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Entonces, ¿cuáles son los factores importantes en la formación de la idea colectiva de una
región, qué factores producen las estructuras de expectativas de las regiones y las injertan
en la vida cotidiana de los individuos, transformando las regiones en "nuestros" lugares,
donde "nosotros" nos sentimos pertenecientes y nos distinguimos de "ellos"? Como se
enfatizó anteriormente, el sistema educativo formal es la base para la socialización y
también la base para el funcionamiento de otras instituciones que reproducen la conciencia
social (cf. Pred 1983: 51, Thrift 1983: 42). Los ejemplos presentados a continuación han
sido históricamente importantes en Finlandia.
Los medios de comunicación de las regiones y especialmente los periódicos, que tienen
fuertes vínculos económicos con sus áreas de mercado, normalmente son significativos para
la conciencia regional (cf. Thrift 1983). La información que transmite un periódico consiste
principalmente en eventos que tienen lugar en el área de mercado en cuestión y de esta
manera, el periódico limita de manera muy efectiva "nuestra" región y genera experiencias
comunes. En Finlandia, parece que los estereotipos relacionados con la mentalidad de las
personas que viven en las varias provincias se reproducen de una generación a otra a través
de los periódicos provinciales, los cuales ejercen una fuerte influencia en sus áreas de
mercado, ya que es habitual que más del 80% de los hogares en una región se suscriban al
periódico más popular publicado en esa región, independientemente de su opinión política.
Varios periódicos provinciales incluso han renunciado formalmente a su papel político
desde la Segunda Guerra Mundial por razones económicas, ya que un papel regional
acentuado es mucho más efectivo para comercializar el periódico entre todos los habitantes
de la región que un papel político (vinculado a algún partido específico), que está más
estrechamente ligado a un grupo específico de habitantes (cf. Paasi 1984e). Los estudios
sobre la historia de los periódicos finlandeses indican que los periódicos locales han sido
cruciales para la aparición de nuevas provincias desde finales del siglo XIX en adelante. A
través de sus áreas de mercado, estos periódicos han creado un sentido de pertenencia,
transmitido criterios ideales para la identificación regional y mantenido los elementos de las
estructuras de expectativas de las regiones (Paasi 1984b).
Para emplear una expresión acuñada por los geógrafos durante la década de 1970, la cuarta
etapa del proceso de institucionalización otorga a la región una identidad que comprende no
solo una base material (por ejemplo, naturaleza, paisajes, cultura, sistema económico), sino
también una "esfera mental", es decir, imágenes que juntas establecen el fundamento de las
estructuras de expectativas. Por lo tanto, la cuarta etapa del marco es en realidad una
sección conceptual del continuo proceso de institucionalización y transformación en el que
la región se moldea y se reproduce gradualmente durante el desarrollo de la sociedad. En
esta etapa, la región también está lista para ser utilizada como un arma en las luchas
ideológicas, por ejemplo, por recursos, poder, etc., dentro de la sociedad (por ejemplo, en la
política regional). Como unidades administrativas, las regiones también pueden adquirir
otra función desde la perspectiva de las relaciones de poder, como expresión material de los
fines a los que se aplica el poder estatal (Gore 1984: 243).
La identidad regional es un concepto que generalmente se asocia con los habitantes de una
determinada región y, por lo tanto, superficialmente hablando, es análogo al concepto de
identidad regional. Sin embargo, si se emplea de manera más profunda para denotar la
esencia del sistema regional y su desarrollo, no puede reducirse adecuadamente únicamente
a la conciencia de los individuos que viven en una región. La idea de identidad regional
debe ser considerada ser examinada más a fondo en la perspectiva y marco presentado aquí,
ya que la conciencia regional no surge de la nada. De hecho, puede ser útil conceptualizarla
como parte inseparable del proceso perpetuo de reproducción social dentro de un entorno
dado.
La identidad regional, al igual que la identidad del lugar, es una categoría teórica que refleja
la estructuración espaciotemporal específica de la relación multidimensional entre
individuos y sociedad. En la práctica social, la identidad regional y la identidad del lugar se
realizan en diferentes formas según la manera histórica y espaciotemporal específica en que
se utiliza el lenguaje y sus expresiones para describir la relación en cuestión.
Presumiblemente, todos los idiomas contienen palabras y expresiones cargadas
emocionalmente que caracterizan la relación entre el hombre y su entorno, así como los
vínculos emocionales con las localidades nativas y el país natal. En el habla cotidiana, estas
expresiones son manifestaciones de la identidad personal de un individuo en un lugar o de
una identidad regional común más abstracta, esta última estando más explícitamente
conectada con las estructuras de expectativas de las regiones. Un geógrafo puede interpretar
el contenido cultural específico en tiempo y espacio de estas expresiones y su papel en la
conciencia al situarlas en su marco conceptual, es decir, estas expresiones son
manifestaciones de los conceptos de región y lugar.
Como se argumentó anteriormente, se concibe el "lugar" como aquí de la manera en que los
geógrafos humanistas normalmente lo comprenden, como un fenómeno profundamente
personal basado en el mundo vital y las prácticas cotidianas de cada individuo. Como
enfatiza Relph (1976: 43), "el significado básico del lugar, su esencia, no proviene de las
ubicaciones, ni de las funciones triviales que los lugares sirven, ni de la comunidad que los
ocupa, ni de experiencias superficiales y mundanas, aunque todos estos son aspectos
comunes y quizás necesarios de los lugares. La esencia de los lugares radica en la
intencionalidad en gran medida inconsciente que define a los lugares como centros
profundos de la existencia humana". Como se mencionó anteriormente, los lugares no están
necesariamente limitados solo a nuestro entorno cotidiano, sino que también unidades
espaciales más grandes pueden convertirse en parte de nuestro lugar a través de medios
simbólicos (Tuan 1976). En un contexto humanista, los significados de los lugares en este
caso también se estructuran sobre la base de nuestro mundo vital y sus significados. Una
región, entendida aquí, literalmente llega a los individuos a través de prácticas
institucionales, aunque el papel de la región no se manifiesta inevitablemente en los
mundos vitales de todos los individuos. Por lo tanto, la esencia y la historia de una región
están conectadas con la biografía de los individuos a través de la agencia de la esfera de las
instituciones, que a su vez se reproduce en las prácticas cotidianas de los individuos.
La identidad regional es una categoría teórica que, como tal, no tiene mucha importancia
evidente en la vida cotidiana. El concepto entrelaza elementos que son significativos en la
institucionalización de una región y que se representan en sus estructuras de expectativas,
mientras que estas últimas, a su vez, operan como un marco de clasificación social entre los
habitantes y aquellos que viven fuera de la región. Sin embargo, también es beneficioso
aislar algunas otras dimensiones de la identidad regional, y el marco presentado a
continuación es un intento de conceptualizar algunas de ellas (Fig. 3). Debe tenerse en
cuenta que el marco es analítico y, por lo tanto, puede contener La identidad regional no se
puede reducir únicamente a la conciencia regional de las personas que viven en una
determinada región. En cambio, es más razonable basar el concepto en el proceso de
institucionalización, que incluye la reproducción de la conciencia regional en los habitantes
(y otros miembros de la sociedad que viven fuera de la región) y las características
materiales y simbólicas de la región como parte de la reproducción social en curso. La
formación de la identidad social y el proceso de reproducción social son, según Abrams
(1982: 262), "uno y lo mismo". Por lo tanto, cualquier análisis requiere necesariamente una
base material e histórica para la reproducción de la conciencia regional, ya que si la
identidad regional se redujera únicamente a la conciencia de los individuos o grupos no
definidos ("comunidades"), no quedaría mucho que analizar. En cuanto al carácter
comunitario del concepto, la afirmación sobre la naturaleza de la identidad nacional
presentada por Gore (1984: 250) también ilustra el contenido de la identidad regional: "La
identidad nacional es un fenómeno de la imaginación. Es un atributo de uno mismo que uno
imagina que comparte con otros, y que esos otros imaginan que comparten con uno mismo;
y es un atributo que el "nosotros" colectivo, que tiene esta percepción compartida, imagina
que nos diferencia de otra colectividad, y que esa colectividad "ellos" imagina que los
diferencia de "nosotros". Que sea un fenómeno de la imaginación no implica que sea
"irreal". Al contrario, como señala Gore, es un determinante significativo de la acción
humana y se forma a través de la experiencia cotidiana y los recuerdos compartidos de las
personas. Por lo tanto, tiene sentido entender la conciencia regional como compuesta por
dimensiones cognitivas y emocionales entrelazadas, así como expresiones de la acción
humana. Además, si se descuida la institucionalización de una región al considerar la
esencia de la identidad y la conciencia regional, no quedaría mucho sustento para
comprender por qué existen estructuras específicas de expectativas - la conciencia regional.
El marco conceptual propuesto distingue fundamentalmente entre (1) la identidad de la
región y (2) la identidad regional de sus habitantes. Tradicionalmente, los geógrafos se han
referido a la identidad regional de los individuos utilizando la expresión "conciencia
regional", que señala un sentimiento de pertenencia y la percepción de la singularidad de su
región, manifestándose en contextos regionales de diferentes tamaños. Aunque los
geógrafos han trabajado con el concepto de conciencia regional durante mucho tiempo,
apenas se han propuesto definiciones exhaustivas. Sin embargo, han establecido una base
comunitaria para la conciencia regional, una relación entre la conciencia regional y el
regionalismo (político), la naturaleza jerárquica de la conciencia regional, etc. Sin embargo,
la esencia de esta jerarquía no se ha elaborado como un fenómeno social, sino más bien a
nivel de individuos o grupos o comunidades regionales no definidos. Por lo tanto, los
geógrafos normalmente no han buscado encontrar una base explícita para comprender la
esencia de la conciencia regional a partir de la constitución de la división regional de una
sociedad como manifestación de prácticas institucionales, desde la aparición de regiones
individuales hasta constituir una parte del sistema regional, o desde el carácter variable de
la relación entre el hombre y la sociedad y la constitución de esta relación en diferentes
niveles de organización espacial.
Es razonable dividir la conciencia o la identidad regionales de los habitantes en dos partes:
(1) identificación con el grupo o comunidad regional y (2) el papel de una región en la
jerarquía de la conciencia regional, es decir, identificación con una región específica. El
primero se refiere a aquellos habitantes de una región que tienen una opinión más o menos
clara de su "propio" grupo regional al que sienten que pertenecen. Los argumentos para el
sentimiento de pertenencia pueden variar mucho, lo que indica que los seres humanos viven
simultáneamente en numerosas unidades territoriales que tienen significados variables para
ellos y que se simbolizan de manera diferente según su rol e importancia para las prácticas
institucionales de la sociedad. A mayor tamaño de la región, más complejos y simbolizados
suelen ser sus significados. Es evidente que las estructuras de expectativas de las regiones
también están estructuradas jerárquicamente y que su contenido varía en función de los
diferentes niveles regionales, desde entornos personales inmediatos hasta los estados-
nación y finalmente la realidad global.
Por lo tanto, la identificación con una comunidad también se puede dividir en dos niveles:
identificación factual e identificación ideal. La primera se refiere a relaciones reales
(generalmente cara a cara) entre individuos, que están relacionadas de alguna manera con
una región (participación en asociaciones regionales, acciones en las que una región está
presente en forma de una base cultural "común" no problemática para la acción que
involucra a personas que hablan el mismo idioma o dialecto, por ejemplo, o personas que
tienen las mismas estructuras de expectativas con respecto a la estructura espaciotemporal).
El papel de esta comunidad cultural cotidiana obviamente surge en casos de migración,
cuando las personas se enfrentan a nuevas estructuras de expectativas que requieren un
proceso de aculturación.
Buttimer (1971: 52) señala que los geógrafos de la tradición Vidaliana tendían a tener una
ingenuidad sociológica. Vidal mismo, por ejemplo, solía tratar a los grupos sociales como
entidades monolíticas, cuyas relaciones externas y respuesta colectiva al entorno eran más
importantes que sus características internas cualitativas.
Las imágenes internas (de los "insiders") y externas (de los "outsiders") de una región son
una parte esencial de su identidad, y el concepto de estructuras de expectativas parece ser
especialmente útil para comprender esto. Las imágenes forman parte del proceso dinámico
de continuidad que constituye la región. Como se propuso anteriormente, la relación entre
las estructuras de expectativas y las regiones no es constante, y es habitual que las primeras
estén fuertemente orientadas hacia el pasado de la región, enfatizando sus características
históricas que viven hoy en forma reproducida principalmente en el ámbito de las
instituciones, mientras que las últimas están constantemente dirigidas hacia el devenir. La
acumulación histórica de conocimiento afecta perpetuamente el contenido de las estructuras
de expectativas, en la medida en que las regiones están sujetas a un proceso continuo de
transformación. Por lo tanto, las estructuras de expectativas a veces pueden incluir
elementos que parecen no originarse (o pertenecer) a la región en cuestión.
El uso del concepto de conciencia regional puede llevar fácilmente el trabajo científico
hacia nociones normativas e incuestionables si se da por sentado de manera ahistórica o
como una declaración normativa e idealista del "espíritu" o "alma" regional. Sin embargo,
esto no es necesario si se entiende como un producto de prácticas mediadas
institucionalmente en la sociedad. No cabe duda de que, con respecto a diferentes niveles
regionales, la naturaleza de una comuna potencial es diferente (cf. Thrift 1983: 47), las
instituciones y organizaciones que crean solidaridad en una región (y los motivosde sus
élites), el nivel de abstracción de las comunidades abstracción de las comunidades
regionales puede variar y el papel de la conciencia regional en lasacciones concretas de los
habitantes puede alterarse (10).Así pues, es evidente que estos problemas analizarse con
mayor profundidad empleando unque identifica una región (y la conciencia como parte de
ella) como una categoría socioespacial cuyo desarrollo sólo como parte del desarrollo de la
sociedad en cuestión y su estructura espacial.
Epílogo
una sociedad, en la que el papel de cada región puede variar desde las ideas puras hasta las
funciones administrativas, pasando por el desarrollo de la sociedad.
administrativas, Las estructuras de expectativas constituyen una tante categoría que facilita
la comprensión del papel de las regiones en la clasificación social y en las clasificaciones
basadas en las características físicas y culturales de la realidad. Cuando el concepto de las
relaciones espaciotemporales en situaciones con situaciones concretas puede emplearse en
el jerárquica de la conciencia espacial. espacial. En los trabajos geográficos especialmente
en la geografía regional de la reproducción perpetua de las estructuras de expectativas es un
requisito previo cualquier análisis del proceso histórico que ha que ha producido las
regiones y la conciencia conciencia regional. La apreciación de la existencia de estruturas
de una generación a otra, porotra, requiere la identificación de la esfera de las instituciones
que reproducen y mediatiza continuamente estas estructuras las modifica a lo largo del
desarrollo de la sociedad en cuestión, La aceptación de las regiones como procesos
históricamente continuos facilita de la identidad de las regiones en cuestión. El propio
concepto de identidad regional es una expresión compleja del desarrollo de la sociedad y de
su estructura espacial. para comprender sus diferentes significados perspectiva procesual La
identidad regional integra el material.