, de un ferveroso maniquefsmo (Io pasado siempre, lo mejor; lo futuro, siempre, lo peor), 18 Ver Bey, H. (1991), Zonas temporalmente auténomas, en http:lahaine.org! pensamientofbey_taz pdf Aqui, aborda el tema de las “utopias piratas” como tun antecedente de la posible construccién de enclaves auténomes dentro de Ja vida eotidiana contempordnea, 14 La supuesta colonia fundada por piratas se autodenomin6 Liber. En ela, los participantes renunciaban a sus nacionalidades, se unsan sin diferenciar ra- zas y usaban un lenguaje basado en la integracién de términos del inglés, ‘francés, holandés, portugués y el malgache nativo. El botin lo“socializaban" en un fondo comin, No habia dinero, No habia necesidad de 6). Todo era comuni- taro, La nica fuente sobre esta presunta “utopia pirata” es Charles Johnson, Historia general de los robos yasesinatos de los mds famosospiratas, copia (en inglés) en la pégina de Brian Carnell, https://brian.carnell.comfabout-mel. La literatura expresé mejor que el ensayismo filoséfico el paso de Ja utopia a la distopia. El término distopia procede de la cultu- a anglosajona, segin el Oxford English Dictionary, y fue propuesto por John Stuart Mil. La distopia asoma, con sus earacteristicas mas ‘especificas, en la novela Nosotros, de Yevgeni Zamiatin, en 1921. Za- miatin critica la abolicion de las libertades, que sucumben bajo la fapariencia de mayor libertad para el pueblo en la Rusia bolchevique. Fn la novela, en un Estado tinico, una ciudad de cristal y acero, rodea- da de muros, se separa de un salvaje mundo exterior. El Bienhechor, maxima autoridad de ese mundo, ejerce su autoridad omnimoda; los hombres son cantidades, hombres méimeros empotrados a trabajos de horarios jos, a la vista de los otros, sin privacidad posible. El yo Se disuelve en un nosotros despersonalizador '. Tanto Orwell como Fluxley reconocen la influencia de este predecesor de la distopia, jun- to con Jack London y su El hombre de hierro!®. La sociedad feliz, de Huxley; 1984, de Orwell, y Farenheit 451, de Bradbury, constituyen la trilogia fundamental del género dist6pico en la literatura, género que luego se desborda hacia el cine, la television y la cultura popular!?. TS Bn Nosotros de Zamiatin, al Estado Unico, concentrado en la sola persona del Biethechor, todos les deben estricta obediencia. Los individuos desper- sonalizados, no tienen nombres ¥ apellidos, son Niimeros que visten igual, J toda su existencia es férreamente regulada, lo que incluye las relaciones teauales, Entre el Bienhechor y el Gran Hermano hay una intima afinidad. Se trata siempre de la concentracién completa del poder en un aparato de ‘etado totalitario respecto al que los individuos son solo piezas funcionales y deseartables. Ver Zamiatin, E. I. (2011), Nosotros, Madrid, Cétedra 16 London, J. (1908), The Iron Heel (El talon de hierro), London, Macmillan Publichers. Bl “Talén de Hierro” es el nombre que le otorga el obrero revo lucionario Emest Evehard, al control del Congreso de los Estados Unidos, Jo que le darfa Ia excusa a Ia oligarquia para suprimir la democracia. Los breros se organizan para resistir por una huelga sistematica de alcance ‘mundial, que inmovilice todos los servicios y comunicaciones, ¥ dejar asi des- protegidos a los oligarcas. Pero por la fuerza de eu respuesta, para 1912, ol ‘Talén de Hierro se convierte virtualmente en el gobierno del mundo, aplican- do sus criterios autoritarios. 17 Bntre las grandes obras dist6pieas del cine y la literatura, algunas ya men- cionadas, habria que destacar: Nosotros, de Yewgueni Zamiatin; 1984, de George Orwell; Un mundo feliz, de Aldous Huxley; V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd; Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago; Neuro- ‘mante, de William Gibson; Leyes de mercado, de Richard Morgan; Mercade- res del espacio, de Frederik Pohl y Cyril M. Kornblutb; EI fugitivo y La larga marcha, de Stephen King; Blade Runner, de Philip Dick; la trilogia Matrix, de las hermanas Wachowski; Farenheit 451, de Frangois Trufaut, basada en Ta novela homénima de Ray Bradbury; incluso habria que agregar el video- Lo distépico es el coneepto clave para situar Black Mirror como referente del pesimismo frente a los suefios idilicos contempordneos de la vida consumista y cibernética. Y, en particular, su perfil es el de la distopia tecnoldgica. En a fauna ya compleja de las distopias, lo distépico puede vestirse con ropas politicas, humorfsticas, satiricas 0 ecnolégicas. Bl solo ejemplo de 1984 como distopia politica, y su re- acién con el peligro del totalitarismo de cufio soviético, es suficiente para precisar que lo dist6pico se nutre de una realidad social presente, de sus consecuencias indeseables en términos de mayor alienacién ¥ control social. Alienacién acrecentada que puede provenir de una Sociedad de nervio socialista o capitalista. La imaginacién distépica problematiza, asi, distintos caminos alienantes. Los mereaderes del espacio, de Frederik Pohl y Cyril M. Kombluth, por ejemplo, satiriza el capitalismo y la publicidad’; Jack Ballard previene sobre la cats- trofe ambiental desde una distopia ecologica™®; y también comparte, al ‘menos parcialmente, el espiritu de lo distépico, la obra Matadero 5, de Kurt Vonnegut2®, Pero la senda propia de Black Mirror es la variacin de una distopfa tecnol6gica con incrustaciones del género ciberpunk. El punk es una variante de la accién contracultural de los sesenta, con ‘una expresién importante en la misica (Sex Pistols, Ramones). Pero en la década de los ochenta, el punk originario engendra un subgé- nero de la ciencia ficcién: el ciberpunk, nuevo nicho para las visiones distopicas. Otra atalaya para otear un mafiana de pesadillas de alta tecnologia y vida degradada. La cibernética, la informatica y la ciencia {juego BioShock, de Ken Levine. Una contrapartida a lo distopico, en clave ‘otdpica filossfica, seria Principio Esperanza, de Ernest Bloch; e incluso la ‘Teoria estética de Theodor Adorno. 18 Enos Mercaderes del espacio se narra una sociedad en la que, segiin Kings- ley Amis, “el sistema econémico ha devorado al sistema politico, donde las grandes compaiiias ejereen el poder, sin intermediarios, y hasta el fin. y 1a sociedad ha sido estratificada rigidamente en productores, ejecutivos ¥ con sumidores... No es meramente un mundo donde el hombre de la publicidad es el rey; combina ademés el lujoy Ia escasez, aparatos fantdsticos junto a la falta de combustible, toda clase de bebidas y gomas de mascar, y una extrema escasez de proteinas. En este aspecto recuerda una observacién de George Orwell sobre los Injos, en camino de convertirse en menos caros y faciles de obtener que los articulos de primera necesidad”, en New Maps of Hell, 1961. 19. Ver, por ejemplo, J.G. Ballard, El mundo sumergido, novela de ciencia fiecién, de 1962. Se considera que es una de las primeras obras de clima ficcin. 20 Con elementos de ciencia ficeién, en un Dresde devastado por los bombar- deaos en la Segunda Guerra Mundial, Vonnegut sitéa su visién distépica a partir del repudio de la guerra, el sinsentido de la existencia y 1a insignifi- ‘cancia del ser humano. \ \ \ del desarrollo exponencial junto a Ja visién amarga de una cultura disgregada. ¥ todo bajo los pestafieos de una mirada dcida y escéptica. En un futuro proximo, se confrontan megacorporaciones, hackers y la inteligencia artificial. Hl estilo del cine nogro y de la novela policial contribuye a la descripeién de atmésferas agobiantes. El ciberpunk es futurismo tecnolégico que no muestra su poder a través de odiseas tespaciales o escenarios galdcticos remotos a la manera de 2001. Odi- gen en el espacio, de Arthur Clarke, la serie Fundacién de Asimov, 0 ‘Dune, de Frank Hebert, de 1965. El perfeccionamiento tecnol6gico no nos comunica con las lejanfas fascinantes del cosmos. Ya no hay lugar para la proyeccién hacia el espacio abierto, como antes sugerimos a propésito del andlisis de La dimension desconocida. Por el contrario, Pi mnartilleo tecnolégico clava cada vex mejor sus clavos electrénicos fen muros sin salida. Lo interior cerrado del ciberpunk”. La gran ciu dad como estrechez carcelaria se anticipa en Blade runner. B] Japén texitoso en la puja comercial con Estados Unidos es un arquetipo de la ‘urbanidad distépica futura cyberpunk; el Japén del Tokyo de Shibuya, devenido un Times Square embriagado de luces artificiales y seftales de publicidades magnéticas. Pero este tipo de imaginacién, como todo quchacer humano, est4 contaminado por el espiritu de una época. En Jos ochenta son notorias las tendencias hacia la globalizacién, el poder de las compafitas globales 0 multinacionales, el neoliberalismo a lo Ronald Reagan y Margaret Thacher, la aceleracién insipiente de la informatica, la expansién de los ordenadores domésticos, el ascenso de la revolucién de las comunicaciones. Escenario prometedor de gadgets y teenofilia embelesados por el mundo electrénico y virtual. Pero ante lo tecnofilico, el ciberpunk se asocia con el posmodernismo. Comparten Ta repulsa por el supuesto progreso de las sociedades modernas teeni- ficadas, La tecnologia omnipresente en lo cotidiano obliga a pensar, incluso en la fieeién, en las hibridaciones innegables: el hombre que se ‘une o hibrida con las méquinas; la realidad fisica que se une o hibrida con los procesos virtuales, Los ordenadores se convierten en herra- mientas cotidianas de comunicacién y saber. Su presencia cada vex més indispensable, casi naturalmente, promueve un nuevo nivel de realidad, en el que el espacio es en las pantallas de las computadoras. El espacio digital del “ciberespacio”, término acufiado por primera vez por William Gibson en Quemando Cromo, en 1982, para referirse a ese espacio emergente de la simultaneidad encendida de millones de ordenadores. El estar en el ciberespacio como propio de una subjetivi- 21 Este estado de encierro lo encontraremos, luego, en el andlisis del episodio 15 rillones de méritos, de Black Mirror. dad determinada por las fluctuaciones de la pantalla electrénica. Di- mensién platéniea paralela y superior (en tanto se pretende superior), Gel cielo digital del ciberespacio que se yuxtapone sobre 1a existencia fisica, Estar conectados al ciberespacio es la existencia plena. Lo de- més, él simple estar en el primitivo espacio fisico no digital como lan- guidecimiento o exclusién. Los que mejor conocen el ciberespacio para chavegar” e interferir en sus procesos son los hackers; los “cowboys de consola” en la terminologia de Neuromante, la obra fundacional de William Gibson, en la que el ciberpunk alcanza la madurez. Su célebre comienzo expresa su tono de angustia claustrofobica, de ambientes urbanos encerrados y un constante cielo nocturno surcado por rayos de luces de neén y carteles publicitarios, el cielo que parece la pan- talla negra de un televisor apagedo: “El cielo sobre el puerto tenfa el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto”®, ?Pantalla televisiva en un canal de oscuridad inexpresiva y espectral; el cielo como moniter apagado que absorbe y no devuelve vida, y que suspende sobre las calles su clima de tensién artificial. La vida dentro de un todo electrénico enclaustrado y opresivo. Lo real es lo cerrado, lo opuesto a la sed por el espacio abierto, que en el capftulo 1 indicamos como propia de La dimensién desconocida y sus planos finales de la noche estrellada e infinita, En la economia del mundo futuro las cosas no seréin mejores que ahora. El mercado legal es el imperio de las megacorporaciones. La contracultura futura no se trata ya de un arrebato anti mainstream que busea una espiritualidad perdida, sino que cobra forma en la fi- gura del hacker, especializado en el robo de datos e informacién es- tratégica. La realidad fisica y primaria de los hackers es ahora una existencia corporal degradada vivida como cércel de la carne, como ‘el cuerpo que es prisién del alma en Platén. Por eso, la trascendencia no es por la comunicacién con un Dios, sino por la conexién con el ei- berespacio. Lo virtual es el mejor entorno vital. En esa economia del futuro las multinacionales Henan los vacfos provocados por la desa- paricién de los Estados nacién; lo local es sustituido por lo transna- cional; las fronteras geogréficas y las distancias espaciales se diluyen; el cuerpo natural se altera a través de prétesis e implantes (Io que adelanta el cuerpo transformado por implantes oculares 0 cerebrales en Black Mirror, y el llamado cuerpo postorgénico); la globalizacién se expande sin limites; Oriente cobra una importancia creciente en la ‘economia mundial. Los medios de comunicacién y la tecnologia modi- fican drasticamente la percepcién. La tragedia de la cibercultura es la 22. Ver William Gibson, Neuromante, Barcelona, Minotauro. expulsion de la realidad (reducida a irrealidad molesta y pegajosa) en eneficio del ciberespacio como hiperrealidad en la que proyectarse, ‘conectarse, y ser; el ciberespacio como lugar virtual para el intercam- bio, robo y dominio de informacién relevante. El futuro se convierte entonces en la muerte de las utopias. En el futuro el viejo Estado es reemplazado por las megacorporaciones que lo dominan todo entre bastidores, las empresas ya no solo son entidades comerciales, sino que se transforman en monopolios de Jos flujos de informacién y de los medios de comunicacién. El futuro es el estallido urbano desaforado: las ciudades que crecen como hie- dra por todas partes, megaldpolis que extienden sus fronteras hasta los confines mismos del planeta. La construccién urbana se mul- tiplica en forma paralela a la propagacién de la informacion: més servidores y almacenamiento de informacién, més internet, més computadoras y celulares, mejor vigilancia y monitoreo de los gus- tos. En la mirada dist6pica el pesimismo contamina el mafiana: pa- ra ella la inmersién en los entornos electrénicos va de la mano de la pérdida de las oportunidades de vida fuera de la tecnocracia voraz. Entre tanta complejizacién y acumulacién de los flujos de capitales e informacién se erige la amenaza de puentes que se derrumban: los puentes que llevan hacia la felicidad individual o colectiva. {Pero realmente ser asf? {Los hombres solo encontrarén satis faccién y superacién dentro de las consolas interminables o las pan- tallas por doquier con ofertas de consumo y distraccién infatigables? éNo habré cielo, o seré el cielo solo una imagen clectrénica? La sos- pecha de que el futuro ser asf es parte del efecto Black Mirror. El temor hacia un imperio de las pantallas duefias de la vida que nun- ca se apagan y que, sin embargo, no dejan de ser un espejo negro”. El oxigeno enrarecido de las distopias contaminando los pulmones. 2.2. La distopia de la guerra perpetua Desde las cuevas y las flechas, las hachas y cuchillos de piedra hasta los misiles, el hombre siempre ha estado rabioso por las armas y la sangre, Pero las guerras no solo retumban en el pasado y en el 28 En otra contexto, es curiaso que la expresién “espejo negro” se refiere, par un lado, a la magia ancestral para la que este tipo de espejo permite ver ‘ms allé, como una bola de cristal o un cueneo lleno de agua. Por otro lado, existe también el “espejo de Claude” (0 espejo negro), usado por pintores de paisajes. Se suponia que este tipo de espejo ayudaba a obtener obras con los ‘matices tonales de Claude Lorrain, referente fundamental del clasicismo en el paisajismo pictorico, presente, sino que, para la mirada dist6pica, su infierno se extenderé hasta el futuro. En El hombre contra el fuego, de Black Mirror, los guerreros del masana persiguen a “cucarachas” para exterminarlas, porque, supuestamente, portan peligrosas enfermedades. En la parte segunda de este libro analizaremos el universo temético de cada caps tulo de la serie en particular, pero aqui aludiremos de manera espe fica al ejemplo de la continuacién y perfeccionamiento tecnolégico de Ja guerra como visi6n dist6pica, como mirada pesimista de un mafiana que se empecina en seguir destruyendo la utopfa de la paz perpetua. En Black Mirror la guerra devora el futuro. Ningiin progreso moral asegura que el hombre expulse de sf la violencia militar or- ganizada. Y si la serie proyecta la guerra en el futuro, lo hace, como es inevitable, imaginando ajustes tecnolégicos que mejoran la efi- cacia de los soldados en el momento de matar. Un particular tipo de implante o mascara libera a los guerreros de ver al enemigo que aniquilarén: les ahorra los conffictos morales que podrfan surgir de tomar conciencia de que estén asesinando a sus semejantes. El dis- positivo mascara que se les implanta invisibiliza al enemigo real, otra sustitucién de la realidad fisica por imagenes proyectadas; es decir, el reemplazo de lo real por lo virtual. Podemos sospechar que la guerra existe desde que el hombre habita la Tierra. Seguramente, al comienzo, la violencia se desato por la lucha tribal por el territorio y el alimento, es decir, por la con- quista de los mejores recursos para la supervivencia. Algo no muy distinto a lo que ocurre ahora. Con fuerzas armadas més complejas y computarizadas, de nuevo, siempre, surge la lucha por los recursos naturales y la defensa del territorio nacional. La creencia de que un mundo en guerra podria dar lugar a un mundo de paz perpetua fue una aspiracion de la modernidad, otro perfil de la utopfa moderna. Por la discusién racional, tal vez, las guerras podrian ser supera- das y podria arribarse a un futuro sin beligerancia. La modernidad coqueteé en un momento con la utopfa de una paz perpetua a la que hoy debemos, sin embargo, oponerle la historia contemporénea y una ficcién como la de Black Mirror. En 1795, Kant public La paz perpetua. Al madurar la Tlustracién, la valorizacién de la ra- z6n avanz6 enérgicamente. La razén de la civilizacién de las luces ¥ el progreso continuo. La modernidad también intent6 comprender tacionalmente la moral, la historia y la religi6n. Y la racionalidad aplicada, a su vez, podria superar el fenémeno de la guerra. Al fin de cuentas, la razén o la inteligencia son los elementos centrales de la guerra, y no la mera aplicacién de la fuerza bruta, como sue- le ereerse. Desde Bl arte de la guerra de Sun Tzu, hasta Carl von Clausewitz y su blitzkrieg o guerra relémpago, la guerra es célculo racional, o hasta incluso, metéfora organizadora de una filosofia de Ja vida%4. El Siglo de las Luces, la Hlustracién del siglo XVIII, quiso levar la racionalidad de 1a estrategia militar a un plano superior de resolucién de enfrentamientos. Ahora, la razén debia ser base de un derecho internacional y un didlogo que permitiera la superacién diplomatica de los conflictos, en concordancia con el Hamado orden © equilibro westfaliano de la politica internacional europea”. La idea de guerra entendida como cuerpos que se agreden y masacran fue suplantada por los acuerdos entre los paises. La diplomacia y el entendimiento racional pasaron a convertirse en la solucién de los desacuerdos antes solo superables por los cafiones y las bata- las. La posibilidad de una paz perpetua significaria que el progreso continuo del futuro no serfa ya estancado por el belicismo. La paz perpetua surgia como utopia del mundo sin guerra, a través de la constitucién de una confederacién mundial”*, Pero el pacifismo de Kant resulté ser una ilusién, se diluyé en teoria filoséfica. Asi lo demuestran los conilictos bélicos que se ex- tienden hoy alrededor del globo, y El hombre contra el fuego. Al fi- nal, la légica de los intereses de la guerra se impuso. La guerra ‘como continuacién de la politica por otros medios (Klausewitz); co- mo expansién imperial (la Inglaterra victoriana); como industria armamentistica de un complejo militar industrial (segin la famosa definicién de Dwight D. Eisenhower); 0 como medio de “purificacién racial”, como luego veremos, desde otro matiz, en El hombre contra el fuego. La visin utépica del mundo sin guerra aparece negada, siempre, por los intereses que engendran los conflictos. Black Mirror nos muestra que las guerras continuarén, las formas de matar se multiplicarén y la manipulacién psicologica de los soldados se me- 24. Blarte de la guerra de Sun Tzu como filosofia de la vida. Uno de tantos ejem- plos.“Un ejéreito es comparable al agus; asf como el agua que fluye escapa de las alturas, y busca Tas tierras bajas, asi un ejército evita la fuerza y golpea sobre lo débil", en Sun Tzu, “De la debilidad y la fortaleza’ (aforismo 27), en El arte de la guerra, ed. Andromeda. 25. El“orden westfaliano” se refiere al equilibrio geopolitico que domin6 la poli- tica internacional europea entre 1648 y 1789, y de 1815 a 1914, y que surgi6 a consecuencia del Tratado de Westfalia. Este tratado, de 1648, puso fin a la fatidica Cerra de los Treinta Afios, entre protestantes y catélicos; pero mids especificamente, entre los Habsburgos y los incipientes Estados nacién de Francia, Suecia, Dinamarca y los Paises Bajos. Este orden se bas6 en el equilibrio entre las fuerzas de los paises y el respeto a la soberania nacional. ‘Se pulveriz6 luego del inicio de la Primera Guerra Mundial. 26 I, Kant, Sobre la paz perpetua, Madrid, Bdiciones Akal, 8.A., 2012. joraré por medios teenol6gicos. Un mundo libre de las convocatorias ‘a la muerte de los ejércitos es imposible, tanto hoy como mafiana. 2.3. El odio contra la fraternidad Un segundo ejemplo de quiebre de lo utépico por lo distépico que nos sugiere Black Mirror se sitiia en la disolucién del anhelo ut6pico de confraternidad que se vislumbra en Odio Nacional. (De nuevo, aqui solo aludiremos a este aspecto en particular del episodio; en la segunda parte, analizaremos su entramado ficcional completo y Jos temas que abre para la reflexién y toma de conciencia criticos de ciertos procesos de la contemporaneidad). ‘La guerra contamina toda la historia. ¥ ast como la paz perpe- tua fue un momento de deseo de utopia, de superacién de la guerra continua, la modernidad buseé, de nuevo, otra medicina utépica: el cooperativismo, el socialismo, la confraternidad como nuevos dise- fios sociales nacidos de los suefios”?. En la sociedad del siglo XIX, muchos movimientos cooperativis- tas, desde una matriz socialista, intentaron construir la fraternidad a través del apoyo mutuo, la igualdad y cooperacién. El suefio del socia- Tismo utépico saintsimoniano. Pero la utopia de la confraternidad coo- perativista no pudo domar las tendencias individualistas. Tanto los falansterios como la comunidad de New Harmony, de Richard Owen, naufragaron. La realidad del capitalismo, del egoismo y el interés individualista, las reglas de una economia de la competencia conti- nua, destrayeron muchos de los emprendimientos cooperativistas. 'Y si el cooperativismo supone confraternidad social, el cristianis- ‘mo, en teoria, alienta la fraternidad espiritual: el amor de los unos a los otros. La Revolucién Francesa, por su parte, también tremolé las banderas de una confraternidad politica, la de los hombres libres iguales ante la ley, imbuidos del mismo derecho a la libertad. Liber- tad, igualdad, fraternidad. Los tres gritos revolucionarios después de la toma de la Bastilla. Nos encontramos entonces frente a distintas 27 Las figuras de la soparacién en la historia son multiples: ereyentes y ateos; rentiles, paganas y eristianos; patricios y plebeyos;rios y pobres; progresis- tas y conservadores. Estas diferenciaciones siempre consolidan el enfrenta- rmiento y no una integracién en el respecto ala diversidad. El cooperativismo 1 los socialismos diversos nacieron de una sociologia del cambio por el en- Suefio: el suefio de Ia superacién de la sociedad egoista y captalista por la apelacién a la superioridad moral de la comunidad cooperativa, humanists, ¥ con un no tan lejano eco de fraternidad eristiana, No en vano Marx acus6 8 Saint Simon, referente del socialismo roméntico, de “soialista utspico" figuras de la confraternidad: cooperativista, cristiana, politica repu- plicana. Diversas formas de utopia en definitiva, que fracasaron. EL cooperativismo negado por el egoismo capitalista; el cristianismo, por la desconfianza u odio hacia quien cree en algo distinto; la confrater- nidad politica de los franceses negada por la ambicién de algunos de imponerse y dominar, y de ahf las luchas (antifraternales) que se de- rivaron de ello (el Terror Blanco, el jacobinismo, Robespierre, la acti- vidad incesante de las guillotinas decapitando adversarios politicos). Acstas formas de la negacion de lo fraternal se le agrega el fendmeno contemporaneo del desprecio por lo fraterno que incluya a todos en una unidad de las diferencias: el odio en las redes, su promocién de Ja divisién y del enfrentamiento continuo. La tendencia irreversible del aborrecimiento que niega la confraternidad se elabora en Odio nacional a través del odio digital que se extiende hacia el homicidio, primero de algunos personajes odiados; y luego, de los que odian. En Odio nacional, al final de la tercera temporada de Black Mirror, se avizora un desprecio de la confraternidad a través del odio propagado ‘via Twitter, que no se limita a la difamacién y el insulto, sino que ma- taal objeto de su animadversion. Bl odio digital como fuerza distépica que hoy se reduce a los ataques digitales; y que, en el mafiana que ‘imagina la fiecién de Brooker al menos, se convierte en una fuerza de asesinato, expresién maxima de la separacién y enfrentamiento; lo contrario al deseo utépico de confraternidad. Los individuos cada vez més separados por el odio en las redes. Visién contraria a la que quiere ver a internet como construccién de una mente colmena, en Ja que los internautas interconectados participan de una suerte de comunidad digital planetaria que integra las individualidades en una cohesionada mente mayor’®. Pero la mente colmena o conciencia co- lectiva se vineula mas al intercambio de informacién (miisica, videos, archivos), que a una real conciencia de unidad por la interaccién en red, En nada se vincula esto, entonces, con una unidad colectiva de valores profundos, como Io supondrfa la unidad fraternal. Nada de eso. Como contracara de la mente colmena, las colmenas digitales del odio online potencian las individualidades enfrentadas. Disgre- gacién de lo colectivo positive. La utopia de la confraternidad es ne- gada por el odio digital. Si quedara alguna fraternidad, es la de los que, aun odiandose entre sf, animan la comunidad de los hater, de los que odian. Contradictio in adjecto: la comunidad de quienes odian a “fraternidad” enferma de los que encuentran placer en odiar, 0 28 Volveremos sabre este tema de la mente colmena o inteligencia enjambre en. el capitulo “Abejas robsticas y las picaduras del odio”. incluso en recibir el odio, siempre que esto les haga olvidar su intima insignificancia) se autodisuelve porque el odio separa y no integra. Otra mirada dist6pica en Black Mirror sobre el futuro que ya golpea Jas pantallas del presente. Pero estos dos ejemplos del énimo distépico son de menor im- portancia ante la distopfa mayor en Black Mirror: la desconfian- za respecto a toda utopfa tecnolégiea. Es decir, el desarrollo téenico concede mejor medicina, mejores comunicaciones o transporte, pero no una elevacién de la condicién humana. Black Mirror hunde un pufial de escepticismo en los que cantan loas a un tecnooptimismo militante y acritico. Mientras hoy ya casi nadie niega el derrumbe de las utopfas de antaiio (la utopia politica revolucionaria, o la coo- perativista o socialista), algunos se refugian en la visién optimista de la evoluci6n tecnolégica como siltimo reducto del espiritu utépi- co, Es el caso del transhumanismo, El movimiento que cree que la condicién humana seré transformada y mejorada por las tecnolo- gias emergentes capaces de elevar las capacidades humanas fisicas, psicologicas o intelectuales. E ste seria el salto de lo humano a lo posthumano; del cuerpo orgénico, con sus enfermedades y deterio- ros, a un cuerpo postorgénico, que superaria los limites o carencias actuales de la humanidad”®. En una visién también alimentada por Ja ciencia ficcién, el transhumanismo compone actualmente una re- cuperacién del fervor ut6pico en téminos teenolégicos. Pero ante este optimismo, el cyberpunk 0 Black Mirror usan los faros de la fic- cién para hacer visible lo oscuro de un mundo teenolégico revertido en s{ mismo, La desconfianza dist6pica frente al hipotético mundo mejor de los posthumanos, los caminos de los cyborgs® o los smar- thpones como adhesivos electrénicos cada vez més dificiles de des- pegar de nuestras manos y mentes. 29 Sobre varios de los temas que abre el transhumanismo: singularidad, inteligen- ia artificial, el posthumano o el cuerpo postargiinieo, puede eonsultarse como introduccién Sibilia, P., (2005), EI hombre postorgéinico, Buenos Aires, PCE. Un eftorg o cyborg es un “organismo eibernético” que combina en su consti- ‘tucién elementos orgénicos y dispositivos cibernétices. Su intencién de fondo s el mejoramiento de lo orgénico por medio de la teenologia, No debe ser confundidio con los robots de tipo androide. E] término aparece en 1960 para referirse al humano mejorado para adaptarse a nuevos entornos extraterres- tres, Su temaética de filosofia de fondo es Ia ereciente hibridacién o integra cidn entre hombre y maquina. De forma més eereana y menos futurista, una Persona con un marcapasos 0 un implante coclear podria ser calificada como ‘un ciborg. En su versién futurista, el cfborg es un hibrido que ya no es ple- ‘namente ni maquina ni humano. Volveremos sobre este tema en el capitulo “Ash, Roy y més alld de Orién”. 80

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