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ESTADIOS FUNDAMENTALES DEL DESARROLLO PSICOSOCIAL

Joan Erikson y Erik Erikson incluyen en el estudio de estadios psicosociales términos/fuerzas


psicosociales como esperanza, fidelidad y cuidado que se encuentran entre luchas de tendencias
sintónicas y distónicas.
Consideraban que la ritualización es un vínculo entre los “yoes” en desarrollo y el ethos de su
comunidad ya que así se expresa lo que es culturalmente específico en los valores que implica
la interacción ritualizada. Así, al hablar de estos términos como fuerzas humanas o cualidades
del yo, no nos sorprenderíamos que correspondan a valores de creencia como la esperanza, la fe
y la caridad (máximas aspiraciones espirituales).
Sudhir Kakar decía que no había un término en hindú correspondiente a cuidado pero que el
adulto cumple sus tareas practicando Dáma (restricción), Dana (caridad) y Daya (compasión);
estas equivalentes a “tener cuidado”, “cuidar de”, “preocuparse por”.
Decide empezar/revisar desde el nivel más alto, de abajo hacia arriba desde el punto de vista
epigenético, donde en cada peldaño evolutivo se encuentran relacionados entre sí y fundado en
los anteriores y en cada hilera horizontal la maduracón evolutiva de una de estas virtudes da
nuevas connotaciones a todos los estadios inferiores ya desarrollados y superiores aún en
desarrollo.
Todo esto nos lleva a que los estadios permanecen “vinculados” a los procesos somáticos,
aunque sigan dependiendo de los procesos psíquicos del desarrollo de la personalidad y del
poder ético del proceso social.
OPCIONAL:
La naturaleza epigenética de la escala también debería de reflejar coherencia lingüística.
Por eso, los valores, esperanza, fidelidad y cuidado tienen una lógica interna que parecen
confirmar significados evolutivos.
La esperanza es deseo expectante con expectativas firmes que surge de la primera antítesis
confianza vs desconfianza. Confiere al futuro anticipado un sentimiento de libertad que invita a
saltos expectantes, sea en la imaginación preparatoria o en pequeñas acciones de iniciación.
La fidelidad es una renovación de la capacidad de confiar, de ser confiable y de comprometer la
propia lealtad. La falta de esta, resultará a la falta de confianza en sí mismo y la rebeldía, un
apego a pandillas y rasgo de rebeldía e inseguridad.
Así la confianza y la fidelidad se relacionan tanto lingüística como epigenéticamente y señalar
una lógica evolutiva de estos valores nos obliga a considerar como los poderes humanos que
van surgiendo están intrínsicamente asediados/bloqueados por vulnerabilidades y por males
básicos que requieren de valores redentores de sistemas de creencias o ideologías universales.

EL ÚTIMO ESTADIO
En este se encuentra presente la antítesis integridad vs desesperanza, donde la integridad trae
consigo a la sabiduría como una preocupación informada y desapegada por la vida frente a la
muerte y la contraparte sería el reaccionar con un creciente estado de acabamiento, confusión y
desamparo.
Debido a los cambios históricos es necesario volver a considerar y repensar el rol de la vejez. Su
ítem distónico es la desesperanza y si revisamos el primer elemento sintónico es la esperanza,
que connota la cualidad más básica de “yoidad” sin la cual no podría comenzar o terminar con
sentido. Y al ir ascendiendo se necesita de una palabra para designar la última forma posible de
esperanza, la fe.
La capacidad de esperanza es la más infantil de todas las cualidades humanas y el último estadio
tiene una gran significación para el primero. Ya que, los niños de las culturas dotadas de energía
vital adquieren modos de pensamientos específicos en su contacto con los viejos lo que es un
intercambio significativo entre el comienzo y el fin. Por esto sabiduría y desesperanza son
palabras válidas en este estadio.
Al retroceder un paso nos reentramos al estadio generativo (Adultez) y desde el punto
epigenético, una versión posterior, no una pérdida de este. Los viejos necesitan mantener una
función generativa, el compromiso vital para permanecer realmente vivo. Ese compromiso
parece ser el tema oculto en los síntomas manifiestos que llevan a los viejos a la psicoterapia.
Su desesperanza consiste en un sentimiento de estancamiento. Pueden tratar de extender su
terapia lo que se confunde con una regresión a estadios anteriores. (Se suelen hacer duelo por el
tiempo perdido, espacio agotado, autonomía debilitada, iniciativa abandonada, intimidad
faltante, generatividad descuidada y una identidad limitadora, es decir, regresión al servicio del
desarrollo, una búsqueda de la solución de algo que es un conflicto específico de la edad)
En la vejez, todas las cualidades del pasado asumen nuevos valores que deben ser estudiados
por sí mismos ya que por ejemplo si se está libre de ansiedad neurótica no significa que esté
absuelto de temor de vida y muerte. Un yo que funciona mejor no sintetiza o absorbe a la
autoconciencia.
Si la contraparte de la sabiduría es el desdén (desesperanza) este debe ser reconocido como una
reacción natural y necesaria ante la debilidad humana y la mortífera reiteración del deterioro y
el engaño.
La ritualización en este estadio es filo-sófica ya que al mantener algún orden y significado en
la des-integración de cuerpo y mente, también puede defender una esperanza duradera de
sabiduría. El peligro ritualístico es el dogmatismo, una seudointegridad compulsiva que
cuando se vincula con un poder indebido, puede tranformarse en una ortodoxia coercitiva.
Estadio psicosexual: Generalización de modos sensuales que promueve una experiencia
corporal y mental enriquecida, aunque se debiliten funciones parciales y disminuya la energía
genital.
Por otra parte, la integridad (rasgo sintónico), es un sentimiento de coherencia y totalidad de
tres procesos organizativos: el soma (tejidos conjuntivos, vasos sanguíneos y sistema muscular),
la psique (coherencia mnémica de experiencia) y el ethos (interacción generativa). Integralidad:
tendencia a mantener las cosas unidas.
Se debe permitir que todo ser humano disfrute activamente de a experiencia integrativa de los
estadios anteriores para que permita la gradual maduración de la integridad (“si los viejos se
vuelven de nuevo como niños” la cuestión es que si este giro está acompañado de la sabiduría o
hacia un estado infantil finito. El viejo puede volverse, demasiado viejo demasiado rápido o
seguir siendo demasiado joven demasiado tiempo). Esta integridad humana se mantiene o se
derrumba junto con el estilo único de integridad del que uno participa.
LA ADULTEZ
Erikson lo define como un estadio “real” que media entre dos estadios de la vida (vejez y
juventud) y sobre el ciclo generacional mismo.
La adultez y la juventud deben resultar indispensables para los estadios posteriores. Con
respecto a la edad se piensa que están circunscriptos por el primer momento y que una cualidad
evolutiva puede cobrar predominio y producir una crisis significativa y el bien del desarrollo
debe ceder ese predominio crítico a la cualidad siguiente. La secuencia de los estadios sigue
estando predeterminada.
La antítesis en este estadio es generatividad vs autoabsorción y estancamiento.
La generatividad abarca procreatividad, productividad y la creatividad que tiene que ver con un
mayor desarrollo de la identidad.
Por otra parte, el estancamiento no es un término ajeno sino que donde se puede abrumar a
quiene se encuentran inactivados en cuestiones generativas.
La virtud que surge es el cuidado, a las personas, productos e ideas por lo que se ha aprendido a
preocuparse. Todos los poderes/virtudes anteriores resultan esenciales para esta tarea
generacional de cultivar el poder en la próxima generación pues ésta es el “repositorio” de la
vida humana.
La procreatividad en este estadio tiene su importancia debido a que todo encuentro genital
puede dar como resultado la concepción (necesidad psicobiológica). Es por eso que, la
capacidad de los jóvenes (estadio de intimidad vs aislamiento) de abandonarse a sí mismos para
el encuentro de cuerpo y almas, debe llevar, a una expansión de intereses recíprocos y a un
investimiento libidinal.
Cuando el enriquecimiento generativo falta pueden ocurrir regresiones, presentarse una
necesidad obsesiva de seudointimidad o de una preocupación compulsiva por la autoimagen con
sentimiento de estancamiento.
Por esto, el estancamiento implicará una regresión a conflictos previos pero resulta de real
importancia pues la frustración sexual resulta patogénica y la frustración generativa de acuerdo
con el ethos tecnológico dominante del control de natalidad pase inadvertida.
El desdén en este estadio es el rechazo, la no disposición de incluir a personas o grupos en la
preocupación generativa de uno. En el hombre la elaboración del cuidado en ocasiones tiende a
ser muy selectivo ya que uno no puede ser siempre generativo y cuidadoso sin ser selectivo. Por
esta razón, la ética, el derecho y la inteligencia deben definir la medida tolerable del rechazo.
La caritas universal dan su apoyo a una extensa aplicación del cuidado prodigado
evolutivamente. Esta debe de mantener inactivo, pues el rechazo puede expresarse en la vida
intrafamiliar y comunal como una represión racionalizada y despiadada que no se adecua a
metas establecidas. Esto puede significar crueldad contra los propios hijos como perjuicio
moralista contra otros. También es por esto que algunos jóvenes se han convertido rechazo de
generaciones y no de una “madre rechazante”, o las guerras contra colectividades o incluso en
su propia raza/comunidad por parecer distintos.
El conflicto entre generatividad y rechazo es el “ancla ontogenética” denominada
pseudoespeciación. Konrad Lorenz traduce con el término Quasi-Artenbildung, la convicción
de que otro tipo o grupo son de una especie diferente y peligrosas. Es decir, esta puede producir
lo mejor en lealtad y heroísmo, cooperación e inventiva pero a la vez condena a razas humanas
a una historia de enemistad y destrucción recíproca. Por lo tanto, el rechazo tiene implicaciones
para la supervivencia y desarrollo psicosocial y cuando se inhibe la actitud de rechazo puede
ocurrir un autorrechazo.
Con respecto a la ritualización, un adulto debe transformarse en un modelo numinoso para la
próxima generación, actuar como juez y trasmisor de valores. Esto incluye ritualizaciones
axiliares como la parental, didáctica, productiva y la curativa. El ritualismo potencial es el
autoritismo, es decir, un uso mezquino y no generativo del poder para la regimentación de la
vida económica y social. La generatividas genuida requiere una dosis de autoridad.
La adultez madura surge de la juventud que psicosexualmente depende de una reciprocidad
genital postadolescente. Uno puede “estar enamorado” o entablar una relación íntima pero la
intimidad que está en juego es la capacidad de comprometerse con afiliaciones concretas que
pueden requerir sacrificios o compromisos significativos.
La antítesis en la juventud es la intimidad vs aislamiento, el temor a permanecer separado o no
reconocido. El máximo peligro de aislamiento es una revivencia regresiva y hostil del conflicto
de identidad.
De la resolución surge el valor/virtud, el amor como mutualidad de devoción madura que
promete resolver los antagonismos inherentes a la función dividida.
El desdén o contrafuerza es la exclusividad que se relaciona con el rechazo ya que la
exclusividad es esencial para la intimidad. Sin embargo esto puede resultar destructivos y
autodestructivos pues la incapacidad de rechazar puede llevar al excesivo autorrechazo y la
autoexclusión.
Por todo lo mencionado, la intimidad y la generatividad están estrechamente relacionadas pero
la intimidad debe proveer un tipo afiliativo de ritualización con cohesión por modos de
comportamiento y comunicación verbal de fuerte idiosincrasia ya que permite la evolución
psicosocial de estilo comunal y personal, garantiza identidad individual, la solidaridad con
compromiso de producción.
En este estadio es donde persones de antecedentes diferentes deben fusionar sus modos
habituales para formar un nuevo ambiente para sí mismas y sus descendientes, uno que refleje
cambio de costumbres y pautas para producir cambio histórico.
El ritualismo no productivo en jóvenes es el elitismo (seguimiento de élites) caracterizada por el
esnobismo (exagerada admiración de modas).

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