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Edición, introducción y notas de

Domingo Yndurain

Planeta
ROO302 84812

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HAROLD

RO030284812

THE CHICAGO PUBLIC LIBRARY

CHICAGO PUBLIC LIBRARY

R =
Pedro Calderón de la Barca
EL ALCALDE DE ZALAMEA
CLÁSICOS UNIVERSALES PLANETA
Dirección:
GABRIEL OLIVER
catedrático de la Universidad de Barcelona
Pedro Calderón de la Barca

EL ALCALDE
DE ZALAMEA
A AA

Edición, introducción y notas de


DOMINGO YNDURAIN
profesor de Literatura Española
de la Universidad Complutense de Madrid

Planeta
(O) Editorial Planeta, S. A., 1982
Córcega, 273-277, Barcelona-8 (España)
Diseño colección y cubierta de Hans Romberg (realización de Jordi
Royo)
Ilustración cubierta: grabado, Biblioteca Nacional de Madrid (foto
Oronoz)
Primera edición en Clásicos Universales Planeta: enero de 1982
Depósito legal: B. 40.571-1981
ISBN 84-320-3862-8
Printed in Spain - Impreso en España
Impreso en TOSCAS, sla, México, 3. Barcelona-4
SUMARIO

Págs.

INTRODUCCIÓN . 1X
Cronología . XXXI
Bibliografía XXXIINL

EL ALCALDE DE ZALAMEA

Jornada primera .
Jornada segunda .
Jornada tercera
Plica oaten, Ei
INTRODUCCIÓN
oMO es frecuente en el Siglo de Oro, Calderón
compone su Alcalde de Zalamea sobre una base
tradicional. Por una parte, utiliza la obra que con el
mismo título y tema había escrito Lope de Vega, aun-
que haya notables diferencias entre ambas dada la
personalidad de los dos dramaturgos; por su parte,
Lope había tomado la figura del alcalde de Zalamea
del folklore tradicional, pues Pedro Crespo aparece
en la primera parte del Guzmán de Alfarache (1599)
de Mateo Alemán, y Crespo —aunque no Pedro— se
llama el alcalde en el Pedro de Urdemalas de Cervan-
tes. Así pues, los lectores u oyentes de la obra calde-
roniana conocían la figura del personaje central de
la obra, y, sobre todo, conocían el conflicto y desen-
lace del drama, lo cual supone que el interés debe
centrarse en el desarrollo de la acción, en cómo se
llega a la solución final, más que en desenlace, sobra-
damente conocido.
El caso de Pedro Crespo y su venganza se desarro-
lla sobre un fondo histórico concreto y enlaza con
él: en junio de 1580, Felipe II se pone al frente de
las tropas que le esperaban en la provincia de Bada-
joz para entrar en Portugal; es la situación en la que
tiene lugar nuestra obra. Además, al conflicto con-
creto se le han encontrado algunos antecedentes, lite-
rarios e históricos, aunque ninguno de ellos se consi-
dera fuente directa de Lope ni de Calderón. Así, por
ejemplo, tenemos la historia que Massuccio narra en
XII CALDERÓN DE LA BARCA

Il Novelino, en la cual se cuenta que don Fernando,


príncipe de Aragón, paró, camino de Perpiñán donde
acudía a reducir una sublevación, en Valladolid, en
casa de un caballero; las dos hijas de este caballero
fueron deshonradas por unos nobles que acompaña-
ban al príncipe. Don Fernando, sabedor del hecho,
les obligó a casarse y, después, degolló a los causan-
tes del ultraje. Algún recuerdo puede haber en la
historia hagiográfica de santa Eulalia, tal y como
la resume Pedro de Medina;! y en cuanto a los en-
frentamientos entre civiles y soldados, eran muy fre-
cuentes como lo indica el caso que relata Castro Ros-
si y aduce José María Aguirre para explicar la con-
ducta de P. Crespo: «Su abuso de autoridad podría
considerarse psicológicamente válido, fundado en la
desconfianza del villano de que la nobleza le haga
justicia; tal desconfianza está justificada por Castro
Rossi, narrando el caso de un soldado que, habiendo
herido al padre y al hermano de una doncella, que
luego violaría, fue mandado prender por su jefe, don
Pedro Girón, quien “la misma noche le dio liber-
tad”»;2 sirve al mismo fin el artículo tercero del edic-
to que Felipe 11 promulga durante la estancia en
Badajoz a que antes nos referíamos, dice así: «que
ningún soldado ni otra persona de cualquier grado ni
condición que sea ose ni se atreva a hacer violencia
ninguna de mujeres, de cualquier calidad que sea, so

1. «Esta bienaventurada Sta. Eulalia fue hija de un ciudadano rico


desta ciudad de Mérida [...]. Ella dijo “qué te aprovecha, maligno,
descubrir mi cuerpo y honestidad? Mi cuerpo tienes debajo de tu
poderío, mas mi ánima sólo Dios”», Libro de grandezas de España,
Obras, Madrid, 1944, p. 107a. El planteamiento viene, por lo menos,
de Séneca y lo repiten los moralistas medievales, por ejemplo, el De
Regimine Principum y tantos otros tratados.
2. José María Aguirre, «El alcalde de Zalamea: ¿Venganza o jus-
ticia?», Estudios Filológicos, 7, 1971, pp. 119-132,
INTRODUCCIÓN XIII

pena de la vida».3 Los dos textos que acabo de aducir


ofrecen relación estrecha con el caso que nos ocupa,
pero este caso, lo mismo que otros semejantes, se ins-
criben en una situación general y frecuentemente de-
nunciada: los abusos que los militares infligen a los
campesinos.* Ahora bien, no es ésa la única posibi-
lidad, hay ocasiones en que las víctimas son soldados,
como se puede ver por la carta que en 1562 escribe
Barahona al rey, refiriéndose a Italia: «no quiero
tampoco persuadir a V. M. dé autoridad a los solda-
dos para que maltraten a sus vasallos, antes digo
que no conviene que el de la tierra tome las armas
contra el soldado por ningún pecado que cometa, so
pena que se levantarán cada hora contra ellos y los
matarán como lo hacen a cada paso donde se les an-
toja y se salen con ello pagando cuatro reales»;3 es
esta posibilidad la que, hasta cierto punto, explicaría
la reacción de don Lope de Figueroa y sus soldados
frente al ultraje recibido. De uno u otro lado había
motivos para el recelo y la desconfianza aunque,
como es natural, los más perjudicados fueran siem-
pre los campesinos, por ser los más débiles.
Pasando ya al desarrollo concreto de El alcalde
de Zalamea calderoniano, hay que advertir varias co-
sas. En primer lugar la situación de partida: los vi-
llanos estaban obligados a proporcionar alojamiento
y comida a las tropas, como contribución a los gas-
tos de la corona, es decir, como servicio al rey, ser-
vicio de que estaban exentos los hidalgos; así pues,

3. Antonio Herrera, Cinco libros de la historia de Portugal y con-


quista de las islas Azores, 1591, pp. 78-81; apud A. Valbuena Brio-
nes, ed. El alcalde de Zalamea, Cátedra, Madrid, 1980, pp. 25-26,
4. Véase, por ejemplo, Escobar, Epístola en respuesta al Almi-
rante de Castilla (1524), El Crotalón, etc.
5, "C.O.DO.L,N.; £"L,p.. 232.
XIV CALDERÓN DE LA BARCA
se trata de una situación normal (y causa de numero-
sísimos conflictos del tipo de los señalados antes) la
que lleva al capitán, primero, y a don Lope, después,
a casa de Pedro Crespo. Sin embargo, el conflicto
que opone a villanos y soldados quizá no sea más que
una posibilidad, una variante de un conflicto más
amplio y general, el que enfrenta a villanos y nobles
en el ámbito rural, situación reflejada en Peribáñez
o Fuenteovejuna de Lope. En el fondo de estas obras
se vislumbra una parte de la situación social de la
época: en la Península, como en tantos otros lugares,
la riqueza fundamental es la agricultura, pero son los
agricultores quienes, por ser villanos (como es sabi-
do los nobles no trabajan con sus manos), pagan los
impuestos con que la corona hace frente a sus nece-
sidades, estando nobles, hidalgos y religiosos exentos
de ellos. El aumento de las guerras interiores y exte-
riores y el desarrollo de los gastos suntuarios de la
corte, unido a otros factores, provoca que muchos
campesinos sean enrolados a la fuerza o con engaños
en el ejército y que, para los que quedan trabajando
las tierras, aumenten de forma desmesurada los im-
puestos; los dos factores hacen que el campo quede
despoblado: unos lo abandonan atraídos por el brillo
y la vida despreocupada de la milicia, otros huyen
a refugiarse en la religión o adquieren títulos de no-
bleza, lo que les libra de pagar tributos, pero también
les impide trabajar y acrecentar la riqueza obtenida.
La situación, pues, resulta complicada: la corona ne-
-_cesita labradores para aumentar la producción y para
tener a alguien a quien cobrar impuestos, pero es,
precisamente, la excesiva carga tributaria lo que obli-
- ga a los agricultores a abandonar su actividad. La
solución, una de las soluciones, mejor dicho, es re-
INTRODUCCIÓN XV

compensar el esfuerzo de los campesinos mediante


el reconocimiento de la importancia, valor y dignidad
del trabajo que ejercen; para ello pueden utilizarse
obras teatrales en las que puedan satisfacer su vanit-
dad. En este tipo de obras, la asunción del enalteci-
miento que la pieza de teatro otorga, implica, por
parte de los beneficiarios, la aceptación de la ideolo-
gía dominante, aunque de manera ambigua y defor-
mada. En efecto, el labrador tendrá honra pero se-
guirá siendo villano y cumpliendo sus obligaciones
tributarias; por ello, la verdadera nobleza del labra-
dor seguirá siendo su riqueza, y su honra el respeto
de su persona; prácticamente el reconocimiento de
su honor queda reducido a la honra en materia se-
xual y esto sólo para los labradores ricos, para los
grundes propietarios.
Es el tema amoroso (o directamente sexual, como
aquí) el que permite al escritor plantear un conflicto
dramático entre clases sociales que no ponga en en-
tredicho el orden social existente; puesto que el ena-
moramiento es algo irracional y esporádico, está cla-
ro que no se puede legislar sobre ello: no se puede
prohibir que los nobles se enamoren (o lo que sea)
de las villanas. Peribáñez, El alcalde de Zalamea, etc.,
presentan un noble enamorado de una campesina
rica y el ennoblecimiento del villano.
El proceso de ennoblecimiento es muy claro en
nuestra obra, pues, como hemos visto, el personaje
folklórico Pedro Crespo era, en algunas versiones,
una figura cómica; por otra parte, los alcaldes cam-
pesinos eran habitual motivo literario de burlas y es-
carnios por su rusticidad y zafia ignorancia; no hay
más que recordar el entremés de La elección de los
alcaldes de Daganzo: el cambio que se ha producido
XVI CALDERÓN DE LA BARCA

en las obras de Lope y Calderón es altamente signifi-


cativo; de acuerdo con la nueva situación social, hay
toda una serie de tipos y situaciones tradicionales
que sufren sutiles transformaciones para adaptar su
función al nuevo esquema. Veamos unos ejemplos
donde el viejo modelo se transparenta bajo la artís-
tica remodelación calderoniana: el tema del viejo ce-
loso (o del celoso extremeño), de amplios anteceden-
tes en fabliaux y novelle, pierde aquí el tono farsesco
tradicional para adquirir tintes dramáticos y un pa-
tetismo hasta ahora inexistente. Y, de pasada, seña-
laré la insistencia obsesiva en Calderón por escenifi-
car el tema de la inutilidad de guardar o encerrar a
una persona que se espera que cause —o sea causa
de— una desgracia: es lo que ocurre en La vida es
sueño o, más cerca de nuestra obra, en La hija del
aire, donde está profetizado que la hermosura de Se-
míiramis causará grandes daños al reino y es el juego
de alabanza de esa hermosura y ocultamiento de la
mujer lo que los provoca. Notemos, sin embargo,
que en el caso que nos ocupa no es exactamente el
planteamiento que corresponde a la conocida copla
«Madre, la mi madre / guardas me ponéis / si yo no
me guardo / no me guardaréis» (aunque se aluda a
ella en el texto), situación ya vieja cuando se escribe
la Celestina, pues Isabel sí quiere guardarse y es ella
misma quien propone su encierro para librarse del
eventual peligro; tampoco hay el menor asomo de re-
beldía contra la autoridad del padre ni del hermano.
La versión calderoniana del tema es más patética
y más profunda en cuanto es una manifestación más
de un principio frecuentemente utilizado por él: que

6. Aparece el tema en el Amadís de Grecia, en Los amores de


Clareo y Florisea, etc. h
- INTRODUCCIÓN XVII

el hombre propone y Dios dispone, y que es mejor


enfrentarse limpiamente a los peligros que huir de
ellos (cfr. Clarín, Basilio). Claro que la enseñanza no
es aquí filosófica, sino práctica.
Más desvaída es la relación de nuestra obra con
el mito del don Juan, del burlador, representado aquí
por el capitán: este burlador coincide con el de Tir-
so en la fanfarronería y en su empeño por vencer las
dificultades, pero lo que ahora me interesa es señalar
cómo aprovecha el hospedaje recibido para lograr
sus fines, como don Juan en la choza de Tisbea y, en
cierto modo, lo mismo que Eneas con Dido, aunque
en ninguna de estas dos obras hubiera fuerza. Por
otra parte, el episodio del caballero que en acción de
guerra encuentra una villana cuya belleza le cautiva
es también tradicional, no hay más que recordar las
serranillas del marqués de Santillana, donde también
se produce la conversión embellecedora de la villana
en dama.
En cuanto a la oportunidad para el asalto amoro-
so, en nuestro Alcalde de Zalamea, el capitán se en-
cuentra por casualidad con que Juan, el hermano de
Isabel, ha marchado con la tropa, lo que le deja el
campo libre, o casi libre; es lo mismo que sucede,
aunque de manera intencionada, en Peribáñez y, más
tarde, en El sombrero de tres picos, de Alarcón. En
cualquier caso, lo que más interesa resaltar a este
respecto es el mecanismo según el cual un hecho en
principio deseado y positivo se convierte en ocasión
para que la desgracia se produzca. Y aunque en nues-
tra obra el autor no explote la situación, no deja de
ser interesante ni de coincidir con otras obras calde-
ronianas (y no calderonianas): el procedimiento dra-
mático consiste en situar a un personaje (Juan) ante
XVIII CALDERÓN DE LA BARCA

una doble lealtad, la que debe a su señor (aquí al ca-


pitán) y la que debe a su honra; equivalente es el con-
flicto de Pedro Crespo situado en el dilema de elegir
entre su condición de padre ofendido en busca de
venganza y su deber de alcalde al servicio de la jus-
ticia. En ambos casos, los dos ofendidos optarán por
la misma alternativa aunque en forma muy diferen-
te, como veremos.
Todos los antecedentes y conexiones señalados
hasta ahora forman un entramado cultural, un con-
texto literario interesante no sólo para ver cómo y de
dónde surge El alcalde de Zalamea calderoniano, sino,
sobre todo, para exponer los ecos y resonancias que
se producen en los oyentes o lectores de la obra, las
conexiones que de manera más o menos consciente
se podrían establecer en su época. Los elementos tra-
dicionales influyen en la recepción, son un mecanis-
mo con el que el autor juega para hacer más convin-
cente la historia, para aumentar el patetismo de de-
terminadas situaciones, etc.

En El alcalde de Zalamea, Calderón presenta una


comunidad rural fundamentalmente tranquila. La
irrupción de un elemento exterior, ajeno y violento,
desencadena el desorden y el conflicto dramático; la
restauración del orden perdido se produce cuando
la fuerza perturbadora, la tropa, desaparece. Pero el
choque ha producido modificaciones irreversibles: el
vendaval provocado por el ejército a su paso ha arras-
trado consigo una parte fundamental de la vida de
Pedro Crespo. Ahora bien, Pedro Crespo y su familia
no son un grupo aislado, ni una excepción; como vi-
mos, el personaje del «labrador rico» es una figura
INTRODUCCIÓN XIX

representativa en la España de su tiempo: lo mismo


que le ha sucedido a él le podría haber ocurrido a
otro cualquiera en su misma situación porque el con-
flicto campesinos/soldados (eventualmente nobles/vi-
llanos) responde a un enfrentamiento general: de
esta manera, aunque la historia se concrete en la fa-
milia de los Crespo, lo cierto es que implica a todo
el pueblo, a todos y cada uno de los vecinos de Za-
lamea, a la colectividad (excepción hecha, quizá, del
hidalguillo ridículo). La solidaridad de los villanos
de Zalamea con Pedro Crespo es manifiesta y espe-
cialmente significativa en el momento de mayor ten-
sión y peligro: es una comunidad que se defiende de
un ataque exterior de manera paralela a como la tro-
pa es solidaria con su capitán.
Sin duda el conflicto está encarnado en una fa-
milia concreta pero afecta a la colectividad y, sobre
todo, le afecta la solución que se le dé a dicho pro-
blema. En la obra que nos ocupa se da un movimien-
to significativo que va de lo particular a lo general,
de lo individual a lo colectivo, de lo privado a lo pú-
blico.
El esquema de El alcalde de Zalamea ofrece una
estricta disposición simétrica que podría represen-
tarse ast:

Pueblo Tropa :
Pedro Crespo Don Lope de Figueroa
Juan Don Álvaro (y sargento)
Isabel
(Inés)
Don Mendo-Nuño Rebolledo-Chispa
Felipe II
(Pueblo y Tropa)
XX CALDERÓN DE LA BARCA

Las relaciones que se establecen entre los elemen-


tos del esquema son algo más complejas que la sim-
ple agrupación por parejas ya que hay algunos cru-
ces e inversiones entre ellas.
Pedro Crespo posee una profunda conciencia del
honor familiar y de su condición de villano honrado:
por su hija, por reparar el honor de su hija y cum-
plir su venganza, está dispuesto a perderlo todo. Por
su parte, don Lope de Figueroa, bajo su aspecto atra-
biliario, es un caballero honrado, padre de la tropa,
decidido a quebrantar la cárcel y arrasar Zalamea
para vengar la afrenta recibida en la persona de su
capitán. Son dos caracteres equivalentes que acaban
por comprenderse y estimarse; ambos, en principio,
representan la prudencia: recuérdese, por ejemplo,
la cautela con que disimulan, primero, y actúan, des-
pués, en el episodio de la serenata nocturna. Quizá
la mayor diferencia entre ellos sea la rústica y mali-
ciosa desconfianza de Crespo frente a la noble con-
fianza de don Lope: una y otra acaban por perderles.
Juan y don Alvaro, jóvenes ambos, son impulsivos
y un tanto insensatos, representan la imprudencia,
de manera que sus respectivos señores deben repren-
derles y frenar sus impulsivas reacciones: recuérde-
se cómo Pedro Crespo intenta contener a su hijo
cuando éste encuentra al capitán en el refugio de
Isabel, y cómo Lope de Figueroa expulsa de la casa,
primero, y del pueblo, después, al capitán. Crespo
y don Lope intentan evitar el conflicto hasta el últi-
mo momento; los jóvenes, por contra, no tienen in-
conveniente en enfrentarse a la menor oportunidad,
y así lo hacen por dos veces. Pero las decisiones de-
finitivas están reservadas a los patriarcas.
Isabel se encuentra en el centro de todo este en-
INTRODUCCIÓN XXI

tramado, es el motivo involuntario e inocente, al mis-


mo tiempo que víctima, del drama. Prácticamente
no actúa, es un objeto sobre el que los demás deci-
den. Violada por el capitán, está dispuesta, tras una
primera huida, a ser objeto del furor vengativo del
padre o del hermano. Evidentemente, tanto recato
y mansedumbre, tantas virtudes y belleza sirven a
Calderón para presentarla como víctima inocente,
con lo que aumenta el patetismo del ultraje y la cul-
pa del capitán (si bien desde otra perspectiva discul-
pe, en cierto modo, la avasalladora pasión de don
Alvaro).
Don Mendo es el conocido tipo de hidalgo pobre
y ridículo. Don Mendo es un personaje poco impor-
tante en el desarrollo del drama pero fundamental
para la concepción significativa de la obra, Es claro
que P. Crespo le respeta formalmente por su condi-
ción de hidalgo, cosa que se aprecia cuando disimu-
la las visitas que don Mendo hace a la ventana de
Isabel, para no provocar problemas pero, también,
porque en el fondo desprecia a ese pobre hombre.
Funciona entonces don Mendo como motivo para
mostrar la superioridad del villano rico y honrado
sobre el hidalgo pobre rural: hasta tal punto es esto
así que P. Crespo ni siquiera considera la posibilidad
de casarle con su hija, desprecia el ennoblecimiento
que podría aportar don Mendo. Por su parte el hi-
dalgo muestra los prejuicios de la clase social a la
que pertenece: su intención no es casarse con Isabel,
sino hacerla su amante y abandonarla cuando se can-
se de ella; además, y esto es importante, no es capaz
de enfrentarse al capitán cuando éste corteja a Isa-
bel, con lo cual demuestra que ha perdido lo que
fundamentalmente justifica su condición de hidalgo,
XXII CALDERÓN DE LA BARCA
esto es, la valentía y capacidad de empuñar las ar-
mas. Notemos que los pujos del hidalgo están moti-
vados exclusivamente por conservar lo que él consi-
dera suyo pero no por defender a Isabel ni proteger
a la familia de los Crespo: en el acto tercero don
Mendo desaparece, precisamente cuando la tensión
es más alta (tampoco ha estado cuando se produjo
el rapto) y mayor el peligro que corre el pueblo. Esto
nos indica su insolidaridad con el pueblo al que, sin
embargo, pertenece, del que forma parte aunque en
otro nivel: si como hidalgo, en cierta medida, forma
parte de los hombres de armas, su radicación le sitúa
dentro del pueblo de Zalamea; es su actuación lo que
le convierte en un ser marginal, ridículo y desprecia-
do por todos. De manera simétrica, Rebolledo (y
Chispa) es soldado pero, por la clase a que pertene-
ce, le correspondería formar cuerpo con los campe-
sinos; en realidad, como don Mendo, es un individuo
marginal y de baja condición. Así, con este cruce, el
lector puede ver que si en un bando hay personas
poco recomendables, en el otro ocurre lo mismo, y
esto con independencia de la clase social a que per-
tenezcan. De esta manera esos dos personajes sirven
a la tesis explícita de la obra, me refiero a la que
sitúa el honor por encima de los condicionamientos
sociales, como cualidad espiritual directamente rela-
cionada con Dios. Advirtamos, sin embargo, que este
juego sólo se realiza en el hidalguillo rural, pdas
tradicionalmente ridícula.
Una última advertencia sobre este aspecto de la
cuestión. En la obra, como hemos visto, hay, con in-
dependencia de los dos bandos enfrentados, tres ni-
veles: en el primero habría que situar a los campesi-
nos bajos, soldados tornilleros, bolichera y, en defi-
INTRODUCCIÓN XXIII

nitiva, al hidalguillo don Mendo. En el segundo se


encuentra Pedro Crespo como labrador rico y que,
como alcalde, alcanza el nivel del capitán que se ha
degradado por su actuación, y por ello recibe garro-
te. Por último tenemos a don Lope de Figueroa, como
representante de la nobleza comme il faut.
En último término, la renuncia de Pedro Crespo
a subir de nivel, es decir, a obtener una hidalguía
postiza que le libre de alojar soldados, lo mismo que
la ridiculización de don Mendo y la degradación.y
castigo de don Alvaro sirve para sostener una tesis
muy clara, la que condena la maniobra, tan extendi-
da en la época, de adquirir títulos de nobleza para
librarse de pagar impuestos: se condena esta prác-
tica porque llevaría al campesino rico a convertirse
en un ser como el hidalguillo. Sostiene también esta
tesis la opinión (ambigua, contradictoria, confusa,
como veremos) de que el labrador tiene tanta honra
con título de hidalguía como sin él (i.e., pagando im-
puestos, alojando soldados), como lo demuestra el
hecho de que pueda —en la obra— defender su hon-
ra, repararla por su propia mano en caso de ofensa
y obtener justicia y la sanción real; exactamente de
la misma manera como hubiera ocurrido de no haber
sido villano.
Toda esa interpretación de la obra depende, en
definitiva, del caso final, de la solución que se dé al
conflicto que hemos visto dibujarse hasta ahora. Mu-
cho se ha discutido acerca de la legalidad o ilegalidad
del proceso, sentencia y ejecución que realiza Pedro
Crespo contra el capitán don Alvaro de Ataide; lo
cierto es que la actuación del alcalde es ilegal, cosa
que se reconoce sin mayores problemas en el texto.
Más dificultades encontramos al tratar de averiguar
XXIV CALDERÓN DE LA BARCA

si la cosa fue justa, ya que no legal: en cuanto a la


pena, no hay duda, las leyes civiles lo mismo que el
artículo tercero del edicto reproducido al principio
de este prólogo, condenaban a muerte al violador.
Ha habido un delito y se ha aplicado la pena corres-
pondiente, con algunos defectos de forma, es cierto,
pero, como sentencia Felipe II con su autoridad ina-
pelable, no importa errar lo menos si se acertó en
lo principal. Pero, en cuanto problema moral, Pedro
Crespo ¿hizo justicia como alcalde o se vengó como
padre? En mi opinión es cierta la segunda posibili-
dad: Pedro Crespo utiliza su cargo como coartada
e instrumento para acudir a su interés personal, lo
cual, sin embargo, no implica despojar a P. Crespo
de su aureola de hombre honrado, digno, etc. Y esto
por dos razones, la primera porque, en la situación
de la obra, la venganza coincide con la justicia: el
resultado es el mismo; esto en cuanto a considera-
ciones formales y objetivas. La segunda razón es que
en el Siglo de Oro la venganza por este tipo de ofen-
sas era justa, estaba incluso admitida por las leyes
consuetudinarias, de manera que Pedro Crespo tiene
todo el derecho a vengarse, incluso la obligación so-
cial y moral de hacerlo. En medio de todo no deja
de ser una renuncia (y una astucia) no ejecutar al
capitán con sus manos, sino dejar que sea el verdu-
go (la justicia) quien lo haga.
Veíamos antes, al principio de este estudio, cómo
la historia y el desenlace de El alcalde de Zalamea
eran perfectamente conocidos por el público de su
tiempo: el final estaba claramente anunciado o «pro-
fetizado» desde el principio, desde el título. El inte-
rés de la obra consiste, entonces, en ver cómo el
autor es capaz de justificar social y moralmente el
INTRODUCCIÓN XXV

desenlace, en averiguar la casuística empleada para


hacer aceptable un hecho aceptado por el público
pero inaceptable para la sociedad. Esto quiere decir
que, para los villanos, la victoria de Pedro Crespo
era algo que debía llenarles de satisfacción; sin em-
bargo, aceptar, sin más, el halago suponía aceptar
también la trasgresión de una serie de leyes y de un
orden social (la superioridad del noble sobre el vi-
llano) generalmente acatado. Además, Calderón debe
tener en cuenta que el desenlace no era, para los
nobles, tan gratificante como para los villanos. La
contradicción entre lo uno y lo otro provoca una sen-
sación desasosegante (umleitung), y la catarsis libe-
radora consiste en proporcionar la fórmula mediante
la cual el hecho (delito y trasgresión) encaje en los
supuestos de la ley y el orden, de manera que los
oyentes puedan seguir gozando del drama purgados
ya de la mala conciencia que la fruición ha provo-
cado en ellos. En una palabra, se trata de hallar el
razonamiento que permita caer en la tentación sin
pecar.
Antes hemos visto algunos aspectos que contribu-
yen de manera decisiva a lograr el equilibrio dramá-
tico; hay otros factores que no conviene descuidar.
El más claro es la necesidad, elemental en estos
casos, de presentar lo sucedido como algo posible
pero excepcional (o excepcional pero posible, la for-
mulación depende de que la perspectiva sea noble
o villana), fuera, en cualquier caso, de la realidad co-
tidiana. Y esto es así no sólo por lo extraño del caso,
sino por la serie de casualidades que lo hacen posible
sin que se produzca el desastre que a cada paso pa-
rece inminente. En efecto, el milagro teatral (tan lo-
pesco) se produce en varios momentos; la aparición
XXVI CALDERÓN DE LA BARCA

providencial de don Lope cuando en la jornada pri-


mera luchan Juan y don Alvaro, la elección en el
momento oportuno de Crespo como alcalde, la pre-
sencia de Crespo cuando Juan va a matar a Isabel
y fundamental es la repentina entrada del rey cuya
presencia evita la destrucción de Zalamea. Notemos,
al paso, que así como todos los personajes importan-
tes de la obra son descritos antes de su aparición en
escena, el rey lo hace de improviso y sin presenta-
ción previa, sin duda porque a Calderón le basta y le
sobra con la información histórica que el público
tiene de un rey conocido, precisamente, por su pru-
dencia.
A partir de este momento cualquier intento de
explicación de la obra debe tener en cuenta la teoría
de los grupos, es decir, la distinta comprensión y va-
loración que de unos mismos hechos efectúa el públi-
co según la clase social a que pertenezca.
El rey prudente, ante un hecho consumado e irre-
versible, acepta la actuación de Pedro Crespo y, en
consecuencia, le premia por ella: es la única solución
si se quiere evitar que continúe la cadena de violen-
cias. En cualquier caso, la intervención real sitúa al
monarca por encima de grupos y clases, como padre
de todos; lo cual, desde otra perspectiva, sobre todo
desde la villana, supone la asunción del sistema mo-
nárquico, con todo lo que implica. Ahora bien, el rey
no posee el don de la ubicuidad y, en consecuencia,
a los villanos les toca valorar también lo que hubiera
sucedido sin la milagrosa aparición del rey. A los
capitanes les corresponde pensar en la injusticia del
hecho y, además, en que pueden encontrar un Pedro
Crespo que actúe antes de que su general les socorra.
Probablemente, para el pueblo llano, el pecado del
INTRODUCCIÓN XXVII

capitán es tanto la violación de Isabel como el des-


precio y la soberbia que muestra, una vez detenido,
ante el dolor y la humillación del padre; se trata de
cargar las tintas negativas para hacer admisible la
ejecución. Por supuesto, para nobles y plebeyos, el
enlace matrimonial no era solución posible. Para los
capitanes, más que la violación de una villana, el
error de don Alvaro es la desobediencia al edicto de
Felipe II y a las órdenes directas de su general; y,
eventualmente, la condescendiente complicidad con
Chispa y Rebolledo que resultan también castigados
con el trato de cuerda que reciben en el interroga-
torio.
Don Lope de Figueroa no tiene por qué quejarse
de la decisión real, pues estaba actuando de la mis-
ma forma que Pedro Crespo, sin preocuparse de pro-
cedimientos legales ni otras consideraciones seme-
jantes.
Tenemos, al fin, la victoria de Pedro Crespo, vic-
toria que, sin embargo, no le devuelve la honra a su
hija, obligada a sepultarse en un convento. No fal-
tará quien diga que la culpa la tiene el propio Pedro
Crespo por su exceso de desconfianza ante el hués-
ped que va a recibir, y en su hija que se ha pasado
de prudente. De la misma manera don Lope ha sido
demasiado confiado al suponer que la autoridad de
su orden bastaría para alejar del pueblo al capitán
y evitar el conflicto.
La victoria personal del alcalde no se realiza sin
producir estragos: la necesaria publicidad del delito
obliga a que Isabel se recluya en un convento. Y es
que la victoria de P. Crespo supone aceptar, precisa-
mente, el sistema de valores de sus oponentes: quien
crea que el campesino ha vencido y se identifique
XXVIII CALDERÓN DE LA BARCA

con sus decisiones está aceptando, al mismo tiempo,


de manera automática, la ideología señorial, ideolo-
gía que supone la superioridad de esa negra que lla-
man honra sobre los bienes materiales; y es, en últi-
mo término, el impalpable honor lo que justifica que
se violen o seduzcan villanas. Y esto es así porque
ese honor que —dice Crespo— es patrimonio del
alma y pertenece solamente a Dios, no tiene en el
texto (ni en la realidad) nada de espiritual, no reside
en la conciencia personal, sino en la opinión, palabra
repetida hasta la saciedad por Pedro Crespo y su
hijo: es una convención social impuesta por quien
puede hacerlo, con su cuenta y razón. Para éstos, el
comportamiento de P. Crespo no dejará de despertar
simpatías al ver que, en definitiva, es un aliado, un
defensor de los principios ideológicos de la nobleza
de sangre, y que no aspira a otra cosa de mayor peli-
gro para ellos, se conforma con que no le violen a
su hija.
Quedan aún unas pocas consideraciones. El egoís-
mo, la vanidad y la determinación de Pedro Crespo
no sólo llevan a su hija al convento y ponen a todo
el pueblo al borde de la destrucción, sino que su
asunción del valor de la honra social le acarrea su
propia ruina: por causa de su victoria se queda solo,
sin hijo ni hija. En definitiva, el villano que se mete
en libros de caballerías, en casos de honra, por mu-
cha astucia que derroche, siempre queda mal parado:
los herederos de sus cuantiosas riquezas se van. Por
supuesto que nadie en la obra ni fuera de ella defen-
dería el silencio y la resignación ante la ofensa reci-
bida pero, quizás, en el fondo, a la hora de actuar,
más de uno pensara en las posibles consecuencias.
En ese sentido hay que notar la serie de razones,
y

INTRODUCCIÓN XXIX

no contradictorias, que explican por qué Pedro Cres-


po encarcela a su hijo. Trata el alcalde de parecer
justiciero con tal medida, al mismo tiempo que libra
a Juan del castigo que le corresponde por haber ata-
cado a su capitán; una vez libres Rebolledo y Chispa,
mantiene encerrado a su hijo para forzar el espíritu
de contradicción de don Lope y hacer que sea él quien
lo libere. Pero es quizá también el último intento de
Crespo para quedarse con su hijo, aunque lo cierto
es que don Lope es quien se lo lleva, sustituyendo su
autoridad (último paralelismo) a la del padre.
En este episodio final tenemos otro caso de ambi-
gúedad de que antes hablaba. El padre se queda sin
el hijo, arrastrado por la tropa (a una campaña que,
en efecto, será gloriosa): de la tristeza de Pedro Cres-
po hay que deducir la situación. Por supuesto, el te-
rror que las levas producían entre los campesinos
no hay que deducirlo de ningún sitio, es un dato his-
tórico suficientemente conocido. Ahora bien, la ilu-
sión del muchacho por hacerse soldado y, sobre todo,
la explícita defensa de su marcha por el padre en el
acto II? poco antes del rapto que la ausencia del her-
mano propicia, y la aceptación final supone la entre-
ga de Juan a sus ofensores, absolviendo con ello a la
institución armada del pecado cometido por uno de
sus miembros; supone también la defensa de las le-
vas y la consideración del ejercicio de las armas como
la mejor escuela para la formación de los jóvenes:8

7. Ante el argumento de Isabel: «Notable crueldad has hecho»


(v. 1656), responde el padre: «Ahora, que no le miro, / hablaré más
consolado. / ¿Qué había de hacer conmigo, / sino ser toda su vida / un
holgazán, un perdido? / Váyase a servir al rey» (v. 1657-1662),
8. Parece como si al principio de la obra, Calderón hubiera dise-
fado una acción secundaria basada en el talante despreocupado y le-
vantisco de Juan: recuérdese su deuda de juego no pagada y que,
contra lo que cabía esperar, lleva y usa muy bien la espada, pues la
XXX CALDERÓN DE LA BARCA

Juan representa aquí la confraternización pueblo-


ejército. No sé cómo se ha podido decir que El al-
calde de Zalamea es una obra antimilitarista.
Irónicamente el enrolarse de Juan implica su as-
piración a esa hidalguía que Pedro Crespo tanto ha-
bía rechazado.
Curiosamente, lo que queda al final de la obra, de
manera emblemática es la figura del labrador que en-
_trega el hijo a la milicia y la hija a la iglesia; los tres
estamentos. Y Pedro Crespo como modelo ejemplar.

DOMINGO YNDURÁIN

saca contra el capitán, mientras que el padre tiene que ir a buscarla


en una ocasión, y en otra se la trae Inés. Las ínfulas nobiliarias es
lo que caracteriza a Juan; quizá pensara el autor oponerle al capitán
de manera más conspicua. Tampoco se desarrolla el incipiente idilio
que Juan mantiene un instante con su prima Inés: «Juan. Prima, adiós.
Inés. Nada te digo / con la voz, porque los ojos / hurtan.a la voz
su oficio. / Adiós» (jornada segunda, v. 1646-1649).
CRONOLOGÍA

1600 Nace en Madrid el 17 de enero, hijo de un es-


cribano del Consejo y Contaduría Mayor de Ha-
cienda.
1610 Muere su madre, Ana María de Henao, y su
padre contrae nuevo matrimonio.
1614 Tras formarse en el madrileño Colegio Impe-
rial de los jesuitas, pasa a la Universidad de
Alcalá para iniciar sus estudios eclesiásticos.
1615 Muere su padre y se traslada a Salamanca para
estudiar Cánones.
1620 Interrumpe la carrera eclesiástica y concurre
al certamen que se celebra en Madrid con mo-
tivo de la beatificación de Isidro Labrador.
1621 El y sus hermanos se ven complicados en un
homicidio, y para indemnizar a los parientes
de la víctima tienen que vender el oficio de su
difunto padre. :
1623 Fecha aproximada de su primera comedia,
Amor, honor y poder. :
1623-1625 Viajes por Italia y Flandes.
1625 El sitio de Breda.
1627 El purgatorio de san Patricio.
1628 Elegía a Doña María Zapata.
1629 Su primera obra maestra, El príncipe constan-
te. Del mismo año son La dama duende y Casa
con dos puertas mala es de guardar.
1634 La devoción de la Cruz.
1635 Escribe El mayor encanto, amor para la inau-
XXXII CALDERÓN DE LA BARCA

guración del Buen Retiro, y estrena El médi-


co de su honra.
1636 Se imprime La vida es sueño y quizá se estrena
El alcalde de Zalamea.
1636-1639 Se publican cinco tomos de comedias su-
yas.
1637 Se le concede el hábito de caballero de la Or-
den de Santiago.
1640-1642 Toma parte en la guerra de Cataluña.
1642 Abandona el servicio de las armas y pasa al del
duque de Alba.
1647 Nace un hijo natural suyo, de madre no iden-
tificada.
1649 Los encantos de la culpa.
1651 Se ordena sacerdote.
1653 Es nombrado capellán de la capilla de los Re-
yes Nuevos, de la catedral de Toledo. La hija
del aire.
1655 El gran teatro del mundo.
1660 La púrpura de la rosa, primera ópera española.
1661 Eco y Narciso.
1663 Se instala en Madrid al ser nombrado capellán
de honor del Rey.
1673 Segunda y definitiva versión del auto La vida
es sueño.
1677 Publica un volumen de doce autos sacramen-
tales.
1680 Escribe su última obra, Hado y divisa de Leo-
nido y Marfisa.
1681 Muere en Madrid el 25 de mayo.
BIBLIOGRAFÍA

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o justicia?», Estudios Filológicos, n.- 7, 1971, pp. 119-
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CASANOVA, W. O., «Honor, patrimonio del alma y opinión
social, patrimonio de casta en El alcalde de Zalamea»,
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Actas del I Simposio de literatura española, Salaman-
ca, 1981, pp. 193-207.
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Calderón», Homenaje a J. Casalduero, Madrid, 1972,
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lamea», Romanische Forschungen, LXII, 1960, pági-
nas 104-107.
RO eN dl
% A e
e » ELIAS IA
EL ALCALDE DE ZALAMEA
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

El Rey FELIPE SEGUNDO.


Don LoPE DE FIGUEROA.
Don ÁLVARO DE ATAYDE, capitán.
Un SARGENTO.
La CHISpA.
REBOLLEDO, soldado.
Pbro Crespo, labrador, viejo.
Juan, hijo de Pedro Crespo.
IsaBEL, hija de Pedro Crespo.
Inés, prima de Isabel,
Don MenDOo, hidalgo.
Nuño, su criado.
UN ESCRIBANO.
SOLDADOS.
JORNADA PRIMERA
Ms
Salen REBOLLEDO, CHISPA y soldados.

REBOLLEDO ¡Cuerpo de Cristo con quien


de esta suerte hace marchar
de un lugar a otro lugar
sin dar un refresco! (1).

Topos ¡Amén!

REBOLLEDO ¿Somos gitanos aquí, 3


para andar de esta manera?
¿Una arrollada bandera
nos ha de llevar tras. sí
con una caja... (2).

SOLDADO ¿Ya empiezas?

REBOLLEDO que este rato que calló 10


nos hizo merced de no
rompernos estas cabezas?

(1) «Refresco. El pasto y bevida que se da a los que trabajan


sin que alcen mano de la obra» (Covarrubias).
(2) Caja, «tambor»,
8 CALDERÓN DE LA BARCA

SOLDADO No muestres de eso pesar,


si ha de olvidarse, imagino,
el cansancio del camino 15
a la entrada del lugar.

REBOLLEDO ¿A qué entrada, si voy muerto?


y aunque llegue vivo allá,
sabe mi Dios si será
para alojar; pues es cierto 20
llegar luego al comisario
los alcaldes a decir,
que si es que se pueden ir,
que darán lo necesario.
Respóndeles lo primero 25
que es imposible, que viene
la gente muerta; y, si tiene
el Concejo algún dinero,
decir: «Señores soldados,
orden hay que no paremos; 30
luego al instante marchemos.»
Y nosotros muy menguados,
a obedecer al instante
orden, que es, en caso tal,
para él orden monacal, 35
y para mí mendicante (3).
Pues voto a Dios que si llego
esta tarde a Zalamea,
y pasat de allí desea
(3) Monacal | mendicante. Como su nombre indica las órdenes
mendicantes vivían de limosna y eran mucho más pobres que las
monacales,
EL ALCALDE DE ZALAMEA

por diligencia, o pot ruego, 40


que ha de ser sin mí la ida;
pues no, con desembarazo,
será el primer tornillazo (4)
que habré yo dado en mi vida.

SOLDADO Tampoco será el primero, 45


que haya la vida costado
a un miserable soldado;
y más hoy, si considero,
que es el cabo de esta gente
don Lope de Figueroa (5), 50

que si tiene fama y loa


de animoso y de valiente,
la tiene también de ser
el hombre más desalmado,
jurador y renegado (6) 35
del mundo, y que sabe hacer
justicia del más amigo,
sin fulminar el proceso (7).

(4) Tornillazo. Soldado de tornillo, «desertot».


(5) Cabo; don Lope de Figueroa. Cabo en el sentido de
cabeza o jefe. Lope de Figueroa (1520-1595) participó en las cam-
pañas de Flandes con el duque de Alba, en la sublevación de los
moriscos granadinos con don Juan de Austria, en Lepanto y,
efectivamente en la coronación de Felipe I1 en Portugal. Aparece
en otras obras literarias como ejemplo de militar decidido, justi-
ciero y atrabiliario
(6) Jurador y renegado. Los soldados tenían fama, merecida,
de ser juradores y hablar mal.
(7) «Fulminar un proceso. Vale lo mismo que causarle, ce-
rrarle y concluirle, estando sustanciado para sentenciar» (Cov.),
10 CALDERÓN DE LA BARCA

REBOLLEDO ¿Ven ustedes todo eso?,


pues yo haré lo que yo digo. 60

SOLDADO ¿De eso un soldado blasona?

REBOLLEDO Por mí muy poco me inquieta;


pero por esa pobreta,
que viene tras la persona (8).

CHISPA Seor Rebolledo, por mí 65


voacé no se aflija, no;
que, como ya sabe, yo
barbada el alma nací:
y ese temor me deshonra,
pues no vengo a servir 70
menos, que para sufrir
trabajos con mucha honra;
que para estarme, en rigor,
regalada, no dejara
en mi vida, cosa es clara, 15
la casa del regidor,
donde todo sobra, pues
al mes mil regalos vienen;
que hay regidores, que tienen
menos cuenta con el mes; 80
y pues a venir aquí
a marchar y padecer
con Rebolledo, sin ser
postema, me resolví,

(8) La persona, «yo», es decir «detrás de mí», es uso vulgar,


EL ALCALDE DE ZALAMEA 11

por mí ¿en qué duda o repara? 85

REBOLLEDO ¡Viven los cielos, que eres


corona de las mujeres!

SOLDADO Aquesa es verdad bien clara.


¡Viva la Chispa!

REBOLLEDO ¡Reviíva!
Y más, si, por divertir (9) 20
esta fatiga de ir :
cuesta abajo y cuesta arriba,
con su voz al aire inquieta
una jácara o canción (10).

CHISPA Responda a esa petición 95


citada la casteñeta (11).

REBOLLEDO Y yo ayudaré también.


Sentencien los camaradas
todas las partes citadas.

SOLDADO ¡Vive Dios, que han dicho bien! 100

Cantan REBOLLEDO y CHISPA.

(9) Divertir, «distraer».


(10) Jácara: «Romance alegre en el que por lo hon se
cantan hechos de la vida airada.»
(11) «Castañeta. El golpe y sonido que se da con el dedo
pulgar y el dedo medio quando se vaila; y porque para que suene
más, se atan al pulgar dos tablillas cóncavas, y por fuera re-
dondas a modo de castañas, se dixeron assi ellas, como los golpes
que dan castañetas» (Cov.).
12 CALDERÓN DE LA BARCA

CHISPA «Yo soy titiri, titiri, tina


flor de la jacarandina (12).

REBOLLEDO Yo soy titiri, titiri, taina


flor de la jacarandaina.

CHISPA Vaya a la guerra el alférez, 105


y embárquese el capitán.

REBOLLEDO Mate moros quien quisiere;


que a mí no me ban hecho mal.

CHISPA Vaya y venga la tabla al horno,


y a mí no me falte pan. 110

REBOLLEDO Huéspeda, máteme una gallina;


que el carnero me hace mal!» (13).

SOLDADO Aguarda; que ya me pesa


(que íbamos entretenidos
en nuestros mismos oídos) 115
de haber llegado a ver esa
torre, pues es necesario,
que donde paremos sea.

REBOLLEDO ¿Es aquélla Zalamea?


(12) Jacarandina. Reunión de rufianes o ladrones.
(13) «Vaya y venga la tabla al horno / ... / que el carnero
me hace mal.» El horno y el carnero tienen un segundo
sentido
erótico, bien conocido desde antiguo.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 15

CHISPA Dígalo su campanario. 120


No sienta tanto voacé,
que cese el cantico ya;
mil ocasiones habrá
en que lograrle; porque
esto me divierte tanto, 125
que como de otras no ignoran,
que a cada cosita lloran,
yo a cada cosita canto,
y oirá uced jácaras ciento.

REBOLLEDO Hagamos alto aquí, pues 130


justo, hasta que venga, es,
con la orden el sargento,
por si hemos de entrar marchando
o en tropas.

SOLDADO Él solo es quien


llega ahora. Mas también 135
el capitán esperando
está.

Salen el CAPITÁN y el SARGENTO,

Don ÁLVARO, Señores soldados,


CAPITÁN albricias puedo pedir (14);
de aquí no hemos de salir,
y hemos de estar alojados, 140
hasta que don Lope venga

(14) «Albricias. Lo que se da al que nos trae algunas bue-


nas nuevas» (Cop.); y, por extensión, anuncio de buenas noticias.
14 CALDERÓN DE LA BARCA

con la gente que quedó


en Llerena; que hoy llegó
orden de que se prevenga
toda, y no salga de aquí 145
a Guadalupe, hasta que
junto todo el tercio esté (15),
y él vendrá luego; y así
del cansancio bien podrán
descansar algunos días. 150

REBOLLEDO Albricias pedir podías.

Topos ¡Vítor nuestro capitán!

Don ÁLVARO Ya está hecho el alojamiento.


El comisario irá dando
boletas como llegando (16) 155
fueren.

CHISPA Hoy saber intento,


por qué dijo, ¡voto a tal!,
aquella jacarandina:
«Huéspeda, máteme una gallina;
que el carnero me hace mal.» 160

Vanse todos, y quedan el CAPITÁN y el SARGENTO.

(15) «Tercio. En la milicia es el trozo de gente de guerra


que corresponde a lo mismo que regimiento de infantería» (Dic-
cionario Autoridades).
(16) Boletas. El papel que se da a cada soldado indicándole
lugar del pueblo donde debe alojarse.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 15

Don ÁLVARO Señor sargento, ¿ha guardado


las boletas para mí,
que me tocan?

SARGENTO Señor, sí.

Don ÁLVARO Y ¿dónde estoy alojado?

SARGENTO En la casa de un villano, 165


que el hombre más rico es
del lugar, de quien después
he oído, que es el más vano
hombre del mundo, y que tiene
más pompa y más presunción, 170
que un infante de León (17).

Don ÁLVARO Bien a un villano conviene


rico aquesa vanidad.

SARGENTO Dicen, que ésta es la mejor


casa del lugar, señor; 175
y si va a decir verdad,
yo la escogí para ti,
no tanto porque lo sea,
como porque en Zalamea
no hay tan bella mujer...
Don ÁLVARO Di. 180

SARGENTO como una hija suya.

(17) La nobleza leonesa era más antigua que la castellana y.


por ello con frecuencia representaba la vanidad; no hay más que
recordar el papel de los Infantes de Carrión en el Cid.
16 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO Pues


¿por muy hermosa y muy vana
será más que una villana
con malas manos y pies?

SARGENTO ¡Que haya en el mundo quien


[diga 185
eso!

Don ÁLVARO ¿Pues no, mentecato?

SARGENTO ¿Hay más bien gastado rato,


a quien amor no le obliga,
sino ociosidad no más,
que el de una villana, y ver 190
que no acierta a responder
a propósito jamás?

Don ÁLVARO Cosa es que en toda mi vida


ni aun de paso me agradó;
porque en no mirando yo 195
aseada y bien prendida
una mujer, me parece
que no es mujer para mí.

SARGENTO Pues para mí, señor, sí,


cualquiera que se me ofrece: 200
Vamos allá; que por Dios,
que me pienso entretener
con ella.
0%
h

EL ALCALDE DE ZALAMEA 17

Don ÁLVARO Quieres saber


¿cuál dice bien de los dos?
El que una belleza adora, 205
dijo, viendo a la que amó:
«Aquélla es mi dama»; y no:
«Aquélla es mi labradora.»
Luego si dama se llama
la que se ama, claro es ya, 210
que en una villana está
vendido el nombre de dama.
Mas ¿qué ruido es ése?

SARGENTO Un hombre,
que de un flaco rocinante
a la vuelta de esa esquina 215
se apeó, y en rostro y talle
parece a aquel Don Quijote (18),
de quien Miguel de Cervantes
escribió las aventuras.

Don ÁLVARO ¡Qué figura tan notable! 220

SARGENTO Vamos, señor; queque y ya es hora.

Don ÁLVARO Lléveme el sargento antes


a la posada la ropa,
y vuelva luego a avisarme.

Vanse.

(18) Como se sabe, en la época en que se desarrolla la ac-


ción todavía no se había escrito el Quijote cuya primera parte se
imprime en 1605.
18 CALDERÓN DE LA BARCA

Salen MenDO, hidalgo ridículo, y NuÑo.

MENDO ¿Cómo va el rucio?

Nuño Rodado (19), 225


pues no puede menearse.

-— MENDO ¿Dijiste al lacayo, di,


que un rato le pasease?

Nuño ¡Qué lindo pienso!

MENDO No hay cosa,


que tanto a un bruto descanse. 230

Nuño Aténgome a la cebada.

MeENDO ¿Y que a los galgos no aten,


dijiste?

Nuño Ellos se holgarán,


mas no el carnicero.

MENDO Baste;
y pues que han dado las tres, 233
cálzome palillo y guantes (20).

(19) Rodado, «manchado», esto es, de color gris con manchas


negras.
(20) Cálzome palillo y guantes. Los palillos podían ser de
-madera o de marfil, plata, etc., y se llevaban o ponían, colgados,
para comer; en este sentido, calzarse palillo y guantes es signo
de distinción. Aquí, como en el Lazarillo, el palillo se usa sin
haber comido.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 19

Nuño ¿Si te prenden el palillo


por palillo falso?

MENDO Si alguien,
que no he comido un faisán,
dentro de sí imaginarte, 240
que allá dentro de sí miente (21);
aquí y en cualquiera parte
lo sustentaré, :

NuÑño ¿Mejor
no sería sustentarme
a mí, que al otro, que en fin 245
te sirvo?

MENDO ¡Qué necedades!


En efecto ¿que han entrado
soldados aquesta tarde
en el pueblo?

Nuño Sí, señor.

MENDO Lástima da el villanaje 250


con los huéspedes que espera.

Nuño Más lástima da y más grande


con lo que no espera...

(21) Es un mentís lanzado contra el posible pensamiento


de quienes le vean: la exageración tiene un sentido irónico,
20 CALDERÓN DE LA BARCA

MENDO ¿Quién?

Nuño La hidalguez, y no te espante;


que, si no alojan, señor, 255
en cas de hidalgos a nadie,
¿por qué piensas que es?

MENDO ¿Por qué?

NuÑo Porque no se mueran de hambre.

MENDO En buen descanso esté el alma


de mi buen señor, y padre, 260
pues, en fin, me dejó una
ejecutoria tan grande,
pintada de oro y azul,
exención de mi linaje.

Nuño Tomáramos que dejara 263


un poco del oro aparte.

MENDO Aunque, si reparo en ello,


y si va a decir verdades,
no tengo que agradecerle
de que hidalgo me engendrase; 270
porque yo no me dejara
engendrar, aunque él porfiase,
sino fuera de un hidalgo,
en el vientre de mi madre.

Nuño Fuera de saber difícil, 275


E
EL ALCALDE DE ZALAMEA 21

MENDO No fuera, sino muy fácil.

Nuño ¿Cómo, señor?

MENDO Tú en efecto
filosofía no sabes,
y así ignoras los principios.

Nuño Sí, mi señor, y aun los antes 280


y postres, desde que como
contigo; y es, que al instante
mesa divina es tu mesa,
sin medios, postres ni antes (22).

MENDO Yo no digo esos principios. 285


Has de saber que, el que nace,
sustancia es del alimento,
que antes comieron sus padres.

Nuño ¿Luego tus padres comieron?


Esa maña no heredaste. 290

MENDO Esto después se convierte


en su propia carne y sangre;
luego si hubiera comido
el mío cebolla, al instante
me hubiera dado el olor, 295
y hubiera dicho yo: «Tate,

(22) La mesa es divina porque es eterna ya que no tiene


principio (antes, aperitivos o entrada) ni fin (postre).
22 CALDERÓN DE LA BARCA

que no me está bien hacerme


de excremento semejante.»

Nuño Ahora digo que es verdad.

MENDO ¿Qué?

Nuño Que adelgaza la hambre 300


los ingenios.

MENDO Majadero,
¿téngola yo?

Nuño No te enfades;
que, si no la tienes, puedes
tenerla; pues de la tarde
son ya las tres, y no hay
[greda (23), 305
que mejot las manchas saque,
que tu saliva y la mía.

MENDO Pues ¿ésa es causa bastante


para tener hambre yo?
Tengan hambre los gañanes; 310
que no somos todos unos;
que a un hidalgo no le hace
falta el comer...

(23) «Greda. Es cierto género de tierra pingue y untosa,


que comúnmente sirve para batanar con ella los paños con que
los jabonan y tupen» (Cov.).
Y Ay

a
EL ALCALDE DE ZALAMEA 23

Nuño ¡Oh, quién fuera


hidalgo!

MENDO Y más no me hables


de esto, pues ya de Isabel 35
vamos entrando en la calle.

Nuño ¿Por qué, si de Isabel eres


tan firme y rendido amante,
a su padre no la pides?
Pues con esto tú y su padre 320
remediaréis de una vez
entrambas necesidades;
tú comerás, y él hará
hidalgos sus nietos.

MENDO No hables
más Nuño, calla. ¿Dineros 325
tanto habían de postrarme,
que a un hombre llano por fuerza
había de admitir?

Nuño Pues antes


pensé, que ser hombre llano (24)
para suegro era importante; 330
pues de otros dicen, que son
tropezones, en que caen
los yernos; y si no has
de casarte, ¿por qué haces
tantos extremos de amor? 335

(24) «Hombre llano es el que no tiene altivezes ni caute-


las». (Cov.).
24 CALDERÓN DE LA BARCA

MENDO ¿Pues no hay, sin que yo me case,


Huelgas en Burgos, adonde (25)
llevarla, cuando me enfade?
Mira si acaso la ves.

NuÑo Temo si acierta a mirarme 340


Pero Crespo.

MENDO ¿Qué ha de hacer,


siendo mi criado, nadie?
Haz lo que manda tu amo.

NuÑo Sí haré, aunque no he de sentarme


con él a la mesa.

MENDO Es propio 345


de los que sirven, refranes (26).

NuÑo Albricias que, con su prima


Inés, a la reja sale.

MENDO Di que por el bello oriente,


coronado de diamantes, 350

(25) «Huelgas en Burgos. Monesterio de religiosas bernardas


junto a la ciudad de Burgos; de los más famosos en religión y
grandeza que ay en la christiandad. Fundó aquella casa el rey
don Alonso, el que ganó a Cuenca, y enterrose en ella...» (Cov.).
- Es, pues, un monasterio en el que profesan los reyes y gran no-
bleza del reino.
(26) El uso de refranes corresponde al estilo vulgar o bajo,
usado en literatura por servidores, criados, etc. Ejemplos conocidos
de este uso son la Celestina y el Quijote.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 25

hoy, tepitiéndose el sol,


amanece por la tarde (27).

Salen a la ventana IsABEL e Inés, labradoras.

INnÉs Asómate a esa ventana,


prima, así el cielo te guarde,
verás los soldados, que entran 335
en el lugar.

ISABEL No me mandes,
que a la ventana me ponga,
estando este hombre en la calle,
Inés, pues ya, en cuanto el verle
en ella me ofende, sabes. 360

InÉs En notable tema ha dado


de servirte y festejarte.

ISABEL No soy más dichosa yo.

Inés A mi parecer, mal haces


de hacer sentimiento de esto. 365

ISABEL Pues ¿qué había de hacer?

InÉs Donaire.

ISABEL ¿Donaire de los disgustos?

(27) Es una galantería con la cual don Mendo llama sol a


Isabel,
26 CALDERÓN DE LA BARCA

MENDO Hasta aqueste mismo instante,


[a Isabel] jurara yo, a fe de hidalgo,
(que es juramento inviolable) 370
que no había amanecido;
(mas ¿qué mucho que lo extrañe?)
hasta que a vuestras auroras
segundo día les sale.

ISABEL Ya os he dicho muchas veces, 375


señor Mendo, cuán en balde
gastáis finezas de amor,
locos extremos de amante
haciendo todos los días
en mi casa y en mi calle. 380

MENDO Si las mujeres hermosas


supieran, cuanto las hace
más hermosas el enojo,
el rigor, desdén y ultraje,
en su vida gastarían 385
más afeite que enojarse.
Hermosa estáis, por mi vida;
decid, decid más pesares.

ISABEL Cuando no baste el decirlos (28),


don Mendo, el hacerlos baste 390
de aquesta manera: «Inés,

(28) Cuando no baste, «aun cuando no baste»,


EL ALCALDE DE ZALAMEA 27

éntrate acá dentro, y dale


con la ventana en los ojos.»

Vase.

Inés Señor caballero andante,


que de aventurero entráis 395
siempre en lides semejantes,
porque de mantenedor (29)
no era para vos tan fácil,
amor os provea (30).

Vase.

MENDO Inés,
las hermosuras se salen 400
con cuanto ellas quieren. —¡Nuño!

NuÑño ¡Oh qué desairados nacen


todos los pobres!

Sale PEDRO CRESPO.

PEDRO CRESPO Que nunca


entre y salga yo en mi calle,
que no vea a este hidalgote 4053
pasearse en ella muy grave.

(29) Mantenedor; doble sentido entre mantenedor de una


justa o torneo y el que mantiene porque da de comer.
(30) Amor os provea; frase contrahecha sobre la habitual
Dios os provea o Dios os mantenga. Recuérdese que el hidalgo
del Lazarillo no acepta que se la digan pues la cree apropiada
para gente pobre.
28 CALDERÓN DE LA BARCA

Nuño Pedro Crespo viene aquí.

MENDO Vamos por esa otra parte,


que es villano malicioso.

Sale JUAN, hijo de CrEsPO.

JUAN Que siempre que venga halle 410


esta fantasma a mi puerta (31),
calzado de frente y guantes (32).

Nuño Pero acá viene su hijo.

MENDO No te turbes ni embaraces.

PEDRO CRESPO Mas Juanico viene aquí. 415

JUAN Pero aquí viene mi padre.

MENDO Disimula: Pedro Crespo.


Dios os guarde.

Vanse MeNDO y Nuño.

PEDRO CRESPO Dios os guarde.


[aparte] Él ha dado en porfiar,

(31) El género femenino de fantasma es normal en


el Siglo
de Oro.
(32) Con sombrero y guantes; es signo de distinción se-
-ñorial.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 2

y alguna vez he de darle 420


de manera que le duela.

JUAN Algún día he de enojarme.


[aparte] ¿De adónde bueno, señor?

PEDRO CRESPO De las eras; que esta tarde


salí a mirar la labranza, 425
y están las parvas notables
de manojos y montones,
que parecen al mirarse
desde lejos montes de oro,
y aun oto de más quilates, 430
pues de los granos de aqueste,
es todo el cielo el contraste (33).
Allí el bielgo, hiriendo a soplos (34)
el viento en ellos sijave,
deja en esta parte el grano, 435
y la paja en la otra parte;
que aun allí lo más humilde
da el lugar a lo más grave.
¡Oh quiera Dios, que en las
[trojes (35)
yo llegue a encerrarlo, antes 440
que algún turbión me lo lleve
(33) Contraste es el oficio público que cuida de reconocer
el valor del oro, plata, etc., y el hecho de valorarlo. Aquí ese
papel lo cumple el cielo que es quien proporciona la cosecha;
por otra parte el azul del cielo contrasta con el dorado del
grano.
(34) Bielgo o bieldo, instrumento con el que se aventan las
mieses y legumbres trilladas para separar la paja del grano.
(35) Trojes, «silos».
30 CALDERÓN DE LA BARCA

o algún viento me lo tale!


Tú, ¿qué has hecho?

JUAN No sé cómo
decirlo, sin enojarte.
A la pelota he jugado 445
dos partidos esta tarde,
y entrambos los he perdido.

PEDRO CRESPO Haces bien, si los pagaste.

JUAN No los pagué; que no tuve


dineros para ello; antes 450
vengo a pedirte, señor.

Pero CRESPO Pues escucha antes de hablarme:


dos cosas no has de hacer nunca,
no ofrecer lo que no sabes
que has de cumplir, ni jugar 455
más de lo que está delante,
porque, si por accidente
falta, tu opinión no falte.

JUAN El consejo es como tuyo,


y porque debo estimarle, 460
he de pagarte con otro:
en tu vida no has de datle
consejo al que ha menester
dinero.

- PEDRO CRESPO ¡Bien te vengaste!

Sale el SARGENTO.
q
0 EL ALCALDE DE ZALAMEA 31

- SARGENTO ¿Vive Pedro Crespo aquí? 465

PEDRO CRESPO ¿Hay algo que usté le mande?

SARGENTO Traer a su casa la ropa


de don Álvaro de Atayde,
que es el capitán de aquesta
compañía, que esta tarde 470
se ha alojado en Zalamea.

Pepro CRESPO No digáis más, esto baste;


que para servir al Rey,
y al Rey en sus capitanes,
están mi casa y mi hacienda. 475
Y en tanto, que se le hace
el aposento, dejad
la ropa en aquella parte,
e id a decirle que venga,
cuando su merced mandare, 480
a que se sirva de todo.

SARGENTO Él vendrá luego al instante.

Vase.

JUAN ¡Que quieras, siendo tan tico,


vivir a estos hospedajes
sujeto!

Pero Crespo Pues ¿cómo puedo 485


excusarlos ni excusarme?
32 CALDERÓN DE LA BARCA

JUAN Comprando una ejecutoria (36).

PeEDrRO CRESPO Dime por tu vida, ¿hay alguien


que no sepa, que yo soy,
si bien de limpio linaje, 490
hombre llano? No por cierto:
Pues ¿qué gano yo en comprarle
una ejecutoria al Rey,
si no le compro la sangre?
¿Dirán entonces, que soy 493
mejor que ahora? Es dislate.
Pues ¿qué dirán? Que soy noble
por cinco o seis mil reales;
y esto es dinero, y no es honra;
que honra no la compra nadie. 300
¿Quieres, aunque sea trivial,
un ejemplillo escucharme?
Es calvo un hombre mil años,
y al cabo de ellos se hace
una cabellera. Este, 305
en opiniones vulgares,
¿deja de ser calvo? No.
Pues ¿qué dicen al mirarle?
Bien puesta la cabellera
trae fulano. Pues ¿qué hace, 310

(36) «Hidalgo de ejecutoria, el que ha litigado su hidalgía


y salido con ella» (Cov.). Ejecutoria es, pues, el document
o en
el que se consigna la condición de hidalgo. En esta época
era
frecuente que la corona, para hacer frente a sus gastos, vendiera
los títulos,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 33

si, aunque no le vean la calva,


todos que la tiene saben?

JUAN Enmendar su vejación,


remediarse de su parte,
y redimir las molestias 315
del sol, del hielo y del aire.

PEDRO CRESPO Yo no quiero honor postizo


que el defecto ha de dejarme
en casa: Villanos fueron
mis abuelos y mis padres; 320
sean villanos mis hijos.
Llama a tu hermana.

JUAN Ella sale.

Salen IsaBmL e INÉS.

PEDRO CRESPO Hija, el Rey, nuestro señor,


que el cielo mil años guarde,
va a Lisboa, porque en ella py
solicita coronarse
como legítimo dueño;
a cuyo efecto, marciales
tropas caminan con tantos
aparatos militares 330
hasta bajar a Castilla
el tercio viejo de Flandes
con un don Lope, que dicen
todos que es español Marte.
Hoy han de venir a casa 333
CALDERÓN DE LA BARCA

soldados, y es importante,
que no te vean. Así, hija,
al punto has de retirarte
en esos desvanes, donde
yo vivía.

ISABEL A suplicarte 340


me dieses esta licencia
venía yo. Sé que el estarme
aquí es estar solamente
a escuchar mil necedades.
Mi prima y yo en ese cuarto 345
estaremos, sin que nadie,
ni aun el mismo sol, hoy sepa
de nosotras.

PEDRO CRESPO Dios os guarde.


Juanico, quédate aquí.
Recibe a huéspedes tales, 350
mientras busco en el lugar
algo con que regalarles.

Vase PEDRO CRESPO.

ISABEL Vamos, Inés.

Inés Vamos, prima.


Mas tengo por disparate
el guardar una mujer, 355
si ella no quiere guardarse.

Vanse y salen DON ÁLVARO y el SARGENTO.


EL ALCALDE DE ZALAMEA 35

SARGENTO Ésta es, señor, la casa.

Don ÁLVARO Pues del cuerpo de guardia al punto


[pasa
toda mi ropa.

SARGENTO Quiero
registrar la villana lo pri-
[mero (37). 360

Vase.

JUAN Vos seáis bien venido


a aquesta casa; que ventura ha sido
grande venir a ella un caballero
tan noble como en vos le considero.
[aparte] ¡Qué galán y alentado! 365
Envidia tengo al traje de soldado.

Don ÁLVARO Vos seáis bien hallado.

JUAN Perdonaréis, no estar acomodado;


que mi padre quisiera
que hoy un alcázar esta casa fuera. 570
Él ha ido a buscaros
que comáis, que desea regalaros,
y yo voy a que esté vuestro aposento
aderezado.

(37) Registrar, hacer pasar por el registro, no «cachear».


36 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO Agradecer intento


la merced y el cuidado. 375

JUAN Estaré siempre a vuestros pies pos-


[trado.

Vase y sale el SARGENTO.

Don ÁLVARO ¿Qué hay, sargento? ¿Has ya visto


a la tal labradora?

SARGENTO Vive Cristo,


que con aquese intento
no he dejado cocina ni aposento, 280
y que no la he encontrado.

Don ÁLVARO Sin duda el villanchón la ha reti-


[rado (38).

SARGENTO Pregunté a una criada


por ella, y respondióme que ocupada
su padre la tenía 585
en ese cuarto alto, y que no había
de bajar nunca acá, que es muy ce-
[loso.
Don ÁLVARO ¿Qué villano no ha sido malicioso?
Si acaso aquí la viera
della caso no hiciera, 590
y sólo porque el viejo la ha guar-
[dado,

(38) Villanchón, forma despectiva para villano.


EL ALCALDE DE ZALAMEA 37

deseo, vive Dios, de entrar me ha


[dado
donde está.

SARGENTO Pues ¿qué haremos,


para que allá, señor, con causa en-
[tremos,
sin dar sospecha alguna? 393

Don ÁLVARO Solo por tema la he de ver,


[y una (39)
industria he de buscar.

SARGENTO Aunque no sea


de mucho ingenio para quien la vea
hoy, no importará nada;
que con eso será más celebrada. 600

Don ÁLVARO Óyela, pues ahora.

SARGENTO Di ¿qué ha sido?

Don ÁLVARO Tú has de fingir... Mas no, pues ha


[venido
ese soldado, que es más despejado,
él fingirá mejor lo que he trazado.

Salen REBOLLEDO y CHISPA

(39) Tema, «manía, empeño».


38 CALDERÓN DE LA BARCA

REBOLLEDO Con este intento vengo 605


a hablar al capitán, por ver si tengo
dicha en algo.

CHISPA Pues háblale de modo


que le obligues; que en fin no ha de
[ser todo
desatino y locura.

REBOLLEDO Préstame un poco tú de tu


[cordura. 610

CHISPA Poco y mucho pudiera.

REBOLLEDO Mientras hablo con él, aquí me


[espera.
[a Don Álvaro] Yo vengo a suplicarte...

Don ÁLVARO En cuanto puedo


ayudaré, por Dios, a Rebolledo,
porque me ha aficionado 615
su despejo y su brío.

SARGENTO Es gran soldado.

Don ÁLVARO Pues ¿qué hay que se ofrezca?

REBOLLEDO Yo he perdido
cuanto dinero tengo y he tenido
y he de tener, porque de pobre juro,
en presente, en pretérito y
[futuro. 620
EL ALCALDE DE ZALAMEA 39

Hágaseme merced de que por vía


de ayudilla de costa aqueste día (40)
el alférez me dé...

Don ÁLVARO Diga, ¿qué intenta?

REBOLLEDO El juego del boliche por mi


[cuenta (41);
que soy hombre cargado 625
de obligaciones, y hombre, al fin,
[hontado.

Don ÁLVARO Digo que eso es muy justo,


[aparte] y el alférez sabrá que éste es mi
[gusto.

CHISPA Bien le habla el capitán, ¡Oh si me


[aparte] [viera
llamar de todos ya la bolichera! 630

REBOLLEDO Daréle ese recado.

Don ÁLVARO Oye. Primero


que lo lleves, de ti fiarme quiero
para cierta invención que he
[imaginado,
con que salir espero de un cuidado.

(40) Ayudilla de costa. Contribución para ayuda de un gasto


extraordinario.
(41) Boliche. Juego de habilidad que consiste en meter unas
bolas por unos agujeros o cañoncillos; en general, casa de juego
o juego de gente baja.
40 CALDERÓN DE LA BARCA

REBOLLEDO Pues ¿qué es lo que se aguarda? 635


Lo que tarda en saberse, es lo que
[tarda
en hacerse.

Don ÁLVARO Escúchame. Yo intento


subir a ese aposento
por ver si en él una persona
[habita,
que de mí hoy esconderse
[solicita. 640

REBOLLEDO Pues ¿por qué a él no subes?

Don ÁLVARO No quisiera,


sin que alguna color para esto
[hubiera (42),
por disculparlo más; y así, fingiendo
que yo riño contigo, has de irte
[huyendo
por ahí arriba, entonces yo
[enojado 645
la espada sacaté. Tú muy turtbado
has de entrarte hasta donde
esta persona que busqué se me
[esconde.

(42) «Color significa alguna vez razón o causa, que en la-


tín vale species, exemplo; So color de santidad engañan los hi-
pócritas» (Cov.),
EL ALCALDE DE ZALAMEA 41

REBOLLEDO Bien informado quedo.

CHISPA Pues habla el capitán con


[aparte] [Rebolledo 630
hoy de aquella manera,
desde hoy me llamaránla bolichera.

REBOLLEDO ¡Voto a Dios que han tenido


[gritando] esta ayuda de costa que he pedido
un ladrón, un gallina y un
[cuitado, 655
y ahora que la pide un hombre
[hontado,
se la dan!

CHISPA Ya empieza su tronera (43).


[aparte]

CAPITÁN Pues ¿cómo me habla a mí de esa


[manera?

REBOLLEDO ¿No tengo de enojarme,


cuando tengo razón?

Don ÁLVARO No, ni ha de


[hablarme; 660
y agradezca que sufro aqueste exceso.

(43) Tronera, «locura»,


42 CALDERÓN DE LA BARCA

REBOLLEDO Ucé es mi capitán, sólo por eso


callaré, Mas ¡por Dios que si yo
[tuviera
la bengala en mi mano...

Don ÁLVARO ¿Qué me hiciera?

| CHISPA ¡Tente, señor! Su muerte


[aparte] [considera. 665

REBOLLEDO que me hablara mejor.

Don ÁLVARO ¿Qué es lo que espero,


que no doy muerte a un pícaro
[atrevido?

REBOLLEDO Huyo, por el respeto que he tenido


a esa insignia.

Don ÁLVARO Aunque huyas,


te he de matar.

- CHISPA Ya él hizo de las


[suyas. 70

SARGENTO ¡Tente, señor!

CHISPA ¡Escucha!

SARGENTO ¡Aguarda, espera!

CHISPA Ya no me llamarán la bolichera,


EL ALCALDE DE ZALAMEA 43

Entrale acucbillando y salen JUAN con espada,


y PEDRO CRESPO.

JUAN ¡Acudid todos presto!

PEDRO CRESPO ¿Qué ha sucedido aquí?

JUAN ¿Qué ha sido esto?

CHISPA Que la espada ha sacado 675


el capitán aquí para un soldado,
y esa escalera arriba
sube tras él.

PEDRO CRESPO ¿Hay suerte más esquiva?

CHISPA Subid todos tras él,

JUAN Acción fue vana


esconder a mi prima y a mi
[hermana. 680

Éntranse y salen ReBOLLEDO huyendo, e IsaBEL e InÉs.

REBOLLEDO Señoras, si siempre ha sido


sagrado el que es templo, hoy
sea mi sagrado aqueste,
puesto que es templo de amor. -

ISABEL ¿Quién a huir de esa manera 685


os obliga?
44 CALDERÓN DE LA BARCA

Inés ¿Qué ocasión


tenéis de entrar hasta aquí?

ISABEL ¿Quién os sigue o busca?

Salen DON ÁLVARO y el SARGENTO.

Don ÁLVARO ) Yo;


' que tengo de dar la muerte
al pícaro. ¡Vive Dios, 690
si pensase...!

ISABEL Deteneos,
siquiera porque, señor,
vino a valerse de mí;
que los hombres, como vos,
han de amparar las mujeres, 9%
si no por lo que ellas son,
porque son mujeres; que esto
basta, siendo vos quien sois.

Don ÁLVARO No pudiera otro sagrado


librarle de mi furor, 700
sino vuestra gran belleza;
por ella vida le doy.
Pero mirad, que no es bien
en tan precisa ocasión
hacer vos el homicidio, 705
que no queréis que haga yo.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 45

ISABEL Caballero, si cortés


ponéis en obligación
nuestras vidas, no zozobte
tan presto la intercesión. 710
Que dejéis este soldado
os suplico; pero no,
que cobréis de mí la deuda,
a que agradecida estoy.

Don ÁLVARO No sólo vuestra hermosura 7115


es de rara perfección,
pero vuestro entendimiento
lo es también; porque hoy en vos
alianza están jurando
hermosura y discreción. 720

Salen PEDRO CRESPO y JUAN, con espadas desnudas.

PEDRO CRESPO ¿Cómo es eso, caballero?


¿Cuando pensó mi temor
hallaros matando un hombre,
os hallo...

ISABEL ¡Válgame Dios!

PEDRO CRESPO requebrando una mujer? 725


Muy noble, sin duda, sois,
pues que tan presto se os pasan
los enojos.

Don ÁLVARO Quién nació


con obligaciones, debe
46 CALDERÓN DE LA BARCA

acudir a ellas; y yo 730


al respeto de esta dama
suspendí todo el furor.

Pero CRESPO Isabel es hija mía,


y es labradora, señor,
que no dama.

JUAN ¡Vive el cielo, 735


[aparte] que todo ha sido invención,
para haber entrado aquí!
Corrido en el alma estoy
de que piensen que me engañan,
y no ha de ser. —Bien, señor 740
capitán, pudierais ver
con más segura atención
lo que mi padre desea
hoy serviros, para no
haberle hecho este agravio. 745

PEDRO CRESPO ¿Quién os mete en eso a vos,


rapaz? ¿Qué disgusto ha habido?
Si el soldado le enojó,
¿no había de ir tras él? Mi hija
estima mucho el favor 750
del haberle perdonado,
y el de su respeto yo.

Don ÁLVARO Claro está, que no habrá sido


otra causa, y ved mejor
lo que decís.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 47

JUAN Yo lo he visto 755


muy bien.

PEDRO CRESPO - Pues ¿cómo habláis vos


así?

Don ÁLVARO Porque estáis delante,


más castigo no le doy
a este rapaz.

Pero CRESPO Detened,


señor capitán; que yo 760
puedo tratar a mi hijo
como quisiere, y vos no.

JUAN Y yo sufrirlo a mi padre,


mas a otra persona no.

Don ÁLVARO ¿Qué habíais de hacer?

JUAN | Perder 765


la vida por la opinión.

Don ÁLVARO ¿Qué opinión tiene un villano?

JUAN Aquella misma que vos;


que no hubiera un capitán,
si no hubiera un labrador. 770

Don ÁLVARO ¡Vive Dios, que ya es bajeza


sufrirlo!
48 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Ved que yo estoy


de por medio.

Sacan las espadas.

REBOLLEDO ¡Vive Cristo,


Chispa, que ha de haber
[hurgón! (44)

CHISPA ¡Aquí del cuerpo de guardia! 775

REBOLLEDO ¡Don Lope, ojo avizor!

Sale bon LoPE con hábito, muy galán, y bengala.

Don LoPE ¿Qué es aquesto? ¿La primera


cosa que he de encontrar hoy,
acabado de llegar,
ha de ser una cuestión? 780

Don ÁLVARO ¡A qué mal tiempo don Lope


[aparte] de Figueroa llegó!

PEDRO CRESPO Por Dios, que se las tenía


[aparte] con todos el rapagón.

Don LoPE ¿Qué ha habido?, ¿qué ha


[sucedido? 785
Hablad; porque ¡voto a Dios

(44) Tronera; en germanía, estocada,


bs

EL ALCALDE DE ZALAMEA 49

que a hombres, mujeres y casa


eche por un corredor!
¿No me basta haber subido
hasta aquí, con el dolor 790
de esta pierna, que los diablos
llevaran, amén, sino
no decirme: aquesto ha sido?

PeEDrO CRESPO Todo esto es nada, señor.

Don LoPE Hablad, decid la verdad. 795

Don ÁLVARO Pues es que alojado estoy


en esta casa; un soldado...

Don LopPE Decid.

Don ÁLVARO ocasión me dio


a que sacase con él
la espada. Hasta aquí se entró 800
huyendo. Entréme tras él
donde estaban esas dos
labradoras, y su padre
o su hermano o lo que son
se han disgustado de que 805
entrase hasta aquí.

Don LopkE Pues yo


a tan buen tiempo he llegado,
satisfaré a todos hoy:
¿Quién fue el soldado, decid,
50 CALDERÓN DE LA BARCA

que a su capitán le dio 810


ocasión de que sacase
la espada?

REBOLLEDO ¡Qué, pago yo


[aparte] por todos!

IsABEL Aqueste fue


el que huyendo hasta aquí entró.

Don LoPE Denle dos tratos de cuerda. 815

REBOLLEDO ¿Tra-que han de darme, señor? (45).

Don LorPE Tratos de cuerda.

REBOLLEDO Yo hombre
de aquesos tratos no soy.

CHISPA De esta vez me le estropean.

Don ÁLVARO ¡Ah, Rebolledo, por Dios, 820


[aparte] que nada digas! Yo haré
que te libren.

(45) Trato de cuerda / tra-que. «Trato de cuerda. Castigo


que se suele dar, atando a uno las manos por detrás, levantándole
en el ayte, y dexándole después caer sin que llegue a tierra, con
que casi le descoyuntan los huesos de los hombros» (Cov.).
Traque puede tener un segundo sentido, cfr.: «aunque a vezes
- comprehende más un traque de la huéspeda que cuanto calor
sale del copioso lugar» (E. de Salazar, Cartas).
EL ALCALDE DE ZALAMEA 31

REBOLLEDO ¿Cómo no
[aparte] lo he de decir?, pues si callo,
los brazos me pondrán hoy
atrás, como mal soldado (46). 825
[a don Lope] El capitán me mandó
que fingiese la pendencia,
para tener ocasión
de entrar aquí.

Pero CRESPO Ved ahora,


si hemos tenido razón. 830

Don LopE No tuvisteis, para haber


así puesto en ocasión
de perderse este lugar.
¡Hola! Echa un bando, tambor:
Que al cuerpo de guardia vayan 825
los soldados cuantos son,
y que no salga ninguno,
pena de muerte, en todo hoy.
Y para que no quedéis
con aqueste empeño vos, 840
y vos con este disgusto,
y satisfechos los dos,
buscad otro alojamiento;
que yo en esta casa estoy
desde hoy alojado, en tanto 845.
que a Guadalupe no voy,
donde está el Rey.

(46) Los brazos atrás, ver la nota anterior.


32 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO Tus preceptos,


órdenes precisas son
para mí.

Vanse los soldados.

PEDRO CRESPO Entraos allá dentro.

Vase ISABEL.

Mil gracias, señor, os doy 850


por la merced, que me hicisteis
de excusarme la ocasión
de perderme.

Don LopE ¿Cómo habíais,


decid, de perderos vos?

PEDRO CRESPO Dando muerte a quien pensara 855


ni aun el agravio menor.

Don LopPE ¿Sabéis, vive Dios, que es


capitán?

PeDrRO CRESPO Sí, ¡vive Dios!,


y aunque fuera él general,
en tocando mi opinión, 860
le matara.

Don LorPE A quien tocara


ni aun al soldado menor
EL ALCALDE DE ZALAMEA 33

sólo un pelo de la ropa,


viven los cielos que yo
le ahorcara.

PEDRO CRESPO A quien se atreviera 865


a un átomo de mi honor,
viven los cielos también,
que también le ahorcara yo.

Don LoPE ¿Sabéis, que estáis obligado


a sufrir, por ser quien soís, 870
estas Cargas?

PEDRO CRESPO Con mi hacienda,


pero con mi fama no.
Al Rey la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma, 875
y el alma sólo es de Dios.

Don LoPE ¡Vive Cristo, que patece


que vais teniendo razón!

Pero CRESPO Sí, vive Cristo, porque


siempre la he tenido yo. 880

Don Lope Yo vengo cansado, y esta


pierna, que el diablo me dio,
ha menester descansar.
34 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Pues ¿quién os dice que no?


Ahí me dio el diablo una cama, 885
y servirá para vos.

Don LoPE Y ¿diola hecha el diablo?

Pero CRESPO

Don LopPE Pues a deshacerla voy,


que estoy, voto a Dios, cansado.

PEDRO CRESPO Pues descansad, voto a Dios 890

Don LopPE Testarudo es el villano;


[aparte] también jura como yo.

PEDRO CRESPO Caprichoso es el don Lope;


[aparte] no haremos migas los dos.
JORNADA SEGUNDA
Salen MeNDO y Nuño, su criado.

MENDO ¿Quién te contó todo esto? 895

Nuño Todo esto contó Ginesa,


su criada.

MENDO ¿El capitán,


después de aquella pendencia,
que en su casa tuvo, fuese
ya verdad o ya cautela, 900
ha dado en enamorar
a Isabel?

Nuño Y es de manera,
que tan poco humo en su casa (47)
él hace, como en la nuestra
nosotros. Él todo el día 905
se ve apartar de la puerta.
No hay hora, que no le envíe
recados; con ellos entra
y sale un mal soldadillo,
confidente suyo.

(47) Hacer humo significa hacer asiento en algún lugar, per-


manecer en él durante bastante tiempo.
38 CALDERÓN DE LA BARCA

MENDO ¡Cesa! 210


que es mucho veneno, mucho,
para que el alma lo beba
de una vez.

Nuño Y más no habiendo


en el estómago fuerzas
con que resistirle.

MENDO Hablemos 915


un rato, Nuño, de veras.

Nuño Pluguiera a Dios fueran butlas

MENDO Y ¿qué le responde ella?

Nuño Lo que a ti; porque Isabel


es deidad hermosa y bella, 920
a cuyo cielo no empañan -
los vapores de la tierra.

MENDO ¡Buenas nuevas te dé Dios!


[dale un bofetón]

NuÑo A ti te dé mal de muelas,


que me has quebrado dos dientes. 925
Mas bien has hecho, si intentas
reformarlos por familia,
que no sirve ni aprovecha (48).
¡El capitán!

(48) Reformar o mejorar la vida del conjunto de los dientes


(«familia de dientes») se refiere a que nunca comen y están, por
tanto, sin trabajo ni utilidad.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 59

MENDO ¡Vive Dios,


si por el honor no fuera 930
de Isabel, que lo matara!

NuÑo Más mira por tu cabeza.

Saler DON ÁLVARO, SARGENTO y REBOLLEDO.

MENDO Escucharé retirado.


Aquí, a esta parte, te llega.

Don ÁLVARO Este fuego, esta pasión 935


no es amor solo, que es tema,
“ es ira, es rabia, es furor.

REBOLLEDO ¡Oh nunca, señor, hubieras


visto a la hermosa villana,
que tantas ansias te cuesta! 240

Don ÁLVARO ¿Qué te dijo la criada?

REBOLLEDO ¿Ya no sabes sus respuestas?

MeEnNDO Esto ha de ser: Pues ya tiende


la noche sus sombras negras,
antes que se haya resuelto 945
a lo mejor mi prudencia,
ven a armarme,
60 CALDERÓN DE LA BARCA

NuÑo Pues qué ¿tienes


más armas, señor, que aquellas
que están en un azulejo
sobre el marco de la puerta? 90

MENDO En mi guadarnés presumo


que hay para tales empresas
algo que ponerme.

Nuño Vamos,
sin que el capitán lo sienta.

Vanse.

Don ÁLVARO ¡Que en una villana haya 955


tan hidalga resistencia,
que no me haya respondido
una palabra siquiera
apacible!

SARGENTO Éstas, señor,


no de los hombres se prendan 260
como tú. Si otro villano
la festejara y sirviera,
hiciera más caso de él.
Fuera de que son tus quejas
sin tiempo. Si te has de ir 963
mañana, ¿para qué intentas,
que una mujer en un día
te escuche y te favorezca?
EL ALCALDE DE ZALAMEA 61

Don ÁLVARO En un día el sol alumbra


y falta; en un día se trueca 970

un reino todo; en un día


es edificio una peña (49);
en un día una batalla
pérdida y victoria ostenta;
en un día tiene el mar. 975
tranquilidad y tormenta;
en un día nace un hombre,
y muere: luego pudiera
en un día ver mi amor
sombra y luz, como planeta; 980
pena y dicha, como imperio;
gente y brutos, como selva;
paz e inquietud, como mar;
triunfo y ruina, como guerra;
vida y muerte, como dueño 985
de sentidos y potencias.
Y habiendo tenido edad
en un día su violencia
de hacerme tan desdichado,
¿por qué, por qué no pudiera 990
tener edad en un día
de hacerme dichoso? ¿Es fuerza
que se engendren más despacio
las glorias, que las ofensas?
SARGENTO ¿Verla una vez solamente 995
a tanto extremo te fuerza?
(49) Es edificio una peña. Corresponde a «gente y brutos,
como selva» (vw. 982) y se refiere a que en un instante la tierra
(peña) fue poblada por animales y por el hombre.
62 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO ¿Qué más causa había de haber,


llegando a verla, que verla?
De sola una vez a incendio
crece una breve pavesa; 1000
de una vez sola un abismo
sulfúreo volcán revienta;
de una vez se enciende el rayo,
que destruye cuanto encuentra;
de una vez escupe horror 1005
la más reformada pieza;
de una vez amor ¿qué mucho?
fuego de cuatro maneras,
mina, incendio, pieza y tayo,
postre, abrase, asombre y hiera.

SARGENTO ¿No decías, que villanas


nunca tenían belleza?

Don ÁLVARO Y aun aquesa confianza


me mató; porque el que piensa
que va a un peligro, ya va, 1015
prevenido a la defensa;
quien va a una seguridad,
es el que más riesgo lleva,
por la novedad que halla,
si acaso un peligro encuentra. 1020
Pensé hallar una villana;
si hallé una deidad, ¿no era
preciso que peligrase
en mi misma inadvertencia?
En toda mi vida vi 1025
EL ALCALDE DE ZALAMEA 1
más divina, más perfecta
hermosura. ¡Ay, Rebolledo,
no sé qué hiciera por verla!

REBOLLEDO En la compañía hay soldado,


que canta por excelencia, 1030
y la Chispa, que es mi alcaida
del boliche, es la primera
mujer en jacarear,
Haya, señor, jira y fiesta (50)
y música a su ventana; 1035
que con esto podrás verla
y aun hablarla.

Don ÁLVARO Como está


don Lope allí, no quisiera
despertatle.

REBOLLEDO Pues don Lope


¿cuándo duerme con su pierna? 1040
Fuera, señor, que la culpa,
si se entiende, será nuestra,
no tuya, si de rebozo (51)
vas en la tropa.

Don ÁLVAzo Aunque tenga


mayores dificultades, 1045
pase por todas mi pena.

(50) Jira y fiesta. Jira, «juerga».


(31) Rebozo, embozo; tapado con la capa.
64 CALDERÓN DE LA BARCA

Juntaos todos esta noche,


mas de suerte, que no entiendan,
que yo lo mando. ¡Ah, Isabel,
qué de cuidados me cuestas! 1050

Vanse DON ÁLVARO, y el SARGENTO, y sale CHISPA.

CHISPA ¡Téngase!

REBOLLEDO Chispa, ¿qué es eso?

CHISPA Ahí un pobrete, que queda


con un rasguño en el rostro.

REBOLLEDO Pues ¿por qué fue la pendencia?

CHISPA Sobre hacerme alicantina (52) 1055


del barato de hora y media (53),
que estuvo echando las bolas,
teniéndome muy atenta
a si eran pares o nones.
Canséme y dile con ésta. 1060

Saca la daga.

(52) Alicantina, «trampa, engaño».


(53) Barato. «Cantidad de dinero arbitraria que los juga-
dores de un juego, sobre todo los que ganan, suelen dar a los
mirones o a los que les han servido durante el juego» (J. Luis
Alonso Hernández, Léxico del Marginalismo del Siglo de Oro,
Salamanca, 1977).
EL ALCALDE DE ZALAMEA 65

Mientras que con el barbero


poniéndose en puntos queda (54),
vamos al cuerpo de guardia,
que allá te daré la cuenta.

REBOLLEDO ¡Bueno es estar de mohína, 1065


cuando vengo yo de fiesta!

CHISPA ¿Pues qué estorba el uno al otro?


Aquí está la castañeta.
¿Qué se ofrece que cantar?

REBOLLEDO Ha de ser cuando anochezca, 1070


y música más fundada.
Vamos y no te detengas.
Anda acá al cuerpo de guardia.

CHISPA Fama ha de quedar eterna


de mí en el mundo, que soy 1075 -
Chispilla, la bolichera.

Vanse.

Salen Don LoPE y PEDRO CRESPO.

PEDRO CRESPO En este paso, que está


[a los criados] más fresco, poned la mesa
[a don Lope] al señor don Lope. —Aquí
os sabrá mejor la cena; 1080

(54) Puntos, de sutura.


66 CALDERÓN DE LA BARCA

que al fin los días de agosto


no tienen más recompensa,
que sus noches.

Don LopE Apacible


estancia en extremo es ésta.

-PEDRO CRESPO Un pedazo es de jardín 1085


en que mi hija se divierta.
Sentaos. Que el viento siave,
que en las blandas hojas suena
de estas parras y estas copas,
mil cláusulas lisonjeras 1090
hace al compás de esta fuente,
cítara de plata y perlas,
porque son en trastes de oro
las guijas templadas cuerdas (55).
Perdonad si, de instrumentos 1025
solos, la música suena,

(55) Porque son en trastes de oro las guijas templadas cuerdas.


«Trastes. Las divisiones del cuello de la vigiela en que están
repartidos los tonos y semitonos de cada una de las cuerdas.
Diéronles este nombre por la semejanza que tienen con los van-
cos de la galera» (Cov.).
«Guija. La piedra pelada, que se cría ordinariamente en las
riberas de los ríos y arroyos [...] Congélanse de las mesmas ate-
nas O tierra arenisca y del agua, y assí muchos la llaman aguíija,
por congelarse en el agua y de sus arenas» (Cov.).
La fuente no es un surtidor, sino la fuente rústica del patio
en una casa de labor extremeña: es un canalillo dispuesto en
gradas, escalones o bancos por el que discurre el agua. Los esca-
lones serían los trastes, y las guijas que recubren el regato, sue-
nan al dar el agua en ellas como las cuerdas; los trastes son de -
oro por el color dorado de la arena del fondo.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 67

sin cantores que os deleiten


sin voces que os entretengan;
que como músicos son
los pájaros que gorjean, 1100
no quieren cantar de noche,
ni yo puedo hacerles fuerza.
Sentaos, pues, y divertid (56)
esa continua dolencia.

Don LoPE No podré; que es imposible, 1105


que divertimiento tenga.
¡Válgame Dios!

PEDRO CRESPO ¡Valga, amén!

Don LoPkE ¡Los cielos me den paciencia!


Sentaos, Crespo.

PEDRO CRESPO Yo estoy bien.

Don LoPE Sentaos.

PEDRO CRESPO Pues me dais licencia, 1110


digo, señor, que obedezco,
aunque excusarlo pudierais.

Siéntase CRESPO.

(56) Divertid, «distraed».,


68 CALDERÓN DE LA BARCA

Don LopPE ¿No sabéis qué he reparado?


Que ayer la cólera vuestra
os debió de enajenar 1115
de vos.

PEDRO CRESPO Nunca me enajena


a mí de mí nada.

Don LoPE Pues


¿cómo ayer, sin que os dijera
que os sentarais, os sentastels,
aun en la silla primera? 1120

PEDRO CRESPO Porque no me lo dijisteis,


y hoy, que lo decís, quisiera
no hacerlo. La cortesía
tenerla con quien la tenga.

Don LopPE Ayer todo erais reniegos, 1125


porvidas, votos y pesias (57);
y hoy estáis más apacible,
con más gusto y más prudencia.

PEDRO CRESPO Yo, señor, respondo siempre


en el tono y en la letra, 1130
que me hablan. Ayer vos
así hablabais, y era fuerza
que fuera de un mismo tono
la pregunta y la respuesta.

(57) Porvidas, votos y pesias; formas habituales de iniciar


juramentos,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 69

Demás de que yo he tomado 1133


por política discreta,
jurar con aquel que jura,
rezar con aquel que reza.
A todo hago compañía;
y es aquesto de manera, 1140
que en toda la noche pude
dormir en la pierna vuestra
pensando, y amanecí
con dolor en ambas piernas;
que, por no errar la que os
[duele, 1145
si es la izquierda o la derecha,
me dolieron a mí entrambas.
Decidme, por vida vuestra,
cuál es y sépalo yo,
porque una sola me duela. 1150

Don LopPE ¿No tengo mucha razón


de quejarme, si ha ya treinta
años, que asistiendo. en Flandes
al servicio de la guerra,
el invierno con la escarcha, 1155
y el verano con la fuerza
del sol, nunca descansé,
y no he sabido, qué sea
estar sin dolor un hora?

PEDRO CRESPO Dios, señor, os dé paciencia. 1160

Don LopPE ¿Para qué la quiero yo?


y

70 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO No os la dé,

Don LoPE Nunca acá venga,


sino que dos mil demonios
carguen conmigo y con ella,

PEDRO CRESPO Amén. Y si no lo hacen 1165


es por no hacer cosa buena.

Don LoPE ¡Jesús mil veces, Jesús!

PEDRO CRESPO Con vos y conmigo sea.

Don LopPE ¡Vive Cristo, que me muero!

PEDRO CRESPO ¡Vive Cristo, que me pesa! 1170

Saca la mesa JUAN.

JUAN Ya tienes la mesa aquí.

Don LoPE ¿Cómo a servirla no entran


mis criados?

Pero CRESPO Yo, señor,


dije, con vuestra licencia,
que no entraran a serviros, 1175
y que en mi casa no hicieran
prevenciones; que a Dios gracias,
pienso, que no os falte en ella
nada.
NS
E

ha,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 71

Don LopPE Pues no entran criados,


hacedme merced que venga 1180
vuestra hija aquí a cenar
conmigo.

Pepro CRESPO Dila que venga


tu hermana al instante, Juan.

Don LopE Mi poca salud me deja


sin sospecha en esta parte. 1185

PEDRO CRESPO Aunque vuestra salud fuera,


señor, la que yo os deseo,
me dejara sin sospecha:
agravio hacéis a mi amor,
que nada de eso me inquieta; 1190
que el decirla que no entrara
aquí fue con advertencia
de que no estuviese a oír
ociosas impertinencias;
que si todos los soldados 1195.
cotteses, como vos, fueran,
ella había de asistir
a servirlos la primera.

Don LopE ¡Qué ladino es el villano!


[aparte] ¡Oh, cómo tiene prudencia! 1200

Salen Inés e ISABEL.

ISABEL ¿Qué es, señor, lo que me mandas?


72 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO El señor don Lope intenta


honraros. Él es quien llama.

ISABEL Aquí está una esclava vuestra.

Don LoPE Serviros intento yo. 1205


[aparte] (¡Qué hermosura tan honesta!)
Que cenéis conmigo quiero.

ISABEL Mejor es, que a vuestra cena


sirvamos las dos.

Don LoPE Sentaos.

PEDRO CRESPO Sentaos. Haced lo que ordena 1210


el señor don Lope.

ISABEL Está
el mérito en la obediencia.

Siéntanse y tocan dentro guitarras.

Don LopPE ¿Qué es aquello?

PEDRO CRESPO Por la calle


los soldados se pasean,
tocando y cantando.

Don LoPE Mal 1215


los trabajos de la guerra,
sin aquesta libertad,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 73

se llevaran; que es estrecha


religión la de un soldado,
y darle ensanches es fuerza. 1220

JUAN Con todo eso es linda vida.

Don LopE ¿Fuérades con gusto a ella?

JUAN Sí, señor, como llevara


por amparo a vuecelencia.

Uno Mejor se cantará aquí. 1225


[dentro]

REBOLLEDO Vaya a Isabel una letra.


[dentro] Y porque despierte, tira
a su ventana una piedra.

PEDRO CRESPO A ventana señalada


[aparte] va la música. ¡Paciencia! 1230

CANTAN «Las flores del romero,


[dentro] niña Isabel,
boy son flores azules,
y mañana serán miel» (58).

Don LopE Música, vaya. Mas esto 1235


[aparte] de tirar es desvergijenza.

(58) «Las flores del romero...» es una letrilla folklórica muy


- conocida, la utiliza, entre otros, Góngora.
74 CALDERÓN DE LA BARCA

¡Y a la casa donde estoy


venirse a dar cantaletas!...
Pero disimularé
por Pedro Crespo y por ella. 124
¡Qué travesuras!

PEDRO CRESPO Son mozos.


[aparte] Si por don Lope no fuera,
yo les hiciera...

JUAN Si yo
[aparte] una rodelilla vieja,
que en el cuarto de don Lope 1245
está colgada, pudiera
Sacar...

Hace que se va.

PEDRO CRESPO ¿Dónde vais, mancebo?

JUAN Voy a que traigan la cena.

PEDRO CRESPO Allá hay mozos que la traigan.

Topos Despierta, Isabel, despierta. 1250


[dentro]

ISABEL ¿Qué culpa tengo yo, cielos,


[aparte] para estar a esto sujeta?
EL ALCALDE DE ZALAMEA 75

Don LopE Ya no se puede sufrir,


porque es cosa muy mal hecha.

Arroja DON LOPE la mesa.

PEDRO CRESPO Pues ¡y cómo que lo es! 1255

Arroja Pebro CRESPO la silla.

Don LopE Llevéme de mi impaciencia.


¿No es, decidme, muy mal hecho,
que tanto una pierna duela?

PEDRO CRESPO De eso mismo hablaba yo.

Don LoPE Pensé, que otra cosa era. 1260


Como arrojasteis la silla...

PEDRO CRESPO Como atrojásteis la mesa


vos, no tuve que arrojar
otra cosa yo más cerca.
[aparte] ¡Disimulemos, honor! 1265

Don LoPE ¡Quién en la calle estuviera!


[aparte] Ahora bien, cenar no quiero.
Retiraos.

PEDRO CRESPO Enhorabuena.

Don LopE Señora, quedad con Dios.

ISABEL El cielo os guarde.


76 CALDERÓN DE LA BARCA

Don LoPE A la puerta 1270


[aparte] de la calle, ¿no es mi cuarto?,
y en él, ¿no está una rodela?

PEDRO CRESPO ¿No tiene puerta el corral,


[aparte] y yo una espadilla vieja?

Don LoPE Buenas noches.

PEDRO CRESPO Buenas noches. 1275


[aparte] Encerraré por defuera
a mis hijos.

Don LoPE Dejaré


[aparte] un poco la casa quieta.

ISABEL ¡Oh qué mal, cielos, los dos


[aparte] disimulan que les pesa! 1280
ze
Inés Mal el uno por el otro
[aparte] van haciendo la deshecha (59).

PeDrRO CRESPO ¡Hola, mancebo!

JUAN ¿Señor?

PEDRO CRESPO Acá está la cama vuestra.

Vanse.

(59) Deshecha, «trampa, engaño».


EL ALCALDE DE ZALAMEA 77

Salen DON ÁLVARO, el SARGENTO, CHISPA y REBOLLEDO


con guitarras, y soldados.

REBOLLEDO Mejor estamos aquí, 1285


el sitio es más oportuno;
tome rancho cada uno (60).

CHISPA ¿Vuelve la música?

REBOLLEDO Sí.

CHISPA Ahora estoy en mi centro.

Don ÁLVARO ¡Que no haya una ventana 1290


entreabierto esta villana!

SARGENTO Pues bien lo oyen allá dentro.

CHISPA Espera.

SARGENTO Será a mi costa.


[aparte]

REBOLLEDO No es más de hasta ver a es


quien llega.

CHISPA ¿Pues qué? ¿No ves 1295


un jinete de la costa? (61).
(60) Rancho. «Espacio ocupado por la cama y bienes de cada
preso en el aposento o calabozo de una cárcel» (J, L. Alonso
Hernández, op. cit.).
(61) Jinete de costas, vid nota 62.
78 CALDERÓN DE LA BARCA

Salen MENDO con adarga (62), y Nuño.

MENDO ¿Ves bien lo que pasa?

NuÑo No,
no veo bien; pero bien
lo escucho.

MENDO ¿Quién, cielos, quién


esto puede sufrir?

Nuño Yo. 1300

MENDO ¿Abrirá acaso Isabel


la ventana?

Nuño Sí abrirá.

MeEnNDO No hará, villano.

Nuño No hará.

MENDO ¡Ah celos, pena crijel!


Bien supiera yo arrojar 1305
a todos a cuchilladas
de aquí; mas disimuladas
mis desdichas han de estar

(62) «Adarga. Un género de escudo hecho de ante, el qual


usan en España los ginetes de las costas que pelean con langa y
adarga» (Cov.).
aa
-E

EL ALCALDE DE ZALAMEA 79
hasta ver, si ella ha tenido
culpa de ello.

NuÑo Pues aquí 1510


nos sentemos.

MENDO Bien. Así


estaré desconocido.

REBOLLEDO Pues ya el hombre se ha


[sentado (63),
si ya no es, que ser ordena
algún alma, que anda en pena 1315
de las cañas que ha jugado,
con su adarga a cuestas, da
voz al aire.

CHISPA Ya él la lleva.

REBOLLEDO Va una jácara tan nueva,


que corta sangre (64).

CHISPA Sí hará. 1320

Salen DON LoPE y PEDRO CRESPO, a un tiempo,


con broqueles.

CHISPA «Érase cierto Sampayo


[cant.] la flor de los andaluces,

(63) El hombre, en el sentido de yo. Es uso vulgar en esta


época.
(64) Correr sangre, o corriendo sangre se emplea habitual-
mente pata referirse a un suceso reciente,
80 CALDERÓN DE LA BARCA

el jaque de mayor porte (65),


y el rufo de mayor lustre (66);
éste, pues, a la Chillona (67) 1323
halló un día...»
REBOLLEDO No le culpen
la fecha, que el consonante
quiere que haya sido en lunes.
CHISPA «Halló, digo, a la Chillona,
[cant.] que, brindando entre dos luces, 1330
ocupaba con el Garlo (68)
la casa de los azumbres (69).
El Garlo, que siempre fue
en todo lo que le cumple
rayo de tejado abajo (70), 1335
porque era rayo sin nube,
sacó la espada, y a un tiempo
un tajo y revés sacude» (71).
(65) Jaque, «rufián».
(66) Rufo, «rufián, bravo».
(67) Chillona, «coima, rameta».
(68) Garlo, garlar, «conversación, conversar». El Garlo sería
el que habla o fanfarronea mucho.
(69) Casa de los azumbres, «taberna».
(70) Rayo de tejado abajo. La expresión de tejas abajo se
utiliza cuando alguien quiere referirse a cosas terrenas, en opo-
sición a las celestes o religiosas. Así, rayo de tejado abajo sirve
aquí para ponderar la rapidez del rufián, como rayo humano:
no es un rayo celeste (o de tejas arriba) porque no procede de
una nube, lo que indica, además, que actúa sin aviso ni indicio
previo. Por otro lado, en germanía, nube significa «capa», cuya
falta indica la poca categoría del Garlo.
(71) «Tajo. El corte que se da de la mano derecha a la
izquierda» (Cov.); revés de izquierda a derecha. Es, naturalmen-
te, un golpe imposible.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 81

Acucbíllanlos Don LoPE y PEDRO CRESPO.

PEDRO CRESPO Sería de esta manera.

Don LopPE Que sería así no duden. 1340

Métenlos a cuchilladas y sale DON LOPE.

Don LopPE Huyeron y uno ha quedado


de ellos, que es el que está aquí.

Sale PEDRO CRESPO.

PEDRO CRESPO Cierto es que el que queda allí,


sin duda, es algún soldado.

Don LoPE Ni aun éste se ha de escapar 1345


sin almagre (72).

PEDRO CRESPO Ni éste quiero


que quede sin que mi acero
la calle le haga dejar.

Don LoPE Huid con los otros.

PEDRO CRESPO ¡Huid vos,


que sabréis huir más bien! 1350

(72) Almagre, es una tierra roja; aquí está por sangre.


82 CALDERÓN DE LA BARCA

Riñen.

Don LopPE ¡Voto a Dios, que riñe bien!

PEDRO CRESPO ¡Bien pelea, voto a Dios!

Sale JUAN con espada.

JUAN ¡Quiera el cielo, que le tope!


Señor, a tu lado estoy.

Don LopPE ¿Es Pedro Crespo?

PEDRO CRESPO Yo soy. 1355


¿Es don Lope?

Don LopPE Sí, es don Lope.


¿Que no habíais, no dijisteis,
de salir? ¿Qué hazaña es ésta?

PEDRO CRESPO Sean disculpa y respuesta


hacer lo que vos hicisteis. 1360

Don LopE Aquesta era ofensa mía,


vuestra no.

Pero CRESPO No hay que fingir;


que yo he salido a reñir
por haceros compañía.
a e

Pa
Y
EL ALCALDE DE ZALAMEA 83

Dentro, los SOLDADOS.

Un SOLDADO A dar muerte nos juntemos 1365


a estos. villanos.

Salen todos.

Don ÁLVARO Mirad.. A

Don LopPE ¿Aquí no estoy yo? Esperad.


¿De qué son estos extremos?

Don ÁLVARO Los soldados han tenido


(porque se estaban holgando 1370
en esta calle cantando
sin alboroto y riido)
una pendencia, y yo soy ¿
quien los está deteniendo.

Don LopE Don Álvaro, bien entiendo 1375


vuestra prudencia; y pues hoy
aqueste lugar está
en ojeriza, yo quiero (73)
excusar rigor más fiero;
y pues amanece ya, 13580
orden doy, que en todo el día,
para que mayor no sea
el daño, de Zalamea

(73) Ojeriza, «mal de ojo».


2

34 CALDERÓN DE LA BARCA

saquéis vuestra compañía.


Y estas cosas acabadas, 1585
no vuelvan a ser, porque
otra vez la paz pondré,
voto a Dios, a cuchilladas.

Don ÁLVARO Digo que por la mañana


la compañía haré marchar. 1390
[aparte] La vida me has de costar,
hermosísima villana.

PEDRO CRESPO Caprichudo es el don Lope;


[aparte] ya haremos migas los dos.

Don LoPE Veníos conmigo vos, 1595


y solo ninguno os tope.

Vanse.

Salen MeNDO y Nuño berido.

MENDO ¿Es algo, Nuño, la herida? (74)

NuÑo Aunque fuera menor, fuera


de mí muy mal recibida,
y mucho más que quisiera. 1400

MENDO Yo no he tenido en mi vida


mayor pena ni tristeza.

(74) Algo en el sentido de «algo importante».


EL ALCALDE DE ZALAMEA 85

NuÑo Yo tampoco.

MENDO Que me enoje


es justo. ¿Que su fiereza
luego te dio en la cabeza? 1405

NuÑño Todo este lado me coge.

Tocan.

MENDO ¿Qué es esto?

Nuño La compañía
que hoy se va.

MENDO Y es dicha mía,


pues con eso cesarán
los celos del capitán. 1410

Nuño Hoy se ha de ir en todo el día.

Salen DON ÁLVARO y el SARGENTO.

Don ÁLVARO Sargento, vaya marchando,


antes que decline el día,
con toda la compañía,
y con prevención que, cuando 1415
se esconda en la espuma fría
del océano español

an
86 CALDERÓN DE LA BARCA

ese luciente farol,


en ese monte le espero,
porque hallar mi vida quiero 1420
hoy en la muerte del sol.

SARGENTO Calla, que está aquí un figura (75)


del lugar.

MENDO Pasar procura,


sin que entienda mi tristeza.
No muestres, Nuño, flaqueza. 1425

Nuño ¿Puedo yo mostrar gordura?

Vanse.

Don ÁLVARO Yo he de volver al lugar,


potque tengo prevenida
una criada, a mirar
si puedo por dicha hablar 1430
a aquesta hermosa homicida.
Dádivas han granjeado,
que apadrine mi cuidado.

SARGENTO Pues, señor, si has de volver,


mira que habrás menester 1435
volver bien acompañado,

(75) Figura, «...llamamos figuras los personajes que tepre-


“sentan los comediantes [...] Quando encontramos con algún
hombre de humor y estravagante, dezimos del que es linda figu-
ra» (Cov.).
EL ALCALDE DE ZALAMEA 87

porque al fin no hay que fiar


de villanos.

Don ÁLVARO e Dix a lo: sé.


Algunos puedes nombrar,
que vuelvan conmigo.

SARGENTO Haré 1440


cuanto me quieras mandar.
Pero ¿si acaso volviese
don Lope, y te conociese
al volver?

Don ÁLVARO Ese temor


quiso también que perdiese 1445
en esta parte mi amor;
que don Lope se ha de ir
hoy también a prevenir
todo el tercio a Guadalupe;
que todo lo dicho supe, 1450
yéndome ahora a despedir
de él; porque ya el Rey vendrá,
que puesto en camino está.

SARGENTO Voy, señor, a obedecerte.

Don ÁLVARO Que me va la vida, advierte. 1455

Sale REBOLLEDO,

REBOLLEDO Señor, albricias me da.


88 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO ¿De qué han de ser, Rebolledo?

REBOLLEDO Muy bien merecerlas puedo,


pues solamente te digo...

Don ÁLVARO ¿Qué?

- REBOLLEDO que ya hay un enemigo 1460


menos a quien tener miedo.

Don ÁLVARO ¿Quién es? Dilo presto.

REBOLLEDO Aquel
mozo, hermano de Isabel.
Don Lope se le pidió
al padre, y él se le dio, 1465
y va a la guerra con él.
En la calle le he encontrado
muy galán, muy alentado,
mezclando a un tiempo, señor,
rezagos de labrador 1470
con primicias de soldado.
De suerte que el viejo es ya
quien pesadumbre nos da.

Don ÁLVARO Todo nos sucede bien,


y más, si me ayuda quien 1475
esta esperanza me da
de que esta noche podré
hablarla.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 89

REBOLLEDO No pongas duda.

Don ÁLVARO Del camino volveré;


que ahora es razón que acuda 1480
a la gente, que se ve
ya marchar. Los dos setéis
los que conmigo vendréis.

Vase.

REBOLLEDO Pocos somos, vive Dios,


aunque vengan otros dos, 1485
otros cuatro y otros sels.

CHISPA Y yo, si tú has de volver


allá, ¿qué tengo de hacer?
Pues no estoy segura yo,
si da conmigo el que dio 1490
al barbero que coser.

REBOLLEDO No sé qué he de hacer de ti.


¿No tendrás ánimo, di,
de acompañarme?

CHISPA ¿Pues no?


Vestido no tengo yo; 1495
¿ánimo y esfuerzo?

REBOLLEDO Vestido no faltará; sí,


que ahí otro del paje está
de jineta, que se fue,
90 CALDERÓN DE LA BARCA

CHISPA - Pues yo plaza pasaré 1500


con él.

REBOLLEDO Vamos, que se va


la bandera.

CHISPA Y yo veo ahora,


[canta] por qué en el mundo he cantado,
que el amor del soldado
no dura un hora (76). 1505

Vanse, y salen DON LoPE, PEDRO CRESPO


y JUAN, su bijo.

Don LopE A muchas cosas Os soy


en extremo agradecido;
pero, sobre todas, esta
de darme hoy a vuestro hijo
para soldado, en el alma 1510
os la agradezco y estimo.

PEDRO CRESPO Yo os le doy para criado.

Don LoPE Yo os le llevo para amigo;


que me ha inclinado en extremo
su desenfado y su brío, 1515
y la afición a las armas.

(76) Refrán que Correas registra así: «El amor del soldado
no es más de una hora, que en tocando caja y a Dios, señora.»
EL ALCALDE DE ZALAMEA 91

Siempre a vuestros pies rendido


me tendréis, y vos veréis
de la manera que os sirvo,
procurando obedeceros 1520
en todo.

PEDRO CRESPO Lo que os suplico


es que perdonéis, señor,
si no acertare a serviros;
porque en el rústico estudio,
adonde rejas y trillos, 1525
palas, azadas y bielgos
son nuestros mejores libros,
no habrá podido aprender
lo que en los palacios ricos
enseña la urbanidad 1530
política de los siglos.

Don LopPE Ya que va perdiendo el sol


la fuerza, irme determino.

JUAN Veré si viene, señor,


la litera.

- Vase.

Salen Inés e ISABEL.

ISABEL ¿Y es bien iros, 1535


sin que os despidáis de quien
tanto desea serviros?
92 CALDERÓN DE LA BARCA

Don LoPE No me fuera sin besatos


las manos y sin pediros
que liberal perdonéis 1540
un atrevimiento digno
de perdón, porque no el premio
hace el don, sino el servicio.
Esta venera que, aunque
está de diamantes ricos 1545
guarnecida, llega pobre
a vuestras manos, suplico
que la toméis y traigáis
por patena en nombre mío (77).

ISABEL Mucho siento que penséis, 1550


con tan generoso indicio,
que pagáis el hospedaje,
pues de honra que recibimos,
somos los deudores.

Don LopPE Esto


no es paga, sino cariño. 1555

ISABEL Por cariño, y no por paga,


solamente la recibo.
A mi hermano os encomiendo,
ya que tan dichoso ha sido
que merece ir por criado 1560
vuestro.
(77) Venera es la concha que sirve de insienia a los caballe-
ros de Santiago. «Paterna. Una lámina ancha que antiguamente
trahían a los pechos con alguna insignia de devoción, que el
_ día de oy tan solamente se usa entre las labradoras» (Cov.).
EL ALCALDE DE ZALAMEA 93

Don LoPE Otra vez os afirmo


que podéis descuidar de él;
que va, señora, conmigo.

Sale JUAN.

JUAN Ya está la litera puesta.

Don LopPE Con Dios os quedad.

PEDRO CRESPO Él mismo 1565


os guarde.

Don LopPE ¡Ah, buen Pero Crespo!

PEDRO CRESPO ¡Oh, señor don Lope invicto!

Don LopPE ¿Quién nos dijera aquel día


primero que aquí nos vimos,
que habíamos de quedar 1570
para siempre tan amigos?

PEDRO CRESPO Yo lo dijera, señor,


si allí supiera, al oitos,
que erais... [al irse ya]

Don LopPE Decid por mi vida.

PEDRO CRESPO Loco de tan buen capricho. 1575

Vase DON LoPE.


94 CALDERÓN DE LA BARCA

[a JUAN] En tanto que se acomoda


el señor don Lope, hijo,
ante tu prima y tu hermana,
escucha lo que te digo.
Por la gracia de Dios, Juan, 1580
eres de linaje limpio,
más que el sol, pero villano.
Lo uno y otto te digo;
aquello, porque no humilles
tanto tu orgullo y tu brío, 1585
que dejes, desconfiado,
de aspirar con cuerdo arbitrio
a ser más; lo otro, porque
no vengas desvanecido
a ser menos. Igualmente 1590

usa de entrambos designios


con humildad; porque, siendo
humilde, con recto juicio
acordarás lo mejor
y como tal, en olvido 1595
pondrás cosas, que suceden
al revés en los altivos.
¡Cuántos, teniendo en el mundo
algún defecto consigo,
le han borrado por humildes; 1600
y cuántos, que no han tenido
defecto, se le han hallado,
por estar ellos mal vistos!
Sé cortés sobre manera;
sé liberal y partido, 1605
EL ALCALDE DE ZALAMEA 95

que el sombteto y el dinero (78)


son los que hacen los amigos;
y no vale tanto el oro,
que el sol engendra en el indio
suelo, y que consume el mar, 1610
como ser uno bienquisto.
No hables mal de las mujeres;
la más humilde, te digo,
que es digna de estimación; :
porque al fin de ellas nacimos, 1615
No riñas por cualquier cosa;
que cuando en los pueblos miro
muchos, que a reñir se enseñan,
mil veces entre mí digo:
«Aquesta escuela no es 1620
la que ha de ser»; pues colijo
que no ha de enseñarse un hombre
con destreza, gala y brío
a reñir, sino a por qué
ha de reñir; que yo afirmo 1625
que si hubiera un maestro solo
que enseñara, prevenido,
no el cómo, el porqué se riña,
todos le dieran sus hijos:
Con esto, y con el dinero 1630
que llevas para el camino,
y para hacer, en llegando
de asiento, un par de vestidos,

(78) Se refiere a la costumbre de saludar quitándose el som-


brero: la cortesía y las dádivas o la generosidad hacen amigos.
96 CALDERÓN DE LA BARCA

al amparo de don Lope


y mi bendición, yo fío 1635
en Dios, que tengo de verte
en otro puesto. Adiós, hijo:
que me enternezco en hablarte.
l

JUAN Hoy tus razones imprimo


en el corazón, adonde 1640
vivirán, mientras yo vivo.
Dame tu mano. Y tú, hermana,
los brazos; que ya ha partido
don Lope mi señor, y es
fuerza alcanzarlo.

ISABEL Los míos 1645


bien quisieran detenerte.

JUAN Prima, adiós.

InÉs Nada te digo


con la voz, porque los ojos
hurtan a la voz su oficio.
Adiós.

PEDRO CRESPO ¡Ea, vete presto! 1650


que cada vez que te miro,
siento más el que te vayas;
y ha de ser, porque lo he dicho.

JUAN El cielo con todos quede.

Vase.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 7

PEDRO CRESPO El cielo vaya contigo. 1655

ISABEL ¡Notable crueldad has hecho!

PEDRO CRESPO Ahora, que no le miro,


hablaré más consolado:
¿Qué había de hacer conmigo,
sino ser toda su vida 1660
un holgazán, un perdido?
Váyase a servir al Rey.

ISABEL Que de noche haya salido,


me pesa a mí.

PEDRO CRESPO Caminar


de noche por el estío, 1665
antes es comodidad,
que fatiga; y es preciso,
que a don Lope alcance luego
al instante. Enternecido
me deja, cierto, el muchacho, 1670
aunque en público me animo.

ISABEL Éntrate, señor, en casa.

INÉs Pues sin soldados vivimos,


estémonos otro poco
gozando a la puerta el frío 1675
viento que corre; que luego
saldrán por ahí los vecinos,
98 CALDERÓN DE LA BARCA

Pbro CRESPO A la verdad, no entro dentro,


porque desde aquí imagino,
como el camino blanquea, 1680
veo a Juan en el camino.
Inés, sácame a esta puerta
asiento.

InÉs Aquí está un banquillo.

ISABEL Esta tarde diz que ha hecho


la villa elección de oficios. 1685

Pero CRESPO Siempre aquí por el agosto


se hace.

Siéntanse. Salen DON ÁLVARO, el SARGENTO, REBOLLEDO,


Chispa y soldados.

Don ÁLVARO Pisad sin rijido.


Llega, Rebolledo, tú,
y da a la criada aviso
de que ya estoy en la calle. 160

REBOLLEDO Yo voy. Mas ¿qué es lo que miro?


A su puerta hay gente.

SARGENTO Y yo
en los reflejos y visos (79),

(79) Visos, «la onda de resplandor que hacen algunas cosas


heridas por la luz» (Dicc. Academia).
EL ALCALDE DE ZALAMEA 99

que la luna hace en el rostro,


que es Isabel, imagino, 1695
ésta.

Don ÁLVARO Ella es; más que la luna,


el corazón me lo ha dicho.
A buena ocasión llegamos.
Si ya, una vez que venimos,
nos atrevemos a todo,: 1700
buena venida habrá sido.

SARGENTO ¿Estás para oír un consejo?

Don ÁLVARO No.

SARGENTO Pues ya no te lo digo.


Intenta lo que quisieres.

Don ÁLVARO Yo he de llegar y atrevido 1705


quitar a Isabel de allí.
Vosotros a un tiempo mismo
impedid a cuchilladas
el que me sigan.

SARGENTO Contigo
venimos, y a tu orden hemos 1710
de estar.

Don ÁLvaro Advertid, que el sitio,


en que habemos de juntarnos,
es ese monte vecino,
100 CALDERÓN DE LA BARCA

que está a la mano derecha,


como salen del camino. 1715

REBOLLEDO ¿Chispa?

CHISPA ¿Qué?

REBOLLEDO Ten estas capas.

CHISPA Que es del reñir, imagino,


la gala, el guardar la ropa,
aunque del nadar se dijo.

Don ÁLVARO Yo he de llegar el primero. 1720

PEDRO CRESPO Harto hemos gozado el sitio.


Entrémonos allá dentro.

Don ÁLVARO Ya es tiempo. ¡Llegad, amigos!

ISABEL ¡Ah, traidor! —¡Señor! ¿Qué es


[esto?
Don ÁLVARO Es una furia, un delirio 1725
de amor.

Llévala y vase.

ISABEL ¡Ah, traidor! — ¡Señor!


[dentro]
EL ALCALDE DE ZALAMEA 101

PEDRO CRESPO ¡Ah, cobardes!

ISABEL ¡Padre mío!


[dentro]

Inés Yo quiero aquí retirarme.

Vase.

PEDRO CRESPO ¡Cómo echáis de ver (¡ah, impíos!)


que estoy sin espada, aleves, 1730
falsos y traidores!

REBOLLEDO Idos,
si no queréis que la muerte
sea el último castigo.

PEDRO CRESPO ¿Qué importará, si está muerto


mi honor, el quedar yo vivo? 1735
¡Ah, quién tuviera una espada!
porque sin armas seguirlos
es en vano; y si brioso
a ir por ella me aplico,
los he de perder de vista: 1740
¡Qué he hacer, hados esquivos,
que de cualquiera manera
es uno solo el peligro!

Sale Inés con la espada.


102 CALDERÓN DE LA BARCA

Inés Ya tienes aquí la espada.

Vase.

PEDRO CRESPO A buen tiempo la has traído: 1745


Ya tengo honra, pues ya tengo
espada con que seguiros.
Soltad la presa, traidores
cobardes, que habéis cogido,
que he de cobrarla o la vida 1730
he de perder.

SARGENTO Vano ha sido


[riñen] tu intento, que somos muchos.

PEDRO CRESPO Mis males son infinitos,


y riñen todos por mí.
Pero la tierra que piso 1755
me ha faltado.

Cae.

REBOLLEDO ¡Dale muerte!

SARGENTO Mirad, que es rigor impío


quitarle vida y honor;
mejor es en lo escondido
del monte dejarle atado, 1760
porque no lleve el aviso.

ISABEL ¡Padre y señor!


[dentro]
EL ALCALDE DE ZALAMEA 103

PEDRO CRESPO ¡Hija mía!

REBOLLEDO Retírale, como has dicho.

PEDRO CRESPO Hija, solamente puedo


seguirte con mis suspitos. 1765

[Llévanle. ]

Sale JUAN.

ISABEL ¡Ay de mí!


[dentro]

JUAN ¡Qué triste voz!

PEDRO CRESPO ¡Ay de mí!


[dentro]

JUAN ¡Mortal gemido!


A la entrada de este monte
cayó mi rocín conmigo,
veloz corriendo, y yo ciego 1770
por la maleza le sigo.
Tristes voces a una parte,
y a otra míseros gemidos
escucho, que no conozco,
porque llegan mal distintos (80). 1775

(80) En el Siglo de Oro se puede considerar una sola palabra


la construcción mal + adjetivo.
104 CALDERÓN DE LA BARCA

Dos necesidades son


las que apellidan a gritos
mi valor; y pues iguales,
a mi parecer, han sido,
y uno es hombre, otro mujer, 1780
a seguir ésta me animo;
que así obedezco a mi padre
en dos cosas que me dijo
«reñir con buena ocasión,
y honrar la mujer», pues miro, 1785
que así honto las mujeres,
y con buena ocasión riño.
JORNADA TERCERA
Ñ
$ Aeb

E ma,>.”

EE
Sale IsaBEL llorando.

ISABEL Nunca amanezca a mis ojos


la luz hermosa del día,
porque a su sombra no tenga 1790

vergijenza yo de mí misma.
¡Oh tú, de tantas estrellas
primavera fugitiva,
no des lugar a la autora,
que tu azul campaña pisa, 1795
para que con risa y llanto
borre tu apacible vista!
Y ya que ha de ser, que sea
con llanto, mas no con risa.
¡Detente, oh mayor planeta, 1800

más tiempo en la espuma fría


del mar! Deja que una vez
dilate la noche esquiva
su trémulo imperio; deja
que de tu deidad se diga, 1805
atenta a mis ruegos, que es
voluntaria y no precisa!
¿Para qué quieres salir
a ver en la historia mía
la más enorme maldad, 1810
la más fiera tiranía,
108 CALDERÓN DE LA BARCA

que en venganza de los hombres


quiere el cielo que se escriba?
Mas (¡ay de mí!) que parece
que es cruel tu tiranía; 1815
pues desde que te he rogado
que te detuvieses, miran
mis ojos tu faz hermosa
descollarse por encima
de los montes. (¡Ay de mí), 1820
que acosada y perseguida
de tantas penas, de tantas
ansias, de tantas impías
fortunas, contra mi honor
se han conjurado tus iras! 1825
¿Qué he de hacer? ¿Dónde he de ir?
Si a mi casa determinan
volver mis erradas plantas,
será dar nueva mancilla
a un anciano padre mío, 1830
que otro bien, otra alegría
no tuvo, sino mirarse
en la clara luna limpia
de mi honor, que hoy desdichado
tan torpe mancha le eclipsa. 1835
Si dejo, por su respeto
y mi temor, afligida,
de volver a casa, dejo
abierto el paso a que digan
que fui cómplice en mi infamia; 1840
y ciega e inadvertida
vengo a hacer de la inocencia
EL ALCALDE DE' ZALAMEA 109

acreedora a la malicia.
¡Qué mal hice, qué mal hice
de escaparme fugitiva 1845
de mi hermano! ¿No valiera
más que su cólera altiva
me diera la muerte, cuando
llegó a ver la suerte mía?
Llamarle quiero, que vuelva 1850
con saña más vengativa,
y me dé muerte. Confusas
voces el eco repita,
diciendo...

PEDRO CRESPO Vuelve a matarme,


[dentro] serás piadoso homicida; 1855
que no es piedad el dejar
a un desdichado con vida.

ISABEL ¿Qué voz es ésta, que mal


pronunciada y poco oída,
no se deja conocer? 1860

PEDRO CRESPO Dadme muerte, si os obliga


ser piadosos.

ISABEL ¡Cielos, cielos!


Otro la muerte apellida (81),
otro desdichado hay más

(81) Apellida, «llama»,


110 CALDERÓN DE LA BARCA

que hoy a pesar suyo viva. 1865


Mas ¿qué es lo que ven mis ojos?

Descúbrese CRESPO atado.

Pero CRESPO Si piedades solicita


cualquiera que aqueste monte
temerosamente pisa,
llegue a dar muerte... Mas
[¡cielos! 1870
¿qué es lo que mis ojos miran?

ISABEL Atadas atrás las manos


a una rigurosa encina...

PEDRO CRESPO Enterneciendo los cielos


con las voces que apellida... 1873

ISABEL ... mi padre está.

PEDRO CRESPO ... mi hija viene.

ISABEL ¡Padre y señor!

PeDrO CRESPO ¡Hija mía!


Llégate, y quita estos lazos.

ISABEL No me atrevo; que si quitan


los lazos, que te aprisionan, 1880
una vez las manos mías,
no me atreveré, señor,
a contarte mis desdichas, .
EL ALCALDE DE ZALAMEA 111

a referirte mis penas;


porque, si una vez te miras 1885
con manos y sin honor,
me darán muerte tus iras,
y quiero, antes que las veas (82),
referirte a mis fatigas.

PEDRO CRESPO Detente, Isabel, detente. 1890


No prosigas; que desdichas,
Isabel, para contatlas,
no es menester referirlas.

ISABEL Hay muchas cosas que sepas,


y es forzoso que al decirlas 1895
tu valor se irrite, y quieras
vengatlas antes de oírlas.
Estaba anoche gozando
la seguridad tranquila,
que al abrigo de tus canas 1900
mis años me prometían,
cuando aquellos embozados
traidores, que determinan
que lo que el honor defiende
el atrevimiento rinda, 1903) 0
me robaron; bien así,
como de los pechos quita
carnicero hambriento lobo
a la simple corderilla.
Aquel capitán, aquel 1910

(82) Las veas, se refiere a las manos libres.


112 CALDERÓN DE LA BARCA

huésped ingrato, que el día


primero introdujo en casa
tan nunca esperada cisma
de traiciones y cautelas,
de pendencias y rencillas, 1915
fue el primero que en sus brazos
me cogió, mientras le hacían
espaldas otros traidores,
que la bandera militan.
Aqueste intrincado, oculto, 1920
monte, que está a la salida
del lugar, fue su sagrado:
equándo de la tiranía
no son sagrados los montes?
Aquí ajena de mí misma 1925
dos veces me miré, cuando
aun tu voz, que me seguía,
me dejó, porque ya el viento
a quien tus acentos fías,
con la distancia, por puntos (83) 1930
adelgazándose iba;
de suerte, que las que eran
antes razones distintas,
no eran voces, sino tuido,
luego en el viento esparcidas, 1935
no eran voces, sino ecos
de unas confusas noticias;
como aquel que oye un clarín,
que, cuando de él se retira,

(83) Por puntos, «poco a poco»,


EL ALCALDE DE ZALAMEA 113
le queda por mucho rato, 1940
si no el ruido, la noticia.
El traidor pues, en mirando
que ya nadie hay que le siga,
que ya nadie hay que me ampare,
porque hasta la luna misma 1945
ocultó entre pardas sombras,
o criiel o vengativa,
aquella (¡ay de mí!) prestada
luz, que del sol participa,
pretendió (¡ay de mí otra vez 1250
y otras mil!) con fementidas
palabras buscar disculpa
a su amor. ¿A quién no admira
querer de un instante a otro
hacer la ofensa caricia? 1955
¡Mal haya el hombre, mal haya
el hombre, que solicita
por fuerza ganar un alma!
Pues no advierte, pues no mira,
que las victorias de amor 1960
no hay trofeo en que consistan,
sino en granjear el cariño
de la hermosura que estiman;
porque querer sin el alma
una hermosura ofendida, 1965
es querer a una muger
hermosa, pero no viva.
¿Qué ruegos, qué sentimientos,
ya de humilde, ya de altiva,
no le dije? Pero en vano; 1970
114 CALDERÓN DE LA BARCA

pues (calle aquí la voz mía),


soberbio (enmudezca el llanto),
atrevido (el pecho gima),
descortés (lloren los ojos),
fiero (ensordezca la envidia), 123
tirano (falte el aliento),
osado (luto me vista)...,
y si lo que la voz yerra,
tal vez con la acción se explica,
de vergiienza cubro el rostro, 1280
de empacho lloro, ofendida,
de rabia tuerzo las manos,
el pecho rompo de ira.
Entiende tú las acciones;
pues no hay voces que lo digan. 1985
Baste decir que a las quejas
de los vientos repetidas,
en que ya no pedía al cielo
socorro, sino justicia,
salió el alba, y con el alba (84), 1920
trayendo a la luz por guía,
sentí ruido entre unas ramas.
Vuelvo a mirar quién sería,
y veo a mi hermano (¡ay cielos!)
¿Cuándo, cuándo (¡ah suerte
[impía) 1995
llegaron a un desdichado
los favores más aprisa?

(84) En realidad el alba aparece después, cuando Isabel, ya


líbre, huye.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 115

Él, a la dudosa luz


que, si no alumbra, ilumina,
reconoce el daño antes 2000
que ninguno se lo diga,
que son linces los pesares,
que penetran con la vista.
Sin hablar palabra, saca
el acero, que aquel día 2005
le ceñiste; el capitán,
que el tardo socorro mira
en mi favor, contra el suyo
saca la blanca cuchilla:
cierra el uno con el otro; 2010
éste repara, aquél tira (85);
y yo, en tanto que los dos
generosamente lidian,
viendo temerosa y triste,
que mi hermano no sabía, 2015
si tenía culpa o no,
por no aventurar mi vida
en la disculpa, la espalda
vuelvo, y por la entretejida
maleza del monte huyo; 2020
pero no con tanta prisa,
que no hiciese de unas ramas
intrincadas celosías;
porque deseaba, señor,
saber lo mismo que huía. 2025
A poco rato mi hermano

(85) Reparar, detener una estocadora,


116 CALDERÓN DE LA BARCA

dio al capitán una herida.


Cayó, quiso asegundartle,
cuando los que ya venían
buscando a su capitán, 2030
en su venganza se irritan.
Quiere defenderse; pero
viendo que era una cuadrilla,
corre veloz. No le siguen,
porque todos determinan 2035
más acudir al remedio,
que a la venganza que incitan.
En brazos al capitán
volvieron hacia la villa,
sin mirar en su delito; 2040
que en las penas sucedidas
acudir determinaron
primero a la más precisa.
Yo, pues, que atenta miraba
eslabonadas y asidas 2045
unas ansias de otras ansias,
ciega, confusa y corrida (86),
discurrí, bajé, corrí,
sin luz, sin norte, sin guía,
monte, llano y espesura, 2050
hasta que a tus pies rendida,
antes que me des la muerte,
te he contado mis desdichas.
Ahora, que ya las sabes,
generosamente anima 2055

(86) Corrida, «avergonzada».


EL ALCALDE DE ZALAMEA 117

contra mi vida el acero,


el valor contra mi vida;
que ya para que me mates
aquestos lazos te quitan
mis manos; algunos de ellos 2060
mi cuello infeliz oprima.
Tu hija soy, sin honra estoy,
y tú libre; solicita
con mi muerte tu alabanza,
para que de ti se diga, 2065
que, por dar vida a tu honor,
diste la muerte a tu hija.

[Arrodillase.]

PEDRO CRESPO Alzate, Isabel, del suelo;


no, no estés más de rodillas;
que a no haber estos sucesos 2070
que atormenten y que aflijan,
ociosas fueran las penas,
sin estimación las dichas:
para los hombres se hicieron,
y es menester que se impriman 2075
con valor dentro del pecho:
Isabel, vamos aprisa;
demos la vuelta a mi casa;
que este muchacho peligra,
y hemos menester hacer 2080
diligencias exquisitas,
por saber de él, y ponerle
en salvo.
118 CALDERÓN DE LA BARCA

ISABEL ¡Fortuna mía!


[aparte] o mucha cordura o mucha
cautela es ésta.

PEDRO CRESPO Camina. 2085


y ¡vive Dios! que si la fuerza
y necesidad precisa
de curarse hizo volver
al capitán a la villa,
que pienso que le está bien 2090
morirse de aquella herida,
por excusarse de otra
y otras mil; que el ansia mía
no ha de parar hasta darle
la muerte. ¡Ea!, vamos, hija, 2025
a nuestra casa.

Sale el escribano.

ESCRIBANO ¡Oh, señor,


Pedro Crespo! ¡Dame albricias!

PEDRO CRESPO ¿Albricias? ¿De qué, escribano?

ESCRIBANO El concejo aqueste día


os ha hecho alcalde, y tenéis 2100
| para estrena de justicia
dos grandes acciones hoy;
la primera es la venida
del Rey, que estará hoy aquí,
o mañana, en todo el día, 2105
según dicen; es la otra,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 119

que ahora han traído a la villa


de secreto unos soldados
a curarse con gran prisa
aquel capitán, que ayer * 2110
tuvo aquí su compañía.
Él no dice quién le hirió;
pero si esto se averigua,
será una gran causa.

PEDRO CRESPO ¡Cielos,


[aparte] cuando vengarme imagina, 2115
me hace dueño de mi honor
la vara de la justicia!
¿Cómo podré delinquir
yo, si en esta hora misma
me ponen a mí por juez, 2120
para que otros no delincan?
Pero cosas como aquestas
no se ven con tanta prisa.
[al escribano] En extremo agradecido
estoy a quien solicita 2125
honrarme.

ESCRIBANO Vení a la casa


del concejo, y, recibida
la posesión de la vara,
haréis en la causa misma
averiguaciones.

PEDRO CRESPO Vamos. 2130


La Isabel] Á tu casa te retira.
120 CALDERÓN DE LA BARCA

ISABEL ¡Duélase el cielo de mí!


[aparte] Yo he de acompañarte.

PEDRO CRESPO Hija,


ya tenéis el padre alcalde,
él os guardará justicia. 2135

Vanse.

Salen DON ÁLVARO con banda, como herido,


y el SARGENTO.

Don ÁLVARO Pues la herida no era nada,


¿por qué me hicisteis volver
aquí?

SARGENTO ¿Quién pudo saber


lo que era antes de curada?
Ya la cura prevenida, 2140
hemos de considerar,
que no es bien aventurar
hoy la vida por la herida.
¿No fuera mucho peor,
que te hubieras desangrado? 2145

Don ÁLVARO Puesto que ya estoy curado,


detenernos será error.
Vámonos, antes que cotta
voz de que estamos aquí.
¿Están bien los otros?
EL ALCALDE DE ZALAMEA 121

SARGENTO Sí. 2150

Don ÁLVARO Pues la fuga nos socorra


del riesgo de estos villanos,
que, si se llega a saber
que estoy aquí, habrá de ser
fuerza apelar a las manos. 2155

Sale REBOLLEDO.

REBOLLEDO La justicia aquí se ha entrado.

Don ÁLVARO ¿Qué tiene que ver conmigo


justicia ordinaria? (87).

REBOLLEDO Digo,
que hasta aquí ha llegado.

Don ÁLVARO Nada me puede a mí estar 2160


mejor, llegando a saber
que estoy aquí, y no temer
a la gente del lugar;
que la justicia es forzoso
remitirme en esta tierra 2165
a mi consejo de guetta;
con que, aunque el lance es penoso,
tengo mi seguridad.

(87) El capitán, que se rige por el fuero militar, no acepta


la justicia civil u ordinaria.
122 CALDERÓN DE LA BARCA

REBOLLEDO Sin duda se ha querellado


el villano.

Don ÁLVARO Eso he pensado. 2170

ESCRIBANO Todas las puertas tomad,


[dentro] y no me salga de aquí
soldado que aquí estuviere;
y al que salirse quisiere,
matadle. 2175

Don ÁLVARO Pues cómo así


entráis, mas ¡qué es lo que veo!

- Sale PEDRO CRESPO con vara, y los más que puedan


con él.

PEDRO CRESPO ¿Cómo no? A mi parecer,


¿la justicia ha menester
más licencia, a lo que creo?

Don ÁLVARO La justicia, cuando vos 2180


de ayer acá lo seáis,
no tiene, si lo miráis,
que ver conmigo.

PEDRO CRESPO Por Dios,


señor, que no os alteréis;
que sólo a una diligencia 2185
vengo, con vuestra licencia,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 123

aquí, y que solo os quedéis


importa.

DON ÁLVARO Salíos de aquí.


[a los soldados]

PEDRO CRESPO Salíos vosotros también.


[al escribano] Con esos soldados ten 2190
gran cuidado.

ESCRIBANO Hatélo así.

Vanse los labradores y soldados.

PEDRO CRESPO Ya que yo, como justicia,


me valí de su respeto,
para obligaros a oírme,
la vara a esta parte dejo, 2193
y como un hombre no más
deciros mis penas quiero.

Arrima la vara.

Y puesto que estamos solos,


señor don Álvaro, hablemos
más claramente los dos, 2200
sin que tantos sentimientos,
como tienen encerrados
en las cárceles del pecho,
acierten a quebrantar
124 CALDERÓN DE LA BARCA

las prisiones del silencio. 2205


Yo soy un hombre de bien;
que a escoger mi nacimiento,
no dejara, es Dios testigo,
un escrúpulo, un defecto
en mí, que suplir pudiera 2210
la ambición de mi deseo.
Siempre acá entre mis iguales
me he tratado con respeto,
de mí hacen estimación
el cabildo y el concejo. 2215
Tengo muy bastante hacienda,
porque no hay, gracias al cielo,
otro labrador más rico
en todos aquestos pueblos
de la comarca. Mi hija 2220
se ha criado, a lo que pienso,
con la mejor opinión,
virtud y recogimiento
del mundo, tal madre tuvo,
téngala Dios en el Cielo.
Bien pienso que bastará,
señor, para abono de esto,
el ser rico, y no haber quien
me murmure, ser modesto,
y no haber quien me baldone; 2230
y mayormente viviendo
en un lugar corto, donde
otra falta no tenemos
más que decir unos de otros
las faltas y los defectos; 2235
EL ALCALDE DE ZALAMEA 125

y pluguiera a Dios, señor,


que se quedara en saberlos.
Si es muy hermosa mi hija,
díganlo vuestros extremos,
aunque pudiera, al decirlos, 2240
con mayores sentimientos
llorar. Señor, ya esto fue
mi desdicha, no apuremos
toda la ponzoña al vaso;
quédese algo al sufrimiento. 2245
No hemos de dejar, señor,
salirse con todo al tiempo;
algo hemos de hacer nosotros
para encubrir sus defectos.
Éste ya veis si es bien grande, 2250
pues aunque encubrirle quiero,
no puedo; que sabe Dios,
que a poder estar secreto
y sepultado en mí mismo,
no viniera a lo que vengo; 2255
que todo esto remitiera,
por no hablar, al sufrimiento.
Deseando, pues, remediar
agravio tan manifiesto,
buscar remedio a mi afrenta 2260
es venganza, no es remedio;
y vagando de uno en otto,
uno solamente advierto,
que a mí me está bien y a vos
no mal; y es, que desde luego 2265
os toméis toda mi hacienda,
A

126 CALDERÓN DE LA BARCA

sín que para mi sustento


ni el de mi hijo, a quien yo
traeré a echar a los pies vuestros,
reserve un maravedí, 2270
sino quedarnos pidiendo
limosna, cuando no haya
otro camino, otro medio
con que poder sustentarnos.
Y si queréis desde luego 2275
-> poner una S y un clavo (88)
hoy. a los dos y vendernos,
será aquesta cantidad
más del dote que os ofrezco.
Restaurad una opinión, 2280
que habéis quitado. No creo,
que desluzcáis vuestro honor,
porque los merecimientos, -
que vuestros hijos, señor,
perdieren, por ser mis nietos, 2285
ganarán con más ventaja,
señor, por ser hijos vuestros.
En Castilla, el refrán dice,
que el caballo (y es lo cierto)
lleva la silla. Mirad, 2290

De rodillas.

que a vuestros pies os lo ruego


de rodillas y llorando

(88) Era costumbre marcar a los esclavos con una S en una


mejilla y un clavo en la otra, lo que componía la palabra Sclavo.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 127

sobre estas cañas que el pecho,


viendo nieve y agua, piensa,
que se me están derritiendo. 2225
¿Qué os pido? Un honor os pido,
que me quitasteis vos mesmo;
y con ser mío, parece,
según os lo estoy pidiendo
con humildad, que no es mío 2300
lo que os pido, sino vuestro.
Mirad, que puedo tomatle
por mis manos, y no quiero,
sino que vos me lo deis.

Don ÁLVARO Ya me falta el sufrimiento, 2305


viejo cansado y prolijo,
agradeced que no os doy
la muerte a mis manos hoy,
por vos y por vuestro hijo;
porque quiero que debáis 2310
no andar con vos más crijel
a la beldad de Isabel.
Si vengar solicitáis
por armas vuestra opinión,
poco tengo que temer; 2315
si por justicia ha de ser,
no tenéis jurisdicción. -

PEDRO CRESPO ¿Que, en fín, no os mueve mi llanto?

Don ÁLVARO Llanto no se ha de creer


de viejo, niño y mujer. 2320
128 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO ¿Que no pueda dolor tanto


mereceros un consuelo?

Don ÁLVARO ¿Qué más consuelo quetéis,


pues con la vida volvéis?

PEDRO CRESPO Mirad que echado en el suelo 232


mi honor a voces os pido.

Don ÁLVARO ¡Qué enfado!

PEDRO CRESPO Mirad que soy


alcalde en Zalamea hoy.

Don ÁLVARO Sobre mí no habéis tenido


jurisdicción. El consejo 2330
de guerra enviará por mí.

PEDRO CRESPO ¿En eso os resolvéis?

Don ÁLVARO Sí.


caduco y cansado viejo.

PeDrRO CRESPO ¿No hay remedio?

Don ÁLVARO El de callar


es el mejor para vos. 2335

PeDro CRESPO ¿No otro?

Don ÁLVARO No.


EL ALCALDE DE ZALAMEA 129

PEDRO CRESPO Pues ¡juro a Dios,

Levántase.

que me lo habéis de pagar!


¡Hola!

Toma la vara.

ESCRIBANO ¿Señor?
[dentro]

Don ÁLVARO ¿Qué querrán


estos villanos hacer?

Salen los labradores.

ESCRIBANO ¿Qué es lo que mandas?

PEDRO CRESPO Prender 2340


mando al señor capitán.

Don ÁLVARO ¡Buenos son vuestros extremos!


Con un hombre como yo,
y en servicio del Rey, no
se puede hacer.

PEDRO CRESPO Probatemos. 2345


De aquí, si no es preso o muerto,
no saldréis,
130 CALDERÓN DE LA BARCA

Don ÁLVARO Yo os apercibo


que soy un capitán vivo.

PEDRO CRESPO ¿Soy yo acaso alcalde muerto?


Daos al instante a prisión. 2350

Don ÁLVARO No me puedo defender,


fuerza es dejarme prender.
Al Rey de esta sinrazón
me quejaré.

PEDRO CRESPO Yo también


de esa otra; y aun bien que está 2355
cerca de aquí, y nos oirá
a los dos. Dejar es bien
esa espada.

Don ÁLVARO No es razón


que...

PEDRO CRESPO ¿Cómo no, si vais preso?

Don ÁLVARO Tratad con respeto.

PEDRO CRESPO Eso 2360

está muy puesto en razón.


[al escribano] Con respeto le llevad
a las casas, en efeto,
del concejo, y con respeto
un par de grillos le echad 2365
y una cadena, y tened
EL ALCALDE DE ZALAMEA 131

con respeto gran cuidado,


que no hable a ningún soldado.
Y a todos también poned
en la cárcel, que es razón, 2370
y aparte, porque después
con respeto a todos tres
les tomen la confesión:
¡Y aquí, para entre los dos,
si hallo harto paño, en efecto, 2373
con muchísimo respeto,
os he de ahotrcar, juro a Dios!

Don ÁLVARO ¡Ah villanos con poder!

Vanse.

Salen REBOLLEDO, CHISPA, el ESCRIBANO y CRESPO.

ESCRIBANO Este paje, este soldado,


son a los que mi ciiidado 2380
sólo ha podido prender; |
que otro se puso en hiida.

PEDRO CRESPO Este el pícaro es que canta,


con un paso de garganta (89)
no ha de hacer otro en su vida. 2385
4

REBOLLEDO ¿Pues qué delito es, señor,


el cantar?

(89) Paso de garganta, en la música, modulaciones de la voz;


pero aquí se refiere a cantar en el sentido de confesar,
132 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Que es virtud siento,


y tanto, que un instrumento
tengo en que cantéis mejor.
Resolveos a decir... 2390

REBOLLEDO ¿Qué?

PEDRO CRESPO cuanto anoche pasó...

REBOLLEDO Tu hija, mejor que yo,


lo sabe.

PEDRO CRESPO O has de morir.

CHISPA Rebolledo, determina


negarlo punto por punto; 2395
serás, si niegas, asunto
para una jacarandina,
que cantaré (90).

PEDRO CRESPO ¿A vos, después,


quién otra os ha de cantar?

CHISPA A mí no me puedan dar 2400


tormento.

PEDRO CRESPO Sepamos, pues,


por qué.

(90) En efecto, en las jácatas o jacarandinas se trataba con


frecuencia del valor de los rufianes que no habían confesado en el
tormento.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 133

CHISPA Esto es cosa asentada,


y que no hay ley que tal mande.

PeDrRO CRESPO ¿Qué causa tenéis?

CHISPA Bien grande.

PEDRO CRESPO ¿Decid, cuál?

CHISPA Estoy preñada. 2405

PEDRO CRESPO ¡Hay cosa másá atrevida!,


¡Hay da!
mas la cólera me inquieta.
¿No sois paje de jineta? -

CHISPA No, señor, sino de brida (91).

PEDRO CRESPO Resolveos a decir 2410


vuestros dichos.

CHISPA Sí diremos,
y aún más de lo que sabemos;
que peor será morir.

PEDRO CRESPO Eso excusará a los dos


del tormento.

(91) Brida, forma de cabalgar con las riendas cortas y los


estribos altos, lo que supone llevar las piernas encogidas. Jineta,
con riendas y estribos largos, «propia cavallería para hombres de
armas», dice Covarrubias. La respuesta tiene un sentido erótico,
probablemente.
134 CALDERÓN DE LA BARCA

CHISPA Si es así, 2415


pues pata cantar nací,
he de cantar, vive Dios.
[canta] ¡Tormento me quieren dar!

REBOLLEDO Y ¿qué quieren darme a mí?


[canta]

PEDRO CRESPO ¿Qué hacéis?

CHISPA Templar desde aquí, 2420


pues que vamos a cantar.

Vanse.

Sale JUAN.

JUAN Desde que al traidor herí


en el monte, desde que
riñendo con él, porque
llegaron tantos, volví 2425
la espalda, el monte he corrido,
la espesuta he penetrado,
y a mi hermana no he encontrado.
En efecto me he atrevido
a venirme hasta el lugar, 2430
y entrar dentro de mi casa,
donde todo lo que pasa
a mi padre he de contar.
Veré lo que me aconseja
EL ALCALDE DE ZALAMEA 135

que haga, cielos, en favor 2435


de mi vida y de mi honor.

Salen Inés e ISABEL, muy triste.

Inés Tanto sentimiento deja;


que vivir tan afligida,
no es vivir, matarte es.

ISABEL Pues ¿quién te ha dicho (¡ay


[Inés!) 240
que no abortezco la vida?

JUAN Diré a mi padre... (¡Ay de mí!)


¿No es ésta Isabel? Es llano,
pues ¿qué espero?

Saca la daga.

InÉs ¡Primo!

ISABEL ¡Hermano!
¿qué intentas?

JUAN Vengar así 2445


la ocasión, en que hoy has puesto
mi vida y mi honor.

ISABEL ¡Advierte!...,

JUAN Tengo de darte la muerte,


¡viven los cielos!

Sale PEDRO CRESPO.


136 CALDERÓN DE LA BARCA

PeEDrRO CRESPO ¿Qué es esto?

JUAN Es satisfacer, señor, 2450


una injuria, y es vengat
una ofensa, y castigat...

PEDRO CRESPO Basta, basta; que es error


que os atreváis a venir...

JUAN ¿Qué es lo que mirando estoy? 2423

PEDRO CRESPO ... delante así de mí hoy,


acabando ahora de herir
en el monte un capitán.

JUAN Señor, si le hice esa ofensa,


que fue en hontada defensa 2460
de tu honor.

PEDRO CRESPO ¡Ea, basta, Juan!


¡Hola! ¡Llevadle también preso!

JUAN ¿A tu hijo, señor,


tratas con tanto rigor?

PEDRO CRESPO Y aun a mi padre también 2465


con tal rigor le tratara.
[aparte] Aquesto es asegurar
su vida, y han de pensar,
que es la justicia más rata
del mundo.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 137

JUAN Escucha, porque, 2470


habiendo un traidor herido,
a mi hermana he pretendido
matar también...

PEDRO CRESPO Ya lo sé.


Pero no basta sabello
yo como yo, que ha de ser 2415
como alcalde, y he de hacer
información sobre ello;
y hasta que conste, qué culpa
te resulta del proceso
tengo de tenerte preso. 2480
[aparte] Yo le hallaré la disculpa.

JUAN Nadie entender solicita


tu fin, pues sin honra ya
prendes a quien te la da,
guardando a quien te la quita. 2485

Llévanle preso.

PEDRO CRESPO Isabel, entra a firmar


esta querella, que has dado
contra aquel que te ha injuriado.

ISABEL Tú, que quisiste ocultar


la ofensa que el alma llora 2490
¿así intentas publicarla?
Pues no consigues vengatla,
consigue el callarla ahora:
138 CALDERÓN DE LA BARCA

que ya que, como quisiera,


me quita esta obligación 2495
satisfacer mi opinión,
ha de ser de esta manera.

Vase.

PEDRO CRESPO Inés, pon ahí esa vara;


pues que por bien no ha querido
ver el caso concliido, 2500
querrá por mal.

Don Lore ¡Para, para!


[dentro]

Pero CRESPO ¿Qué es aquesto? ¿Quién, quién hoy


se apea en mi casa así?
Pero ¿quién se ha entrado aquí?

Sale DON LOPE.

Don LopE ¡Oh Pero Crespo! Yo soy, 2505


que, volviendo a este lugar
de la mitad del camino,
donde me trae, imagino,
un grandísimo pesar,
no era bien ir a apearme 2510
a otra parte, siendo vos
tan mi amigo.

PEDRO CRESPO ¡Guárdeos Dios!


que siempre tratáis de honrarme.
ÉL ALCALDE DE ZALAMEA 139

Don LoPE Vuestro hijo no ha parecido


por allá.

Pepro CRESPO - Presto sabréis 2515


la ocasión. La que tenéis,
señor, de haberos venido,
me haced merced de contar;
que venís mortal, señor.

Don LopPE La desvergienza es mayor, 2520


que se puede imaginar.
Es el mayor desatino,
que hombre ninguno intentó.
Un soldado me alcanzó,
y me dijo en el camino... 2525
¡Que estoy perdido, os confieso,
de cólera!...

PEDRO CRESPO Proseguí.

Don LoPE . que un alcaldillo de aquí


Alcapitán tiene preso; ade
y ¡voto a Dios! no he sentido 2530
en toda aquesta jornada
esta pierna excomulgada,
sino es hoy, que me ha impedido
el haber antes llegado
donde el castigo le dé. 2535
¡Vive Jesucristo, que
al grande desvergonzado
a palos le he de matar!
140 CALDERÓN DE LA BARCA

PeDrRO CRESPO Pues habéis venido en balde;


porque pienso, que el alcalde 2540
no se los dejará dar.

Don LopPE Pues dárselos sin que deje


dárselos.

PEDRO CRESPO Malo lo veo;


ni que haya en el mundo creo,
quien tan mal os aconseje. 2345
¿Sabéis por qué le prendió?

Don LoPE No; mas sea lo que fuerte,


justicia la parte espere
de mí; que también sé yo
degollar, si es necesario. 25530

PEDRO CRESPO Vos no debéis de alcanzar,


señor, lo que en un lugar
es un alcalde ordinario.

Don LoPE ¿Será más que un villanote?

Pero CRESPO Un villanote será, 2535


que, si cabezudo da
en que ha de darle garrote,
¡par Dios!, se salga con ello.

Don LoPE No se saldrá tal, ¡par Dios!


y sí por ventura vos, 2560
si sale o no, queréis vello,
decidme do vive o no.
EL ALCALDE DE ZALAMEA 141

PEDRO CRESPO Bien cerca vive de aquí.

Don LoPE Pues a decirme vení


quién es el alcalde.

PEDRO CRESPO Ol 2565

Don LoPE ¡Voto a Dios, que lo sospecho!

PEDRO CRESPO ¡Voto a Dios, como os lo he dicho!

Don LoPE Pues, Crespo, lo dicho dicho.

PEDRO CRESPO Pues, señor, lo hecho hecho.

Don LoPE Yo por el preso he venido, 2570


y a castigar este exceso.

PEDRO CRESPO Pues yo acá le tengo preso


por lo que acá ha sucedido.

Don LoPE ¿Vos sabéis que a servir pasa


al Rey, y soy su juez yo? 2575

PeDro Crespo ¿Vos sabéis que me robó


a mi hija de mi casa?

Don LoPE ¿Vos sabéis que mi valor


dueño de esta causa ha sido?

PEDRO CRESPO ¿Vos sabéis cómo, atrevido, 2580


robó en un monte mi honor?
142 CALDERÓN DE LA BARCA

Don LopPE ¿Vos sabéis cuánto os prefiere (92)


el cargo que he gobernado?

PEDRO CRESPO ¿Vos sabéis que le he rogado


con la paz, y no la quiere? 2585

Don LoPE ¿Que os entráis, es bien se arguya,


en otra jurisdicción?

Pero CRESPO Él se me entró en mi opinión,


| sin ser jurisdicción suya.

Don LopE Yo sabré satisfacer 2590


obligándome a la paga.

PEDRO CRESPO Jamás pedí a nadie, que haga


lo que yo me pueda hacer. -

Don LoPE Yo me he de llevar el preso;


ya estoy en ello empeñado. 2595

Pero CRESPO Yo por acá he sustanciado


el proceso.

- Don LoPE ¿Qué es proceso?

PEDRO CRESPO Unos pliegos de pzbel,


que voy juntando, en razón
de hacer la averiguación 2600
de la causa.

(92) Prefiere, va delante, es más importante.


EL ALCALDE DE ZALAMEA 143

Don LopPE Iré por él


a la cárcel.

PEDRO CRESPO No embarazo


que vais, solo se repare (93),
que hay orden, que al que llegare
le den un arcabuzazo. 2605

Don LopPE Como a esas balas estoy


enseñado yo a esperar...
Mas no se ha de aventurar
nada en el acción de hoy.
¡Hola, soldado! 1d volando, 2610
y a todas las compañías,
que alojadas estos días
han estado, y van marchando,
decid, que bien ordenadas
lleguen aquí en escuadrones, 2615
con balas en los cañones,
y con las cuerdas caladas (94).

SOLDADO No fue menester llamar


la gente; que habiendo oído
aquesto que ha sucedido, 2620
se ha entrado en el lugar.
Don LopPE Pues ¡voto a Dios! que he de ver,
si me dan el preso o no.

(93) Que vais, hoy diríamos «que vayáis».


(94) Con las cuerdas caladas, «con las mechas preparadas».
144 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Pues, ¡voto a Dios! que antes yo


haré lo que se ha de hacer 2625

Éntranse.

Tocan cajas, y dicen dentro.

Don LoPE Ésta es la cárcel, soldados,


[dentro] adonde está el capitán.
Si no os le dan, al momento
poned fuego y la abrasad.
Y si se pone en defensa 2630
el lugar, todo el lugar.

ESCRIBANO Ya, aunque la cárcel enciendan


[dentro] no han de darle libertad.

Don LoPE ¡Mueran aquestos villanos!


[dentro]

PEDRO CRESPO ¿Que mueran? Pues ¿qué? ¿no


[dentro] [hay más? 2635

Don LopE Socorro les ha venido.


[dentro] ¡Romped la cárcel, llegad,
romped la puerta!

Salen los soldados, y DON LOPE por un lado,


y por otro el REY, CRESPO y acompañamiento.

Rey ¿Qué es esto?


Pues ¿de esta manera estáis,
viniendo yo?
EL ALCALDE DE ZALAMEA 145

Don LoPE Ésta es, señor, 2640


la mayor temeridad
de un villano, que vio el mundo.
Y ¡vive Dios! que a no entrar
en el lugar tan aprisa,
señor, Vuestra Majestad, 2645
que había de hallar luminarias (95)
puestas por todo el lugar.

Rey ¿Qué ha sucedido?

Don LoPE Un alcalde


ha prendido un capitán,
y viniendo yo por él 2650
nole quieren entregar.

Rey ¿Quién es el alcalde?

PEDRO CRESPO Yo.

Rey ¿Y qué disculpa me dais?

PEDRO CRESPO Este proceso, en que bien


probado el delito está, 2655
digno de muerte por ser
una doncella robar,
forzarla en un despoblado,

(95) «Luminarias. Las luzes que se ponen en las torres y


sobre las murallas y en las galerías de las casas y ventanas en
señal de fiesta y regozijo público» (Cov.). Don Lope se refiere
irónicamente al incendio del pueblo,
146 CALDERÓN DE LA BARCA

y no quererse casar
con ella, habiendo su padre 2660
rogádole con la paz.

Don LopPE Éste es el alcalde, y es


su padre.

Pepro CRESPO No importa en tal


caso; porque, si un extraño
se viniera a querellar, 2665
¿no había de hacer justicia?
Sí. ¿Pues qué más se me da
hacer por mi hija lo mismo
que hiciera por los demás?
Fuera de que, como he preso 2670
un hijo mío, es verdad
que no escuchara a mi hija,
pues era la sangre igual.
Mírese, si está bien hecha
la causa; miren, si hay 2675
quien diga que yo haya hecho
en ella alguna maldad,
si he inducido algún testigo,
si está escrito algo de más
de lo que he dicho, y entonces 2680
me den muerte.

Bien está
sustanciado. Pero vos
no tenéis autoridad
de ejecutar la sentencia,
=>
EL ALCALDE DE ZALAMEA 147

que toca a otro tribunal. 2685


Allá hay justicia, y así
remitid el preso.

PEDRO CRESPO Mal


podré, señor, remitirle;
porque, como por acá
no hay más, que sola una
[audiencia, 26%
cualquier sentencia que hay
la ejecuta ella; y así,
ésta ejecutada está.

Rey ¿Qué decís?

PEDRO CRESPO Si no creéis


que es esto, señor, verdad, 2695
volved los ojos, y vedlo.
Aqueste es el capitán.

Aparece dado garrote en una silla DON ÁLVARO.

Rey Pues ¿cómo así os atrevisteis?

PEDRO CRESPO Vos habéis dicho que está


bien dada aquesta sentencia, 2700
luego esto no está hecho mal.

¿El consejo no supiera


la sentencia ejecutar?
148 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Toda la justicia vuestra


es sólo un cuerpo no más; 2705
si éste tiene muchas manos,
decid, ¿qué más se me da
matar con aquesta un hombre,
que esta otra había de ma-
[tar?
Y ¿qué importa errar lo
[menos, 2710
quien ha acertado lo más?

Pues ya que aquesto es así,


¿por qué, como a capitán
y caballero, no hicisteis
degollarle?

PEDRO CRESPO ¿Eso dudáis? 2715


Señor, como los hidalgos
viven tan bien por acá,
el verdugo que tenemos
no ha aprendido a degollar;
y ésa es querella del
[muerto (96), 2720
que toca a su autoridad,
y hasta que él mismo se queje,
no les toca a los demás.

(96) Querella del muerto, es decir «a petición de parte»:


es el ofendido quien debe denunciar el hecho para que intervenga
la justicia que en este tipo de casos no actúa «de oficio». La
defensa de P. Crespo no deja de ser un macabro sarcasmo,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 149

Don Lope, aquesto ya es hecho,


bien dada la muerte está; 2725
que errar lo menos no importa
si acertó lo principal.
Aquí no quede soldado
alguno, y haced marchar
con brevedad; que me importa 2730
llegar presto a Portugal.
Vos, por alcalde perpetuo
de aquesta villa os quedad.

PEDRO CRESPO Sólo vos a la justicia


tanto supierais honrar. 2735

Don LoPE Agradeced al buen tiempo


que llegó Su Majestad.

PEDRO CRESPO ¡Par Dios!, aunque no llegara


no tenía remedio ya.

Don LopPE ¿No fuera mejor hablarme, 2740


dando el preso, y remediar
el honor de vuestra hija?

PEDRO CRESPO En un convento entrará,


que ha elegido, y tiene esposo,
que no mira en calidad, 2745

Don LorE Pues dadme los demás presos.


y

150 CALDERÓN DE LA BARCA

PEDRO CRESPO Al momento los sacad.

Salen todos.

Don LopE Vuestro hijo falta; porque


siendo mi soldado ya,
no ha de quedar preso.

PEDRO CRESPO Quiero 2750


también, señor, castigar
el desacato que tuvo
de herir a su capitán;
que, aunque es verdad que su honor
a esto le pudo obligar, 2755
de otra manera pudiera.

Don LopPE Pero Crespo, bien está:


Llamadle.

Pero CRESPO Ya él está aquí.

Sale JUAN.

JUAN Las plantas, señor, me dad;


que a ser vuestro esclavo iré, 2760

REBOLLEDO Yo no pienso ya cantar


en mi vida,
EL ALCALDE DE ZALAMEA 191

CHISPA Pues yo sí,


cuantas veces a mirar
llegue al pasado instrumento (97).

Pepro CRESPO Con que fin el autor da 2765


a esta historia verdadera.
Los defectos perdonad.

(97) Instrumento de «cuerda»: musical y la cuerda con la


que le han dado tormento para que cantara, ¡.e., para que con»
fesara.
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CLÁSICOS UNIVERSALES PLANETA

DON QUIJOTE DE LA MANCHA, Miguel de Cervantes.


Edición, introducción y notas de Martín de Riquer, de la
Real Academia Española.

HAMLET. MACBETH, William Shakespeare.


Introducción, traducción y notas de José María Valverde,
catedrático de la Universidad de Barcelona.

EUGÉNIE GRANDET, Honoré de Balzac.


Introducción de Gabriel Oliver, catedrático de la Univer-
sidad de Barcelona. Traducción de Luis Romero.

ODISEA, Homero. 1
Introducción y notas de José Alsina, catedrático de la
Universidad de Barcelona. Traslación en verso de Fer- '
nando Gutiérrez.

ROJOR Y NEGRO, Stendhal.


Introducción de Carlos Pujol, doctor en Filosofía y Le-
tras. Traducción y notas de Carlos Pujol y Tania de Ber-
múdez-Cañete.

LAZARILLO DE TORMES, Anónimo.


Edición, introducción y notas de Francisco Rico, catedrá-
tico de la Universidad Autónoma de Barcelona.

ALMAS MUERTAS, Gógol.


Introducción de José María Valverde, catedrático de la
Universidad de Barcelona. Traducción de José Laín En-
tralgo.

FAUSTO, Geothe.
Introducción de Francisca Palau Ribes, profesora de la
Universidad de Barcelona. Traducción y notas de José Ma-
ría Valverde, catedrático de la Universidad de Barcelona.
LOS DOCUMENTOS PÓSTUMOS DEL CLUB PICKWICK,
Dickens (1).
Introducción de Doireann MacDermott, catedrática de la
Universidad de Barcelona. Traducción y notas de José Ma-
ría Valverde, catedrático de la Univerisdad de Barcelona.

10. LOS DOCUMENTOS PÓSTUMOS DEL CLUB PICKWICK,


Dickens (II).

11. ILfADA, Homero.


Introducción y notas de José Alsina, catedrático de la Uni-
versidad de Barcelona. Traslación en verso de Fernando
Gutiérrez.

12 EL REY LEAR. OTHELLO, EL MORO DE VENECIA,


William Shakespeare.
Introducción, traducción y notas de José María Valverde,
catedrático de la Universide1 de Barcelona.

13. TA CELESTINA, Fernando de Rojas.


Introducción de Juan Alcina, catedrático de Lengua y Li-
teratura de I. N. B. Edición y notas de Humberto López
Morales, catedrático de la Universidad de Riopiedras,
Puerto Rico.

14. POESÍAS, Fray Luis de León.


Edición, introducción y notas del Padre Ángel Custodio
Vega, O. S. A.

15 EL PRIMO PONS, Honoré de Balzac.


Introducción de Gabriel Oliver, catedrático de la Univer-
sidad de Barcelona. Traducción de Carlos Pujol, doctor
en Filosofía y Letras.

16.. ROBINSÓN CRUSOE, Daniel Defoe.


Introducción de Aránzazu Usandizaga, profesor agregado
de la Universidad de Barcelona. Traducción de Carlos Pu-
jol, doctor en Filosofía y Letras.

TE UN SUEÑO DE LA NOCHE DE SAN JUAN. LAS ALE-


GRES CASADAS DE WINDSOR, William Shakespeare.
Introducción, traducción y notas de José María Valverde,
catedrático de la Universidad de Barcelona,
13. LA CARTUJA DE PARMA, Stendhal.
Introducción de Carlos Pujol, doctor en Filosofía y Le-
tras. Traducción y notas de Carlos Pujol y Tania de Ber-
múdez-Cañete.

19. LA GAVIOTA. EL JARDÍN DE LOS CEREZOS,


Antón Pávlovick Chéjov.
Introducción de Enrique Llovet. Traducción y notas de
Augusto Vidal.

FUENTE OVEJUNA, Lope de Vega.


Edición, introducción y notas de Maria Grazia Profeti, ca-
tedrática de Literatura Española de la Universidad de
Padua.

21. ARTÍCULOS, Mariano José de Larra.


Edición, introducción y notas de Carlos Seco Serrano, ca-
tedrático de la Universidad de Madrid.

22, POESÍA ORIGINAL COMPLETA, Ouc vedo.


Edición, introducción y notas de José Manuel Blecua, ca-
tedrático de Literatura Española de la Universidad de
Barcelona.

VIDA DE RANCÉ, Chateaubriand.


Introducción, traducción y notas de Carlos Pujol, doctor
en Filosofía y Letras.

24, WERTHER, Goethe.


Introducción de Feliciano Pérez Varas, catedrático de la
Universidad de Salamanca. Traducción y notas de José.
María Valverde, catedrático de la Universidad de Bar-
celona.

MOLL FLANDERS, Daniel Defoe.


Introducción, traducción y notas de Carlos Pujol, doctor
en Filosofía y Letras.

26. ROMEO Y JULIETA. JULIO CÉSAR, William Shakes-


peare.
Introducción, traducción y notas de José María Valverde,
catedrático de la Universidad de Barcelona,
s
Back of the Yard
5157
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AS
Pedro Calderón de la Barca
El alcalde de Zalamea

Edición, introducción y notas de


Domingo Yndurain
profesor de Literatura Española
de la Universidad Complutense de Madrid

““El conflicto está encarnado en una familia


concreta, pero afecta a la colectividad, y sobre todo
le afecta la solución que se dé a dicho problema. En
la obra que nos ocupa se da un movimiento
significativo que va de lo particular a lo general, de
lo individual a lo colectivo, de lo privado a lo
público.?””

Clásicos Universales Planeta

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